domingo, 28 de septiembre de 2025

SUPLEMENTO DE REALIDADES Y FICCIONES

Nº 107 – Septiembre de 2025 – Año XVI

ISSN 2250-5385 – Edición trimestral

Inscripción gratuita como LECTOR o COLABORADOR
si escribe a zab_he@hotmail.com
(por favor, revisar correo no deseado)
indicando nombre y apellido, ciudad y país
(se le avisará cada nuevo número trimestral).

“Boceto de búho”
Mónica Villarreal, 2025
 
(Acrílico sobre tela, 4" x 6")
 
Sumario:
• Pedro MARTÍNEZ CORADA (España)
• Miriam Gladys GÓMEZ - Julliette (Argentina)
• Enrique JARAMILLO LEVI (Panamá - México)
• Pablo QUERALT (Argentina)
• Marco ORTEGA COLLAS (Perú)
• Alba Aída OLIVA (Argentina)
• Gabriela MARIN (Rumania)
• Nahuel Tomás PONTE (Argentina)
• Salomé MOLTÓ (España)
• Norma DUS (Argentina)
• Aníbal MALAPARTE (México)
• Amir GORZALCZANY (Argentina - Israel)

 

PEDRO M. MARTÍNEZ CORADA

Madrid, 1951. Escritor, fotógrafo y locutor. Director de la Revista Almiar (https://margencero.es). Ha publicado el libro de relatos Nunca llueve sobre el Sáhara (Mandala & Lápiz Cero, 2008) y participado en las antologías Vampiros, ángeles, viajeros y suicidas (Kokoro Libros, 2005); Inventarĭum (Margen Cero, 2013); Martínez en tertulia (Café Literario Editores, 2014) y Archipiélago 988 (Cuadernos del Laberinto, 2022).

Biografía y obra en Internet: https://linktr.ee/martinezcorada

Fotografía del autor Diego Martínez © (https://www.instagram.com/diegomartinezph/)

 

TODOS ERAN IGUALES, MENOS UNO *

Pedro M. Martínez Corada ©

Para Óscar Portela y el mundo que nos queda

Nos gustaban los pueblos abandonados. Bien por razones opuestas o por parejos sentimientos, todos ansiábamos que llegara el sábado para desaparecer en alguna ladería silenciosa. Recorrer aquellas casas solitarias formaba parte de nuestra idiosincrasia, supongo que eran la representación del deseo de vivir de otra manera, aunque no supiéramos de cuál.

—No sólo es el asesinato del paisaje —dijiste en una ocasión, mirando un inútil lavadero ausente de comadres—, es el símbolo del fin de esta sociedad.

—El último símbolo que ha habido y habrá, fue la muerte de Jesucristo.

—No seas cínico —respondiste. Y qué podía decirte yo, tener un carné del Partido en el bolsillo nunca ha garantizado la pureza ideológica de nadie, tampoco la mía.

Cuando llovía, dormíamos en la casa más limpia que encontráramos, después de recorrer calles que jamás tuvieron adoquines. En las casas veíamos somieres espinosos, sillas destripadas, botellas llorando cera, calendarios de vírgenes tristes y llaves de hierro picado por la viruela del tiempo. A veces, en lo que fue una escuela o un ayuntamiento, hallábamos arcones fajados por herrajes roñosos; como si fueran tumbas egipcias habían sufrido la visita de los saqueadores y dentro encontrábamos, las menos de aquellas, papeles terrosos con cuentas escritas en donde las pesetas tenían céntimos y el debe y el haber estaban escritos en colores rojo y azul —como los de la Guerra Civil, dirías tú—, o algún ejemplar abarquillado de El Magisterio Español que nadie quiso, salvo Roberto, ese tío enteco que lo guardaba todo y con el que era imposible que tú fueras feliz.

Las noches parecían más largas entre los restos de aquella memoria hecha añicos. Félix, un grandullón que no sabía hacer algo sin escuchar música, posaba divertido para la cámara de Roberto. No he visto ninguna de aquellas fotos que zumbaban entre nuestras cabezas mientras escuchábamos Songs Of Love And Hate o imaginábamos a Satán entreteniéndose en inspirar a Mick Jagger.

 

—Deberían legalizar el hachís. Sería el gesto más progresivo para con la humanidad… después del descubrimiento del vino, por supuesto —dijo Félix, rodeado por un humo azulado.

—Nunca debieron prohibirlo —aduje, mientras esperábamos turno.

Y el viento y la lluvia sacudían los postigos de las casas. Fantasmas de madera carcomida, hijos de las ilusiones perdidas. Más deshabitados estábamos nosotros, te susurraba en la oscuridad, mientras Roberto dormía al otro lado de tu saco. Ruido de pisadas de ratas en el sobrado, roces de cucarachas en los viejos vasares, crujidos de gusanos devorando la madera podrida de las vigas; sonidos que subyacen en el aparente silencio de la noche, una entelequia hermana del tiempo. Las sombras se tornaban sustantivas y yo huía del amanecer cuando observaba cómo dormías.

—¿Por qué te gustan los cementerios?

Levanté la vista del bloc y te contemplé. Pensé que debería dibujarte a ti, pero el carboncillo y el difumino se rendirían ante tus cabellos bermejos. Tenías el pie izquierdo apoyado sobre una piedra y el pantalón vaquero te ceñía las caderas y delimitaba la planicie de tu vientre. La brisa despertó a la mañana y se oyeron disparos de escopetas en algún coto lejano, en el campo de exterminio dominical decorado con uniformes paramilitares.

—La muerte es lo único que interesa de verdad al ser humano.

Te acercaste, dejé el cuaderno sobre la lápida en la que estaba sentado y nos miramos. Cada amanecer de domingo me acompañabas, observabas mis dibujos, respirábamos juntos la humedad del trigo verde y de las silvas. Cogí tus manos y, pomposo, declamé:

Rosa, oh contradicción pura, placer,
de no ser sueño de nadie debajo de tantos
párpados.
[1]

         —No me gusta ese poema… —susurraste, bajando la cabeza. Sentí cómo tus manos apretaron las mías.

—A mí tampoco… —y reímos.

El sonido de nuestras risas se esparció entre los nichos, sobrevoló la campiña y acalló, por un momento, el tac de los disparos. Las perdices y los conejos huían de la pólvora y los perros. Un buitre planeaba en el cielo atento al posible botín, indiferente a nuestro abrazo. Nos gustaba la aventura.

 

Llueve sobre Segovia. Será que viene el invierno. Las ventanas del bar están empañadas, también los cristales del coche en el que acabamos de llegar a la plaza del pueblo. Los domingos por la tarde nos resistíamos a volver. Una última parada antes de las pendientes de Somosierra nos despertaba la ilusión de que nunca regresaríamos. Félix pide orujo y charla con el tabernero quien también se irá dentro de poco, quizá con los hijos, camino de Madrid. Pero todavía hay tiempo para echar algunas partidas de futbolín. Cinco duros, siete bolas. Para que no haya empates. Las figurillas que representan a los futbolistas son de madera, con ellas se puede jugar en serio. Las cabezas de las figuras son todas iguales: el pelo está pintado de un negro brillante; la boca es una insensible línea recta de color rojo; los ojos, círculos negros sin el color del iris. Hay una figura que, sin embargo, es distinta: uno de los porteros. Debió romperse y fue sustituida por una pieza de otro modelo, lleva una gorra y el pelo es de color beige. Me gustaba jugar en su campo.

Félix bebe de su segundo orujo, nunca le gustó el futbolín. Roberto y tú, contra mí. Son las ocho y echamos la última partida. Vamos empatados a tres, tras el gol que acabo de meterte después de un fino pase desde la media. Con el delantero pisé la bola, la acaricié, la desplacé de izquierda a derecha y cuando pensabas que tiraría por allí lo hice al otro hueco, con suavidad. Te quedaste quieta, observaste cómo la bola entraba, sin saber reaccionar, y reíste. Los pocos parroquianos que había en la taberna se admiraron con el compás de tus pechos subiendo y bajando dentro del jersey. Roberto te pide el cambio: quiere ganar a toda costa y él se cree mejor portero que tú.

Última bola. La saco desde el centro y peleo contigo por la posesión. La paso entre dos de tus jugadores y la retengo con mi extremo izquierdo. Félix se acerca y nos trae unas cervezas.

—Dale, tío. Es todo tuyo… —dice Félix con sorna.

Me excita el tono de su voz. Me exalta cómo tú me miras. Me enardece ver a Roberto mirando con fijeza la bola, tenso sobre las dos barras de la defensa. Del extremo paso la bola al delantero centro y la aprisiono con la parte de detrás de la figura. Esta vez el tiro es de muñequilla. Giro un poco la madera y la bola se mueve unos milímetros hacia la derecha, después hago que la pieza oscile de atrás hacia delante para dar el mazazo. La bola entra por el centro del hueco de la portería, sin remisión, y el estruendo retumba en todo el bar.

—Félix, tío, mira a ver si le he hecho un agujero a la mesa…

 

Tiempo después compré el futbolín, antes de que el viejo tabernero echara el cierre y subiera también las cuestas de Somosierra. Lo tengo en el cuarto de estar, con las barras bien engrasadas, y he pintado en las caras de las figuras una sonrisa. Salvo en la de mi portero. No resistiría verlo sonreír.

Nadie juega ahora conmigo. Silencios de comida en la nevera, de televisores encendidos, de coches que creen saber adónde van. Alguna vez, echo una bola y la paso desde la defensa a la media, desde la media hasta la delantera y la acaricio como cuando jugaba contigo, de izquierda a derecha, y viceversa, para después introducirla en alguna de las esquinas, con suavidad, tal y como ha pasado todo este tiempo durante el cual las casas abandonadas, más olvidadas que nunca, continuarán derrumbándose mientras los disparos de los domingos estremecen a los cementerios.

Madrid, mayo de 2006


* Relato publicado en el libro Nunca llueve sobre el Sáhara, Mandala & Lápiz Cero (Madrid, 2008) ©.
[1] Poema de Rainer Maria Rilke, escrito para el epitafio de su propia tumba.

 

MIRIAM GLADYS GÓMEZ

Nació en Buenos Aires, Argentina, en 1964, utiliza el seudónimo Julliette. Publicó conjuntamente con Andrea Recupero el libro de poesía La hora del verdugo en 1993.

Fue seleccionada para varias antologías poéticas, entre otras con el poema Sobre lunas y fantasmas (1995) y Letras del Face (2015), y por Diversidad Literaria (España) en 2020. Galardonada con el primer premio por el poema Hilos (Sociedad Argentina de Escritores - SADE - Zona Norte) y también con similares premios en poesía en SADE – Junín y en PSOE (España).

Textos de su autoría fueron publicados en las revistas literarias Alborismos (Venezuela), Diversidad Literaria (España), Azahar (España) y Extrañas Noches.

Más sobre su trayectoria literaria y obras en los números 94, 99, 101 y 103 del Suplemento de Realidades y Ficciones. Ver ÍNDICE DE SUPLEMENTOS o, por su apellido, en ÍNDICE DE AUTORES: https://colaboraciones-literatura-y-algo-mas.blogspot.com/

mg54518@gmail.com

 

EL SUSURRO DEL ÚLTIMO CREPÚSCULO

Miriam Gladys Gómez ©

 

Las horas caían como hojas incendiadas desde el reloj del cielo,

y la casa, con sus paredes de sombras entrelazadas,

parecía flotar en la frontera entre el ahora y el nunca.

En cada rincón, el silencio se disolvía

en murmullos invisibles.

Resonancias de un tiempo que se desvanecía

antes de ser tocado.

 

 

PRESENCIA (prosa)

Miriam Gladys Gómez ©

 

El eco de los días se deshace como un susurro entre las sombras, y yo,

atrapada en la penumbra, te busco entre los pliegues de lo olvidado.

Cada rincón se convierte en un reflejo de aquello que fue y nunca será.

El tiempo, ese río implacable, arrastra mi rostro hacia un horizonte

Donde los recuerdos se disuelven, donde las palabras, como un suspiro perdido, se extinguen en el aire espeso de la angustia.

Recuerdo tu presencia como una brisa leve, fugaz, que cruzó el umbral de mis noches

Solitarias. El silencio se convierte en tu nombre, pero ya no hay forma de llamarlo.

Y en la luz vacía, un solo paso resuena en el vacío de mis manos,

Que ya no saben cómo alcanzar lo que se ha ido.

La luna, testigo mudo de mis trabajos,

Sigue su ruta en el cielo, indiferente a mi soledad.

Ella, que conoce todos los secretos de los cielos rotos,

Se oculta detrás de las nubes, como un reflejo borroso de lo perdido.

Y yo sigo aquí, como un eco lejano, buscando en las sombras

Aquello que no puedo tocar, que se deshace en mi piel y se disuelve en la arena del olvido.

 

INSTRUCCIONES PARA DESAPARECER

Miriam Gladys Gómez ©

 

Primero, dejá que el mundo

se deslice sobre tu piel como un alga muerta.

 

Olvidá la forma de tu nombre. No importa.

aquí las bocas se abren

solo para pronunciar cifras.

 

Luego, aprende a doblarte como un papel,

 meterte en los bolsillos del

ruido,

a fingir que la calle no es un abismo

donde caen los que ya no pesan.

 

Por último,

cierra los ojos.

desaparecer no duele

cuando uno ya es un fantasma.

 

EN LA ORILLA DEL GRITO

Miriam Gladys Gómez ©

 

No me ves,

soy la grieta en el espejo,

la sombra que se desplaza sin ser

reclamada.

