domingo, 1 de diciembre de 2019

SUPLEMENTO DE REALIDADES Y FICCIONES
Nº 84 – Diciembre de 2019 – Año X
ISSN 2250-5385

Inscripción gratuita como LECTOR
si escribe a  zab_he@hotmail.com
indicando nombre y apellido, ciudad y país
(se le avisará cada nuevo número trimestral).

“Amor”
Mónica Villarreal (2019)
(Acrílico sobre papel, 14"x11")
Serie Mariposas

Sumario:

• Eduardo DALTER (Argentina)
• Lilián PALLARES (Colombia - España)
• Frans GRIS (Chile)
• Carlos G. GROPPA (Argentina - Estados Unidos)
• Osmari REYES GARCÍA (Cuba)
• Haidé DAIBAN (Argentina)
• Melacio CASTRO MENDOZA (Perú - Alemania)
• David Enrique FERNÁNDEZ MADRID (España)
• Yubraska HERRERA DIAMÓNT (Venezuela)
• Beto BROM (Argentina - Israel)
• Rubén IELMINI (Argentina)
• Victoria Estela SERVIDIO (Argentina)



EDUARDO DALTER

Eduardo Dalter nació en la ciudad de Buenos Aires, Argentina, en 1947. Es autor de una vasta y difundida obra poética, incluida en conocidas revistas culturales, y vertida en una veintena de libros. Asimismo hay una extensa bibliografía crítica sobre este escritor, cuyos títulos y autores pueden consultarse en: http://www.eduardodalter.com/comentariosx.htm
Libros de poesía: Aviso de empleo (Buenos Aires, Ediciones E.C., 1971), Las espinas del pescado (Buenos Aires, Ediciones Por la Poesía, 1973), En las señales terrestres (Buenos Aires, Lavoisier Ediciones, 1975), En la medida de tus fuerzas (Maracaibo, Ediciones Cantaclaro, 1982), Versus (1971-1984) (incluye Estos vientos, * 1984), Silbos (* 1986), Hojas de sábila (* 1992), Aguas vivas (Buenos Aires, Huaico y Ediciones del Cántaro, 1993), Las costas del golfo (Mérida, Ediciones Mucuglifo, CONAC, 1995), Mareas (Buenos Aires, Ediciones del Cántaro, 1997), N.Y. Postales para enviar a los amigos (** 1999), Almendro de  naufragio (Caracas, Editorial La Espada Rota, CONAC, 2000), Bocas baldías (** 2001), La gente está en la calle (8 poemas en Revista Nacional de Cultura, N° 324, Caracas, 2002), Marcha de los desocupados (** 2002), El mercado de la muerte (43 escritos breves en Casa de las Américas, N° 236, La Habana, 2004), Macuro (** 2005), Hojas de ruta, 1984-2004 (** 2005), Canciones olvidadas (Córdoba, Editorial Recovecos, 2006), 7 Poemas (** 2007), Cuatro momentos (** 2009), Dos cigarrillos para Eliot (** 2015), 18 Poemas (Repertorio de Eduardo Dalter en el 25º Festival Internacional de Poesía de Medellín, 2015), 21 Poemas - La hora de los zorros (** 2016), Desocupado y otros poemas (** 2019).
Obras en prosa (estudios, antologías): El periódico Alberdi y sus poetas (Buenos Aires, Edición Homenaje, 2000), Harlem: los blues de la historia (10 poetas del Harlem) (** 2010), Historias, personajes y leyendas de Villa Luzuriaga (** 2011), Viento Caribe (Poesía de Guadalupe, Guayana, Martinica y Haití. Investigación y selección en coautoría con María Renata Segura; Buenos Aires, Ministerio de Educación de la Nación, 2014), Harlem: los blues de la historia (56 poemas - un siglo de poesía) (Buenos Aires, Ministerio de Educación de la Nación, 2014).

* Buenos Aires, Ediciones del Río de la Plata.
** Buenos Aires, Ediciones del Nuevo Cántaro.



Los siguientes textos fueron tomados de su último libro, Desocupado y otros poemas, editado en agosto de 2019:


DESOCUPADO
Eduardo Dalter ©

Un desocupado, Dios, es una pieza única
que hace a tiempo completo su trabajo;
una pieza insustituible
a todo el engranaje;
una mudez; un grito; un balbuceo;
un canal nivelador
que espera aguas,
aparentemente más cerca de la sequedad
y el olvido
que de la administración planificada
de riquezas.
Un desocupado, Dios, con su desierto
y su niebla,
vital a este equilibrio de espejismo,
donde cada cosa empuja o devora
a cada cosa.
Se repite, se confunde, y se alza
ya como discurso
de escena, que el desocupado está
desocupado
de toda función o todo uso,
mientras la máquina infernal, abismal,
ahonda el pozo.

Dejá que entre la luz,
dejala que entre,

que se acomode,
que abra su valija;

no vayás a echarla;
dale de comer;

dejá que ande por la casa.

Seguramente haya otro lugar
más allá de este pozo
y de este horizonte seco
y quebradizo. Un lugar
para sentirse más palpable
y que hay que edificar aquí.


Bird's flight

Las historias que arden y fluyen por debajo
de la historia;
las voces que pugnan entre las paredes
del silencio;
y los ríos que desbordan por encima
de las calmas.


DESTINOS
(Casi una poética)
Eduardo Dalter ©
Tu destino te sorprenderá
cada momento.
WILLIAM BLAKE

Desde qué orilla abrir, cerrar
los ojos;
desde cuál punto de qué orilla.
Cada orilla,
cada punto de orilla adelanta,
en su cielo
y horizonte, una respuesta
diferente
que supone cada palabra que
se imagine
o que se diga. Todo camino
comienza
a abrirse según donde decida
afirmar
uno los pies y hacia dónde
apunte
uno su historia y su mirada.
Uno eligió
—o eligió por uno el fuerte
Viento—
cada segundo, cada
rumbo,
cada sendero ahondado o
vasto
y nada puede salvarse en
un cruce
ni en un momento solo que
se abra.
La suerte, o mala suerte,
siempre
estuvo despierta y estuvo
echada
como una apacible leona
al pie del árbol.



LILIÁN PALLARES

(Barranquilla, Colombia. 1976) Poeta, actriz y creativa audiovisual.
Recibió en el año 2017 la XIV distinción Poetas de Otros Mundos concedida por el Fondo Poético Internacional en reconocimiento a la alta calidad de su obra poética y en el 2011 fue destacada entre los diez mejores escritores jóvenes de Latinoamérica por About.com, New York. Ha recibido para el 2020 una beca para Artistas Visuales del Centro de Residencias Artísticas Matadero, Madrid.
Ha publicado el libro de crónicas y relatos de calle Ciudad Sonámbula, el poemario-disco Voces Mudas y el poemario Pájaro, vértigo.
La pasión por sus raíces y el amor por la palabra, le han motivado a crear, junto con el director de teatro y dramaturgo Daniel Aguirre, el espectáculo escénico Afrolyrics ‘una historia de amor y tambor’, donde la poesía, la narración oral, la danza y los tambores se entretejen en un ritual ancestral. Codirige, junto con el artista Charles Olsen, la productora audiovisual antenablue ‘la palabra vista’.

 @lilianauta 
 @palabraprestada 


Así escribe Lilián Pallares en su poemario Bestial:

CLARIVIDENCIA
Lilián Pallares ©

Roja púrpura y feroz
la luna camina selva adentro
bajo un aquelarre de estrellas.

Criatura de pezuñas largas
que acecha lo recóndito de la mente
para alumbrar negras visiones.

Hembra de fulminante poder,
diosa de las cavernas,
bajo tu hechizo arde la noche.


INSTINTO
Lilián Pallares ©

Roja es la carne,
arde el silencio.
Se queman los nervios
en salsa picante
y el hombre es cuchillo
que atraviesa el deseo.
Rojo el instinto,
roja en tus dientes.
Mastica, mastícala,
mastícate, eres carne viva.


VIPERINA
Lilián Pallares ©

Muerdo mi lengua para no hablar,
entre los dientes sangran las palabras.
Prefiero pronunciarlas,
servirlas en bandeja
para que saboreen poco a poco su veneno.


