SUPLEMENTO DE REALIDADES Y FICCIONES
Nº 86 – Junio de 2020 – Año XI
ISSN 2250-5385
Inscripción gratuita como LECTOR
si escribe a zab_he@hotmail.com
indicando nombre y apellido,
ciudad y país
(se le avisará cada nuevo número
trimestral).
Sumario:
• Ámbar Caridad
CARRALERO DÍAZ (Cuba)
• José Antonio
CEDRÓN (Argentina)
• Adán
ECHEVERRÍA (México)
• Carlos
PENELAS (Argentina)
• Mario GUZMÁN
PÉREZ (México)
• Carlos G.
GROPPA (Argentina - Estados Unidos)
• Jesús BALLANO
RIERA (España)
• Haidé DAIBAN
(Argentina)
• Melacio
CASTRO MENDOZA (Perú - Alemania)
• Ime BIASSONI
(Argentina)
• Juan HERRÓN
GONZÁLEZ (España)
• Yubraska
HERRERA DIAMÓNT (Venezuela)
ÁMBAR CARIDAD CARRALERO DÍAZ
(Guanabacoa, Cuba, 1987). Reside en La Habana. Licenciada
en Arte Teatral, en el perfil de Teatrología (Universidad de las Artes, ISA,
2015). Egresada del Taller de Técnicas Narrativas “Onelio Jorge Cardoso”
(2012). Se desempeñó como especialista de Artes Escénicas en la Sede Nacional de la Asociación Hermanos
Saíz (2012-2016). Actualmente es directora de la Casa Editorial
Tablas-Alarcos. Imparte Historia del Teatro e Introducción a la Especialidad de
Teatrología en la
Universidad de las Artes (ISA). Es asesora del grupo Teatro La Proa. Coordina el
espacio híbrido de literatura y teatro Publicación
Escénica junto al actor y director Alexis Díaz de Villegas.
Publicaciones
• Reparación Capital (Cuaderno sin Licencia de Construcción Poética),
libro de cuentos y prosa poética, obtuvo Mención en el Premio Pinos Nuevos de
Narrativa 2018, convocado por el Centro Dulce María Loynaz.
• Habitaciones solo para dos: Itinerario de citas teatrales (libro de
entrevistas), España, Samarcanda, 2018 (ISBN: 9788417104153).
• El personaje autoficcional: la reconstrucción del testimonio (Análisis
de la obra del dramaturgo franco-uruguayo Sergio Blanco), galardonado con
el Premio a la
Mejor Investigación de Artes Escénicas “La Selva Oscura ” 2017.
• Publicaciones de sus críticas,
entrevistas y ensayos aparecen en revistas especializadas como La Gaceta
y Tablas; y en varias páginas webs,
entre ellas: La Jiribilla , Cubaescena, OnCuba, Excelencias, Esquife,
UNEAC, AHS.
• Abrió un canal en Telegram
“Troyanas en Cuarentena”, dedicado a la difusión de la escritura en cualquiera
de sus géneros y tendencias.
• La revista digital de la editorial
Hypermedia publicó una selección de sus cuentos en la sección Selfie.
Audiovisual
• Coguionista y codirectora del
documental Clownfabulación (2020),
financiado por el Ministerio de Cultura y dedicado a los veinte años de Teatro
Tuyo. La première ocurrió el 26/2/2020 en el Cine 23 y 12.
• Asesoría de guion del documental Cuando truena (2017).
• Asistencia de producción del
largometraje Habitación 7 (2017).
• Coguionista del documental Adherencias (2016).
Dirección teatral
• Laboratorio Conductual para la Construcción de Identidades 2.0 (2016),
ganador de la Beca
del Laboratorio Ibsen.
• Ensayo sobre un suicidio (2015), espectáculo subvencionado por la Embajada de Noruega en
Cuba. Temporada de funciones en el Centro Cultural Bertolt Brecht, en la Fundación Ludwig
y en la sala La isla secreta.
• Ejercicio imposible para posibles actores (2014), participante del Festival de Teatro de Pequeño Formato en
Santa Clara, del Festival Elsinor del
ISA y del Festival de Teatro Joven en
Holguín.
• Ciudad MAgdaLA (2012), ganador de la Beca Bebo Ruiz (CNCC) y
de la Beca “El
reino de este mundo” (AHS).
• Fundadora y directora del proyecto
Lumen Teatro con el que montó cuatro espectáculos: La niñita querida (2010), Premio de Puesta en Escena, Actuación y
Diseño Escénico del Festival Escaramujo de la Brigada “José Martí” de
Instructores de Arte, Mención a Mejor Puesta en Escena del Concurso “Premios de
la Ciudad ” en Holguín
(2011).
Facebook: Ambar Carralero Díaz
Página: La Wifi-Girl -Park
ENFOQUES
Ámbar Carralero Díaz ©
Un joven conduce por
5ta Avenida. Se detiene en un establecimiento donde una muchacha compra
panecillos. Él advierte un acento diferente, pasea la vista por sus piernas,
ella tiene la piel curtida y unas sandalias pasadas de moda. El muchacho
piensa:
Estos palestinos de mierda están invadiendo La Habana.
Jean es francés,
trabaja en una compañía de publicidad y decidió pasar sus vacaciones en Cuba.
Pasea por la capital en un BMW rentado, toma 5ta Avenida y le llama la atención
el Moskvitch detenido al borde de un establecimiento. Pasa despacio por allí y
le echa un vistazo al carro, mientras murmura en una lengua incomprensible:
¡Pobres comunistas!
En una nave espacial
del tamaño de una nuez y un millón de veces más rápida que la velocidad de la
luz, una tripulación de otra galaxia contempla el planeta Tierra. El capitán de
la nave hace una extraña seña con su único dedo. Todos ríen o algo similar. Al
parecer ha expresado lo equivalente a:
¡Subdesarrollados!
Desde arriba Dios
observa pacientemente el Universo y se encoge de hombros.
REGLAMENTO
PARA MEDEA
Ámbar Carralero Díaz ©
Medea ha llegado a
casa. Aún es muy pequeña. La educaremos para que sea una gata de bien, y será
la primera vez en la Historia
de la Humanidad /Animalidad
que Medea no mate a sus hijos. La inscribiremos desde ahora en el SindiGato de La Víbora , ahí podrá votar y
conocer a los de su especie. En el futuro quién sabe si se convierte en la
mejor sindigatista de la circunscripción. La presentaremos en sociedad y
aprenderá un código de ética que le permita relacionarse con los perros y las
perras, no debe dejarse llevar por tradiciones que han promovido una rivalidad
inútil durante años. Será la mejor amiga de Farinelli, el perro vecino, aunque
se comentan sus malos hábitos con las escobas y las piernas de los transeúntes,
ella deberá saludarlo siempre que él se comporte como es debido. Pero también
la enseñaremos a defenderse, cada mañana antes de llevarla al Círculo Gatil
“Desparasitaditos del Porvenir” le diremos: “si te dan, ¡aráñalos!”
Para protegerla de su
destino, no deberá casarse nunca. Tendrá relaciones nocturnas fuera del hogar y
en las madrugadas podrá frecuentar las azoteas de alquiler. Si luego del primer
parto ella se atreviera a matar a sus hijos, ya sea arrancándoles la cabeza o
ahogándolos en la bañera, será llevada a un psicogatista, y luego del
tratamiento la remitiremos al veterinario para que sea ligada. Es una decisión
difícil, pero no podemos condenarla de antemano, y menos, permitir que se
convierta en una asesina serial.
Le enseñaremos la
importancia de la humildad, será desparasitada con remedios caseros, nunca en
clínicas extremadamente caras que promueven el consumismo y el derroche.
Celebraremos sus cumpleaños con leche de vaca y pastel de sardina, el resto del
tiempo deberá conformarse con leche en polvo y filetes de claria, todo en
pequeñas porciones hasta que llegue a la gatolescencia, para propiciar la
fuerza de los dientes, del aparato óseo muscular y el brillo del pelo. Luego
ella deberá buscar sus alimentos, así aprenderá a valerse por sí misma.
Con respecto a la
cacería, le pondremos un cat-coach que la enseñe a matar rápido y a borrar las
huellas para no hacer sufrir a sus presas. Queda terminantemente prohibido
cazar gorriones en nuestro patio, deberá concentrarse en la liquidación de
cucarachas, ranas y ratones. Sería bueno que también resolviera el problema de
los mosquitos; aunque no es su perfil lo hablaremos con el coach.
Si todo esto saliera
mal, y Medea deja el SindiGato, destripa gorriones, no acepta ser ligada, se
casa con Jasón, el gato más pandillero y gatariego de La Víbora , y finalmente mata
una y otra vez a sus hijos, será desterrada. La montaremos en un camión de la Oficina de Comunales para
que sea recluida en el Basurero Provincial de La Habana.
De cualquier manera, no
debemos adelantarnos, ¡aún es tan pequeña! Tenemos esperanzas en Medea, en que
pueda ser, al menos, una gata normal. Por ahora, juega con los zapatos, se
duerme en mis pies y le tiene miedo a las cucarachas. Por ahora, sus ojos solo
brillan en las noches, se esconde debajo de la cama cuando oye ladrar a
Farinelli, está nerviosa porque mañana es su primer día en “Desparasitaditos
del Porvenir”. Mientras tanto, le hemos puesto una cinta roja en el cuello y
enterramos la primera cabeza de gorrión que apareció en el patio.
ENIGMA
Ámbar Carralero Díaz ©
"París, La Habana , Troya..."
dicen los actores de Las grandes ciudades bajo la luna, y yo pienso en Cuba.
Pienso en los Caballos
de Troya que nos frecuentan, pienso en eso que tanto desean regalarnos,
intercambiarnos, comprarnos o vendernos.
Imagino la Gran Piñata que
estamos prestos a abrir, a tirar de sus hilos como si fueran venas, buscando
una manera sofisticada (acaso la más primitiva de todas, acaso la misma de
siempre) de sobrevivir.
¿Qué lluvia de
obsequios nos aguardan en el interior de los Caballos de Troya? ¿Cuántos miles
de ojos nos miran desde adentro de sus panzas? ¡Qué raro brillo el de esas
miradas!
En medio de tantas
culpas, ¿quién es nuestra Helena? De cualquier manera, saldrá exonerada, como
suele suceder en estos casos.
JOSÉ ANTONIO CEDRÓN
Nació en Buenos Aires, Argentina,
donde comenzó a publicar en la década de los años ‘70, e integró la mesa
directiva de la
Agrupación Gremial de Escritores Argentinos. Actualmente reside
en su ciudad natal. Vivió mucho tiempo exiliado en varios países
latinoamericanos, a raíz de la última dictadura argentina y en especial en México.
Obras: Publicó los poemarios Viaje hacia todos, La tierra sin segundos,
De este lado y del otro, Actas, Vidario, Circuito interior, Antología personal – pequeña cosa y el reportaje
novelado El Negocio de la
Fe. Parte de su obra fue traducida al francés, inglés,
portugués y catalán.
Trabajos suyos fueron musicalizados
en Argentina, México, España, Nicaragua y Costa Rica. Obtuvo también numerosos
premios literarios.
Más de sus obras y trayectoria en
los números 49, 62 y 82 del Suplemento de Realidades y Ficciones (ver ÍNDICE DE
SUPLEMENTOS, o por su apellido en ÍNDICE DE AUTORES, en http://colaboraciones-literatura-y-algo-mas.blogspot.com/).
Realidades y Ficciones – Revista
Literaria ha publicado artículos de este escritor en sus números 25, 29 y 37
(ver ÍNDICE DE REVISTAS en http://revista-realidades-y-ficciones.blogspot.com/).
