domingo, 3 de septiembre de 2023

SUPLEMENTO DE REALIDADES Y FICCIONES

Nº 99 – Septiembre de 2023 – Año XIV

ISSN 2250-5385 – Edición trimestral

 

Inscripción gratuita como LECTOR o COLABORADOR
si escribe a zab_he@hotmail.com
(por favor, revisar correo no deseado)
indicando nombre y apellido, ciudad y país
(se le avisará cada nuevo número trimestral).
"Colibrí de Monterrey"
Mónica Villarreal
(2023)
(Mixta sobre papel, 22 cm x 28 cm)

 

Sumario:

• Claudio Iván REMESEIRA (Argentina - Estados Unidos)
• Niels HAV (Dinamarca)
• Ana María LEMA COLANGELO (Argentina)
• Luis Ángel MARÍN IBÁÑEZ (España)
• Alicia DANESINO (Argentina)
• Toño GUEDE (España)
• Norma DUS (Argentina)
• Alfredo ZALDÚA (Uruguay)
• Miriam Gladys GÓMEZ - Julliette (Argentina)
• Jaime LUSTGARTEN STECKERL (Colombia)
• Justina CABRAL (Argentina)
• Miriam Laura FERNÁNDEZ (Argentina)

 

 

 

CLAUDIO IVÁN REMESEIRA

Docente y periodista argentino residente en Estados Unidos, Claudio Remeseira es licenciado en filosofía por la Universidad de Buenos Aires (UBA) y posee una maestría otorgada por la Escuela de Periodismo de la Universidad de Columbia. Entre 1991 y 2001 desarrolló tareas docentes en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA y desde 2002 en la Universidad de Columbia, The New School y The College of New Rochelle, entre otras instituciones de enseñanza superior y terciaria de los Estados Unidos. Editor de Hispanic New York: A Sourcebook (Columbia University Press, 2010), antología de ensayos sobre la historia social y cultural de la población hispana de Nueva York, que en 2011 recibió el Latin International Book Award como el mejor libro de referencia en inglés del año. Remeseira es invitado regularmente por universidades e instituciones culturales de Estados Unidos a dar conferencias y participar de paneles en temas de su especialidad. Además de sus publicaciones académicas, ha publicado o trabajado como periodista en The Wall Street Journal, El Diario (ImpreMedia), Diario Rumbo, El Día (Estados Unidos y Puerto Rico), El País (España) y los diarios La Nación, Página/12, Perfil y las revistas Apertura, Mercado y Noticias (Argentina), entre otros medios. Actualmente está terminando de escribir su tesis de doctorado sobre los orígenes de la Teología del Pueblo y su relación con el peronismo para la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires.

También ha participado en múltiples festivales, paneles y charlas literarias, en la organización de actividades culturales, y en actividades periodísticas de radio y televisión.

 

Se le otorgaron varias distinciones, entre otras:

• Kiplinger Fellowship in Public Affairs Journalism (2017).

• Sustaining Partnership Residency Program, Lang College’s Civic Liberal Arts, New School (2016).

• International Latino Book Award (2011).

• Maria Moors Cabot Scholarship, Columbia University (2001).

• Primer Premio de la Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas (ADEPA), en la categoría de periodismo económico, por notas publicadas en el diario La Nación (2000).

• Premio Citi a la Excelencia Periodística en Economía y Negocios (2000).

• Premio Doctor Mario Molina en Periodismo Ambiental (1996).

• Segundo Premio de la Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas (ADEPA) en la categoría ecología y medio ambiente (1995), por una serie de notas sobre contaminación y residuos peligrosos, publicadas en el Suplemento Verde del diario Página/12 (1995).

• Diploma de Honor de la Sociedad Argentina Protectora de los Animales (1994).

• Ecoambiente 94, otorgado por la revista Ambiente Ecológico (1994).

 

Obras:

Además de varios libros, de capítulos en libros, y de artículos, todos de carácter académico; Remeseira ha escrito diversas obras referidas a narrativa y poesía:

 

Ficción

Con la urgencia del instante. Antología de microrrelatos en español (Luis Alejandro Ordóñez [ed.], Chicago: Ars Communis Editorial, 2022).

Don’t Cry for Me, Argentina. Antología de escritores argentinos en Estados Unidos (Fernando Olszanksi y Hernán Vera Álvarez [Eds.], Chicago-Miami: Ars Communis Editorial, 2020).

“ConstruccióN de la Torre (cuento, Nagari magazine, julio 2013). URL: http://www.hispanicny.com/2013/08/ficcion-construccion-de-la-torre-por.html

“Bárbaroi” (cuento, en Lilith, revista coleccionable, Año 1, No.1 [verano 2004-2005]: 55).

 

Poesía

“Arjentino en Ñuiórk” (En Hybrido, Arte y Literatura, Año XI, Núm.10 (2008). Edición Especial Décimo Aniversario: Poetas en Nueva York. The Graduate School and University Center of the City University of New York. ISSN:19302711

 

No ficción:

“A Splendid Outsider: Archer Milton Huntington and the Hispanic Heritage in the United States”, y “Carlos Gardel in New York: The Birth of a Hispanic-American Myth” (Hispanic New York: A Sourcebook. New York: Columbia University Press, 2010. ISBN-10: 0231148194).

 

remeseira@gamil.com

 

 

Yod Hei Vav

Claudio Iván Remeseira ©

 

Se sorprendió pensándose por primera vez, de concebirse sin estar todavía ahí, intuyendo una presencia que había estado no obstante desde siempre, flotando en la niebla informe de su conciencia, ese círculo sin límites. Escuchaba sus propios pensamientos, sin palabras. Se concentró, inhaló profundamente —pensó que inhalaba— y retuvo el aliento por un instante eterno; entonces exhaló, y la premonición de su cuerpo se bosquejó en su aliento, ocupando el vacío, potencia sin contorno de la luz que emanaba de su recóndito centro (la sucesión literal traiciona la simultaneidad del proceso, desfigura su verdad tras el espejismo de las palabras; pero no me es dado otro modo de comprenderme).

La vibración de la luz se condensó en dibujos, girando en su mente con la voracidad de un remolino; una inercia invisible redujo poco a poco el movimiento, y los dibujos se definieron más. Contó —lo supo antes de contar— 22 letras. Concentrándose en cada una de ellas, combinándolas en series irrepetibles, nombró las distintas partes de su anatomía: cabeza, brazos, tronco, piernas, sexo, que se constituyeron de inmediato (al mismo tiempo) con la misma materia de la luz de la que emanaban. La extensión de su cuerpo llenó el universo.

Se admiró. Una corriente erótica estremeció su arquitectura, pero el placer de contemplarse se mezcló con un dolor agudo: cada uno de sus miembros se desgarraba entre una fuerza que parecía succionarlo desde adentro, hacia la nada previa, y la imperiosa necesidad de manifestarse, de tener una forma. La intensidad de la luz fue cada vez mayor, más alta, insoportable, hasta que los miembros no pudieron contenerla y explotaron, millones de millones de pedazos precipitándose por la negra profundidad del cosmos en una muda lluvia de fuego, conflagración de chispas y partículas, cáscaras ígneas uniéndose y rechazándose a medida que caían, groseramente, sin sentido aparente, por el vacío. Volvió a mirarse y percibió su cuerpo, pero no como antes sino roto, incompleto, exiliado de su antigua imagen. Nada era como debía ser, y sin embargo seguía estando ahí.

La luz que manaba de su frente iluminó cada fragmento de su destituida anatomía, que ahora se desplegaba ante sus ojos como un pentágono de caras, perfiles yuxtapuestos escurriéndose en el declive de la luz. Cada una de sus caras lo miraba con la forma del sufrimiento, la paternidad, el embarazo, la impaciencia, un arcoiris. Vio multiplicarse su exponencial figura en un sucesivo cataclismo de mundos, una avalancha de brillos y sombras cayendo con velocidad y fulgor decrecientes, hasta la última, más remota región, una turbia y compacta esfera habitada por bípedos barrosos, en la que su rostro poligonal se reflejaba en inverso orden. Al rebotar contra la cruda superficie, la luz emprendía su retorno, o nunca había partido, y la caída y división en etapas eran sólo producto de la taimada discreción del tiempo. Entonces supo que debía reconstruirse, que la tarea era más vasta que él, y que esos espúreos seres que pululaban allá abajo, hundidos en la esquiva oscuridad de su materia, eran los encargados de llevarla a cabo.

