SUPLEMENTO DE REALIDADES Y FICCIONES
Nº 72 – Marzo de 2017 – Año VIII
ISSN 2250-5385
Inscripción gratuita como LECTOR
si escribe a zab_he@hotmail.com
indicando nombre y apellido,
ciudad y país
(se le avisará cada nuevo número
trimestral).
“Teócrito”
Mónica Villarreal (2017)
(Acrílico y carboncillo s/
papel, 28 cm x 22 cm)
Serie
"Poetas Clásicos Griegos" |
Sumario
• Fernando SORRENTINO (Argentina)
• Noelia Natalia BARCHUK (Argentina)
• Jorge Enrique YAM YA (México)
• Cornelia PĂUN HEINZEL (Rumania)
• Edgar Gabriel ELÍAS OLIVAS (México)
• Jimena
ANTONIELLO LIGÜERA (Uruguay - España)
• Eduardo Jorge ARCURI MÁRQUEZ
(Argentina)
• Esther
GONZÁLEZ SÁNCHEZ (España)
• Ricardo José IRIBARREN - Gocho
Versolari (Argentina)
• Lilia MORALES Y MORI (México - España)
• Frank MURCIA (España)
• Elena SAAVEDRA SILES (España)
FERNANDO SORRENTINO
Nació en Buenos Aires el 8 de
noviembre de 1942. Es profesor de lengua y literatura. Su narrativa de ficción
es una mezcla de fantasía y humor. Ha sido traducido a los idiomas inglés,
portugués, italiano, alemán, polaco, chino, vietnamita y tamil. A menudo
escribe ensayos sobre literatura argentina, que en general se publican en La Nación , de Buenos Aires. Ha
recibido varios premios literarios, entre otros Faja de Honor de la Sociedad Argentina
de Escritores (SADE).
Biografía y obra completas en:
REINSERCIÓN
EN LA SOCIEDAD [1]
Fernando Sorrentino ©
Nuestra luna de miel transcurrió en
Bariloche. Al atardecer de un sábado volvimos a Buenos Aires, deseosos de
estrenar nuestro departamento de dos ambientes.
En el dormitorio encontramos una
jaula.
Idéntica, en escala mayor, a las
jaulas para loros. Tenía una base circular, de unos tres metros de diámetro, y
rejas verticales: a modo de meridianos, se iban uniendo hacia arriba, hasta
culminar en una cúpula puntiaguda, que rozaba el cielo raso.
Para hacerle lugar a la jaula en el
dormitorio, habían llevado la cama y las mesitas de luz al comedor, y habían
comprimido la mesa y las cuatro sillas contra una pared. Obstruidas por la
cama, sería difícil abrir las puertas de los armarios. Muebles, pisos y paredes
mostraban rayaduras y golpes.
En la jaula había un hombre pálido,
de cabellos rojizos. Daba la impresión de extrema pulcritud y también de algo
anacrónico. Vestía traje cruzado, negro, con finas rayas grises; blanca camisa
almidonada; corbata oscura; zapatos negros, muy lustrados; sobre las rodillas
sostenía un sombrero gris, tan limpio, tan antiguo y tan nuevo como el resto de
su persona. Esos elementos de otras épocas que parecían recién fabricados me
inspiraron una idea molesta de utilería, de disfraz, de reconstrucción
arqueológica.
Todo esto lo fuimos viendo más
tarde. Al principio, Susana y yo experimentamos una conmoción. El hombre
aguardó que nos calmáramos y dijo, con tono monocorde:
—No los esperaba hoy. Según mis
informes —consultó una libreta—, ustedes deberían haber regresado mañana por la
noche. El cronograma es bien claro: “viernes 12, instalación del tutelado;
sábado 13, jornada de adaptación física y psicológica; domingo 14, arribo de
los tutores”. Y hoy, si no me equivoco, es sábado 13.
—Es cierto —respondí—; adelantamos
un día la fecha de regreso. Resulta desagradable volver pocas horas antes de
reintegrarse al trabajo.
—Más desagradable resulta recibir
gente antes de lo previsto. Al señor Rocchi le van a disgustar estas
informalidades que, por otra parte, perturban mis proyectos para esta noche.
—¿El señor Rocchi? ¿El propietario
de la empresa inmobiliaria?
—¿Quién, si no? Él en persona se ha
encargado de efectuar las gestiones necesarias. Y no son trámites placenteros
ni rápidos. Pero el señor Rocchi sostiene la idea de que todos los ciudadanos
deben extremar su celo para cumplir y hacer cumplir las leyes.
Decidí poner las cosas en su lugar:
—¿Leyes? ¿Qué leyes son esas? ¿Y
desde cuándo el tal Rocchi, un mero comerciante, tiene poder para hacer cumplir
las leyes?
El hombre continuó, siempre
monótono:
—Usted es una persona que aún no
conoce la vida. Además, su casamiento le ha impedido interiorizarse de ciertos
cambios introducidos en la legislación inmobiliaria. Por ejemplo, el señor
Rocchi es ahora un magistrado. Y también usted es, dentro de ciertos límites,
un magistrado.
—¿Yo, un magistrado? —ensayé una
risita incrédula.
—No tanto: más bien una especie de
auxiliar de los magistrados.
—¿Un auxiliar del señor Rocchi,
entonces?
—Sería imprudente adelantarme a la
decisión de las autoridades. Sin embargo —bajó la voz—, puede tomar esta
información como una estricta confidencia.
—¿Y por qué me hace usted una
confidencia?
—Mi regla de oro, señor, es saber convivir. Puesto que pasaremos
bastante tiempo bajo un mismo techo…
—¡Bastante tiempo bajo un mismo
techo!
—Así es, señor. Yo soy mayor que
usted: treinta años, o aún más. He progresado muy poco; me encuentro en el
grado más bajo del escalafón carcelario: solo soy un recluso. En cambio, usted
es aún un hombre libre y ya logró el primer honor en la carrera carcelaria: el
grado de auxiliar.
Entonces estalló Susana:
—¡Jamás en mi vida he oído tantas
estupideces juntas! El problema básico es: ¿qué demonios está haciendo este
hombre con su horrible jaula en nuestro dormitorio? Y además: ¿quiénes y por
qué han llevado la cama y las mesitas al comedor, y quién pagará los daños que
les produjo la mudanza?
—Mi joven señora, no puedo aplaudir
el tono, un tanto áspero, de su inquietud. Hay cuestiones de orden práctico. El
traslado de la cama fue imprescindible porque, de lo contrario, no se habría
podido ubicar la celda en forma reglamentaria. ¿Quién pagará los daños?: las
autoridades proyectan crear un equipo de obreros de diversas especialidades
que, por una suma módica, volverán a dejar sus muebles y paredes en óptimo
estado.
Pero antes usted preguntó qué
demonios hago yo con mi horrible jaula en su dormitorio. A mi vez, yo le
pregunto: ¿cree usted que yo estoy aquí por mi propia voluntad?, ¿piensa que me
agrada ser un presidiario?
—Es que a mí no me interesa si usted
está preso por su voluntad o por la ajena. Lo que no puedo soportar es su jaula
en nuestro dormitorio.
—No es una jaula: este término carga
la desagradable connotación de animales en cautiverio, idea opuesta al espíritu
humanitario que guía a nuestras autoridades. Tampoco celda ni calabozo. Su
nombre técnico es “receptáculo reinsercional”.
Esta rectificación irritó aún más a
Susana:
—¿Por qué en nuestro dormitorio?
¿Por qué en nuestro dormitorio? ¿Por qué en nuestro dormitorio? ¿Por qué? ¿Por
qué? ¿Por qué…?
—Los diputados y senadores
argentinos son personas inteligentes, cultas, laboriosas, honestas, austeras y
altruistas. Merced a estas virtudes, han promulgado nuevas leyes, cuyo conjunto
se conoce con el nombre de Régimen de Reinserción Social y que…
—¿Quiere hacerme creer —lo
interrumpí— que usted está en nuestro dormitorio debido a esas nuevas
leyes?
Colocó el sombrero sobre el índice
izquierdo y, tomándolo del ala con la mano derecha, lo hizo girar, mientras
meneaba la cabeza:
—Yo solo soy un recluso. Dentro del
sistema carcelario cumplo la función más humilde. Ustedes dos gozan del grado
inmediatamente superior al mío. Deberían dominar el tema mejor que yo. Pero, en
la práctica, nunca sucede así, ya que yo hace muchos años que pertenezco al
sistema, mientras que ustedes acaban de ser admitidos en él. Deberían sentir
una inmensa alegría por esa admisión, pero no la sienten: tal fenómeno, aunque
dista de ser mayoritario, suele presentarse siempre. Cuando conozcan la letra
de las nuevas leyes, sentirán no solo alegría sino también orgullo.
Susana tenía los puños crispados.
—Si me permiten —añadió el hombre—,
yo podría dar algunos datos sobre el Régimen de Reinserción Social…
—Estoy ansioso por oírlo —su
lentitud me resultaba insoportable.
—Las autoridades, tras estudiar el
antiguo sistema carcelario, comprobaron que no respondía a las necesidades de
la sociedad moderna. Por lo tanto, no vacilaron en reemplazarlo por otro
sustentado en ideas solidarias. ¿Me explico…?
—Sí, sí, adelante —sacudí la mano
con impaciencia.
