SUPLEMENTO DE REALIDADES Y FICCIONES
Nº 107 – Septiembre de 2025 – Año XVI
ISSN
2250-5385 – Edición trimestral
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“Boceto de búho” Mónica Villarreal, 2025 (Acrílico sobre tela, 4" x 6") |
Sumario:
• Pedro MARTÍNEZ CORADA (España)
• Miriam Gladys GÓMEZ - Julliette (Argentina)
• Enrique JARAMILLO LEVI (Panamá - México)
• Pablo QUERALT (Argentina)
• Marco ORTEGA COLLAS (Perú)
• Alba Aída OLIVA (Argentina)
• Gabriela MARIN (Rumania)
• Nahuel Tomás PONTE (Argentina)
• Salomé MOLTÓ (España)
• Norma DUS (Argentina)
• Aníbal MALAPARTE (México)
• Amir GORZALCZANY (Argentina - Israel)
PEDRO M. MARTÍNEZ CORADA
Biografía y obra en
Internet: https://linktr.ee/martinezcorada
Fotografía del autor Diego Martínez © (https://www.instagram.com/diegomartinezph/)
TODOS
ERAN IGUALES, MENOS UNO *
Pedro M. Martínez
Corada ©
Para Óscar
Portela y el mundo que nos queda
Nos gustaban los pueblos abandonados. Bien por razones opuestas o por parejos sentimientos, todos ansiábamos que llegara el sábado para desaparecer en alguna ladería silenciosa. Recorrer aquellas casas solitarias formaba parte de nuestra idiosincrasia, supongo que eran la representación del deseo de vivir de otra manera, aunque no supiéramos de cuál.
—No sólo
es el asesinato del paisaje —dijiste en una ocasión, mirando un inútil lavadero
ausente de comadres—, es el símbolo del fin de esta sociedad.
—El
último símbolo que ha habido y habrá, fue la muerte de Jesucristo.
—No seas
cínico —respondiste. Y qué podía decirte yo, tener un carné del Partido en el
bolsillo nunca ha garantizado la pureza ideológica de nadie, tampoco la mía.
Las
noches parecían más largas entre los restos de aquella memoria hecha añicos.
Félix, un grandullón que no sabía hacer algo sin escuchar música, posaba
divertido para la cámara de Roberto. No he visto ninguna de aquellas fotos que
zumbaban entre nuestras cabezas mientras escuchábamos Songs Of Love And Hate o imaginábamos a Satán entreteniéndose en
inspirar a Mick Jagger.
—Deberían
legalizar el hachís. Sería el gesto más progresivo para con la humanidad…
después del descubrimiento del vino, por supuesto —dijo Félix, rodeado por un
humo azulado.
—Nunca
debieron prohibirlo —aduje, mientras esperábamos turno.
Y el
viento y la lluvia sacudían los postigos de las casas. Fantasmas de madera
carcomida, hijos de las ilusiones perdidas. Más deshabitados estábamos
nosotros, te susurraba en la oscuridad, mientras Roberto dormía al otro lado de
tu saco. Ruido de pisadas de ratas en el sobrado, roces de cucarachas en los
viejos vasares, crujidos de gusanos devorando la madera podrida de las vigas;
sonidos que subyacen en el aparente silencio de la noche, una entelequia
hermana del tiempo. Las sombras se tornaban sustantivas y yo huía del amanecer
cuando observaba cómo dormías.
—¿Por
qué te gustan los cementerios?
Levanté
la vista del bloc y te contemplé. Pensé que debería dibujarte a ti, pero el
carboncillo y el difumino se rendirían ante tus cabellos bermejos. Tenías el
pie izquierdo apoyado sobre una piedra y el pantalón vaquero te ceñía las
caderas y delimitaba la planicie de tu vientre. La brisa despertó a la mañana y
se oyeron disparos de escopetas en algún coto lejano, en el campo de exterminio
dominical decorado con uniformes paramilitares.
—La
muerte es lo único que interesa de verdad al ser humano.
Te
acercaste, dejé el cuaderno sobre la lápida en la que estaba sentado y nos
miramos. Cada amanecer de domingo me acompañabas, observabas mis dibujos,
respirábamos juntos la humedad del trigo verde y de las silvas. Cogí tus manos
y, pomposo, declamé:
Rosa, oh contradicción pura, placer,
de no ser sueño de nadie debajo de tantos
párpados. [1]
—No me gusta ese poema… —susurraste, bajando la cabeza. Sentí cómo tus manos apretaron las mías.
—A mí tampoco… —y reímos.
El
sonido de nuestras risas se esparció entre los nichos, sobrevoló la campiña y
acalló, por un momento, el tac de los disparos. Las perdices y los conejos
huían de la pólvora y los perros. Un buitre planeaba en el cielo atento al
posible botín, indiferente a nuestro abrazo. Nos gustaba la aventura.
Llueve
sobre Segovia. Será que viene el invierno. Las ventanas del bar están
empañadas, también los cristales del coche en el que acabamos de llegar a la
plaza del pueblo. Los domingos por la tarde nos resistíamos a volver. Una
última parada antes de las pendientes de Somosierra nos despertaba la ilusión
de que nunca regresaríamos. Félix pide orujo y charla con el tabernero quien también
se irá dentro de poco, quizá con los hijos, camino de Madrid. Pero todavía hay
tiempo para echar algunas partidas de futbolín. Cinco duros, siete bolas. Para
que no haya empates. Las figurillas que representan a los futbolistas son de
madera, con ellas se puede jugar en serio. Las cabezas de las figuras son todas
iguales: el pelo está pintado de un negro brillante; la boca es una insensible
línea recta de color rojo; los ojos, círculos negros sin el color del iris. Hay
una figura que, sin embargo, es distinta: uno de los porteros. Debió romperse y
fue sustituida por una pieza de otro modelo, lleva una gorra y el pelo es de
color beige. Me gustaba jugar en su campo.
Félix
bebe de su segundo orujo, nunca le gustó el futbolín. Roberto y tú, contra mí.
Son las ocho y echamos la última partida. Vamos empatados a tres, tras el gol
que acabo de meterte después de un fino pase desde la media. Con el delantero
pisé la bola, la acaricié, la desplacé de izquierda a derecha y cuando pensabas
que tiraría por allí lo hice al otro hueco, con suavidad. Te quedaste quieta,
observaste cómo la bola entraba, sin saber reaccionar, y reíste. Los pocos
parroquianos que había en la taberna se admiraron con el compás de tus pechos
subiendo y bajando dentro del jersey. Roberto te pide el cambio: quiere ganar a
toda costa y él se cree mejor portero que tú.
Última
bola. La saco desde el centro y peleo contigo por la posesión. La paso entre
dos de tus jugadores y la retengo con mi extremo izquierdo. Félix se acerca y
nos trae unas cervezas.
—Dale,
tío. Es todo tuyo… —dice Félix con sorna.
Me
excita el tono de su voz. Me exalta cómo tú me miras. Me enardece ver a Roberto
mirando con fijeza la bola, tenso sobre las dos barras de la defensa. Del
extremo paso la bola al delantero centro y la aprisiono con la parte de detrás
de la figura. Esta vez el tiro es de muñequilla. Giro un poco la madera y la
bola se mueve unos milímetros hacia la derecha, después hago que la pieza
oscile de atrás hacia delante para dar el mazazo. La bola entra por el centro
del hueco de la portería, sin remisión, y el estruendo retumba en todo el bar.
—Félix,
tío, mira a ver si le he hecho un agujero a la mesa…
Tiempo
después compré el futbolín, antes de que el viejo tabernero echara el cierre y
subiera también las cuestas de Somosierra. Lo tengo en el cuarto de estar, con
las barras bien engrasadas, y he pintado en las caras de las figuras una
sonrisa. Salvo en la de mi portero. No resistiría verlo sonreír.
Nadie
juega ahora conmigo. Silencios de comida en la nevera, de televisores
encendidos, de coches que creen saber adónde van. Alguna vez, echo una bola y
la paso desde la defensa a la media, desde la media hasta la delantera y la
acaricio como cuando jugaba contigo, de izquierda a derecha, y viceversa, para
después introducirla en alguna de las esquinas, con suavidad, tal y como ha
pasado todo este tiempo durante el cual las casas abandonadas, más olvidadas
que nunca, continuarán derrumbándose mientras los disparos de los domingos
estremecen a los cementerios.
Madrid, mayo de 2006
MIRIAM GLADYS GÓMEZ
Nació en Buenos
Aires, Argentina, en 1964, utiliza el seudónimo Julliette. Publicó
conjuntamente con Andrea Recupero el libro de poesía La hora del verdugo en 1993.
Fue seleccionada para
varias antologías poéticas, entre otras con el poema Sobre lunas y fantasmas (1995) y Letras del Face (2015), y por Diversidad Literaria (España) en
2020. Galardonada con el primer premio por el poema Hilos (Sociedad Argentina de Escritores - SADE - Zona Norte) y
también con similares premios en poesía en SADE – Junín y en PSOE (España).
Textos de su autoría
fueron publicados en las revistas literarias Alborismos (Venezuela), Diversidad
Literaria (España), Azahar
(España) y Extrañas Noches.
Más sobre su
trayectoria literaria y obras en los números 94, 99, 101 y 103 del Suplemento
de Realidades y Ficciones. Ver ÍNDICE DE SUPLEMENTOS o, por su apellido, en
ÍNDICE DE AUTORES: https://colaboraciones-literatura-y-algo-mas.blogspot.com/
EL SUSURRO DEL ÚLTIMO CREPÚSCULO
Miriam Gladys Gómez ©
Las horas caían como hojas incendiadas desde el reloj del cielo,
y la casa, con sus paredes de sombras entrelazadas,
parecía flotar en la frontera entre el ahora y el nunca.
En cada rincón, el silencio se disolvía
en murmullos invisibles.
Resonancias de un tiempo que se desvanecía
antes de ser tocado.
PRESENCIA (prosa)
Miriam Gladys Gómez ©
El eco de los días se deshace como un susurro entre las sombras, y yo,
atrapada en la penumbra, te busco entre los pliegues de lo olvidado.
Cada rincón se convierte en un reflejo de aquello que fue y nunca será.
El tiempo, ese río implacable, arrastra mi rostro hacia un horizonte
Donde los recuerdos se disuelven, donde las palabras, como un suspiro
perdido, se extinguen en el aire espeso de la angustia.
Recuerdo tu presencia como una brisa leve, fugaz, que cruzó el umbral de
mis noches
Solitarias. El silencio se convierte en tu nombre, pero ya no hay forma
de llamarlo.
Y en la luz vacía, un solo paso resuena en el vacío de mis manos,
Que ya no saben cómo alcanzar lo que se ha ido.
La luna, testigo mudo de mis trabajos,
Sigue su ruta en el cielo, indiferente a mi soledad.
Ella, que conoce todos los secretos de los cielos rotos,
Se oculta detrás de las nubes, como un reflejo borroso de lo perdido.
Y yo sigo aquí, como un eco lejano, buscando en las sombras
Aquello que no puedo tocar, que se deshace en mi piel y se disuelve en
la arena del olvido.
INSTRUCCIONES PARA DESAPARECER
Miriam Gladys Gómez ©
Primero, dejá que el mundo
se deslice sobre tu piel como un alga muerta.
Olvidá la forma de tu nombre. No importa.
aquí las bocas se abren
solo para pronunciar cifras.
Luego, aprende a doblarte como un papel,
meterte en los bolsillos del
ruido,
a fingir que la calle no es un abismo
donde caen los que ya no pesan.
Por último,
cierra los ojos.
desaparecer no duele
cuando uno ya es un fantasma.
EN LA ORILLA DEL GRITO
Miriam Gladys Gómez ©
No me ves,
soy la grieta en el espejo,
la sombra que se desplaza sin ser
reclamada.
Estoy en la orilla del grito,
en la danza quebrada de los cristales.
No me ves,
porque he sido devorada por el silencio,
porque mi voz habita el abismo
y mis manos se hunden en la nada.
Soy el eco de una lágrima
que nunca tocó la tierra.
No me ves
y estoy aquí,
desgarrando la piel de ausencia,
desnudando la furia de la noche.
Soy el relámpago que muerde la penumbra,
el golpe feroz de lo que aún persiste.
ENRIQUE JARAMILLO LEVI
Nació en Buenos Aires, Argentina(1944) Escritor y
gestor cultural panameño, reconocido como uno de los más destacados cuentistas
de la región, es autor de más de cincuenta libros originales, entre ensayo,
poesía, narrativa y teatro. Además, es un gran promotor de la obra de sus
compatriotas, por medio de antologías y publicaciones periódicas, incluyendo la
revista Maga, la cual fundó. Entre
sus libros cabe destacar, entre muchos otros: Duplicaciones (1973, México), Caracol
y otros cuentos (México, 1998), Luminoso
tiempo gris (España, 2002) y Algo
está por ocurrir (Costa Rica, 2013). En el 2013, el Fondo de Cultura
Económico, en México, publicó una amplia antología de su obra como cuentista, Visión de conjunto. Su libro de
ciencia-ficción Top Secret (cuentos
sobre OVNIS), fue publicado por Foro/taller Sagitario Ediciones, en coedición
con Modus Ludicus (Panamá, 2021).