Estoy en la orilla del grito,

en la danza quebrada de los cristales.

 

No me ves,

porque he sido devorada por el silencio,

porque mi voz habita el abismo

y mis manos se hunden en la nada.

Soy el eco de una lágrima

que nunca tocó la tierra.

 

No me ves

y estoy aquí,

desgarrando la piel de ausencia,

desnudando la furia de la noche.

Soy el relámpago que muerde la penumbra,

el golpe feroz de lo que aún persiste.


ENRIQUE JARAMILLO LEVI

Nació en Buenos Aires, Argentina(1944) Escritor y gestor cultural panameño, reconocido como uno de los más destacados cuentistas de la región, es autor de más de cincuenta libros originales, entre ensayo, poesía, narrativa y teatro. Además, es un gran promotor de la obra de sus compatriotas, por medio de antologías y publicaciones periódicas, incluyendo la revista Maga, la cual fundó. Entre sus libros cabe destacar, entre muchos otros: Duplicaciones (1973, México), Caracol y otros cuentos (México, 1998), Luminoso tiempo gris (España, 2002) y Algo está por ocurrir (Costa Rica, 2013). En el 2013, el Fondo de Cultura Económico, en México, publicó una amplia antología de su obra como cuentista, Visión de conjunto. Su libro de ciencia-ficción Top Secret (cuentos sobre OVNIS), fue publicado por Foro/taller Sagitario Ediciones, en coedición con Modus Ludicus (Panamá, 2021).

Más sobre sus obras y trayectoria literaria en los números 71 y 77 del Suplemento de Realidades y Ficciones. Ver ÍNDICE DE SUPLEMENTOS o, por su apellido, en ÍNDICE DE AUTORES:

https://colaboraciones-literatura-y-algo-mas.blogspot.com/

henryjaramillolevi@gmail.com

 

LA FIESTA DEL SÓTANO

Enrique Jaramillo Levi ©


Ni siquiera recuerdo quién me invitó, pero Iowa City es una ciudad pequeña y no me fue difícil encontrar el lugar. Se trataba de un sótano al cual se bajaba por estrechas y débilmente iluminadas escaleras en donde las parejas, de pie o sentadas, impedían el paso con sus cuerpos abrazados. La música estrepitosa y las luces sicodélicas que brotaban de abajo y alcanzaban la calle, iban atrayendo cada vez a mayor número de curiosos. Algunos, sobre todo los no tan jóvenes, seguían al poco rato su camino, una vez satisfecho el afán de novelería entre el parpadeo de las luces.

Yo logré, con gran esfuerzo, romper los abrazos que se prodigaban las parejas y, metiéndome por entre aquellos cuerpos que ocupaban toda la longitud de la escalera, me encontré de pronto en medio de una reducida estancia. A un lado bailaban rock entre penumbras unas diez parejas. Un grupo musical formado por varios melenudos se zarandeaba del otro lado, siguiendo con el cuerpo el ritmo frenético de sus instrumentos. Atrás, una hilera vertical de luces de todos colores lanzaba sobre mí violentas intermitencias.

Por un momento permanecí de pie, sintiendo que las luces me partían en largas estrías calientes que, inexplicablemente, iban lacerando mi piel como innumerables serruchos. Las parejas formaron entonces un círculo a mi alrededor, incluso las que habían estado en la escalera, pues cuando me di vuelta, confundido, sintiendo un grato dolor en la carne rota, vi que la salida estaba despejada. No pude o no quise correr. La música se hizo más intensa y yo sentí que me dividía, que cada estrato vertical de mi cuerpo iba adquiriendo independencia y que yo estaba presente en cada nueva parte que se desprendía de mi ser principal.

El centro de la rueda compacta que ahora formaban los presentes se fue poblando de réplicas mías que a su vez empezaban a integrar otro círculo menor. Yo seguía de pie frente a las luces que continuaban seccionándome y doliéndome y deleitándome hasta la parálisis. Cerré los ojos para poder resistir mejor tanto dolor placentero, suponiendo que todo no era más que un sueño y que, como tal, no tenía por qué tener prisa alguna en despertar. Al abrirlos, la pieza que tocaban los melenudos se había hecho lenta y las parejas bailaban muy juntas. Ya no vi luces parpadeantes sino una acogedora penumbra en el sótano.

El hombre que nos observaba desde el centro de la estancia, donde yo había estado segundos antes, tenía estampada en su rostro, para mí totalmente desconocido, la más aguda incredulidad. Sólo entendí su asombro cuando logré ubicarme nuevamente. Y mi sorpresa no debió ser entonces menos intensa que la suya, pues me di cuenta de que todas las muchachas de la fiesta bailaban pegadas a mí. Yo las sentía de muy diversas maneras junto a los muchos cuerpos idénticos que habían sido engendrados a partir de aquel otro que poco antes fuera único. Comprendí de golpe que el resto de los hombres que habían estado bailando al llegar yo, se hallaban congregados en el cuerpo del que ahora lanzaba miradas de odio a las múltiples formas de mi ser.

Después de haber apartado a las muchachas, nos dirigimos hacia el intruso y, obedeciendo a una sola idea, sin decir palabra, lo echamos de la fiesta.

 

* Tomado de “Duplicaciones”, primera edición; Ed. Joaquín Mortiz, México, 1973.

NOTA: Este libro, que lleva cinco ediciones en español y una en inglés, consta de 40 cuentos; se escribió en la Ciudad de México en 11 meses durante 1971, bajo la tutela crítica de los escritores mexicanos Juan Rulfo y Salvador Elizondo, mientras Jaramillo Levi disfrutaba de una Beca Centroamericana de Literatura en el ya desaparecido Centro Mexicano de Escritores.

 

 

ROSWELL

Enrique Jaramillo Levi ©


Yo era muy pequeño cuando ocurrió lo de Roswell. Ese asunto de extraterrestres que dio tanto que hablar en Nuevo México y luego en toda la nación, y que después los militares de la base 51 y los políticos de turno quisieron desdibujar. Una parte está en Google, pero solo la más exterior. Lo principal no se sabe. Y los que supieron fueron obligados a callar, amenazadas sus familias…

Sin embargo, tengo excelente memoria. Sé muy bien lo que me contó papá, un oficial de inteligencia de la marina, quien esa noche trajo a casa material que había recogido de la nave estrellada y me despertó para examinarlo conmigo. Fue el 2 de junio de 1947. Recuerdo bien la fecha porque nunca me había pasado nada tan espectacular, ni antes ni después… Hace poco murió papá. Se llamaba Jesse Marcel, vivió casi todo aquello y me narró lo que no pude ver con mis propios ojos. Más adelante revelaré por primera vez todo aquello, ya no tengo nada que perder: porque no tengo familia, y por mi edad.

Papá estuvo en el hangar 84 cuando los científicos, vigilados por militares, examinaron los cuerpos y después trataron de re-ensamblar partes de la nave que se había estrellado. Las naves, porque después se supo que habían sido varias. Nada de globos aerostáticos experimentales, como se dijo después tratando de desinformar lo que ya era vox pópuli: auténticas naves venidas de quién sabe qué lejano rincón del universo. Y créanme, esa avanzada tecnología eventualmente se aprovechó para el desarrollo sofisticado de nuestras propias naves, muchas aún secretas.

Nos amenazaron. Muchas personas del pueblo fueron testigos, pero, intimidadas por los militares, no se atrevieron a hablar hasta años más tarde, en otras circunstancias, sin decir toda la verdad. Incluso se llegaron a publicar al respecto varios libros, que fueron tomados en general como obra de charlatanes en busca de ventas masivas… Yo también tuve miedo, y callé. 

Mi padre le concedió una extensa y detallada entrevista a Stanton Freedman célebre físico e investigador de OVNIS, a finales de los setentas, y este escribió un libro que se volvió famoso. Es el único libro que dijo la verdad. Pero no toda.

¿Por qué hablo hoy? Porque creo ser uno de los últimos en este pueblo con recuerdos. Y sobre todo, porque esos malditos han vuelto. De otra manera, de forma más sutil, casi invisible: pero están entre nosotros. Yo sé. Acaso sea yo el único que lo sepa. 

Me están colonizado el cuerpo, pero con mi mente todavía no han podido. Cometieron el error de empezar conmigo al revés.

Alcanzo a entender que han plantado una orden terminante en mi cerebro, todavía humano, o lo que queda de él: Olvidar. Callar para siempre. 

El tiempo y la memoria aceleradamente se me empiezan a desdibujar. Ni siquiera se trata de simples lagunas, es todo. Si no recuerdo ya ni mi nombre, menos sé ya los detalles de lo que me disponía a escribir, ni de qué día o año es el texto anterior que acabo de encontrar. Es más, yo no sabría siquiera que me disponía a contar ciertos hechos si no hubiera encontrado, impreso, dentro de un sobre que estaba en la gaveta de mi escritorio, ese breve texto informativo que hacia el final anunciaba continuación. En mi computadora ya no está guardado, ni hay nada al respecto. Nada. La han vaciado, como empiezan a hacer con mi memoria. 

Por algún motivo todavía puedo razonar, aunque escribo torpemente con dos dedos, cada vez con más dificultad… Mis manos se me van convirtiendo en garras, voy perdiendo movilidad…          

¡Algo, ajeno a mi ser profundo, se me acelera…! ¡Y de pronto me pasmo!

¡No recuerdo lo que iba a decir…!

 

* Tomado de: “Top Secret (Cuentos sobre Ovnis)”. Coedición entre Foro/taller Sagitario Ediciones y Modus Ludicus, Panamá, 2021. 

 

 

UNA VEZ MÁS

Enrique Jaramillo Levi ©


I

La mañana del sábado 11 de septiembre de 2021 amaneció lluviosa en la ciudad de Panamá. Los periódicos y noticieros de radio y televisión locales recordaban la tragedia del sorpresivo ataque terrorista a las Torres Gemelas de Nueva York en fecha similar 20 años antes. Tragedia en la que perecieron cerca de 3000 personas inocentes y que por su naturaleza pavorosa y consecuencias habría de cambiar al mundo.

 

II

Mis valientes muyahidines y yo nos preparamos para que vuelva a cambiar la Historia. Seremos prioridad sensacional una vez más en todos los medios noticiosos del planeta. Ya no la podremos leer ni escuchar en persona, pero sin duda lo harán nuestros familiares y amigos en varios países infieles en donde se han visto obligados a permanecer escondidos todos estos años. Estarán orgullosos de nosotros. Yo mismo lo estaré, por supuesto, desde el paraíso, en donde seré recompensado con la disponibilidad de 72 vírgenes, como lo anunció el Profeta...

Y es que ahora que valiéndose del denominado “Tratado de Neutralidad”, los norteamericanos han regresado al Canal de Panamá en arreos de combate para supuestamente protegerlo de amenazas terroristas proferidas últimamente, tenemos la excusa perfecta para golpearlos duro precisamente ahí, dejándolos en ridículo. Con el favor de Alá, han caído en la trampa. Una trampa que, bien vista, no lo es tanto…

Por eso nos hemos diseminado coordinadamente: como turistas en dos barcos de pasajeros que atravesarán el Canal en horas muy próximas, y también situados en pequeñas instalaciones anexas a las esclusas desde donde será fácil entrar en ellas, tanto en el lado Atlántico como en el Pacífico. El conjunto de las detonaciones estará tan perfectamente sincronizado como lo permite la tecnología actual. Tendrán la impresión de que los atacamos con potentes explosivos desde muy diversos frentes, lo cual será parcialmente cierto. Si todo sale bien, en una semana será la hora cero.

Lo lamento por los daños colaterales a la nación panameña, la guerra no es con ellos, pero así están las cosas; suele ser inevitable que haya víctimas inocentes; lo que los gringos llaman con el mayor descaro “daños colaterales”… Así sea. ¡Allahu Akbar!

 

III

Hubo un delator, cuyos familiares pakistaníes viven desde hace muchos años en Panamá ejerciendo legítimamente y con gran éxito el comercio, así como también lo hacen varios otros cientos de compatriotas. No quiso que se vieran afectados en forma alguna por lo que habría de pasar, incluso por la probable persecución que podría desatarse después del atentado, en perjuicio posterior a todos los residentes de la fe islámica en el Istmo.

El plan fue frustrado justo a tiempo por la inteligencia norteamericana. Seis de los terroristas fueron capturados minutos antes de que lograran inmolarse. El séptimo, el líder, logró escabullirse. Diez millones de dólares ofrecieron por quien diera información que condujera a su captura.

Cuando finalmente fue delatado por una mujer desde Boquete, Chiriquí, donde se había escondido camuflando su identidad lo más posible, a punto de ser capturado por la CIA logró pegarse un tiro en la sien, no sin antes deshacerse de la delatora.

 

IV

Mi madre le alquilaba al árabe ese a muy buen precio un cuarto en nuestro pequeño hotel. Lo querían vivo, arguyeron, y en efecto eso decía el anuncio. Lamentablemente, me he quedado como decía mi abuela, “vestida y alborotada”.

 

* Tomado de “Realidades alternas”. Letra Maya, San José, Costa Rica, 2022.

  

PABLO QUERALT

Es médico y poeta, nació en Buenos Aires, Argentina, donde reside. Es curador de poesía y organizador del Ciclo de Poesía en la Biblioteca en San isidro y creador y curador del Festival de Poesía de San isidro.