Bestial
Colección: Papeles de Trasmoz
Editorial: Olifante
ISBN: 978-84-949878-6-1
80 páginas

El tercer poemario de la escritora colombiana Lilián Pallares es un libro de naturaleza salvaje que conecta con la pulsión instintiva que llevamos dentro. Desde lo primigenio, carnal, viperino y subversivo, la autora explora las pasiones humanas con poemas profundamente personales, vibrantes, de gran magnetismo, donde la fuerza animal, el eros encarnado en el poderío femenino y una mística ancestral, transmiten la bestialidad más poética.



FRANS GRIS

Frans Gris es el alter ego de Fredy Raúl Guzmán Olguín, poeta y pintor nacido en Santiago de Chile en enero de 1948, y que vive aun en la misma ciudad.
Su obra literaria se encuentra difundida en diversas revistas literarias de su país y del exterior, así como en varias antologías.



CADA MAÑANA UN ESPACIO EN BLANCO 
Octubre 6, 2008
Frans Gris ©

Soy el que busca
tras las piedras
busca
tras las sombras de las efímeras puestas a secar
cada tarde de octubre
bajo las hojas de los sauces
Soy el que busca
entre las largas siluetas de los días
entre los lagos de luz
bajo las puertas de los cines
Soy el que se arrastra sobre el sol y busca
con ojos de lunático por entre las patas de los cisnes negros
que pululan bajo los puentes y sobre las estrellas
Y subo a los trenes detenidos en estaciones muertas Varados
en andenes
 que sustentan a niñas con ojos luminosos y manos frías
en donde protegen cartas escondidas entre los senos nacientes
y dorados
Pequeños soles emergentes

Soy el que busca
con manos torpes y aleladas
en abanicos japoneses con árboles pendientes de los muros
Habemos algunos que buscamos
guitarras y largas bocanadas de humo
apoyados en los pasamanos de los cerros
y allí lloramos por un momento
como ángeles caídos
Hay esfinges de elefantes escalando altos muros y ancianos agotados
relegadas a los ámbitos del silencio

Debe ser muy grande el temor
ya que no aceptan  los encuentros
es como si fuera un espectro habitando con fantasmas de niños
abandonados en los confines de algunos sueños
Los océanos del miedo avanzan
y por ellos navegan las manos del que muere cada mañana
pues solo hay un espacio en blanco
en cada mañana
soy el que busca bajo la sombra de papeles
vistiendo con telas de paraguas
un espacio para volver a ser


DE ABRIL A ENERO
Frans Gris ©
(En mi cumpleaños 65, a mi madre.)

Aprilis
En el Inicio solo la sombra La Apertura
Dos silencios
En el día Segundo el orden luminoso
Quietud en espera
Y para el Tercero
Luz
la perfecta unión
y al Cuarto la  nueva alineación naciendo desde el Caos
Y el Vigía
escribe en su Libro que hasta el Quinto no habrá más que quietud sin forma
Solo la mínima forma dividiéndose
Y llegó el Sexto día y con él el Tiempo
la Vida y un latir insipiente y rítmico
(le definitiva y terminante Vida)
Y el Séptimo fue el descanso la alegría de los días venideros pues cada día
será un asombroso nacer de estrellas o de océanos luminosos
y secretas noches
Memorias eternas de manos
de arterias
de huesos antiguos
Y fue en el Séptimo cuando se fijó la heredad y las estaciones

Maius
Se asoma la sexta luna de la era común
no existe ni arriba  ni Oriente
Solo una luz difusa en que flota el Universo

Iunius
La sangre joven es un golpear de tambor remoto
Cánticos  marcando el vivir nuevo y el ajeno
Y el Universo no más ingrávido que la noche y ésta
no es más que un día eterno

Quintilis                               
Ya hay un abajo y un Norte
astros flotando como rostros luminosos
quietudes compartidos
Y diminutos dedos

Sextilis
Las memorias inscritas en los días eternos
se abren para anotar nombres extranjeros en los libros del arcano
(Lobo
Guerrero solitario
El rapsoda ciego
¿Un demiurgo?)

September
Ya ojos dedos y un extraordinario universo concéntrico
calmo como un mar latente
Voces palabras sonidos
Lejanas risas y el murmullo de los brotes

October
Huellas como cadenas
como espiras dobles
Gotear de latidos golpes de guitarra
Y algo como peces luminosos
flotando frente de mis ojos

Novembris
Un caminar acuático
Temores
Gemidos
Y un aletear de mariposas

December
Se acerca la sazón y navego
mi propio océano
Libre vago como un pez de fuego
Como hoja en las brisas del otoño no soy más que un indefinido nombre
Un misterio Un arca cerrada Es mi nave un estrecho mundo

Todo
Soy su Todo y mi Nada

Y busco
Indago y descubro un nuevo modo de sentir y voces
Gemidos y sollozos

Ianuaruis
Y voy hacia un tiempo frío entre aullidos y desgarros
Como por un río de sangre y trazos de dolor
angustia
y un golpear loco en el pecho
Gritos y garras
y un largo túnel hacia la Luz  abriéndose a mi paso

Me estrello contra las brumas de este Nuevo Mundo

(¿Lobo guerrero o demiurgo?)

Enero de 2013, Los Troncos, La Cisterna, Santiago de Chile.



CARLOS G. GROPPA

Nació en Tres Arroyos, provincia de Buenos Aires, Argentina. Estudió Arquitectura y Bellas Artes, hizo cine, produjo películas musicales con muñecos animados que fueron premiadas en Europa.
En México fue libretista de los programas de televisión “Los Especiales de Silvia Pinal”, y adaptador de la serie “Obras Maestras de la Literatura Universal”.
Es miembro Correspondiente de la Academia Porteña del Lunfardo, y autor de las novelas policiales La mujer que quería asesinar a Hitchcock, y El hombre elegante de la bufanda roja, entre otras.
Ya radicado en los Estados Unidos escribió The Tango in The United States (en inglés), El tango desde Sunset Blvd., Con sabor a tango, y los libros de cuentos Con todo respeto, Los casos de P.G., Historias sin mensaje y 13 casos sin resolver.
Desde 1996 edita la revista Tango Reporter en Los Angeles, ciudad donde reside.