—El Régimen de Reinserción Social se
basa en dos principios interrelacionados: A y B. Mediante A, se procura la
progresiva reinserción del presidiario en la sociedad; mediante B, se reemplaza
el antiguo sistema de unidades carcelarias colectivas por otro de unidades
carcelarias individuales. Las empresas inmobiliarias distribuyen los
presidiarios en las viviendas a estrenar y, gracias a esta medida, las antiguas
cárceles son demolidas para dar lugar a plazas y parques.
—Pero, ¿por qué en las viviendas a
estrenar?
—Las viviendas viejas no siempre
guardan condiciones estéticas gratas y pueden influir de modo negativo en la
psiquis del presidiario. En cambio, un ámbito de prisión moderno influye de
modo muy beneficioso en su reinserción en la sociedad. Además, custodiar un
recluso tiene que causar enorme júbilo en los nuevos dueños de casa: es como
si…
—¿De manera que Susana y yo somos
sus guardianes, y usted, nuestro presidiario?
Decepcionado, volvió a menear la
cabeza:
—Las autoridades no utilizan los
términos guardianes y presidiarios. Emplean tutores y tutelados, vocablos que
se adecuan al principio A del sistema: la progresiva reinserción del
presidiario en la sociedad. ¿No lo cree usted así?
—Pero veo que tanto las autoridades
como usted sí utilizan la palabra presidiario.
—Solo a modo de metáfora poética,
para que los tutores comprendan sus obligaciones.
—¿Obligaciones…?
—Digamos tareas. Son escasas y
sencillas. Solo deben proveerme, en cantidad y calidad adecuadas, de comida,
ropa, asistencia médica y psicológica, ejercicios gimnásticos, elementos de
higiene, etcétera... En suma, las cosas materiales a que se hace acreedor un
ser humano en cuanto tal. También se prevé la rehabilitación espiritual del
tutelado mediante el esparcimiento y la información: me corresponden diarios,
revistas, libros, televisor, equipo de audio… Dos noches por semana, martes y
jueves, me visitan amigos de cierta edad: señores aficionados a los naipes y a
los dados, y a quienes se debe agasajar con entremeses y bebidas.
—¿Cuántas personas serían?
—Nunca más de ocho o diez. Asimismo,
no he abandonado mis prácticas sexuales: los sábados por la noche recibo a la
señorita Cuqui, una muchacha bella, encantadora y culta. Una joven de tantos
méritos no podría enamorarse de mí, de modo que ustedes deberán retribuir sus
favores. Desconozco la tarifa, pues odio ocuparme de algo tan ruin como el
dinero. Más bien me place el arte, y tres veces por semana (lunes, miércoles y viernes)
tomo lecciones de batería con un chico rockero, devoto de la música delicada y
cuyos honorarios no son muy altos.
—Pero —preguntó Susana— ¿cómo
podríamos hacernos cargo de tantos gastos?
—Yo nunca he sido un hombre de
suerte —volvió a menear la cabeza—. Otros colegas fueron alojados en hogares de
sólida posición económica... En fin, la vida suele ser injusta... Yo les
aconsejaría describir el problema en una carta-documento; a ella debe
adjuntarse una foja adicional, en original y cuatro copias, en papel sellado,
firmada por un contador público y un escribano; en esta foja constará el
detalle pecuniario de ingresos y erogaciones, de manera que los tutores puedan
probar la existencia de un déficit considerable. Las autoridades se desviven
por resolver los problemas causados por los tutores, y hasta es posible que los
honren con una beca de tutor.
Calló, dando a entender que se había
excedido en revelar esta ventaja. Tuve que preguntar:
—¿En qué consiste la beca de tutor?
—Implica un derecho y un deber. En
cuanto al primero, las autoridades intentarán conseguirles sendos empleos
nocturnos: por ejemplo, el caballero podrá formar parte del personal de
maestranza de alguna estación ferroviaria del conurbano bonaerense; respecto de
la señora, no creo que la señorita Cuqui se niegue a iniciarla en los misterios
de su apostolado. A cambio de estos privilegios, ustedes deberán asistir a los
Cursos Holísticos de Perfeccionamiento para Tutores: sus aranceles son bastante
reducidos y se dictan en la ciudad de Luján.
—¡En Luján! —dije estúpidamente—.
¡Tan lejos…!
—No tienen obligación de solicitar
la beca —repuso, y agregó, bostezando—: Ya es casi la hora de la cena. No tengo
preferencias especiales: acepto cualquier comida, a condición de que sea
abundante, variada, con los condimentos apropiados y acompañada de vino tinto
de excelente calidad.
Susana corrió a la cocina.
—Siempre me baño antes de cenar. Esta
es la llave de la celda.
Me la entregó a través de los
barrotes. Abrí la puerta y el hombre salió. En la mano llevaba un pequeño bolso
deportivo, que contrastaba con la severidad de sus ropas. Y de este mismo
anacronismo brotaba ahora una paradójica sensación de salud, de fuerza, de
bienestar.
—No es necesario que usted conserve
la llave en su poder. La tengo conmigo para entrar y salir, pues soy enemigo de
causar la menor molestia a nadie. ¡Señora! —gritó—. ¡Me sube un poco el
calefón, por favor! Y usted —me dijo— alcánceme un toallón limpio y, para
mañana, no se olvide de comprarme un frasco grande de champú especial para
cabellos teñidos.
Obedecí. Se colgó el toallón en el
cuello; abandonamos el dormitorio, llegamos frente al cuarto de baño.
—Me atrevo a recordarle que hoy,
sábado, es el día en que viene la señorita Cuqui. Pudorosa como es, le
resultaría chocante encontrarse con gente extraña. Así que, por favor, a las
veintitrés y treinta, usted y su esposa tendrán la amabilidad de retirarse.
Apoyó la mano en el picaporte:
—Voy a utilizar la cama matrimonial:
ha escapado a la perspicacia de las autoridades la notoria incomodidad de la
cucheta reglamentaria. Ah..., sábanas sin usar, se lo ruego.
—Este… ¿Y cuánto demorará… todo eso?
—Pueden volver a las tres y media o
cuatro de la mañana. Toque el timbre una sola vez; si no recibe respuesta, no
insista: la señorita Cuqui es muy enérgica y, cuando concluye su labor, suelo
sumirme en un sueño tan merecido como profundo. En tal caso, dése una vueltita
mañana a las diez en punto: antes de esa hora, no, pues aún estaré entregado al
reposo; y, después de las diez, tampoco, ya que acostumbro tomar mi desayuno a
las diez y cuarto.
Entró en el cuarto de baño. Atiné a
preguntarle:
—¿A cuánto tiempo ha sido condenado?
—A cadena perpetua —contestó, y sus
palabras me llegaron apagadas por el ruido de la ducha.
A la memoria de mi idolatrado K.
[1] Este cuento fue traducido y
publicado en inglés y alemán.
NOELIA NATALIA BARCHUK
Nació el 19 de enero de 1979 en
Resistencia (Chaco), Argentina.
Tiene una obra publicada, Chaco: Relatos del hoy por hoy, en
colaboración con Miguel Vidaurre. Su poema Palomas
Heridas integra la antología Tributo
a Malvinas, Ediciones Kram, 2014.
Adora leer y escribir. Es autora de
un libro de cuento infantil y una novela inéditos, además de varios proyectos
narrativos.
La han distinguido repetidas veces. Mención
de honor en el Certamen Literario Provincial “Alfredo Veiravé” 2004, por su
poema Descorazonado. Del Círculo de
Amigos del Tango de Villa Ángela, obtuvo en el rubro cuento el primer premio
por Cara Cortada y Cía. (2012) y el segundo
premio por Un bacán en apuros (2013).
En el Certamen literario Provincial organizado por la Biblioteca Constancio
C. Vigil de Las Breñas, logró el segundo premio por su cuento Pocas, Muchas, Todas (2013).
En esta oportunidad publicamos dos
de sus cuentos premiados en 2016: Gran
Hermano y Primer tango en China. El
primero obtuvo primera mención en el Concurso Literario “Chaco del
Bicentenario” que integra la antología Güemes
al frente, editada por la Legislatura Chaqueña. El segundo mereció primer premio
del Círculo de Amigos del Tango de Villa Ángela.
Realiza las tareas de colaboración y
corrección para la Revista
y Suplemento literarios de Realidades y Ficciones de distribución on line y
colabora con la Sección
de cultura de la página www.diariosophie.com.
Escribe semanalmente una columna literaria en el portal de www.lasbrenasdigital.com.ar.
Aporta esporádicamente relatos en el Suplemento infantil Escolar Norte, del
Diario Norte, edición en papel. La
RFCE , revista de la Facultad de Ciencias Económicas, también la ha
incluido en sus páginas.
Cursa la carrera de contador público
en dicha Facultad de la UNNE.
GRAN
HERMANO
Noelia Natalia Barchuk ©
Como si se tratara de un arma, apoyó
cuidadosamente el control remoto sobre la mesita de luz. En definitiva, había
dejado en cualquier canal, cansado de tanto zapping. Mosca escuchaba desde el
baño el audio de la tele. El reality show Gran Hermano comenzaba el segmento
del “Debate”. Taciturno, continuó sin prisa cepillándose los dientes.
Regresó a la cama y volvió a buscar
en los bolsillos de la camisa el atado de puchos. Pésima idea la de fumar, y
más en ese lugar. Pero cuando algo no le cerraba, encontraba refugio en el
tabaco. Miró todo el programa. Luego, se fue a dormir pensando en Winston
Smith. Tuvo pesadillas, se despertó maldiciendo al propio George Orwell. Sin
embargo, se arregló lo mejor que pudo, tomó su guardapolvo y salió con prisa
para no llegar tarde a la escuela.