Observó detenidamente a esas extravagantes criaturas, convertidas de pronto en sus inconcebibles aliados. Eran la contrahecha imagen de sí mismo, una serie aparentemente infinita de individuos que imitaban grotescamente su colosal estructura: minúsculos, opacos, febriles, se desplazaban con movimientos torpes e inconclusos, empujándose, apareándose y pisándose entre sí con una turbulenta violencia. En ese gratuito derroche de energía había sin embargo una acción recurrente: en los intervalos de sus mutuas confrontaciones, muchos se inclinaban a recoger del suelo las cáscaras del estallido primigenio, resecas y duras por efecto de su progresiva decantación por la noche cósmica. Las manoseaban con fervorosa unción, fregándolas contra sus terrosos muslos o machacándolas con una piedra, hasta que la negra consistencia de la cóncava costra se doblegaba a la contumacia del golpe, y un tenue hilo de luz escapaba de su interior. A medida que el esfuerzo de estos precarios orfebres avanzaba, la cavernosa tiniebla que los envolvía se despejaba un poco más; la atmósfera se fue poblando de reflejos tornasolados, como la tibia indecisión de un crepúsculo o un amanecer. Algo en ese espectáculo le resultó familiar: la esfera microscópica, oscilando vertiginosa entre la luz y la oscuridad, le recordó la intolerable batalla entre sus coyunturas y el fuego primario que encerraban, el estallido posterior y el derrumbe universal de su forma, de cuya última instancia estaba siendo testigo; inesperadamente, la visión lo reconfortó, aplacando su ansiedad en lugar de incitarla.

Miró de nuevo, y entendió que lo que acababa de ver era sólo la sinécdoque de una escena mayor, en la que el ahora, el antes y el después se superponían, como las ondas concéntricas de un mismo impacto. La frenética actividad de esos seres remotos se desplegó ante sus ojos en toda su polifónica variedad, y su mente abarcó el principio y el fin de su increíble historia como una sola palabra. Vio chozas, reinos, calles, guerras, estupros y ablaciones. Vio multitudes e individuos, generaciones enteras dilatándose con vigor sobre la tierra y desvaneciéndose luego en el aire, sin dejar rastro. Vio la acción y su resultado, la intención y el hecho, la sospecha y el agravio. Vio crímenes y altruismos, delaciones y proclamas, ejércitos en marcha y pordioseros hediondos y abandonados, mezclándose sin pudor en la sudorosa fricción de los días. Vio umbrales y libros, anacoretas y escaleras, campos cultivados y artistas, mercaderes y jardines, vio pieles tatuadas y órganos suspendidos en la líquida exhibición de un frasco. Vio incendios e inundaciones, ciudades y pentagramas, máquinas que se elevaban más allá de las nubes o que se sumergían hasta el magmático corazón de la roca. Vio torres y arados, copulaciones y asesinatos, cementerios y puentes, sacrificios y perversiones, muchedumbres llorando o gritando o abrazándose o repudiándose con furia. El catálogo lo abrumó, y sintió admiración y asco y piedad por esos seres precarios, arrojados a sus enceguecidos derroteros por una implacable urgencia de justificación. Entendió, además, que su diversidad era ilusoria, que aunque cada una de esas criaturas tenía una cara y un sexo y una muerte distinta, el omnímodo paréntesis de su mirada las exponía como un mismo ser múltiple, creciendo, procreándose, desapareciendo y volviendo a nacer sin cesar, una larga, monstruosa cadena cuya cada instancia particular era un mero eslabón olvidable. Era este sujeto colectivo, esta fantástica composición de partículas fungibles —lo comprendía ahora— la alarmante imagen que había percibido la primera vez, el acusatorio reverso de su quíntuple rostro caído.

En ese momento lo asaltó una sensación desconocida, un temblor que parecía brotar del fondo de su estómago y que con delicada rapidez subía por la tráquea, atravesaba la laringe, ocupaba su boca y se colaba a través de las fosas nasales hasta llenar la bóveda del cráneo; abrió los labios y dejó escapar una firme columna de aire, y el aire llevaba un sonido, una larga fricción gutural, y las ondas del sonido reverberaron en su cabeza, y se expandieron más allá, en círculos crecientes, hasta alcanzar el último escalón del cosmos, envolviendo su cuerpo como un pleno, cálido abrazo. Volvió a ver las 22 letras, esos inquietos trazos de luz grabados en su mente, irradiando frenéticos reflejos violáceos. Al sonido que acababa de nacer de él le asignó la primera letra; después comenzó a articular ese indiferenciado chorro de voz que lo acariciaba, interrumpiéndolo con precisos desplazamientos de su lengua dentro de la cámara bucal, modulándolo con inflexiones de su garganta, ritmándolo con un golpe de labios, y a cada una de esas articulaciones le confirió el valor de otra letra, hasta acabar la serie.

Cuando cada sonido tuvo su nombre, las 22 letras asumieron la forma de una rueda de fuego, que era también una corona y un árbol de ramas y raíces continuas; el círculo comenzó a girar y a crecer, y sus rayos se expandieron hasta tocar los límites del universo. La rueda se dividió entonces en cuatro ruedas concéntricas, y cada una de ellas empezó a dar vueltas en una dirección distinta; el espectáculo tenía la contextura del relámpago y el rugido de una multitud de océanos.

Respondiendo a un impulso que parecía exceder a su voluntad, las letras permutaban lugares dentro de las ruedas, y al hacerlo se constituían en palabras, que a su vez se agrupaban en una línea ininterrumpida, dividida en casilleros de igual tamaño, cada uno ocupado por una sola letra. Las permutaciones obedecían al siguiente canon: la primera letra se combinaba con todas las restantes, y después la segunda, y la tercera, y así sucesivamente, hasta la vigésimo segunda; entonces las permutaciones recomenzaban de nuevo, en orden revertido. Sin dejar de moverse, las cuatro entrelazadas ruedas devanaban así el conjunto infinito de todos los nombres, de todas las cláusulas, de todas las oraciones posibles.

Absorbido en la contemplación, comprendió que este flamígero conjunto precedía su propia existencia, y que era tan vasto como su cuerpo, como el universo; esta comprobación lo maravilló y lo desoló a la vez: el todo era igual a la nada. Para definirse a sí mismo, para explicar su genealogía, para comprenderse, cada palabra debía tener un valor discreto, discernible del de las demás, o la explicación equivaldría al silencio, o al ruido. Era por lo tanto necesario traicionar la instantánea plural combinación que ardía en el vórtice redondo de letras, degradar la unívoca llama de su visión completa por la falaz disección de la frase. Se obligó así restringir la inmovilizante abundancia, a elegir una palabra y desechar el resto, buscando una combinación aprehensible. Lo embargó la felicidad de saber que estaba por transformar en acto algo que hasta entonces sólo había existido en potencia, que nada limitaba el poder que estaba por ejercer, y que ese poder sintetizaba al universo. Cada palabra determinó la siguiente, y la proposición se formó en sus labios a medida que la pensaba. Y entonces dijo: “Se sorprendió pensándose por primera vez, de concebirse sin estar todavía ahí, intuyendo una presencia que había estado no obstante desde siempre, flotando en la niebla informe de su conciencia, ese círculo sin límites.”