UNA IDEA SACADA DE LA MANGA
Carlos G. Groppa ©

Cuando Robespierre sufría una imperiosa necesidad de dinero, se sentaba frente a su Olivetti –nostálgico artilugio que era mejor fuente de inspiración que su computadora–, y producía una idea.
De acuerdo a sus más despiadados críticos, él se la sacaba de la manga, ya que para escribirla no usaba su cerebro, su educación o sus conocimientos sobre el alma humana, sino simplemente su habilidad para combinar palabras.
Siendo un ávido lector con una copiosa cultura y curioso por naturaleza, Robespierre recorría la ciudad en largas caminatas, hablando con cualquiera que se le cruzase en el camino.
Disfrutaba de la música, las artes y la compañía de hermosas mujeres de ojos azules, como así también la de ojos de cualquier otro color. Además, periódicamente practicaba algún deporte. Este consistía en mirar como los otros lo hacían, tanto como para después poder decir: “Hoy hice algo por mi salud”.
Con esto, Robespierre se abastecía de cierta información que le permitía estar al día en todo y escribir sobre cualquier tema.
Muchas veces, y siempre según sus críticos, sin decir concretamente nada pero dando una singular sensación de veracidad. Como muchos exitosos narradores, Robespierre tenía su sistema para encontrar ideas, ya sea para un artículo de tres páginas, una historia corta de diez o una novelita de cincuenta.
Los trabajos más largos, esas obras de 600 páginas que se transforman en best-sellers, no le preocupaban mucho. En su muy particular opinión, estas eran cuentos cortos rellenos con una enorme cantidad de incidentes insípidos intercalados en el real meollo de una pequeña historia.
Esto quería decir que, si Robespierre ubicaba la acción de su novela durante una carrera internacional de autos, sabía lo suficiente de estos como para incluir en el argumento el proceso de fabricación, mantenimiento y servicio de los mismos. Estas generalidades, traducidas en páginas, le permitían concretar un mínimo de 143.
Luego, y tanto como para darle un toque mundano al argumento de su novela, le resultaba fácil agregar 27 páginas explicando los métodos para diseñar el vestuario de los corredores. Después mezclaba 204 páginas conteniendo un par de fogosos encuentros sentimentales. Uno, en un lujoso hotel en los Alpes, con una princesa húngara que el protagonista se conquistaba en una plaza de toros; el otro, en una miserable choza de un puerto africano, con una azafata que conoció en su vuelo a Le Mans.
Más adelante, Robespierre escribía acerca de una agitada discusión mantenida en una oficina gubernamental de Washington, entre un gran bonete de la política y un editor de revistas sensacionalistas. Llena de chismografía y sin relación con los hechos, era, de cualquier manera, de gran interés narrativo.
Dos o tres docenas de páginas más adelante, describía una reunión secreta en una mansión de Bel Air entre algunos señorones que arreglaban el patrocinio de la carrera, situación que le brindaba una oportunidad magnífica para esparcir por la línea argumental una sensación de poderío, elemento siempre vendible.
Llegando al final, Robespierre hacía una minuciosa descripción de un misterioso encuentro en la jungla amazónica, punto geográfico ideal para desparramar en la acción algunos ingredientes diabólicos, llevado a cabo por la amante del corredor alemán con un brujo indio.
Con estas tres intrigantes, casi aristocráticas e insólitas secuencias, Robespierre amontonaba 93 páginas cubiertas de tonterías, cháchara y bla bla acerca de mujeres, políticos y el vino consumido en las reuniones. Para marcar el tiempo transcurrido entre éstas, engrosaba 52 páginas más conteniendo los reglamentos de la carrera y la descripción de ciertos personajes menores.
Luego, perdido en el argumento con apretada prosa, Robespierre dejaba caer 24 páginas de colorida pintura ambiental. Más adelante, insertaba otras 47 con el relato de una ruda, movida y exótica pelea mantenida pocos minutos antes de la carrera, la cual le posibilitaba presentar dos nuevos personajes: un periodista que sabía demasiado y un traficante de drogas del Medio Oriente que quería demasiado. ¿El motivo de la pelea? Repartirse los favores de una bailarina de ombligo marroquí, no muy atractiva pero amiguita del gran bonete de Washington.
Con todo lo dicho hasta ahora, más el espectacular, devastador y sorpresivo final, Robespierre amasaba un total de 590 páginas, las cuales, mezcladas con las sabrosas 10 originales de su cuento corto, le daban un total de 600 páginas redondas.
Para ser preciso, cantidad exacta que pide cualquier editor serio, inquieto por establecer una relación comercial duradera con un productor de televisión. Hoy en día, vender manuscritos, antes de imprimirlos, por supuesto, para miniseries de televisión es un negocio mucho más productivo que la literatura en sí.
Ahora bien, si Robespierre, con increíble desparpajo, era capaz de sacarse de la manga estas 600 páginas para una novela, imagínese con que soltura de cuerpo se levantaba con una pequeña idea para llenar tres o cuatro cuartillas y conseguir, en un abrir y cerrar de ojos, el dinero necesario para cubrir sus más inmediatos gastos.
Por eso, cuando esa mañana comprobó que tenía su billetera vacía y había invitado a cenar a una morena estupenda, lo primero que pensó fue: “Necesito una idea”.
Él sabía por experiencia que su editor, no sólo se volvería loco después de oírla, aunque más no fuese por teléfono, sino que con la promesa de entregársela completa en una semana y con los cambios sugeridos durante la charla, le daría cierta suma de dinero por adelantado. Para él, esto representaba el dinero suficiente para pagar la cena con la morena, dejar una abundante propina, llenar el tanque de gasolina y, con el cambio, comprar algunos caramelos.
Por lo tanto, Robespierre se sentó frente a su Olivetti, le puso una hoja en blanco y encendió un cigarrillo. Después de escribir el título de la historia, su nombre debajo y darle un par de chupadas al cigarrillo, se dio cuenta que la idea se resistía a brotar. Indudablemente, estaba sufriendo una de esas clásicas lagunas mentales tan comunes en los escritores que obtienen un éxito de librería inmediato. Para remediar el bache inspiracional, tomó el teléfono y me llamó. Esto era uno de sus tantos sistemas para encontrar ideas.
—Oye, querido amigo, necesito una idea, pero ya mismo —me sacudió después de decirme “Hola”.
En este mundo yo podré estar escaso de cualquier cosa, menos de ideas. Por lo que enseguida le proporcioné una, circunstancia que se repetía cada vez que me llamaba.
—Mira, Robespierre, cómprate el Times de hoy —no sé para qué le dije que comprara el periódico si sabía que no tenía un centavo—. En la página tres encontrarás la crónica de un crimen sensacional, violento, ritual y morboso. Luego, en la 18 hay una maravillosa historia de amor, clásica, aristocrática, casi un cuento de hadas. Combina los dos artículos y tendrás la base para una excelente idea.
—Gracias, mi viejo. No sabes cuánto te lo agradezco. Una vez más, me has salvado la vida.
Y cortó. Estoy seguro que lo hizo totalmente convencido de que su vida, para mí, no valía gran cosa, y totalmente consciente que me tendría que pagar el cincuenta por ciento de sus regalías por salvársela.
Ahora, él tenía la idea que necesitaba y yo un ataque de bronca. ¿Por qué? ¿Sólo porque nunca pude entender cómo era posible que un editor le pagase a este imbécil un montón de dinero por sus historias, quizás porque tiempo atrás colocó, por pura casualidad, dos o tres novelas en la lista de las diez más vendidas? ¿O porque a mí, su escritor fantasma, la persona que le vendió las ideas para esas novelas, no hay editor que me pague un miserable centavo por mis propias historias?!

Cuento del libro Con todo respeto (Los Angeles, TR Ediciones, 2018)
  


OSMARI REYES GARCÍA

Reside en Caridad 2, Mayarí, Cuba. Es Licenciado en Informática y Máster en Ciencias de la Educación. En 2017 obtuvo mención en el concurso León de León, en 2018 alcanzó mención y premio, en 2019 mereció premio, ese mismo año resultó seleccionado para el Encuentro Debate de Talleres Literarios de su provincia en Poesía y Narrativa. Finalista en el Premio de Poesía Dulce María Loynaz (Estados Unidos, 2018). Recibió mención en el Premio David de la UNEAC (Cuba, 2019). Tercer lugar en el Tercer Premio Literario Internacional Letras de Iberoamérica (México, 2019). Figura en la antología poética De la flor, el mar y la ausencia (Buenos Aires, Dunken, 2019). Actualmente su libro Los días que descienden sobre nosotros para habitarnos, se encuentra en proceso de edición por Avant Editorial, España. Textos suyos han aparecido en publicaciones periódicas de Argentina, Chile, España, México y Venezuela, inclusive en la prestigiosa revista Letralia. En su país, figura una selección de sus poemas y un comentario, exquisitamente escrito por el destacado autor Andrés Casanova en su blog literario bajo el título: Osmari Reyes García ¿Poeta de lo escatológico?


REPATRIAR TODAS LAS CULPAS
Osmari Reyes García ©

Mi cuerpo se detiene otra vez frente a las mismas omisiones, sin reclamos que perpetúen el regreso y de él brotan, en silencio, los retornos. Procuro la herida imprescindible, evito el dolor inmerecido, sostengo la solemnidad de las sombras que pasan.

Vuelven las miradas ausentes de mis amigos que se fueron lejos. Apenas sopla la inocencia. Hay un fuego que conspira. Ojalá declamen los dichos que me acusan. Ojalá alguien toque a mi puerta en medio de la noche. Ojalá que algo más hondo que La Nada afirme o niegue, pero todo es silencio. Camino solo por la orilla del vasto mar que desconozco. Camino solo y como en los mejores años, regreso a mi oficio, imperturbable. Escribo. Me miro en el espejo de los versos. Comienzo a repatriar todas las culpas.


Y NOSOTROS ENTRE ELLOS
Osmari Reyes García ©

Cada trozo de día es una trampa,
un lazo puesto al pie del que camina mirando los relojes,
una red al que incita a romper la calma que conspira
para mutilar nuestras costumbres
y luego decir “disculpa,
no era mi intención robarlo todo,
solo transitaba hacia la nada
y por azar tropecé con tus manos perdidas
y toqué a tu puerta para ayudarte a escuchar al miedo.”

Cada trozo de día es una despedida,
otra forma de decir alivio,
agárrate al perdón de los violines
que pronto todo será pasado
y vendrán hasta el portal aquellos días
de los crueles festines y la multitud desconocida
y nosotros entre ellos
como si tuviésemos un rostro,
un camino, una vida.