Mosca era maestro de cuarto grado de
una escuela primaria de Villa Ángela. Como buen docente novato que era, le
encargaban que hiciera de-to-do en sus funciones, más acercándose la fecha
patria.
Tenía que preparar el acto. Y como
en cualquier otro trabajo, tenía que pagar derecho de piso. Por lo tanto, más
allá de las sonrisitas de medio lado de las colegas, nadie le prestaba mucha
ayuda.
Además, no era una fecha cualquiera.
Se trataba del 9 de julio. Que tampoco era un 9 de julio cualquiera.
Era el año del Bicentenario, había
que tirar la casa por la ventana. Celebrar doscientos años de Independencia era
motivo más que suficiente y necesario para festejar a lo grande. El tema era
encontrar la manera para organizar un evento sobresaliente, como los patriotas
que habían forjado la independencia.
Con su clase bien preparada, comenzó
a introducir a los chicos en el tema. Sin mucha originalidad, desembocó en la
tarea de escribir una composición alusiva, acompañada de ilustración. Para su
amargura, no faltó quien le hubiera dibujado el Cabildo en lugar de la Casita de Tucumán. Tampoco
de las preguntas infantiles sobre si algún día conocerían ese lugar.
Mosca, que en tiempo de infancia y
escolaridad, había sido un tiro al aire, ahora devenido en educador, tomaba muy
en serio su vocación. Sin tanto aspaviento, declaró que todos podrían cumplir
ese sueño cuando crecieran y pudieran valerse por sí mismos.
A decir verdad, estaba bastante
emocionado con la cercanía de la fecha. Quería transmitir a sus jóvenes alumnos
el saber de la historia, de los hechos, de su contexto. Pero sobre todo,
intentar acercar, aunque suene algo cursi, el amor grande por la patria.
Se puso, cual general, al mando de
todo. Tanto así, que se inmiscuyó en las clases de otras materias especiales:
en la de plástica, música y tecnología. Abocado a que todo saliera de primera. Todo
cuarto grado, incluyendo las manos solidarias de algunas madres y hermanas,
cortaba papel crepé blanco y celeste. Guirnaldas, banderas y banderitas eran
cortadas con buena predisposición. Ensayaban el recitado del poema, un baile
folklórico y una breve actuación sobre la legendaria declaración de la
independencia.
Los días pasaron volando y faltaba
cada vez menos para el gran día. Mosca, atravesaba aquel mediodía la plaza
central. Tenía la sensación de que “algo faltaba”. Más allá de sus esfuerzos,
de su buena onda, presentía que aún faltaba ese toque mágico para cerrar los
festejos.
Y como dicen, quien busca encuentra.
Solo que a veces sucede de manera impensada, como ese mediodía en que cruzaba
la plaza. ¡Eureka! ¿Cómo nadie aún me lo dijo? ¿Cómo nadie se ha percatado?
Tamaño descubrimiento bajo sus ojos. En la placita, bajo un austero monumento,
decorado por algunas pequeñas placas, estaba la respuesta.
Cien años de soledad para las
intenciones, premisas y recuerdos de los habitantes de 1916. ¡Eso era! Momento
propicio para destapar el buzón del tiempo, de encontrar los testimonios de
personas, que al igual que ellos, habían celebrado el día de la independencia,
en su centenario.
Los chicos estaban alborotados con
la iniciativa. Era una propuesta entre nostálgica y futurista. Una simbiosis de
entre recuerdos y anhelos de un porvenir mejor. Mosca, o mejor dicho, el
profesor Maidana, dio piedra libre a la imaginación y creatividad de los
pequeños. Contaban con una base más sólida sobre la importancia de aquellos
acontecimientos, así que se podrían despachar con mayor soltura sobre la
preparación de las intenciones. Todo esto, también supuso un mayor trabajo y
horas extras puestas en el desempeño del proyecto. Miró con alegría, casi como
gritando un gol de Argentina, que los nenes se esmeraran en expresarse.
Dibujos, pequeñas esculturas en arcilla, cartas o simplemente palabras sueltas
ornamentadas.
Sábado 9 de julio. Luego del acto en
la escuela, en flagrante comitiva y procesión cuarto grado se armaba en fila en
el costado de la plaza. Habían sido acompañados además, no solo por familiares
y otros miembros del establecimiento educativo. Distintas personalidades de la
política, la cultura y diversas áreas esperaban curiosas se abriera el
monumento. Con ayuda de los colaboradores, extrajeron la bóveda que contenía
viejas reliquias. Algunas cartas de índole personal, otras esquelas con los
deseos de libertad, prosperidad y trabajo para la República Argentina.
Luego de ser recogidas y brevemente
leídas aquellas centenarias intenciones, se dio lugar a depositar las nuevas.
Dan fe, que el gen argentino seguía deseando lo mismo. Así, los deseos de
progreso, seguridad, bienestar fueron acogidos en un nuevo buzón para
guardarlos por otros cien años más. También hubo lugar para las risas. No faltó
quién brevemente escribió que “Messi hiciera más goles para nosotros”. Más allá
de las sonrisas, aplausos, estaban pendientes del profe Maidana. Qué recuerdo
dejaría.
Mosca sacó un ejemplar de bolsillo
de la emblemática novela 1984. Tal
vez muchos no pudieron comprender ese acto. Tal vez otros lo entendieron con el
paso del tiempo y muchas lecturas. Su intención era significar que, gracias a
aquellos hombres que forjaron la independencia, no vivíamos con ningún Gran
Hermano. Que éramos libres para vivir en un sistema democrático que velaba por
la pluralidad de ideas, que pese a todos los conflictos económicos manteníamos
independencia de cualquier metrópoli extranjera.
Así, con las rarezas del Mosca, con
la previsibilidad de los actos patrios y con el enorme amor por la celeste y
blanca, desde aquel rincón del país, se celebró un inolvidable 9 de julio.
PRIMER
TANGO EN CHINA
Noelia Natalia Barchuk ©
Sus vidas se habían cruzado desde
niños cuando Lee Hee-Jin llegó junto a su familia desde Corea del Sur. Con
Zhiaquiang Wu, sentían que había una conexión especial entre ellos. Desde
pequeños se habían hecho amigos al vivir en casas contiguas. Con el tiempo, la
amistad dulce y tierna se fue convirtiendo en una gran pasión, que no solo
abarcaba la emoción física, si no algo más.
Ese algo más era un gusto
extravagante, si se piensa en lo alejados que estaban de las costumbres
argentinas. Ambos eran fanáticos del tango. Aquel género musical había
cautivado de raíz a esa pareja. Al comienzo el tango se filtró a través de la
percepción del oído. La sensualidad sonora de la melodía les recorría no solo
el cuerpo, sino que además parecía tenerle embrujada el alma.
Luego, como es de esperar, la pasión
se corrió del primer eje y se extendió como la gramilla por el campo. Se
esparció por las piernas como madreselva, por los brazos como hierbabuena, por
toda la piel como un musgo que lo quiere acaparar todo. El tango tenía hasta su
propio aroma, ese que imaginaban emergiendo de las milongas descritas en los
cuentos de Borges.
La imaginación, colmada con los
sueños de juventud, motivó que Zhiquiang Wu y Lee Hee-Jin, hicieran hasta lo
imposible por llevar a cabo la gran empresa de aprender a bailar y tocar tango.
Lee Hee-Jin, contradiciendo a sus padres, se inscribió en el conservatorio de
música de Pekín. Su talento y disciplina hicieron que al cabo de pocos años se
convirtiera en una extraordinaria artista.
Los caminos se comenzaron a bifurcar
para Zhiquiang Wu y Lee Hee-Jin. Cada quien había cosechado el fruto esperado
de años de esfuerzo. Pero, como suele suceder, no habían podido acompañarse en
todo el proceso. Con los lazos del amor, rotos, cada uno era libre para
continuar su vocación.
Zhiquiang Wu se había establecido
como bailarín y maestro de tango. Tenía una escuela donde dictaba clases para
todas las edades. Había sabido aprovechar el boom del tango, que a mediados de
la década de los noventa surgió en el país asiático. Su corazón albergaba el
sueño de conocer Argentina, más bien Buenos Aires, e impregnarse con todo lo
que siempre había fantaseado sobre la cuna del tango.
Lee Hee-Jin viajaba más
frecuentemente, y residía por períodos cortos en distintas ciudades. La música
era su gran compañera. Por ella, recorría lugares que nunca había pensado
conocer, como pianista en una pequeña orquesta de muy buen estilo tanguero.
En el invierno de 2015, se realizaba
el Mundial de Tango en Argentina. Durante el mes de agosto se sucederían la
semifinal y la gran final de tango, ya que la etapa clasificatoria se había
organizado en otros puntos del globo. Zhiquiang Wu aguardaba aquel momento cual
niño la Navidad.
¡Por fin cumpliría su sueño! Tenía
los pasajes, la reserva del hotel, su pareja de baile, igual de ilusionada que
él, y dos asesores que oficiarían de traductores. Todo listo, todo perfecto,
ganar o perder la competencia era lo mismo. Su sabiduría oriental ya tenía
elaborada la sensación que el triunfo consistía en participar, máxima que
muchas veces los occidentales no comprenden.