Fue colaborador del suplemento cultural del diario El pregón de Jujuy, en el diario Punto Uno de Salta, en el diario digital Jujuy al Momento, en la revista digital Merece una reseña, entre otros. Administra yvespoetryclub. blogspot.com.

Publicó en España los libros de poesía Coca (Zaragoza), La piscina (Palma de Mallorca), Biosfera del amateur (Oviedo), y en Francia, Aves del paraíso (Toulouse).

En Buenos Aires publicó los libros de poesía: Cansancio de lo escrito, Un seductor mañana, La flecha de Agustín, Primer paso, Reescritos infinitos, Pueblo de agua, Crack, Escribí mi nombre, Late, 89Golpes y un whisky, El Padre, Pájaros en palabras, Pavarotti, Laleblan, Poema de la nieve, Jazz, Perfume animal, Cocineros, Ser y ser visto, Nací en el cine, Ópera, Biosfera del amateur, Partes de la escena, Raros sentidos, Obra Reunida 2001/21 y Mi casa siempre fue la poesía.

Sus poemas integran la Antología Federal de Poetas de la Provincia de Buenos Aires. Tradujo a los siguientes autores: Yves Bonnefoy, Alice Oswald, Thomas Hardy, D.H.Lawrence, Amy Lowell, Christophe Mannon, Charles Reznikoff y Thom Gunn.

pablo.queralt@yahoo.com.ar

 

 

He aquí algunos de sus poemas:


***

Me levanto en una casa adormecida y los colores son suaves

en las ondulaciones leves del sol invadiendo la habitación son

un momento todavía.

 

El domingo es mi ventana favorita soy una casa un sueño un libro

veo el tiempo en que me detengo cuando nadie puede encontrarme

y ellos menos.

 

Yo te dije lo que no me animaba, estuve casado, ella se suicidó y a veces la extraño mucho, vos me dijiste que robabas helados y a veces ni los comías solo era por el reto de robarlos y que a veces se los dabas a los indigentes o simplemente los devolvías, y que te podía contar cualquier cosa, me levanté de la silla y te di un fuerte beso en la boca, para mí eso es amor.

 

Vine a sentarme aquí a tu lado avanzando entre las sombras cuantas veces habrá bañado de luz el sol todos esos días que sobreviven unos sobre otros acá y que son algo vago como un recuerdo al que no se le da importancia como lo que queda al costado del camino cuando vas con el auto por la ruta y solo ves el cielo y la tierra delante de vos.

(Del libro Mi casa siempre fue la poesía, 2023)

 

***

Mi abuela murió en el cine

después de tomar su copa de anís 8 hermanos

viendo los paraguas de Cherburgo maldito funeral

todavía siento su respiración sus pisadas el arco de claridad

que recibía mientras se movía por el pasillo su silueta

proyectada en la pared antes había dejado limpia la cocina

todo lavado para el día siguiente pasando por esa sumisión

cartílago de pájaro de entregarlo todo sin el miedo a perder nada

con o sin su llovizna de puntos azules en el talón del otoño

nunca pude devolverle todo lo que me dio

el esqueleto encaminado los pantalones recosidos

pero el día señalado desandé cayendo sin creer que existía

toda la cinemateca de esta ciudad de vidrio aullando buscando

ese sánscrito que traduce la verdad

buscándote en cada curva

en un mundo que chilla y cruje en su réquiem

(Del libro Nací en el cine, 2017)

 

***

Vivo en un estado permanente de actuación en ese intercambio

del adentro y del afuera con la conciencia

de que siempre soy filmado en esa óptica que hace

que las cosas estén más cerca con su ángulo de mundo presente

como un gran actor que sostiene dos ideas contrarias en la cabeza

sin ninguna traición que genere dolor o mortificación por que no corro por el mundo

y la verdad que yo veo de mí no tiene nada que ver con ese juego

que para vos es la vida de la que estás prisionero

hasta que aparezcas en tu vida desde esos momentos de profunda tristeza

y dolor con su vieja historia que te hace llorar te hace reír.

 

***

Tal vez goteando en el odio que me arranqué

y deshilé hasta que se apagaron las luces

y amaneció dentro de los ojos un solaz

donde la luz se apila y multiplica tal vez

por las palabras que no escribí por falta

de práctica por no poner el corazón guardado

que siempre llega tarde tal vez porque las marcas

que nos recuerdan que nos hicieron o porque si

cambiás el mundo no te va a acompañar

en tu nueva conciencia

o porque hay ciertas cosas que no se arreglan.

 

***

Me dí cuenta que estaba soñando

en ese murmullo de coral y quedé inmóvil

en ese aire del desvanecimiento donde ví

mi vida a la velocidad donde las aguas

se rompían y abrí otra vez

los ojos al compás de unos peces pequeños

blancos en una blancura estallando

en el resplandor que desgarró el instante

y no hubo más remedio que seguir

respirando maldiciendo soportando.

(Del libro Biósfera del amateur, 2021)

 

***

Juntamos moneditas para ir a ver a los artistas con sus cuerpos

que al terminar de usarse se dejan en su otra luz en otra

resurrección estoque

de donde todo surge y el cielo y el infierno desaparecen y es un

momento deslizándose en este planeta con sus viejas fotos que

adoramos en blanco y negro y las palabras que no se pueden

olvidar dejadas en los oídos como sueños abandonados en el

fondo del placard cambiando de ropas encontrando su lugar al

salir somos otros distintos

a los que éramos

(Del libro Ser y ser visto, 2015)

 

***

Ahora que la escena se retira

vas a ver por donde viene la marea

posiblemente escuchés otra historia

pero soy el que ama todo lo que no pudo amar fui criado

en esa tristeza retenida y mi alma decidió

en el momento equivocado con aquello que pasó y no fue

el timbre todavía sonaba

en el cerebro donde vivía

y donde terminamos queriendo estar.

 

***

Cuando el día se retira

cuando olvidamos nuestro nombre aquello que sigue siendo yo

aquello que ahora viene cuando todo se derrumba en mi hora verdadera

y que seguirá siendo lo mismo cuando haya pasado

espejea su instante dibuja la dimensión

de lo desconocido más allá de su cristal mental

nos mancha con su azul con su insensata coherencia

con su luz en que confío cada vez que despierto

sacude el sueño en que estamos acostumbrados a vivir

la caja cerrada donde está la respuesta.

 

***

Ya viví una parte de mi vida como un funeral supe que para amar hay que estar maduro sino es otra trompada más

en el ángulo

ya sabes que todo es transitorio por eso no querés ser infeliz ahora se

que soy el que no tiene imagen ni finisterre el que sigue cuando

le entregan estas palabras en la mañana y todo se derrumba todo lo otro es lo mínimo

de mí el mitema el fabulema lo que no termine

de escribir y mi cuerpo pensó.

(Del libro Raros sentidos, 2017)

 

***

Yo me senté en el sillón en la casa de Monet y bebí de su vino, sus flores las peonías las hortensias era allí en Giverny o no sé que lugar pero era mi lugar en el mundo yo que nunca pinté un cuadro pero si pinté poemas donde estaba ella pero quién era ella un amor contrariado que tuve o un amor que nunca tuve y me dijo pero eras vos

 

el que me escribías las cartas y yo le dije si, era yo y seguí mirando las estrellas.

(Inédito)

 

***

En el living de casa tengo un caballo

de calesita que me hace acordar

cuando de niño iba al parque Lezama

y daba vueltas para sacar la sortija

en la calesita y siempre estaba el señor

que iba con su gato que se creía perro a tomar un café

después mi padre me llevaba al bar El Británico

a tomar un chocolate caliente con churros

en esa atmósfera de magia y misterio

de los Domingos por la mañana crecí era

como un libro para niños una novela de las abuelas

o una canción que no aprendí.

(Inédito)

 

***

Estoy buscando las palabras para explicarte.

Es cosa de todos los días. No nos damos cuenta.

Por un lado el alma escribe por otro el cuerpo está loco

se golpea sin darse cuenta se arroja a espacios

insondables está azul y otras tardes verdes.

Soy su director de fotografía creando un nuevo planeta.

Para no ver la televisión y reprimir cosas que me hacen

mal ahora que algo ha muerto para que no comience

todo de nuevo una vez más.

Yo salgo. Como un polen disperso

a algo relacionado con mi vida.

Sujeto a un par de alas. En el arrullo.

Los colores me llevan en sí mismos.

El silencio airea la mente sale a caminar

silba su melodía aprende a respirar.

El plano aparente se hace fascinante.

Ese es mi tiempo desnudo.

Mis pasos sin horario se pierden en el envés

de mi vida meditar es caminar no soy de donde estoy

sino hacia donde voy. Por qué desperdiciar

un lenguaje en ese deambular entre yo y yo

nos adentramos en esa corta distancia vivo un día más

en ese interior y el dolor migra y pone su música

acomoda la cintura y cuando dice no hables tanto solo

tomo un poco de agua Levité del pico

bien helada entrecerrando los ojos en ese germen

del cuerpo que agradece y que el otro detesta.

 

***

 

Un viento de otoño se instaló en este día de febrero

si no fuera por la promesa de 3 o 4 semanas más

de calor agobiante

me pondría el pullover

encendería la estufa y me sentaría a contar

los días que me quedan para volver a ser feliz.

Estamos divinamente

(Del libro Partes de la escena, 2021)

 

***

Quien vivirá ahora en la casa que viví que pensaba sentía

donde habrá quedado todo eso en cual pared en que escalón de la escalera

cuantos silencios entran en ese compás ahora

que voy andando en bici sin manos.

(Inédito)

 

MARCO ORTEGA COLLAS

Nació en Lima, Perú, en julio de 1971. Pasó su infancia en un pueblo azucarero que se llama Paramonga, Perú, regresó a vivir a la capital peruana terminado el colegio, estudió en varios talleres culturales. Así, su interés por la cinematografía lo llevó a estudiar en el Taller de Cine Armando Robles Godoy, y luego hacer estudios en el Museo de Arte de Lima (MALI) de dibujos animados y pintura. También estudió pintura en el Centro Cultural Peruano Japonés, así como actuación y clown en el Centro Cultural PUCP. Formó parte de un grupo de teatro en 1993 y 1994, actuó en videos de estudiantes de comunicaciones, publicó un par de libros de poesía en edición de autor, y sigue pintando con acrílico.

En septiembre de 2016, publicó algunos haikus en el Suplemento de Realidades y Ficciones Nº 70:

https://colaboraciones-literatura-y-algo-mas.blogspot.com/2016/09/suplementode-realidades-y-ficciones-n.html

Hoy nos acerca algunos poemas de su autoría.

marc_orte71@hotmail.com

 

Así escribe Marco Ortega Collas ©

 

1

Luna de junio en Lima

la noche asusta a mis gatos

cruzo la pista entre autos

va a ser largo el camino

escucho un grito de alguna casa

comienza a lloviznar

¿Soy uno o muchos?

acelero en vano

la puerta está cerrada

no puedo entrar

sin llave

la justicia es que me quede

a esperar

el aire frío me envuelve

la luz de los focos

todo transcurre

sin final.

 

2.

He pisado la aridez

manchándome de miles

de mentiras por la vida

corro en esta tierra

en vano

sin llegar a nada

como si sentarse fuera mejor

sin colibríes que admirar

o el verde de una planta

que perderle el interés

tal vez un huracán

una revuelta de marinos

para que zarpe la nave

o la seda cubriendo tu desnudez

entonces me interesan

las grietas de algo que ya no pide

el cielo sin respuesta

Este suelo sirve para cuentos.

 

3.

Tarde de carnaval

el viento susurra

digo una palabra

un poema en el agua

y empieza a lloviznar

las nubes en el cielo

sin prometer nada

ni verbos ni adjetivos

festejamos tu día

mientras caminas

para alejarnos

en sentidos opuestos

has de volver

ha de nacer

volverá a soplar el viento

el día es eterno.

 

 

ALBA AÍDA OLIVA

Nació en Buenos Aires, Argentina, escribe desde su niñez. Poeta, actriz y dramaturga, compositora de música nacional.

• Autora y protagonista de teatro: Rapsodia en Cartón Pintao, El Croto y la Dama (teatro Vitral), Mutaciones de un Amor, Plagio (en Argentores, libro Cocina de Dramaturgos 4), Brizna (en el Museo de la Lengua y el teatro Almirante Brown).

• Compositora de tango, participa del disco Tango Fresco 4, de la Academia Nacional del Tango.

• Algunos de sus libros: Ficciones Teatrales Efímeras (teatro), Almario, Declaro el Amor, La Brizna de mi Alma (poesía), Rapsodia en Cartón Pintao e Intermezzo Escala de Amor (comedias seleccionadas en Tecnópolis), Catacumbas (novela), Misterioso Parque Chacabuco (cuentos), El Río y la Sed (poesía y tangos).

• Es socia de SADE, Sadaic, Argentores y participa desde el 2009 a la fecha de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires.

• Participaciones: IV Encuentro de Poetas de Ahora (Cádiz, España); audiovisual de Federico García Lorca, con su poesía Contemplar La Rosa; Poeta de la Esperanza de Chile y España (homenaje a Nicanor Parra); Festival de Poesía de Quebec, Canadá, con su vals Recuerdas Hermana; Festival de Arte de Venecia (Unesco) y Asolapo Italia con su milonga Libertad.

• Sus poemas fueron traducidos, al inglés, francés e italiano. Publica desde 1980 en diarios y antologías nacionales e internacionales

• Premios y menciones: Medalla Jaime Sabines, Diplomas del Senado de la Nación Argentina, Premio Fray Mocho 2018, Faja Dorada de cultura de Florencio Varela en 2021, Faja Dorada como personalidad destacada de cultura de Brandsen 2022.