FUE DE NOCHE
José
Antonio Cedrón ©
Fue
de noche, tan frío, entre columnas anchas
después
de habernos dado en la boca
en
los dientes
como
un temblor nos vimos,
había
tanto y poco como en este presente
pasado
sin saber.
Recogimos
vestido para el viaje,
resistente
vitualla, zapatos que duraran
la
pasión del camino, días y noches semejantes.
Nos
llevamos las cartas, los planos, embarcamos
y
nunca imaginamos que aquellas pertenencias
fundarían
ciudades, darían hijos, vientos,
estaciones
de lluvia.
Aquello
que era apenas una ilusión formada
a
orillas de tu cama —donde pasan los ríos de un país—
crearía
un delirio jamás domesticado.
Nunca
pensé que fueras un espesor de sombras
que
turbara los ojos,
el
matiz de una ausencia que no puede escribirse.
Pasamos
turbulencias, el azar intrigaba
yo
tenía gitanas en mis manos
cruzaban
por sus líneas
y
eran como el olvido
que
venía a buscarnos
y
nunca supo nada de nosotros.
(Puerto de Veracruz,
México)
Tres poemas inéditos de José Antonio
Cedrón:
Sin saber qué pensaba ese dolor
lo
levantas en brazos y lo cargas,
que
no vea no escuche no suponga
hasta
poder llegar
sin
lugar dónde
mirando
su memoria como un álbum
que
no tiene vacantes
para
seguir andando y compartir
si
puedes, si pudieras
lo
que nunca sabremos:
dónde
empezó la ausencia, la edad de los colores,
el
futuro de la soledad.
La luz en la ventana es poca,
su
propia sombra, a veces,
pasa
entre las manos
y
la deja barriendo con los ojos cerrados.
La
penumbra acompaña la intimidad
de
estar con los que fueron, fuimos,
en
calles, bodegones, labios que aún humedecen.
Y
a veces, muchas veces,
para
no despoblarnos de aquello que quisimos
nos
quedamos solos.
a Helio Huesca
El presente ha cambiado
lo
que dicen las cartas que guardamos,
la
distancia dictada en su escritura.
Alguien
que se detuvo en la memoria
como
el viento escuchando sin saber
todo
lo que descansa
donde
no recordamos.
ADÁN ECHEVERRÍA
Nació en Mérida (Yucatán), México,
el 16/1/1975. Narrador, poeta y ensayista. Integra el Centro Yucateco de
Escritores.
Premio Estatal de Literatura
Infantil Elvia Rodríguez Cirerol (2011), Nacional de Literatura y Artes
Plásticas El Búho 2008 en poesía, Nacional de Poesía Tintanueva (2008),
Nacional de Poesía Rosario Castellanos (2007). Becario del FONCA, Jóvenes
Creadores, en Novela (2005-2006), entre otros.
Ha coordinado y participado en
diversos talleres de creación literaria.
Colaborador de revistas y
suplementos culturales como Abisal
(Instituto Quintanarroense de Cultura), Acequias
(Universidad Iberoamericana de Torreón), Alforja,
Archipiélago, Arena (Excélsior), Blanco
Móvil, Cultura Veracruz, El Ángel (Reforma), Eje Central, El Universo del Búho, La Colmena , Fandango, Luna
Zeta (Oaxaca), Molino de Letras
(Texcoco), Opción, Plan de los Pájaros
(Oaxaca), Puntos Suspensivos
(Zacatecas), Registro, Salamandra
(Universidad Autónoma de Chapingo), sic-Los
otros errores, Tabique (Cuernavaca), Textofilia,
Tierra Adentro; y las revistas digitales El Otro Mensual (EOM), Ficticia,
Letralia (Venezuela), Prometeo
Digital, Proyecto Sherezade (Canadá),
Realidades y Ficciones (Argentina).
Parte de su obra se encuentra
también en diversas antologías.
Obras:
• Poesía: El ropero del suicida (2002), Delirios
de hombre ave (2003), Xenankó
(2005), La sonrisa del insecto
(2008), Tremévolo (2009), La confusión creciente de la alcantarilla
(2011).
• Libros de cuentos: Fuga de memorias (2006), Compañeros todos (2015). Novelas: Arena (2009), Seremos tumba (2011).
• Antologías: Tiene una compilación
de autores yucatecos con Ivi May Dzib en el libro Nuevas voces en el laberinto (2007).
Aparte de su actividad literaria, es
biólogo con Maestría en Producción Animal Tropical por la Universidad Autónoma
de Yucatán (UADY).
Más de sus obras y trayectoria en
los números 64, 74, 77 y 79 del Suplemento de Realidades y Ficciones (ver
ÍNDICE DE SUPLEMENTOS, o por su apellido en ÍNDICE DE AUTORES, en http://colaboraciones-literatura-y-algo-mas.blogspot.com/).
Realidades y Ficciones – Revista
Literaria ha publicado artículos de este escritor en sus números 26, 27, 40 y
41 (ver ÍNDICE DE REVISTAS en http://revista-realidades-y-ficciones.blogspot.com/).
EL PASO
DE LAS HORAS
Adán Echeverría ©
Las cinco y, como tú,
son miles que por todos lados corren a saturar las oficinas. Visten la misma
ropa ajustada, las botas industriales y el mismo corte de cabello al rape; van
y vienen por las calles y avenidas; dentro de los túneles, en los elevadores,
adheridos al calor de los amaneceres; corren hacia el trabajo pero con la
mente, igual a ti (al menos siempre lo has sospechado), en el deseo que su
turno concluya sin sobresaltos.
Cuando comienza el día
te das prisa porque los relojes siempre se adelantan. Necesitas escuchar el
acostumbrado zum del láser al deslizar la tarjeta, que te recuerde que solo
eres alguien más a enfrentar su ineficiencia.
Despertares amodorrados
en que los noticieros de la televisión empiezan puntuales (cuatro de la
mañana). Servir el desayuno en esta oscuridad que retrocede. Células
desprendidas por el vaporizador y salir hacia el trabajo. Cumples la rutina con
exactitud, necio ante la idea de que ella pueda enterarse: has cambiado, recapacitas
sobre tus ideas que la consumieron en esa angustia de perderte. Ese sentimiento
corriendo por el sueño: despertaba a intervalos, sudorosa, presa del pánico
porque te quitaras la vida. Ella no está más en casa, ni en la cocina ni dentro
del vapor que exhala el cuarto de baño. La noche se mantiene pero, en el
horizonte, esa blancura anuncia la mañana.
Miras las mujeres a tu
alrededor, y reniegas ante los colores tristes que el gobierno les permite
vestir. Recuerdas los días de juventud, cuando todo era un despuntar de curvas,
prepararse a soportar el deseo en las pieles agitadas; ellas enarbolando, sin
censura, el centelleo de la moda. Sonríes por el recuerdo de los errores a que
se dejaban arrastrar cuándo, sin complejos, abarrotaban las discotecas ávidas
de explorar el mundo. Qué mejor sitio para perseguir y sitiarlas como presas de
tiro. En los corredores de la disco, los hombres bebiendo y fumando mientras
traman la celada. Qué diferencia con las actitudes feministas de ahora, cuando
las mujeres que desean procrear acuden a los bancos de semen a diseñar el
modelo de hijo que quieren tener. Someterse al implante, y esperar. ¿Dónde
quedó la algarabía del recorrer las pieles, la sudoración de los jadeos?
La viste reír en un
rincón apenas iluminado de la discoteca. Bebías, solitario, en la barra. Los
ritmos y el juego de los láseres chispeando sobre los espejos y las cabelleras
ondulantes. Una luz platinada mostrándote su faz, la cuadratura de su cara,
nariz pequeña; esa redondez de ojos remarcados por el maquillaje. Los medianos
labios pintados de negro. Ella igual te miraba mientras carcajeaba por alguna
broma. Un remolino circuló tu pecho y salió por los ojos cuando leíste en la
distancia aquel “Hola” repentino.
Continúas junto a las
mujeres de este día en que todo parece tan lejano e ilusorio. En el sonido
ambiente dictan la hora: cinco y diez minutos; otra vez la música instrumental
de la programación diaria. “Ni colores en la ropa ni excesos en los decibeles,
para manejar los impulsos del carácter hay que dominar los pensamientos”. Les
miras las piernas, los senos oprimidos, ¿dónde la coquetería de antaño?, la
piel al natural y los rostros áridos. Sabes que en alguna guardería han quedado
sus pequeños a enfrentar su propio mundo, sin imaginar los cambios que
acentuará el tiempo en sus vidas. “Cómo quieres que piense en tener hijos, no
te das cuenta que están hurtando las emociones”. Quizá debiste acceder a su
petición y depositar el semen en el banco, o al menos mostrarte interesado en
construir una familia. Tal vez todo hubiera sido distinto.
Nunca estuviste de
acuerdo con ella cuando dijo que se apresuraron a compartir casa, aunque quizá
tuvo razón. Tenían planes diferentes: ella y sus clases de yoga, voluntariados,
servicios en la iglesia, el taichí de todos los días; mientras tú disfrutabas
pasar el tiempo en el campo, ofreciendo proyectos a los comuneros, recorriendo
las veredas donde el olor a hierba húmeda se trepaba a las botas y los
pantalones, era mejor que permanecer pegado al escritorio de la oficina entre
paredes blancas y cajas con papeles de archivo rodeándote.
No te enojó que
persiguiera cuanto mecanismo de autoayuda le sugirieron. Al principio la idea
era aceptable; la habías conocido como chica disco y ahora recuperaba el tiempo
“buscando el interior de su alma”, como solía decirle a sus prolongadas
meditaciones. Al menos no tendrías que regresar a esos lugares que nunca fueron
de tu agrado. Muchas veces has imaginado que quizá solo acudiste a la
discoteca, esa única vez, porque tenías que encontrarla.
Nada hubiera ocurrido
si no le hubiesen dado ese trabajo en el gobierno para impartir capacitación
sobre la unificación de los procesos para alcanzar la extrema calidad de los
trabajadores. Todos los días hablando de la importancia de las igualdades,
documentar cada una de las acciones de los empleados. Aplicaba esas filosofías
de procedencia japonesa hasta en cuestiones caseras, que si el seido para tal cosa, el seiketsu debe prevalecer en armonía,
hasta cuando vas a entender que el seiri
nos ayudará a planear mejor nuestras actividades. Era castrante tanto orden
recién establecido. Sin embargo, nunca la viste tan plena.
Ya no cabe más gente en
los vagones. Se realizó la última parada y enfilamos hacia el centro de la
ciudad. Aprietas los dientes para no gritar y cuentas números impares hasta el
quince, mientras respiras con lentitud, debes acostumbrarte a olvidarla. La voz
electrónica del sonido ambiente señala las cinco treinta; tu reloj marca cinco
veinte, esa manía de robarse los minutos. El gris de los trajes sastre cruzando
a tu alrededor ensucia la claridad del amanecer.
Esta soledad te
consume. Con esto de las igualdades, desde que ella decidió partir, tuviste que
acostumbrarte al sexo en la intranet. No quedan sitios para el esparcimiento, y
las aglomeraciones lúdicas son tan vigiladas cómo para que pretendas escapar a
un antro a ver qué pasa. Siempre de por medio los ordenadores y la señal del
satélite si quieres alcanzar el orgasmo.
Alguien enciende un
cigarro y las alarmas se activan. Adelantas la nariz para inhalar un poco y
gozar la rebeldía de algún extraño que no tardarán en encontrar para darle un
escarmiento. El bajo mundo continúa su mercado negro de tabaco y a veces te
gustaría infiltrarte con estos revolucionarios, pero nunca has tenido el
suficiente coraje. Ella vuelve con esa delgadez tirana, esas manos como
vidrios, el amarillo en los dedos, su aliento fétido a tabaco. Los días de
asueto solo despertaban para hacerse el amor y fumar cigarrillos. Compartías
todo con ella, era tuya hasta que se la tragó el sistema y se fue, te abandonó
porque no querías ceder a dejar tu independencia por el futuro que proponía el
gobierno recién electo.