Lee Hee-Jin también seguía de cerca
la fecha del campeonato, pero con fines más turísticos ya que se encontraría en
plenas vacaciones. Disfrutaría de una maravillosa estadía en la Meca del tango. Junto a dos
amigas compartirían unos días llenos de aquellos sueños que tenía desde joven.
Pero, al igual que la mayoría de las
letras de los tangos, ambos penaban el recuerdo de un amor que los había
marcado para toda la vida. A pesar que el destino los había arribado hacia
otros amores, ninguno había vuelto a enamorarse de verdad.
Aquellos días fueron un verdadero
espectáculo. Zhiquiang Wu había obtenido el tercer puesto en la competencia. Su
destreza en rubro tango de escenario había sido bien recibida y junto a su
compañera llevaban el bronce a casa.
Lee Hee-Jin aplaudía emocionada
desde las butacas de la tribuna. Estaba feliz y desconcertada de estar viendo
al hombre de su vida cumpliendo su sueño. No importaron los años que llevaban
sin tener noticias uno del otro. No importaron las excusas ni las disculpas.
Zhiquiang Wu y Lee Hee-Jin se redescubrieron, enamorándose como los niños que
habían sido alguna vez.
Le torcieron la mano al destino,
como quien dice, y escribieron una nueva vida en común, donde sin traicionar al
tango le pusieron música y letra feliz.
JORGE ENRIQUE YAM YA
Nació en Bacalar (Quintana Roo),
México. Es integrante del Taller Literario “Sian Ka'an” de Bacalar, dirigido
por el poeta Ramon Iván Suárez Caamal. Ha participado en diferentes talleres de
creatividad poética para mejorar su técnica de escritura. Ha publicado una
plaqueta titulada Las Faces de la Luna con Editorial Nave
de Papel. Ganó el segundo lugar de los Juegos Florales de Yucatán en Poesía, y
ha participado en diferentes encuentros de escritores como el Festival de
Poesía Oxígeno Bacalar 2012, el Encuentro de Escritores en la Región de los Ríos en
Palizada, Campeche 2013 y 2014, el Encuentro Intergaláctico de Escritores
Independientes Mérida 2015. Coordinó el Primer Encuentro Literatura en Acción
Bakhalal 2016. Ha participado en diferentes antologías poéticas como: En la puerta del cielo, Álbum de familia
y Voces del agua, del Taller
Literario “Sian Ka'an”; en la antología Dispersión
del grupo Colectivo con Editorial Cartonera Hortera de Cancún; Navíos sin derivas del Grupo de Creatividad
Poética de Cancún; en la
Muestra Poética de Cancún Los
caminos de la lluvia; Desde los siete
colores antología del Primer Encuentro de Escritores Bakhalal 2016. Poemas
suyos han sido publicados en las revista Tropo a la Uña , Salvo el Crepúsculo y
periódicos del estado. Actualmente Coordina Acción Poética Cancún.
DEMOCRACIA
Jorge Enrique Yam Ya ©
Volar entre pendones
volantes, bardas,
despensas y promesas
a través de las mentiras,
es sentir el esqueleto
de la burla,
de los colores que se desviven con
propuestas
queriendo formar un arco iris de
soluciones
palabras dormidas,
débiles,
sin vida,
cascadas de verdades
hundiéndose
en los votos comprados,
despensa que reparten con dos kilos
de ignorancia
un litro de silencio
Y una torta de impuestos para que te
llenes el estómago
ser inmortal
en un mundo ciego
no tiene sentido,
debatir,
es bajar la palanca del baño
y sentir el olor de sus intenciones
es recoger los desperdicios de un
canibalismo de poder
debatir quizás solo esquivar
los dardos envenenados
del pasado,
observo
los latidos de los partidos
políticos
queriendo convencer
mis ideas,
me alejo galopando con mi voto
para estar listo en la carrera
ahora sobrevuelo las urnas
soy una ave de rapiña con hambre de
seguidores,
soy verde, soy rojo, soy amarillo,
soy azul, soy morado
no importa ya que sea
la democracia se toma en las rocas y
en una mesa redonda
donde nunca seré invitado.
CORNELIA PĂUN HEINZEL
Narradora rumana, poeta, profesora y
doctora en robótica industrial por la Universidad Politécnica
de Bucarest con matrícula de honor (1998). Tiene una maestría en gestión y
evaluación en educación (Facultad de Psicología y Ciencias de la Educación ) y una
maestría en filología (Facultad de Letras), ambas de la Universidad de
Bucarest. Es licenciada en letras por la Universidad Brasov.
Su obra científica es rica y variada, contando con seis libros como autora y
más de doscientos artículos publicados en revistas de la especialidad en
Rumania y en el extranjero.
Se inició como escritora en
“Asimetría”, revista francesa de crítica y creación. Y como poeta, en
"Agero Stuttgart", revista alemana de información cultural, y en la Agencia de Prensa “Ases de
Rumania” en Nurenberg. Miembro del “Club Transatlántico de Prensa”, de “Poetas
del Mundo”, edita “Anthologie Multilingua”.
Tiene publicados varios libros de
narrativa y poemarios.
Ha colaborado en numerosas revistas
de todo el mundo, editadas en múltiples lenguas. Sus poemas fueron publicados y
traducidos al inglés, español, francés, italiano, serbo-croata, alemán,
portugués, chino, japonés, ruso, árabe, urdu, sueco, neerlandés, catalán,
sardo, turco, ucraniano, griego, persa, turco, polaco, letón, checo, húngaro,
búlgaro, albanés, esloveno, azerbaiyano, georgiano, etc. y publicados en
revistas impresas o de internet, tanto en Rumania como en el exterior.
Ha traducido poemas de poetas
franceses contemporáneos. Fue redactora de un diario rumano. Ha traducido al
rumano la obra de más de noventa autores clásicos y contemporáneos de diversas
lenguas, tanto poetas como narradores.
EL RITMO DE LA VIDA *
Cornelia
Păun Heinzel ©
Yo
camino en el ritmo animado de la música.
Yo
vivo en el ritmo vibrante de la ciudad.
Yo
me muevo en el ritmo misterioso de la vida.
Pero
tu ritmo no es el mío,
y
ni siquiera es el de ella,
aunque
quizá sincronicemos alguna vez...
Yo
respiro en el ritmo apasionado de la danza.
Yo
pienso en el ritmo vivo de sus pasos.
Yo
miro el ritmo de la vida de quienes me rodean.
Distinto
al mío, en el tono y el sonido,
y
sin embargo, me sincronizo con el ritmo sin descanso
de
los días que se suceden uno tras otro.
Nosotros
luchamos en el soberbio vórtice de la vida.
Nosotros
vibramos por cada segundo ganado.
Nosotros
corremos detrás de un espejismo del desierto
que
hemos elegido como realidad ideal.
Pero
mi espejismo no es el mismo que el tuyo, o el suyo,
y
siempre afecta a uno o a otro, aunque nunca a todos.
TIEMPO *
Cornelia
Păun Heinzel ©
Cada
momento tiene su propio significado.
Para
mí, para ti, para él.
En
cada momento ocurre una gran acción.
Para
mí, para ti, para él.
Cada
momento es decisivo.
Para
mí, para ti, para él.
Cada
momento puede cambiar tu vida.
Hoy,
mañana, pasado mañana, para siempre.
Lo
bueno, lo malo, o la nada.
Por
un solo instante te puedes convertir en rey.
Cerca
de mí, de ti, cerca de todo.
En
un momento
puedes
perderlo todo, poco o nada...
CAMINO *
Cornelia
Păun Heinzel ©
Si
esperas a la “Z” en el presente
estarás
cansado al final del camino
porque
tendrás que recorrer el alfabeto entero.
Verás
la primera “A” pronunciada inconscientemente
perdida
en la infinidad de recuerdos,
como
gotas de lágrimas
en
el cáliz de ese líquido incoloro del presente.
Pensamientos
inconclusos que flotarán caóticos en la nada,
después
todo se convertirá en confuso, absurdo,
en
una amalgama de imágenes, sensaciones, sueños,
sentimientos...
SUEÑO DE AMOR *
Cornelia
Păun Heinzel ©
Tú
hablas con tu voz profunda y masculina,
yo
respondo con mi voz suave y femenina.
Tu
pelo negro cerca de mi cabello rubio,
mis
manos delicadas en tus grandes manos.
Y
entonces
mi
cuerpo esbelto en tus fuertes brazos.
Dos
corazones latiendo al mismo tiempo
con
tal viveza, que me despierto.
*
Traducción de Alfredo Cernuda.
EDGAR GABRIEL ELÍAS OLIVAS
(PEDRO NOSTALGIAS)
(Ciudad de México, 1988). Además de
narrador y poeta es estudiante de música. Ha participado en las publicaciones
colectivas: Tocan a la puerta, Un claro
en la ciudad, La llave de los secretos, Hostal Entrópico y Sobre la brecha.
ODA A
HUIDOBRO / CANTO C
Pedro Nostalgias ©
¿Quizá no estés preparada para untar
el cielo
en tus hombros nuevamente y recibir
un soldado en huesos.
que con sus astillas se defiende de
bombas nucleares.
pero dentro del polvo la radiación
de la vida existe,
tus labios tienen sepultados el
magma lunar
para hacer funcionar mis manecillas
de agua.