• Actualmente realiza show de tangos con composiciones propias en diversos escenarios.

albaoliva45@gmail.com

 

 

PÁJARO, VUÉLVEME

Alba Aída Oliva ©

 

Hoy ha venido un pájaro a mi rama.

Estoy tan triste, pero él llega y se posa frente a mí, tan bello,

observo sus movimientos y la belleza del manto

que deshoja la mañana, con su trasluz.

Y temblequea y entona un trino, ahueca un ala y es todo mío.

Una fervorosa pena musita, pájaro herido, juega conmigo,

desde mi alma, yo te pido.

Vuélveme niño, pájaro mío.

 

 

EL PÁJARO Y LA MARIPOSA

Alba Aída Oliva ©

 

Esteban estaba mirando hacia el jardín por el ventanal que rodeaba su casa

Era una hermosa tarde nublada. Sobre la arboleda plantada en el cantero,

frente al limonero y sobre las copas del pequeño arbusto asomándose apenas a la ventana,

notó llegar a una mariposa de alas coloridas y grandes, —estoy con suerte— habló en voz alta y

justo cuando estaba a punto de salir con su pequeña gorra azul, observó un pájaro que se posó frente a la mariposa un poco arriba de ella.

Nuevamente habló en voz alta —pareciera que conversaran—

En ese momento volvió de colgar la ropa su madre y pensando que el niño le hablaba le preguntó que quería.

¿Mamá los pájaros y las mariposas hablan? (dijo el niño muy preocupado)

No sé bien, pero todos los animales se comunican, los pájaros por ejemplo cantan.

Entonces de pronto, cómo si el pájaro hubiera escuchado lo que decían, comenzó una bella

melodía trinando y agitando sus alas y la mariposa volaba junto a él, sobre el jardín y las dalias.

Mira mamá, parece que son amigos, que están juntos como compañeros.

Qué romántico —dijo la madre, que ahora doblaba la ropa de la canasta.

Ah, entonces son novios, —el pajarito y la mariposa son novios—, empezó a cantar casi: —Se van a casar, son novios—

Sí, pero habla bajito, se pueden ir, si te escuchan.

En ese instante el pájaro y la mariposa ascendieron hasta el ventanal se posaron frente a ellos

unos instantes y volaron muy alto como despidiéndose.

Se fueron los novios —dijo Esteban— qué pena.

Así es la naturaleza, bella, pero se escapa.

Pero no te preocupes, mañana vuelven, siempre vuelven, (la madre le acariciaba la mejilla por donde Esteban contenía una lágrima).

 

 

EL REGALO

Alba Aída Oliva ©

 

En una aldea de China en la antigua época del emperador Tao —muchas centurias atrás— vivía un joven que era tan pobre como sus hermanos, pero más humilde y servicial que todos los demás.

En su casa de tarde se bebía té y se oraba a Dios, por prosperidad, el muchacho llamado Chain siempre agradecía por su vida y la de su familia, que aunque precaria, los mantenía unidos y honrados.

Todas sus oraciones fueron escuchadas, un mercader de la aldea, sabiendo la condición de su familia tan necesitada, llego una tarde a su morada y se sentó a beber té con ellos, pero trajo seis trozos de pan, ya que la familia era muy pobre y casi nunca podían comerlo.

Al sentarse junto a ellos, notó la unidad de la familia y la limpieza perfumada que destilaba el cuarto de serena pobreza, las sonrisas de agradecimiento por los seis trozos de pan que había traído y las diligencias de todos los integrantes de la familia para agasajarlo.

Todo fue tan armonioso, los cuencos de té relucían en la mesa, cada uno bebió y agradeció a dios y sonrieron, el mercader cuyo nombre era Mien, agradeció también y sonrió de placer al notar la paz reinante en el lugar, estaba decidido a contratar alguno de los muchachos para trabajar como esclavo a la usanza de aquellos años.

Al notar que nadie se servía del pan que había ofrendado a la familia, hizo un gesto con la mano, para autorizarlos a tomar un pan a cada uno, primero lo hizo la madre; tímidamente tomó el pan con sus manos temblorosas, observó su corteza reluciente decorada con pequeños granos de azúcar dorada, lo olfateo con fervor y apenas mordió un trozo deleitándose.

Luego lo hizo el padre un anciano de cabellos plateados y lacios, lo tomó con parsimonia y respeto agradeciéndole con la cabeza de continuo y luego lo devoró con fruición, pero se mantuvo honorable y respetuoso, uno a uno los tres hermanos mayores tomaron su pan y comieron, con rostros alegres y sonrientes por el placer que les representaba.

Sólo un pan quedaba sobre la mesa y un muchacho, —el más joven— bebía su té frente al pan sin inmutarse, entonces Mien al observar la pasividad del niño que con sus ojos bajos, seguía bebiendo su té sin tomar el pan, le alcanzó la fuente donde el único pan que quedaba relucía como una barrita de oro.

Chain atreviéndose apenas a levantar la vista al mercader con ojos nublados por la emoción, le dijo:

—Oh gran señor, noble entre todos los que conozco por la generosidad de traernos este delicioso pan que junto a su honorable presencia compartimos, es el día más feliz entre muchos gracias a su agasajo y compañía, mi corazón nunca olvidará este momento y tampoco su gran bondad, pero no puedo tomar el pan si usted no ha comido nada, no sería justo.

El mercader, comprobando la disposición del alma del joven, consintió entonces con sus palabras y tomó el pan y lo dividió en dos partes con cuidado y le entregó una a Chain, notando no sin sorpresa que los ojos del muchacho se nublaban de emoción al tomarlo.

—Todos estos pobres aldeanos son merecedores de este pan, ojalá Dios se los envié siempre, —dijo—,pero he venido a contratar un esclavo y el corazón del más pequeño es el más grande y servicial, por eso lo elijo para trabajar en mi hacienda y desde ahora todas sus necesidades serán satisfechas por mí. Ahora debo partir pues la jornada está por acabar y deberemos llegar a nuestra casa, si todos están de acuerdo prepara tus maletas y ven conmigo.

Diciendo estas palabras se levantó de la mesa para indicar su decisión y su prisa.

Los ojos de todos brillaban, pero la madre fue la única que habló con gran simpleza.

—Muy grande es nuestra bendición al conocerlo y saber que ha escogido a nuestra familia para tal privilegio, sabemos que nuestro hijo lo hará aún más feliz y poderoso, pues como usted notó es el más servicial y prepararé un atado con sus prendas, ya que somos tan pobres, será muy pequeño y fácil de transportar —terminó sus palabras y recogió algunas prendas y las ató entre sí y entregó el atado a su hijo besando su frente y mejillas.

Todos sus hermanos lo abrazaron y besaron y le dieron palabras de despedida y también su padre lo abrazó y besó y le dio la bendición acostumbrada.

Al partir de la casa, el mercader Mien se sintió doblemente feliz por saber que su elección era correcta y por la paz que le otorgaba la presencia del muchacho.

Partieron raudamente para evitar la oscuridad de la noche en el bosque y el frío y al llegar a su casa, todo concordó con los deseos del mercader con respecto a su nuevo esclavo que cumplía sus órdenes a la perfección con atenta sumisión y una rapidez inusitada.

Pronto el mercader notó que sus riquezas aumentaban, muy contento con su destino pensó en el muchacho que le servía con fiel dedicación y analizó que debía recompensarlo.

Muchas son las ventajas que me ha brindado Chain desde su llegada, debo hacer algo por él para favorecerlo, será además provechoso para mí, porque noto que él tiene solo unas ojotas viejas en sus pies que apenas le cubren las plantas, hoy mismo iremos al comercio del pueblo y compraré para Chain unos zapatos, con ellos será aún más veloz para servirme.

Esa mañana después del té, llegaron al pueblo y entraron en la zapatería ambos.

El comerciante lo recibió con alegre disposición y comenzó a mostrarle calzados al mercader de su talla.

Con delicadeza Main le expresó que los zapatos eran para su esclavo.

El rostro del zapatero esbozó una mueca de desagrado, pero acató el pedido del mercader trayendo ante los ojos maravillados de Chain los zapatos que brillaban de estupor frente a los ojos del muchacho.

No merezco tanta amabilidad decía con lágrimas en los ojos.

Elije el que más te agrade, y no te preocupes por el precio, bien me pagarás el servicio cuando los tengas pues correrás con más prisa y seré más rico.

Ante los ojos brillantes de Chain se expusieron los más bellos zapatos que nunca había visto, era un sueño hecho realidad que nunca pensó que obtendría, al contemplarlos los acariciaba con cuidado, cavilando cual sería el más apropiado, el zapatero observando su rostro dubitativo, le propuso que se los probara y a medida que se los llevaba iba diciendo el precio de cada uno, empezando por los más costosos.

Estos son de cuero totalmente forrados en cabritilla, para hacerlos más ligeros y comenzó a probárselos.

Valen mil rupias, pero son los mejores. Chain pensó mientras los probaba, que con ese dinero su familia comería muchos meses y se enturbió un poco su mirada, pero nada dijo.

Todos los zapatos de su talla fueron probados por él bajo la atenta mirada de su amo, y en último término el zapatero trajo a los pies de Chain un zapato más y dijo:

—Es el menos costoso, porque su cuero no es tan blando y su tamaño más pequeño, por ello lo tengo en oferta. Su valor es el más bajo de todos.

Chain se lo probó y le quedaba, pero siendo más chico, notó que le apretaba bastante, mas sabiendo que era el más barato y que Mein gastaría menos, dijo que era el par que prefería entre todos, volviendo a calzar sus pies con las sandalias.

Sin embargo su amo preguntó insistentemente:

—¿Estás seguro muchacho? no pienses en el precio sino en tu comodidad.

Chain asintió con la cabeza y expresó su preferencia por el calzado que aparte dejaría más rico a su amo, por su bajo precio.

El amo lo felicitó por su decisión sabia y pago el par de zapatos que ordenó al zapatero colocará nuevamente en los pies del muchacho, que calzaba sus ojotas viejas.

Los estrenarás de inmediato, para que tus pasos sean más rápidos.

Ambos volvieron a sus quehaceres diarios y el esclavo corrió con más ahínco sabiendo el valor del regalo recibido, pero sus pies le dolían mucho, mas nada decía para no ofender a su amo.

Así paso el tiempo y sus pies comenzaron a sangrar y ampollarse, pero corría más rápido para disimular su sufrimiento y hacer más feliz a Main, que se regocijaba por la celeridad de su esclavo que pareciera tuviera alas en los pies con sus zapatos regalados.

En las noches al dormir, descansaba de su sufrimiento, pero sus ampollas le ardían y al colocarse nuevamente los zapatos volvían a reventar y sangraban, pero todas las noches los limpiaba con esmero, para que nadie notara nada.

Pasaron meses de dolor y sangre que fueron ocultadas por el esclavo hasta que una noche la fiebre lo consumió porque sus pies estaba engangrenados. A la mañana siguiente al comprobar su tardanza Main lo encontró en su lecho sin vida y lloró amargamente por su perdida.

Ese mismo día se presentó Chain ante el Dios en el cielo y lloró amargamente pensando en su amo y en su familia que había abandonado tan pronto

Así pidió perdón al Creador por sus pecados:

—Señor me siento muy mal porque he cometido una falta imperdonable, dilapidando un regalo que me hiciera mi amo en vida, engañándolo y diciendo que su regalo era perfecto cuando sabía que me hacía doler los pies, y ese dolor me enfermó y ocasionó mi muerte. He recibido un justo castigo por mi maldad.

El señor lo acarició suavemente y Chain notó que sus pies ahora estaban sanos y que podía correr como antes y se sintió feliz.

No fuiste castigado pequeño, todo lo contrario, ahora serás feliz por siempre, gracias a tu corazón simple y bondadoso.

En la casa de Main esa mañana, el poderoso señor notó con horror que debajo de los zapatos de Chain había un gran charco de sangre.

 

 

GABRIELA MARIN

Nació el 21 de marzo de 1966 en Oltenița, en Rumania. Escribe desde chica y también le gusta leer mucho. En la escuela secundaria ganó la etapa departamental “Olimpíada de la Lengua Rumana” y recibió una mención en la etapa nacional.

Es profesora de francés e inglés por la Universidad de Bucarest (Facultad de Lenguas Extranjeras) e hizo una Maestría en Lingüística Aplicada - Didactique du Français Langue Etrangère en la Universidad de las Antillas, Martinica.

Enseñó francés e inglés en escuelas secundarias de Bucarest; en colegios, asociaciones y en programas de la prefectura de Martinica; y expresión oral y escrita en francés profesional en la Universidad de las Antillas, Departamento de Ciencias de la Computación. También enseñó francés en colegios y escuelas secundarias en Guayana Francesa e inglés en la Université de la Guyane Française.

En 2023 comenzó publicar poemas en revistas y plataformas literarias como Luceafarul, Poezia, e-Creator, Parnas XXI, Axis Libri, Boem@, Impact, Amfiteatrul Literar, Litera 13, Ofranda Literara, Regal Literar, Caiete Silvane, Litere, Impact, Sintagme Codrene (Rumania), Contact Internațional, Destine Literare, Observatorul, Poezii pentru sufletul meu (Canadá), Gândacul de Colorado, Curentul Internațional, Romanian Journal New York (Estados Unidos), Emoții si Lumina (Australia), Jurnal Israelian (Israel), Asii Români (Bélgica, Países Bajos, Alemania), Basarabia Literara (Moldavia).

