lunes, 20 de septiembre de 2021

SUPLEMENTO DE REALIDADES Y FICCIONES
Nº 91 – Septiembre de 2021 – Año XII
ISSN 2250-5385 – Edición trimestral

Inscripción gratuita como LECTOR
si escribe a zab_he@hotmail.com
indicando nombre y apellido, ciudad y país
(se le avisará cada nuevo número trimestral).

“Par de Mariposas”
Mónica Villarreal (2020)
(Acrílico sobre tela, 16" x20")
Serie Mariposas

Sumario:

• Alfredo ZALDÚA (Uruguay)
• María CHAPP (Argentina)
• Omar ROLDÁN (México)
• Jéssica IANCOSKI (Brasil)
• Javier CÁRDENAS GARCÍA (España)
• Ana DE LOS SANTOS (Argentina)
• Orlando VALDEZ (Argentina)
• Aura BANKS (Venezuela)
• Jesús QUINTANILLA OSORIO (México)
• Nechí DORADO (Argentina)
• Miguel ARENAS MARTIN (España)
• Nuria DE ESPINOSA (España)

  

 

ALFREDO ZALDÚA

Nació el 11/4/1951 en la ciudad de Nueva Palmira (Colonia), Uruguay, donde reside. Es poeta, escritor, periodista, dramaturgo, dibujante, teatrero, titiritero, librero y gestor cultural. Se considera un eterno escritor y artista emergente, lo que no le preocupa porque esto le permite mantener el cosquilleo que produce toda primera vez: “Cómo cuando chico, mantengo el gusto de jugar a ser escritor, a ser artista.”

Ha publicado los poemarios: Todos los días... Todos los hombres, Este tiempo, Filosofía barata, Zapatos de poeta [2]. En narrativa: Uno como cualquiera [2], Garabato sin nariz (novela infantil, con versión adaptada para teatro; y una segunda parte inédita (Hoy función Hoy). Don Lucas, el de los huesos (reportaje biográfico, ensayo y otros apuntes), editado por la Municipalidad y Comisión de Cultura de Nueva Palmira.

En dramaturgia: Trapitos al sol, La leyenda de la estancia La Luz Mala, La plaza tendrá una estatua, La culpa fue del Cristóbal, Al autor se le armó lío, El Dio’ de lo’ viento’, ¿Qué te gustaría ser cuando seas grande?, La tierra no es redonda pero se mueve, Hablando se entiende la gente, mirada crítica asentada en el humor y el absurdo. Puestas en escena en el ámbito local y algunas por grupos nacionales e internacionales, como el caso de Atrote (Buenos Aires, Argentina). En dramaturgia infantil: Vientoencontra, Catalejo y el barco hundido.

También escribe obras para títeres, tanto para niños como para adultos. Cuenta con material inédito de poesía, narrativa y dramaturgia además de tener otro en pleno proceso. Al momento se encuentra trabajando en la preparación de la edición de algo de su obra inédita entre la que se encuentra Divagues desatados.

Textos suyos integran antologías y publicaciones nacionales e internacionales.

Entre las distinciones que ha recibido, se encuentran: Primer premio en el Primer Concurso de Literatura (Casa del Escritor de Paysandú) por Zapatos de poeta; Primer premio Nacional del Concurso de narrativa infantil (Fundación “Lolita Rubial” de la ciudad de Minas, Lavalleja) por Pacífico, el cazador. La vieja de la bolsa (cuento) fue seleccionado para integrar el libro “Cuando yo era chico” del Círculo Uruguayo de la Publicidad y Editorial Fin de Siglo (Montevideo). El guion de radioteatro “La lobizona” (coautor) fue seleccionado en el concurso internacional de ARGENTORES (Asociación Argentina de Autores), integrando el repertorio de su ciclo “Teatro para aplaudir”. Su obra de teatro El Dio’ de lo’ viento’ fue Primer Premio en el Concurso de Obras Inéditas (Teatro del Notariado y Fundación FIDUS, Montevideo), estrenada en la sala del Teatro del Notariado y posteriormente repuesta en el Teatro del Centro, ambas de Montevideo.

Desde hace más de veinte años preside la Comisión Directiva (honoraria) de la Biblioteca Popular “Jacinto Laguna” de Nueva Palmira, la más antigua del interior de Uruguay (147 años). En esta —junto a su esposa— orienta el Taller para niños de Introducción al Teatro y Expresión “De la Biblioteca” y forma parte del Club de Lectura “La Casa que Lee”, creado y coordinado por su esposa Mirna Vico. Cofundador e integrante hasta sus respectivas disoluciones de los grupos Torres Leiva (artes plásticas), Amalgama/artes y letras y Los Locos del aljibe/expresiones. Cofundador de Depalmira Teatro y del Colectivo Teatral Palmirense Vivitos y coleando, siendo conductor de este último desde su formación a la actualidad. En este ámbito preparaba la puesta en escena de su obra Hablando se entiende la gente, que debió interrumpir al declararse la pandemia.

Fue socio miembro de la Casa del Escritor de Montevideo e integra el grupo Escritores con independencia que nuclea a autores del departamento de Colonia.

Como periodista y comunicador se inició en 1978, actividad que desempeña desde entonces integrando el staff del Semanario El Eco de Palmira. En radio ha sido creador y conductor de programas en emisoras locales y departamentales. También ha incursionado en televisión. Como escritor y artista suele ser invitado a centros de enseñanza de la ciudad y su región para hablar de su tarea como escritor y artista.