Los miles de
transeúntes con sus ya gastados buenos días, arrojados sin ánimo, te hacen
sentir como un personaje de esos artículos de las revistas mormonas que ella
acostumbraba leer, donde podía verse gente, en algo parecido al paraíso
cristiano, hermanada “hasta con las bestias”, pero en esta realidad, con los
rostros pendientes de ignorarse unos a otros en el colmo del protocolo
establecido, tal vez porque todos caminan con miedo y prisa.
Es verdad que, en
ocasiones, ella y tú, coincidían sobre lo hermoso que era despertar juntos,
llenar de aire los pulmones, palparse, saberse vivos y con el entusiasmo de no
ceder ante las imposiciones sociales. Por eso cuando comenzó con lo de “solo
significar una parte en el proceso”, aturdido ante el cambio que comenzaba a
operar en su comportamiento, quisiste imponerte aduciendo: “de esa forma se
deja de ser uno mismo para ser la pequeña parte de un todo”. Quién diría que,
junto con los compañeros de la logia que frecuentaba, lograrían plasmar esas
ideas en la ciudad, que serían puestas en práctica. Peor aún, cuando el partido
que formaron ganó las elecciones y se dictaron las leyes que nos tienen en este
mundo artificial privado de individualidades.
En el fondo no has
dejado de resistirte. No quieres aceptar esta fantasía utópica de poner todo en
manos de la tecnología y los valores preestablecidos: “Nos ha tragado el
sistema, los cerebros están vacíos porque todo lo resuelven las máquinas”, te
quejabas apenas la oías llegar a casa. Y cómo tú, los rebeldes son solitarios
que deambulan en el anonimato, nadie puede reunirse con otro fuera de las
oficinas o los lugares públicos. Cada quien en su lucha interna.
Tu reloj marca las
cinco cuarenta y cinco. Deshaces los recuerdos mientras caminas rumbo a la
oficina. Ella estaría orgullosa de verte acomodado al sistema, por eso la
odias, y a ti porque nada puedes hacer.
Ante los primeros
triunfos de su partido, ella se entusiasmaba y no podías compartir esa alegría.
“A costa de qué...” sentenciabas. Apenas asumieron el poder, las cosas fueron
cambiando drásticamente. No más viajes al campo. Pasar las horas adherido a un
monitor. Tener que compartir el escritorio. Cada día hace falta deslizar la
tarjeta y dejar que un sensor te lea la pupila para que la computadora
compruebe tu asistencia y las puertas del edificio deslicen permitiéndote el
paso. En el turno que te toca cubrir contestarás correos electrónicos para
satisfacer las demandas de algún consumidor situado en cualquier punto de la
ciudad. Pero esta mañana al llegar al trabajo te percatas de las adecuaciones:
se preparan para recibir nuevos empleados. Las cinco cincuenta y ocho cuando
deslizas la tarjeta de registro.
Con los proyectos de
automatización del campo, que se han estado promoviendo en este régimen, todos
los poblados se han abandonado y la gente viene a radicar a la capital. En lo
que eran los pueblos, se han levantado bodegas para almacenar los productos que
van a exportase. En fotografías que llegan por correo, o en los noticieros, has
visto las cúpulas doradas de los laboratorios para la clonación de esos
conglomerados de células que sirven para el alimento; invernaderos y jardines
de hidroponía surten los mercados.
—¿Cómo no puedes estar
de acuerdo con el sistema?
—Nada es natural. Nos
arrastran hacia lo inanimado —no consigues olvidar la repetida discusión—. Esto
de recluir a todos en las ciudades.
—¿Y quién querría ir al
campo, si en la ciudad puedes encontrarlo todo? Que la naturaleza se quede ahí.
Nosotros vivamos esta civilización en qué alguna vez teníamos que desembocar —ella
remataba en el hartazgo.
A veces piensas que la
necedad hizo que ni uno de los dos cediera. Pero ante el aparato burocrático
que dicta el ritmo de vida actual, sabes que ella tiene las de ganar, es parte
primordial del nuevo estilo de vida. En cambio tú, no eres más que un disidente
fracasado. Con su partida, un aniquilante vacío creció en la mente.
La mantenías en
constante congoja al vivir con un hombre con el cual no compartía ya ni un
ideal. Se la pasaba siempre entristecida porque buscabas pretexto para sentirte
mal, hasta que se hartó de tu nostalgia.
Hoy tu tarjeta no
activó el dispositivo que te permite entrar. El edificio sigue creciendo con
las adecuaciones y no sabes dónde acudir a solucionar el problema. Rompieron
las paredes para acomodar a los de reciente contratación, más de cinco mil
personas.
Caminas por diversos corredores
en busca de una ventanilla para avisar la imperfección de tu tarjeta. Has dado
tu número una y mil veces por el telefoto. “Debe haber un error” te dicen
“Nunca había pasado. Son tarjetas irremplazables que no caducan”. Ocho y
cuarto. Los minutos te atraviesan y el sensor activando a otros empleados.
De pie junto a la
ventanilla de control y evaluación, te sientes herido por los rostros de los
demás empleados que cruzan, ignorándote.
—Jamás había sucedido —nueve
y media.
Sentado en el rincón
del cuarto de entrada, todos los relojes te miran. Los días son los mismos
hombres y tú sigues esperando que concluya la búsqueda en la memoria del
ordenador.
Todas las fotografías
con el mismo traje y corte de cabello. No van por el cincuenta por ciento de la
revisión de la base de datos cuando otro grupo de hombres llega a comenzar su
labor. Son las diez en punto. No te has presentado a cumplir tus obligaciones y
es hora de partir a casa para el almuerzo.
—En tu bandeja dejaron
este sobre para ti —te dice el compañero de escritorio y guardas el papel en la
bolsa trasera del pantalón.
Se activaron las
impresoras porque no estuviste para contestar tus correos.
—No tiene caso esperar,
nos pondremos en contacto con usted.
De nuevo hacia las
calles desiertas del centro de la ciudad. Diez quince. Apenas de vez en cuando
cruza un carro. Han desmantelado los semáforos confiando en la capacidad de
civismo de los automovilistas.
Regresas a casa. Los
empujones de la gente te impulsan hacia dentro del vehículo público. En el sonido
ambiente las noticias sobre los nuevos trabajadores que llegaron temprano a la
ciudad, movidos por la idea de las mejoras que se producirán en su vida que el
gobierno, con toda la maquinaria publicitaria, se ha encargado de inculcar en
las conciencias. Piensas en esos pueblos fantasmas, que no volverás a mirar.
“La aglomeración es
responsable del bloqueo en el sistema”, piensas, “han comenzado los errores, y
tú no me creías; ahí tienes tu sistemita comenzando a caerse”. Pero ella está
muy lejos para escucharte. Piensas en todas las tarjetas que habrán fallado
este día. Quieres disfrutar el triunfo.
Quién iba a imaginar
que llegaría este momento, ver caer esta pesadilla de igualdades. “Tendrán que
extenderme otra tarjeta con un nuevo número. Seré diferente a todos estos seres
que me rodean”.
Once treinta. Ya en
casa, te desnudas, dejando la ropa regada por el suelo, y entras al
vaporizador. Descubres el sobre que contiene el papel impreso.
Comienzas a rasurarte
la barba del mediodía.
El espejo empañado; le
echas agua, pero ni así logras ver tu imagen nítida.
Sientes mareos.
El telefoto se ha
encendido: Le informamos que la computadora ha terminado (el vapor te ahoga y
sales del baño) la búsqueda en la base de datos de los trabajadores del Estado
(caes junto a tus pantalones, y te llevas las manos a la garganta por el olor
que raspa; vomitas y te revuelcas sobre tus ropas); su fotografía y datos
personales no aparecen entre nuestros afiliados (alcanzas a ver el sobre, lo
rompes con los dientes y sacas el papel); no es necesario explicarle que en
este país la seguridad es inviolable, y no entendemos de dónde obtuvo esta
tarjeta que no concuerda con la lectura de su pupila; y por la protección de
nuestros conciudadanos (miras el contenido, y alcanzas a leer los caracteres:)
no necesitamos gente que intente violar los estatutos y leyes que nos brindan
paz (lo siento, si no estás con el sistema estás en contra). Terminas de leer
cuando la fuerza abandona el cuerpo. Ya inmóvil, la imagen de ella, sentada
bajo la luz, en ese rincón de la discoteca, se apodera de tu mente y el reloj
pulsera por fin se detiene.
CARLOS PENELAS
Nació el 9 de julio de 1946 en la
ciudad de Avellaneda, Provincia de Buenos Aires, y reside en la Ciudad de Buenos Aires,
Argentina. Es Profesor en Letras egresado de la Escuela Normal de
Profesores “Mariano Acosta”. Cursó Historia del Arte y Literatura en la Facultad de Filosofía y
Letras de la Universidad
de Buenos Aires.
Obtuvo primeros premios y menciones
especiales en poesía y en ensayo, así como la Faja de Honor (1981) de la Sociedad Argentina
de Escritores (SADE) —de la que fue en 1984 director de los talleres
literarios— y otras distinciones. En 1992, Mención Especial de Poesía en el
Concurso Latinoamericano “Carlos Sabat Ercasty”, Montevideo, Uruguay. La Fundación Internacional
Jorge Luis Borges lo seleccionó entre los diez poetas vivientes más
importantes.
Su quehacer ha sido difundido en
innumerables medios gráficos nacionales y extranjeros, tanto en soporte papel
como electrónico. Dictó conferencias en gran número de instituciones de su país
y del exterior. Fue jurado nacional y provincial, también panelista en mesas
redondas.
Fue incluido en las antologías Poesía política y combativa argentina
(Madrid, España, 1978), Sangre española
en las letras argentinas (1983), La
cultura armenia y los escritores argentinos (1987), Voces do alén-mar (Galicia, España, 1995), A Roberto Santoro (1996), Literatura
argentina. Identidad y globalización (2005).
Obras:
• Publicó a partir de 1970, entre
otros, los poemarios La noche inconclusa,
Los dones furtivos, El jardín de Acracia, El mirador de Espenuca, Antología
ácrata, Valses poéticos, Poemas de Trieste, Homenaje a Vermeer, Elogio a la
rosa de Berceo, Calle de la flor alta, Poesía reunida, Cánticos paternales, El
huésped y el olvido.
• A
partir de 1977, en prosa, fueron apareciendo los volúmenes Conversaciones con
Luis Franco, Os galegos anarquistas na Argentina (Vigo, Galicia, España, 1996), Diario interior de René Favaloro, Ácratas
y crotos, Emilio López Arango, identidad y fervor libertario, De Espenuca a
Barracas al Sur, Crónicas del desorden, Retratos, El trasno de Espenuca, La
luna en el candil de la memoria.
Más sobre su trayectoria literaria
en su página: http://www.carlospenelas.com/
y en los números 79 y 83 del Suplemento de Realidades y Ficciones (ver ÍNDICE
DE SUPLEMENTOS, o por su apellido en ÍNDICE DE AUTORES, en http://colaboraciones-literatura-y-algo-mas.blogspot.com/).
INVOCACIÓN
Carlos Penelas ©
Hay un tren que atrae el horizonte
como una viajera de cabellos
nocturnos.
Un tren que fluye en viejas cartas
invocando collares y sollozos.
Vuelve sobre nuestro corazón
igual que madre y padre
al atravesar el esplendor del
bosque.