Más sobre sus obras y
trayectoria literaria en los números 71 y 77 del Suplemento de Realidades y Ficciones. Ver ÍNDICE DE SUPLEMENTOS o,
por su apellido, en ÍNDICE DE AUTORES:
https://colaboraciones-literatura-y-algo-mas.blogspot.com/
LA FIESTA DEL SÓTANO
Enrique Jaramillo Levi ©
Ni siquiera recuerdo quién me invitó, pero Iowa City es una ciudad pequeña y no me fue difícil encontrar el lugar. Se trataba de un sótano al cual se bajaba por estrechas y débilmente iluminadas escaleras en donde las parejas, de pie o sentadas, impedían el paso con sus cuerpos abrazados. La música estrepitosa y las luces sicodélicas que brotaban de abajo y alcanzaban la calle, iban atrayendo cada vez a mayor número de curiosos. Algunos, sobre todo los no tan jóvenes, seguían al poco rato su camino, una vez satisfecho el afán de novelería entre el parpadeo de las luces.
Yo logré, con gran
esfuerzo, romper los abrazos que se prodigaban las parejas y, metiéndome por
entre aquellos cuerpos que ocupaban toda la longitud de la escalera, me
encontré de pronto en medio de una reducida estancia. A un lado bailaban rock
entre penumbras unas diez parejas. Un grupo musical formado por varios
melenudos se zarandeaba del otro lado, siguiendo con el cuerpo el ritmo
frenético de sus instrumentos. Atrás, una hilera vertical de luces de todos
colores lanzaba sobre mí violentas intermitencias.
Por un momento permanecí de pie, sintiendo que las
luces me partían en largas estrías calientes que, inexplicablemente, iban
lacerando mi piel como innumerables serruchos. Las parejas formaron entonces un
círculo a mi alrededor, incluso las que habían estado en la escalera, pues
cuando me di vuelta, confundido, sintiendo un grato dolor en la carne rota, vi
que la salida estaba despejada. No pude o no quise correr. La música se hizo
más intensa y yo sentí que me dividía, que cada estrato vertical de mi cuerpo
iba adquiriendo independencia y que yo estaba presente en cada nueva parte que
se desprendía de mi ser principal.
El centro de la rueda
compacta que ahora formaban los presentes se fue poblando de réplicas mías que
a su vez empezaban a integrar otro círculo menor. Yo seguía de pie frente a las
luces que continuaban seccionándome y doliéndome y deleitándome hasta la
parálisis. Cerré los ojos para poder resistir mejor tanto dolor placentero,
suponiendo que todo no era más que un sueño y que, como tal, no tenía por qué
tener prisa alguna en despertar. Al abrirlos, la pieza que tocaban los
melenudos se había hecho lenta y las parejas bailaban muy juntas. Ya no vi
luces parpadeantes sino una acogedora penumbra en el sótano.
El hombre que nos observaba
desde el centro de la estancia, donde yo había estado segundos antes, tenía
estampada en su rostro, para mí totalmente desconocido, la más aguda
incredulidad. Sólo entendí su asombro cuando logré ubicarme nuevamente. Y mi
sorpresa no debió ser entonces menos intensa que la suya, pues me di cuenta de
que todas las muchachas de la fiesta bailaban pegadas a mí. Yo las sentía de
muy diversas maneras junto a los muchos cuerpos idénticos que habían sido
engendrados a partir de aquel otro que poco antes fuera único. Comprendí de
golpe que el resto de los hombres que habían estado bailando al llegar yo, se
hallaban congregados en el cuerpo del que ahora lanzaba miradas de odio a las
múltiples formas de mi ser.
Después de haber apartado a
las muchachas, nos dirigimos hacia el intruso y, obedeciendo a una sola idea,
sin decir palabra, lo echamos de la fiesta.
* Tomado de “Duplicaciones”, primera
edición; Ed. Joaquín Mortiz, México, 1973.
NOTA: Este libro, que
lleva cinco ediciones en español y una en inglés, consta de 40 cuentos; se
escribió en la Ciudad de México en 11 meses durante 1971, bajo la tutela
crítica de los escritores mexicanos Juan Rulfo y Salvador Elizondo, mientras
Jaramillo Levi disfrutaba de una Beca Centroamericana de Literatura en el ya desaparecido
Centro Mexicano de Escritores.
ROSWELL
Enrique Jaramillo Levi ©
Yo era muy pequeño cuando ocurrió lo de Roswell. Ese asunto de extraterrestres que dio tanto que hablar en Nuevo México y luego en toda la nación, y que después los militares de la base 51 y los políticos de turno quisieron desdibujar. Una parte está en Google, pero solo la más exterior. Lo principal no se sabe. Y los que supieron fueron obligados a callar, amenazadas sus familias…
Sin embargo, tengo
excelente memoria. Sé muy bien lo que me contó papá, un oficial de inteligencia
de la marina, quien esa noche trajo a casa material que había recogido de la
nave estrellada y me despertó para examinarlo conmigo. Fue el 2 de junio de
1947. Recuerdo bien la fecha porque nunca me había pasado nada tan
espectacular, ni antes ni después… Hace poco murió papá. Se llamaba Jesse
Marcel, vivió casi todo aquello y me narró lo que no pude ver con mis propios
ojos. Más adelante revelaré por primera vez todo aquello, ya no tengo nada que
perder: porque no tengo familia, y por mi edad.
Papá estuvo en el hangar 84
cuando los científicos, vigilados por militares, examinaron los cuerpos y
después trataron de re-ensamblar partes de la nave que se había estrellado. Las
naves, porque después se supo que habían sido varias. Nada de globos
aerostáticos experimentales, como se dijo después tratando de desinformar lo
que ya era vox pópuli: auténticas naves venidas de quién sabe qué lejano
rincón del universo. Y créanme, esa avanzada tecnología eventualmente se aprovechó
para el desarrollo sofisticado de nuestras propias naves, muchas aún secretas.
Nos amenazaron. Muchas
personas del pueblo fueron testigos, pero, intimidadas por los militares, no se
atrevieron a hablar hasta años más tarde, en otras circunstancias, sin decir
toda la verdad. Incluso se llegaron a publicar al respecto varios libros, que
fueron tomados en general como obra de charlatanes en busca de ventas masivas…
Yo también tuve miedo, y callé.
Mi padre le concedió una extensa y detallada
entrevista a Stanton Freedman célebre físico e investigador de OVNIS, a finales
de los setentas, y este escribió un libro que se volvió famoso. Es el único
libro que dijo la verdad. Pero no toda.
¿Por qué hablo hoy? Porque
creo ser uno de los últimos en este pueblo con recuerdos. Y sobre todo, porque
esos malditos han vuelto. De otra manera, de forma más sutil, casi invisible:
pero están entre nosotros. Yo sé. Acaso sea yo el único que lo sepa.
Me están colonizado el
cuerpo, pero con mi mente todavía no han podido. Cometieron el error de empezar
conmigo al revés.
Alcanzo a entender que han
plantado una orden terminante en mi cerebro, todavía humano, o lo que queda de
él: Olvidar. Callar para siempre.
El tiempo y la memoria aceleradamente se me
empiezan a desdibujar. Ni siquiera se trata de simples lagunas, es todo. Si no
recuerdo ya ni mi nombre, menos sé ya los detalles de lo que me disponía a
escribir, ni de qué día o año es el texto anterior que acabo de encontrar. Es
más, yo no sabría siquiera que me disponía a contar ciertos hechos si no
hubiera encontrado, impreso, dentro de un sobre que estaba en la gaveta de mi
escritorio, ese breve texto informativo que hacia el final anunciaba
continuación. En mi computadora ya no está guardado, ni hay nada al respecto.
Nada. La han vaciado, como empiezan a hacer con mi memoria.
Por algún motivo todavía
puedo razonar, aunque escribo torpemente con dos dedos, cada vez con más
dificultad… Mis manos se me van convirtiendo en garras, voy perdiendo
movilidad…
¡Algo, ajeno a mi ser
profundo, se me acelera…! ¡Y de pronto me pasmo!
¡No recuerdo lo que iba a decir…!
* Tomado de: “Top Secret (Cuentos sobre
Ovnis)”. Coedición entre Foro/taller
Sagitario Ediciones y Modus
Ludicus, Panamá, 2021.
UNA VEZ MÁS
Enrique Jaramillo Levi ©
I
La mañana del sábado 11 de septiembre de 2021
amaneció lluviosa en la ciudad de Panamá. Los periódicos y noticieros de radio
y televisión locales recordaban la tragedia del sorpresivo ataque terrorista a
las Torres Gemelas de Nueva York en fecha similar 20 años antes. Tragedia en la
que perecieron cerca de 3000 personas inocentes y que por su naturaleza
pavorosa y consecuencias habría de cambiar al mundo.
II
Mis valientes muyahidines y yo nos
preparamos para que vuelva a cambiar la Historia. Seremos prioridad sensacional
una vez más en todos los medios noticiosos del planeta. Ya no la podremos leer
ni escuchar en persona, pero sin duda lo harán nuestros familiares y amigos en
varios países infieles en donde se han visto obligados a permanecer escondidos
todos estos años. Estarán orgullosos de nosotros. Yo mismo lo estaré, por
supuesto, desde el paraíso, en donde seré recompensado con la disponibilidad de
72 vírgenes, como lo anunció el Profeta...
Y es que ahora que valiéndose
del denominado “Tratado de Neutralidad”, los norteamericanos han regresado al
Canal de Panamá en arreos de combate para supuestamente protegerlo de amenazas
terroristas proferidas últimamente, tenemos la excusa perfecta para golpearlos
duro precisamente ahí, dejándolos en ridículo. Con el favor de Alá, han caído
en la trampa. Una trampa que, bien vista, no lo es tanto…
Por eso nos hemos
diseminado coordinadamente: como turistas en dos barcos de pasajeros que
atravesarán el Canal en horas muy próximas, y también situados en pequeñas
instalaciones anexas a las esclusas desde donde será fácil entrar en ellas,
tanto en el lado Atlántico como en el Pacífico. El conjunto de las detonaciones
estará tan perfectamente sincronizado como lo permite la tecnología actual.
Tendrán la impresión de que los atacamos con potentes explosivos desde muy
diversos frentes, lo cual será parcialmente cierto. Si todo sale bien, en una
semana será la hora cero.
Lo lamento por los daños
colaterales a la nación panameña, la guerra no es con ellos, pero así están las
cosas; suele ser inevitable que haya víctimas inocentes; lo que los gringos
llaman con el mayor descaro “daños colaterales”… Así sea. ¡Allahu Akbar!
III
Hubo un delator, cuyos familiares pakistaníes viven
desde hace muchos años en Panamá ejerciendo legítimamente y con gran éxito el
comercio, así como también lo hacen varios otros cientos de compatriotas. No
quiso que se vieran afectados en forma alguna por lo que habría de pasar,
incluso por la probable persecución que podría desatarse después del atentado,
en perjuicio posterior a todos los residentes de la fe islámica en el Istmo.
El plan fue frustrado justo
a tiempo por la inteligencia norteamericana. Seis de los terroristas fueron
capturados minutos antes de que lograran inmolarse. El séptimo, el líder, logró
escabullirse. Diez millones de dólares ofrecieron por quien diera información
que condujera a su captura.
Cuando finalmente fue
delatado por una mujer desde Boquete, Chiriquí, donde se había escondido
camuflando su identidad lo más posible, a punto de ser capturado por la CIA
logró pegarse un tiro en la sien, no sin antes deshacerse de la delatora.
IV
Mi madre le alquilaba al árabe ese a muy buen
precio un cuarto en nuestro pequeño hotel. Lo querían vivo, arguyeron, y en
efecto eso decía el anuncio. Lamentablemente, me he quedado como decía mi
abuela, “vestida y alborotada”.
* Tomado de “Realidades alternas”.
Letra Maya, San José, Costa Rica, 2022.
PABLO QUERALT
Fue colaborador del
suplemento cultural del diario El pregón
de Jujuy, en el diario Punto Uno
de Salta, en el diario digital Jujuy al
Momento, en la revista digital Merece
una reseña, entre otros. Administra yvespoetryclub.
blogspot.com.
Publicó en España los
libros de poesía Coca (Zaragoza), La piscina (Palma de Mallorca), Biosfera del amateur (Oviedo), y en
Francia, Aves del paraíso (Toulouse).
En Buenos Aires
publicó los libros de poesía: Cansancio
de lo escrito, Un seductor mañana, La flecha de Agustín, Primer paso,
Reescritos infinitos, Pueblo de agua, Crack, Escribí mi nombre, Late, 89Golpes
y un whisky, El Padre, Pájaros en palabras, Pavarotti, Laleblan, Poema de la
nieve, Jazz, Perfume animal, Cocineros, Ser y ser visto, Nací en el cine,
Ópera, Biosfera del amateur, Partes de la escena, Raros sentidos, Obra Reunida 2001/21 y Mi casa siempre fue la poesía.
Sus poemas integran
la Antología Federal de Poetas de la
Provincia de Buenos Aires. Tradujo a los siguientes autores: Yves Bonnefoy,
Alice Oswald, Thomas Hardy, D.H.Lawrence, Amy Lowell, Christophe Mannon,
Charles Reznikoff y Thom Gunn.
He aquí algunos de
sus poemas:
***
Me levanto en una casa adormecida y los colores son suaves
en
las ondulaciones leves del sol invadiendo la habitación son
un
momento todavía.
El
domingo es mi ventana favorita soy una casa un sueño un libro
veo
el tiempo en que me detengo cuando nadie puede encontrarme
y
ellos menos.