 

[1] Todos en edición de autor.

[2] Ediciones artesanales

 

mazaldu@gmail.com

 

 

DIVAGUES DESATADOS

A MANERA DE PRESENTACIÓN

Alfredo Zaldúa ©

 

Lindo nombre para una banda de rock. Me refiero al de “Divagues desatados”. Es más, si formara un grupo, ese sería el nombre, pero, músicos de este planeta, del rock o del ritmo que sea, ¡tranquilos! Mi inhabilidad instrumental impide darme ese gusto, aunque debo confesar, mientras admiro a músicos y música, tampoco me quita el sueño, por lo que no lo contabilizo como asignatura pendiente. Cuando mucho, despunto el vicio musical escuchando o, avenido a intérprete, chiflando bajito. Tengo otras maneras de mortificar a quienes no se atrevan a desviar la vista. En este caso volcando en tinta una columna que me he topado en titular así: Divagues desatados.

Es decir, esto va a manera de presentación. Absuelvo a quienes no les interese seguir leyendo y, a partir de aquí, han decidido sea también de despedida. La libertad, ante todo. Soy consciente que el mundo seguirá girando y durmiendo en paz, por lo menos quienes puedan, persuadido de que si nuestro planeta gira un poco más torcido que lo debido y hay en él quienes no pueden adormilarse, no ha de ser por existencia o falta de mi escritura. Otras son las hábiles fuerzas excitadas en hacer temblequear en un espacio tan lisito a nuestro planeta curiosamente llamado Tierra cuando lo que más posee es agua, al menos por ahora, en una proporción de 70 a 30.

Claro, a esta altura no vamos a andar reclamando a los antiguos griegos el hecho de haber nombrado así a esta nave espacial con forma de pelota de papel que nos tiene de tripulantes. Por entonces, no situaban sus prioridades en calcular la proporción tierra/agua, y eran los menos los que se devanaban los sesos tratando de deducir si estaban parados en una esfera o en un plato. Igual, filósofos como Pitágoras ya desconfiaban medio livianito que el planeta era redondo. O Empédocles, aunque a este, con ese nombre, la mayoría descreída cuando les salía con la redondez, calculo que se le reía en la cara y le decía: “Ah, pero vos estás mamao en serio.” En pedo no porque quedaba ordinario y no querían ofender su nombre. Los más tenían puesta la atención, por ejemplo, en homenajear a Gea (cuya traducción, más o menos equivale a Madre Tierra), una de sus diosas más veneradas, considerando oportuno ofrendarla llamando con su nombre al mundo. Eso, hasta que pasaron a mandar los romanos (todo por los menos 500 años a.C.), imponiendo entre otras imposiciones, su idioma, sustituyendo así el nombre de Gea por el de Terra que, en concreto, quiere decir lo mismo, resultando solo una diferencia de jerga.

No me pregunten quien fue el iluminado al que más tarde, como al descuido, se le ocurrió plantarle una “i” para, en español, hacerla Tierra. No soy un erudito en condiciones de responder ni este es un tratado histórico-mitológico-idiomático, por lo tanto, por hoy, ahorro entrar en más detalles. Seguramente no va a faltar oportunidad de ampliar. Está bien divagar.

El divague es la esencia de esta sucesión de columnas, como he intentado explicar desde el principio, pero, aunque parezca un contrasentido, hay que hacerlo con orden. En este ya me desvié bastante de la intención originaria pues siempre debe haber un límite, sobre todo de espacio —está comprobado que en ningún lugar más de lo que cabe— invito a los que llegaron hasta aquí a acompañarme, un poco en serio y un poco en broma, cada vez que desate alguno de mis divagues.

 

 

EL LIBRO “PERDIDO”

Alfredo Zaldúa ©

 

Parece mentira pero es verdad. Cuántas sensaciones encontradas se movilizan cuando alguien requiere un libro en préstamo y, a su vez, del otro lado se produce la paralela espera de la devolución. Hago el descargo que cuando determino “el libro” es en un singular perfectamente, en la realidad, llevadero al plural. Por tanto, bien puede leerse “el libro” como “los libros”.

El libro, contrariamente a lo que muchos suponen o, paradójicamente, en coincidencia inversa a esa suposición, es un ser vivo y como tal, su “convivencia” forja dispares comportamientos en el entorno.

Dualidad de efectos donde, desde los que se instalan en las vísceras de determinados propietarios eventualmente avenidos a prestamistas, sirven como punto de partida de este “inventario” para ocuparse del contrasentido en el que se mueven quienes optan por oficiar de peticionarios.

Dentro de los que en la jungla humana ocupan la columna de los “pedigüeños” literarios también existe la heterogeneidad de criterios tanto para pedir como para devolver, o no, a ese ser pedido en asistencia. Insisto en que los libros son seres animados.

Entrando a enumerar —aclaro que ahora me refiero a los también seres, pero la precisión va para los de carne y hueso— empiezo por los más curiosos. Los que, a la hora de asumir el retorno, les calza la disculpa de no ser más peligrosos que otros. A similar “peligrosidad” difieren análogamente las valoraciones que los hacen caer en el descuido pasando a ser este: inconsciente o premeditado. De hecho, los hay que “pierden” y punto. Pero, también, suelen existir los que “pierden” para “encontrar”.