Son moradas de pájaros que abanican
los cuartos irreales del sueño,
meandros de playas y silencios.
Inhabitable como la memoria
es el presentimiento de la amada.
Bajo estas nubes
es transparente la avidez del poema.
FANGO,
CORRUPCIÓN Y DESTINO
Carlos Penelas ©
Piove, goberno ladro.
(refrán italiano)
“Nunca llueve como truena” escribió Federico Schiller, junto
con Goethe una de las figuras centrales de la cultura en Weimar. Naturalmente
no por esta frase. Todo se vuelve extraño en el mundo del arte. Y por supuesto
en lo político y social.
La industria cultural
penetra sin piedad; borra, olvida, encierra, genera marcas. Las citas, las
instalaciones, los iconos. Pienso que es una burla donde entran a negociar los marchand, los señores catedráticos con
sus saltos oportunistas, los críticos engolosinados con lo esnob y las cuentas
bancarias. Y la estupidez del ser humano con su carga supuestamente
intelectual. Tenemos cientos de ejemplos. Uno de ellos es la instalación en
Venecia (2009) representando el suicidio de un coleccionista. Su autor:
Mauricio Cattelar, olvidable sin duda. Olvidable el autor, el mensaje, y “la
obra”. Surgen sonidos, canciones, videos, batidoras digitales, performances. Importa “el contagio”, la
posibilidad de “contagiar” y ser “transformado”. Ahora cualquiera puede ser
artista. Así de simple. Se juega al escándalo: un tiburón sumergido en formol
dentro de una pecera es la obra más representativa de los últimos tiempos. (No
hablemos de literatura, de los premios literarios, del lavado de dinero de las editoriales
o incluso de las librerías enormes como supermercados). Es tan burdo, tan
torpe, tan demencial que no podemos creerlo. Así va todo, así va todo. O casi
todo
Ejemplos: el artista italiano Gianni Motti se
adjudicó la autoría de un terremoto en los Alpes en 1994. Santiago Sierra tiñó
de rubio el cabello de doscientos vendedores ambulantes —inmigrantes— durante
la 49 Bienal de Venecia. Orlan sometió su rostro a cirugías extremas; Eduardo
Kac, el padre del arte transgénico, creó a Alba, una coneja fluorescente. Hay
más ejemplos. Un accidente si es provocado es una obra de arte. Si no es
planificado, es un accidente.
La obra de poetas,
novelistas, dramaturgos de valor, de trascendencia, queda en el olvido, o en
sectores minoritarios. ¿Cómo citar a Victor Hugo o a Camoens? ¿Cómo interesar a
las nuevas generaciones en la literatura de Valle-Inclán, de Sarmiento, de Ciro
Alegría? ¿Cómo hacer para que aprecien la dimensión de Menghi o el mundo
secreto y ontológico de Porchia?
Italo Calvino y Cesare
Pavese —personalidades disímiles— eran fundamentalmente estudiosos, amantes de
un silencio creador, hombres esquivos que evitan, que eluden. Hombres callados
—que jamás callaban nada— que evitaban toda aglomeración de seres, de premios,
de vernissages. Severos en todo: en
el compromiso social y político, en el compromiso histórico, en la búsqueda de
una estética y de un lenguaje. Pocos como ellos en la austeridad del silencio
como forma de vida, como fruto de la soledad y del sentir. “Su espléndido amor por el mundo / fermentado y enrevesado de la
fábula”, escribió Pier Paolo Pasolini de Calvino. De Pavese poco puedo
decir. Lo amé profundamente durante mi juventud: leí con pasión sus libros. Lo
sigo releyendo junto a Vasco Pratolini.
En una conferencia
pronunciada en La Plata ,
el 18 de mayo de 1884, Ameghino dice, entre otras cosas: “Con los canales de desagüe es posible que no se eviten por completo
las inundaciones, como parece creerse. Las aguas excedentes de las planicies
elevadas y terrenos de poco declive corren a los ríos con lentitud, pero es
permitido suponer que por medio de los canales de desagüe se precipitarían con
mayor fuerza y prontitud a los cauces de los ríos o a los puntos bajos hacia
donde se les diera dirección. Si así sucediera, o habría que dar a los canales
de desagüe una capacidad extraordinaria que exigiría un costo enorme, o las
crecientes y desbordes se producirían con mayor rapidez que ahora y
ocasionarían estragos aún más considerables”.
Esto ocurrió hace unos
días, diciembre de 2019. Una nueva obra de arte en la Galería Art Basel de
Miami. La obra, titulada Comedian,
fue realizada por el “artista italiano” Maurizio Cattelan. Estaba valuada en
120 dólares y había dos ofertas. Una banana pegada con cinta en una de las
paredes de la galería. Días después, un autotitulado artista, David Datuna, la
despega, la quita de la pared, la pela y se la come. Dijo que realizó una performance artística. Así está el
mundo. En este desdichado país, donde todo es bochornoso y patético, en el
resto del universo, y más allá, entre los cielos vaticanos.
Para finalizar,
queridos amigos, les entrego un relato de nuestro tío Franz.
Ordené que trajeran mi
caballo del establo. El sirviente no entendió mis órdenes. Así que fui al
establo yo mismo, le puse silla a mi caballo, y lo monté. A la distancia
escuché el sonido de una trompeta, y le pregunté al sirviente qué significaba.
Él no sabía nada, y escuchó nada. En el portal me detuvo y preguntó: “¿Adónde
va el patrón?”. “No lo sé”, le dije, “simplemente fuera de aquí, simplemente
fuera de aquí. Fuera de aquí, nada más, es la única manera en que puedo
alcanzar mi meta”. “¿Así que usted conoce su meta?”, preguntó. “Sí”, repliqué,
“te lo acabo de decir. Fuera de aquí, esa es mi meta”.
Diciembre de 2019
MARIO GUZMÁN PÉREZ
(Veracruz Llave, México, 1969). Vive
en ciudad de México. Estudió en una universidad pública. Escribió para “hey
tabasco.com”. Edita una hoja de poesía, “Humo Sólido”, además de “Dos tres,
bachita cultural”.
Fue incluido en la antología poética
Humo sólido (2018) junto con Daniel
Olivares Viniegra y varios otros poetas mexicanos, como así también en 40 buques de guerra. Autor de la
plaqueta Seis rostros de mar y del
poemario Flores tan violentas (Ciudad
de México, Editorial Arlequín, 2002), seguidamente reproducido en parte.
FLORES TAN VIOLENTAS
Mario
Guzmán Pérez ©
I
Los
rayos del sol mojan los techos de las primeras casas
y
sus torres altas.
En
las montañas las nubes pelean con las copas de los árboles.
La
mañana nace sin rostro:
bañando
las casas y los montículos escrupulosos y rojizos.
¿Cuántos
siglos nos contemplan esta mañana?
II
Ya
no puedo esperar,
la
mañana es neblinosa, gris.
Los
cerros se ocultan en las opacas nubes,
densas,
cansadas.
Ya
no puedo esperar,
la
lengua del camino
de
las faldas de aquel cerro me llama.
Los
fantasmas de aquella montaña
esperan
el aterrizaje de un indescifrable vuelo de avión.
Hasta
allá vive mi amada, pienso.
III
El
día es mudo.
No
hay montañas como ayer.
Ya
no llueve esta luz tan clara.
Un
árbol quieto en este páramo
muestra
sus verdes hojas al filo de la bruma.
Los
aviones presienten las altas torres y sus hierros.
Las
ramas de los árboles no se dejan oír.
IV
Los
árboles han dejado de ser verdes.
Es
otoño y el oro no llueve en los tejados.
—Ha
sido un mal año, pienso.
Cada
vez más fuerte pisa la bruma esta mañana.
¿Dónde
está el gris acero de estas torres?
V
Las
montañas saben de mí, lejanas y azules,
perdidas
entre la mañana
como
una manzana en un manzanar.
¿Cuántas
noches han pasado
sin
que no dejen de llamarme?
Hay
una que imita bien el carácter de mi amada;
lo
sabe.
Se
la pasa cantando ansiosas cosas
con
su faro palpitante en su andar:
Es
la voz que guía a los aviones.
Espero
algún día poder irme en uno de ellos.
VI
Las
casas roban luz y sombra a las montañas,
casas
más pequeñas cada vez.
Desde
estas alturas
parecieran
un infinito escuadrón de aviones B-52
que
amenazan con tirar sus bombas.
Apresuro
el paso para encumbrarlas.
VII
Hay
un cerro
muy
cerca de la casa de mi amada;
tiene
una antena que por las noches
con
sus luces
le
dice adiós a los aviones.
Ella
lo sabe.
VIII
Ella
me espera.
Los
pliegues de los cerros
saben
de esta necedad de años.
Estas
cordilleras hacen figuras
como
de casas apiladas y deshabitadas,
lejanas,
tristes.
Habría
querido que lloviera esta mañana.
IX
El
viento sigue soplando gris, fuerte.
Las
cumbres se amarran como besos.
Pensé
encontrarla con su vestido de ayer,
tenía
unas flores tan violentas
como
girasoles.
Los
cerros desean distraerme, decirme algo.
Ella
presiente, al abrazarme, que los escucho;
le
pregunto al oído si le gustan
y
ya no responde.
Los
dos quedamos en silencio,
admirando
estas montañas
que
han hecho de mis brazos un arma.
X
Mi
corazón es un perfecto escarabajo;
ayer
lo supe en la montaña.
Ellos
van lentos por los caminos como relojitos.
Llevan
alimento a sus guaridas;
hacen
un bulto de ese magma y van rueda y rueda.
Así
también mi corazón.
CARLOS G. GROPPA
Nació en Tres Arroyos, Provincia de
Buenos Aires, Argentina. Es miembro Correspondiente de la Academia Porteña
del Lunfardo, y autor de las novelas policiales La Mujer que quería asesinar a Hitchcock y El hombre elegante de la bufanda roja,
entre otras
Fue libretista de los programas de
la televisión mexicana Los Especiales de
Silvia Pinal, y adaptador de la serie Obras
Maestras de la Literatura Universal.
Ya radicado en los Estados Unidos
escribió The Tango in The United States
(en inglés), El Tango desde Sunset Blvd.,
Con sabor a tango, y los libros de
cuentos Con todo respeto, Los casos de P.G., Historias sin mensaje y 13
casos sin resolver. Desde 1996 edita la revista “Tango Reporter” en Los Ángeles,
ciudad donde reside.
Más sobre su trayectoria u obras en
Suplemento de Realidades y Ficciones Nº 84: https://colaboraciones-literatura-y-algo-mas.blogspot.com/2019/12/
EL CASO
DEL MUERTO ENCONTRADO DEBAJO DE UNA MESA DE UNA CAFETERÍA
Carlos G. Groppa ©
El crimen no tenía nada
de extraño. El muerto estaba allí, muerto, pero bien muerto, con una bala
metida entre ceja y ceja, más otra en un lugar no muy apropiado para meter una
bala. Lo único extraño del caso era el sitio donde lo encontraron: debajo de
una mesa de una cafetería donde yo acostumbro a desayunarme de vez en cuando,
una cafetería en Hollywood Blvd., ubicación por la que no extrañó a nadie el
encuentro del muerto, y menos debajo de una mesa.
Descubierto por el mánager
a las 6:00 de la mañana al abrir el establecimiento, cuando llamó a la policía
para reportar el hallazgo, le informaron que no tocara nada, que no abriera el
local al público hasta que ellos llegaran y que no hablara con nadie. Minutos
más tarde un par de patrulleros pasó a curiosear el asunto, hicieron lo que
tenían que hacer en casos como este, y luego uno de ellos pidió una ambulancia
para que vinieran a retirar el cadáver. Minutos después llegó esta, bajaron de
ella dos tíos con guardapolvo blanco empujando una camilla, metieron el cadáver
en una bolsa de plástico, lo montaron en la camilla, y abriéndose paso entre la
multitud de curiosos que ya se agolpaban a pesar de la hora, se lo llevaron.