Yo
te dije lo que no me animaba, estuve casado, ella se suicidó y a veces la
extraño mucho, vos me dijiste que robabas helados y a veces ni los comías solo
era por el reto de robarlos y que a veces se los dabas a los indigentes o
simplemente los devolvías, y que te podía contar cualquier cosa, me levanté de
la silla y te di un fuerte beso en la boca, para mí eso es amor.
Vine
a sentarme aquí a tu lado avanzando entre las sombras cuantas veces habrá
bañado de luz el sol todos esos días que sobreviven unos sobre otros acá y que
son algo vago como un recuerdo al que no se le da importancia como lo que queda
al costado del camino cuando vas con el auto por la ruta y solo ves el cielo y
la tierra delante de vos.
(Del libro Mi
casa siempre fue la poesía,
2023)
***
Mi abuela murió en el cine
después
de tomar su copa de anís 8 hermanos
viendo
los paraguas de Cherburgo maldito funeral
todavía
siento su respiración sus pisadas el arco de claridad
que
recibía mientras se movía por el pasillo su silueta
proyectada
en la pared antes había dejado limpia la cocina
todo
lavado para el día siguiente pasando por esa sumisión
cartílago
de pájaro de entregarlo todo sin el miedo a perder nada
con
o sin su llovizna de puntos azules en el talón del otoño
nunca
pude devolverle todo lo que me dio
el
esqueleto encaminado los pantalones recosidos
pero
el día señalado desandé cayendo sin creer que existía
toda
la cinemateca de esta ciudad de vidrio aullando buscando
ese
sánscrito que traduce la verdad
buscándote
en cada curva
en
un mundo que chilla y cruje en su réquiem
(Del libro Nací
en el cine, 2017)
***
Vivo en un estado permanente de actuación en ese intercambio
del
adentro y del afuera con la conciencia
de
que siempre soy filmado en esa óptica que hace
que
las cosas estén más cerca con su ángulo de mundo presente
como
un gran actor que sostiene dos ideas contrarias en la cabeza
sin
ninguna traición que genere dolor o mortificación por que no corro por el mundo
y
la verdad que yo veo de mí no tiene nada que ver con ese juego
que
para vos es la vida de la que estás prisionero
hasta
que aparezcas en tu vida desde esos momentos de profunda tristeza
y
dolor con su vieja historia que te hace llorar te hace reír.
***
Tal vez goteando en el odio que me arranqué
y
deshilé hasta que se apagaron las luces
y
amaneció dentro de los ojos un solaz
donde
la luz se apila y multiplica tal vez
por
las palabras que no escribí por falta
de
práctica por no poner el corazón guardado
que
siempre llega tarde tal vez porque las marcas
que
nos recuerdan que nos hicieron o porque si
cambiás
el mundo no te va a acompañar
en
tu nueva conciencia
o
porque hay ciertas cosas que no se arreglan.
***
Me dí cuenta que estaba soñando
en
ese murmullo de coral y quedé inmóvil
en
ese aire del desvanecimiento donde ví
mi
vida a la velocidad donde las aguas
se
rompían y abrí otra vez
los
ojos al compás de unos peces pequeños
blancos
en una blancura estallando
en
el resplandor que desgarró el instante
y
no hubo más remedio que seguir
respirando
maldiciendo soportando.
(Del libro Biósfera
del amateur, 2021)
***
Juntamos moneditas para ir a ver a los artistas con sus cuerpos
que
al terminar de usarse se dejan en su otra luz en otra
resurrección
estoque
de
donde todo surge y el cielo y el infierno desaparecen y es un
momento
deslizándose en este planeta con sus viejas fotos que
adoramos
en blanco y negro y las palabras que no se pueden
olvidar
dejadas en los oídos como sueños abandonados en el
fondo
del placard cambiando de ropas encontrando su lugar al
salir
somos otros distintos
a
los que éramos
(Del libro Ser y
ser visto, 2015)
***
Ahora que la escena se retira
vas
a ver por donde viene la marea
posiblemente
escuchés otra historia
pero
soy el que ama todo lo que no pudo amar fui criado
en
esa tristeza retenida y mi alma decidió
en
el momento equivocado con aquello que pasó y no fue
el
timbre todavía sonaba
en
el cerebro donde vivía
y
donde terminamos queriendo estar.
***
Cuando el día se retira
cuando
olvidamos nuestro nombre aquello que sigue siendo yo
aquello
que ahora viene cuando todo se derrumba en mi hora verdadera
y
que seguirá siendo lo mismo cuando haya pasado
espejea
su instante dibuja la dimensión
de
lo desconocido más allá de su cristal mental
nos
mancha con su azul con su insensata coherencia
con
su luz en que confío cada vez que despierto
sacude
el sueño en que estamos acostumbrados a vivir
la
caja cerrada donde está la respuesta.
***
Ya viví una parte de mi vida como un funeral supe que para amar hay que estar maduro sino es otra trompada más
en
el ángulo
ya
sabes que todo es transitorio por eso no querés ser infeliz ahora se
que
soy el que no tiene imagen ni finisterre el que sigue cuando
le
entregan estas palabras en la mañana y todo se derrumba todo lo otro es lo
mínimo
de
mí el mitema el fabulema lo que no termine
de
escribir y mi cuerpo pensó.
(Del libro Raros
sentidos, 2017)
***
Yo me senté en el sillón en la casa de Monet y bebí de su vino, sus flores las peonías las hortensias era allí en Giverny o no sé que lugar pero era mi lugar en el mundo yo que nunca pinté un cuadro pero si pinté poemas donde estaba ella pero quién era ella un amor contrariado que tuve o un amor que nunca tuve y me dijo pero eras vos
el
que me escribías las cartas y yo le dije si, era yo y seguí mirando las
estrellas.
(Inédito)
***
En el living de casa tengo un caballo
de
calesita que me hace acordar
cuando
de niño iba al parque Lezama
y
daba vueltas para sacar la sortija
en
la calesita y siempre estaba el señor
que
iba con su gato que se creía perro a tomar un café
después
mi padre me llevaba al bar El Británico
a
tomar un chocolate caliente con churros
en
esa atmósfera de magia y misterio
de
los Domingos por la mañana crecí era
como
un libro para niños una novela de las abuelas
o
una canción que no aprendí.
(Inédito)
***
Estoy buscando las palabras para explicarte.
Es
cosa de todos los días. No nos damos cuenta.
Por
un lado el alma escribe por otro el cuerpo está loco
se
golpea sin darse cuenta se arroja a espacios
insondables
está azul y otras tardes verdes.
Soy
su director de fotografía creando un nuevo planeta.
Para
no ver la televisión y reprimir cosas que me hacen
mal
ahora que algo ha muerto para que no comience
todo
de nuevo una vez más.
Yo
salgo. Como un polen disperso
a
algo relacionado con mi vida.
Sujeto
a un par de alas. En el arrullo.
Los
colores me llevan en sí mismos.
El
silencio airea la mente sale a caminar
silba
su melodía aprende a respirar.
El
plano aparente se hace fascinante.
Ese
es mi tiempo desnudo.
Mis
pasos sin horario se pierden en el envés
de
mi vida meditar es caminar no soy de donde estoy
sino
hacia donde voy. Por qué desperdiciar
un
lenguaje en ese deambular entre yo y yo
nos
adentramos en esa corta distancia vivo un día más
en
ese interior y el dolor migra y pone su música
acomoda
la cintura y cuando dice no hables tanto solo
tomo
un poco de agua Levité del pico
bien
helada entrecerrando los ojos en ese germen
del
cuerpo que agradece y que el otro detesta.
***
Un
viento de otoño se instaló en este día de febrero
si
no fuera por la promesa de 3 o 4 semanas más
de
calor agobiante
me
pondría el pullover
encendería
la estufa y me sentaría a contar
los
días que me quedan para volver a ser feliz.
Estamos
divinamente
(Del libro Partes
de la escena, 2021)
***
Quien vivirá ahora en la casa que viví que pensaba sentía
donde
habrá quedado todo eso en cual pared en que escalón de la escalera
cuantos
silencios entran en ese compás ahora
que
voy andando en bici sin manos.
(Inédito)
MARCO
ORTEGA COLLAS
Nació en
Lima, Perú, en julio de 1971. Pasó su infancia en un pueblo azucarero que se
llama Paramonga, Perú, regresó a vivir a la capital peruana terminado el
colegio, estudió en varios talleres culturales. Así, su interés por la
cinematografía lo llevó a estudiar en el Taller de Cine Armando Robles Godoy, y
luego hacer estudios en el Museo de Arte de Lima (MALI) de dibujos animados y
pintura. También estudió pintura en el Centro Cultural Peruano Japonés, así
como actuación y clown en el Centro Cultural PUCP. Formó parte de un grupo de
teatro en 1993 y 1994, actuó en videos de estudiantes de comunicaciones,
publicó un par de libros de poesía en edición de autor, y sigue pintando con
acrílico.
En
septiembre de 2016, publicó algunos haikus en el Suplemento de
Realidades y Ficciones Nº 70:
Hoy nos
acerca algunos poemas de su autoría.
Así
escribe Marco Ortega Collas ©
1
Luna de
junio en Lima
la noche
asusta a mis gatos
cruzo la
pista entre autos
va a ser
largo el camino
escucho
un grito de alguna casa
comienza
a lloviznar
¿Soy uno
o muchos?
acelero
en vano
la puerta
está cerrada
no puedo
entrar
sin llave
la
justicia es que me quede
a esperar
el aire
frío me envuelve
la luz de
los focos
todo
transcurre
sin
final.
2.
He pisado
la aridez
manchándome
de miles
de
mentiras por la vida
corro en
esta tierra
en vano
sin
llegar a nada
como si
sentarse fuera mejor
sin
colibríes que admirar
o el
verde de una planta
que
perderle el interés
tal vez
un huracán
una
revuelta de marinos
para que
zarpe la nave
o la seda
cubriendo tu desnudez
entonces
me interesan
las
grietas de algo que ya no pide
el cielo
sin respuesta
Este
suelo sirve para cuentos.
3.
Tarde de
carnaval
el viento
susurra
digo una
palabra
un poema
en el agua
y empieza
a lloviznar
las nubes
en el cielo
sin prometer
nada
ni verbos
ni adjetivos
festejamos
tu día
mientras
caminas
para
alejarnos
en
sentidos opuestos
has de
volver
ha de
nacer
volverá a
soplar el viento
el día es
eterno.
ALBA AÍDA OLIVA
Nació en Buenos
Aires, Argentina, escribe desde su niñez. Poeta, actriz y dramaturga,
compositora de música nacional.
• Autora y
protagonista de teatro: Rapsodia en
Cartón Pintao, El Croto y la Dama
(teatro Vitral), Mutaciones de un Amor,
Plagio (en Argentores, libro Cocina de Dramaturgos 4), Brizna (en el Museo de la Lengua y el
teatro Almirante Brown).
• Compositora de
tango, participa del disco Tango Fresco
4, de la Academia Nacional del Tango.
• Algunos de sus
libros: Ficciones Teatrales Efímeras
(teatro), Almario, Declaro el Amor, La
Brizna de mi Alma (poesía), Rapsodia
en Cartón Pintao e Intermezzo Escala
de Amor (comedias seleccionadas en Tecnópolis), Catacumbas (novela), Misterioso
Parque Chacabuco (cuentos), El Río y
la Sed (poesía y tangos).
• Es socia de SADE,
Sadaic, Argentores y participa desde el 2009 a la fecha de la Feria
Internacional del Libro de Buenos Aires.
• Participaciones: IV
Encuentro de Poetas de Ahora (Cádiz, España); audiovisual de Federico García
Lorca, con su poesía Contemplar La Rosa;
Poeta de la Esperanza de Chile y España (homenaje a Nicanor Parra); Festival de
Poesía de Quebec, Canadá, con su vals Recuerdas
Hermana; Festival de Arte de Venecia (Unesco) y Asolapo Italia con su
milonga Libertad.
• Sus poemas fueron
traducidos, al inglés, francés e italiano. Publica desde 1980 en diarios y
antologías nacionales e internacionales
• Premios y
menciones: Medalla Jaime Sabines, Diplomas del Senado de la Nación Argentina,
Premio Fray Mocho 2018, Faja Dorada de cultura de Florencio Varela en 2021,
Faja Dorada como personalidad destacada de cultura de Brandsen 2022.
• Actualmente realiza
show de tangos con composiciones propias en diversos escenarios.
PÁJARO,
VUÉLVEME
Alba Aída Oliva ©
Hoy ha venido un
pájaro a mi rama.
Estoy tan triste,
pero él llega y se posa frente a mí, tan bello,
observo sus
movimientos y la belleza del manto
que deshoja la
mañana, con su trasluz.
Y temblequea y entona
un trino, ahueca un ala y es todo mío.
Una fervorosa pena
musita, pájaro herido, juega conmigo,
desde mi alma, yo te
pido.
Vuélveme niño, pájaro
mío.
EL
PÁJARO Y LA MARIPOSA
Alba Aída Oliva ©
Esteban estaba
mirando hacia el jardín por el ventanal que rodeaba su casa
Era una hermosa tarde
nublada. Sobre la arboleda plantada en el cantero,
frente al limonero y
sobre las copas del pequeño arbusto asomándose apenas a la ventana,
notó llegar a una
mariposa de alas coloridas y grandes, —estoy con suerte— habló en voz alta y
justo cuando estaba a
punto de salir con su pequeña gorra azul, observó un pájaro que se posó frente
a la mariposa un poco arriba de ella.