Ha publicado también poemas en francés, inglés, español, portugués y turco en sitios web y revistas literarias como Lespoetes.net, Le monde de Poetika, Oasis des artistes, Mondes Francophones, All Poetry, Poeticous, Poetry.com, Revista Orfeu (Kosovo), Pluma (Argentina), Kametsa (Perú), Revista Poética Azahar (España), Mimeógrafo (México), Tamasma Cultural (Canarias), Montaje (Chile), Literalivre, Barbante (Brasil), Alas de Papel, Amalgama de Letras, Revista Literaria ÓBOLO, Alhucema, Alborismos, Letras de Parnaso, Cósmica Fanzine, Letras de Chile, Revista Innombrable, Oniria Literaria, Poemas del Alma, Poetry Alquimia, Yerli Bilimkurgu Yükseliyor (Turquía), Comme en poésie, etc.

Además, disfruta del teatro, el cine, la música, la pintura, la grafología, la psicología, el lenguaje corporal y los viajes.

Hoy publicamos una primera parte de sus Poemas en minúsculas. Quedando una segunda para nuestro Suplemento de diciembre próximo.

gabim21@yahoo.com

https://www.facebook.com/gabriela.marin.7927/

 

 

claridad

cuando llegué

no te vi...

estabas escondido detrás de un eón

 

cuando volví

te vi en mi sueño...

estabas escondiéndote detrás de un momento

 

cuando me fui

me sentí como si estuvieras allí...

desde los albores de los tiempos

 

 

clarity

when I arrived

I didn't see you...

you were hiding yourself beyond an eon

 

when I came back

I saw you through my dream...

you were hiding yourself beyond a moment

 

when I left

I felt like you've been here...

since the dawn of time

 

 

la noche - los ojos - el mar

en la noche

los ojos ven

el mar de estrellas

 

en la noche

las olas bañan

tu alma pura

 

en la noche

las lágrimas caen

desde lo alto del cielo

en el océano de los sentimientos

convertidos en misterios de plata

 

 

the night - the eyes - the sea

in the night

the eyes see

the sea of stars

 

in the night

the waves bathe

your pure soul

 

in the night

the tears fall

from high in the sky

in the ocean of feelings

turned into silver mysteries

 

 

salpicaduras de eternidad

lluvia de luna y de estrellas

en mis cielos

eterno

lluvia de soles y de cometas

en mis universos

real

lluvia de planetas y de color

en mi corazón

amoroso

lluvia de amor infinito

en mi alma

que pulsa para siempre

 

 

drops of eternity

rain of moons and stars

in my eternal

heavens

rain of suns and comets

in my real

universes

rain of planets and colors

in my loving

heart

rain of infinite love

in my soul which is

palpitating for ever

 

 

condicional

si tan solo pudiera

te elevaría al cielo

si tan solo pudiera

te llevaría en el éter

si tan solo pudiera

te mantendría alejado de la nostalgia

si tan solo pudiera

te pondría a dormir en una nube

si tan solo pudiera

te bautizaría en una estrella

si tan solo pudiera

clonaría tu amor

si tan solo pudiera

te daría una galaxia

si tan solo pudiera

te dedicaría un astropoema

 

 

conditional

if only I could

I would lift you up to heaven

if only I could

I would walk you in the ether

if only I could

I'd keep you away from nostalgia

if only I could

I'd put you to sleep on a cloud

if only I could

I would baptize you on a star

if only I could

I would clone your love

if only I could

I would give you a galaxy

if only I could

I would dedicate an astro-poem to you

 

 

espejo

agua pura congelada

superficie plateada

nenúfares flotando en el agua

realidad reencarnada

distancia cercana

reflexión imaginada

conocimiento oculto

profundidad en espiral

concentración desvanecida

simetría radiante

imaginación invertida

aparición - inventado?

 

 

mirror

pure frozen water

silver surface

water-lilies floating on water

reality reincarnated

close distance

imagined reflection

concealed knowledge

spiral depth

faded concentration

radiant symmetry

inverted imagination

apparition - invention?

 

 

real

nuestras aspiraciones

nuestras esperanzas

nuestros sueños

nuestras ilusiones

nuestros objetivos

nuestras impresiones

nuestros deseos

nuestra imaginación

nuestros escenarios

nuestros ideales

 

nuestros éxitos y victorias

 

 

real

our aspirations

our hopes

our dreams

our illusions

our objectives

our impressions

our wishes

our imagination

our scenarios

our ideals

 

our successes and victories

 

 

mi hermoso arco iris

mi corazón rojo

mis begonias naranjas

mi sol amarillo

mi hierba verde

mi amor azul

mi cielo índigo

mi iris púrpura

 

mi sangre roja

mi puesta de sol naranja

mis narcisos amarillos

mi primavera verde

mi mar azul

mis pensamientos índigo

mi aire púrpura

 

mi esperanza turquesa

mi optimismo rosa

nuestro brillante futuro

 

 

my beautiful rainbow

my red heart

my orange begonias

my yellow sun

my green grass

my blue love

my indigo skies

my purple iris

 

my red blood

my orange sunset

my yellow daffodils

my green spring

my blue sea

my indigo thoughts

my purple air

 

my expectations turquoise

my pink optimism

our bright future

 

 

inicio

te olvidaste de todo

lo dejaste todo

ya has terminado todo

lo has abandonado todo

has corregido todo

has borrado todo

sublimaste todo

asumiste todo

aceptaste todo

has perdonado todo

has transformado todo

lo has pensado todo

has hablado todo

has renacido totalmente

 

todo comienza aquí y ahora

 

 

beginning

you've forgotten everything

you've quited everything

you've finished everything

you've abandoned everything

you've fixed everything

you've deleted everything

you've sublimated everything

you've taken on everything

you've accepted everything

you've forgiven everything

you've transformed everything

you've thought it all over

you've talked everything

you've been totally reborn

 

it all starts here and now

 

 

en mi alma

profundidades atractivas

volverse cíclico

alturas desafiantes

movimiento concéntrico

aclaraciones sorprendentes

llamada simbólica

entorno encantador

alza esférica

frescura impresionante

recuerdo maravillosa

comprensión etérica

deseo creativo

 

 

in my soul

attractive depths

cyclical becoming

challenging heights

concentric motion

surprising clarifications

symbolic call

charming setting

spherical rise

impressive freshness

wonderful memories

etheric understanding

creative desire

 

 

soñar

veo en mi sueño

que me quedo dormido en una nube

veo en mi sueño

que vuelo a una estrella

veo en mi sueño

que respiro como la luna

veo en mi sueño

que vivo como el sol

veo en mi sueño

que me mareo en el éter

allá arriba, muy alto

veo en mi sueño

que no te has ido

lo sé en mi sueño

que sigues aquí

como en cualquier sueño mío

 

 

dreaming

I see in my dream

I fall asleep on a cloud

I see in my dream

I fly to a star

I see in my dream

I breathe like the moon

I see in my dream

I live like the sun

I see in my dream

I get dizzy in the ether

up there, very high

I see in my dream

you haven't gone away

I know in my dream

you are still here

as in any dream of mine

 

 

NAHUEL TOMÁS PONTE

Reside en Rojas, Provincia de Buenos Aires, Argentina. Ha sido galardonado con algunas menciones honoríficas en diversos concursos literarios. Utiliza con frecuencia el seudónimo Juan Gómez.

Hoy podemos apreciar su fina e interesantísima narrativa, imbuida de una fuerte carga poética.

jg0593444@gmail.com

 

Ángel de la madrugada

Nahuel Tomás Ponte ©

(© Juan Gómez)

 

(No creas)

Lo que se vio son seis patas, dos cuerpos. Uno, escorado, el otro, incierto. Uno, emergió de la nada y ocupó el flanco izquierdo. Otro, negro, ronchas, hueso. Y amigos desde siempre, por unos metros.

Pero no imaginemos. Ni dar ni recibir, nadie habló de eso. Lo que yo vi por San Juan, entre Quintana y Nicolás Repetto, fueron seis patas, dos cuerpos que nunca se pertenecieron.

Fueron doscientos metros. Uno siguió por San Juan, el otro no quiso ir más lejos. Lo demás que siguió fue el silencio. La madrugada nos vuelve expatriados, las vidas se llevan en los cuerpos.

De lo del ángel que cuentan, allá ellos. Lo que yo vi son dos almas entre Quintana y Nicolás Repetto; a esa hora, un desierto, y después, también.

 

 

Espantapájaros

Nahuel Tomás Ponte ©

(© Juan Gómez)

 

Si bastara la experiencia profunda de asomarse a lo mismo, siempre, de aspirar este aire, de rebuscar en la tierra la humedad.

Si no libara el pájaro la sangre —que no tengo— y no se descolgara, sutil, la araña.

Si no quemara el sol y la lluvia no arrastrara lo que quede.

Si nacer, crecer, morir, podrirse, me fuera concedido.

De no ser por las hormigas que vienen en manada, por el insecto, por el rocío, por el piedrazo certero, cómo sabría que existo. Alguna vez un sapo, una culebra, vinieron a treparse, igual que las hormigas. Yo, quieto.

Habrá que estarse quieto, anhelando la mirada del viajero, endurecerse todavía un poco viéndolo pasar de largo, abrirse al sol, hundir dos palos como pies abajo, abajo, abrazarse un poco más todo lo que se pueda a esta nada que es el aire, como a una esperanza.

Esta forma inhumana que adivinan no es un Cristo. Los veo desde acá, van y vienen —si eso es moverse—.

Y no vengan a decirme que más allá del maizal hay mundo: ¿a la lata, a la madera, le piden que imagine? Imaginar es otra cosa: es decir, sin fundamentos, rojo y verde, y pensar de inmediato en la manzana y el limón. Diré manzana y verde entonces, manzana y verde —digo decir y cómo abrir la boca que no tengo—.

Ni este pelo de paja ni estas uñas falsas. Dos botones con agujeros para ver —uno negro, el otro colorado— una boca cosida y arriba de la boca, nada. Un sapo, una culebra, alguna vez. Ya nadie teme a los espantapájaros.

No llegue el día en que me atreva, me desentierre estos palos y camine. Por ahora a estarse quieto, a repetirse, a dar vueltas sobre el mismo eje. Estar, seguir estando.

 

 

No nacido

Nahuel Tomás Ponte ©

(© Juan Gómez)

 

Junto a un montón de cosas inútiles, en medio de la oscuridad y de la frescura del cuarto, vive. Un objeto a medio construir. Incomprensible, contrahecho, feo. No nacido. Acostumbrado a la penumbra de la habitación, la luz, para él, es un hecho extraordinario que viene a perturbarle una eternidad de silencio.

 Pudo ser un instrumento, una herramienta, un mueble. Pudo ser un poema. Iba a ser un violín, una pala, una cuna de bebé. Lo esencial es que no fue. Se quedó a medio camino, en un amasijo de cuerdas y madera, de hierros retorcidos, de signos ilegibles. El murmullo de un loco.

En el desorden de cosas no acabadas, medio hechas, en un carnaval de alienación y sinsentido, de residuos, de excedentes, el azar nos presentó. Fue como haber levantado una piedra que había permanecido inmóvil por siglos enloqueciendo de terror a un mundo subterráneo de humedad, de moho, de gusanos. Él, orgulloso y erecto, me mira. Se sabe contingente. Qué hago yo profanando esta tumba.

Dejo las cosas como están. Apago la luz. Alguien me pregunta si encontré lo que buscaba. Digo que no, y que no importa.

El recuerdo, iluminado e inútil como otro más de aquellos objetos absurdos, viene hoy a mi mente a causa de no sé qué luz que se enciende en mi memoria.

El ambiente determina el pensamiento, solo que en vez de hacérmelas en aquel momento a las preguntas me las hago ahora. Si el olvido alcanzará, más tarde o más temprano, a todo lo nacido, cuánto más olvido necesita un no nacido. Y cuál, en el final, será la diferencia.

A la casa la derribaron hace mucho. Qué habrá sido de aquellos cambalaches, de aquel objeto que no puedo nombrar y del que apenas puedo pensar porque nunca tuvo nombre, ni forma, ni sentido.

Fue la vez que me di cuenta de que yo era yo, y de que estaba en el mundo.

 

 

SALOMÉ MOLTÓ

Nació en Cocentaina, Alicante, España, el 26 de abril de 1943. A los diecinueve años emigró a París, en donde estaban sus padres. Allí obtuvo su diploma de lengua francesa, además de cursar estudios en Literatura, y “Civilisation Française”. De vuelta a España ha trabajado en colegios, en varias empresas en el departamento de exportación, en varias oficinas de abogados y notarios por asuntos puntuales de conflictos jurídicos y herencias, únicamente limitados a la traducción.

Ha colaborado en la revista Evocación de París, Cenit de Francia, Orto de Barcelona, Tierra y Libertad de Madrid, esporádicamente en el periódico local El Nostre-Ciudad, Polémica también de Barcelona, Canfali de Benidorm, y forma parte del equipo de la revista Siembra.

Sus trabajos van dirigidos a fomentar la toma de conciencia y posible denuncia de los problemas que atañen a nuestra sociedad.