Los patrulleros los siguieron no sin antes decirle al mánager que ya podía
abrir el local al público. El mánager contempló indiferente la operación,
acomodó un poco las mesas, limpió unas pocas manchas de sangre salpicadas por
ahí y siendo las 6:30 en punto, siguiendo las indicaciones del patrullero,
abrió las puertas al público como si nada hubiese pasado.
Ya el cadáver
depositado en el departamento de policía, y dado que nadie lo reclamó, lo
enviaron a la morgue y sin esperar a que se hiciera una autopsia lo guardaron
en un refrigerador, metieron sus pertenencias en una caja, la archivaron con el
rótulo de “Desconocido” y dieron el caso por cerrado. Ningún drama en este
proceso. Todo, pura rutina.
El drama comenzó al día
siguiente cuando un reportero de CNN, que concurría habitualmente a dicha
cafetería, se enteró de lo ocurrido por uno de esos tíos que deambulan de
madrugada por Hollywood Blvd., y desparramó la noticia. Como las noticias
truculentas corren más rápido que el viento norte —y esta era una noticia
truculenta—, alertó de inmediato a una mujer de buen ver que frecuentaba la
zona, que ni bien se enteró llamó a un detective privado conocido como P.G., y
diciéndole que era la esposa del muerto, le pidió que investigara el asunto,
pues en su opinión, si bien la policía había dado el caso por cerrado, ella no.
P.G., que estaba
leyendo el Times cuando recibió la llamada —ese día no tenía nada mejor que
hacer—, aceptó de inmediato el caso.
Después que la mujer de
buen ver terminó de interiorizarlo con los pormenores del asunto, lo primero
que hizo fue terminar de leer el periódico y llamarme a mí.
—Oye, necesito tu
ayuda.
Pero antes de seguir
con esta historia, será mejor que explique quienes eran todos estos personajes
y el decorado de la acción. O sea, quién era el muerto, qué papel jugaba el mánager
de la cafetería, dónde quedaba esta, qué tipo de cafetería era, quién era P.G.,
y, modestia aparte, quién soy yo, cosa que me revienta hacer, pues no me gusta
hablar de mí mismo. Pero en este caso no tengo más remedio que hacerlo, ya que
me vi involucrado al prestarle ayuda a P.G.
El muerto era un buscado traficante
de drogas, por eso lo encontraron en una cafetería de Hollywood Blvd., una zona
donde de día se convierte en un colorido circo por obra y gracia del aluvión
turístico internacional que se desparrama por el área para oler algo de lo que
fue Hollywood, fotografiar el Teatro Chino y caminar sobre las doradas
estrellas que adornan el Paseo de la
Fama con los nombres de la gente del espectáculo. De paso,
tomarse una foto con los disfrazados con el atuendo de los personajes de las
películas de aventuras —que para eso se disfrazan en espera de una propina— y
ya que están aprovechaban para filmar con el celular —porque es de película— el
increíble circo que ellos mismo originan.
De noche el panorama
cambia y puede pasar de todo. Desaparecen los disfrazados de personajes
famosos, los turistas y los niños comienzan a ralear y el Paseo de la Fama es patrullado por la
policía para evitar males mayores. Cosa que no siempre ocurre, como se ve por
el caso del tío encontrado muerto debajo de una mesa.
La cafetería es una de
las tantas más o menos aceptables de la zona que sirven los clásicos desayunos
continental o americano. Dada las circunstancias, sin nadie proponérselo pasó a
ser, a partir de ese día, como consecuencia del tío encontrado bajo una mesa,
una de las cafeterías a las que dejé de ir a desayunarme de vez en cuando.
El mánager nada tuvo
que ver en el asunto. Después de contestarle a la policía un par de preguntas,
quedó en libertad. Simplemente estaba allí de casualidad cubriéndole el turno
al compañero de la mañana que se había reportado enfermo.
P.G. es el más famoso
detective de un sector de Los Ángeles llamado West Hollywood, gracias a haber
resuelto un sonado, pero dudoso caso en el que intervinieron varios políticos
en el poder cercanos a la presidencia. Así y todo, no pudo evitar, dada la
jerarquía de los involucrados, que el caso siguiera siendo sonado y dudoso. No
obstante, su habilidad para resolver intrincados asuntos contribuyó a que su
persona comenzara a cotizarse. La notoriedad de este asunto político hizo que
los medios de difusión publicitaran su intervención a los cuatro vientos,
poniendo su nombre en boca de todos, lo que motivó que la mujer de buen ver lo
llamara sin conocerlo para encomendarle su caso.
Y finalmente yo. Soy un
cronista policial, con un par de crónicas vendidas para libretos de cine, que
siempre ando a la búsqueda de casos interesantes que me aporten buenas ideas
para escribir una novela. Y lo ocurrido me vino de maravillas para sacarle el
jugo ayudando a P.G.
Aclarado quiénes eran
los personajes y el decorado del crimen en que se movieron, prosigo con la
historia.
De la charla con la
mujer de buen ver —ahora flamante viuda— y el mánager de la cafetería, P.G. no
sacó nada en limpio. Para colmo, la policía le negó ver el cadáver, como para
encontrar una pista. Quien sacó algo en limpio fui yo. Mientras P.G. hablaba
con ellos, fui al bar que está puerta por medio del Roosevelt Hotel y pasándole
un par de dólares de buen tamaño al soplón que habitualmente me proporciona
información de primera para escribir algo, obtuve un dato de oro.
Complicado, y si se
quiere fantasioso, pero de oro, y que aquí lo adjunto.
—Mira, te doy estos
datos por ser tú, nada más —me sacudió seco y cortante el barman mientras
tomaba sin disimulo los dólares que le deslicé sobre la barra—. De paso, a ver
si me consigues un par de entradas para el fútbol del domingo —agregó tratando
de sacar ventaja de mi amistad con el redactor de deportes del periódico donde
me gano un más o menos modesto salario con mis escritos.
—De acuerdo. Ahora
larga el rollo —le dije tajante, dispuesto a escuchar solo lo que necesitaba
escuchar.
—El tiro al hombre
encontrado muerto debajo de la mesa de la cafetería se lo metió anoche, minutos
antes de cerrar el local, amortiguado con un saco de gruesa lana, el empleado
del estacionamiento de la cafetería. Yo no solo escuché el balazo..., el saco
de lana se chamuscó un poco, pero no bastó para parar totalmente el ruido...
sino que vi al empleado salir corriendo.
—¿Y quién lo metió
debajo de la mesa? —quise saber, como quise saber otras cosas.
—Ese dato te va a
costar algo más... —me dijo en voz baja como no queriendo decírmelo.
—De acuerdo. Larga todo
el rollo y después arreglamos el precio —los abusadores me revientan.
—Nadie lo metió debajo
de la mesa. El impacto de la bala, me imagino, lo tiró entre las patas de la
mesa. Eso es todo —remató orgulloso de su imaginación.
—¿Y por qué lo mató?
—El motivo de ese
sangriento incidente fue un asunto de furibundos celos —continuó el barman
usando rebuscadas palabras que se las debe de haber oído a alguno de sus
amanerados clientes—, ya que el empleado del estacionamiento le había echado el
ojo a la esposa del muerto, o sea, a esa mujer de buen ver que mencionan los
noticieros.
—¿Y si tú sabías todo
esto, ¿cómo es que la policía no dijo nada? —volví yo a querer saber algo más.
—Te lo diré —continuó
el barman limpiando indiferente una copa—. Un policía a punto de retirarse se
enteró muy bien de este hecho, y tapó el asunto porque quería retirarse sin
complicaciones, con todos los beneficios acumulados en largos y peligrosos años
de servicio. Además, porque el empleado del estacionamiento era primo de un
político en ascenso que no quería problemas que pudiesen ensuciar su
trayectoria al estrellato gubernamental a que aspiraba. Para colmo, este
político le estaba tramitando al policía la licencia para vender licores en un
bar de mala muerte que estaba instalando en sociedad justamente con el empleado
del estacionamiento, su primo. Ahora, si quieres saber algo más, me tienes que
pasar un par de billetes gordos, de esos que tú tienes sueltos por los
bolsillos, y todo arreglado. Tan amigos como antes.
—Sí. Quiero saber nombres
y como ubicarlos —le solté contundente—. El del político, el del empleado del
estacionamiento... De todos los que tú crees saben algo de esto.
Los soplones que
trabajan de barman tienen siempre un precio mucho mayor que las propinas, y
este barman lo tenía. Así que, al pasarle un par de billetes no muy gordos,
pero que de a pares parecen gordos, fui anotando los nombres y teléfonos que me
pasaba. Al terminar, saludándolo con la mano en alto, me fui a sumergir en la
multitud de turistas que a esa hora circulaba por Hollywood Blvd., seguramente
dispuesta a visitar el Teatro Chino.
Cuando le conté a P.G.
esta maravillosa trama que descubrí, tomó buena nota de ello, llamó a la mujer
de buen ver —ahora viuda, como mencioné anteriormente— y le relató lo que yo le
había contado.
La viuda, que no tenía
pelos en la lengua, horrorizada por tanto manoseo del crimen, llamó de
inmediato al cronista de CNN, y este no tardó ni el tiempo que se tarda en
decir “salud” ante un estornudo para poner la noticia en el aire. El efecto
dominó que desató la noticia fue realmente de televisión.
En principio, el
político, puesto su nombre al descubierto, luego de varias escaramuzas, no
obstante estar encubierto por el presidente, tuvo que renunciar a su cargo,
pues, además, aparecieron dos mujeres de discutida moral que le armaron un
escándalo de órdago con sus colegas, su esposa, sus hijos y una amante oculta
por ahí. Por suerte, su madre, que era un poco sorda, no escuchaba noticieros
por lo que no se enteró de las maquinaciones de su admirado hijo.
El empleado del
estacionamiento terminó en la cárcel, delatado por la mujer de buen ver del
crimen de su marido, ya que a pesar de los cuernos que ella le metía con el
susodicho empleado, amaba a su marido lo suficiente como para no canjearlo.
Como agravante, se supo que el mánager de la cafetería lo acusó de vender droga
en sus horas libres entre los parroquianos de la cafetería que dejaban el auto
en su estacionamiento.
El policía a punto de
retirarse, al descubrirse el encubrimiento que hizo del caso, fue degradado un
mes antes de jubilarse, por lo que perdió los bonos extras y la licencia que
había gestionado para trabajar como detective privado. El político, antes de
renunciar a su cargo, nada pudo hacer por él, ni quiso hacerlo.
El mánager de la
cafetería —que la había ligado de rebote por reemplazar a su compañero— se tuvo
que tomar unas vacaciones para diluir la avalancha de periodistas en busca de
algún dato sabroso sobre el occiso. De paso, le sugirió al dueño de la
cafetería que la redecorara y le cambiara el nombre, ya que a diario concurría
un tipo muy especial y nada deseable de gente a fotografiar el lugar donde
había ocurrido tamaño crimen. En cuanto a la mesa debajo de la cual fue
encontrado el cadáver, sería mejor donarla a algún museo del crimen antes que
dejarla en la cafetería.
La mujer de buen ver y
esposa del occiso, etiquetada por la prensa de “viuda alegre”, que había roto
del todo con el empleado del estacionamiento antes de delatarlo, se mudó de
Hollywood a una zona más tranquila donde nadie supiera quién era ella o lo que
había sido.
Poco después se
enganchó con el secretario del político que, cosa extraña, gracias a que
mantenía un buen y limpio currículum estaba en franco ascenso para la
gobernación de su estado.