La perplejidad lo invadió. Siguió hablando, y escuchó el recuento de su propia historia, como si nunca hubiera ocurrido. La concentración inicial, el soplo premonitorio, la epifanía del abecedario, la constitución y estallido de su cuerpo, la declensión cósmica de sus fragmentos, su desdoblamiento pentafásico, la multiplicación de mundos recesivos, la patética imitación de los seres caídos en la última esfera y el sincrónico panel de su compulsiva historia: palabra por palabra, el flamante relato reproducía el relato previo.

Algo, sin embargo, era distinto. A medida que sus oraciones se sucedían, descubrió una peculiar relación entre sus palabras y el comportamiento de aquellas incompletas criaturas. Se trataba de una relación asimétrica: cada cambio en un lado de la ecuación producía un cambio irreversible en el otro, pero el efecto no era recíproco. Comprobó que las acciones ejecutadas por los seres de la esfera inferior eran acompañadas por determinadas permutaciones de letras en su discurso: una demostración de valentía o buena voluntad, por ejemplo, generaba una combinación feliz, una serie de palabras que iluminaba cierto aspecto de su naturaleza o aceleraba el desenlace de un párrafo; una defección moral, por el contrario, provocaba una construcción anfibológica, eliminaba una palabra o aún oraciones enteras, o recargaba con el lodo de la impericia la marcha de la narración.

Los signos de puntuación respondían a la misma inflexible necesidad. Los diversos y contradictorios sentidos que estos seres (que, ahora terminaba de percibir, compartían con él el voluble recurso del lenguaje) atribuían a cada palabra y a sus múltiples aplicaciones, oscurecían todavía más la dirección del proceso. Estas alternancias combinatorias replicaban el flujo y reflujo de la luz en la esfera lejana y nebulosa.

Con un asalto simultáneo de gozo, terror, resignación, comprendió que la suma de todos los significados posibles constituían una sola, monstruosa, oración, que sólo él podía pronunciar, que ya había empezado a pronunciarla y que no podía detenerse, que estaba condenado a obedecer el tumultuoso dictado de esos seres falibles que de un modo insondable eran él mismo, que el final de su exilio no llegaría sino hasta el final de esa ímproba uterancia, hasta que su boca dijera, fervorosa, humilde, asombrada, la última letra de su nombre.

 

 

 

NIELS HAV

(Gudum, Dinamarca, 7/11/1949). Pasó su infancia en una granja al oeste de su país; reside en Copenhague. Tiene varios libros publicados. Uno de sus libros en inglés es Momentos de felicidad; otros en danés son Las mujeres casadas de Copenhague y Cuando me volví ciego. Existe una interesante colección de poemas, We Are Here, publicada por la editorial Book Thug, de Toronto. Ha sido galardonado con varios premios del Consejo de las Artes danés.

Sus poemas, cuentos y relatos han aparecido en muchas revistas y antologías. Ha sido traducido al inglés, árabe, español, italiano, turco, alemán, portugués, persa y chino. Declara ser un campesino ingenuo, que el destino ha enviado a Asia, África y Europa, así como a América del Norte y del Sur.

Más sobre sus obras y trayectoria literaria en Realidades y Ficciones – Revista Literaria Nº 10:

http://revista-realidades-y-ficciones.blogspot.com.ar/2012/09/

y en el Suplemento de Realidades y Ficciones Nº 77:

https://colaboraciones-literatura-y-algo-mas.blogspot.com/2018/06/blog-post.html

nielshav@hotmail.com

https://www.facebook.com/niels.hav/

 

 

ATRAPADO EN EL ALFABETO

Niels Hav ©

 

Cuando Barack Obama fue investido como presidente en los Estados Unidos, la poeta Elizabeth Alexander estaba leyendo en la ceremonia. El poeta debería, puede asumir un rol similar en diferentes culturas pero, en la vida cotidiana y la mayor parte del tiempo, el poeta es un outsider. Un ladrón solitario en el desierto. Así pasa en Europa, y en el resto del mundo.

Los escritores somos individualistas. Celebramos las mismas virtudes que los beduinos: perseverancia y generosidad. Algunos poetas, entre nuestros mejores colegas, saben del hambre y la sed, de la pobreza y del anhelo. Existen otros valores más que lo material, y retener ese conocimiento es una de las tareas de la poesía.

Nunca antes en la historia del mundo, hemos tenido tanta gente viviendo en el exilio ―hoy en día, todos somos una especie de nómades. Es una paradoja que el nacionalismo florezca al mismo tiempo. Somos poetas y residimos en la república literaria. Físicamente, estamos en Shanghái, Bogotá, Estambul o Copenhague, pero la poesía es nuestra patria mental y espiritual.

La poesía no es para los cobardes. La tarea consiste en mantener un ojo sobre ese poder y hablar sobre las cosas como son. Si la verdad es suprimida, los poetas son los primeros en ser encarcelados, y eso es lógico. Sin embargo, la poesía es adyacente a la música, y cuando un poema es exitoso, las palabras tienen una resonancia profunda en la mente y el alma. La buena poesía es mágica.

La poesía debería estar comprometida con la belleza de la vida y la grandeza ―y a los problemas de la vida diaria de la gente común. Buscar la verdad es como cazar lagartos en la oscuridad, y no importa cómo doblemos o giremos, el trasero está en la parte de atrás. Debemos ser honestos sobre nuestra confusión. El arte es la búsqueda de una verdad más profunda que las soluciones políticas, pero, aun así, la poesía siempre quiere ser una instancia crítica con el deber adicional de decir la verdad acerca de los problemas reales en el mundo real.

En ese contexto, es esencial que tengamos mejores traducciones. Como escritor europeo, estoy completamente atrapado en el alfabeto latino. Los escritores chinos o árabes tienen ventaja sobre sus colegas europeos, pues la mayoría de ellos leen dos alfabetos. ¿Cuántos alfabetos hay en este mundo? Le pregunté a mi mamá, y ella no lo sabe. Le pregunté al taxista, y él no pudo responder la pregunta tampoco. Seguro nadie lo sabe, pero hay muchos y solo el chino, el hindi, el bengalí y otros alfabetos asiáticos son utilizados por más de un tercio de la población del planeta.

Entonces, déjennos rendir un homenaje a nuestros traductores, ellos construyen puentes entre los varios alfabetos en este mundo ―y con ello crean las condiciones para una creciente comprensión internacional. Esperemos un nuevo florecimiento del arte y de la poesía en un mundo pacífico. La comunicación internacional es más importante que nunca antes. La poesía puede contribuir positivamente al entendimiento entre los pueblos y culturas del mundo, y puede contribuir al respeto del individuo y de su sueño personal de una vida con felicidad y armonía. Todos compartimos ese sueño.

(Traducción: Mario Pera)

 

 

ANA LEMA COLANGELO

De origen ítalo-argentina, nació en Pergamino (Provincia de Buenos Aires), Argentina en 1973, su nombre completo es Ana María Lema Colangelo. Narradora, poeta, ensayista, traductora, generadora de contenidos. Reside en la ciudad de Buenos Aires.

Licenciada en Comunicación. Cursó estudios de curaduría y montaje de obras de arte. También cursó su postgrado en inglés, graduándose en Stevenson College of Edinburgh (estudios certificados por la Universidad de Cambridge y el British Council, del Reino Unido).

Asistió a cursos y talleres sobre escritura literaria en la Feria Internacional del Libro de Edimburgo, Escocia, coordinado por Mario Vargas Llosa. Cursó talleres de Poesía y Narrativa en el Centro Cultural Rojas, dependiente de la UBA.

Ha publicado varios libros. Sus obras fueron traducidas al inglés, portugués, francés e italiano.

Participó de festivales internacionales de poesía y ferias internacionales del libro en Portugal, Reino Unido, España, Italia, Chile, Colombia, Alemania y Argentina, entre otros.

Integró diversas antologías locales y del exterior. En la actualidad continúa trabajando en proyectos ligados a la literatura y otras artes.

anamarialemacolangelo@gmail.com

https://registrodeescritores.com.ar/project/ana-lema-colangelo/

 

A continuación, incluimos algunos poemas de su libro Bromelias (Leviatán Editorial).