Nuevamente habló en
voz alta —pareciera que conversaran—
En ese momento volvió
de colgar la ropa su madre y pensando que el niño le hablaba le preguntó que
quería.
¿Mamá los pájaros y
las mariposas hablan? (dijo el niño muy preocupado)
No sé bien, pero
todos los animales se comunican, los pájaros por ejemplo cantan.
Entonces de pronto,
cómo si el pájaro hubiera escuchado lo que decían, comenzó una bella
melodía trinando y
agitando sus alas y la mariposa volaba junto a él, sobre el jardín y las
dalias.
Mira mamá, parece que
son amigos, que están juntos como compañeros.
Qué romántico —dijo
la madre, que ahora doblaba la ropa de la canasta.
Ah, entonces son
novios, —el pajarito y la mariposa son novios—, empezó a cantar casi: —Se van a
casar, son novios—
Sí, pero habla
bajito, se pueden ir, si te escuchan.
En ese instante el
pájaro y la mariposa ascendieron hasta el ventanal se posaron frente a ellos
unos instantes y
volaron muy alto como despidiéndose.
Se fueron los novios
—dijo Esteban— qué pena.
Así es la naturaleza,
bella, pero se escapa.
Pero no te preocupes,
mañana vuelven, siempre vuelven, (la madre le acariciaba la mejilla por donde
Esteban contenía una lágrima).
EL
REGALO
Alba Aída Oliva ©
En una aldea de China
en la antigua época del emperador Tao —muchas centurias atrás— vivía un joven
que era tan pobre como sus hermanos, pero más humilde y servicial que todos los
demás.
En su casa de tarde
se bebía té y se oraba a Dios, por prosperidad, el muchacho llamado Chain
siempre agradecía por su vida y la de su familia, que aunque precaria, los
mantenía unidos y honrados.
Todas sus oraciones
fueron escuchadas, un mercader de la aldea, sabiendo la condición de su familia
tan necesitada, llego una tarde a su morada y se sentó a beber té con ellos,
pero trajo seis trozos de pan, ya que la familia era muy pobre y casi nunca
podían comerlo.
Al sentarse junto a
ellos, notó la unidad de la familia y la limpieza perfumada que destilaba el
cuarto de serena pobreza, las sonrisas de agradecimiento por los seis trozos de
pan que había traído y las diligencias de todos los integrantes de la familia
para agasajarlo.
Todo fue tan
armonioso, los cuencos de té relucían en la mesa, cada uno bebió y agradeció a
dios y sonrieron, el mercader cuyo nombre era Mien, agradeció también y sonrió
de placer al notar la paz reinante en el lugar, estaba decidido a contratar
alguno de los muchachos para trabajar como esclavo a la usanza de aquellos
años.
Al notar que nadie se
servía del pan que había ofrendado a la familia, hizo un gesto con la mano,
para autorizarlos a tomar un pan a cada uno, primero lo hizo la madre;
tímidamente tomó el pan con sus manos temblorosas, observó su corteza
reluciente decorada con pequeños granos de azúcar dorada, lo olfateo con fervor
y apenas mordió un trozo deleitándose.
Luego lo hizo el
padre un anciano de cabellos plateados y lacios, lo tomó con parsimonia y
respeto agradeciéndole con la cabeza de continuo y luego lo devoró con
fruición, pero se mantuvo honorable y respetuoso, uno a uno los tres hermanos
mayores tomaron su pan y comieron, con rostros alegres y sonrientes por el
placer que les representaba.
Sólo un pan quedaba
sobre la mesa y un muchacho, —el más joven— bebía su té frente al pan sin
inmutarse, entonces Mien al observar la pasividad del niño que con sus ojos
bajos, seguía bebiendo su té sin tomar el pan, le alcanzó la fuente donde el
único pan que quedaba relucía como una barrita de oro.
Chain atreviéndose
apenas a levantar la vista al mercader con ojos nublados por la emoción, le
dijo:
—Oh gran señor, noble
entre todos los que conozco por la generosidad de traernos este delicioso pan
que junto a su honorable presencia compartimos, es el día más feliz entre
muchos gracias a su agasajo y compañía, mi corazón nunca olvidará este momento
y tampoco su gran bondad, pero no puedo tomar el pan si usted no ha comido
nada, no sería justo.
El mercader,
comprobando la disposición del alma del joven, consintió entonces con sus
palabras y tomó el pan y lo dividió en dos partes con cuidado y le entregó una
a Chain, notando no sin sorpresa que los ojos del muchacho se nublaban de
emoción al tomarlo.
—Todos estos pobres
aldeanos son merecedores de este pan, ojalá Dios se los envié siempre, —dijo—,pero
he venido a contratar un esclavo y el corazón del más pequeño es el más grande
y servicial, por eso lo elijo para trabajar en mi hacienda y desde ahora todas
sus necesidades serán satisfechas por mí. Ahora debo partir pues la jornada
está por acabar y deberemos llegar a nuestra casa, si todos están de acuerdo
prepara tus maletas y ven conmigo.
Diciendo estas
palabras se levantó de la mesa para indicar su decisión y su prisa.
Los ojos de todos
brillaban, pero la madre fue la única que habló con gran simpleza.
—Muy grande es
nuestra bendición al conocerlo y saber que ha escogido a nuestra familia para
tal privilegio, sabemos que nuestro hijo lo hará aún más feliz y poderoso, pues
como usted notó es el más servicial y prepararé un atado con sus prendas, ya
que somos tan pobres, será muy pequeño y fácil de transportar —terminó sus
palabras y recogió algunas prendas y las ató entre sí y entregó el atado a su
hijo besando su frente y mejillas.
Todos sus hermanos lo
abrazaron y besaron y le dieron palabras de despedida y también su padre lo
abrazó y besó y le dio la bendición acostumbrada.
Al partir de la casa,
el mercader Mien se sintió doblemente feliz por saber que su elección era
correcta y por la paz que le otorgaba la presencia del muchacho.
Partieron raudamente
para evitar la oscuridad de la noche en el bosque y el frío y al llegar a su
casa, todo concordó con los deseos del mercader con respecto a su nuevo esclavo
que cumplía sus órdenes a la perfección con atenta sumisión y una rapidez
inusitada.
Pronto el mercader
notó que sus riquezas aumentaban, muy contento con su destino pensó en el
muchacho que le servía con fiel dedicación y analizó que debía recompensarlo.
Muchas son las
ventajas que me ha brindado Chain desde su llegada, debo hacer algo por él para
favorecerlo, será además provechoso para mí, porque noto que él tiene solo unas
ojotas viejas en sus pies que apenas le cubren las plantas, hoy mismo iremos al
comercio del pueblo y compraré para Chain unos zapatos, con ellos será aún más
veloz para servirme.
Esa mañana después
del té, llegaron al pueblo y entraron en la zapatería ambos.
El comerciante lo
recibió con alegre disposición y comenzó a mostrarle calzados al mercader de su
talla.
Con delicadeza Main
le expresó que los zapatos eran para su esclavo.
El rostro del
zapatero esbozó una mueca de desagrado, pero acató el pedido del mercader
trayendo ante los ojos maravillados de Chain los zapatos que brillaban de
estupor frente a los ojos del muchacho.
No merezco tanta
amabilidad decía con lágrimas en los ojos.
Elije el que más te
agrade, y no te preocupes por el precio, bien me pagarás el servicio cuando los
tengas pues correrás con más prisa y seré más rico.
Ante los ojos
brillantes de Chain se expusieron los más bellos zapatos que nunca había visto,
era un sueño hecho realidad que nunca pensó que obtendría, al contemplarlos los
acariciaba con cuidado, cavilando cual sería el más apropiado, el zapatero
observando su rostro dubitativo, le propuso que se los probara y a medida que
se los llevaba iba diciendo el precio de cada uno, empezando por los más
costosos.
Estos son de cuero
totalmente forrados en cabritilla, para hacerlos más ligeros y comenzó a
probárselos.
Valen mil rupias,
pero son los mejores. Chain pensó mientras los probaba, que con ese dinero su
familia comería muchos meses y se enturbió un poco su mirada, pero nada dijo.
Todos los zapatos de
su talla fueron probados por él bajo la atenta mirada de su amo, y en último
término el zapatero trajo a los pies de Chain un zapato más y dijo:
—Es el menos costoso,
porque su cuero no es tan blando y su tamaño más pequeño, por ello lo tengo en
oferta. Su valor es el más bajo de todos.
Chain se lo probó y
le quedaba, pero siendo más chico, notó que le apretaba bastante, mas sabiendo
que era el más barato y que Mein gastaría menos, dijo que era el par que
prefería entre todos, volviendo a calzar sus pies con las sandalias.
Sin embargo su amo
preguntó insistentemente:
—¿Estás seguro
muchacho? no pienses en el precio sino en tu comodidad.
Chain asintió con la
cabeza y expresó su preferencia por el calzado que aparte dejaría más rico a su
amo, por su bajo precio.
El amo lo felicitó
por su decisión sabia y pago el par de zapatos que ordenó al zapatero colocará
nuevamente en los pies del muchacho, que calzaba sus ojotas viejas.
Los estrenarás de
inmediato, para que tus pasos sean más rápidos.
Ambos volvieron a sus
quehaceres diarios y el esclavo corrió con más ahínco sabiendo el valor del
regalo recibido, pero sus pies le dolían mucho, mas nada decía para no ofender
a su amo.
Así paso el tiempo y
sus pies comenzaron a sangrar y ampollarse, pero corría más rápido para
disimular su sufrimiento y hacer más feliz a Main, que se regocijaba por la
celeridad de su esclavo que pareciera tuviera alas en los pies con sus zapatos
regalados.
En las noches al
dormir, descansaba de su sufrimiento, pero sus ampollas le ardían y al
colocarse nuevamente los zapatos volvían a reventar y sangraban, pero todas las
noches los limpiaba con esmero, para que nadie notara nada.
Pasaron meses de
dolor y sangre que fueron ocultadas por el esclavo hasta que una noche la
fiebre lo consumió porque sus pies estaba engangrenados. A la mañana siguiente
al comprobar su tardanza Main lo encontró en su lecho sin vida y lloró
amargamente por su perdida.
Ese mismo día se
presentó Chain ante el Dios en el cielo y lloró amargamente pensando en su amo
y en su familia que había abandonado tan pronto
Así pidió perdón al
Creador por sus pecados:
—Señor me siento muy
mal porque he cometido una falta imperdonable, dilapidando un regalo que me
hiciera mi amo en vida, engañándolo y diciendo que su regalo era perfecto
cuando sabía que me hacía doler los pies, y ese dolor me enfermó y ocasionó mi
muerte. He recibido un justo castigo por mi maldad.
El señor lo acarició
suavemente y Chain notó que sus pies ahora estaban sanos y que podía correr
como antes y se sintió feliz.
No fuiste castigado
pequeño, todo lo contrario, ahora serás feliz por siempre, gracias a tu corazón
simple y bondadoso.
En la casa de Main
esa mañana, el poderoso señor notó con horror que debajo de los zapatos de
Chain había un gran charco de sangre.
GABRIELA
MARIN
Nació el 21 de marzo
de 1966 en Oltenița, en Rumania. Escribe desde chica y también le gusta leer
mucho. En la escuela secundaria ganó la etapa departamental “Olimpíada de la
Lengua Rumana” y recibió una mención en la etapa nacional.
Es profesora de
francés e inglés por la Universidad de Bucarest (Facultad de Lenguas
Extranjeras) e hizo una Maestría en Lingüística Aplicada - Didactique du
Français Langue Etrangère en la Universidad de las Antillas, Martinica.
Enseñó francés e
inglés en escuelas secundarias de Bucarest; en colegios, asociaciones y en
programas de la prefectura de Martinica; y expresión oral y escrita en francés
profesional en la Universidad de las Antillas, Departamento de Ciencias de la
Computación. También enseñó francés en colegios y escuelas secundarias en Guayana
Francesa e inglés en la Université de la Guyane Française.
En 2023 comenzó
publicar poemas en revistas y plataformas literarias como Luceafarul, Poezia, e-Creator, Parnas XXI, Axis Libri, Boem@, Impact,
Amfiteatrul Literar, Litera 13, Ofranda Literara, Regal Literar, Caiete
Silvane, Litere, Impact, Sintagme Codrene (Rumania), Contact Internațional, Destine Literare, Observatorul, Poezii pentru
sufletul meu (Canadá), Gândacul de
Colorado, Curentul Internațional, Romanian Journal New York (Estados
Unidos), Emoții si Lumina
(Australia), Jurnal Israelian
(Israel), Asii Români (Bélgica,
Países Bajos, Alemania), Basarabia
Literara (Moldavia).
Ha publicado también
poemas en francés, inglés, español, portugués y turco en sitios web y revistas
literarias como Lespoetes.net, Le monde
de Poetika, Oasis des artistes, Mondes Francophones, All Poetry, Poeticous,
Poetry.com, Revista Orfeu (Kosovo), Pluma
(Argentina), Kametsa (Perú), Revista Poética Azahar (España), Mimeógrafo (México), Tamasma Cultural (Canarias), Montaje (Chile), Literalivre, Barbante (Brasil), Alas
de Papel, Amalgama de Letras, Revista Literaria ÓBOLO, Alhucema, Alborismos,
Letras de Parnaso, Cósmica Fanzine, Letras de Chile, Revista Innombrable,
Oniria Literaria, Poemas del Alma, Poetry Alquimia, Yerli Bilimkurgu Yükseliyor
(Turquía), Comme en poésie, etc.