En esta “categorización”, los citados en primer orden son aquellos a los que el libro no les va ni les viene. Es más, lo consideran totalmente prescindible y si no existiera es lo mismo hasta que, por H o por B, lo necesitan y es entonces donde lo más cómodo es pedírselo en préstamo a fulanito o menganito que “es seguro lo tiene”. Con miles de argumentos caen hasta fulanito o menganito en procura de hacerse de ese ser que, en sus vidas, por equis causa, de inexistente pasó a ser imprescindible. Por supuesto que tanto el asumido como el inconsulto prestamista, igual de incondicionales de esos “individuos” de papel y tinta, llevados por esa militante valoración no siempre respondida, entre el escepticismo y la inocencia, en un 99,9 % de las veces reciben el presunto interés aparecido en el prójimo y adhieren a la concesión ilusionados en que ese acto de prestar puede obtener el fruto de la “conversión”. Ilusiones y resultados aparte, es elemental formular una sucesión de preguntas o, para decir mejor, deberían hacérselas los que acuden en busca de “auxilio”. Dentro de esa sucesión de interrogantes aparecen: ¿Por qué fulanito y menganito tienen que tener el libro y ellos —los ocasionales mendigantes— no? O: ¿por qué piden de prestado un libro como quien llena una fórmula sin trascendencia? Para ellos, una vez obtenido el “botín”, el compromiso de futuro pasa a importar poco y, presa en mano, dan por cerrado el caso. ¿No razonan que por algo ese libro ocupaba un espacio allí en ese lugar del que supieron encontrar el camino? ¿Suponen que la “necesidad” es suya en exclusividad y que no habrá otros —incluyendo el propio dueño— que puedan hallarse en igual encrucijada? Los primeros caen en la desconsideración —no digo que premeditada, pero desconsideración al fin e igual irresponsabilidad— del: “zafé del trance y a otra cosa”. Por cierto, que comportamientos como estos sugieren otras múltiples incógnitas: ¿Cómo reaccionarían ellos a la inversa o con algo a lo que le insuflan su particular interés?

Empujados por la necesidad: ¿Qué diferencia hay entre pedir prestado un libro, un mazo de naipes o un automóvil?

Aunque la comparación suene exagerada la respuesta a dicha disyuntiva es una sola: Para el ocasional propietario, el valor es el mismo y tampoco corresponderían diferencias para quien fue sacado del apuro. Sin embargo, el criterio de devolución difiere rotundamente. Salvo aquellos a los que por su estrategia en esta escala de calificación de gestores de libros “perdidos” tienen reservado un peldaño más grosero de premeditadamente e interesados “perdedores” los que, en esta variedad de ejemplares (humanos no impresos), ameritan su bien ganado capítulo aparte De acuerdo a determinados códigos sociales —para mí erróneos— donde a las “cosas” se les da mayor importancia (casi única diría) a partir del valor económico y/ o preferencias, el libro, es relegado a un equivocado escalafón, al extremo de medir su trascendencia acudiendo a él como quien hace una mera gestión protocolar de llenar un requisito. Para aquellos que esgrimen ese comportamiento no me queda otra cosa que dejarles flotando este entresijo: Si el aprieto —aún circunstancial— pese a su habitual indiferencia los hace desprevenida presa y, sacados del pantano, persisten en no tomar conciencia por lo que el “préstamo por un rato” o “un determinado tiempo” se suele volver en rato o tiempo de término infinito, llegando a trocar devolución por velada in-devolución, deben asumir que el valor siempre es puesto por una simple —no sinónimo de menor importancia— cuestión de prioridades. Para el que —eventualmente— sin remedio acude al libro como manotón de ahogado, frente a esta encrucijada: ¿Hay fundamentos para marcar parámetros donde el valor de un libro —que de por sí va más allá de lo fríamente económico— corresponda ubicarlo por debajo al de un automóvil o un mazo de naipes?

La contingencia comentada con ejemplos a la vista, sin rubor y sin temor a futuros arrepentimientos, me aventura a asentar esta evaluación: el libro no está por debajo del automóvil ni del mazo de naipes. Vaya entonces un atrevido consejo en carácter de advertencia: El que pida un libro prestado, si no quiere llevarse una ingrata sorpresa, no caiga en el error de creer que su devolución es irrelevante porque, con similar criterio y no menos derecho, puede haber quien le haga lo mismo con su automóvil o su mazo de naipes.

(De su obra inédita: Divagues desatados)

 

 

 

MARÍA CHAPP

Su nombre completo es María Ester Chapp. Nació en 1950 en Buenos Aires, Argentina, ciudad donde reside. Licenciada en Sociología - Universidad Nacional de Buenos Aires, 1975. Máster en Ciencias Sociales - Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, FLACSO, 1990.