 

 

PROCEDIMIENTO

Ana Lema Colangelo ©

 

Leviatán cercado en el cuarto

con precisión digna de cirujano

taladra el pecho de la infausta.

 

Inmóvil, asiste la cría al refrendado martirio.

Acaso alguna vez

logre sacudir de su alma tamaña desolación.

 

 

ANNUS MIRABILIS *

Ana Lema Colangelo ©

 

Fue Einstein quien propuso la equivalencia entre masa y energía.

Es el principio de conservación de ambos elementos.

Estos no se crean ni se destruyen

solo se transforman.

Dicha relación se asemeja a las nociones de amor y vida.

Inconexas para algunos,

aunque sean ambas instancias de una misma energía.

 

* Uno de los artículos de Einstein publicados en la revista científica Annalen der Physikn en 1905.

 

 

ORFEÓN

Ana Lema Colangelo ©

 

En vísperas del carnaval, la ciudad de Oruro

asiste a La Diablada, danza que se remonta al siglo XVI.

Antiguas caretas y máscaras de diablo

usan los danzantes.

Contrastan con otras de

conquistadores españoles, personajes bíblicos

o deidades prehispánicas.

 

Eterna lucha entre el bien y el mal.

 

Los cocaleros al son de tambores, trompetas

sicus y quenas

a voces proclaman —¡la coca no es cocaína!—

—¡la coca no es cocaína!—

Letanía profunda que se perpetuará

en el viento.

 

 

CARTAPACIO

Ana Lema Colangelo ©

 

Recortadas nuestras figuras

sombras chinescas en la pared del pasillo,

la expectativa punzante

y nuestro primer cigarrillo.

Alianzas de sangre, los mitos

ambos de inconsciencia mudos.

Afanosa manía la de descarnar el alma.

 

 

 

LUIS ÁNGEL MARÍN IBÁÑEZ

Nacido en Zaragoza en 1952, reside en La Palma (Tenerife), España, desde 1987. Licenciado en Filosofía y Letras. Poeta muy original, al fundir la razón, el delirio y el ensueño en sus obras, haciendo del instante y la imagen el epicentro, en un soñar y no soñar a la vez, en una lucha entre el Ser y el No Ser. Tiene múltiples poemarios publicados.

Más sobre su trayectoria y obras en los siguientes números del Suplemento de Realidades y Ficciones:

http://colaboraciones-literatura-y-algo-mas.blogspot.com/2012/12/ (Nº 55)

http://colaboraciones-literatura-y-algo-mas.blogspot.com/2018/06/blog-post.html (Nº 77)

https://colaboraciones-literatura-y-algo-mas.blogspot.com/2019/01/suplemento-de-realidades-y-ficciones-n.html (Nº 80)

 

luisamariniba@yahoo.es

http://integracionismo25.com/

 

 

 

VISIÓN

Luis Ángel Marín Ibáñez ©

 

                                   Una cigüeña petrificada

                                        ha dejado de cantar

 

           Sobre el campanario anidan

              los colores de la ausencia

                                                                 Y las campanas tañen

                                                                  secretos de planetas

 

                  El viento llora

           rapsodias encantadas

                                                              Y los álamos relinchan

                                                              como hipnóticas giradas

 

 

                                              MI ALMA

                                      ES UNA PARABOLA

 

 

                  Todos los siglos

                 habitan en mi mano

                                                                 La torre me mira

                                                          con un tumulto de sonrisas

 

                                         Y en sus ojos escucho

                                         EL VOLTAICO HIMNO

                                                    del infinito

 

 

GOLONDRINAS

Luis Ángel Marín Ibáñez ©

 

                           Por fin llegaron las golondrinas

 

      Todas juntas

                        cogidas de la mano

                                                     colgadas

                                                                sobre el reloj de la vida

 

                  La torre las recibió

                                         con una estruendosa sonrisa

 

 

                              LA CIGÜEÑA APLAUDÍA

 

 

      Y en los aleros

                                volvieron a sonar

                                                              los viejos violonchelos

 

                                      Sin darme cuenta

                             había anidado entre mis dedos

                                      LA PRIMAVERA

 

 

POÉTICA

Luis Ángel Marín Ibáñez ©

 

Poblemos de Soledad el Mundo

y que sea la piedra

la flor y la demencia

un cuerno de caza

que aviente todos los olvidos.

 

Bordar la profundidad

es el único lacre gordiano.

 

Navegar en superficie

la danza cruel de los poetas.

 

Que el poema nos descubra

y nos troquele

bajo una llama vestal

en un infinito sin respuesta.

 

La Soledad siempre será

un Tiempo inconquistado.

 

 

 

ALICIA DANESINO

Reside en Banfield (Buenos Aires), Argentina). Miembro de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE) y de la Unión Hispanomundial de Escritores (UHE), con distintos premios en Argentina y otros países de habla hispana. Aunque se dice fundamentalmente poeta, también es narradora. Su nombre real es Alicia Haydee Ceglia.

Ha publicado doce títulos en el mercado cultural, entre ellos Labio de sombra, Perfume para la mano izquierda, Palabras para una ausencia, Aventuras de rosales sin pimpollo.

La han incluido en sus páginas diversas revistas culturales. Hoy, tenemos la dicha de presentarla en Realidades y Ficciones. Los poemas que aparecen más abajo obtuvieron el primer premio por unanimidad de la Asociación Argentina para la Poesía y fueron traducidos al rumano, además de editados en Orizont Literar Contemporan, revista de origen rumano con proyección internacional.

Tiene en carpeta varios libros más, tal como señaló en un reportaje para el diario La Unión:

https://launion.com.ar/nota/26070/2023/02/a-sus-84-anos-alicia-danesino-sacara-una-novela-y-un-libro-de-cuentos

aliciadanesino@gmail.com

 

 

EN EL SILENCIO

 

LAS PALABRAS Y YO

Alicia Danesino ©

 

Acerca tus labios a mi oído…

Solo escucho oscuridad.

Las húmedas palabras me ultrajan.

Luna invernal en noche de helada.

El tronar de las frases es una larga letanía

de ausencias y silencios,

de sílabas en sombra y sombras de dolor.

 

Escuché rumor de alas de mariposas.

He mirado la luna encarnada, ha besado al mar

embalsamada de silencio.

Su color enrojeció la playa.

Mi sombra alucinada retuvo las hilachas del dolor

para no estrellarse contra la vida.

 

El peine del viento

enrula la espuma de la ola,

la adormece sobre la noche silenciosa,

yo, me disuelvo en el sueño.

Si la lluvia me lava y el sol me tiñe.

¿Como me atrevo a estar viva, o ya seré otra?

 

El absurdo deambula entre la mansa noche

y los pasillos del sueño.

Loca ruleta rusa, dentro del silencio.

Escucho los latidos de mi corazón.

Cuando caen las máscaras, las cenizas de la noche

abandonan mi almohada.

Me construyo cada mañana invitándome a vivir.

 

Una palabra se descolgó del alba

calló dentro de mi silencio.

Detrás de mí

la vida.


 

 

 

TOÑO GUEDE

Su nombre completo es José Antonio Santos Guede, Nacido en Orense, Galicia, España, en 1971.

En el año 2000 publica su primera novela, Cicatrices (VariEdiciones). Desde entonces ya ha publicado siete novelas en español. La última, Só ficarán cinzas en algures (Editorial Galaxia, 2021), fue en gallego, su idioma materno.

También en gallego comienza a publicar poesía a través de su primer poemario Bolboretas na memoria (El taller del poeta, 2009). Tras la publicación de esta obra y en colaboración con otros escritores de la ciudad, crea la asociación Círculo Poético Ourensán, dedicada a promocionar la literatura, y en especial la poesía, en los centros educativos.

Dicho círculo celebra un Encuentro de Poesía carácter internacional todos los años. En él han participado poetas de España, Argentina, Portugal, México, Bolivia, Cuba, Cabo Verde, Brasil. Promueven un certamen de poesía para niños de educación primaria en su ciudad.

jasg1971@outlook.es

https://www.circulopoeticoorensano.com/

 

 

TIEMPO

Toño Guedes ©

 

Arenas de tiempo goteando en la realidad.