ALGUIEN QUE TAL VEZ NO EXISTE CONVOCA A LOS AUSENTES Y CALLADOS
Osmari Reyes García ©

Detrás de la limpia ventana se esconde un rostro,
alguien que intenta descifrar los días,
descubrir a la ciudad
que interrumpió la siesta de los sepultados
para esconderse entre la multitud y volver a sorprendernos.

Alguien mira más allá de las paredes y las treguas,
husmea entre los asombros huérfanos
superando la fatiga que lo acalla,
pero mañana despertará temprano
y nadará con fuerzas hasta la orilla que ya no podrá salvarlo.

Regresa el desterrado que dice su silencio,
habla como cualquiera que ha vivido sin un nombre al que aferrarse.

Vuelve alguien que tal vez no existe
arrastrando una cadena tatuada en el vacío
para convocar a los ausentes y callados
que van hacia la puerta de los tiempos.



HAIDÉ DAIBAN

Reside en Buenos Aires, Argentina. Farmacéutica, ex docente de la Facultad de Farmacia, UBA. Alumna de la escritora Syria Poletti con la que editó Cuentos desde el taller. Con Lucila Févola fue cofundadora de la revista literaria Tamaño Oficio, con la que colabora desde hace veinticinco años.
Es autora de los siguientes libros de:
• Poesía: Plegarias del Siglo XX, Con el tiempo a cuestas, Los indicios.
• Cuentos: El rabdomante y otros cuentos (Isidoro Blaisten colaboró en la supervisión para su edición), Historias de muchos, Cuentos con sabores, El hombre de la máscara y otros cuentos.
• Poemas lunfardos y letras de tango: Todo tango, Tangos y poemas del nuevo siglo, Algo más sobre tango.
• Figura en numerosas antologías de cuentos y poesías: de Editorial Botella al Mar, en su 50º aniversario; de Gente de Letras; de la Revista Ronda Literaria; con escritores de Uruguay y de otros países latinoamericanos; Promotora del Libro Argentino; Asociación Argentina Tango al Mundo, entre otras.
• Figura en los libros avalados por el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires: El tango que viene, + de 100 tangos nuevos, así como en las siguientes obras: De tangos y tangueros, de Aníbal Lomba, (miembro de la Junta de Estudios Históricos de Boedo), como poeta de Boedo; Los tangos testimoniales, de Julio César Páez (poeta letrista); La empresa y el tango, de Bernardo Poblet (empresario); Historias de otros tiempos y otros hombres, de Pascual Mamone, compositor de tangos de su autoría; Prodigios, exaltaciones y gozos, de Tomás Barna (periodista, escritor); Tango oculto, ensayos de Silvina Boggiani, 2011; La revolución del tango: la nueva edad de oro, del periodista francés Michel Bolasell (París-Buenos Aires); El lunfardo en el habla de los argentinos, de Marcelo Olivera; Tangos políticos, de Javier Ocampo y Ofelia Flores, con prólogo de Susana Rinaldi; Tango Argentino, de Ricardo García Blaya.
• Algunos tangos de su autoría fueron grabados por distintos cantantes, como Roberto Chalean, Estela Bonnet, Luis Linares, Zoila Piternam, Choly Cordero, Beatriz Gabet, María Viviana, Silvana Gregori, etc.
• Intervino en dos Festivales de Tango en Buenos Aires y fue invitada a leer en notables cafés de la ciudad: La Ideal, Tortoni, 36 Billares, El Gato Negro, Café de García, Los Angelitos, Seddom, B.Berry, London, Homero, El Trianón de Boedo, La Poesía, Bar Sur, etc.
• Siguió los siguientes estudios especiales: Historia del Tango (dos años) con el Dr. Emilio Santabaya en la Legislatura de Buenos Aires, Curso de Lunfardo (tres años) con Marcelo Oliveri en la Academia Porteña del Lunfardo y curso sobre Mozart, sus Óperas y el Tango, con José Kokubu, en la Academia Nacional del Tango.


BORGES, LETRA MEMORIOSA
Haidé Daiban ©

Hay una casona, patio abierto
con glicinas, y puertas de cancelas,
un refugio de Palermo viejo
que atesora tus palabras nuevas.

Casa que albergó tu alma triste,
tu ironía de genio en laberinto,
barrio como tantos que te viste
de héroe en las letras de tu pueblo.

Hay vestigios de tiempo y
encerrados los ecos
de tu chispa dorada,
de tu lento andar.

Y un fantasma nos marca
taconeando las calles,
las milongas sentidas
de tu pluma al crear.

En la íntima sombra
de las calles desiertas
una esquina te nombra
en rosado almacén.

Y el cuchillo ya brilla
del Muraña bravío
que mentaste en recuerdo
del coraje de ayer.

Vamos por Maipú viendo tu estampa,
en bancos de la Plaza tu esperar
y como el tiempo, sigue tu memoria,
no hay olvido que te pueda borrar.

Encontramos la música en un Borges,
que resuena en canto universal.
Es orgullo la herencia de tus letras,
semillero de ideas que supiste sembrar…


CIFRAS Y NÚMEROS
Haidé Daiban ©

Cifras, números y cifras.
Soy uno,
Eres uno,
¿dos en uno?
Entre cientos, miles, millones
De uno.

Y son el número
De ciudadanos número…
Somos un número mayor
De…
Pues las cifras indican…
Pasaporte número…
¿Número de habitantes?
Muchos, demasiados,
Que se desplazan
En número creciente.

¡Oh, no, no!, abuelo,
No me muestres tu número
En el brazo.
¿Es que jamás se borrará?
de Memorias del olvido (antología)


EXTRAÑA PAREJA
Haidé Daiban ©

Tú, mi amigo,
Tú y yo
entre la oscura multitud
sin que nos vean.
Solos,
en este blanco escalón
para que todos rechacen
mi negrura.
Tú, mi amigo,
tan blanco y espumoso,
¡Ladra mi nombre!
Ayúdame
a extender mi mano
tan blanca del revés,
para que algún dios
nos regale una moneda.
Del libro Los indicios.


VISITA A LA VIEJA CASONA
Haidé Daiban ©

Allí está
Con su cancela herrumbrosa
de arabescos oxidados
y sus peldaños laminares,
donde el tiempo trabajó
como el agua sobre la roca.
Y su segunda cancela
abanico ocultador
del patio de malvones
y azucenas.
A lo largo
puertas alineadas,
a la espera de mi visita tardía,
manijas gastadas por las caricias
de múltiples manos,
de múltiples vidas,
de múltiples personajes
con nombres perdidos
en oscuras fisuras,
(arrugas que el tiempo marcó
en cada pared)
en vidrios opacos,
en puertas de seca madera,
azul-verde-azul.
Y el olor rancio
del recuerdo
mezclado al jazmín centenario,
y la consabida jaula
sin canario,
colgada de la parra.
Y otra vez la cancela
Y el escalón laminar,
herido,
y la cancela mayor
que despide al ayer.
Infancia y mito
en la imagen gastada,
repetida en mí,
de cancelas y patios y malvones.
Y por fin la calle,
calle donde se quiebra mi historia,
pero, presintiendo mi historia,
ella me cuenta, ahora,
Otro cuento…
  


MELACIO CASTRO MENDOZA

Nació en Caín, un caserío de la costa norte del Perú. Escritor y profesor universitario, vive en Essen, Alemania. Estudió Ciencias Sociales e Historia en la UNT (Universidad Nacional de Trujillo, Perú) y en la UDE (Universidad de Duisburg y Essen).
Posee varias obras (algunas aún inéditas): Memorias de M.Julca. Una historia de Mallorca (Editorial Círculo Rojo, 2012), El hombre de Rupak Tanta (Editorial Club Universitario, 2015), Batallas y sueños de Uchku Pedro (Editorial Club Universitario, 2016), Malú: tierra adentro y tierra afuera (Editorial Club Universitario, 2016), Las buenas intenciones (Editorial Club Universitario, 2016), La última marinera (Editorial Club Universitario, 2017), Siempre hay un más allá (Editorial Publicaciones Entre Líneas, 2019), La agonía súbita (1988, agotado), La montaña errante, Mis campos y mi pueblo, De amor y de muerte (cuentos), Mi pueblo y mi familia (crónica), Mi república ignorada (biografía), entre otros.
También hay ensayos escritos sobre su obra de diversos críticos literarios.
Más de sus obras en Suplemento de Realidades y Ficciones Nº 60:
Realidades y Ficciones – Revista Literaria ha publicado artículos sobre este autor en:



MOZIKE  GORIO DE LAS SANGRES
Melacio Castro Mendoza ©

Mozike, disco duro de mi sangre,
en el proceso de lo que unos llaman
«conquista» y yo, a secas, invasión,
ocuparon los íberos tus
fructíferos campos.
Igual hacia dónde mis hermanas
y mis hermanos, horrorizados,
huyeran los invasores
los persiguieron
hasta darles caza.
Cristianos convictos y confesos,
solo permitieron sobrevivir
a quienes pudieran
usar y abusar.