Más sobre sus obras y trayectoria literaria en los números 102 y 103 del Suplemento de Realidades y Ficciones. Ver ÍNDICE DE SUPLEMENTOS o, por su apellido, en ÍNDICE DE AUTORES:

https://colaboraciones-literatura-y-algo-mas.blogspot.com/

salomemolto@gmail.com

 

 

BUSCANDO EN LOS ESTANTE O CARGAR LA MOCHILA

Salomé Moltó ©

 

A veces pienso el tiempo que empleamos buscando cosas en los estantes de la biblioteca, libros, cuadernos de vivencias, recuerdos y acontecimientos que, queramos o no, marcan nuestra existencia. Envejecer será posiblemente ir cargando la conciencia, el alma, el cerebro, los sentimientos de una cantidad de cosas que tiempos atrás ni pensábamos que podríamos hacerlo, vivíamos y no le dábamos más importancia.

¿Qué es aquello que no veo muy bien en lo alto del armario? me decía cuando era yo el que lo había colocado.

Toda la tarde la pasé haciendo la siesta y luego me fui a dar una vuelta por el jardín, con la gayata puedo hacer un recorrido y cuando me acerco a la valla de la casa de la vecina, que se pasa la tarde regando los geranios, me digo que soy muy afortunado, ya viejo pero todavía me puedo valer por mí mismo. Haber vivido aquellos tiempos de posguerra, de hambre y represión, que con un poco de pan con chocolate almorzaba, pues no había más. Y el guiso de garbanzos y claro las lentejas que venían de Argentina.

Mi nuera vino ayer y resulta que mañana tengo que cuidar a mis nietos, me los traerá ella, pues se va al norte a recoger a mi hijo, que como mecánico, va de una entidad a otra reparando máquinas, que algunas empresas no pueden cambiarlas por nuevas y mi hijo hace que funcionen un poco más de tiempo. Bien, eso le hace ganar un dinero extra que no viene nada mal.

La hipoteca del apartamento terminé yo de pagarla, pues él se quedó en el paro y las ayudas estatales no soy muchas, claro que ahora como mi nuera tiene trabajo como enfermera, bueno asistenta de enfermería, dicen que se llama.

—Abuelo, ahí tiene a los niños, la cena está en ese cesto, y para mañana el otro paquete, no tiene que guisar ni nada de nada, sólo cuídelos, voy a por su hijo, llegaremos muy tarde, así que mañana comemos juntos.

—¿Y qué hago, los baño, los acuesto y les canto una nana…?

—Les gusta más el rock-and-roll.

 

 

NORMA DUS

Narradora y poeta, oriunda de Concepción del Uruguay (Entre Ríos), residente en San Carlos de Bariloche (Río Negro), Argentina.

Ha obtenido diversas distinciones de honor en certámenes nacionales dentro del género de relatos breves y cuentos, así como por su destacada labor literaria. También ha participado de diversos encuentros poéticos y ferias de libros, tanto en el país como en el extranjero, particularmente en Canadá. Su nombre completo es Norma Margarita Dus.

• Obras publicadas: Bodega de Sueños (poemario, 2005), Cuando nos quedamos solos (cuentos para adultos, 2010), Desde la Ostería de Migai (reescritura del diario personal de un inmigrante, 2018), El camino de Libra (cuentos para adultos, 2022), Amor mascotero y otros cuentos (cuentos para niños, 2023), La estrella y otros cuentos (cuentos para niños, 2023).

• Ha integrado las siguientes antologías: Zona de Poetas (Ciudad de Buenos Aires, 2001), Tercer Encuentro Provincial de Escritores Entrerrianos (Concepción del Uruguay, 2007), Antología Patagónica "Otras Palabras" (Esquel, Chubut), “El espacio no es un vacío, incluye todos los tiempos” (Montreal, Canadá), Diez Poetas Rionegrinos Contemporáneos, Antología Poética - Vol. 2 (Municipio de Bariloche), III Antología “Leer el libro del mundo” (Neuquén).

• Ha publicado en los siguientes medios: revista Re-cuento (Bariloche), revista Palabras del alma (Esquel), el diario La Calle (Concepción del Uruguay).

Sus libros están disponibles en Librería Literal (Eflein 115, San Carlos de Bariloche), Librería Congreso (España 38, Concepción del Uruguay) y Librería Proa (España 14, Concepción del Uruguay). También, comunicándose con la autora.

Más sobre sus obras en los números 99 y 102 del Suplemento de Realidades y Ficciones:

https://colaboraciones-literatura-y-algo-mas.blogspot.com/2023/09/blog-post.html

https://colaboraciones-literatura-y-algo-mas.blogspot.com/2024/06/suplemento-de-realidades-y-ficciones-n.html

norma.dus@gmail.com

WhatsApp: 15 4 50 7972

https://deluruguay.blogspot.com

 

 

LA MUJER QUE FUE MUCHAS

Norma Dus ©

 

El Juez la hizo sentar en el banquillo de los acusados, y comenzó a interrogarla, solicitó nombre, edad y ocupación.

Por vieja, la imputada ya ha olvidado cómo se llama y los años que tiene. Sonriendo sarcástica, solo respondió: —Soy la mujer que fue y seguirá siendo muchas, me llamo Multiprocesadora. Me han requerido en todos los continentes, y aún me siguen solicitando.

Ya reía a carcajadas.

La Humanidad, que asistía al enjuiciamiento, se levantó enardecida, y pidió la pena de muerte, al grito de: —Miente, miente. Esa ramera nos ha arruinado, señor Juez, termine con ella. ¿No ve a Pakistán, Colombia, Israel, Chechenia, Ucrania, millones… que lloran a sus víctimas?

En distintos países, por su accionar, sus inocentes víctimas hoy llevan una pierna ortopédica, una mano mecánica, un ojo de vidrio, un audífono en su oído, u otros daños corporales y psíquicos.

El abogado defensor sostenía que su clienta no era culpable de su manipulación. Fundamentó que era la real víctima, y presentó sus argumentos:

 

“En la condición de mujer, dotada para dar vida, no puede pertenecer

a su naturaleza ser autora de la muerte. Para comprender y juzgar su

comportamiento, propio de la insania que padece, solicito al señor Juez,

rever la inculpación previo juzgamiento de los siguientes responsables,

que llevaron a mi defendida a ser la víctima de toda acusación:

traficantes de armas y sus negocios, gobernantes armamentistas,

inventores del poder económico y sus adeptos, y por último,

creadores de diferentes cuerpos armados y sus socios”.

 

El Juez concedió la palabra al Fiscal para hacer comparecer a sus testigos, presuntas víctimas del mal desempeño de la acusada. Estos eran los personajes más significativos de todos los continentes, en cada una de las denuncias. La justificación de los perjuicios ocasionados a sus testigos, era suficiente para rebatir absolutamente los argumentos al abogado defensor.

Se ordenó luego un cuarto intermedio. El público quedó en silencio y salió de la sala llevándose un sabor agrio a duda y desconcierto.

 

Se abre la sesión con cuatro nuevos lugares ocupados en la primera fila a un costado de la sala.

A su tiempo, fue escuchado el fundamento de cada uno de estos nuevos integrantes:

—Fabrico armas, como elemento de seguridad de las naciones. Su uso se hace necesario a fin de conservar la paz entre las naciones, y dentro de las mismas.

 

—No son necesarias ─pensaba el Juez—. La ley y la Justicia

defienden los intereses de los países, ultra y su interior.

 

—Un gobierno sin armamento, es víctima de las ambiciones extranjeras. Por eso debemos vendérselo a quienes no lo tienen.

 

—Sin armas, también hay poder —cavilaba el Juez—. La educación

y el cumplimiento de las leyes hacen fuerte a los pueblos.

 

—Solo el poderío económico permite crecer. Es la única forma de mantener la paz.

 

—Con valores morales se crece más que con valores monetarios

—rumiaba el Juez—. La justicia mundial deberá hacer lo suyo.

 

─Los cuerpos armados son los únicos en garantizar los límites.

 

—“¿Civilización o barbarie? —meditaba el Juez.

 

Y dictó sentencia.

 

La apelación llegó al Supremo Tribunal, quien convalidó la sentencia judicial. El día de la lectura del veredicto, el mundo aguardaba anhelante.

 

—LA GUERRA, acusada en este juicio, deberá permanecer en un bunker psiquiátrico, donde pasará el resto de sus días, y la Humanidad deberá custodiar su inviolable salida del instituto.

 

Los cuatro testigos presentados por el Fiscal, luego de una severa investigación, quedaron detenidos para ser juzgados por falso testimonio, asociación ilícita, estafas y crímenes sobre la Humanidad.

La ratificación de innumerables denuncias y contundentes pruebas logró el procesamiento y la sentencia condenatoria por enriquecimiento ilícito, encubrimiento y falta a los deberes de funcionario público del Fiscal, quien fue destituido.

 

(del libro El Camino de Libra, de Norma Dus)

Instagram: @normamdus

 

 

EL REY SE DIVIERTE

Norma Dus ©

 

Corren los años de 1500, y el Duque de Mantua junto a cortesanos y elegantes damas bailamos en la sala del palacio ducal.

Escucho que el Duque le cuenta a Borsa, uno de sus cortesanos de confianza, que le interesa una desconocida burguesa que ha visto en la iglesia, pero descubrió que hay un hombre que la visita.

El Duque es juerguista y toda mujer le viene bien, aún las casadas. Amante de fiestas y orgías.

Su majestad el Duque tiene un bufón, el contrahecho y burlón Rigoletto, de quien todos se mofan porque se comenta que tiene una amante.

Repentinamente llega a la divertida reunión el conde Monterone a denunciar la conducta libertina del Duque, por deshonra de su hija. Y quien responde a esta denuncia es Rigoletto, negando todo, diciendo que todo es un delirio.

Por defensa, el Duque y Rigoletto reciben una maldición terrible, que Rigoletto no olvidará.

Una maldición, cualquiera que sea, es muy temida por el pueblo, y por los más encumbrados.

El bufón regresa a su casa, sin olvidar la maldición, el resentimiento por nosotros, los cortesanos y aún por su patrón, bello y rico. Allí lo espera Gilda, su hija, a quien no deja salir. Por temor a que sea seducida, porque eso implicaría un motivo más de risas y sátiras para él. Le prohíbe mostrarse en público, solo ir a misa.

El Duque de Mantua ha seguido a la dama vista en la iglesia y descubre que vive en casa de su bufón. Es la hija de Rigoletto y tiene a Giovanna, su criada y dama de compañía.

En una salida del bufón, el noble disfrazado de estudiante logra entrar en la casa. Es el joven que me sigue desde la iglesia, dice Gilda a su criada, quien agarra la bolsa con dinero entregada por el Duque a cambio de que los deje solos.

Soy Gualtier Maldé, miente el noble.

 

 

Los cortesanos queremos vengarnos del jorobado Rigoletto por sus ofensas y burlas. Logramos raptar a la muchacha, con engaños y llevarla al palacio, pensando que hemos raptado a la amante del bufón. Cuando el Duque regresa por Gilda, encuentra que la casa está vacía.

Rigoletto, ya en el palacio busca a su hija, pero no logra entrar a la alcoba del Duque. En cambio Gilda sale corriendo y llorando le hace su confesión diciéndole que se ha enamorado de un pobre estudiante, pero que descubrió en el rapto que ese hombre es el Duque.

Rigoletto jura que habrá un vengador, de sus infamias. Lleva a su hija a la miserable taberna de Sparafuccile, un tabernero y sicario, para desengañarla. Allí ven entrar al Duque atraído por Magdalena, la hermana del cantinero.

Desencantada Gilda vuelve a su casa, con una orden de su padre. Sparafuccile y el bufón ultiman los detalles para matar al Duque. Acuerdan que Rigoletto retirará la bolsa con el cuerpo del noble, para tirarlo al río.

Por pedido de su hermana que no mate al noble, Sparafuccile decide hacerlo con el primero que ingrese a la taberna, y entregar esa bolsa a bufón, para poder cobrar.

La noche es lúgubre y tormentosa. La orden paterna de Gilda era irse a Verona, vestida de varón. Pero no lo hace. Regresa a la taberna. Al entrar, es confundida y apuñalada por el sicario. La bolsa es entregada a Rigoletto. Rigoletto se siente satisfecho. El Duque ha pagado sus fechorías, y será tirado al río.

Pero se escucha una voz que canta

¡¡¡La donna é mobile…!!!

¡¡¡Qual piuma al vento…!!!

 

El vengador reacciona… ¡¡¡¿¿¿Qué hay en la bolsa…???!!! Cuando la abre descubre a su hija moribunda. El horror lo atraviesa.

Gilda aunque malherida, agonizante, alcanza a decirle que junto a su madre, en el cielo rogarán por él.

Rigoletto recuerda la maldición de Monterone, quien lo había llamado serpiente, previo a la maldición.

 

(Versión en adaptación libre de Rigoletto —ópera italiana— Giuseppe Verdi /Francesco M. Piave).

 

 

ANÍBAL MALAPARTE

Nacido el primero de mayo de 1992 y pasando la mayor parte de su vida en Xalapa, Veracruz (Xalapunk para los camaradas), México.

Aníbal Malaparte es un poeta adepto a la contracultura, practicante de artes marciales e historiador egresado de la Universidad Veracruzana, titulado con la tesis Banderas de fuego, pechos de luz. Voluntarios mexicanos antifascistas en la Guerra Civil Española.