El resto, salvo los
contratiempos colaterales que pudo ocasionar el efecto dominó del caso y que
nadie llegó a saber con certeza, terminó con un final feliz.
Ante estos hechos, la
policía le quitó al cadáver la etiqueta de “Desconocido”, y le agregó a la caja
con sus pertenencias la de “Caso cerrado”.
P.G., al día siguiente,
volvió a leer el Times, donde figuraba el caso en detalle, y yo me puse a
desarrollar en profundidad la idea que había sacado de este asunto.
Conclusión, al tiempo
mi agente cobró su tajada del diez por ciento de la suculenta suma que obtuvo
por la venta del escrito que este caso me inspiró, y yo, con el pago en el
bolsillo, un pago que me permitía seguir sobornando soplones para sacar ideas,
me fui a Las Vegas con una de las novias que dejó desocupada el político.
Como se ve, todo
arreglado. ¡Así es la vida de los cronistas policiales que concurren de vez en
cuando a desayunarse a las cafeterías de Hollywood Blvd.!
[1] Del libro 13 casos sin resolver (Los Ángeles, Estados Unidos, TR Ediciones,
2019). Ilustrado por Osvaldo Laino.
JESÚS BALLANO RIERA
Tiene publicados numerosos de
artículos en redes sociales, esencialmente en Linkedin, de muy diversas
temáticas: biografía, historia, cine, literatura o simples vivencias. Su último
trabajo: “Millán-Astray y Unamuno: el falso episodio de Salamanca”. Coautor de
un recopilatorio de reflexiones: “El silencio de los otros”. Málaga 2019.
Fue guionista y director del
programa de radio “El Ermitaño del Cosmos” de temática cultural.
Más sobre su trayectoria y obras en
Realidades y Ficciones – Revista Literaria Nº 42:
UNA VIEJA
PARTIDA DE AJEDREZ
Jesús Ballano Riera ©
Mi padre me enseñó a jugar al
ajedrez cuando yo tenía seis años.
En su juventud —en plena posguerra—
perteneció a un poderoso club de ajedrez y llegó a ser un notable jugador.
Un día, siendo yo adolescente,
conseguí ganarle. Pero ganarle de verdad. Lo que quiero decir es que él no se
dejó (como en tantas ocasiones). Sencillamente, jugué mejor que él.
Aquel día, pasada la euforia
inicial, percibí a mi padre como una persona vulnerable. Ya no era alguien
superior e invencible. Era alguien normal. Como lo somos todos.
Me dolió ese despertar. Ahora pienso
que me hubiese agradado haber seguido perdiendo eternamente con él, pero
manteniendo la ilusión de que algún día le llegaría a ganar.
Mi padre era mi mejor amigo.
Falleció en 2015.
Y le recuerdo a diario.
Y rezo por él. Claro que sí.
Esta mañana, miraba el viejo tablero
en que tantas batallas disputamos.
He colocado las piezas en posición
de combate. Y he contemplado su triste quietud. No son nada si nadie juega con
ellas. Solo son figuras inmóviles.
Me duele mucho pensar que jamás
volveré a jugar con mi padre.
No ganaré ni perderé más veces con
él.
Y aquel lejano día en que le gané,
en realidad:
Perdí.
INSATISFACCIÓN
PERMANENTE
Jesús Ballano Riera ©
Da igual lo que obtengas: nunca será
suficiente. Cualquier aumento de ingresos, se traducirá en una adaptación a las
nuevas condiciones económicas y seguirás como antes.
Bueno, supuestamente habrás subido
el nivel de vida...
Y digo “supuestamente” porque lo
único que suben son la insatisfacción y las dependencias.
Es como en ese legendario tema de
los Rolling Stones, “Satisfaction”, donde Mick Jagger repite: “lo intento, pero
no puedo conseguir la satisfacción”.
Nunca tenemos bastante: queremos
mejorar infinitamente nuestra posición, más dinero, reconocimientos…, siempre
sedientos.
Un saco sin fondo.
Qué bien vivían antiguamente en los
pueblos: todos los vecinos en comunidad, ayudándose entre ellos y dando gracias
por tener el sustento necesario.
Ahora, todo es poco.
Los intereses han sustituido a los valores.
Cuando miras al horizonte y deseas
alcanzarlo, señalas un punto y avanzas hacia él.
Y cuando llegas a ese punto, ahí no
está realmente el horizonte: se ha desplazado a medida que avanzabas.
Y cuando llegues a la siguiente referencia
del siguiente horizonte, tampoco está la meta.
Recorrerás el mundo entero y nunca
llegarás al horizonte.
Buscas fuera lo que tienes dentro:
¡mírate al espejo!
¡Tú eres
el horizonte!
CARCINOS:
EL CANGREJO
Jesús Ballano Riera ©
Siempre me ha atraído la figura del
eterno perdedor.
Me refiero a esa persona que es
ejemplo de honestidad y entrega, que siempre hace lo correcto, pero que termina
mal.
Así le pasó a un personaje que
habita en el firmamento en forma de constelación: Cáncer.
Cuenta la mitología griega que la
diosa Hera (esposa de Zeus) ordenó a un cangrejo llamado Carcinos, atacar a
Hércules.
Carcinos, como simple cangrejo que
era, no tenía ninguna posibilidad de vencer. Pero, a pesar de ello, le atacó
tratando de picarle en un pie.
Hércules, se limitó a aplastarlo con
su talón. Ahí terminó el lance.
Carcinos pagó su lealtad con la
vida.
Hera, reconociendo el valor de
Carcinos, lo recompensó transformándolo en constelación. Por ello, Cáncer es
uno de los doce signos del Zodíaco.
Buceando en mi pasado, descubro
figuras como Carcinos: personas a las que nadie reconoció mérito alguno y que
se disolvieron en el tiempo.
Su nombre se silenció y fueron
olvidados.
Siguieron el camino de su ética
asumiendo el precio.
Y perdieron.
No les importó.
Pero ahora, cuando aparecen en mi
memoria, esas personas crecen y cobran su verdadera dimensión. La que siempre tuvieron.
Ahora los veo como fuente de
enseñanza y ejemplo a seguir.
Y tienen su propia constelación.
¡Honor a
todos ellos!
HAIDÉ DAIBAN
(Ciudad de Buenos Aires, Argentina).
Farmacéutica, ex docente de la
Facultad de Farmacia, UBA. Alumna de la escritora Syria
Poletti con la que editó Cuentos desde el
taller. Con Lucila Févola fue cofundadora de la revista literaria Tamaño
Oficio, con la que colabora desde hace veinticinco años.
Es autora de los siguientes libros
de:
• Poesía: Plegarias del Siglo XX, Con
el tiempo a cuestas, Los indicios.
• Cuentos: El rabdomante y otros cuentos (Isidoro Blaisten colaboró en la
supervisión para su edición), Historias
de muchos, Cuentos con sabores, El
hombre de la máscara y otros cuentos.
• Poemas lunfardos y letras de
tango: Todo tango, Tangos y poemas del
nuevo siglo, Algo más sobre tango.
Más de sus obras y trayectoria en
los números 73, 75, 77, 79 y 84 del Suplemento de Realidades y Ficciones (ver
ÍNDICE DE SUPLEMENTOS, o por su apellido en ÍNDICE DE AUTORES, en http://colaboraciones-literatura-y-algo-mas.blogspot.com/).
Haidé
Daiban ©
Primero fue la piedra,
inanimada muestra de
fuerza,
destrucción en
potencia,
arista hiriente.
La pulida piedra en mi mesa,
sobre mis libros,
aplastando
a la palabra,
o bajo mi pie, contención
y límite, neto.
Conocí la piedra castigo,
piedra altar
y corazón de piedra.
¿Cuándo, al tomarla en mis manos,
me arrojará al fin,
para enseñarme a volar?
QUINQUELA
Haidé
Daiban ©
Hombres grises
Y hombres negros
Cargan bolsas como años
Bajo un cielo rojo furia
Con sus fuegos pincelados.
Desdentados barcos viejos
Que se acunan agobiados
Sobre el negro Riachuelo,
Son esperas de un
milagro
Y espirales de arco iris
colorean bajo el agua
con un fondo de gran puente,
marco férreo, en abrazo…
Un pincel invisible
Muestra grúas y cadenas,
Cada día corre el velo
De verdades y fracasos:
De esos músculos de
acero
De los
cielos arrebolados
De
hombres grises,
De
hombres negros,
Que no parten en los barcos…
YO QUE SOY
Haidé Daiban ©
YO
Que soy agua
y mar fluyente
entre olas de los días
y las noches.
Yo,
Que temo
y soy temida
cuando brotan las
verdades
de mis voces ondulantes.
Yo,
Que me abismo
y me refloto
con el simple motor
de la palabra,
Que navego
entre tifones
y tormentas cotidianas…
Quiero ser,
o lo pretendo,
mar que luce sus colores
que se apropia
del sol y su energía,
de la luna
que navega pasajera.
Yo
siendo mar,
soy ola y me desmayo
serena suavemente,
en la arena de los años.
SOMBRAS
Haidé Daiban ©
Ni las sombras reptan
en el laberinto
de mi deambular.
Ni una flaca sombra
pegada a las puertas
sigue ya mis pasos
esos lentos trazos
de círculos vanos
que vienen y van.
Ni los silfos cantan,
ni los duendes corren.
Borrada la imagen
que aspira el espejo,
queda sólo el tedio.
El ser este viejo
calendario humano
que el próximo otoño
se va a deshojar.
MELACIO CASTRO MENDOZA
De padres andinos de los campos de
San Gregorio (San Miguel, Cajamarca, Perú), Melacio Castro Mendoza nació el
23/12/1947, en Caín, un caserío al que él suele llamar Cainmarka, ubicado en la
provincia de Chepén, departamento de La Libertad. Estudió Ciencias Sociales e
Historia en la
Universidad Nacional de Trujillo, Perú, y en la Universität Duisburg
y Essen (UDE), Alemania.
Obras:
Novelas: El hombre de Rupak Tanta (Lima, Hipocampo Editores, 2019), La última marinera (Alicante, España,
ECU Editorial, 2017).
Poemarios: Batallas y sueños de Uchku Pedro (descripción de las luchas
libertarias de Pedro Pablo Atusparia y Pedro Pablo Cochachín a fines del Siglo
XIX) (Alicante, ECU Editorial, julio 2016), Malú:
Tierra Adentro y Tierra Afuera (Alicante, ECU Editorial, julio 2017).
Investigaciones
histórico-sociológicas: Staat und Soziale
Klassen in Perú (Bundesrepublik Deutschland, Selbstverlag München, 1986).
Autobiografía: Mi república ignorada (inédita).
Melacio Castro Mendoza ©
En pleno ascenso de la
pandemia coronavirus, mi sobrina Amelia Alvarado me buscó para pedirme un
consejo: dejar Caín, nuestro pueblo, ajeno a toda cartografía, e irse a Villa
El Salvador, un distrito marginal de Lima, a celebrar el cumpleaños de Elia, su
hija predicadora de una secta religiosa, filial de una especie de cofradía
protestante en los Estados Unidos de América.
—¡No lo hagas: si vas a
Lima traerás el virus a este anónimo, saludable pueblo! —Aconsejé, plantando mi
pala al borde de un surco del sorgo que estaba regando en mi pequeña chacra—.
El sorgo, sabe usted señor Rojas, llamado también zahína, es una planta que
debe venir de la India ,
en mi chacrita lo cultivo como una gramínea con la que alimento a mis
animalitos domésticos: una docena de cuyes y una ovejita.
—¿Acató su sobrina el
consejo? —pregunté.