Aciago imperio el español, signó
en tu piel y en tu alma lo que,
después, extendió y ahondó
a lo largo y ancho del Perú.

A nombre de la pésima fábula
titulada derecho divino,
prohibieron tus ritos.
A capa y espada, impusieron sus
cruces con fingida humildad
dictando su ciega veneración a
todo cuanto llamaban su santidad
Los protegía en sus labores una
brutal real corona, sus fuerzas
armadas y su bestial
Santa Inquisición.

Tu ilustre regional auténtico
nombre, el de Mozike, fue ignorado;
manipulado, fue sustituido
por el de san Gregorio.
El mismo, ¡maldita sea!, se me
reveló en mi infancia ser la rica
sangre de Gorio, nombre
que yo di a tu dulce pueblo,
padre de mi propia
densa sangre.

Trocado por los colonialistas y
por sus descendientes tu antiguo
bien nutrido mundo
en negra miseria,
caíste en la orfandad.
La lombriz, el lanche y los puquios,
solidarios contigo, mandaron
a  mis padres me concibieran.
Nacido apenas me supe parte
de tu dispareja geografía.

Se nutrieron mis genes con la sal
de tu incomparable suelo, el cual,
en cuanto pude, sembré y aporqué;
absorbieron mis células la música
de tus antaras mientras en los
cantos de tus aves bebió mi
corazón la ternura de tus montes.

Recorrí tus dimensiones para
comprobar con mis negros ojos
tu carencia de escuelas
y de todo cuanto podría haber
aportado a tus criaturas pan,
salud y luz nocturna.

Confiscadas tus aguas por
los hacendados, celebré la
solidaridad de tu cielo invernal:
puntual, socorrió con sus lluvias
la sed de nuestros nuevos
terrenos conquistados a
increíbles quebradas
y pendientes.
De tal modo, la naturaleza,
nuestra gran madre, volvió
a concedernos sus saludables
olores y sus buenos sabores
expresados en nuestras
logradas legumbres y también
en nuestra fauna.
Prohibida por el íbero y por
sus descendientes nuestra propia
lengua, el idioma castellano,
distorsionado un tanto por nuestras
particulares dicciones,
fue otro de nuestros
escasísimos aliados.

En cuanto a mí, dispuesto a
sobrevivir no como sobrevive
el perro roedor de inciertos huesos,
convoqué en mi auxilio a mis
dos enjutos asnos y a mis dos
magros corceles: los unos y los
otros acarrearon conmigo hacia
tu central plaza, mis frutos
agrícolas.
Al margen del intercambio
con otros virtuosos productores,
jamás podría haber nutrido, mal
que bien, mi organismo.

Para ti, mi antiguo e inolvidable
Gorio de mi sangre, Mozike
auténtico encubierto bajo el nombre
de un exprefecto romano, obispo
que ignoró tu existencia,
tuve y tendré siempre, a tu entera 
disposición, el tesoro de mis venas:
arroyos rojos al servicio de tu
honradez, de tu justicia y de tu paz
elaboradas con el equilibrio de los
sueños, la moral y la razonable
pasión de tus más tiernas mujeres
y de tus más sinceros hombres.


PALABRAS DE VÍCTOR HUGO ALVÍTEZ MONCADA:

«Tú y yo, hermano, somos
andinos hasta la médula.
Con muchas ganas de tentarte
vuelvas a nuestras tierras,
acostumbro echarme al hombro
mi alforja cuyo contenido es
siempre aquello que a ti más
te gusta: legajos de la historia
del Perú, un sabroso cuy bien
frito, canchita fresca y una
botellita de excelente aguardiente.
Acudo, con ello, a una o a
otra de nuestras playas, a arrojar,
de corazón, al mar: sus 
inconfundibles aromas serán
empujadas por las aguas y
las olas rincones adentro de la
lejanía que te acoge.
Disculpa, si te es dado, mi rara
forma de aportarte, así,
mi más honesta solidaridad 
y mi compañía».

Fuente: Siempre hay un más allá (poemario)
Editorial Publicaciones Entre Líneas, Miami, Florida, Estados Unidos, 2019
ISBN: 9781074816476



DAVID ENRIQUE FERNÁNDEZ MADRID

Reside en Valencia, España. Nació en 1979. Estudió Administración de Empresas, y posteriormente un Máster de Fiscalidad y Tributación Internacional. Pronto estará cursando su cuarto y último curso de Grado en Derecho. Es consultor de empresas y tiene negocio propio familiar desde hace unos veinte años.
Dirige una web —Oconowocc.com— que trata sobre todo de cómics, series y películas. Ha escrito dos libros: Teoría del Evidencialismo y Viaje mortal entre partículas. En breves semanas publicará su tercera obra: Cuatro historias sorprendentes.



LA SOMBRA
David Enrique Fernández Madrid ©

El ser más despreciado del planeta Tierra es la sombra.
La sombra sigue ciegamente a su dueño. Si este se hiere, la sombra se hiere. Si esta se cae, la sombra se cae. Si este se mata… la sombra permanece hasta que desaparece.
Sí, es el ser más despreciado del planeta. ¿Qué pasaría, entonces, si las sombras se rebelaran de nosotros? No tenemos cuidado con ellas, no tenemos principios que las protejan… cuando nos molestan, les ponemos luz para que se desvíen… Pero qué desdichados seríamos si desapareciesen.
Las sombras son nuestro reflejo, nuestra conciencia. Cuando estamos tristes, la sombra está triste también. Cuando estamos contentos, la sombra está contenta. ¡Ay, de nosotros, si no tuviéramos sombra a la que acompañarnos!
Seríamos unos meros portadores de vida sin destino, seríamos unos insectos en la corteza terrestre en derredor de nuestro lugar de trabajo, nuestra casa, nuestros entretenimientos… La sombra te bendice, la sombra te maldice, la sombra te habla, te susurra, pero no le hacemos caso.
Esa sombra la llamamos fe, porque es la fe la que nos mueve a seguir. Si no tenemos esa sombra, esa fe, no somos más que meros instrumentos de dolor. Vagamos y vagamos sin rumbo fijo si no tenemos esa sombra, esa fe, que tenemos y que solamente la luz puede reflejar.
Por eso, pregúntate: ¿qué tal tu sombra?, ¿qué tal está tu fe?, ¿la cuidas, o no la has descubierto todavía? Incrédulo: por la noche, en una zona despejada, mira hacia la noche eterna de las estrellas: pregúntate por qué está llena de sombras la noche. La noche es el reino de las sombras, es el mecanismo de la fe funcionando desde el principio de los tiempos.
¿No te has fijado en ellas? Fíjate, vuelve a creer, o cree por primera vez: cuida tu sombra, te mantendrá a salvo.



YUBRASKA HERRERA DIAMÓNT

(Caracas, Venezuela, 1980) Su nombre completo es Yubraska del Carmen Herrera Diamónt. Reside en Barquisimeto (Lara), Venezuela.  Profesora especialista en Castellano y Literatura egresada en 2004 de la Universidad Pedagógica Experimental Libertador (UPEL-IPB), Magister Scientiae en Literatura Latinoamericana por la Universidad de los Andes (ULA-NURR) Trujillo (2012), en la actualidad estudia doctorado en Letras en la ULA-Mérida.
Tiene publicaciones en colectivo en Venezuela y España, escribe para la revista digital “LetraMujerRevolucionaria”, es miembro del equipo editorial de la revista digital Dissertare del Decanato de Ciencias y Tecnología (UCLA-DCyT). Se desempeña como docente contratada en el Decanato de Ciencias y Tecnología de la Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado (UCLA-DCyT).
Más de sus obras en Suplemento de Realidades y Ficciones Nº 82:
y en Realidades y Ficciones – Revista Literaria Nº 39:



RECUERDOS
Yubraska Herrera Diamónt ©

Leí tus versos…
Se estremecieron los huesos,
En mi mente retornaron los recuerdos
de aquellos besos sabor a encuentros,
vi tus grillos cantar la danza de las mariposas.
Volvieron los momentos de risas y sueños,
me golpeó fuertemente lo que no pasó,
aún insiste…
Metamorfosis mi cuerpo
toca con el pico a tu ventana
pájaro espino, caigo y desvanezco…


SI PUDIERA AMARTE
Yubraska Herrera Diamónt ©

Si pudiera amarte, lo haría entre las sábanas del infinito,
desnudaría mi piel de luna en tu selvática pupila.
Si pudiera amarte, desgarraría tu ropa para vestirte de besos,
tejería un manto con gotas de rocío e hilos de sueños.
Pero cómo he de amarte si aún no existes,
eres el amor imaginario de mis pensamientos.