Naufragio tenebroso;
letanía de la costumbre querer
embalsamar tus pétalos
por incendiar las alas fúnebres del
orgullo
tras el rechazo vidente de las
estrellas
que alumbran la elegancia de tus
pies descalzos;
cuando entran a mis ojos y dejas
caer el ancla del infinito
volviendo a erectar la mandíbula del
océano.
De las grietas haces un vestido con
el que
vienes a agitar la tierra y sucede
la pangea.
¡Oh! Tus labios detonan esta mina
abandonada
y construyen un trayecto de corales
a tus ojos
plagados de arrecifes.
La paz del tiburón martillo
nadar debajo de tus pestañeos
que se vuelve retrógrada el reloj
y le devuelve la vida a los ríos.
Paisaje de tu suspiro
más profundo que
le extingues el abismo a los océanos
más crueles
de mis latidos.
II Molly
Molly no partirá nunca de mi cabeza,
quedó preñada de satélites;
mi cráneo que no deja de ser un
enigma de caracoles.
Me espera cada noche,
con su paciencia de ternera;
sabe que vago entre anclas y
sonidos.
Rechinan las hamacas cuando visito
la profundidad.
Me espera el olvido dentro de un
silencio.
Mientras las mantarrayas vuelan
fuera,
yo caigo en el útero del abismo.
Nadie se salva de Molly.
Ya no soy ese disturbio en la selva,
ese canguro hepático.
Dentro de poco crecerán en mí
voces invertebradas allí en el tumor
de los demonios.
Y muere en mí toda espuma
filtrada bajo la espiga del tiempo.
Filantropía de toros.
Llevo clavado el destino en un
pestañeo.
Donde jinetes atraviesan un Sahara
tras
ese comunicado de huesos;
que estallan dentro de tus labios.
Molly
te contagia de un veneno mortal
dejándote en coma;
entubado al movimiento telúrico de
sus ojos.
Bastardos del higo; dejen en paz a
los ligamentos
del péndulo.
El terror es lactancia de
escorpiones.
Escarabajos lamen el esqueleto
donde enanos juegan a los naipes.
Molly guardiana de mis ojos y
amargos pasos.
Tu mano fornica mis vasos sanguíneos
agitando a los espectros en mi hábitat
de lagunas.
Ni tú ni nadie me dejará aprender a
respirar bajo el tórax del infinito.
Molly aventura de truenos,
no deja de seguirme, me pone
aprietos
y se ausenta sin dejar rastro.
Le he preguntado que quiere de mí y
brota cuervos cuando ríe.
Molly me hace respirar a prisa.
Miren el testimonio del flamenco
volando hacia la voluntad del cangrejo,
Molly te sepulta en su ombligo;
cuando incineren mis versos un
hincha llorará lágrimas de barro y las hienas
bajo un eclipse dudarán de la
existencia de mis poros y yemas.
JIMENA ANTONIELLO LIGÜERA
Nació en Montevideo, Uruguay, en
1978. Es guionista de cine y televisión, narradora y poeta. Se encuentra
radicada en Madrid desde 2003, pasando algunos meses del año en Los Ángeles,
Estados Unidos. Estudió Letras en la Facultad de Humanidades de Montevideo y en la Universidad Complutense
de Madrid, donde posteriormente se doctoró en Estudios Avanzados en
Cristianismo Antiguo; también estudió periodismo, comunicación y marketing, y
realizó una especialización (maestría) para guion en la Escuela de Imagen y Sonido
CES de Madrid.
Más datos sobre su biografía y
trayectoria literaria en Suplemento de Realidades y Ficciones Nº 64:
Además del anterior enlace, se
encuentran obras de esta escritora en Suplemento de Realidades y Ficciones Nº
69:
MICROFICCIÓNES PARA NINFAS Y HADAS
MAMÁ ME
DIJO
Jimena Antoniello Ligüera ©
Las mujeres de la familia no
mendigan amor, me repitió mi madre cuando llamé desconsolada y con los
pedacitos de corazón en las manos. Desde mi tatarabuela, las decisiones
importantes las tomaban las hembras. Aunque no existe el sexo débil. Existen
las mentes débiles, los cuerpos débiles.
El sexo es un atributo de poder. El
que lo esgrima mejor, gana.
Hay que tener orgullo, masculló
también. Pero el mío lo había dejado olvidado hacía algunos años en la barra de
un bar a mitad de semana.
Los recuerdos los guardás en cajitas
de cristal, en un bolsillo ancho de esos vaqueros que tanto te gustan. Los
comprás de caballero todavía, ¿o no? Pues ahí mismo, me dijo, en esos
pantalones diseñados para cuerpos extraños, guardás también sus recuerdos.
En esta vida, usté no puede
arrastrase por las avenidas, con una cadena al pecho.
AMOR EN
TIEMPOS MODERNOS
Jimena Antoniello Ligüera ©
La convencí de que mi tiempo era oro
y de que estaría ocupado cada día de la semana. La convencí, pobre minita.
Ilusionada y apegada, como esas hembras que aprendieron a golpe de desamores y
buenos hábitos que lo lindo es querer al prójimo y ocuparse de él. La convencí
de que la deseaba, con que le dijese cuatro pavadas al teléfono sabiendo que no
podría cumplir, ella reía a carcajadas y separaba más las piernas.
Le prometí que la iría un día a
sorprender a su casa, esperándola con el Lexus, mientras me fumaba un
cigarrillo con una mano en el bolsillo y mis lentes de sol; los mismos que
vieron a las otras diez o veinte mujeres con las que después me desilusioné. No
voy a hablar de las otras, no es de caballeros.
La culpa es de ellas, lo quieren
todo: atención, tiempo, cariño. ¡Amor! ¿Qué locuras son esas de andar amando en
este milenio? Pobrecitas...
INCOMPRENSIBLES
MUJERES
Jimena Antoniello Ligüera ©
Estaba tan enojada, tan insoportablemente
enardecida que Troya a mi lado parecía una sucesión de fuegos artificiales
tibios.
Después de cuatro horas en las que
supongo intuyó a varias millas mi mal humor existencial llamó por teléfono. No
atendí. Escribió un mensaje en seguida, como suele hacer, para saber si estaba
ahí, con la nariz pegada a la pantallita, esperado. Tampoco respondí. Por
supuesto que estaba ahí. Siempre estoy ahí, esa es mi desgracia.
Me regodeé pensando que esta batalla
la ganaba con mi ejército silencioso. Pero al cabo de una hora la Margarita que me tomé,
abiertamente me vendió al enemigo con un mensaje irónico.
Volví a sentirme ridícula, como
hacía unas horas en su coche, cuando le dije con voz dulce que tomásemos un
cafecito juntos y sin darme explicaciones me devolvió a mi casa. Una puñalada
en el bajo vientre. Una de esas con las que la vida se te va despacito pero
constante. Yo era la mina loca, pesada, que rogaba unos minutos más de
atención. Eso reflejaba el filo del cuchillo.
La historia es larga y confusa, jugosa
en extremo, pero no viene al caso.
Y yo comiéndome la cabeza para saber
dónde la había cagado. Ellas, siempre son ellas. Hacen todo mal estas mujeres
idiotas, que se enamoran.
Después de esta pataleta, el destino
ahora no borra su llamada perdida de mi teléfono, aunque lo haya apagado y
vuelto a encender.
Es mi castigo, sus iniciales, debajo
de un Uno rojo, marcado a fuego. A ver ahora cómo traduzco mi rabia al inglés.
La madre que lo parió.
EDUARDO JORGE ARCURI MÁRQUEZ
Nacido en General San Martín, Provincia
de Buenos Aires, Argentina, el 28/11/1946, su intención como autor es la de
conmover al lector con sus obras. Dice ser un niño de casi setenta años, que
juega con las palabras y el mismo ímpetu que un adulto elabora el equilibrio
entre la ignorancia y el conocimiento.
El equilibrio entre el arte y la
ciencia lo ha convertido en lo que una editora de España definió como “un
hombre del Renacimiento”. Tras observar la intelectualidad bohemia de su padre
y su abuelo materno —ambos escritores—, por rebeldía se propuso estudiar
carreras técnicas y dedicarse a la física mecánica.
No obstante, las influencias
artísticas familiares le permitieron interpretar al “Hombre del Renacimiento” y
cursó realización cinematográfica en la Escuela de Arte Fotográfico, Cine y Técnicas
Audiovisuales de la
Municipalidad de Avellaneda. Cursó estudios incompletos en filosofía
y letras en la carrera de Licenciatura en Historia (UBA). Trabajó con el
historietista Francisco Solano López (El
eternauta y Barbarella) pero, por
los magros ingresos, dejó en estado latente su placer por lo artístico.
Al dedicarse al trabajo técnico, su
literatura quedó como arma contra las dictaduras militares de los años ’60 y
’70 en Argentina y para “consumo interno”. Trabajó como científico-técnico del
INTI, Parque Tecnológico Miguelete. Disconforme con la política del gobierno
menemista sobre los servicios a las PYMES, renunció al INTI en 1991 y formó su
propia empresa de ingeniería y mantenimiento técnico para industrias
nacionales. Es docente técnico del CONET, especializado en mecánica de los
fluidos.