—Primero dijo que sí,
que yo tenía razón. Luego sucedió algo que usted no me va a creer: la pequeña
población de Caín vio, tres días después de que Amelia me hiciera su consulta,
cómo una carroza se detuvo, portando un ataúd, ante su casa.
Conmovido, junto a
otros vecinos corrí hacia su casa justo para ver cómo Amelia, su marido Teodoro
Galán, y su hija, con ropa festiva, abordaron el vehículo. Al verme, ignoró a
la vecindad, y antes de partir, me dijo: «Tío Sixto: mi hija Elia ha consultado
con El Señor Todopoderoso y Él le ha dicho que, si voy a Lima, a mí y a mi familia
no nos pasará nada malo”. Aparte de eso, el Creador del Mundo le dio un
consejo: “Tus padres, Elia —anunció—, deben tomar una carroza, arrendar un
ataúd y con él dentro, hacerse camino a Lima: cualquier control policial o
militar será vencido, si declaran ante los celosos guardianes del orden que el
cadáver que llevan en el ataúd murió del coronavirus. Nadie se atreverá a
molestarlos. Caso de que lo hicieran, un billetito depositado en sus manos, les
permitirá llegar a Villa El Salvador. Todos los gastos hechos y por hacerse los
asumirán mis fieles hijos estadounidenses”. ¡Iremos y volveremos sanitos y
buenos, tío!»
Todos creímos estar
soñando despiertos. El asunto es que, ignoro si a causa del inoportuno consejo
del Señor Todopoderoso, en el que confiaron mi sobrina Amelia y su hija Elia, o
de los dólares aportados por la mal llamada Hermandad
Protestante, el viaje de ida y vuelta de mi sobrina y su familia, funcionó.
Muy oronda, mi sobrina al volver de Lima hizo depositar en el corral de su casa
el ataúd que le sirvió de carnaza ante los guardianes del orden, para después
venir a buscarme y decirme: «La fiesta de cumpleaños de Elia, tío Sixto, estuvo
muy bonita; durante tres días comimos bien, bailamos y rezamos por el bien del
mundo, como nunca jamás antes lo habíamos hecho».
—Amelia —respondí—
¡mantente, por seguridad, lejos de mí y de toda la gente! ¡Tu marido y tu hija
deben hacer lo mismo!
—¡Qué histeria la suya,
tío Sixto! Tenga fe, como nosotros los protestantes, en Dios: ¡Él nos protege e
ilumina!
Días después, señor Rojas,
Dios —bueno, deseo creerle por una sola vez a mi sobrina Amelia— la llamó a su lado: guardando una
oportuna distancia, la vecindad de Caín, mi pueblo, y yo mismo, la vimos
transportada por su marido y su hija al cementerio, en el ataúd con el que, en
ida y vuelta a Lima, ella y los suyos se pasearon en una carroza, cuyo chofer,
lo supimos más tarde, murió infectado por el diabólico mal.
—¿Y qué pasó con la
hija y el marido? —consulté.
—La vecindad quemó su
casa, y sus cadáveres dentro.
EL MAR Y
TÚ
Melacio Castro Mendoza ©
Dos galopes, dos corceles
mis pasos acosan y mi vida alientan,
Malú:
el mar, el mar y tú.
Tu frente acumula misterio de
claveles
y tus hombros, amor mío,
ante cuya desnudez mi corazón
desmaya,
sumen mi alma en completo desvarío.
Para no derrumbarme, me acuesto a la
playa.
De barriga, pienso en ti y la arena
beso.
Fulgurante, tu imagen me desposa.
Celosa, la tierra desea probar algo
de tu hechizo.
¿Qué hacer contigo, mi amor, sino
venerar
tu condición de diosa entera?
Mi incógnita eres, Malú.
Tus pasos, rumor lejano y galope de
corcel,
me tientan y alientan.
Tú, solamente tú,
y tu ternura de clavel florido,
minuto a minuto labran mi vida
impregnada de tu ausencia de piedra
y de cincel.
Dos galopes, dos corceles
me tientan y alientan, Malú:
el mar, el mar y tú.
MI
INCONDUNDIBLE CABOTAJE
Melacio Castro Mendoza ©
Junto a mi oído, tu voz
suena a vaivén de sonata
sumada a una rama de mimosa.
Tus manos, amor mío, son dos
pétalos de innata
tierna rosa.
Mi boca busca tu cuello. Entre
tanto, tu garganta
me ensalza con suspiros en forma de
oleajes.
Desde el fondo de mi pecho, canta
para ti mi corazón canciones que
escribieron
al pie de los más bellos paisajes
el polvo y el agua que mis caminos
construyeron.
Mi piel un tanto maltratada
se niega a olvidar de tus células
sus vibraciones.
Mis pies, columnas firmes de mi alma,
a ti inclinada
reclaman tu calor, punto de partida
de una experiencia rica en vida
en la que fuiste la armonía atada a
mis sanas emociones.
Mi cuerpo, lo decías, era tu
satisfactoria arena.
Tu bella persona aún se acuesta
junto a mí, y sueña.
No lo olvides: eres la rama oculta
de mi ausente primavera.
La luz, mi única y auténtica
bandera,
¡me alza a tus caricias! ¡Jamás dudé
de que eras buena
y que reclamándote mía, proclamabas
ser mi absoluta dueña.
Una vez dijiste: «Sin ser selva, te
sé mi excepcional ramaje».
Respondo y subrayo que en las aguas
de los ríos y de los mares
a pesar de las furiosas corrientes y
de sus múltiples azares
jamás dejarás de ser tú, mi
inconfundible cabotaje.
CONSEJOS
DE AMIGO
Melacio Castro Mendoza ©
Jamás podrás tapar con una mano el
sol
ni podrás, tampoco, con tus
desesperadas
carreras ganarle en velocidad al
tiempo
y, menos, por más papel higiénico
que acumules y despliegues,
podrás eliminar la mierda que
atosiga los cuatro puntos
cardinales.
Por eso mismo, con tus dos manos
y con tu corazón, ama el sol y cuida
la tierra;
muévete con el tiempo, nunca
contra él
y sé cuerdo: para eliminar la gran
mierda
que corroe el mundo, usa de algo
diferente
al valioso, pardo o blanco papel
higiénico.
Después, ofreceremos un convite.
IME BIASSONI
(Ceres. Provincia de Santa Fe,
Argentina). Tiene seis libros editados, diez opúsculos y varios premios. Ha
participado en numerosas antologías internacionales.
Fundadora del Conservatorio “Luz y
Lorca” y creadora de los Nuevos Juglares. Miembro de la SADE - Filial Ceres”.
Embajadora Cultural Internacional de SALAC. Miembro fundador de “Naciones
Unidas en las Letras”, Colombia, miembro de “World Congress of Poets”,
Ambassadeurs de la Paix
– Suisse / France y miembro honorario de la Asociación Israelí
de Escritores en Lengua Castellana (AIELC). Delegada de IFLAC, en Ceres.
Delegada Cultural de la
UHE. Jurado en asuntos literarios y pictóricos. Expresidente
de la “Casa del Poeta Peruano Internacional en Argentina”.
Dictó conferencias y participó
activamente en Congresos en Argentina, España, Hungría, Taiwán, Estados Unidos,
Israel y diversos países hispanoamericanos. Participó en la inauguración de la Biblioteca del Poeta en
Huari, Perú, elegida junto a nueve poetas iberoamericanos. Poeta cofundadora
del primer Museo de la poesía manuscrita en La Carolina. Prologó
la obra “Final de era” con un análisis de la misma.
DESDE UN LUGAR
Ime
Biassoni ©
La
noche se durmió
junto
con mis párpados
la
lluvia quedó ciega
y
desde el ojo del viento
se
jugó el amanecer…
La
garganta filtró un sonido
quemando
dolores enlutados
por
esa falta de amor verdadero
por
esa falta de paz
en
el sueño sin dormir.
Ato
el humo de estruendos
acaricio
el techo indiferente
y
suplico ventanas abiertas
por
el perfume de la armonía
hoy
tachada con inhumanas grescas.
Ya
no giro, me planto firme
y
digo: estoy aquí con frío
agigantando
palabras
para
romper los silencios
y
arroparme con verdades.
CARITA DE NIÑOS
Ime
Biassoni ©
Las
verdades hoy
tienen
el grito sordo
ausencia
de luces
memorias
rotas
serpientes
endemoniadas
y
un camino ciego.
La
vida se vuelve hambre
los
niños crecen en el dolor
el
mundo se rompe en pedazos
y
se apaga el sol.
No
hay cenas ni convites
pero
debe quedar algo de amor
para
mover el cielo
en
una lluvia abundante
de
energía y valor.
Dime
cómo hacer
esta
realidad superior
para
que no falte pan
no
falte abrigo
y
se haga risa y alegría
la
carita de niños.
GUARDO
Ime
Biassoni ©
No
es visible mi lengua cuando hablo
pero
la siento.
No
es visible el silencio cuando callo
pero
muerde.
Nada
es visible si no quiero
...
y guardo...
la
melancolía, el dolor, la angustia
el
remate.
Sacudo
puestos de luz
banderilleros
sublimes
caricaturas
que no ven
humo
de promesas
columna
vertebral quieta.
Enciendo
la hoguera
pero
no me clavo en ella.
Nace
el poema.
JUAN HERRÓN GONZÁLEZ
Nació en Madrid, España, el
26/3/1981. Ha escrito varios libros que publicaron las editoriales Amarante,
Emooby, y Oxel Portilla Foundation. Así como varios cuentos en diversas
antologías electrónicas: Almiar Margen
Cero, Pluma y Tintero, Lógica Aplastante y la revista Justa, de Random House Mondadori.
Fue representado por la Agencia Autores ,
publicando un libro de relatos, Historias
mundanas, a la espera de una nueva representación en otra agencia
literaria. Tiene varias entrevistas en portales literarios y radiofónicas, Calaix de Libres, Proyecto Terror, Pluma y Tintero. Pertenece a Remes, Palabra sobre Palabra, Aselca
y Directorio Cultural Hispano, todas
asociaciones literarias de alto prestigio. Posee una mención de honor en el
13er. certamen internacional de poesía y cuento, en el género de cuento de la
edición Mis escritos. Tiene una
pasantía de periodismo digital.
IDENTIDAD
Juan Herrón González ©
Había sido descubierto.
Su libertad y su vida estaban unidas a esa llave y ese montón de documentos.
Delante de él, y con mirada asesina, tenía al Chino, el capo de la mafia a quien
había conseguido arrebatar todo un alijo de droga en un control policial por
sorpresa. Ahora, se encontraba en una difícil situación, aquel hombre al que su
ficha policial, y la llave de sus pertenencias, le delataban, tras varios años
de hacerse pasar por un preso en la cárcel más peligrosa de Nuevo México, la
prisión de Chihuahua, y saber la ubicación del dinero intervenido en una
arriesgada operación policial.
Resultaba tan obvia la
información filtrada sobre él que era insultante.
—Dime dónde han
trasladado el dinero —espetó, con una ira asesina.
Él no se atrevió a
responder. Había tenido un error de manual: no contar conque los tentáculos del
Chino fueran tan largos, pues había conseguido tener en nómina al comisario del
caso y un montón de agentes y funcionarios de prisiones; aún así, la honradez
de algunos y parte de su ayuda, fueron suficiente para quitarle una gran suma
de dinero procedente del narcotráfico. Tras ganarse la confianza de esos
tentáculos y que le revelaran los secretos de aquel dinero y su ilegal
operación.
—Con lo que tengo aquí,
y el dinero que me has hecho perder, tengo motivos suficientes para matarte —le
dijo, con una expresión de franqueza.