BESOS DE COCO
Yubraska Herrera Diamónt ©

Lejos muy lejos
hacia el final del arco iris,
en la historia sin fin,
un poco más allá,
entre las enredaderas de los sueños,
en ese lugar donde se capturan los suspiros con las manos,
allí donde el sol y la luna pernoctan en vacaciones
y las estrellas brillan más en el día que en la noche,
allí, exactamente allí,
guardo los besos que tus labios rociaron en los míos.
Ese néctar delicioso como el coco,
que volaron como mariposas de ensueño entre tu boca y la mía.



BETO BROM

Nacido en Argentina, a mediados del siglo pasado, en la ciudad de Bahía Blanca; de madre entrerriana y padre bahiense. Radicado, ya hace años, en el milenario Israel, en un rinconcito de la histórica Galilea. Su nombre completo es Norberto (Beto) Brom.
Día a día, recorre y descubre en sus paseos, los inigualables regalos que la madre natura brinda a sus ojos.
Amante de los animales en general y de los pájaros en particular, tiene el privilegio de gozar de la compañía de ellos, y así, quizás entenderlos y aprender.
Desde tiempo, ofreció libre albedrío a su imaginación, y ella, con la desinteresada ayuda de su diestra, consigue llevarlo a lugares fantásticos… descubrir parte de sus recuerdos, y compartir sus ideas y sentimientos.
Aprecia navegar por internet, compartiendo sus garabatos (así los llama) y comentando las creaciones de colegas de la pluma.
Sus viajes por el mundo, una de sus mejores ocupaciones, le permiten conocer lugares hermosos, palpar de cerca a la gente, interiorizarse en sus costumbres y rescatar detalles de sus vivencias, que llegado el momento se translucen en sus escritos.
Le gusta la vida y la disfruta como un contento jubilado.

http://beto-brom.blogspot.co.il/ (ideas y pensamientos)


SENSACIÓN PRIMERA Y ÚNICA
Beto Brom ©

En forma lenta mis manos se abrieron deseosas de palpar, de sentir...
Los movimientos de mis piernas se acompasaron a la corriente que todo lo rodeaba.
Mi cuerpo como flotando en un ilimitado espacio.
La oscuridad solo interrumpida por rayos luminosos, algunos rojizos, otros azulados.
Las olas se elevaban y despaciosamente descendían.
Una rítmica melodía tipo marcha se deja escuchar a la lejanía. Serena tranquilidad dominaba el ambiente...
Como respondiendo a un llamado aquellas pacificas olas aumentaron su vaivén. Transformaron la calma reinante en una especie de carrera hacia un destino premeditado.
Me sentí atrapado, atraído, partícipe de dicha alocada carrera.
El ritmo aceleró su compás. El tiempo apremiaba, todo mi ser lo sentía.
Una ínfima claridad vislumbrose más adelante. La carrera se convirtió en una desesperada ovación.
La claridad fue en aumento. Era imposible rebelarse, la intensidad de la correntada parecería llegar al máximo posible.
Una enceguecedora luz alumbró. Sentí unas manos aferrarse a mi cuerpo, ayudándome a salir entrar. El ruido era infernal, mis oídos sufrieron el agudo sonido.
Mis ojos alcanzaron a distinguir formas ilimitadas, sombras y figuras, una indecisa situación imposible de describir.
Con el tiempo comprendí que en aquellos momentos había nacido.


EL PAN DE LA AMISTAD
Beto Brom ©

Dudó el andariego. El camino decidió bifurcarse. El destino probó, una vez más, su espíritu aventurero.
Similares alternativas, oportunidades semejantes.
El sol, desde su trono, apresuraba su decisión.
Un trotecito a sus espaldas, familia de liebres, madre y cuatro descendientes ensimismados en una carrera, pasaron por un costado ignorando su presencia, como si él no existiera. Tornaron sobre la derecha. En escasos instantes desaparecieron del horizonte.
Calculó que una pendiente sería la causa. Optó seguirlos, quizás por allí cambiaría su suerte.
Como había previsto, un pronunciado declive del terreno se abalanzó sobre él.
Los rápidos animalitos eran ya una mancha en el sendero.
Allí abajo se vislumbraba un pequeño grupo de árboles, cercaban una especie de construcción, precaria por lo visto desde su puesto de observación.
Quiso suponer que estaría habitada, era lo que anhelaba en aquellos momentos, es más, lo necesitaba, un angustiado deseo de hablar con alguien, ya tiempo que la soledad lo acechaba muy de cerca.
Arregló un poco su humilde ropaje, la buena apariencia es hermana de la primera impresión, y esta es la que cuenta entre las personas, En aquel próximo encuentro entre un forastero y un corre caminos, más que más.
Dos perros, de respetables dimensiones, salieron al encuentro, metros distaban hasta la casucha.
Conocedor de la mentalidad canina, no detuvo el paso y continuó ignorando la presencia de ellos. Su táctica, aparentemente no resultó, los ladridos se interrumpieron, optó por sentarse, de aquella forma no ofrecía señales de ataque.
Fueron momentos de espera, ambos bandos se estudiaban.
Nuestro caminante, en forma lenta extrajo de su mochila un trozo de pan; lo depositó en la palma de su mano derecha y extendió el brazo en el aire frente a los asombrados guardianes.
Como era de esperar, uno de ellos comenzó a acercarse, paso a paso, con suma inteligencia y precaución. Husmeó el aire, comprobó el olor del bocado ofrecido, se detuvo, hecho un vistazo a su compañero, como esperando consentimiento.
Continuó acercándose hasta llegar a escasos centímetros de la mano del hombre, elevó su hocico una o dos veces, era imprescindible cerciorarse, decidió agarrar el alimento, lo mantuvo entre sus dientes y regresó donde estaba aguardando su compañero. Arrojó el pan al suelo y su compinche lo devoró en un santiamén.
Satisfecho de su valentía volvió sobre sus pasos, en forma que era imposible ignorar su intención. El resultado no tardó en venir por parte del caminante. Provisto de un segundo trozo de pan, no tardó en deglutirlo en segundos.
Un grito se escuchó, los tres quedaron impactados, un pequeño hombrecillo provisto de lo que pareciese una escopeta, estaba plantado en la entrada de la vivienda, los llamó por sus nombres:
—¡¡Sol y Luna!! ¡¡¡¡¡A CASA!!!!!
Como soldados muy bien adiestrados, de un golpe se pusieron en pie y corrieron hasta la casa apostándose a los flancos del amo.
—Buenos días, buen hombre, llego con aires de paz, estoy de paso...
No hubo respuesta. Se puso de pie, elevó sus manos, como muestra de estar vacías, y las movió a título de saludo. Agregó:
—¿Podría acercarme para saludar?
El silencio no fue interrumpido. El interesado visitante, entendió la indirecta, se abstuvo de ejecutar sus intenciones de amabilidad.
No estaba acostumbrado a esta clase de recibimiento.
Distintos los pensamientos de los hombres y raras e increíbles sus reacciones ante lo nuevo, inesperado o desconocido.
A buen entendedor....
Alcanzó a exclamar un —Adiós, que tenga buen día— y ya sus pasos enfilaron hacia el camino que lo esperaba.
Ya empezaba la tarde acogedora,
Después de una corta caminata encontró un adecuado lugar para el descanso. Quizás decidiría hacer noche allí.
Arropado, con la agradable compañía de una pequeña fogata, intercambió miradas con unas picaronas estrellas, que gustaron compartir aquella noche entre amigos.