Además, disfruta del
teatro, el cine, la música, la pintura, la grafología, la psicología, el
lenguaje corporal y los viajes.
Hoy publicamos una
primera parte de sus Poemas en minúsculas.
Quedando una segunda para nuestro Suplemento
de diciembre próximo.
https://www.facebook.com/gabriela.marin.7927/
claridad
cuando llegué
no te vi...
estabas escondido detrás de un eón
cuando volví
te vi en mi sueño...
estabas escondiéndote detrás de un momento
cuando me fui
me sentí como si estuvieras allí...
desde los albores de los tiempos
clarity
when I arrived
I didn't see you...
you were hiding
yourself beyond an eon
when I came back
I saw you through my
dream...
you were hiding
yourself beyond a moment
when I left
I felt like you've
been here...
since the dawn of
time
la noche - los ojos - el mar
en la noche
los ojos ven
el mar de estrellas
en la noche
las olas bañan
tu alma pura
en la noche
las lágrimas caen
desde lo alto del cielo
en el océano de los sentimientos
convertidos en misterios de plata
the night - the eyes - the sea
in the night
the eyes see
the sea of stars
in the night
the waves bathe
your pure soul
in the night
the tears fall
from high in the sky
in the ocean of
feelings
turned into silver
mysteries
salpicaduras de eternidad
lluvia de luna y de estrellas
en mis cielos
eterno
lluvia de soles y de cometas
en mis universos
real
lluvia de planetas y de color
en mi corazón
amoroso
lluvia de amor infinito
en mi alma
que pulsa para siempre
drops of eternity
rain of moons and stars
in my eternal
heavens
rain of suns and
comets
in my real
universes
rain of planets and
colors
in my loving
heart
rain of infinite love
in my soul which is
palpitating for ever
condicional
si tan solo pudiera
te elevaría al cielo
si tan solo pudiera
te llevaría en el éter
si tan solo pudiera
te mantendría alejado de la nostalgia
si tan solo pudiera
te pondría a dormir en una nube
si tan solo pudiera
te bautizaría en una estrella
si tan solo pudiera
clonaría tu amor
si tan solo pudiera
te daría una galaxia
si tan solo pudiera
te dedicaría un astropoema
conditional
if only I could
I would lift you up
to heaven
if only I could
I would walk you in
the ether
if only I could
I'd keep you away
from nostalgia
if only I could
I'd put you to sleep
on a cloud
if only I could
I would baptize you
on a star
if only I could
I would clone your
love
if only I could
I would give you a
galaxy
if only I could
I would dedicate an
astro-poem to you
espejo
agua pura congelada
superficie plateada
nenúfares flotando en el agua
realidad reencarnada
distancia cercana
reflexión imaginada
conocimiento oculto
profundidad en espiral
concentración desvanecida
simetría radiante
imaginación invertida
aparición - inventado?
mirror
pure frozen water
silver surface
water-lilies floating
on water
reality reincarnated
close distance
imagined reflection
concealed knowledge
spiral depth
faded concentration
radiant symmetry
inverted imagination
apparition -
invention?
real
nuestras aspiraciones
nuestras esperanzas
nuestros sueños
nuestras ilusiones
nuestros objetivos
nuestras impresiones
nuestros deseos
nuestra imaginación
nuestros escenarios
nuestros ideales
nuestros éxitos y victorias
real
our aspirations
our hopes
our dreams
our illusions
our objectives
our impressions
our wishes
our imagination
our scenarios
our ideals
our successes and
victories
mi hermoso arco iris
mi corazón rojo
mis begonias naranjas
mi sol amarillo
mi hierba verde
mi amor azul
mi cielo índigo
mi iris púrpura
mi sangre roja
mi puesta de sol naranja
mis narcisos amarillos
mi primavera verde
mi mar azul
mis pensamientos índigo
mi aire púrpura
mi esperanza turquesa
mi optimismo rosa
nuestro brillante futuro
my beautiful rainbow
my red heart
my orange begonias
my yellow sun
my green grass
my blue love
my indigo skies
my purple iris
my red blood
my orange sunset
my yellow daffodils
my green spring
my blue sea
my indigo thoughts
my purple air
my expectations
turquoise
my pink optimism
our bright future
inicio
te olvidaste de todo
lo dejaste todo
ya has terminado todo
lo has abandonado todo
has corregido todo
has borrado todo
sublimaste todo
asumiste todo
aceptaste todo
has perdonado todo
has transformado todo
lo has pensado todo
has hablado todo
has renacido totalmente
todo comienza aquí y ahora
beginning
you've forgotten everything
you've quited
everything
you've finished
everything
you've abandoned
everything
you've fixed
everything
you've deleted
everything
you've sublimated
everything
you've taken on
everything
you've accepted
everything
you've forgiven
everything
you've transformed
everything
you've thought it all
over
you've talked
everything
you've been totally
reborn
it all starts here and
now
en mi alma
profundidades atractivas
volverse cíclico
alturas desafiantes
movimiento concéntrico
aclaraciones sorprendentes
llamada simbólica
entorno encantador
alza esférica
frescura impresionante
recuerdo maravillosa
comprensión etérica
deseo creativo
in my soul
attractive depths
cyclical becoming
challenging heights
concentric motion
surprising
clarifications
symbolic call
charming setting
spherical rise
impressive freshness
wonderful memories
etheric understanding
creative desire
soñar
veo en mi sueño
que me quedo dormido en una nube
veo en mi sueño
que vuelo a una estrella
veo en mi sueño
que respiro como la luna
veo en mi sueño
que vivo como el sol
veo en mi sueño
que me mareo en el éter
allá arriba, muy alto
veo en mi sueño
que no te has ido
lo sé en mi sueño
que sigues aquí
como en cualquier sueño mío
dreaming
I see in my dream
I fall asleep on a
cloud
I see in my dream
I fly to a star
I see in my dream
I breathe like the
moon
I see in my dream
I live like the sun
I see in my dream
I get dizzy in the
ether
up there, very high
I see in my dream
you haven't gone away
I know in my dream
you are still here
as in any dream of
mine
NAHUEL TOMÁS PONTE
Reside en Rojas,
Provincia de Buenos Aires, Argentina. Ha sido galardonado con algunas menciones
honoríficas en diversos concursos literarios. Utiliza con frecuencia el
seudónimo Juan Gómez.
Hoy podemos apreciar
su fina e interesantísima narrativa, imbuida de una fuerte carga poética.
Ángel
de la madrugada
Nahuel Tomás Ponte ©
(© Juan Gómez)
(No creas)
Lo que se vio son
seis patas, dos cuerpos. Uno, escorado, el otro, incierto. Uno, emergió de la
nada y ocupó el flanco izquierdo. Otro, negro, ronchas, hueso. Y amigos desde
siempre, por unos metros.
Pero no imaginemos.
Ni dar ni recibir, nadie habló de eso. Lo que yo vi por San Juan, entre
Quintana y Nicolás Repetto, fueron seis patas, dos cuerpos que nunca se
pertenecieron.
Fueron doscientos
metros. Uno siguió por San Juan, el otro no quiso ir más lejos. Lo demás que
siguió fue el silencio. La madrugada nos vuelve expatriados, las vidas se
llevan en los cuerpos.
De lo del ángel que
cuentan, allá ellos. Lo que yo vi son dos almas entre Quintana y Nicolás
Repetto; a esa hora, un desierto, y después, también.
Espantapájaros
Nahuel Tomás Ponte ©
(© Juan Gómez)
Si bastara la
experiencia profunda de asomarse a lo mismo, siempre, de aspirar este aire, de
rebuscar en la tierra la humedad.
Si no libara el
pájaro la sangre —que no tengo— y no se descolgara, sutil, la araña.
Si no quemara el sol
y la lluvia no arrastrara lo que quede.
Si nacer, crecer,
morir, podrirse, me fuera concedido.
De no ser por las
hormigas que vienen en manada, por el insecto, por el rocío, por el piedrazo certero,
cómo sabría que existo. Alguna vez un sapo, una culebra, vinieron a treparse,
igual que las hormigas. Yo, quieto.
Habrá que estarse
quieto, anhelando la mirada del viajero, endurecerse todavía un poco viéndolo
pasar de largo, abrirse al sol, hundir dos palos como pies abajo, abajo,
abrazarse un poco más todo lo que se pueda a esta nada que es el aire, como a
una esperanza.
Esta forma inhumana
que adivinan no es un Cristo. Los veo desde acá, van y vienen —si eso es
moverse—.
Y no vengan a decirme
que más allá del maizal hay mundo: ¿a la lata, a la madera, le piden que
imagine? Imaginar es otra cosa: es decir, sin fundamentos, rojo y verde, y
pensar de inmediato en la manzana y el limón. Diré manzana y verde entonces,
manzana y verde —digo decir y cómo abrir la boca que no tengo—.
Ni este pelo de paja
ni estas uñas falsas. Dos botones con agujeros para ver —uno negro, el otro
colorado— una boca cosida y arriba de la boca, nada. Un sapo, una culebra,
alguna vez. Ya nadie teme a los espantapájaros.
No llegue el día en
que me atreva, me desentierre estos palos y camine. Por ahora a estarse quieto,
a repetirse, a dar vueltas sobre el mismo eje. Estar, seguir estando.
No
nacido
Nahuel Tomás Ponte ©
(© Juan Gómez)
Junto a un montón de
cosas inútiles, en medio de la oscuridad y de la frescura del cuarto, vive. Un
objeto a medio construir. Incomprensible, contrahecho, feo. No nacido.
Acostumbrado a la penumbra de la habitación, la luz, para él, es un hecho
extraordinario que viene a perturbarle una eternidad de silencio.
Pudo ser un instrumento, una herramienta, un
mueble. Pudo ser un poema. Iba a ser un violín, una pala, una cuna de bebé. Lo
esencial es que no fue. Se quedó a medio camino, en un amasijo de cuerdas y
madera, de hierros retorcidos, de signos ilegibles. El murmullo de un loco.
En el desorden de
cosas no acabadas, medio hechas, en un carnaval de alienación y sinsentido, de
residuos, de excedentes, el azar nos presentó. Fue como haber levantado una
piedra que había permanecido inmóvil por siglos enloqueciendo de terror a un
mundo subterráneo de humedad, de moho, de gusanos. Él, orgulloso y erecto, me
mira. Se sabe contingente. Qué hago yo profanando esta tumba.
Dejo las cosas como
están. Apago la luz. Alguien me pregunta si encontré lo que buscaba. Digo que
no, y que no importa.
El recuerdo,
iluminado e inútil como otro más de aquellos objetos absurdos, viene hoy a mi
mente a causa de no sé qué luz que se enciende en mi memoria.
El ambiente determina
el pensamiento, solo que en vez de hacérmelas en aquel momento a las preguntas
me las hago ahora. Si el olvido alcanzará, más tarde o más temprano, a todo lo
nacido, cuánto más olvido necesita un no nacido. Y cuál, en el final, será la
diferencia.
A la casa la
derribaron hace mucho. Qué habrá sido de aquellos cambalaches, de aquel objeto
que no puedo nombrar y del que apenas puedo pensar porque nunca tuvo nombre, ni
forma, ni sentido.
Fue la vez que me di
cuenta de que yo era yo, y de que estaba en el mundo.
SALOMÉ MOLTÓ
Nació en Cocentaina,
Alicante, España, el 26 de abril de 1943. A los diecinueve años emigró a París,
en donde estaban sus padres. Allí obtuvo su diploma de lengua francesa, además
de cursar estudios en Literatura, y “Civilisation Française”. De vuelta a
España ha trabajado en colegios, en varias empresas en el departamento de
exportación, en varias oficinas de abogados y notarios por asuntos puntuales de
conflictos jurídicos y herencias, únicamente limitados a la traducción.
Ha colaborado en la
revista Evocación de París, Cenit de Francia, Orto de Barcelona, Tierra y
Libertad de Madrid, esporádicamente en el periódico local El Nostre-Ciudad, Polémica también de Barcelona, Canfali
de Benidorm, y forma parte del equipo de la revista Siembra.
Sus trabajos van
dirigidos a fomentar la toma de conciencia y posible denuncia de los problemas
que atañen a nuestra sociedad.
Más sobre sus obras y
trayectoria literaria en los números 102 y 103 del Suplemento de Realidades y Ficciones. Ver ÍNDICE DE SUPLEMENTOS o,
por su apellido, en ÍNDICE DE AUTORES:
https://colaboraciones-literatura-y-algo-mas.blogspot.com/
BUSCANDO EN LOS ESTANTE O CARGAR LA MOCHILA
Salomé Moltó ©
A veces pienso el tiempo que empleamos buscando cosas en los estantes de
la biblioteca, libros, cuadernos de vivencias, recuerdos y acontecimientos que,
queramos o no, marcan nuestra existencia. Envejecer será posiblemente ir
cargando la conciencia, el alma, el cerebro, los sentimientos de una cantidad
de cosas que tiempos atrás ni pensábamos que podríamos hacerlo, vivíamos y no
le dábamos más importancia.
¿Qué es aquello que no veo muy bien en lo alto del armario? me decía
cuando era yo el que lo había colocado.
Toda la tarde la pasé haciendo la siesta y luego me fui a dar una vuelta
por el jardín, con la gayata puedo hacer un recorrido y cuando me acerco a la
valla de la casa de la vecina, que se pasa la tarde regando los geranios, me
digo que soy muy afortunado, ya viejo pero todavía me puedo valer por mí mismo.