Tampoco contestó. Sabía
que estaba vendido a su mala suerte. Habían conseguido sacarle de la cárcel en
uno de los traslados a otra prisión de menor seguridad, engaño entre sus
camaradas los policías, ya que, su infiltración y el motivo para ella, ya había
sido resuelto.
Sin embargo, no había
conseguido situar al Chino y su cúpula en la escena del crimen. En estos
momentos, veía cómo desplegaba toda la ficha policial delante de él y la llave
que abría una caja fuerte, que tenía a escasos metros de él, con todas sus
pertenencias.
—Me has hecho perder lo
que más quiero. Ahora, voy a ir a por tu mujer y tus hijos —sonrió, divertido—
para que sepas lo que es perder lo que más quieres.
Siguió en silencio con
una expresión de decepción en su rostro. El operativo había sido un éxito
parcial, y en pocos momentos, estaría incomunicado y secuestrado por el Chino y
sus hombres, además de divertirse torturándolo. Su mujer y sus hijos estaban en
peligro, y nadie del operativo había podido ayudarle: en su traslado a otra
prisión, habían matado a todos los agentes en un tiroteo espectacular, además
de varios funcionarios de prisiones.
Lo que fue un traslado
ficticio, la mentira que le habían hecho creer en su mente y en lo más profundo
de su corazón como la escapatoria y la salida a un operativo muy peligroso,
resultó ser un auténtico fiasco.
—Comenzaré por tu mujer
—dijo, fríamente.
Le miró, con descaro y
una expresión inquietante bajo un muro de dientes.
—Luego seguiré por tus
hijos, y haré que tu mujer lo vea.
Le golpeó, bruscamente.
Un hilo de sangre se asomó por su frente.
—Me has hecho perder
una millonada.
Los documentos seguían
delante de él, esparcidos. La llave y la caja de sus pertenecías estaba
abierta, sacándolas una por una los hombres del Chino.
Empezó a recordar, sin
saber el porqué, cuando era pequeño. Como en cada una de las trastadas que
hacía, le echaba la culpa a su hermano, librándose de la culpa y de la
regañina. De cómo él planificaba lo que hacía mal para arrastrar a su hermano a
esa infracción, para luego, salir airoso de semejante mala conducta.
Pero ahora era todo
distinto. Eso no se parecía en nada a unas malas conductas de niños, o de
jóvenes. Era jugarse el pescuezo y la vida por una banda de mafiosos, que
representaban el enjambre de delincuencia y la red de delitos en un sistema
corrupto.
—¿Qué es esto?
—preguntó, sarcástico.
Tenía la alianza de su
mujer entre sus manos. También su placa de policía y su móvil personal. Jugó
con la fotografía que llevaba en su cartera, en la que estaba toda su familia.
Dentro, al fondo, había otra fotografía, que no se molestó en sacar.
—Estás poco hablador
—musitó, elevando una ceja—. No importa, te mataré de todos modos, no sin antes
ver lo que te he dicho.
—Antes nos gustaría
divertirnos con él —dijo uno de sus lacayos.
—Sí —anunció otro,
desde las sombras de aquella mugrienta habitación.
El Chino sonrió,
satisfecho.
—Haced con él lo que
queráis sin matarlo —sentenció.
Siguió callado, sin
decir nada.
—Yo me apunto a
arrancarle una oreja.
—Yo algún dedo de la
mano —dijo otro, con unas cizallas en las manos.
—Has metido las manos y
las narices donde no debías —concretó otro, de mayor altura y gordura.
Se colocaron delante de
él.
—Esta vez no tienes
salida —dijo el Chino, colocándose un mechón de pelo.
—No le cortéis la lengua…
que chille.
—Mucho mejor —dijo
otro, divertido, mirando al que hizo el comentario anterior.
—Ojalá os pudráis en el
infierno —inquirió, sin decir nada más.
El Chino se quedó a ver
la escena, fumando un pitillo, nervioso, pero con una expresión de falsa
seguridad que le reconfortaba.
—Vamos allá.
Comenzaron por
apretarle bien los grilletes, a medida que se reían y hacían chistes entre
ellos. Después, le pusieron las manos encima de la mesa, sujetándolas con
cinchas de cuero, dejando al descubierto cada dedo.
—Cortemos.
Y así fue. Comenzaron a
cortarle cada dedo desde cada falange, según chillaba de dolor y brotaba la
sangre, a cuya sacudida eléctrica, se sucedía otro dolor más pesaroso. Se
acordaba de su mujer y de su familia, que ahora, estaban en peligro.
—Sigamos cortando y
cauterizando.
Con un soplete le
quemaron poco a poco los dedos que faltaban, con mucho cuidado de no poner la
mano en llamas. El dolor era tan insoportable, que de vez en cuando, perdía la
consciencia, dándole unas palmaditas en el rostro, o escupiéndole, hecho, que
al igual de repugnante era igual de efectivo para despertarlo. También
utilizaban agua que, mezclada con su sangre, la tiraban a su rostro, haciéndole
más prominentes las arrugas de sus ojos y las heridas.
—Vamos a por más.
Aguanta —apretó los dientes.
Con todas las falanges
de las manos al aire libre, supo que esas heridas serían de por vida, dejándole
como un auténtico inválido. Ya no había vuelta atrás para aquella mutilación
del templo que era su cuerpo.
Siguieron por las
orejas. Una por una. Su cuerpo ya veía evidentes signos de cansancio físico y
agotamiento, pero no se les veía por la clara intención de parar. El olor a
sangre estaba esparcido por el ambiente, y el resto de su cuerpo, estaban por
el suelo y por los documentos esparcidos en la mesa, con salpicaduras de sangre
y algún que otro resto humano.
—Vas a pagar con varias
vidas lo que has hecho —dijo, agarrándole por el pelo y haciéndole gritar.
Esta vez, cogieron unas
tenazas. Diente a diente, siguieron su macabro espectáculo: primero un canino,
luego un molar. Lo estaban despiezando poco a poco, extremidad por extremidad,
a medida que se desmayaba y lo hacían volver en sí.
Era un hombre de fuerte
constitución.
—Inyéctale adrenalina,
que su corazón no baje el ritmo —dijo el Chino, con expresión sombría.
Diente a diente cada
resonar de sus gritos inundaron la sala. Estaba con dos manos como muñones; y
las orejas, no estaban en su sitio: había dos curvas sangrientas en ellas, con
la boca por debajo escupiendo cuajarones de sangre. Sangre muy roja.
—Ya me he cansado de
esto —dijo, con seria determinación—. Ya adivinaré dónde está el dinero.
El Chino metió la mano
en su cazadora para sacar una nueve milímetros negra. Se acercó adonde estaba
él, reducido a una nada lastimera, sumida entre el llanto y el dolor,
poniéndole el arma en la frente y apretando el gatillo. Saliendo los sesos en
todas las direcciones.
Todos se quedaron
mirando la escena en un minuto de silencio. Cogieron la cartera y empezaron a
sacar todo.
—Jefe, miré esto —dijo
uno de sus secuaces al Chino.
En sus manos sostenía
la fotografía que no sacó de la cartera. Eran dos hermanos gemelos, uno de
ellos muy divertido y lleno de vida, y el otro, incapaz de sonreír, con
expresión sería y muy callado y de constitución más fuerte. Detrás de la
fotografía, escrita con una caligrafía grande y angulosa, decía: siempre ha
sido divertido el suplantar tu identidad en momentos de necesidad o por mera
diversión, Dave; solo uno de los dos sabe la verdad del otro, cada vez que nos
cambiamos la identidad.
YUBRASKA HERRERA DIAMÓNT
(Caracas, Venezuela, 1980) Su nombre
completo es Yubraska del Carmen Herrera Diamónt. Reside en Barquisimeto (Lara),
Venezuela. Profesora especialista en Castellano y Literatura egresada en 2004
de la
Universidad Pedagógica Experimental Libertador (UPEL-IPB),
Magister Scientiae en Literatura Latinoamericana por la Universidad de los
Andes (ULA-NURR), Trujillo (2012), en la actualidad estudia doctorado en Letras
en la ULA-Mérida.
Tiene publicaciones en colectivo en
Venezuela y España, escribe para la revista digital “LetraMujerRevolucionaria”,
es miembro del equipo editorial de la revista digital Dissertare del Decanato
de Ciencias y Tecnología (UCLA-DCyT). Se desempeña como docente contratada en
el Decanato de Ciencias y Tecnología de la Universidad
Centroccidental Lisandro Alvarado (UCLA-DCyT).
Más de sus obras y trayectoria en
los números 82 y 84 del Suplemento de Realidades y Ficciones (ver ÍNDICE DE
SUPLEMENTOS, o por su apellido en ÍNDICE DE AUTORES, en http://colaboraciones-literatura-y-algo-mas.blogspot.com/).
Realidades y Ficciones – Revista
Literaria ha publicado un artículo de esta escritora en su número 39 (ver
ÍNDICE DE REVISTAS en http://revista-realidades-y-ficciones.blogspot.com/).
KEFA
Yubraska
Herrera ©
Mi
corazón es un Frankenstein cosido a retazos de amor,
es
todo cicatrices…
Su
fealdad inocente busca la extinción.
Me
alejo, intento arroparme al fuego.
Tengo
frío y soy una kefa.
Roca
con alma, roca que muere.
Se
congelan mis sentidos.
Lloro
fuego congelado.
Kefa
sintiente,
taquicardias
en tu mirada célibe, anhelante…
Con
esta roca construye tu templo…
Un
templo de amor con nuestros pechos.
Tu
voto perpetuo quiero ser.
Soy
Kefa con grietas Frankenstein…
Agujeros
en ti,
Cicatriz
hirviente mi pecho…
Pisadas
hacia el olvido…
PROMETEA DEL AMOR
Yubraska
Herrera ©
Extraño
el amor que no fue,
Te
hago mito…
Especie
en extinción, yo Prometea del amor.
Bebo
la ambrosía de tus besos…
Me
pierdo en la telaraña de tu piel.
Robo
tu néctar…
Siento
tu ser… ¡Ah!
¡Despierto!
Es
devorado mi corazón…
Soy
Prometea del amor…
ESTE AMOR
Yubraska
Herrera ©
Este
amor bonito que solo el alma sabe.
Este
amor sin tacto, sin prisas, sin sexo.
Este
amor silente.
Este
amor desprendido.
Este
amor que besamos con la mirada…
Y
acariciamos con cada suspiro.
Se
sonrojan nuestras palabras…
Hoy
no amor, en otra vida quizá…
Tú
seguirás pensando que el chocolate debe saber a mí.
Yo
seguiré pensando que el café debe oler a ti.
En
cada encuentro leerás en mi cuello
El
código cómplice de este amor que siente
Intensamente,
en la luz, en lo divino…
SUPLEMENTO DE REALIDADES Y
FICCIONES
Nº 86 – Junio de 2020 –
Año XI
ISSN 2250-5385
Exp. RE-2019-93065686-APN-DNDA#MJ del 15/10/2019,
Dirección Nacional del Derecho de Autor / República Argentina.
Av. Del Libertador 6039 (C1428ARD)
Ciudad de Buenos Aires, Argentina
Currículo en
revista Realidades y Ficciones Nº 40:
Colaboradores
Noelia Natalia
Barchuk Löwer
Resistencia
(Chaco), Argentina
Currículo en
Suplemento de Realidades y Ficciones Nº 78:
Mónica
Villarreal
Scottsdale
(Arizona), Estados Unidos
Monterrey
(Nuevo León), México
@mon_villarreal
Currículo en
revista Realidades y Ficciones Nº 17:
El listado completo de colaboraciones al Suplemento de REALIDADES Y FICCIONES se encuentra a la derecha del blog bajo el acápite ÍNDICE DE AUTORES.
@RyFRevLiteraria
@RyF_Supl_Letras
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