 

Se me cayeron los días de entre las manos.

Resbalaron de mis dedos

y chocaron contra el presente

rompiéndose en mil sueños abortados.

Me dolieron los ojos con la luz

de los fragmentos inservibles.

 

No me gusta ver llorar a la gente.

Odio las lágrimas.

 

Por mil veces que me matases

jamás habitaría tu infierno.

 

Mis pecados pesan

dentro de un pecho sin corazón

esperando el polvo

que barrerá mi recuerdo.

La hora de la navaja

existe en mi cuello.

 

 

AQUÍ Y AHORA

Toño Guedes ©

 

La cháchara interminable envuelve mi presente.

Voces. Palabras.

Un todo que a veces no logro explicar. Instantes.

La vida se pierde en esquinas

que nunca logran encontrar la puerta de salida.

Aquí. Ahora. Ya.

Todo es una realidad finita que nos delimita sin saber

donde encontrará perfiles el presente.

El todo y la nada sucumbiendo a la realidad.

Es hoy. Es ahora.

El presente golpea con el martillo de los sentimientos,

recuerdos estériles convertidos en horas y pensamientos.

Ya nada se esconde en los intersticios

de una realidad que a veces duele y otras parece ajena.

 

 

 

NORMA DUS

Narradora y poeta, oriunda de Concepción del Uruguay (Entre Ríos), residente en San Carlos de Bariloche (Río Negro), Argentina. Ha obtenido diversas distinciones de honor en certámenes nacionales dentro del género de relatos breves y cuentos, así como por su destacada labor literaria. También ha participado de diversos encuentros poéticos y ferias de libros, tanto en el país como en el extranjero, particularmente en Canadá. Su nombre completo es Norma Margarita Dus.

• Obras publicadas: Bodega de Sueños (poemario, 2005), Cuando nos quedamos solos (cuentos para adultos, 2010), Desde la Ostería de Migai (reescritura del diario personal de un inmigrante, 2018), El camino de Libra (cuentos para adultos, 2022), Amor mascotero y otros cuentos (cuentos para niños, 2023), La estrella y otros cuentos (cuentos para niños, 2023).

• Ha integrado las siguientes antologías: Zona de Poetas (Ciudad de Buenos Aires, 2001), Tercer Encuentro Provincial de Escritores Entrerrianos (Concepción del Uruguay, 2007), Antología Patagónica "Otras Palabras" (Esquel, Chubut), “El espacio no es un vacío, incluye todos los tiempos” (Montreal, Canadá), Diez Poetas Rionegrinos Contemporáneos, Antología Poética - Vol. 2 (Municipio de Bariloche), III Antología “Leer el libro del mundo” (Neuquén).

• Ha publicado en los siguientes medios: revista Re-cuento (Bariloche), revista Palabras del alma (Esquel),el diario “La Calle” (Concepción del Uruguay), y en a partir de la fecha en el Suplemento de Realidades y Ficciones.

Sus libros están disponibles en Librería Literal (Eflein 115, San Carlos de Bariloche), Librería Congreso (España 38, Concepción del Uruguay) y Librería Proa (España 14, Concepción del Uruguay). También, comunicándose con la autora.

norma.dus@gmail.com

WhatsApp: 15 4 50 7972

http://deluruguay.blogspot.com

 

 

ÑANDÚES

Norma Dus ©

 

Mariano nació hijo de labrador, nieto de labrador, bisnieto de labrador.

Resolvió cultivar arroz. Tenía las máquinas y los conocimientos necesarios. Roturar la tierra, preparar las taipas, buscar del río el agua y hacer alambrados adecuados.

Así, pasó el tiempo de la siembra, y lento iba llegando el de esperar que la semilla germinara.

Pero una mañana, en su recorrido habitual, alcanzó a ver algunas figuras extrañas al paisaje. Apuró su caballo y, bordeando la tierra labrada, fue a ver de qué se trataba.

—¡Ñandúes! —exclamó con un grito de sorpresa, que se transformó en desesperación.

Esta presencia lo obligaba a pensar en una solución contra la nefasta invasión. Debía actuar con premura y con firmeza. El ñandú es uno de los mayores enemigos para los arrozales. Escarban en busca de semillas, con sus enormes patas destruyen taipas y surcos de agua —pensaba mientras volvía a la casa esperando una palabra de aliento de su esposa.

Buscó la escopeta, que guardaba en uno de los armarios, pero desistió. La sensación de asesinato lo frenó. No tenía boleadoras, elementos certeros para estos casos. Tampoco sabría cómo usarlas.

Julieta le sugirió electrificar una línea en los alambrados divisorios. Fue una buena idea porque no los lastimaría ni mataría, debido a su bajo voltaje. Sólo los ahuyentaría. A los pocos días, ya la había instalado.

El tiempo de semillas germinadas estaba presente y en las taipas despuntaban las diminutas plantitas cuando, nuevamente, los intrusos paseaban por las tierras. La frustración y la rabia agobiaban a Mariano. ¿Cómo detener a esos patilargas, malditos invasores? —se repetía mientras su mujer trataba de calmarlo acompañándolo con un mate que se enfriaba en la espera.

Poniendo toda la inventiva en acción, revivió los divertidos días pasados en el sur en unas lejanas vacaciones, donde había alquilado una moto para subir a las montañas. Evocó los lugares increíbles a los que había accedido, saltando obstáculos inesperados. Pensó que con la velocidad que aquella le permitiría en terreno llano, saltaría los hilos electrificados, amedrentando con el ruido a los ñandúes.

A la mañana siguiente, fue hasta el pueblo con su esposa. Sólo estaba la posibilidad de comprar la moto a través de un catálogo. Entonces confirmó la compra y dijo:

—En carácter de urgente —el vendedor, ocultando la extrañeza, llenó el formulario y cobró el porcentaje correspondiente. Al llegar el pedido, Mariano pagaría el saldo.

El retorno al hogar fue toda una fiesta. —Salvaremos la cosecha, —el buen humor invadía a la familia.

Mariano comenzó aumentando la marcha, cambio a cambio, hasta alcanzar la necesaria velocidad. Sabía que pronto vendría el primer salto del alambrado. Audazmente, lo logró.

—¡Qué suerte tener la práctica con el caballo! —se dijo. Los intrusos con rapidez emprendieron la retirada.

Desde la casa, Julieta observaba figuras en alocada y febril carrera, entre llanos y saltos. Sonrió. Una vieja película infantil del correcaminos llegó a su memoria, pero esta vez, en versión vernácula.

El regreso de Mariano no fue inmediato. Recorrer aquellas hectáreas le llevó casi toda la tarde. Volvió exhausto pero feliz; había vencido al enemigo. Esto lo hizo varios días seguidos, a fin de atemorizar a los cogotudos bichos para que no regresaran y pisaran su sembradío.

El domingo, que siempre lo tomaba para descansar, le dio paso a la intriga, obligándolo a no respetar la costumbre familiar. Ensilló su caballo y salió a recorrer. A medida que avanzaba, no podía creer lo que veía. Las taipas ya no existían, el agua corría sin control inundándolo todo; esas plantitas tiernas que habían empezado a buscar la luz estaban tan revueltas, con marcas de patas y ruedas de moto, que ninguna había sobrevivido. Aquello era un desparramo. Por la estampida de los entrometidos, sumada a su acción sulfurada, que no midió consecuencias, se había hecho un caos.

En la revista rural que compraba todos los meses, Mariano había leído que la carne de ñandú se cotizaba muy bien en Francia.

El buen humor no decayó, al contrario, tejió esperanzas.

Mariano se dedicó a la crianza de ñandúes para exportación y Julieta aprendió a hacer plumeros, que vendía en la feria del pueblo. Además de teñir las plumas para exportarlas a Venecia para el carnaval.