Más sobre su trayectoria y obras en Suplemento de Realidades y Ficciones:

https://colaboraciones-literatura-y-algo-mas.blogspot.com/2020/12/suplemento-derealidades-y-ficciones-n.html [Nº 88]

https://colaboraciones-literatura-y-algo-mas.blogspot.com/2021/03/blog-post.html [Nº 89]

 

mariachapp@hotmail.com

Facebook: María Chapp (https://www.facebook.com/maria.chapp)

 

 

VARANASI

María Chapp ©

en el Ganges hundo mis manos

 

he venido a buscar mi dolor

que yace en este río

bello rostro nauseabundo

el sol apenas lame

fogatas de huesos

el baño ritual

Varanasi

toda tu seda en ardientes mareas

tus calles

con mis poros abiertos

busco la dama de las lágrimas

ecos de su perfume

la pupila húmeda donde ella me aguarda

con el sello rojo entre las cejas

donde me aguarda

para morir en paz

 

 

II

 

en el fondo del río

arrojé mi pasado

fotos en la podredumbre

bendita

ofrendas de luciérnagas

navegaban la noche

peregrinos

cada alma en su arco iris

entre cielo y tierra

cítaras de madrugada

la silente barca alumbró edades

poemas de otras vidas

con mis manos vestidas de Ganges

canté Om Namah Shivaia

en mi garganta

se hizo la luz

 

 

III

 

vine a despedir a la dama de sándalo

anciana molécula

que aún llora en mi memoria

hay humo en Varanasi

gotas de azahar en las mejillas

en la flor de la pequeña llama

al río llegué

 

 

ALEGRÍAS

María Chapp ©

a Max

 

pon tus versos aquí

tu lengua amada

agua de tus ojos

tu mascarón de proa

en el diluvio

mi destino en tu ancla

tu navío

yo te di el rojo

irisados llantos

remanso     despertar

Playa María soy

el puerto de abrigo que pediste

pon tus versos aquí

aguador

tu rocío siembra

tu mano en mi costado

en casa jazmines

perfumados lirios

canteros de alegrías

tus versos

aquí

 

 

ECLIPSE

María Chapp ©

 

luna de fuego en su apoteosis

el eclipse desnuda fantasmas

Pessoa en su loco tranvía

en su apoteosis la luna de fuego

abre bocas del estigma

la heridapuerta de los nacimientos

carcasas de yoes

y el beso del Ángel

 

 

 

OMAR ROLDÁN

Poeta, escritor, tallerista literario y promotor cultural nacido en Tulancingo (Hidalgo), México. Su nombre completo es Omar Cristóbal Roldán Rubio.

Ha publicado cuento, relato, ensayo y poesía en las revistas Umbrales (Tamaulipas); Crónicas del Emir (D.F.); Eclosión, Escafandra, El Reloj, Revista 13 y Terraplén (Hidalgo); Va de Nuez (Sonora); Tercer Ojo (Michoacán) y Alterna Palabra (Jalisco).

También ha publicado los poemarios Sueño de miércoles y mayo (Ediciones El Aduanero, D.F. 2002), Del viento y la mirada (Consejo Estatal para la Cultura y las Artes de Hidalgo, 2009), Para acabar el año (Literaria Editores, Guadalajara, 2010), Éxodo hacia ninguna parte (Conaculta y Cecultah, 2014); así como poemas sueltos en las antologías 100 Poetas del Mundo (Cultura, Arte y Tradición A.C, Zamora Michoacán, 2006), El sol desmantelado. W.H. Auden Revisitado (Ediciones Alb@tros Press, Pachuca, Hidalgo, 2006), Del silencio hacia la luz (Ediciones Sur, Mérida, Yucatán, 2008), La mujer rota (Literaria Editores, Guadalajara, 2008), Tributo a Sabines (Ediciones Fridaura, México D.F., 2010).

Desde el año 2017, a través de las redes sociales, ha publicado en la tienda de libros Amazon.com, los siguientes e-books: Sueño de miércoles y mayo Versión X (poemario); Otredades, bitácora de travesías inconclusas e inconexas (cuentos y relatos); Anacrónicas de lo perverso cotidiano (ensayos breves y crónicas humanopolíticosociales); y Utopía el juego final (cuento utópico sobre fútbol).

omaroldan_r@yahoo.com.mx

funhdar@gmail.com

 

 

POEMAS SUELTOS

Omar Roldán ©

 

Digo luz y enciendes la llama

inmarcesible gesto que surge de tu alma.

Digo tierra y te eriges de entre la sombra inquieta

inmaculado aroma del ser y de las cosas.

Digo agua y la caracola de tu savia

numen de lo extenso y lo profundo

es el tótem que me reconstruye

en algo aún no nombrado.

Digo aire y soy el reverbero de tu nombre

la estela de tu aliento

el calor de tu fuego

el pulso de tu sangre

el fruto de tu entraña.

 

 

El amor es la tierra surcada de amistad

donde se abonan y se labran emociones

que propician el culto y la cosecha

de insospechados infinitos frutos,

donde crecen los árboles en que se anidan

el tiempo y los gemidos, los sueños y las aves

y a sus alrededores brotan los arbustos

la mariposa errante y el canto arcoíris de las flores.

El amor es la llama y es la hoguera

cuyo alimento son ardientes palabras

y maderos de besos y leña de caricias,

y que al ras de la tierra, bajo el cielo,

en el correr del viento, al arrullo del agua,

es su diario sustento para que no se apague.

El amor es el viento que esparce los suspiros

y los lleva a sahumarse ahítos de una flama,

es el alado soplo feraz e inmarcesible

que envolvió nuestros cuerpos desnudos y enredados,

evocación del fuego, retama de aromas y sudores,

aire que todo arrasa y todo lo propaga y lo renueva,

la semilla, el color, la risa, el horizonte,

los árboles, los mares, los besos, los silencios.