Su carrera como escritor profesional
Por ironía de la vida, al quedar
discapacitado motriz debió obedecer a su genética, la que lo llevó en silla de
ruedas a tener que enfrentarse a la
PC , para asumir el viejo oficio familiar. Pagado “el derecho
de piso”, comenzó a trabajar para editoriales, al tiempo que debió abocarse a
completar su formación literaria en cursos virtuales sobre: escritura creativa
(Escuela de Escritores de España); narrativa infantil y juvenil (taller
literario Domeus, EDEBE, España); corrector literario (curso prof. Pablo Valle
– UBA); narrativa teatral (Guillermo de la Puente , Escuela de Escritores de España); técnicas
narrativas (escritor cubano Raúl Aguiar, Taller Literario Ficcioneros); curso
sobre guion (presencial, Facultad de Diseño y Comunicación, Universidad de
Palermo); curso sobre corrección y estilo (prof. Santiago Alcoba Rueda, del
Departamento de Filología Española, Universidad Autónoma de Barcelona); curso
sobre creatividad (Dra. Guadalupe Vadillo, UNAM, México).
Trabaja como corrector literario y
autor freelance para varias editoriales: Distal de Buenos Aires, Distal Miami,
Gandhi, El Arca de México y para otra de Puerto Rico. Es redactor en el
semanario español sobre ciencias, arte y humanidades “Las nueve musas”,
dirigida por José Rico.
Como autor fantasma trabaja para
varios empresarios argentinos. Ganó varios premios literarios. Como
vicepresidente de la Sociedad
de Escritores de San Martín (SESAM), dictó cursos, seminarios y charlas sobre
historia y técnicas narrativas. Fue jurado nacional e internacional en diversos
certámenes literarios. Ha sido designado Representante Coordinador General en
Argentina de la
Sociedad Iberoamericana de Escritores, con sede en Toledo,
España.
Lleva escritas varias obras
teatrales para Ricardo Cánepa Producciones. Muchas de esas comedias se
representaron en el teatro municipal Tomás Seminari en Belén de Escobar, Buenos
Aires, y en la escuela de teatro del mismo productor.
Entre trabajos éditos e inéditos,
lleva escritos más de 32 libros sobre narrativa (novelas, cuentos, ensayos,
biografías, manuales, dramaturgia, entre los que se mezcla clandestinamente un
poemario). Muchos de sus trabajos pueden encontrarse con el buscador Google y
en las páginas citadas al pie.
Debido a la discapacidad motriz (hoy
rehabilitada) a partir del año 2000, se dedica de lleno a la escritura
profesional de tiempo completo y a la consultoría sobre ingeniería y mantenimiento
técnico industrial para la consultora Carmona y Asociados.
EL
LLAMADO DE LA SELVA
Eduardo Jorge Arcuri Márquez ©
Como un pubis vegetal, un tramo de
tupida selva se enclava en medio del desierto arenoso y tórrido de la llanura
africana.
Cruzando los límites imprecisos y
notorios demarcados por el verdor de las plantas y las palmeras, se extiende el
sol que hacia lo lejos recalienta el paisaje de la sabana sin sombras. En esta
parte, donde el mismo sol se filtra entre el follaje de un claro abierto por la
mano del hombre, una sucesión de chozas se alinean al costado de un camino liso
y seco que se pierde zigzagueante en el monte como un sendero de hormigas
gigantes.
Hay revuelo entre los nativos de
piel lustrosa y negra, muchos están en estado de alerta; un nuevo suceso
repetido a lo largo de la historia del hombre, está por repetirse
inexorablemente. En una de las chozas, los gemidos de una mujer y las voces de
otras que ayudan en el parto, se mezclan con el silencio de los hombres que
esperan afuera.
Finalmente, el llanto agudo de una
criatura quiebra los sonidos de la selva y los pájaros vuelan asustados. La
antigua voz de un ser humano hace alusión a su presencia. Ha nacido un niño, de
ojos redondos como de obsidianas y un pelo ensortijado delineando el contorno
de un cráneo de primate evolucionado.
La comadrona que ayuda a la
parturienta se acerca al jefe Mobutu y le hace una seña silenciosa para que
entre a reconocer a su hijo. El hombre, con un manojo de ornamentos entre sus
manos y las primitivas armas neolíticas que usó Kamuba —su propio padre—,
comienza a pasarlas por sobre la cabeza del recién nacido. Susurra unas
palabras en lenguaje arcano y con un gesto de ojos elevados, parece implorar al
cielo algo incomprensible para el profano. Desde una manta en el suelo, el niño
agita los bracitos y estira las piernas de ámbar negro, mientras pareciera que
se despereza de un largo sueño.
Un nuevo gesto en la expresión
indiferente del niño, consigue que los pocos presentes se miren y aprueben en
silencio. Sin duda, confirman que es el anciano Kamuba que ha reconocido sus
utensilios de labranza y de guerra, confirmando así, que ha regresado al fin
del largo viaje que separa a los vivos de los muertos.
Mobutu sale de la choza radiante y
satisfecho. Grita a todos los habitantes de la selva que su padre ha
reencarnado. Los escasos habitantes festejan. Están contentos con el regreso
del viejo rey que un tiempo atrás se había ido, dejando su deshabitado cuerpo
en el mundo de los restos. La esperanza se renueva, ha venido vestida con una
nueva piel dentro del cuerpo del recién nacido. Ese ser crecerá sin infancia
con la responsabilidad de su abuelo, intentando recordar su anterior vida para
que todo siga como era entonces, como cuando su nombre fue Kamuba.
Aunque quizás a nuestros ojos
occidentales sea injusta la propuesta, el niño no tendrá derecho a la
inocencia; en su aprendizaje para la supervivencia en la selva, los adultos
tratarán de ayudarlo a recordar como era su mundo de entonces. Sin saberlo, se
amamantará de los pechos de su nuera y su hijo, el actual jefe del clan, le
dejará el trono que le pertenece, apenas recobre la memoria con los años y el
tamaño de su cuerpo lo convierta otra vez en hombre.
CARPE
DIEM
Eduardo Jorge Arcuri Márquez ©
El poeta Horacio debió escribir aquel
día a su amiga Leucone: “…carpe diem quam mínimum crédula postrero…” y los
historiadores recogieron el guante traduciéndolo al español como: “aprovecha el
día, no te fíes del mañana”. Otros, más barrocos, románticos o renacentistas,
podrán encontrar otra punta de la frase “carpe diem” y la compusieron
literalmente como “vive el momento”. Pretenciosa actitud de negarle a la vida
el tener que confiar menos en el mañana y disfrutar cada instante del presente.
Porque el tiempo pasa y el mañana llega sin darnos cuenta.
Cándidamente negamos el “momento
mori” de la sentencia latina que nos recuerda que habremos de morir. Y es
cierto pensar que la muerte es la única certeza que nos asegura la vida. Todo
lo demás no lo sabemos o no lo queremos imaginar ni atrevernos a conocer.
Sin embargo, hoy la muerte ha
llegado a golpearme las palmas de las manos cuando retuve el cuerpo inerte de
mi perro, ya viejo y achacoso. Lo escuché gemir y cuando salí a su encuentro,
lo vi tendido a lo largo sobre la tierra en el gesto estoico de un guerrero
agonizante después de la batalla. Apenas movía una de las patas y al acercarme,
alcanzó a levantar la cabeza para regalarme una mirada triste de despedida o
quizás, para disculparse por no poder ofrecerme un mañana.
Lo retuve entre mis manos como si
pudiera insuflarle vida. Como si con ellas pudiera retener su alma para que no
se le escape del cuerpo enflaquecido por los años. Él, Homero, nuestro perro,
permaneció en silencio mirándome cargado de recuerdos y miles de afectos
alimentados por más de quince años juntos. Compartimos el mismo hogar, al
cubierto del mismo techo. “Los perros no viven tanto tiempo” me dijo la
veterinaria la última vez que vino a revisarlo. Y sí…, todos suponíamos que
algún día Homero habría de morir.
Si lo mismo habrá de pasarnos a
cualquiera de nosotros, él no tenía por qué resultar ajeno a la sentencia.
“Carpe diem momento mori” debí recordar el instante en que la vida de mi amigo
se me escurría entre los dedos que acariciaban su pelaje marchito. Lo que no
podré olvidar es el calor de su cuerpo; latía despacio y en sus ojos tibios la
mirada triste que suelen tener las despedidas del para siempre.
Hoy la muerte, así chiquita, sin
mayúsculas, la dueña de todas las vidas, vino a llevarse a Homero. A ese pedazo
de mi vida que de cachorro aceptó su nombre en honor al poeta griego, como si
desde tiempo atrás lo conociera. La gran diferencia en sus dignidades es que
este Homero era mi perro, el perro de la familia, el amigo con quien nos fuimos
poniendo viejos a distintos ritmos y a un mismo amparo. No quisimos darnos
cuenta del paso del tiempo y lo creímos eterno.
Los recuerdos, llegados desde quince
años atrás, me golpearon el pecho. Lo imaginé otra vez cachorro y travieso.
Inteligente y valiente. Noble como cualquier amigo bueno. Al verlo así, sin
mayores esperanzas, no pude soportarlo y cuando la muerte me lo arrancó
definitivamente de las manos, rompí a llorar en silencio.
ESTHER GONZÁLEZ SÁNCHEZ
Docente. Poeta. Nació en Catoira
(Pontevedra), España, reside en la ciudad de Vigo. Desde muy temprano
desarrolló su interés por la poesía interviniendo en recitales y otros eventos
poéticos a través de programas de la radio y la televisión locales.