 

(Del libro Cuando nos quedamos solos)

 

 

EL TORRERO

Norma Dus ©

 

Desde hacía años, Antonino era “il guardiano di Punta Carena”, como lo llamaban en el pintoresco pueblo de Anacapri.

Ser torrero era la tradición familiar, ya que su abuelo y luego su padre habían sido cuidadores y vigías en el faro del peñón en esa punta de la isla.

Era una familia de navegantes. Habían logrado, por experiencia, quedarse a la orilla del mar, y aunque Antonino no era capitán, igualmente heredó la custodia del antiguo faro.

La vida en el mismo era dura y solitaria. Sus antecesores no se habían casado ni formado familia hasta la jubilación. Esta se lograba con pocos años de servicio y a una edad muy joven, puesto que el trabajo era sacrificado, y se compensaba de esa manera.

Pero Antonino, a sabiendas de las circunstancias, había logrado hacerse de una novia, en aquel pueblo costero. La veía dos veces a la semana, unas pocas horas durante la mañana, ya que pasaba su vida en la torre del faro.

Cuando habían transcurrido varios meses de noviazgo, solicitó casarse con Adelina, para poder tenerla todo el tiempo con él.

El faro les proporcionaba una pequeña habitación, que servía de dormitorio y cocina. El baño estaba afuera. Adelina no se sentiría sola pues las tareas en su nuevo y minúsculo hogar, serían novedosas y variadas.

Limpiar, cocinar, ayudar a su marido en el mantenimiento de pintura, aprender las normas y señales en el encendido de la lámpara en el anochecer, harían sus días entretenidos.

Al principio, los francos eran tomados con rigurosa puntualidad, para volver al pueblo y visitar amigos y familias. Pero con los meses, estas licencias se fueron espaciando, y llegó el momento en que Antonino ya no quería caminar hasta el villorrio.

Un día, desconsolado, llegó a casa de sus suegros con la terrible noticia. El mar se había llevado a Adelina. Gritándoles decía: —ella salió a pescar después del almuerzo, y el bote fue arrastrado contra los riscos, con tal fuerza que destruyó la embarcación. Y el cuerpo fue tragado por el imponente oleaje—. Antonino contó que todos sus esfuerzos habían sido inútiles para encontrar a su esposa.

La investigación inmediata no logró esclarecer la repentina desaparición de la mujer. Y el hombre no pudo ser imputado, por falta de pruebas en su contra.

El sufrimiento invadió el ambiente, pero superado el dolor, Antonino comenzó a relacionarse otra vez con la gente del bar, al costado de la plaza. Y paso a paso, también a agasajar a una nueva amiga, que se convertiría en su flamante novia, y luego su orgullosa esposa. Todo iba normalmente, él estaba viudo y aún joven. Lo lógico era que rehiciera su vida.

Virginia empezó a frecuentar aquel solitario paraje, a la orilla del Tirreno, sobre el gran acantilado. Sitio misterioso y romántico a la vez.

La relación se afianzaba y los planes se consolidaban. Virginia quería tener un hijo, y eso muy pronto definió que se quedara con su hombre, en ese pequeño refugio.

Y la historia parecía repetirse, aunque Virginia no lo había registrado.

Pasó la primavera y luego el verano, y las visitas al pueblo empezaron a espaciarse otra vez.

En esta oportunidad la razón era su embarazo y el duro invierno, que sugería que mejor era quedarse en la torre, protegidos del frío y del viento. Por cierto, falso embarazo que Antonino había inventado en su última ida, solo, al vecindario, y en las charlas en el bar que sus amigos escuchaban distraídos, en cada relato.

Al noveno mes, Virginia aún no había efectuado ningún control de su preñez. La familia insistía al futuro padre sobre lo irregular de la situación, pero Antonino no daba importancia. Solo respondía que su esposa estaba bien, que no necesitaba de ningún médico.

Llegado el día del parto, Antonino corrió a casa de su madre avisando que habían tenido un accidente en la escalera que va a la lámpara, y Virginia, con el golpe, había fallecido. La justificación de la rápida sepultura, esta vez no conformó ni a parientes ni a amigos. Él sólo exclamaba que lo había hecho por desesperación, que así, junto al faro la recordaría siempre.

Todos quisieron ir hasta el faro. Pero la policía cerró el camino. Había cosas por aclarar y el lugar debería permanecer intangible hasta resolverse el cúmulo de dudas.

Antonino, en esta oportunidad no pudo regresar a su refugio, permaneció incomunicado en el único calabozo de la comisaría.

El jefe de policía, acompañado del juez de paz como testigo, ingresó a la torre. Subieron los pocos escalones hasta la habitación. El cuadro fue macabro. Un desorden reinante impedía caminar, tal vez indicios de una pelea conyugal. La falta de higiene demostraba inactividad, desidia, abandono. El tóxico y pavoroso ambiente contaminaba el aire fétido y lo hacía irrespirable. Los dudosos restos de comida alimentaban ratas y cucarachas.

 

Las náuseas dieron vuelta hasta los vómitos a los hombres. Todo seguía descomponiendo a los dos testigos involuntarios, que solo atinaron a cerrar nuevamente el lugar y huir por el camino de regreso. Las espeluznantes imágenes serían imborrables…

El testimonio originó la sentencia: el detenido sería trasladado y juzgado en la ciudad metropolitana de Nápoles, con cárcel perpetua por asesinato seguido de antropofagia.

 

 

 

ALFREDO ZALDÚA

Nació el 11/4/1951 en la ciudad de Nueva Palmira (Colonia), Uruguay, donde reside. Es poeta, escritor, periodista, dramaturgo, dibujante, teatrero, titiritero, librero y gestor cultural.

Ha publicado poemarios, una novela infantil, con versión adaptada para teatro y tiene una segunda parte inédita, además de otras obras.

También escribe obras para títeres, tanto para niños como para adultos. Cuenta con material inédito de poesía, narrativa y dramaturgia. Ha recibido varias distinciones.

Más de su obra y trayectoria literaria en Suplemento de Realidades y Ficciones:

https://colaboraciones-literatura-y-algo-mas.blogspot.com/2022/12/ (Nº 96) 

https://colaboraciones-literatura-y-algo-mas.blogspot.com/2022/06/ (Nº 94)

https://colaboraciones-literatura-y-algo-mas.blogspot.com/2021/09/ (Nº 91)

mazaldu@gmail.com

 

 

VISIÓN DEL ARTE Y EL ARTISTA

Alfredo Zaldúa ©

 

El arte propiamente dicho debe tener como irremplazable materia prima la esencia espiritual de quien lo concibe y en ella, toda la pureza plasmada desde el interior más profundo, la desnudez expuesta del auténtico artista. Donde el protagonismo y la competencia, los celos y el egoísmo, el narcisismo o la apariencia, no tienen cabida. Sin especulaciones.

El arte o el ser artista no debe ser sólo una demostración de habilidad, de capacidad creativa, de poseer aptitudes, de regodeo con el aplauso como objetivo principal. Este último podrá llegar a ser una consecuencia nunca un objetivo. No es una cuestión de estatus o de moda. La autenticidad se valida a través de ese ser reflejando su existencia cotidiana en su fraguado artístico y viceversa. Esto, referido al hecho en general, no afecta al tema, estilo, técnica o forma, que se afronte o se emplee. Lo que sí habrá de perturbar es la falta de lealtad entre la prédica y la concepción. Para admitirlos genuinos, a uno y a otro, no pueden confrontar entre sí el decir y el hacer. Son inexcusables las diferencias entre el arriba y el abajo. El arte transfiere al artista el compromiso ético de mutarse él y su obra en una pieza indivisible. Lo estético no debe segregarse de lo ético. De lo contrario, siempre dicho desde mi sentir y ver, la creación, cualquiera sea, no dejará de ser una hábil falsedad encubierta, demagógica, decorativa o efímero esparcimiento. En cuestión, este personal punto de vista, a lo largo y a lo ancho, se me ocurre válido para la vida misma.