El amor es el agua que fluye emancipada,

alfaguara magenta que brota en nuestras venas,

venero que recrea y amalgama el humus de los huesos

y nos revitaliza por el fuego y el viento que la impulsan.

Remolino de peces persiguiendo a la rotunda luna

expandida sabana sobre la piel de todo ente

que naufraga en la marea de sus antras y adentros.

El amor eres tú, y soy yo, somos tú y yo y el universo.

 

 

Sediento dromedario de ti

arrojo hacia tu mar impetuosa atarraya

para atraparte banco de coral

manto de peces

caracola dulcísima tu boca.

 

 

LA PARTIDA

Omar Roldán Rubio ©

 

Es el alba y, en medio de la guerra cristera, todo está dispuesto para la partida de ajedrez. La mesa de madera de pino al centro de aquella barraca donde el capitán Flores ordenó a su subalterno que la colocara. Encima de ella el tablero en madera de nogal, que a la vez es caja de resguardo, en cuyo contorno lucen, plasmadas con piedras preciosas, varias figuras de la naturaleza, y en los blanquinegros cuadros, finamente talladas en madera, las figuras correspondientes ya ordenadas.

Aquel ajedrez llegó a manos del capitán Flores luego de la persecución a un sacerdote quien, el día anterior, en su parroquia, había lanzado arengas en contra del gobierno, de la ley Calles y de los militares que acosaban y castigaban, casi siempre dándoles muerte, a todos aquellos seguidores de Cristo y sus prelados y clérigos.

La noche de ese día el sacerdote se enteró que habían enviado a un grupo de soldados a por él, así que, sin remedio, arrumbando el hábito en un rincón cogió de prisa el rosario con el Cristo de oro, regalo de su madre, y el ajedrez en su caja de madera, obsequio de su padre, algunos otros objetos que guardó entre las mudas de ropa y salió de inmediato, montado en una mula, en busca de algún refugio donde pudiera sentirse seguro.

Lo alcanzaron, casi al alba, antes de que llegara a la catedral de Guadalajara. Lo apresaron y le arrebataron sus pertenencias para golpearlo a placer y, ya desfallecido, lo amarraron cruzado a su mula para llevárselo así hasta el lugar previamente indicado. Tenían la orden de entregarlo vivo para su ejecución en el campamento, ubicado a unos kilómetros de esa ciudad, a cargo del capitán Juan José Flores Arrieta.

Avanzado el camino, en algún momento el sacerdote preguntó, a grito abierto, a dónde y con quién lo llevaban. Luego de un extenso silencio alguien se acercó a él con el pretexto de revisar los amarres y le susurró al oído el nombre del capitán. Sonrío levemente porque aquel nombre lo regresó a su niñez y a parte de su adolescencia y entonces columbró una posibilidad de salvación.

Al llegar al improvisado cuartel los milicos entregaron al capitán lo confiscado, y cuando este tuvo en sus manos la caja con el ajedrez un latigazo de recuerdos hirió su memoria. Respiró hondamente y ordenó que, de inmediato, trajeran ante él al prisionero.

A pesar de los radicales cambios físicos hechos, en ambos, por el tiempo y las circunstancias particulares de vida, se reconocieron guardando, cada uno de ellos, cierto recelo hacia el otro. Sin embargo, el capitán ordenó le trajeran licor y dos vasos. Que desataran al sacerdote. Que desocuparan y limpiaran aquella mesa y arrimaran dos sillas.

Se sentaron frente a frente y bebieron y recordaron juntos pasajes de su vida cuando, siendo ellos muy jóvenes, compartían espacio y juegos mientras sus demás familiares convivían de acuerdo a sus formas y preferencias. Entonces regularmente sus padres se sentaban largas horas a jugar partidas de ajedrez. Sí, justamente en ese tablero y con esas mismas figuras que él, Miguel Ángel Soto Leiva, sacerdote de oficio, había conservado luego de que su padre se lo obsequiara cuando partió de casa para adentrarse en los estudios religiosos, al mismo tiempo en que, el ahora capitán sentado frente a él, también se iba de casa para enrolarse en las fuerzas armadas. Uno y otro, una vez extraviada su niñez, habían aprendido, bajo la tutela de sus padres, a jugar seriamente el juego del ajedrez.

A partir de la revolución, y posteriormente a la misma, sus respectivas familias se fueron desintegrando. Sus padres estaban muertos y los demás familiares se habían dispersado por varias partes del territorio mexicano y del extranjero, de tal forma que de aquellas familias sólo ellos quedaban por esos rumbos y ahora, después de muchos años de no verse, el destino los reunía en circunstancias antagónicas embozadas de tragedia.

Al tercer trago servido el capitán condujo la charla hacia la situación que ahora se presentaba. Lo siento mucho Miguel, dijo Juan José lentamente, las órdenes que tengo son de ejecutarte mañana antes del medio día. Te condenarás Juan, exclamó Miguel, Dios y Cristo Rey no te perdonarán esa acción. No te permitas caer más en ese pecado, mira que tu alma… No, no me hables de almas, atajó el capitán, no me hables de esos embustes… y la discusión continuó en ese tenor por algunos minutos. Defendían sus creencias y concluían no poder rehuir a su formación y a la obediencia de mandatos promulgados más allá de ellos.