Más datos sobre su biografía y
trayectoria literaria, así como algunas de sus obras, en Suplemento de
Realidades y Ficciones Nº 61:
SIN
BRÚJULAS NI ACENTOS
Esther González Sánchez
©
Ahora que voy sola en este cuerpo,
sin brújulas ni acentos,
sin pañuelos ni adioses
que agiten despedidas,
los feudos de mis aguas
corren tristes, vacíos ya de luz,
como una Navidad de verso solitario;
y frente al mar abierto
de un soliloquio eterno,
siento la pesadumbre
del que vuelve vencido
portando barricadas
de duelo entre los dedos.
No hay dioses en mi cuarto,
ni gubias, ni cinceles,
ni muelas moledoras de infortunios;
tan solo una metástasis de pasos
y un arca de Noé, tras el diluvio.
CERRAR
LOS OJOS
Esther González Sánchez
©
Cerrar los ojos para poblarse de
Universo,
para apagar la voz que enmudece el
brillo de los pájaros;
descender hasta el color de la
memoria
y zozobrar en el espejo de la tarde
indefectiblemente nuestra.
Llueve.
Nos humedece el dialecto del
encuentro.
ADOLESCENCIA
Esther González Sánchez
©
¡Oh, niña de las rosas!
La entretenida en ondas y festones
y llena de prodigios:
En el dulce diluvio que te empeña,
¡Qué puras van tus gotas!
¡Qué enteras de latido por humanas
cuando encierras los ojos
rodeándolos de verbos
y gozas la medida
de aquel primer abrazo
que empuja y ensaya su belleza!
¿Acaso no es su alondra
quien te detiene en arias,
dulcemente aumentada
y vestida de fiesta?
¡Cómo llaman al sueño
los suaves sobornos,
que en retoñar de azules
te decoran en beso!
Y si al cabo despiertas en su
efluvio:
¿Qué nuevo es tu mirada si
despiertas?
¿Qué húmedo sus islas cuando ríes?
¿O no es si no, que guardan sus
esferas
ese botón de lluvia
que brota hacia el creciente,
sonrojando el pulmón de las
mejillas,
entre albores de pájaros
y flautas de agua dulce?
COMO UN
CÉSAR
Esther González Sánchez
©
Esta noche me trajo tu rocío,
y amándote entre gotas te sostuve
como si fueras César, y yo tierra de
Galias
aguardando el imperio
de tu ansiada conquista.
Tendría tantas cosas que decirte…
¡Oh vasto emperador de mis sentidos!
Después que vi vaciarse el mar de
tus pupilas,
acaso el mismo Dios que ya conoces,
me habló de tu existencia
sin la temperatura de la vida:
ahora sé, que llevas
tu cuerpo de milagro sobre el mundo,
muy fuera de los himnos de la
tierra,
y apoyado en la frente
un grito de triunfo entre laureles.
¡Mi recio paralelo de amorosa
doctrina!
No volveré al dolor de los cipreses:
la muerte es poca cosa
si no bebo en la copa de alcohol de
su madera
y distraigo en ti el luto de mis
labios.
Ahora ya no hay tardes con ojeras
y tu presencia ingrávida
acelera mi pulso
porque sé, que es la espada de tu
beso
quien se acerca en temblor a mi
alborada.
RICARDO JOSÉ IRIBARREN
(heterónimo: Gocho Versolari,
aplicado a su obra poética)
Escritor argentino, nacido en 1949
en la ciudad de Mar del Plata. Sus principales publicaciones en papel son El ángel y las cucarachas (Mérida,
Venezuela, 2006) y La vida está aquí –
seis ensayos y siete leyendas sudamericanas (Buenos Aires, Editorial Abya
Yala, 1992). La mayor parte de su obra se encuentra inédita en los circuitos
comerciales convencionales.
TAN SOLO
UN INSTANTE DEJA DE SER YO
Gocho Versolari ©
Tan solo un instante deja de ser yo.
Déjame probar tu cintura.
Luego volverás
a mojar tus labios en el jugo fresco
de mi corazón.
Muéstrate un momento
en la neblina azul de mi cuarto;
que tu mano derecha
no sea un imaginado gesto
Que tu seno izquierdo
no sea un pájaro sin alas.
Que tu sexo no sea
una lejana caverna sin paredes.
Tan solo un instante deja de ser yo,
Muéstrate ajena
y luego vuelve a sumergirte en mis
entrañas.
HIMNO AL
HÍGADO
Gocho Versolari ©
Mi hígado flamea como una bandera;
míralo niña,
camina hacia él
y besa cada uno de los lóbulos
del húmedo y rojizo tejido,
que brilla como una flor extraña. Mi
hígado
se proyecta en el amanecer. Míralo
entre las nubes
como un pájaro nuevo;
ordéñalo como a una vaca;
con tus dedos blancos arranca los
fluidos,
mezcla de líquidos y música.
Abajo, en la tierra,
tu madre nos espera y se pregunta
si aquella nube roja anuncia lluvia.
Es mi hígado, señora, aprecie su
belleza; se parece a usted en sus años mozos.
Dedíquele unos pasos de baile y mi
hígado lanzará un gemido de contento.
Luego tu madre nos dejará solos
y el hígado bajará a las glorietas y
nos ofrecerá su carne tibia,
como un súbito terciopelo marrón
para que nos amemos. Montaña
bendecida por la sangre del cuerpo,
cantará una melodía azul
antes que se abalancen las
estrellas.
AÚLLAN
LAS ESTRELLAS
Gocho Versolari ©
Recuerda cuando los días se llenaban
de naves
y las fresas de la tarde
caían en lluvia sobre las veredas
y al pisarlas con tus pies desnudos
te teñía la sangre vegetal
hasta las piernas.
Recuerda
cuando las noches se llenaban de
peces
y te besabas con el meteorólogo;
al predecir buen tiempo
te quitabas los zapatos y bailabas
descalza
por toda la plaza.
Tu recuerdo es una clave azul,
una llave sin puerta,
una entrada dormida,
un mensaje de tibia carne,
de sonrisas y pasto,
de pies desnudos y hierba de las
tres. Tu ausencia
es el pozo que se abre en la parte
trasera del cilicio
y que cuelga de los panes de la
aurora
cuando llegas en la grupa
de las azules langostas de la noche.
Ahora gimen las tardes. Tu ausencia
llena de nada las glorietas. Ahora
una llave gira en los peldaños del
cielo
y las nubes arrojan cuerdas de
guitarras,
cencerros azules,
miradas carmines
que se amontonan en el patio de
atrás,
mientras la tierra y sus entrañas
sueñan con tu regreso.
Canta un grillo.
Se desvela una rana
y aúllan las estrellas.
LILIA MORALES Y MORI
(México, 22/2/1946). Estudió biología
en la Facultad
de Ciencias de la UNAM. Es
narradora, poeta, diseñadora de arte fractal e inventora de juegos y modelos
matemáticos. En 2010 adquirió la nacionalidad española de origen, de la región
Catalana.
Más datos sobre su biografía y
trayectoria literaria en Suplemento de Realidades y Ficciones Nº 61:
Además del anterior enlace, se
encuentran obras de esta escritora en Suplemento de Realidades y Ficciones Nº 67:
HOY NO ME
DISTE UN BESO
Lilia Morales y Mori ©
Hoy no me diste un beso
ayer tampoco, ni siquiera antes de
ayer.
Y bien que lo sabe el viento
céfiro febril de mis sueños, luz
cegadora de tus ojos.
Impetuoso delirio de mi espíritu
aliento extenuado en el espejo de tu
pródiga sonrisa
sustancia atrapada en la fuente de
mis labios
demonio acurrucado en las tersas y
húmedas paredes
prístinas aristas vestidas de
encaje, de luz y de sol.
Bosteza la bóveda del silencio
suspiros marinos
como el azul del mar que estremece
las sábanas
olas perfumadas de sándalo
destellos del alma que se llenan de
sombras en la oscuridad.
¡Sí!...
Hoy no me diste un beso
ayer tampoco, ni siquiera antes de
ayer.
Se pilló el olvido tu último beso
¡Imperdonable extravío de mi alma!
caricia de un sendero melancólico
que deshilvana los muros del
recuerdo
espaciosas montañas donde evoco el
fuego
silencioso cristal, ave fugaz que me
dejó sin nada.
LAS
SEÑALES
Lilia Morales y Mori ©
Repentinas
como las estrellas fugaces
las señales de luz
descienden en el delirio
de una duda inquietante.
Son austeras y discretas
viajeras frágiles
peregrinas llegan candorosas
y se alejan eclipsadas
como el sol bajo la nube
que esconde el fulgor de los rayos
incendiando su ígneo calor.
Las señales
de ámbar se visten
de éter se inflaman
de ecos se dicen
del tacto nos llaman
con voces que tocan
sonidos de graves espías.
Más la vida
las pasa de largo
como sueños que en el viento
las evoca
como ríos que en el agua
las olvida
como cantos que enmudecen
en el rostro sempiterno
del glauco cristal
en mis noches profundas
en mis tristes ensueños.
LOS
SEDRAKS
Lilia Morales y Mori ©
Sedrak,
palabra que acuñé con el significado de:
Guardián
de la Memoria
Ayer
entre la multitud
vi tu rostro
en el semblante taciturno
de otros rostros
como una ola gigante
desplazándose…
hacia un despeñadero
indiferente
sombrío
y detrás de ti
un tumultuoso polvo
de tiempo desterrado
de profundas grietas
de cientos de miles de años.