(De Divagues desatados)

 

 

 

MIRIAM GLADYS GÓMEZ

Nacida en Buenos Aires, Argentina, en 1964, utiliza el seudónimo Julliette. Reside en Lanús Oeste (Provincia de Buenos Aires), Argentina. Publicó conjuntamente con Andrea Recupero el libro de poesía La hora del verdugo en 1993.

Fue seleccionada para una antología poética en el año 1995 con el poema “Sobre Lunas y Fantasmas”, para la antología “Letras del Face” (Ed. Dunken 2015) y para la antología “Más allá del espejo” (Ed. Dunken 2019). Seleccionada por Diversidad Literaria (España) para formar parte de las antologías “Poetas Nocturnos”, “Tragedias Poéticas” y “Poesía Erótica” y por Editorial Oxymoron para la antología “Los Destellos del Día”. Galardonada con el primer premio por el poema “Hilos”. Galardonada con el Primer Premio en Poesía en SADE-Junín.

Textos de su autoría fueron publicados en las revistas literarias Alborismos (Venezuela), Diversidad Literaria (España), Azahar (España) y Extrañas Noches.

Más de sus obras en el Suplemento de Realidades Nº 94:

https://colaboraciones-literatura-y-algo-mas.blogspot.com/2022/06/suplemento-de-realidades-y-ficciones-n.html

mg54518@gmail.com

 

 

MADRE

Miriam Gladys Gómez (Julliette) ©

a mi madre

 

Estás tallada en mi espejo

en la piedra que esconde una flor

en la humilde verdad

que subsiste en mi estómago

cuando duele.

Caes sobre mi cama

por las noches

cuando los espíritus antiguos

me mastican el corazón

hasta que sangra.

En vano

busco en tu carne

el consuelo de tocarte

una vez más.

Tu pequeño cuerpo

ya no existe.

Tus cenizas

acompañarán mis madrugadas.

Inventaré formas

en el tronco de una palmera

cuando el insomnio

me susurre al oído

que ya no vendrás.

 

 

ESPEJOS

Miriam Gladys Gómez (Julliette) ©

 

Huéspedes en la almohada

de un lejano país

golpetean con música de antaño

en los rincones oscuros de este corazón.

Calladamente crecen

se acomodan en mi oído izquierdo

y como un sueño que no descansa

me salpican de historias mal curadas

que hubieran podido salvarme

de esta continua derrota

agazapada en mis costillas.

Son los muertos

detrás del muro.

Ligaduras de cenizas

abriendo los puntos mal hilvanados

en este eterno silencio

que crece sin piedad entre nosotros

por cada pliegue de piel

que el espejo sustenta.

Hay un verbo poderoso

que nombra la condena.

Es el exilio

en las plumas heladas

de una boca de arena.

Es una torre

debajo de un diluvio de lava

que nos quema

en el oráculo fatal de las tinieblas.

Es el manto sediento

de una flor

que marchitada ya

se encoge

ante una realidad

llena de ausencia.

 

 

INFANCIA

Miriam Gladys Gómez (Julliette) ©

 

Antiguos dientes me persiguen

desde una infancia

que apenas recuerdo.

Intento en vano

atar los hilos del pasado

solo hay rostros confusos

como en un sueño mal contado.

Soy el polvo

que limpias en tus zapatos.

¿De quién son los zapatos?

Una vez más

danzan en mí

los colores morados

y mi cuerpo baila.

Quisiera blancos perfectos

en donde la memoria

se dibuje simple.

Solo hay

flores marchitas

en un florero roto.

Los dientes se esconden

detrás de las damas que ríen

con sus vestidos negros

y sus labios rojos

rojos como la sangre

que se acumula en mis bolsillos.

  

 

 

JAIME LUSTGARTEN STECKERL

Nació el 6 de noviembre de 1952 en Barranquilla, Colombia, donde reside, hijo de inmigrantes judíos que huyeron de una Europa infestada de nazismo. Publicó en 2009 la novela La Casa de los Cauchos (Barranquilla, Fama Producciones Litografía, 2009). Le gusta la actividad cívica y es cofundador del Frente Amplio Cívico por el Rescate de Barranquilla y la ONG Cívicos en Acción. Escribe regularmente para el diario La Libertad de Barranquilla y es corresponsal del periódico El Satélite. Su pasión es leer y disfruta de escribir en el tiempo libre. Es empresario de la construcción y tiene inversiones en empresas del sector textil.

Más de sus obras en los números 61, 92, 94 y 97 del Suplemento de Realidades y Ficciones (ver ÍNDICE DE SUPLEMENTOS), o por su apellido en ÍNDICE DE AUTORES, en http://colaboraciones-literatura-y-algo-mas.blogspot.com/).

jaimelustgartens@yahoo.com

https://www.noalcarbonsialavida.com/

 

 

EL RECUERDO DE MIS ABUELOS

Jaime Lustgarten Steckerl ©

 

Aún recuerdo a mi abuelita Tilly preparando la cena familiar, quien se esmeraba por deleitar a sus nietos. ¡Ella era muy especial!, sus postres y dulces se le parecían por su graciosa generosidad. Tampoco olvido su sonrisa angelical, sus ojos azules y el cabello rubio ondulado en los rulos. Sin duda, las abuelas nos transmiten historias que dejan huellas en el corazón de sus nietos, ¡esta es una de ellas!

Era viernes y la cena de shabat estaba lista, salió entonces sonriente de su olorosa cocina expresando en su rostro que sus labores habían terminado y que pronto se reuniría toda la familia a celebrar el descanso en tan especial ocasión. Con alegría nos sentaríamos todos en la mesa a degustar la fabulosa cena. Aquel día, escuché de boca de mi abuelo Rodolfo que estudió las artes culinarias en su natal Viena. ¡Tenía recetas de comidas exóticas de varios continentes!

Esa radiante tarde yo merodeaba detrás de una cortina del comedor y miraba al patio en espera de la exquisita cena de la abuela. Pensaba en el magnífico manjar familiar que nos esperaba, y la seguí hasta la sala donde tenía un largo piano de cola blanco, que mi abuelo recibió de un paisano suyo como pago de una deuda.

Mis abuelos hicieron parte de la oleada inmigratoria que llegó por el muelle de Puerto Colombia, huyendo de la aciaga Europa infestada de nazismo y fascismo. Estos salieron por suerte del viejo continente y de Austria, con sus vidas. Pero primero llegaron a París, donde tuvieron que quedarse, pues, los franceses luchaban centímetro a centímetro contra la invasión germana. La suerte los sonrojó, porque lograron obtener permisos en uno de los pocos países que aceptaba a los judíos en el mundo y donde fueron recibidos con los brazos abiertos: Colombia, y la ciudad en la que se quedaron para siempre: Barranquilla, la Puerta de Oro.

En la sala de su majestuosa casa del barrio La Campiña, donde éramos vecinos, antes de empezar el sagrado Shabat, le pregunté a mi recordada abuelita, ¿sabes tocar ese piano? Esta me respondió con su sonrisa contagiosa, y se sentó en la banca blanca del instrumento, por lo que con elegancia levantó la tapa y puso sus finas manos sobre las teclas, lo que emitió melodías hermosas que me dejaron hipnotizado.

Le dije “abuelita, ¿nadie toca mejor el piano que tú?” Pero esta respondió: ¡lo dices con certeza y seguro pues nunca has escuchado a tu abuelo tocar el piano. Luego noté que arrugó la cara, como expresando que había metido la pata. Entonces dijo: “tu abuelito juró después de la guerra que nunca más tocaría el piano, pero tal vez haga la excepción contigo”.

Corrí en busca del abuelo que leía la prensa en su alcoba. Me le acerqué sigilosamente y le dije: “mi abuela acaba de decirme que nadie toca el piano mejor que tú. ¿Es verdad abuelo, puedes tocarme una pieza en el piano de cola?” Con su rostro lleno de sorpresa me dijo:

“Prometí que nunca tocaría más el piano”, pero haré la excepción contigo y tocaré una canción para ti. ¡Pero debes prometerme que no volverás a decirme que lo haga!