BRISAS
Beto Brom ©

Oscilan a semejanza de pájaros en busca del calor.
Tratan de descifrar la incógnita del secreto que flota en el aire.
Su comienzo es lento, pero con un ritmo carente de monotonía.
Avanzan sin mirar atrás, con suma precaución, las caídas podrían entorpecer el logro de la meta ansiada.
El tiempo no obstaculiza la marcha, es más, no se premia al presuroso, solo se juzga al que no avanza.
Intrusos juegan de intrépidos con el fin de zigzaguear la columna, aunque la mayoría tiene la palabra.
Difícil resulta cambiar costumbres y erradicar conceptos establecidos.
Cada paso será guardado en la historia donde se cuestionará la revolución perpetrada.
El mundo está hecho para intrépidos, los valientes llevan la bandera del éxito.
La conciencia de los hombres prevalecerá dictando las nuevas normas.



RUBÉN IELMINI

Reside en Mar del Plata (Buenos Aires), Argentina. Nació en 1947; es técnico mecánico. Trabajó en dibujo y pintura, como letrista y en dibujo humorístico (en los ‘70 colaboró en las revistas Humor, Hortensia, Rico Tipo y el diario Tiempo Argentino).
Mención especial en el Concurso de Poema ilustrado de la Ciudad de Campana. Participó en concursos de cuentos del Club de escritura Fuente Taja.
Entre sus gustos literarios se cuentan Cristian Bach (Juan Salvador Gaviota, Ilusiones) y Eduardo Sacheri (La pregunta de sus ojos, Papeles al viento). Frecuenta la feria anual del libro de Mar del Plata.
Gusta de las grandes orquestas, como Mantovani, Frank Pourcell, Caravelli, John Barry, Ennio Morricone, Michel Legrand, Richard Clayderman.
Entre sus películas preferidas: Cinema Paradiso, Forrest Gump, Verano del 42, David y Lisa, Perdidos en la Noche, El Incidente, Desde el jardín. Varias de Leopoldo Torre Nilsson (El crimen de Oribe, Boquitas pintadas, La casa del ángel) y de otros directores como El secreto de sus ojos, Esperando la carroza, La tregua, El hijo de la novia, La Patagonia Rebelde.


EL TREN DEL TIEMPO
Rubén Ielmini ©

Estoy en la estación, hay mucha niebla, espero tener un asiento disponible, me acerco a la boletería, miro mi reloj y con sorpresa veo que había desaparecido. Giro y pregunto al pasajero de la fila.
—Disculpe… ¿Qué hora es?
—¿Hora?... ¿Qué es eso? No sé de qué me está hablando
—La hora, señor, la del reloj.
— ¿Reloj?... caballero, los relojes dejaron de funcionar, ¿no se enteró?
La voz del boletero interrumpe el dialogo, es mi turno.
—Buen día, quiero un pasaje para el tren del tiempo ¿Viene a horario?
El hombre detrás de la reja, de anchos bigotes y lentes con bastante aumento, va hasta un almanaque, y me contesta
—No, señor, viene atrasado.
— ¿Y de cuánto es el atraso?
—Treinta años caballero.
—¡Uh! ¿Y por qué tanto?
—Tuvo demoras en estaciones del futuro, la última pasajera llegó tarde y el reglamento del servicio es muy estricto; hay que esperar a sus pasajeros pero ya está solucionado, señor, el tren viene en camino, solo que llegará aproximadamente en treinta años, si quiere ir a la sala de espera.
—No, gracias, me sentaré en el andén.
—Como guste, señor; el siguiente por favor…
Me siento a esperar pensando en esa pasajera, hacer demorar un servicio treinta años; en el andén espera una señora de vestido azul, cabello blanco con rodete en la nuca junto a su hijo, un joven de unos cuarenta años, mirando hacia el lado donde vendría el tren, me levanto y voy hasta el hall; hay varios puestos de venta, entre ellos, una librería, me acerco a un stand de revistas viejas, en una hay un gran titular: “El día que se detuvo el Tiempo”, desde ese instante todos los relojes del mundo se habían detenido, solo almanaques con días meses y años eran el tiempo.
Me dirijo al baño, abro el agua de la pequeña pileta, hecho agua en mi cara y el espejo me devuelve otra imagen, mis canas no estaban, una abundante cabellera castaño oscuro, cubría mi cabeza… ¿Pero qué está pasando?... Salgo rápido del baño, vuelvo a la boletería y la cara del hombre no es la misma, su ancho bigote había desaparecido y sus lentes también. Me acerco a la ventanilla.
—Disculpe, hace un momento pregunté por el tren del tiempo ¿Sigue con demora?
El hombre se acerca a un almanaque, vuelve a la ventanilla.
—¡Recuperó tiempo, ahora su demora es de cinco años, señor!
—Gracias —falta menos… vuelvo al andén, se acerca una señora, la misma mujer de vestido azul, pero su cabello era más largo y oscuro.
—Disculpe, señor. ¿No vio un chico por el andén?
—No, señora. ¿Un chico como… de qué edad?
—Quince años, seguro que fue al puesto de revistas del futuro, le encantan ver lo que vendrá —ese chico era el mismo de cuarenta años que estaba junto a su madre mirando la llegada del tren.
Todo esto me pasó después que me mojé la cara… Me levanto del banco y voy de nuevo al baño, abro la canilla, vuelvo a mojarme la cara, y el espejo refleja, lo que tanto había esperado, la figura de un joven de veinticuatro años; era lo convenido.
Camino por el andén, vuelvo a entrar al hall. Desde el kiosco de revistas se escuchaba música, era un tema que fue un hit en los 88... The final Countdown.
—¡The final Countdown... Europa! —dije en voz alta, el vendedor de revistas me mira sorprendido y asiente con la cabeza.
— ¡Sí, ese es el tema!
—Entonces, estamos... ¿En mil novecientos ochenta y ocho?
Más sorprendido me miró.
—Sí, señor, es ese año.
—¡Lo conseguí!, ¡yes!... pasaron los treinta años… ¡Bien ahí!
El vendedor del puesto de revistas me pregunta.
—Disculpe, ¿se encuentra bien?
— ¡Mejor que nunca, amigo... mejor que nunca! Un gusto conocerlo; adiós.
El silbato de la locomotora anuncia su arribo, espero en el andén y tal como dijeron en boletería, el tren había recuperado el tiempo; llegó con cinco años de atraso, subí al primer vagón y empecé a buscar, tendría que estar en uno de ellos, pasé al siguiente, y tampoco; me quedaba el último vagón, entré con mucho miedo, lo recorrí completo, pero a quien buscaba no lo encontré.
Resignado al fracaso, me siento del lado de la ventanilla, una desilusión me invadió, el tren arranca y mientras toma velocidad, miro esos lugares comunes que quedarían en el pasado.
—¡Disculpe señor pero ese asiento está ocupado, estaba yo, pasa que bajé a comprar una revista; subí cuando arrancaba el tren —continuó— y eso sumado a que llegué tarde a la estación, casi lo pierdo, menos mal que me esperaron!
Es ella, la pasajera que había demorado en tren... ahí está, con sus cabellos rubio ceniza llegando a sus hombros, ojos marrones, cartera negra, y sus juveniles veinte años, la miro atentamente sin darme cuenta de la incómoda situación que le estoy haciendo pasar.
—Disculpe, ¿por qué me mira así? ¿Le pasa algo? ¿Se encuentra bien?
—Sí, sí, estoy bien, disculpe usted, ya me levanto y me voy a otro lugar.
—¡No, quédese! Si quiere, se puede sentar en el asiento de al lado, nadie lo ocupa.
—Ah, bueno, muchas gracias, no sabía… —se produjo un silencio, es ese momento del que se quiere salir para iniciar un diálogo, ¿y ahora de qué hablo? ¿Qué le digo? Ya sé...
— ¿Es usted estudiante?
—Sí, estudio profesorado de...
—Filosofía y letras en la Universidad Nacional —interrumpo.
Me mira sorprendida...
—Sí, así es pero… ¿Usted como sabe todo eso?
Porque, ¿se lo dije?... Siempre soy el mismo apurado.
— Lo imaginé, por el... el título de los libros que lleva… Zafé con el argumento; ella nunca imaginaría que lo sabía todo, ni del día que la conocí.
—Disculpe, me voy a presentar soy…
Le doy mi nombre, ella el suyo, una mirada de confianza surgió para continuar una conversación formal, miro su mano izquierda, se asoma un pequeño reloj análogo, miro mi mano izquierda y veo mi reloj igual que los pasajeros, la mayoría tiene reloj; el tiempo había dejado de detenerse.
A esa joven la había conocido, en el futuro; treinta años después, pero ya estaba casada; así que, nada podía hacer.
Recordé aquel día en el futuro, cuando invoqué a todas las fuerzas del universo rogando que me ayuden; hasta que se presentó el ángel del pasado, con una rara vestimenta blanca, tenía en sus manos un maletín, me preguntó por qué estaba triste, y en qué podía ayudarme, le conté mi historia.
—Se ve que la quieres, nada es imposible, mmm, déjame ver...
Después de pensar y caminar unos pasos se volvió.
—¡Voy a ayudarte, tienes solamente una oportunidad, tendrás que viajar en el Tren del Tiempo… ¿Te juegas?
— ¡Por supuesto, sí, seguro!
—Mira que no hay vuelta atrás; si sale mal te quedarás en ese tiempo, te lo pregunto de nuevo... ¿Te la juegas?
— ¡Sí, señor, afirmativo!
—De acuerdo... entonces permíteme un momento —abrió el maletín y sacó un libro grande y de su bolsillo interno de ese saco estrafalario extrajo una pluma blanca, abrió el libro y escribió algo, luego me lo alcanza con la pluma.
— Firma debajo.
— ¿Qué es esto? —veía todos jeroglíficos, no entendía nada.
—Es un acuerdo de partes; tú firmas la conformidad de viajar al pasado; tranquilo que no estás haciendo un pacto con el diablo, ni tampoco soy el doc de Volver al Futuro, ¡ja, ja, ja!, soy un enviado y estoy aquí para ayudarte
Firmé y le devolví el libro.
—Bien ahora solo cierra los ojos y piensa en esa chica, que tanto te gusta... mantente así... ¡Y mucha suerte!
Cerré los ojos, vi la imagen de aquella mujer y algo pasó en ese momento, me invadió un remolino, todo se puso turbio, los colores cambiaron las formas también, entré en una profunda espiral, cuando desperté estaba parado frente a esa estación de tren; el ángel se había ido... así empezó todo.
…El tren seguía su marcha y yo conversando con esa estudiante, hasta que la voz del guarda interrumpe
—Disculpe caballero, ¿me permite su pasaje?
Se lo entrego, lo marca, cuando me lo devuelve lo retiene un segundo en sus manos, lo miro a la cara a ver por qué hacia eso. Me guiña un ojo.
—Gracias caballero, que tenga un buen viaje —pone su mano en mi hombro y me susurra en el oído...
—Un buen viaje a la felicidad, ahora todo depende de ti muchacho.
Era el ángel del pasado, vestido de guarda, el pacto se había cumplido.