En los cántaros
el vino ya no fluye como el agua
en la montaña
ya no canta el pájaro de barro
los sedraks ahuyentan
el perfume de la hierba
flotan barcos de papel
sobre el golfo de Lepanto
¿dónde ha quedado la fragua de
hierro
que funde el sueño de la mandrágora?
¿qué luz cobijará a los sedraks?
que hoy nos sonríen
con palabras de una lengua
que nace en las tinieblas
de un largo viaje
oculto en el fondo de un enigma
de un rostro que emerge
espacioso…
en un vacío...
que se llena de nada.
FRANK MURCIA
Nació en febrero de 1969 en Badalona
(Cataluña), España, pero creció en Santa Coloma de Gramenet, encima de un cine
de barrio. En la actualidad reside en Gavà. Funcionario de la UPC y escritor. Autor de Anestesia social (2008), por un
fragmento de esta obra obtuvo el premio literario de Vila de l’Arboç (2006).
También ha participado con el relato 30
euros en Cuentos de navidad, Antología
de relatos breves (2015). El zaguán
de los besos esquivos es su última novela (2016).
@Termopilas2000
UNA
CANCIÓN PROHIBIDA Y UN CLAVEL
Franc Murcia ©
Se acostó extrañada de escuchar en
la radio aquella canción prohibida. Al levantarse su ropa aún olía a los
claveles que había recogido. Antes de salir miró a sus hijos y soñó con un
mundo mejor. Cuando llegó al restaurante, el dueño la envió a casa y le comentó
lo de la revolución. Con dos ramilletes de claveles bajo el brazo salió a la
calle. «Esto no me lo pierdo», pensó y se dispuso a ver con sus propios ojos
qué sucedía. Con la intención de saberlo se acercó a aquel soldado aterido y le
preguntó. Tras responderle, el hombre le pidió un cigarro. Celeste, en aquel
instante, lamentó no fumar y le ofreció una sonrisa y un clavel tan rojo como
su corazón. El soldado, con otra sonrisa, alargó el brazo, aceptó la flor y la
plantó en su fusil. La primavera penetró en lo concebido para matar y la escena
se repitió una y otra vez. Los claveles volaron y sus pétalos danzaron al son
de aquella canción.
TU
VENTANA
Franc Murcia ©
Las golondrinas han emigrado y yo
continúo sin quitar el ojo a esas zapatillas olvidadas en el alféizar de tu
ventana. Aunque lleve tantos años cerrada y con la persiana bajada, te veo a
través de ella con los auriculares puestos y leyendo. Como siempre que te
imagino, mi mente canturrea esa canción que tanto me gusta: La chica de ayer.
El del tercero por fin retiró el plástico, seguro que mañana lloverá. Otra vez
está Leónidas en posición de ataque. La paloma no sospecha lo rápido que es ese
gato. ¡Vaya!, ha fallado. Se hace mayor. Como yo. A ver cuándo se acuerda de mí
esta gente, me duele el cuello de estar tanto tiempo en la misma posición. Al
menos, antes podía accionar la silla de ruedas y escribir. Ya no tengo
suficiente con recordarte. Lo que daría por calzarme esas zapatillas de baile.
ELENA SAAVEDRA SILES
(Rota, Cádiz, España). Novelista y
cuentista. Ganó varios premios literarios. Comenzó a escribir a los diez años de
edad aproximadamente, pero a publicar en IES Castillo Luna en 2007, revista que
dirigió al año siguiente. A partir de ahí se lanzó a editar por internet en
páginas como Ediciona, Soopbook, Falsaria o wattpadd.
Bachiller en ciencias sociales (IES
Mar de Cádiz). C.S. en administración y finanzas, y en prevención de riesgos
laborales.
Autora del libro La prueba (2014). Tiene varios otros
libros on-line: Edu y Elena: Los 9 Reinos,
El guerrero oscuro y El legado de los César.
ANIVERSARIOS
DE LA VIDA
Elena Saavedra Siles ©
En un año pasan muchas cosas, tanto
buenas como malas, en nuestra vida esos 365 días pasan a veces demasiado de prisa
y otras demasiado despacio; pero lo que no tenemos que olvidar es que sin duda
podemos considerarnos afortunados de poder vivir esos 365 días, sobre todo si
poseemos salud y a las personas importantes de nuestra vida a nuestro lado. El
mismo Dalai Lama pudo expresarlo con mayor claridad: “Lo que más me sorprende del hombre occidental es que pierden la salud
para ganar dinero, después pierden el dinero para recuperar la salud; y por
pensar ansiosamente en el futuro no disfrutan el presente, por lo que no viven
ni el presente ni el futuro; y viven como si no tuviesen que morir nunca… y
mueren como si nunca hubieran vivido”.
Cuando vivimos los aniversarios de
la vida, sea cual sea la razón del mismo, recordamos todo lo ocurrido durante
ese tiempo que nos ha conducido a la situación en la que nos hallamos en ese
momento. Y pensamos: Si no me hubieran pasado ninguna de las cosas, buenas y
malas que me han pasado durante este año, probablemente ni siquiera estaría
aquí. Y tenemos razón, las cosas que nos suceden ya escapen o no a nuestro
control, sean o no cosa del destino, nos conducen a nuestro presente y pueden
marcar para siempre nuestro futuro.
Nuestro primer aniversario es
nuestro primer cumpleaños, ninguno de nosotros lo recuerda, pero en la memoria
de aquellos que lo vivieron es un momento muy especial. Así como tantos otros,
como la primera palabra que decimos, nuestros primeros pasos, nuestro primer
diente y así con muchas primeras experiencias que tanto para nosotros como para
los que nos quieren y están a nuestro lado se convierten en recuerdos maravillosos
e inolvidables.
Los siguientes aniversarios suelen
ser relaciones amorosas que tenemos a lo largo de nuestra vida o de las
vivencias trágicas que hemos vivido, como la muerte de un familiar o un ser
querido. Los restos de los aniversarios suelen tener menos importancia, aunque
eso depende de lo que cada uno ponga en su vida como prioridad. Puede ser el
aniversario de nuestro primer año como trabajador o como autónomo, el
aniversario de nuestra primera relación sexual, o el aniversario de alguna clase
de mérito propio del que nos sentimos orgullosos, como ganar en un evento
deportivo o la publicación de un libro o de un disco. Todos estos aniversarios
nos marcan a lo largo de nuestra vida y todos ellos nos alientan a continuar
hacia delante, a seguir caminando para poder seguir viviendo más aniversarios.
Se trata de eso; de vivir, de buscar nuestra felicidad. Así pues celebremos los
aniversarios buenos de la vida y dejemos atrás todos aquellos que no nos
aporten felicidad. Puede ser difícil, pero la felicidad no suele serlo. Hay que
pelear por ella, año tras año de nuestras vidas y no nos debemos rendir, porque
entonces es cuando habremos perdido.
Feliz aniversario de la vida.
Elena Saavedra Siles ©
Lucía miraba al exterior a través de
la ventana desde su habitación vacía. Hacía tiempo que estaba sola; aunque
estaba acostumbrada, llevaba demasiado tiempo en aquella fría habitación
esperando que entrara un poco de luz y esperanza a través de la ventana.
En el exterior la gente caminaba
despreocupada; apenas se detenían a mirar a su alrededor y ella les compadecía
por no valorar la belleza de lo que les rodeaba. Ella estaba deseando sentir el
sol sobre su piel blanca como la nieve, cerrar sus ojos de color miel y
disfrutar de su nueva vida.
—Hola, Lucía— dijo una voz masculina
a su lado.
—Hola, doctor García. ¿Es ya la
hora? —preguntó Lucía.
—Sí, debemos irnos. Hoy es el día de
tu alta. Por fin has superado el cáncer, eres una luchadora.
—Gracias. Creo que después de todo
lo que me ha pasado en los últimos meses miraré las cosas de forma distinta.
Incluso echaré de menos mirar por la ventana —reconoció Lucía.
—Nosotros también te vamos a echar
de menos Lucía, todo el equipo quiere despedirse de ti. Vamos te llevo con
ellos y después a casa. ¿Te parece bien? —preguntó el doctor y Lucía asintió
como respuesta: —Bien, vamos.
El doctor ayudó a Lucía a subirse en
una silla de ruedas y salieron de la habitación. Mientras se marchaban, Lucía
echó una última mirada a la ventana, ahora su nueva vida la esperaba.
SUPLEMENTO DE REALIDADES Y
FICCIONES
Nº 72 – Marzo de 2017 –
Año VIII
ISSN 2250-5385
Exp. 5316575 del 20/10/2016, Dirección Nacional del
Derecho de Autor / República Argentina.
Propietario y Director: Héctor R. Zabala
Av. Del Libertador 6039 (C1428ARD)
Ciudad de Buenos Aires, Argentina
Currículo en Suplemento de Realidades y Ficciones Nº 56:
Colaboradores
Noelia Natalia Barchuk Löwer
Resistencia (Chaco), Argentina
Currículo en Suplemento de Realidades y Ficciones Nº 72:
Mónica Villarreal
Scottsdale (Arizona), Estados Unidos
Monterrey (Nuevo León), México
@mon_villarreal
Currículo en revista Realidades y Ficciones Nº 17:
@RyFRevLiteraria
@RyF_Supl_Letras
Las opiniones vertidas en los artículos de esta publicación son de exclusiva responsabilidad del autor pertinente.
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