Haber vivido aquellos tiempos de posguerra, de hambre y represión, que con un
poco de pan con chocolate almorzaba, pues no había más. Y el guiso de garbanzos
y claro las lentejas que venían de Argentina.
Mi nuera vino ayer y resulta que mañana tengo que cuidar a mis nietos,
me los traerá ella, pues se va al norte a recoger a mi hijo, que como mecánico,
va de una entidad a otra reparando máquinas, que algunas empresas no pueden
cambiarlas por nuevas y mi hijo hace que funcionen un poco más de tiempo. Bien,
eso le hace ganar un dinero extra que no viene nada mal.
La hipoteca del apartamento terminé yo de pagarla, pues él se quedó en
el paro y las ayudas estatales no soy muchas, claro que ahora como mi nuera
tiene trabajo como enfermera, bueno asistenta de enfermería, dicen que se
llama.
—Abuelo, ahí tiene a los niños, la cena está en ese cesto, y para mañana
el otro paquete, no tiene que guisar ni nada de nada, sólo cuídelos, voy a por
su hijo, llegaremos muy tarde, así que mañana comemos juntos.
—¿Y qué hago, los baño, los acuesto y les canto una nana…?
—Les gusta más el rock-and-roll.
NORMA DUS
Narradora y poeta,
oriunda de Concepción del Uruguay (Entre Ríos), residente en San Carlos de Bariloche
(Río Negro), Argentina.
Ha obtenido diversas
distinciones de honor en certámenes nacionales dentro del género de relatos
breves y cuentos, así como por su destacada labor literaria. También ha
participado de diversos encuentros poéticos y ferias de libros, tanto en el
país como en el extranjero, particularmente en Canadá. Su nombre completo es
Norma Margarita Dus.
• Obras publicadas: Bodega de Sueños (poemario, 2005), Cuando nos quedamos solos (cuentos para
adultos, 2010), Desde
• Ha integrado las
siguientes antologías: Zona de Poetas
(Ciudad de Buenos Aires, 2001), Tercer
Encuentro Provincial de Escritores Entrerrianos (Concepción del Uruguay,
2007), Antología Patagónica "Otras
Palabras" (Esquel, Chubut), “El
espacio no es un vacío, incluye todos los tiempos” (Montreal, Canadá), Diez Poetas Rionegrinos Contemporáneos,
Antología Poética - Vol. 2 (Municipio de Bariloche), III Antología “Leer el libro del mundo” (Neuquén).
• Ha publicado en los
siguientes medios: revista Re-cuento
(Bariloche), revista Palabras del alma
(Esquel), el diario
Sus libros están
disponibles en Librería Literal (Eflein 115, San Carlos de Bariloche), Librería
Congreso (España 38, Concepción del Uruguay) y Librería Proa (España 14,
Concepción del Uruguay). También, comunicándose con la autora.
Más sobre sus obras
en los números 99 y 102 del Suplemento de
Realidades y Ficciones:
https://colaboraciones-literatura-y-algo-mas.blogspot.com/2023/09/blog-post.html
WhatsApp:
15 4 50 7972
https://deluruguay.blogspot.com
LA
MUJER QUE FUE MUCHAS
Norma Dus ©
El Juez la hizo
sentar en el banquillo de los acusados, y comenzó a interrogarla, solicitó
nombre, edad y ocupación.
Por
vieja, la imputada ya ha olvidado cómo se llama y los años que tiene. Sonriendo
sarcástica, solo respondió: —Soy la mujer que fue y seguirá siendo muchas, me llamo
Multiprocesadora. Me han requerido en todos los continentes, y aún me siguen
solicitando.
Ya reía
a carcajadas.
La Humanidad, que
asistía al enjuiciamiento, se levantó enardecida, y pidió la pena de muerte, al
grito de: —Miente, miente. Esa ramera nos ha arruinado, señor Juez, termine con
ella. ¿No ve a Pakistán, Colombia, Israel, Chechenia, Ucrania, millones… que
lloran a sus víctimas?
En
distintos países, por su accionar, sus inocentes víctimas hoy llevan una pierna
ortopédica, una mano mecánica, un ojo de vidrio, un audífono en su oído, u
otros daños corporales y psíquicos.
El abogado defensor
sostenía que su clienta no era culpable de su manipulación. Fundamentó que era
la real víctima, y presentó sus argumentos:
“En
la condición de mujer, dotada para dar vida, no puede pertenecer
a
su naturaleza ser autora de la muerte. Para comprender y juzgar su
comportamiento,
propio de la insania que padece, solicito al señor Juez,
rever
la inculpación previo juzgamiento de los siguientes responsables,
que
llevaron a mi defendida a ser la víctima de toda acusación:
traficantes
de armas y sus negocios, gobernantes armamentistas,
inventores
del poder económico y sus adeptos, y por último,
creadores
de diferentes cuerpos armados y sus socios”.
El Juez
concedió la palabra al Fiscal para hacer comparecer a sus testigos, presuntas
víctimas del mal desempeño de la acusada. Estos eran los personajes más
significativos de todos los continentes, en cada una de las denuncias. La
justificación de los perjuicios ocasionados a sus testigos, era suficiente para
rebatir absolutamente los argumentos al abogado defensor.
Se
ordenó luego un cuarto intermedio. El público quedó en silencio y salió de la
sala llevándose un sabor agrio a duda y desconcierto.
Se abre
la sesión con cuatro nuevos lugares ocupados en la primera fila a un costado de
la sala.
A su
tiempo, fue escuchado el fundamento de cada uno de estos nuevos integrantes:
—Fabrico
armas, como elemento de seguridad de las naciones. Su uso se hace necesario a
fin de conservar la paz entre las naciones, y dentro de las mismas.
—No
son necesarias ─pensaba el Juez—. La
ley y la Justicia
defienden
los intereses de los países, ultra y su interior.
—Un
gobierno sin armamento, es víctima de las ambiciones extranjeras. Por eso
debemos vendérselo a quienes no lo tienen.
—Sin
armas, también hay poder —cavilaba el Juez—. La educación
y
el cumplimiento de las leyes hacen fuerte a los pueblos.
—Solo el
poderío económico permite crecer. Es la única forma de mantener la paz.
—Con
valores morales se crece más que con valores monetarios
—rumiaba el Juez—. La justicia mundial deberá hacer lo suyo.
─Los
cuerpos armados son los únicos en garantizar los límites.
—“¿Civilización
o barbarie? —meditaba el Juez.
Y dictó sentencia.
La apelación llegó al
Supremo Tribunal, quien convalidó la sentencia judicial. El día de la lectura
del veredicto, el mundo aguardaba anhelante.
—LA
GUERRA, acusada en este juicio, deberá permanecer en un bunker psiquiátrico,
donde pasará el resto de sus días, y la Humanidad deberá custodiar su
inviolable salida del instituto.
Los
cuatro testigos presentados por el Fiscal, luego de una severa investigación,
quedaron detenidos para ser juzgados por falso testimonio, asociación ilícita,
estafas y crímenes sobre la Humanidad.
La
ratificación de innumerables denuncias y contundentes pruebas logró el
procesamiento y la sentencia condenatoria por enriquecimiento ilícito,
encubrimiento y falta a los deberes de funcionario público del Fiscal, quien
fue destituido.
(del libro El Camino de Libra, de Norma Dus)
Instagram: @normamdus
EL
REY SE DIVIERTE
Norma Dus ©
Corren los años de 1500,
y el Duque de Mantua junto a cortesanos y elegantes damas bailamos en la sala
del palacio ducal.
Escucho
que el Duque le cuenta a Borsa, uno de sus cortesanos de confianza, que le
interesa una desconocida burguesa que ha visto en la iglesia, pero descubrió
que hay un hombre que la visita.
El Duque
es juerguista y toda mujer le viene bien, aún las casadas. Amante de fiestas y
orgías.
Su
majestad el Duque tiene un bufón, el contrahecho y burlón Rigoletto, de quien
todos se mofan porque se comenta que tiene una amante.
Repentinamente
llega a la divertida reunión el conde Monterone a denunciar la conducta
libertina del Duque, por deshonra de su hija. Y quien responde a esta denuncia
es Rigoletto, negando todo, diciendo que todo es un delirio.
Por
defensa, el Duque y Rigoletto reciben una maldición terrible, que Rigoletto no
olvidará.
Una
maldición, cualquiera que sea, es muy temida por el pueblo, y por los más
encumbrados.
El bufón
regresa a su casa, sin olvidar la maldición, el resentimiento por nosotros, los
cortesanos y aún por su patrón, bello y rico. Allí lo espera Gilda, su hija, a
quien no deja salir. Por temor a que sea seducida, porque eso implicaría un
motivo más de risas y sátiras para él. Le prohíbe mostrarse en público, solo ir
a misa.
El Duque
de Mantua ha seguido a la dama vista en la iglesia y descubre que vive en casa
de su bufón. Es la hija de Rigoletto y tiene a Giovanna, su criada y dama de
compañía.
En una
salida del bufón, el noble disfrazado de estudiante logra entrar en la casa. Es
el joven que me sigue desde la iglesia, dice Gilda a su criada, quien agarra la
bolsa con dinero entregada por el Duque a cambio de que los deje solos.
Soy
Gualtier Maldé, miente el noble.
…
Los
cortesanos queremos vengarnos del jorobado Rigoletto por sus ofensas y burlas.
Logramos raptar a la muchacha, con engaños y llevarla al palacio, pensando que
hemos raptado a la amante del bufón. Cuando el Duque regresa por Gilda,
encuentra que la casa está vacía.
Rigoletto,
ya en el palacio busca a su hija, pero no logra entrar a la alcoba del Duque.
En cambio Gilda sale corriendo y llorando le hace su confesión diciéndole que
se ha enamorado de un pobre estudiante, pero que descubrió en el rapto que ese
hombre es el Duque.
Rigoletto
jura que habrá un vengador, de sus infamias. Lleva a su hija a la miserable
taberna de Sparafuccile, un tabernero y sicario, para desengañarla. Allí ven
entrar al Duque atraído por Magdalena, la hermana del cantinero.
Desencantada
Gilda vuelve a su casa, con una orden de su padre. Sparafuccile y el bufón
ultiman los detalles para matar al Duque. Acuerdan que Rigoletto retirará la
bolsa con el cuerpo del noble, para tirarlo al río.
Por
pedido de su hermana que no mate al noble, Sparafuccile decide hacerlo con el
primero que ingrese a la taberna, y entregar esa bolsa a bufón, para poder
cobrar.
La noche
es lúgubre y tormentosa. La orden paterna de Gilda era irse a Verona, vestida
de varón. Pero no lo hace. Regresa a la taberna. Al entrar, es confundida y
apuñalada por el sicario. La bolsa es entregada a Rigoletto. Rigoletto se
siente satisfecho. El Duque ha pagado sus fechorías, y será tirado al río.
Pero se
escucha una voz que canta
¡¡¡La
donna é mobile…!!!
¡¡¡Qual
piuma al vento…!!!
El
vengador reacciona… ¡¡¡¿¿¿Qué hay en la bolsa…???!!! Cuando la abre descubre a
su hija moribunda. El horror lo atraviesa.
Gilda
aunque malherida, agonizante, alcanza a decirle que junto a su madre, en el
cielo rogarán por él.
Rigoletto
recuerda la maldición de Monterone, quien lo había llamado serpiente, previo a
la maldición.
(Versión en adaptación libre de Rigoletto —ópera italiana— Giuseppe
Verdi /Francesco M. Piave).
ANÍBAL MALAPARTE
Nacido el primero de
mayo de 1992 y pasando la mayor parte de su vida en Xalapa, Veracruz (Xalapunk
para los camaradas), México.
Aníbal Malaparte es
un poeta adepto a la contracultura, practicante de artes marciales e
historiador egresado de la Universidad Veracruzana, titulado con la tesis Banderas de fuego, pechos de luz.
Voluntarios mexicanos antifascistas en la Guerra Civil Española.
Colaborador o
fundador de diversas tertulias literarias tales como Adictxs a la Poesía, Vérsame Mucho, Conspiración Poética, entre
otras. Ha participado también en diversos encuentros literarios nacionales e
internacionales como el Encuentro Babel,
Festival Internacional de Poesía Palabra en el Mundo, la Fiesta Itinerante del
Libro Alternativo y el Festival Internacional Arte Ahora. Como también ha
publicado en diversas revistas literarias como Aullido, Multiversos, Enpoli, Lectabulo, Poetry Alquimia, Carcaj,
Vagabunda, Alcantarilla, Calameo, Oclesis, Montaje, Innombrable, Mal de ojo,
Nagari, Anfibia, Sol negro, 5 Petalos, Awita de chale, Culturel, Con Voz
Propia, Herederos del Kaos, Acantilados de papel, Isotopías, Escritores
rebeldes, Molino de Letras, Mimeografo, Lo que somos, Canal Literatura y
Ventanas Abiertas.
Es autor de los
siguientes poemarios Escribe poesía,
construye bombas caseras (2019), Conversaciones
de odio (2020), Delirios nihilistas
(2020), La asamblea de los fantasmas
(2023) y Lo que aprendimos de Ayotzinapa
(2024). Adepto a las causas perdidas desde 2008, siendo un adolescente tiene la
manía de desafiar al destino siendo militante de diversas organizaciones
antifascistas, zapatistas y marxistas-leninistas.