Déjame ir, hazlo por la amistad, por el tiempo que pasamos juntos en aquellos años, por nuestras familias, pidió el sacerdote. El capitán negó enérgicamente con la cabeza. Dejarte ir sería como suicidarme. Entiende que solo obedezco órdenes. Pero para abogar por tu salvación te propongo entonces que abandones el sacerdocio, que destruyas tus votos y te unas a las fuerzas armadas, solo así podría ayudarte. No, no me pidas eso, mi fe es algo que no podría arrancarme, Cristo es mi salvación. No, replicó Juan, si no es así, de esta ni Cristo ni Dios te salvan.

Un océano de silencio los inundó mientras Juan caminaba lento alrededor de la estancia y Miguel perdía su mirada en el techo de la misma. Al fin Miguel carraspeó, dio un sorbo a su vaso y decidido alzó la voz. Bien, ¿y si lo decidimos como en los viejos tiempos? A qué te refieres, preguntó Juan. Sí, recuerda cómo resolvíamos nuestras diferencias cuando éramos chicos. ¿Quieres decir, en una partida de ajedrez? Por supuesto, respondió Miguel. Si ganas me ejecutas, si pierdes me dejas ir.

Juan José detuvo sus pasos, se acomodó en la silla, bebió despacio sopesando la posibilidad, depositó suavemente el vaso sobre la mesa dándole varias vueltas con su mano derecha mientras clavaba sus ojos negros sobre la clara mirada de Miguel. Se levantó, zafó de su cabeza la gorra militar, se rascó la reducida y entrecana cabellera, se reacomodó la gorra, se sentó y bebió de un solo sorbo el resto de la bebida. Está bueno, dijo secamente. Mañana, después de la aurora.

Miguel, que había contenido el aliento esperando la respuesta, soltó el aire y con la palma de su mano secó el sudor que empezaba a deslizarse desde la calva coronilla de la cabeza hacia su pálido rostro de afilados pómulos. Cogió el vaso y, al igual que Juan José, lo acabó de un trago. El capitán llamó al guardia para ordenarle que encerrara al preso, que se le diera alimento y que al siguiente día, al amanecer, lo trajera nuevamente a donde ahora se encontraban y que, de paso, enviara a alguien más para darle otras órdenes. Antes de que se lo llevaran, Miguel agradeció la gracia concedida y, abusando de la bizarría de tal decisión, dijo, ruego se me permita tener conmigo el rosario confiscado para elevar esta noche algunas plegarias. El capitán concedió lo solicitado y luego de que Miguel fuera sacado de la barraca volvió a sentarse a la mesa para servirse otro trago con cierta preocupación dibujada en el rostro.

Era viernes y una mañana radiante cuando el guardia adentró a Miguel en la barraca donde ya estaba esperando Juan José quien, de pie y con las manos cruzadas sobre su espalda baja, miraba hacia el afuera por la única ventana que había en el lugar. No se apartó de la ventana cuando ordenó soltar al prisionero y que trajeran café y licor.

Cuando el guardia salió se volvió hacia un Miguel que lucía tranquilo, fresco y descansado, contrario al semblante del capitán que había pasado una mala noche.

El guardia regresó con lo ordenado, puso los jarros con café y el licor sobre la mesa y luego, mostrando respeto al capitán se retiró para apostarse en el exterior de la barraca.

Juan José y Miguel se sentaron a la mesa y, luego de tomar un poco de café decidieron comenzar la partida. Juan José cogió la botella de licor y la colocó sobre el piso a un lado de su pie derecho para, en su lugar, poner la 45 en escuadra que zafó de su cintura. Miguel hizo lo propio con el rosario con el Cristo de oro que descolgó de su cuello. Luego sortearon el color de las piezas y, con ello, la mano para abrir el juego.

Negras para Miguel. Juan José el derecho de iniciar. Los jarros, a media vida de café aún humeante, viajaron constantes, entre los primeros escarceos, a las bocas de los hombres que, sin palabras de por medio, trataban de concentrarse en el próximo movimiento de su oponente tratando de intuir la estrategia de ataque y de defensa, su vulnerabilidad, su fortaleza.

El café se esfumó al trote de los caballos y al ímpetu y sacrificio de los peones, al afán de los alfiles y a los deslizamientos de las torres, a los desplazamientos enérgicos de la reina y a los apocados pasos del rey ante el riesgo de perder su cabeza.

El sol penetró las rendijas de la barraca creando adentro un prisma refulgente que congeló la escena. Una etérea silueta recorrió lentamente la estancia y se colocó entre los contendientes. Entonces el capitán hizo un movimiento inesperado, tan rápido y preciso que Miguel no lo vio venir. Le tocaba mover a él pero sabía que estaba acorralado, perdido a pesar de cualquier desplazamiento que ejecutara. Percibió el ineluctable jaque mate y su corazón sobresaltado comenzó a galopar desaforadamente, el sudor reverberaba en la parte calva de su cabeza. Trató de serenarse. Respiró profundamente varias veces mientras se secaba el sudor con las palmas de las manos y evitaba la fría y profunda y negra mirada de Juan José que, inflexible, esperaba la tirada siguiente.