Colaborador o fundador de diversas tertulias literarias tales como Adictxs a la Poesía, Vérsame Mucho, Conspiración Poética, entre otras. Ha participado también en diversos encuentros literarios nacionales e internacionales como el Encuentro Babel, Festival Internacional de Poesía Palabra en el Mundo, la Fiesta Itinerante del Libro Alternativo y el Festival Internacional Arte Ahora. Como también ha publicado en diversas revistas literarias como Aullido, Multiversos, Enpoli, Lectabulo, Poetry Alquimia, Carcaj, Vagabunda, Alcantarilla, Calameo, Oclesis, Montaje, Innombrable, Mal de ojo, Nagari, Anfibia, Sol negro, 5 Petalos, Awita de chale, Culturel, Con Voz Propia, Herederos del Kaos, Acantilados de papel, Isotopías, Escritores rebeldes, Molino de Letras, Mimeografo, Lo que somos, Canal Literatura y Ventanas Abiertas.

Es autor de los siguientes poemarios Escribe poesía, construye bombas caseras (2019), Conversaciones de odio (2020), Delirios nihilistas (2020), La asamblea de los fantasmas (2023) y Lo que aprendimos de Ayotzinapa (2024). Adepto a las causas perdidas desde 2008, siendo un adolescente tiene la manía de desafiar al destino siendo militante de diversas organizaciones antifascistas, zapatistas y marxistas-leninistas.

anibalmalaparte@proton.me

 @malaparteanibal

 

 

Hojas de haya en una tarde de lluvia

Aníbal Malaparte ©

Para Andrea Meitner

 

Escapó el otro otoño.

Una banda de noise destroza los amplificadores

con tal de localizar el poema perdido de Patti Smith.

De temps en temps

es un ninjatō.

A veces

corta,

desangra,

perfora.

Viejos bardos empalados,

el olor a sangre podrida y mierda junto al ruido de las moscas,

pensamientos líquidos y tatuajes dadaístas.

Y ahora,

y ahora,

y ahora

danzamos las baladas de Ofelia

mientras nos soñamos un gato de gris pelaje.

 

Deseo

Aníbal Malaparte ©

 

Todo lo que deseo es basura,

brilla,

huele bien,

cumple todos mis fetiches,

fue fabricado exactamente para mí

y si de casualidad lo obtengo,

tengo que darles la razón a los psicoanalistas

(incluso a ese que me obligó a descubrir algo

que no quería saber

por lo que lo tiré al suelo

y golpeé hasta que el resto de los pacientes

llamaron a la policía).

 

¿Y cómo madres soportar la mirada del otro?

¿Cómo resignarme al estadio espejo?

¿Al objeto a?

¿Las lágrimas?

¿Y toda situación ilógica

de la cual quisiera encontrar un sentido

aunque no lo tenga?

 

Si aún te escribo poesía

es porque eres fogosidad resentida,

fragmento de gloria que perece entre las llamas,

no es que te idealice,

y aunque me comprendes mejor de lo que yo a ti,

conozco tus secretos,

tus deliciosas profundidades,

sabes bien que no son celos.

Por mí otorga tus enervantes discreciones

con diez mil cabrones y cabronas más.

pero no soporto

que desconozcan

tus cartas robadas.

 

Tampoco es que anhele la paz del cementerio,

no quiero borrarte de mis poemas,

ni resolver el misterio,

que me atrae hacia ti,

y acaso podría ser libre de tu recuerdo,

tu imagen, tus medias de seda, tu sabor.

 

Pero, ¿vale la pena?

¿Alguna vez algo vale la pena?

Sería olvidar tu belleza asediada

los ahíncos en las azoteas,

los poemas que leímos desnudos,

las películas comentadas ante el proyector casero,

nuestro descubrir canciones juntos,

aquel vagabundeo en la bohemia xalapeña,

las promesas que jamás te cumplí,

o tu boca incapaz de la piedad

y ese precio

no estoy dispuesto a pagarlo.

 

 

Ruegos

Aníbal Malaparte ©

 

Hay cierta conciencia

de saberme eco de una estrella que muere,

lágrima,

tiempo,

semen,

cuervo,

canción,

bala,

una muerte sin permiso,

una ilusión que desespera,

un atolladero del subdesarrollo.

 

¿Y quién no ama sin esperanza?

¿Y quién no merodea tus cementerios?

¿Quién no goza con ginebra barata?

¿Quién no tomó partido por Lucifer?

¿Quién no blasfemó siendo ateo?

¿Quién no se sabe fuego, gasolina, grasa de motor

librería de uso, chamarra de cuero,

miedo, maullido, campo minado,

una trampa de bambú bien afilado,

manta, lecho frío, leche con galletas,

cello tocado en la azotea, candado sin llave,

póster en la pared, ruleta rusa, pelea de cantina,

el beso con amor a una lengua envenenada,

un gato atropellado que se pudre en la basura?

 

Oh, extraña y triste criatura,

a veces sospecho

que no nos volveremos a ver…

bésame,

déjame lamerte,

déjame venirme dentro de ti,

abandóname en un motel,

déjame una marca visible que nadie comprenda,

déjame cortar la lengua de parásitos anarquistas,

déjame arranco mi rostro para portar sólo una máscara

déjame regalarte amor, matando todo lo que odias de mí,

déjame perpetuarte con una serie de atentados marxistas-leninistas,

déjame declararte amor de mi otra vida

y llora conmigo

como vidrio enterrándose en el cuello,

como ángel suicida,

como reprobando un examen de lógica,

como libro de Herman Hesse,

como noche en las barricadas,

como una orgia de Tule en el bosque,

como cavando en una fosa común,

como adolescente enamorado por primera vez.

 

Y toda esa hambre,

esa vorágine insatisfecha,

esa ansia,

ese sentido carente de sentido,

esa pulsión de muerte,

ese poema tan desnudo que no porta consigo excusa alguna,

esa pesadilla donde todos tenían rayones en vez de ojos,

ese no saber cómo terminar este poema,

esa pistola escondida detrás del librero,

ese ojalá,

esa historia que no fue,

déjame ignorarlos a todos un rato,

déjame fingir que no existen.

 

 

No-Poema

Aníbal Malaparte ©

 

No-palabras/territorios/abandonados,

ruinas/sigilos,

elegías/barrancos.

Somos/alguna-vez/fuimos/incendioytormenta.

Palabras/jodidas-inciertas.

Palabras/no-final

 

 

AMIR GORZALCZANY

(1958, Buenos Aires, Argentina). Doctor en Arqueología con especialización en arqueología islámica. Posee además una maestría en petrografía, campo en el que también ha realizado publicaciones especializadas. Reside en Israel, donde trabaja en la Autoridad de Antigüedades, institución en la que ha ocupado distintos cargos a lo largo de los años. Actualmente se desempeña como jefe del Departamento de Revisión Científica (Head of the Scientific Review Branch).

Ha dirigido decenas de excavaciones y publicado numerosos artículos científicos —más de un centenar— sobre inscripciones antiguas, arquitectura monumental, mosaicos, arqueología funeraria, arqueobotánica, sistemas de acueductos, paisaje histórico y análisis petrofísico de materiales arqueológicos. También ha redactado y publicado reportes finales de arqueología de campo en el marco de sus excavaciones. Fue miembro del comité editorial de la revista Antiguo Oriente y ha publicado en revistas académicas de prestigio en varios idiomas. Además, ha editado volúmenes académicos, presentado ponencias en congresos internacionales, y participado activamente en la organización de encuentros científicos.

Entre sus líneas de investigación se destacan el estudio de procesos constructivos, estudio de mosaicos, acueductos, prácticas funerarias, entornos agrícolas históricos, arqueología del paisaje y el impacto de eventos sísmicos en el registro arqueológico. Ha enseñado en la Universidad Ben Gurion de Beer Sheva, y dictado cursos de posgrado y seminarios en la Universidad de Buenos Aires y en la Universidad Católica Argentina. Es miembro activo de la Red de Científicos Argentinos en Israel y ha visitado Argentina como parte del programa RAÍCES, colaborando en tareas de docencia e intercambio académico.

Desde siempre le ha interesado, sobremanera, la condición humana detrás de los hallazgos arqueológicos: las historias personales, los gestos materiales y las huellas de vida que subyacen bajo los restos. Su enfoque combina arqueología, historia, filología, geociencias y ciencias naturales, con una marcada vocación interdisciplinaria.

Aunque su trayectoria ha sido fundamentalmente investigativa, La leyenda de las Tres Comillas marca su primera incursión en la ficción literaria.

amir@israntique.org.il

 

 

La leyenda de las Tres Comillas (una mitología tipográfica)

Amir Gorzalczany ©

 

Una epopeya ignorada de antiguas leyendas de puntuación, sagradas guías de estilo y la guerra silenciosa entre la venerada comilla y sus hermanas rebeldes.

 

Tú, que has osado abrir estas páginas… escucha ahora la historia no escrita. Presta oído… y tiembla.

Ocurrió en algún lugar, en un rincón olvidado del Viejo Mundo. Olvidado por los mapas. Olvidado por los hombres. Olvidado por la memoria misma.

En un yermo desolado —uno de esos lugares que los mapas omiten con cortesía, quizá con sabiduría—, una noche tormentosa ruge con entusiasmo casi histriónico, como si ansiara un público. Vientos gélidos barren la estepa, compitiendo entre sí para ser el susurro más lúgubre jamás exhalado.

A lo lejos, un castillo en ruinas se recorta contra los relámpagos —como una imagen gótica tomada demasiado en serio. Se alza sobre un risco dentado, visible solo cuando la tormenta permite vislumbrar sus torres puntiagudas, sus almenas cuadradas, y las piedras gastadas y resbaladizas de su centenario adarve —huérfano ya de centinelas— con un nuevo fogonazo de luz. Aunque cae la lluvia, el rancio aroma del tiempo aún se aferra al aire. Harapientos y descoloridos, los estandartes ondean en mástiles que alguna vez fueron orgullosos. Rasgados. Deshilachados. Pero aún ondean —tercos e indoblegables. Emblemas de causas olvidadas —algunas nobles, otras menos— que ninguna alma viva recuerda. El castillo ha conocido días mejores. Los recuerda con melancólica amargura. Es conocido por muchos nombres —nombrados solo en susurros: La Fortaleza del Punto y Coma, El Bastión de los Borradores Eternos. Existen otros nombres —pero mejor dejarlos sin pronunciar.

Por un camino lodoso y traicionero avanza una caravana de oscuros carruajes lujosos y anticuados —como sacados de un cortejo fúnebre del siglo XIX. La carretera serpentea cuesta arriba mientras avanzan con precisión entre la espesa niebla. Cada carruaje es tirado por un par de exhaustos caballos negros adornados con plumas empapadas que aún cuelgan con un atisbo de dignidad. Los cocheros, impasibles y empapados, van envueltos en capas que apenas simbolizan abrigo, con tricornios anticuados y libreas oscuras adornadas con bordados deslucidos: meras sombras de una dignidad pasada. A veces, entre los truenos, el seco chasquido de un látigo corta la noche, mezclándose con el crujir de viejos ejes sedientos de grasa. Linternas oscilantes, colgadas del asiento del cochero, libran una breve e inútil batalla contra la oscuridad.

Cada carruaje lleva un solo pasajero, encorvado y silencioso, perdido en pensamientos lejanos mientras su cabeza se sacude al ritmo de los baches. Visten con sobria elegancia ligeramente pasada de moda. El asiento, antaño mullido y cómodo, no es más que felpa desgastada y un recuerdo desvanecido de un glorioso pasado. Las ventanas, ocultas tras pesadas cortinas, están completamente empañadas. Esta no es una noche cualquiera. Es el decimotercer viernes de un año bisiesto, pasada la medianoche. Así debe ser, por antiguos y caprichosos decretos del destino —y porque así lo ordenan las reglas del Códice Fundacional, sellado en la Primera Prueba. La reunión debe celebrarse en noche de lluvia torrencial. Así está escrito. Una vez más, ha llegado el momento. Se enfrentarán a la leyenda.

Figuras silenciosas, envueltas en prendas tan pesadas como sus conciencias, descienden de los carruajes con pasos titubeantes. No hay paraguas —serían inútiles en este viento. A la luz temblorosa de antorchas sostenidas por sirvientes mudos y sordos (¿tradición?, ¿necesidad de discreción?, ¿privilegio ancestral del silencio?), se dirigen hacia el edificio sombrío. Nadie cruza miradas. Nadie habla —hasta que Él lo permita. Entre ellos hay rostros arrugados y otros solo cansados, pero ninguno podría confundirse con un amigo. Ninguno parece menor de setenta; la mayoría, bien pasados. Sus rostros llevan grabadas las cicatrices de vidas enteras en las trincheras de la escritura, la traducción y la guerra editorial —las puntas de sus dedos aún manchadas de tinta negra, fruto de incontables páginas hojeadas. Su paso es lento —no solo por reverencia, sino porque las rodillas ya no colaboran, y el clima conspira como siempre.

La procesión, guiada por la antorcha, avanza por un laberinto interminable de corredores cruzados y escaleras de caracol mal ventiladas, hasta que todos quedan completamente desorientados. Pareciera que quien se pierda estaría condenado a vagar eternamente por los claustros sin esperanza de retorno. Pero nadie se atreve a aminorar el paso. Es sabido. ¡A Él no se lo debe hacer esperar!