Le di un fuerte abrazo y le dije que si —claro abuelito—; Rodolfo se llamaba él. Se sentó en la banquita del piano, él me miró con sus ojos de luna llena y me preguntó:

—¿Qué deseas escuchar?

Le respondi: “lo que más te guste, abuelito, algo bien lindo”. Me mencionó varios músicos famosos del clasismo europeo, cuyos nombres no recuerdo ahora. Con alborozo escogí uno de ellos.

Cuando las notas comenzaron a sonar, comprendí lo que había dicho mi abuela. Era cierto lo que ella había afirmado.

Lo que me impactó del espectacular abuelo era cómo acariciaba las teclas del piano con las yemas de los dedos, que parecía que no las tocaba, que, una mano mágica esbozaba los tonos musicales.

Así fui comprendiendo que no las palpaba por el dolor que fue acumulando por el castigo que él se autoimpuso. ¡Era el doloroso sacrifico en nombre de quienes no pudieron salvarse de las garras del nazismo!

Desde ese día, el piano se ganó todo mi corazón, porque era la plasmación del arte, la cultura y el gran placer del inmortal abuelo, pero que también significaba el enorme sacrificio de su esplendorosa existencia durante la Segunda Guerra Mundial.

Dedicado a la memoria de mis abuelitos Rodolfo y Tilly Steckerl, y para que nunca los olvidemos.

 

 

 

JUSTINA CABRAL

Poeta nacida en Mar del Plata, Provincia de Buenos Aires, Argentina. Reside en dicha ciudad. Socia de SELAE - Sociedad de Escritores Latinoamericanos y Europeos, y cofundadora de Aventuras de Papel. Publica en diarios, revistas, páginas web y antologías. Obtuvo numerosos premios en certámenes internacionales y publicó tres libros para niños: La Gata verde y otros inventos, El ombú y sus colores (en coautoría con Ezequiel Cámara) y Collar de colores (este último a través de una selección en una editorial de Colombia).

Más de su biografía y obras en Suplemento de Realidades y Ficciones Nº 59

https://colaboraciones-literatura-y-algo-mas.blogspot.com/2013/12/suplementode-realidades-y-ficciones-n.html

justina.cabral@live.com.ar

 

 

SONRISA INQUIETA

Justina Cabral ©

 

¿Que historias cargará

aquella silla de ruedas?

¿Debajo de cada sol

aquella sonrisa inquieta?

 

¿Y que cosas pensarás?

¿Quienes motivan tus sueños?

Me pregunto cada vez

que en la mañana te veo.

 

Siempre estás de buen humor...

“Cada día mejor”, dices,

entre felices canciones

tu corazón me despide.

 

 

CELEBRACIÓN

Justina Cabral ©

 

Del pasado, del presente,

del futuro... ¡De mi vida!

Infinitas carcajadas,

indescriptible comida.

 

Completa celebración,

tarde rosa que se asoma,

un romance y una piel

con inigualable aroma.

 

La sonrisa distraída,

la mirada con quietud...

¡Germinan innovadores

éxitos en multitud!

 (Del libro El camino de Libra)

 

 

 

MIRIAM LAURA FERNÁNDEZ

Escritora nacida en Mar del Plata (La Perla), Provincia de Buenos Aires, Argentina. Publica en diversas revistas online, páginas de Internet y antologías internacionales y nacionales; en Argentina (Mar del Plata, Santa Fe, Pehuajó, Tucumán, Jujuy, Chaco y Buenos Aires) y en el exterior (Colombia y España). Cuenta con participaciones en distintos eventos virtuales en Uruguay, México, Colombia, Ecuador y recitados en radio eventos de España. Asistió a eventos, dentro de los cuales se destaca el Café Cultural en el Tortoni (organizado por Apucni, Uruguay) en Ciudad de Buenos Aires, durante el 2022. Fue merecedora de varios puestos como finalista en certámenes como “Plumas y Letras de Curumani”, “La Voz de tus Escritos”, “Espíritu Creador”, entre otros (en los cuales sus poemas han sido elegidos para publicar antologías como premio). Ganó un tercer puesto en el concurso "Libro de Oro" con un poema. También la entrevistaron en el programa Voces literarias y en la emisora "La cometa" estéreo 107.2 de Santander, Colombia. Fue participante en el stand de Tucumán en La Feria del Libro de Buenos Aires en 2022. Lanzó su primer libro de poemas, Sentimientos en pandemia en julio del 2022 (editado en Tucumán), para luego ser presentado en la Feria del Libro de Buenos Aires 2023. Es Socia de SADE - Rosario.

fernandezmiria@hotmail.com

 

 

LE HICIERON MORISQUETAS

Miriam Fernández ©

 

Don membrillo y batata, salieron en bicicleta,

Él se puso la corbata, ella fue de pizpireta.

El sol les guiñó un ojo, le hicieron morisquetas.

Lo miraron de reojo, volvieron en patinetas.

Asustados, despeinados, perdieron los caramelos.

Ambos tristes y frustrados, parecían dos gemelos.

Esos dulces revoltosos, pronto fueron devorados.

Y nadie los encontró, destruidos por bocados.

El vivo los degustó y jamás fueron hallados.

 

 

PICOTEAN Y VUELAN

Miriam Fernández ©

 

Pajaritos amarillos, por el cielo sobrevuelan.

En busca de su comida, picotean y vuelan.

Los benteveos observan, calladitos esperando.

De forma inesperada, los asustan y acechan.

Muy pronto desaparecen, temerosos se esconden.

Espían preocupados, cautelosos comentan.

Los otros son más grandotes y juegan de forma brusca.

Aprovechan su tamaño, los chiquitos no responden.

Desprotegidos se sienten, pajaritos amarillos lucen con mucho brillo.

 

 

 

SUPLEMENTO DE REALIDADES Y FICCIONES

Nº 99 – Septiembre de 2023 – Año XIV

ISSN 2250-5385 – Edición trimestral

EX-2022-110599445- -APN-DNDA#MJ del 18/10/2022, incorporado a RL-2018-52427183-APN-DNDA#MJ, Dirección Nacional del Derecho de Autor / República Argentina


Propietario y director: Héctor Zabala
Av. Del Libertador 6039 (C1428ARD)
Ciudad de Buenos Aires, Argentina
zab_he@hotmail.com
http://hector-zabala.blogspot.com/
Currículo en revista Realidades y Ficciones Nº 40:
https://revista-realidades-y-ficciones.blogspot.com/2019/12/realidades-y-ficciones-revista.html
 

Colaboradores

Corrección general:
Noelia Natalia Barchuk Löwer
Resistencia (Chaco), Argentina
alfana79@hotmail.com
http://noelia-barchuk-literatura.blogspot.com.ar/
Currículo en Suplemento de Realidades y Ficciones Nº 88:
https://colaboraciones-literatura-y-algo-mas.blogspot.com/2020/12/suplemento-derealidades-y-ficciones-n.html



Ilustración de carátula y emblema:
Mónica Villarreal
Scottsdale (Arizona), Estados Unidos
Monterrey (Nuevo León), México
monvillarreal@hotmail.com
@mon_villarreal
https://www.facebook.com/monvillarreal22
Currículo en revista Realidades y Ficciones Nº 17:
http://revista-realidades-y-ficciones.blogspot.com.ar/2014/06/
 


El listado completo de colaboraciones al Suplemento de REALIDADES Y FICCIONES se encuentra a la derecha del blog bajo el acápite ÍNDICE DE AUTORES. Hasta el momento, 380 colaboradores en total.

 

REVISTA: http://revista-realidades-y-ficciones.blogspot.com/

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SUPLEMENTO: http://colaboraciones-literatura-y-algo-mas.blogspot.com/

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“Realidades y Ficciones”
Mónica Villarreal (2014)
acrílico y óleo sobre
papel-lienzo, 30 cm x 30 cm

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