La silueta dirigió su mirada hacia Miguel y este, en un impulso descontrolado pidió un trago antes de realizar su movimiento. Juan José bajó la mirada y estiró el brazo hacia la botella. Miguel aprovechó tal gesto para coger la pistola sobre la mesa y, cuando Juan José volvió los ojos a la mesa miró el cañón de su arma apuntándole desde la mano de Miguel quien se levantó despacio sin perder de vista al capitán que también se ponía en pie.

Para Miguel el disparo sonó lejano y para Juan José tan cerca de su oído que lo ensordeció. La bala quemó su cien izquierda y luego abrió un nuevo agujero en la pared de madera a espaldas del capitán. La silueta se desvaneció entre el fulgor de sol que entraba y salía por el orificio producido por el proyectil.

Cuando los guardias entraron atropellándose encontraron a Juan José, todavía aturdido, ejecutando su movimiento final en el tablero, y al sacerdote tendido boca arriba sobre el piso, con el rosario sobre su corazón huérfano de sístoles y diástoles.

 

 

 

JÉSSICA IANCOSKI

(Curitiba e Região, Brasil) Narradora, poeta, artista, productora de contenido. Publicó en varias antologías y revistas. Su poema Rotina decadente” fue reconocido por la Academia Paranaense de Letras (Brasil). Es la creadora de Toma Aí Um Poema, el mayor podcast de poesía de habla portuguesa, según Spotify. Con más de 45 mil oyentes diferentes, a lo largo del tiempo.

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GUISANTE ROJO

Jéssica Iancoski ©

 

Ayer me preguntaron si era niña

Y no supe contestar

Esta maldita pregunta.

 

No es que no sea una mujer

Más que eso

—Es que soy tantas cosas:

 

Una chica,

Una amante

Una gota,

Un rostro

Un invierno

Un niño,

Un chorrito

Y un renacuajo

 

Una rueda giratoria

En el viento del este que sopla

Al final de cada esquina.

 

Una niña es cosita

Cuando soy tantos otros

Entre cada guisante rojo

Desde el interior del puño en mi vientre.

 

 

“DICTO”

Jéssica Iancoski ©

 

pero nada de eso importa

—lo que fue dicho—

porque en facto solo hay

lo “dicto”, è vero!

 

 

Veredicto

Jéssica Iancoski ©

 

el discurso no lleva

la frase, solo hay oración

la que más condena

 

las peleas

las calles

las tramas

las putas

las bixes

las brujas

las damas

las desnudas

las mías

y las tuyas

 

el periodo está compuesto

el traje viste

el término eclesiástico

que doctrina sí, tácticamente,

el habla es la norma, el estándar masculino

 

No lleva el artículo de oración A

lo que existe es la culpa

imperativa del no.

 

 

Adverbio

Jéssica Iancoski ©

 

la palabra es rojiza

tal vez carnívora y poco boscosa

vale más extirpada

del centro de la tierra

y del vientre derruido de los hombres

 

la palabra es servida cruda y explorada

al pie de mesas de Paubrasilia

estafa destripada

 

solimões, achiote,

cachaza de jambú

pimentón guaraná

buriti pupuña

pirarucú tucunaré

 

la palabra es tinta genocida

y desmantela fácilmente el adverbio

mareas levantando sangre de verbo

brotando brasis sin modo,

con intensidad, lugar y tiempo

y demasiada negación deforestada,

enloquecida.

 

 

 

JAVIER CÁRDENAS GARCÍA

Nació el 12 de julio de 1997 en Lucena (Córdoba), España, iniciándose en el camino de la lectura y la escritura ya de muy jovencito, actividades que constituyen un estilo de vida desde entonces. Ha sido distinguido con dos primeros premios en certámenes estudiantiles (Concurso Literario IES Marqués de Comares en homenaje a Julio Cortázar, curso 2013-14, y en homenaje a Teresa de Jesús, curso 2014-15). También le publicaron un relato corto en la revista literaria Saigón de la misma localidad.

Actualmente, cursa el quinto año de medicina en la Universidad de Córdoba. En octubre de 2019 publicó su primer poemario, Jardines del Ánima (Editorial Exlibric). Durante la pandemia por covid-19 de 2020 en España, realizó una fructífera labor vía redes sociales en el campo de la promoción, protección y divulgación de la poesía, cerrando el año en el IV Encuentro Internacional de Poesía Ciudad de Cabra, con su participación en la respectiva antología de calado poético regional.

jc4238@gmail.com

Instagram: @javicarden5

Twitter: @javicarden51

 

 

DESDE EL HUECO

Javier Cárdenas García ©

 

Horriblemente gélidas e inciertas

brotaron las alondras

desde el hueco.

Desinflaba mi historia,

desprendiendo

los

trozos,

las cáscaras antiguas que no me pertenecen.

La muerte en el vacío.

Un vuelo desde mí, hacia nadie.

 

 

DESDE LA CARICIA ANTIGUA

Javier Cárdenas García ©

 

Era un invierno unánime

—hiriendo levemente—

las médulas deshechas hacia el polvo.

El viento coquetea,

disfruta, se rebusca en las encías

tan antiguas del mármol

y existe cierta paz inamovible,

cierta inacción o espera igualatoria,

que enciende un apetito absurdo, enérgico

por la fractura.

Es aquel regocijo, aquella diversión

siniestra del aire sobre las ruinas,

la que arranca un lamento vago, mío

del todo excitante.

 

Se derrama el antiguo capitel,

el viento se proyecta sobre todas las cosas

y va perfeccionándose

silbando en su paseo

de hierbas bajas.