@malaparteanibal
Hojas de haya en una tarde de lluvia
Aníbal Malaparte ©
Para
Andrea Meitner
Escapó el otro otoño.
Una banda de noise
destroza los amplificadores
con tal de localizar
el poema perdido de Patti Smith.
De temps en temps
es un ninjatō.
A veces
corta,
desangra,
perfora.
Viejos bardos
empalados,
el olor a sangre
podrida y mierda junto al ruido de las moscas,
pensamientos líquidos
y tatuajes dadaístas.
Y ahora,
y ahora,
y ahora
danzamos las baladas
de Ofelia
mientras nos soñamos
un gato de gris pelaje.
Deseo
Aníbal Malaparte ©
Todo lo que deseo es
basura,
brilla,
huele bien,
cumple todos mis
fetiches,
fue fabricado
exactamente para mí
y si de casualidad lo
obtengo,
tengo que darles la
razón a los psicoanalistas
(incluso a ese que me
obligó a descubrir algo
que no quería saber
por lo que lo tiré al
suelo
y golpeé hasta que el
resto de los pacientes
llamaron a la
policía).
¿Y cómo madres
soportar la mirada del otro?
¿Cómo resignarme al
estadio espejo?
¿Al objeto a?
¿Las lágrimas?
¿Y toda situación
ilógica
de la cual quisiera
encontrar un sentido
aunque no lo tenga?
Si aún te escribo
poesía
es porque eres
fogosidad resentida,
fragmento de gloria
que perece entre las llamas,
no es que te
idealice,
y aunque me
comprendes mejor de lo que yo a ti,
conozco tus secretos,
tus deliciosas
profundidades,
sabes bien que no son
celos.
Por mí otorga tus
enervantes discreciones
con diez mil cabrones
y cabronas más.
pero no soporto
que desconozcan
tus cartas robadas.
Tampoco es que anhele
la paz del cementerio,
no quiero borrarte de
mis poemas,
ni resolver el
misterio,
que me atrae hacia
ti,
y acaso podría ser
libre de tu recuerdo,
tu imagen, tus medias
de seda, tu sabor.
Pero, ¿vale la pena?
¿Alguna vez algo vale
la pena?
Sería olvidar tu belleza
asediada
los ahíncos en las
azoteas,
los poemas que leímos
desnudos,
las películas
comentadas ante el proyector casero,
nuestro descubrir
canciones juntos,
aquel vagabundeo en
la bohemia xalapeña,
las promesas que
jamás te cumplí,
o tu boca incapaz de
la piedad
y ese precio
no estoy dispuesto a
pagarlo.
Ruegos
Aníbal Malaparte ©
Hay cierta conciencia
de saberme eco de una
estrella que muere,
lágrima,
tiempo,
semen,
cuervo,
canción,
bala,
una muerte sin
permiso,
una ilusión que
desespera,
un atolladero del
subdesarrollo.
¿Y quién no ama sin
esperanza?
¿Y quién no merodea
tus cementerios?
¿Quién no goza con
ginebra barata?
¿Quién no tomó
partido por Lucifer?
¿Quién no blasfemó
siendo ateo?
¿Quién no se sabe
fuego, gasolina, grasa de motor
librería de uso,
chamarra de cuero,
miedo, maullido,
campo minado,
una trampa de bambú
bien afilado,
manta, lecho frío,
leche con galletas,
cello tocado en la
azotea, candado sin llave,
póster en la pared,
ruleta rusa, pelea de cantina,
el beso con amor a
una lengua envenenada,
un gato atropellado
que se pudre en la basura?
Oh, extraña y triste
criatura,
a veces sospecho
que no nos volveremos
a ver…
bésame,
déjame lamerte,
déjame venirme dentro
de ti,
abandóname en un
motel,
déjame una marca
visible que nadie comprenda,
déjame cortar la
lengua de parásitos anarquistas,
déjame arranco mi
rostro para portar sólo una máscara
déjame regalarte
amor, matando todo lo que odias de mí,
déjame perpetuarte
con una serie de atentados marxistas-leninistas,
déjame declararte
amor de mi otra vida
y llora conmigo
como vidrio
enterrándose en el cuello,
como ángel suicida,
como reprobando un
examen de lógica,
como libro de Herman
Hesse,
como noche en las
barricadas,
como una orgia de
Tule en el bosque,
como cavando en una
fosa común,
como adolescente
enamorado por primera vez.
Y toda esa hambre,
esa vorágine
insatisfecha,
esa ansia,
ese sentido carente
de sentido,
esa pulsión de
muerte,
ese poema tan desnudo
que no porta consigo excusa alguna,
esa pesadilla donde
todos tenían rayones en vez de ojos,
ese no saber cómo
terminar este poema,
esa pistola escondida
detrás del librero,
ese ojalá,
esa historia que no
fue,
déjame ignorarlos a
todos un rato,
déjame fingir que no
existen.
No-Poema
Aníbal Malaparte ©
No-palabras/territorios/abandonados,
ruinas/sigilos,
elegías/barrancos.
Somos/alguna-vez/fuimos/incendioytormenta.
Palabras/jodidas-inciertas.
Palabras/no-final
AMIR GORZALCZANY
(1958, Buenos Aires,
Argentina). Doctor en Arqueología con especialización en arqueología islámica.
Posee además una maestría en petrografía, campo en el que también ha realizado
publicaciones especializadas. Reside en Israel, donde trabaja en la Autoridad
de Antigüedades, institución en la que ha ocupado distintos cargos a lo largo
de los años. Actualmente se desempeña como jefe del Departamento de Revisión
Científica (Head of the Scientific Review
Branch).
Ha dirigido decenas
de excavaciones y publicado numerosos artículos científicos —más de un
centenar— sobre inscripciones antiguas, arquitectura monumental, mosaicos,
arqueología funeraria, arqueobotánica, sistemas de acueductos, paisaje
histórico y análisis petrofísico de materiales arqueológicos. También ha
redactado y publicado reportes finales de arqueología de campo en el marco de
sus excavaciones. Fue miembro del comité editorial de la revista Antiguo Oriente y ha publicado en
revistas académicas de prestigio en varios idiomas. Además, ha editado
volúmenes académicos, presentado ponencias en congresos internacionales, y
participado activamente en la organización de encuentros científicos.
Entre sus líneas de
investigación se destacan el estudio de procesos constructivos, estudio de
mosaicos, acueductos, prácticas funerarias, entornos agrícolas históricos,
arqueología del paisaje y el impacto de eventos sísmicos en el registro
arqueológico. Ha enseñado en la Universidad Ben Gurion de Beer Sheva, y dictado
cursos de posgrado y seminarios en la Universidad de Buenos Aires y en la
Universidad Católica Argentina. Es miembro activo de la Red de Científicos Argentinos
en Israel y ha visitado Argentina como parte del programa RAÍCES, colaborando
en tareas de docencia e intercambio académico.
Desde siempre le ha
interesado, sobremanera, la condición humana detrás de los hallazgos
arqueológicos: las historias personales, los gestos materiales y las huellas de
vida que subyacen bajo los restos. Su enfoque combina arqueología, historia,
filología, geociencias y ciencias naturales, con una marcada vocación
interdisciplinaria.
Aunque su trayectoria
ha sido fundamentalmente investigativa, La
leyenda de las Tres Comillas marca su primera incursión en la ficción
literaria.
La
leyenda de las Tres Comillas (una mitología tipográfica)
Amir Gorzalczany ©
Una epopeya
ignorada de antiguas leyendas de puntuación, sagradas guías de estilo y la
guerra silenciosa entre la venerada comilla y sus hermanas rebeldes.
Tú, que has osado
abrir estas páginas… escucha ahora la historia no escrita. Presta oído… y
tiembla.
Ocurrió en algún
lugar, en un rincón olvidado del Viejo Mundo. Olvidado por los mapas. Olvidado
por los hombres. Olvidado por la memoria misma.
En un yermo desolado
—uno de esos lugares que los mapas omiten con cortesía, quizá con sabiduría—,
una noche tormentosa ruge con entusiasmo casi histriónico, como si ansiara un
público. Vientos gélidos barren la estepa, compitiendo entre sí para ser el
susurro más lúgubre jamás exhalado.
A lo lejos, un
castillo en ruinas se recorta contra los relámpagos —como una imagen gótica
tomada demasiado en serio. Se alza sobre un risco dentado, visible solo cuando
la tormenta permite vislumbrar sus torres puntiagudas, sus almenas cuadradas, y
las piedras gastadas y resbaladizas de su centenario adarve —huérfano ya de centinelas—
con un nuevo fogonazo de luz. Aunque cae la lluvia, el rancio aroma del tiempo
aún se aferra al aire. Harapientos y descoloridos, los estandartes ondean en
mástiles que alguna vez fueron orgullosos. Rasgados. Deshilachados. Pero aún
ondean —tercos e indoblegables. Emblemas de causas olvidadas —algunas nobles,
otras menos— que ninguna alma viva recuerda. El castillo ha conocido días
mejores. Los recuerda con melancólica amargura. Es conocido por muchos nombres
—nombrados solo en susurros: La Fortaleza del Punto y Coma, El Bastión de los
Borradores Eternos. Existen otros nombres —pero mejor dejarlos sin pronunciar.
Por un camino lodoso
y traicionero avanza una caravana de oscuros carruajes lujosos y anticuados
—como sacados de un cortejo fúnebre del siglo XIX. La carretera serpentea
cuesta arriba mientras avanzan con precisión entre la espesa niebla. Cada
carruaje es tirado por un par de exhaustos caballos negros adornados con plumas
empapadas que aún cuelgan con un atisbo de dignidad. Los cocheros, impasibles y
empapados, van envueltos en capas que apenas simbolizan abrigo, con tricornios
anticuados y libreas oscuras adornadas con bordados deslucidos: meras sombras
de una dignidad pasada. A veces, entre los truenos, el seco chasquido de un
látigo corta la noche, mezclándose con el crujir de viejos ejes sedientos de
grasa. Linternas oscilantes, colgadas del asiento del cochero, libran una breve
e inútil batalla contra la oscuridad.
Cada carruaje lleva
un solo pasajero, encorvado y silencioso, perdido en pensamientos lejanos
mientras su cabeza se sacude al ritmo de los baches. Visten con sobria
elegancia ligeramente pasada de moda. El asiento, antaño mullido y cómodo, no
es más que felpa desgastada y un recuerdo desvanecido de un glorioso pasado.
Las ventanas, ocultas tras pesadas cortinas, están completamente empañadas.
Esta no es una noche cualquiera. Es el decimotercer viernes de un año bisiesto,
pasada la medianoche. Así debe ser, por antiguos y caprichosos decretos del
destino —y porque así lo ordenan las reglas del Códice Fundacional, sellado en
la Primera Prueba. La reunión debe celebrarse en noche de lluvia torrencial.
Así está escrito. Una vez más, ha llegado el momento. Se enfrentarán a la
leyenda.
Figuras silenciosas,
envueltas en prendas tan pesadas como sus conciencias, descienden de los
carruajes con pasos titubeantes. No hay paraguas —serían inútiles en este
viento. A la luz temblorosa de antorchas sostenidas por sirvientes mudos y
sordos (¿tradición?, ¿necesidad de discreción?, ¿privilegio ancestral del
silencio?), se dirigen hacia el edificio sombrío. Nadie cruza miradas. Nadie
habla —hasta que Él lo permita. Entre ellos hay rostros arrugados y otros solo
cansados, pero ninguno podría confundirse con un amigo. Ninguno parece menor de
setenta; la mayoría, bien pasados. Sus rostros llevan grabadas las cicatrices
de vidas enteras en las trincheras de la escritura, la traducción y la guerra
editorial —las puntas de sus dedos aún manchadas de tinta negra, fruto de
incontables páginas hojeadas. Su paso es lento —no solo por reverencia, sino
porque las rodillas ya no colaboran, y el clima conspira como siempre.
La procesión, guiada
por la antorcha, avanza por un laberinto interminable de corredores cruzados y
escaleras de caracol mal ventiladas, hasta que todos quedan completamente
desorientados. Pareciera que quien se pierda estaría condenado a vagar
eternamente por los claustros sin esperanza de retorno. Pero nadie se atreve a
aminorar el paso. Es sabido. ¡A Él no se lo debe hacer esperar!
Los más cercanos al
portador de la antorcha vislumbran fugazmente la Galería de los Seudónimos
Rebeldes, donde solemnes retratos al óleo —ejecutados en estilos antiguos y
olvidados— cubren las paredes: rostros de quienes alguna vez se ocultaron tras
disfraces literarios. Algunos susurran que, al pasar, los ojos de ciertos
retratos parecen seguirles en silencio —como si aún aguardaran ser citados. Los
más observadores perciben, entre la penumbra, una puerta sellada que conduce al
Salón de los Plagiarios Arrepentidos —un santuario sombrío donde las almas de
escribas díscolos lloran tinta. La procesión apura el paso por el Pasaje de los
Apócrifos y sube la Escalera de los Borradores Inconclusos, cada escalón
grabado con la línea inicial de historias que jamás nacieron —y hoy yacen
abandonadas al tiempo. Y con cada reunión, parecen surgir más escalones —recién
tallados, como si el castillo mismo los invocara, llorando por el creciente
cementerio de pensamientos truncos. En un recodo olvidado, algunos juran haber
visto una vitrina sellada con lacre negro.