 

Los más cercanos al portador de la antorcha vislumbran fugazmente la Galería de los Seudónimos Rebeldes, donde solemnes retratos al óleo —ejecutados en estilos antiguos y olvidados— cubren las paredes: rostros de quienes alguna vez se ocultaron tras disfraces literarios. Algunos susurran que, al pasar, los ojos de ciertos retratos parecen seguirles en silencio —como si aún aguardaran ser citados. Los más observadores perciben, entre la penumbra, una puerta sellada que conduce al Salón de los Plagiarios Arrepentidos —un santuario sombrío donde las almas de escribas díscolos lloran tinta. La procesión apura el paso por el Pasaje de los Apócrifos y sube la Escalera de los Borradores Inconclusos, cada escalón grabado con la línea inicial de historias que jamás nacieron —y hoy yacen abandonadas al tiempo. Y con cada reunión, parecen surgir más escalones —recién tallados, como si el castillo mismo los invocara, llorando por el creciente cementerio de pensamientos truncos. En un recodo olvidado, algunos juran haber visto una vitrina sellada con lacre negro.

Dentro, suspendido en una cápsula de alabastro grabado con runas de una lengua extinta, reposa un ostracon con un vocablo olvidado, un lexema extinto —para todos, salvo para Él. Su inscripción, casi ilegible, reza: “Hapax Legomenon”. Basta el sonido de esas palabras para erizar la piel de quienes las oyen. Y no es para menos: nadie osa pronunciarlas ni evocarlas en voz alta, pues se sabe que tienen el poder de convocar al Sombrío Espíritu del Copista Errante, quien castiga sin piedad a los temerarios... con repeticiones innecesarias y redundancias inconfesables. En la cima de la escalera los aguarda la Cripta Oscura de las Infinitas Notas al Pie, cuya puerta lleva asteriscos que ningún erudito logró descifrar. Cerca, el Anexo de Bibliografías Infladas y Referencias Superfluas, un mausoleo de citas vacías, donde los nombres de autores olvidables y títulos jamás consultados aún resuenan en ecos huecos, cubiertos de polvo que nadie jamás limpiará.

Sin una palabra, tras cruzar apresuradamente el Patio de las Metáforas Prohibidas —donde hasta el aire parecía saturado de hipérboles y ojos críticos observaban desde la oscuridad— los sirvientes los conducen al Bastión del Tintero, un alto salón circular tenuemente iluminado por candelabros con velas altas y goteantes.

Ventanas ojivales estrechas rodean la sala, a través de las cuales se vislumbran relámpagos lejanos y se filtra el murmullo apagado del trueno. Solo una venerable puerta doble —pesada y ancha, de madera cincelada e incrustada en bronce, interrumpe la continuidad— el Sublime Portal del Pacto Gramatical Eterno. Unos troncos arden tímidamente en la chimenea, luchando en vano contra el frío reinante. Algunos de los presentes conocen bien este lugar. Otros, los que lo visitan por primera vez, lo miran con reverencia. Las paredes de piedra desnuda, fieles a la estética del silencio, lucen un único adorno austero colgado sobre el dintel de la puerta. ¡He aquí un emblema heráldico absurdamente sagrado, con ecos inconfundibles del Medioevo: Marcas simétricas y duplicadas —angulares, dobles y simples! La Marca Ancestral de los Glifos Sagrados. El Santo Grial de la Gramática. Las Tres Comillas —que nadie se atreva a llamarlas “rayitas”.

Así ingresan al Círculo Interno del Comité Supremo de la Hermandad Sacrosanta de las Tres Comillas. El Consejo de los Ancianos Léxicos. El Sínodo Semiótico Oculto. Algunos, mientras sus ojos se ajustan a la luz tenue, intercambian mudos y sutiles asentimientos; otros intentan disimular su nerviosismo tras una expresión severa, esforzándose por parecer más enigmáticos que temerosos. Todos los recién llegados, con las rodillas temblorosas y el sudor disfrazado de lluvia, esperan —con impaciencia y reverencia mezcladas— al que ha de presidir el cónclave:

El Hermano Iluminado de la Cláusula Oculta, Supremo Vidente Semántico de la Logia, Inefable Voz del Estilo y el Legado en la Puntuación:

Redactor Final de la Oración Subordinada, Árbitro del Último Borrador.

 

Nadie ha visto su rostro. Nadie sabe dónde habita. Algunos creen que vive simultáneamente en este castillo, en varias editoriales poderosas y en toda biblioteca que aún utilice fichas de cartón. A veces, incluso disfrazado —como un bibliotecario calvo de mediana edad en chaleco gastado, caminando con la solemnidad de un monje titubeante— recorre reverente estanterías polvorientas llenas de rollos amarillentos, palimpsestos marchitos, encuadernaciones centenarias y códices en lenguas olvidadas, cuyo significado ya nadie comprende. Las majestuosas puertas se abren sin sonido. Cuando entra el Ungido, descendiendo tres escalones de mármol gastado —con la puntualidad de un reloj suizo y la gravedad de un corrector airado— el silencio se vuelve palpable y un escalofrío recorre a los presentes. Todos ejecutan una genuflexión perfectamente coreografiada, como dicta el Manual Ceremonial, edición revisada y corregida.

Lento y ominoso es el ingreso del Oráculo Viviente, Supremo Lector de Pares a Doble Ciego, El de los Márgenes Justificados. Encorvado, sus manos esqueléticas —nudillos salientes, piel tensa y venas azules— emergen de las mangas de un hábito tosco. Sus dedos se posan sobre su hundido pecho ascético. Se sienta con la serenidad de quien dejó de apresurarse hace décadas. Algunos dicen siglos, desde que Gutenberg —alabado sea— nos puso en el camino de la iluminación. Los demás lo imitan, sentándose en sillas crujientes alrededor de una mesa de caoba tan pulida como intimidante. Nada en la disposición de los asientos es aleatorio. Las brechas ideológico-literarias son evidentes y ampliamente reconocidas. Sobre la mesa, ningún refrigerio, ¡que la RAE nos libre! Solo largas y rituales plumas de ganso en tinteros de plata reluciente, sin tinta desde generaciones, junto a impecables papeles secantes rectangulares y abridores de cartas con mangos de marfil —reliquias de cuando la caligrafía era un arte solemne.

¡He aquí! El Libro de estilo de la lengua española (RAE) —nadie sabe cómo ni cuándo— ha aparecido. Es la primera edición, pero algunos afirman que es la Galera Sagrada. Pasa de mano en mano como una reliquia, un talismán de poder prohibido, acunado en una caja de ébano con incrustaciones de plata y apoyado sobre un cojín púrpura con borlas doradas. Uno por uno, temblorosas manos se posan sobre su cubierta aterciopelada, y cada asistente jura lealtad eterna a la gramática, la puntuación y —por sobre todo— a las comillas correctas. El juramento es antiguo. Su idioma, inteligible solo para los iniciados. Las palabras son precisas, casi quirúrgicas. Nadie se atrevería a cometer un anacoluto o un pleonasmo ante el Guardián de los Guiones, Custodio de las Preposiciones, Azote de las Redundancias.

No hay agenda. Nunca la hubo. Pero todos saben cuál es el único tema permitido: las Tres Comillas.

Ningún alma se atreve a perturbar el silencio. Todos recuerdan —demasiado bien— el cisma: el Incidente de la Elipsis y la Gran Rebelión del Guión Corto. Ambos, capítulos lúgubres en los anales de la tradición gramatical, aún rondan los márgenes de sus memorias, anotados en tinta roja.

 

La respuesta fue rápida —y despiadada.

Los insurgentes derrotados fueron despojados de sus diccionarios por el temido Gran Tipógrafo y su propia guardia pretoriana: la Vigilante Orden de la Mayúscula, en medio de ritos públicos de humillación. Sus nombres, tachados bajo la ira de la pluma roja por los ejecutores e inquisidores de la Santa Cofradía de la Tinta Carmesí. Su memoria, expurgada, sellada en el Archivo de las Prepublicaciones Perdidas y desterrada a la Bóveda de los Manuscritos Heréticos Proscritos.

Con suerte, permanecen como una nota al pie en anales olvidados, milagrosamente intactos ante la censura… o quizás dejados allí con intención maquiavélica, como sutil advertencia y lección para los escribas del mañana.

Ni siquiera se les concedió la misericordia de una segunda corrección.

 

Vae victis...

 

Una voz profunda y arcaica, que parecía emanar de las piedras mismas, abrió el cónclave:

—¡Hablad ahora... o callad hasta la próxima reimpresión!

Al fin, las propuestas emergen lentamente, tímidas, vacilantes al principio:

—¿Y si fueran cuatro comillas?

—¿O siete? ¡El número místico!

—¿Por qué verticales? ¿Qué tal una comilla en espiral —como un suspiro posmoderno? ¡Como si envolviese la energía que emana del texto!

—¿Una voluta tipográfica? ¡Una onda temblorosa, un garabato cruzando la página —no más que una blasfemia que imita burdamente el trazo sagrado!

—¡Por el sagrado Et Comercial! ¿Qué otra herejía propondrás? ¿Escribir sin citar tus fuentes? No me extraña —viniendo de un amante de las redundancias... ¡Solo falta que propongas comenzar la frase con comillas dobles y acabarla con comillas simples!

—Ah, sí— tú y tus estimados coautores parecen totalmente incapaces de distinguir entre una sinécdoque y una hipálage...

—¡Por todos los Santos Acentos Prosódicos! ¡El único lugar donde tu obra merece figurar es en la fe de erratas!

—¡Tus modificadores ambiguos se han convertido en un patético espectáculo mundial —ridiculizados como crímenes contra la decencia sintáctica!

—¡Cómo te atreves, traidor de la sintaxis! ¡Degenerado asterisco-dependiente! ¡Que caigan sobre ti y tu linaje editorial apóstata correcciones crueles, tachones viles y enmiendas perversas cual lluvia de tinta indeleble por siete ediciones consecutivas!

 

Ideas peligrosas, susurradas al principio, luego pronunciadas con creciente audacia.

La sala escucha. La historia se estremece.

Y entonces —pronunciado suavemente, pero con claridad:

¿Acaso renace la Facción Reformista?

 

El clima se vuelve espeso. La calma comienza a agrietarse.

 

Él, Quien Habita en las Notas al Pie Olvidadas, Archivista Sombrío de las Verdades No Citadas, no dice nada.

Sus ojos, brillando en la sombra bajo su capucha, se entrecierran con solemnidad amenazante.

El debate se silencia de inmediato.

No hacen falta palabras.

Se pone de pie.

Las puertas, presintiendo su partida, se abren solas.

 

Abandona la cámara y desaparece entre sombras de las que nadie más ha vuelto jamás.

Nadie lo sigue. Nadie pregunta.

 

Todos comprenden.

Las palabras sobran.

Heráclito no tiene lugar aquí.

Panta rhei no aplica.

No cuando se trata de las comillas —especialmente de la angular.

Como fue, así seguirá siendo.

Lo que ha sido, será de nuevo.

Per saecula saeculorum.

 

Los emisarios regresan a sus carruajes —espaldas encorvadas, zapatos empapados.

La lluvia arrecia, como si realizara un ritual de despedida ensayado durante siglos.

Los truenos retumban, lanzando una advertencia final.

Parten para llevar el veredicto a sus acólitos.

 

El Erudito Colegio de Escritores, el Círculo Críptico de Creativos, la Hermética Cofradía de los Editores, la Logia Velada de los Traductores Trilingües y la Silenciosa Orden de los Correctores Meticulosos —esparcidos por todo el globo— esperan con el aliento contenido, atentos a la llegada de los heraldos.

La decisión se propagará como el fuego desde el Santo Sepulcro en la Vigilia de la Luz —solo que esta vez, con los errores tipográficos corregidos.

¡He aquí! Sed testigos de la Noche de la Resurrección Diacrítica.

 

Todos recibirán el veredicto con reverencia.

Con sumisión.

Con obediencia.

Así fue escrito.

Así será.

La Hermandad Arcana ha hablado.

El Avatar del Silencio Gramatical, Profeta Eterno del Calderón, Portador de la Sintaxis Inmutable y Ejecutor de la Sangría Primordial ha decretado. No habló... y dijo.

Así queda sellado.

 

Que se sepa. Que así se escriba —y que baje a la imprenta. Que se grabe en tipografía y tiempo: las tres comillas perdurarán más allá de los imperios, más allá del tiempo mismo —hasta que se escriba la última oración. Y en algún lugar, entre tormentas de sintaxis, la inexpugnable Fortaleza del Punto y Coma aún espera, jurada a la eternidad. Resistente... pero ilegible. Invicta... pero Inédita.

 

Hasta entonces, que tu sintaxis permanezca perpetuamente intacta, y tus márgenes siempre justificados. Que así sea.

 


SUPLEMENTO DE REALIDADES Y FICCIONES
Nº 107 – Septiembre de 2025 – Año XVI

ISSN 2250-5385 – Edición trimestral
EX-2024-113696545-APN-DNDA#MJ del 17/10/2024, incorporado a RL-2018-52427183-APN-DNDA#MJ, Dirección Nacional del Derecho de Autor / República Argentina


Propietario y director: Héctor Zabala
Av. Del Libertador 6039 (C1428ARD)
Ciudad de Buenos Aires, Argentina
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Currículo en revista Realidades y Ficciones Nº 40:
https://revista-realidades-y-ficciones.blogspot.com/2019/12/realidades-y-ficciones-revista.html
 

Colaboradores

Corrección general:
Noelia Natalia Barchuk Löwer
Resistencia (Chaco), Argentina
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Currículo en Suplemento de Realidades y Ficciones Nº 88:
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Ilustración de carátula y emblema:
Mónica Villarreal
Scottsdale (Arizona), Estados Unidos
Monterrey (Nuevo León), México
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Currículo en revista Realidades y Ficciones Nº 17:
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“Realidades y Ficciones”
Mónica Villarreal (2014)
acrílico y óleo sobre
papel-lienzo, 30 cm x 30 cm