(ISBN 978-987-3657-22-1)



VICTORIA ESTELA SERVIDIO

Nació en Cosquín (Córdoba), Argentina, en 1947, ciudad en la que reside. Médica jubilada, especializada en ginecología y obstetricia (Universidad Nacional de Córdoba). Comenzó a escribir a los catorce años, afición fomentada en su hogar y en el estrecho vínculo con la Biblioteca Nicolás Avellaneda de su ciudad natal, por la cual pasaron varios de sus familiares. Desde 2001 concurre a talleres literarios de la ciudad de Córdoba.
Libros editados: Moradas (Córdoba, Narvaja Editor, 2006), Armas del poeta (Córdoba, Narvaja Editor, 2008; Córdoba, Plan B, 2014), De mí (Córdoba, Ediciones del Copista, 2011), De musas, lamentos y escrituras (Córdoba, Plan B, 2014), El Colador de los tiempos (cuentos, Córdoba, Plan B, 2015). Mantiene sin editar Palabras a mi hija (prosa poética).
Se desempeñó como coordinadora editorial entre 2007 y 2010 de Decires —revista de letras, arte, cultura—, edición gráfica independiente sin fines de lucro, de la que también fue directora. Participó en el IV Encuentro de Poesía en mayo del 2015, organizado por Poetas del Mundo, en la ciudad de Holguín Cuba, en el transcurso de las Romerías de Mayo en UNEAC (Unión de Escritores y Artistas Cubanos) y otras ciudades cubanas.
Sus poemas han sido publicados en varios medios literarios, gráficos y virtuales, tanto del país como del extranjero, y en medios radiales.
Más sobre sus obras y trayectoria en el Suplemento de Realidades y Ficciones Nº 62:



ARMAS DEL POETA
Victoria Estela Servidio ©

La palabra en armas que tiene cabida /
solamente entre nosotros mismos /
Nosotros / nuestro propio alimento
Nosotros la palabra
Rubén Vela (poeta santafesino)

La flecha
triangula el arco
fuera de su vaina
reluce la espada
el puñal zigzaguea
a un costado
una lanza en alto
pregona la batalla.

Cae el yelmo
el poeta avanza.
Al conquistar
la fortaleza del lenguaje
se nutre de palabras.
Arsenal sin fronteras.
más perdurable que el acero.
“Armas del poeta”.
Quien no se resigna
y en su trinchera
afilando palabras
resiste la existencia.


ANDARES
Victoria Estela Servidio ©

Esto de andar
a contramano
a contrapelo
a contracara
a contrapiel
a contramuro
de andar pateando
injusticias
infortunios
indiferencias
de eslabonar un tiempo que no existe
Tiempo
donde se borran los abrazos
se olvidan los te quiero
se apagan los leños
se congelan las miradas.

Esto de ahogar el grito
en el péndulo de la lágrima
para no morir resucitando.

De Armas del poeta
(1ª edición Córdoba, Narvaja Editor, 2008;
2ª edición, Córdoba, Plan B, 2014)


OJALÁ QUE UN DÍA
Victoria Estela Servidio ©
a mi pueblo

Ojalá que un día
en lluvia de azúcar caigan los sueños
que acunan las manos de la esperanza.

Ojalá que un día
una lluvia de caricias disuelva el dolor en ternura.
En las espigas de trigo crezca la justicia
y paguen su culpa los mercenarios del hambre
se cultive el amor y se coseche en el pan de cada día.

Ojalá que una lluvia de equidad
arrase las malezas del espanto
en las que se pierden y mueren tiernos retoños.
Caiga una lluvia de azúcar como maná en el desierto
alimente el espíritu mantenga las fuerzas
salpique gotas de mansa locura, moje de coraje y rebeldes
ideales para impedir que los racionales evaporen los sueños
del pueblo que sigue la lucha y no cae vencido.

Ojalá que un día
bajo una lluvia de azúcar cantemos alegres
festejemos juntos el logro de disfrutar el don de la vida.
Entonces, proyectar todo de nuevo
defender la verdad y combatir la mentira
de los que el mundo dominan.

De Musas, lamentos y escrituras (Córdoba, Plan B, 2014)



SUPLEMENTO DE REALIDADES Y FICCIONES
Nº 84 – Diciembre de 2019 – Año X
ISSN 2250-5385
Exp. RE-2019-93065686-APN-DNDA#MJ del 15/10/2019, Dirección Nacional del Derecho de Autor / República Argentina.

Propietario y Director: Héctor Zabala
Av. Del Libertador 6039 (C1428ARD)
Ciudad de Buenos Aires, Argentina
Currículo en Suplemento de Realidades y Ficciones Nº 75:


Colaboradores

Corrección general:
Noelia Natalia Barchuk Löwer
Resistencia (Chaco), Argentina
Currículo en Suplemento de Realidades y Ficciones Nº 78:

Ilustración de carátula y emblema:
Mónica Villarreal
Scottsdale (Arizona), Estados Unidos
Monterrey (Nuevo León), México
 @mon_villarreal
Currículo en revista Realidades y Ficciones Nº 17:

El listado completo de colaboraciones al Suplemento de REALIDADES Y FICCIONES se encuentra a la derecha del blog bajo el acápite AUTORES.

 @RyFRevLiteraria

 @RyF_Supl_Letras

Las opiniones vertidas en los artículos de esta publicación son de exclusiva responsabilidad del autor pertinente.



"Realidades y Ficciones"
Mónica Villarreal (2014)
acrílico y óleo sobre
papel-lienzo, 30 cm x 30 cm

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