Dentro, suspendido en
una cápsula de alabastro grabado con runas de una lengua extinta, reposa un
ostracon con un vocablo olvidado, un lexema extinto —para todos, salvo para Él.
Su inscripción, casi ilegible, reza: “Hapax Legomenon”. Basta el sonido de esas
palabras para erizar la piel de quienes las oyen. Y no es para menos: nadie osa
pronunciarlas ni evocarlas en voz alta, pues se sabe que tienen el poder de
convocar al Sombrío Espíritu del Copista Errante, quien castiga sin piedad a
los temerarios... con repeticiones innecesarias y redundancias inconfesables.
En la cima de la escalera los aguarda la Cripta Oscura de las Infinitas Notas
al Pie, cuya puerta lleva asteriscos que ningún erudito logró descifrar. Cerca,
el Anexo de Bibliografías Infladas y Referencias Superfluas, un mausoleo de
citas vacías, donde los nombres de autores olvidables y títulos jamás
consultados aún resuenan en ecos huecos, cubiertos de polvo que nadie jamás
limpiará.
Sin una palabra, tras
cruzar apresuradamente el Patio de las Metáforas Prohibidas —donde hasta el
aire parecía saturado de hipérboles y ojos críticos observaban desde la
oscuridad— los sirvientes los conducen al Bastión del Tintero, un alto salón
circular tenuemente iluminado por candelabros con velas altas y goteantes.
Ventanas ojivales
estrechas rodean la sala, a través de las cuales se vislumbran relámpagos
lejanos y se filtra el murmullo apagado del trueno. Solo una venerable puerta
doble —pesada y ancha, de madera cincelada e incrustada en bronce, interrumpe
la continuidad— el Sublime Portal del Pacto Gramatical Eterno. Unos troncos
arden tímidamente en la chimenea, luchando en vano contra el frío reinante.
Algunos de los presentes conocen bien este lugar. Otros, los que lo visitan por
primera vez, lo miran con reverencia. Las paredes de piedra desnuda, fieles a
la estética del silencio, lucen un único adorno austero colgado sobre el dintel
de la puerta. ¡He aquí un emblema heráldico absurdamente sagrado, con ecos
inconfundibles del Medioevo: Marcas simétricas y duplicadas —angulares, dobles
y simples! La Marca Ancestral de los Glifos Sagrados. El Santo Grial de la
Gramática. Las Tres Comillas —que nadie se atreva a llamarlas “rayitas”.
Así ingresan al
Círculo Interno del Comité Supremo de la Hermandad Sacrosanta de las Tres
Comillas. El Consejo de los Ancianos Léxicos. El Sínodo Semiótico Oculto. Algunos,
mientras sus ojos se ajustan a la luz tenue, intercambian mudos y sutiles
asentimientos; otros intentan disimular su nerviosismo tras una expresión
severa, esforzándose por parecer más enigmáticos que temerosos. Todos los
recién llegados, con las rodillas temblorosas y el sudor disfrazado de lluvia,
esperan —con impaciencia y reverencia mezcladas— al que ha de presidir el
cónclave:
El Hermano Iluminado
de la Cláusula Oculta, Supremo Vidente Semántico de la Logia, Inefable Voz del
Estilo y el Legado en la Puntuación:
Redactor Final de la
Oración Subordinada, Árbitro del Último Borrador.
Nadie ha visto su
rostro. Nadie sabe dónde habita. Algunos creen que vive simultáneamente en este
castillo, en varias editoriales poderosas y en toda biblioteca que aún utilice
fichas de cartón. A veces, incluso disfrazado —como un bibliotecario calvo de
mediana edad en chaleco gastado, caminando con la solemnidad de un monje
titubeante— recorre reverente estanterías polvorientas llenas de rollos
amarillentos, palimpsestos marchitos, encuadernaciones centenarias y códices en
lenguas olvidadas, cuyo significado ya nadie comprende. Las majestuosas puertas
se abren sin sonido. Cuando entra el Ungido, descendiendo tres escalones de
mármol gastado —con la puntualidad de un reloj suizo y la gravedad de un
corrector airado— el silencio se vuelve palpable y un escalofrío recorre a los
presentes. Todos ejecutan una genuflexión perfectamente coreografiada, como
dicta el Manual Ceremonial, edición revisada y corregida.
Lento y ominoso es el
ingreso del Oráculo Viviente, Supremo Lector de Pares a Doble Ciego, El de los
Márgenes Justificados. Encorvado, sus manos esqueléticas —nudillos salientes,
piel tensa y venas azules— emergen de las mangas de un hábito tosco. Sus dedos
se posan sobre su hundido pecho ascético. Se sienta con la serenidad de quien
dejó de apresurarse hace décadas. Algunos dicen siglos, desde que Gutenberg
—alabado sea— nos puso en el camino de la iluminación. Los demás lo imitan,
sentándose en sillas crujientes alrededor de una mesa de caoba tan pulida como
intimidante. Nada en la disposición de los asientos es aleatorio. Las brechas
ideológico-literarias son evidentes y ampliamente reconocidas. Sobre la mesa,
ningún refrigerio, ¡que la RAE nos libre! Solo largas y rituales plumas de
ganso en tinteros de plata reluciente, sin tinta desde generaciones, junto a
impecables papeles secantes rectangulares y abridores de cartas con mangos de
marfil —reliquias de cuando la caligrafía era un arte solemne.
¡He aquí! El Libro de
estilo de la lengua española (RAE) —nadie sabe cómo ni cuándo— ha aparecido. Es
la primera edición, pero algunos afirman que es la Galera Sagrada. Pasa de mano
en mano como una reliquia, un talismán de poder prohibido, acunado en una caja
de ébano con incrustaciones de plata y apoyado sobre un cojín púrpura con
borlas doradas. Uno por uno, temblorosas manos se posan sobre su cubierta
aterciopelada, y cada asistente jura lealtad eterna a la gramática, la
puntuación y —por sobre todo— a las comillas correctas. El juramento es
antiguo. Su idioma, inteligible solo para los iniciados. Las palabras son
precisas, casi quirúrgicas. Nadie se atrevería a cometer un anacoluto o un
pleonasmo ante el Guardián de los Guiones, Custodio de las Preposiciones, Azote
de las Redundancias.
No hay agenda. Nunca
la hubo. Pero todos saben cuál es el único tema permitido: las Tres Comillas.
Ningún alma se atreve
a perturbar el silencio. Todos recuerdan —demasiado bien— el cisma: el
Incidente de la Elipsis y la Gran Rebelión del Guión Corto. Ambos, capítulos
lúgubres en los anales de la tradición gramatical, aún rondan los márgenes de
sus memorias, anotados en tinta roja.
La respuesta fue
rápida —y despiadada.
Los insurgentes
derrotados fueron despojados de sus diccionarios por el temido Gran Tipógrafo y
su propia guardia pretoriana: la Vigilante Orden de la Mayúscula, en medio de
ritos públicos de humillación. Sus nombres, tachados bajo la ira de la pluma
roja por los ejecutores e inquisidores de la Santa Cofradía de la Tinta
Carmesí. Su memoria, expurgada, sellada en el Archivo de las Prepublicaciones
Perdidas y desterrada a la Bóveda de los Manuscritos Heréticos Proscritos.
Con suerte,
permanecen como una nota al pie en anales olvidados, milagrosamente intactos
ante la censura… o quizás dejados allí con intención maquiavélica, como sutil
advertencia y lección para los escribas del mañana.
Ni siquiera se les
concedió la misericordia de una segunda corrección.
Vae
victis...
Una voz profunda y
arcaica, que parecía emanar de las piedras mismas, abrió el cónclave:
—¡Hablad ahora... o
callad hasta la próxima reimpresión!
Al fin, las
propuestas emergen lentamente, tímidas, vacilantes al principio:
—¿Y si fueran cuatro
comillas?
—¿O siete? ¡El número
místico!
—¿Por qué verticales?
¿Qué tal una comilla en espiral —como un suspiro posmoderno? ¡Como si
envolviese la energía que emana del texto!
—¿Una voluta tipográfica?
¡Una onda temblorosa, un garabato cruzando la página —no más que una blasfemia
que imita burdamente el trazo sagrado!
—¡Por el sagrado Et
Comercial! ¿Qué otra herejía propondrás? ¿Escribir sin citar tus fuentes? No me
extraña —viniendo de un amante de las redundancias... ¡Solo falta que propongas
comenzar la frase con comillas dobles y acabarla con comillas simples!
—Ah, sí— tú y tus
estimados coautores parecen totalmente incapaces de distinguir entre una
sinécdoque y una hipálage...
—¡Por todos los
Santos Acentos Prosódicos! ¡El único lugar donde tu obra merece figurar es en
la fe de erratas!
—¡Tus modificadores
ambiguos se han convertido en un patético espectáculo mundial —ridiculizados
como crímenes contra la decencia sintáctica!
—¡Cómo te atreves,
traidor de la sintaxis! ¡Degenerado asterisco-dependiente! ¡Que caigan sobre ti
y tu linaje editorial apóstata correcciones crueles, tachones viles y enmiendas
perversas cual lluvia de tinta indeleble por siete ediciones consecutivas!
Ideas peligrosas,
susurradas al principio, luego pronunciadas con creciente audacia.
La sala escucha. La
historia se estremece.
Y entonces
—pronunciado suavemente, pero con claridad:
¿Acaso renace la
Facción Reformista?
El clima se vuelve
espeso. La calma comienza a agrietarse.
Él, Quien Habita en
las Notas al Pie Olvidadas, Archivista Sombrío de las Verdades No Citadas, no
dice nada.
Sus ojos, brillando
en la sombra bajo su capucha, se entrecierran con solemnidad amenazante.
El debate se silencia
de inmediato.
No hacen falta
palabras.
Se pone de pie.
Las puertas,
presintiendo su partida, se abren solas.
Abandona la cámara y
desaparece entre sombras de las que nadie más ha vuelto jamás.
Nadie lo sigue. Nadie
pregunta.
Todos comprenden.
Las palabras sobran.
Heráclito no tiene
lugar aquí.
Panta
rhei
no aplica.
No cuando se trata de
las comillas —especialmente de la angular.
Como fue, así seguirá
siendo.
Lo que ha sido, será
de nuevo.
Per
saecula saeculorum.
Los emisarios
regresan a sus carruajes —espaldas encorvadas, zapatos empapados.
La lluvia arrecia,
como si realizara un ritual de despedida ensayado durante siglos.
Los truenos retumban,
lanzando una advertencia final.
Parten para llevar el
veredicto a sus acólitos.
El Erudito Colegio de
Escritores, el Círculo Críptico de Creativos, la Hermética Cofradía de los
Editores, la Logia Velada de los Traductores Trilingües y la Silenciosa Orden
de los Correctores Meticulosos —esparcidos por todo el globo— esperan con el
aliento contenido, atentos a la llegada de los heraldos.
La decisión se
propagará como el fuego desde el Santo Sepulcro en la Vigilia de la Luz —solo
que esta vez, con los errores tipográficos corregidos.
¡He aquí! Sed
testigos de la Noche de la Resurrección Diacrítica.
Todos recibirán el veredicto
con reverencia.
Con sumisión.
Con obediencia.
Así fue escrito.
Así será.
La Hermandad Arcana
ha hablado.
El Avatar del
Silencio Gramatical, Profeta Eterno del Calderón, Portador de la Sintaxis
Inmutable y Ejecutor de la Sangría Primordial ha decretado. No habló... y dijo.
Así queda sellado.
Que se sepa. Que así
se escriba —y que baje a la imprenta. Que se grabe en tipografía y tiempo: las
tres comillas perdurarán más allá de los imperios, más allá del tiempo mismo
—hasta que se escriba la última oración. Y en algún lugar, entre tormentas de
sintaxis, la inexpugnable Fortaleza del Punto y Coma aún espera, jurada a la
eternidad. Resistente... pero ilegible. Invicta... pero Inédita.
Hasta entonces, que
tu sintaxis permanezca perpetuamente intacta, y tus márgenes siempre
justificados. Que así sea.
Nº 107 – Septiembre de 2025 – Año XVI
ISSN 2250-5385 – Edición trimestral
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Propietario y director: Héctor Zabala
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Currículo en revista Realidades y Ficciones Nº 40:
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Colaboradores
Corrección general:
Noelia Natalia Barchuk Löwer
Resistencia (Chaco), Argentina
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Currículo en Suplemento de Realidades y Ficciones Nº 88:
https://colaboraciones-literatura-y-algo-mas.blogspot.com/2020/12/suplemento-derealidades-y-ficciones-n.html
Ilustración de carátula y emblema:
Mónica Villarreal
Scottsdale (Arizona), Estados Unidos
Monterrey (Nuevo León), México
monvillarreal@hotmail.com
@mon_villarreal
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Currículo en revista Realidades y Ficciones Nº 17:
http://revista-realidades-y-ficciones.blogspot.com.ar/2014/06/
El listado completo de colaboraciones al Suplemento de REALIDADES Y FICCIONES se encuentra a la derecha del blog bajo el acápite ÍNDICE DE AUTORES. A la fecha, comprenden 426 colaboradores desde la fundación del suplemento.
REVISTA: https://revista-realidades-y-ficciones.blogspot.com/
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SUPLEMENTO: https://colaboraciones-literatura-y-algo-mas.blogspot.com/
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“Realidades y Ficciones” Mónica Villarreal (2014) acrílico y óleo sobre papel-lienzo, 30 cm x 30 cm |