 

Algo me es familiar aquí. Es cierto.

Intuía el contorno triste, el molde tan vago

de la mísera cáscara obsoleta.

Amainaron las ráfagas.

Cesaron los fragmentos impensables.

Resultó ser mi acrópolis

en Ítaca.

Toda destruida, pero universal

como un vasto depósito

de esqueletos iguales.

 

 

 

ANA DE LOS SANTOS

Nació en La Falda (Provincia de Córdoba), Argentina, el 3 de junio de 1957. Reside en Río Ceballos. Escribe profesionalmente desde hace más de tres décadas. La temática que aborda en gran parte de sus obras son cuentos de ficción y fantasía dirigidos a un público infantil y juvenil. En cuanto a temática adulta, apunta tanto a temas de género fantástico como realista, incursionando en poesía, cuentos y otros géneros narrativos. Utiliza como seudónimos Ana o Susana de los Santos (su nombre real es Susana Amaya) publicó su primer libro Los siete pétalos mágicos en 1996 a través de la editorial Errepar, en Buenos Aires. Tiene nuevos libros en preparación.

Ha colaborado en la revista de Errepar (1996/1997) realizando entrevistas a conocidos escritores de la Argentina, y también en revistas para niños editadas en la Provincia de Córdoba. Se ha desempeñado como escritora freelance para distintas editoriales. Asimismo, Tinta Azul publicó varias de sus poesías. Ha recibido un premio de Fatsa por el primer cuento del libro.

Más sobre su trayectoria y obras literarias en Suplemento de Realidades y Ficciones Nº 88:

https://colaboraciones-literatura-y-algo-mas.blogspot.com/2020/12/suplemento-derealidades-y-ficciones-n.html

 

susuamaya2013@gmail.com

https://sites.google.com/site/susanaamayaobras/home

 

 

El REENCUENTRO

Ana de los Santos ©

 

Te imagino que caminas hacia mí, la emoción me inunda y al fin en un abrazo

sellamos tanta distancia. Te esperé tanto, te imaginé cada día.

 

Imaginé nuestro beso del reencuentro. El temblor en nuestras manos al

reconocernos. El latir presuroso del corazón.

 

Llegaste con paso decidido a entregarme tu amor. El mío te recibió en una espiral

de colores que subía al cielo.

 

Nos unimos en un abrazo en el que nuestros límites desaparecieron. Y

guirnaldas de flores bajaron de los cielos y cubrieron la tierra.

 

Estábamos en el medio de otro mundo. Inundado de luz y cánticos celestiales. El

paraíso descendió a nosotros.

 

Ahora que nos encontramos, no te vayas. No te lleves tu sombra ni tu alma,

dejándome desnuda de vos.

 

Pero si yéndote me vas a olvidar, entonces sí vete.

 

 

EL DESAMOR

 Ana de los Santos ©

 

Miro tu figura, observo tus pasos, estudio tus gestos, trato de mirar detrás

de tu máscara… encontrarte…

Te escucho los porqué demoraste tanto tiempo en volver… frases

sueltas… inconexas… lejanas….

Y si es cierto, el mundo allí afuera te pide todo, y es difícil mantener el equilibrio.

¿Pero vos sabés cómo duele ver solo una taza en la mesa, un solo plato

y un par de cubiertos…? Cuando antes nuestra mesa era un jardín de

panes, pasteles, flores... y frutos... y amor.

Tu ausencia dejó una huella indeleble, fría y cortante como el acero en

esta que era nuestra casa.

¿Qué soñamos con tenerla? ¿Cuántos años? Y en segundos, lo dice

tu mirada, es como si la casa se hubiera derrumbado.

Ese sueño que tuvimos desapareció.

¿En qué momento se cayó la primera pared y no me di cuenta? ¿Cual fue

la primera de tus noches que no estabas en nuestra cama?

No hay mucho más que decir, ya tomaste tu decisión.

Pero primero, primero me voy antes que vos. Suelto todo lo que nos unía

y a lo lejos escucho, a lo lejos, cómo se termina de caer la casa.

 

 

 

ORLANDO VALDEZ

Nació en Ramallo, Provincia de Buenos Aires, Argentina, en 1961. Vivió en San Nicolás de los Arroyos de 1962 a 1985 y desde 1986 reside en Rosario. Ha participado de diversos festivales internacionales y nacionales de poesía.

Obras poéticas: Setenta veces siete más de tres veces (Rosario, Laborde, 2019 - 1ª ed.), La insólita simetría (Rosario, Laborde, 2019 - 1ª ed.), El mezquino trazo del acto (Rosario, Laborde, 2012 - 1ª ed. / 2013 - 2ª ed.), La cobardía feroz del silencio (Rosario, Menta Producciones, 2007 - 1ª ed. / 2017 2ª - ed.), El hondo silencio de toda locura (Rosario, Los Lanzallamas, 2001 - 1ª y 2ª ed.).

Antologías poéticas: Antología poética latinoamericana (Baigoria, Santa Fe, Acuarela - Vol. XXVI, 2018), Corte al bies veinte 16 (Rosario, GatoGrillé Ediciones, 2016), Rapsodia - Ensamble de voces - Nocturno (Buenos Aires, El Mono Armado 2016), Abat-jour (Rosario, GatoGrillé Ed., 2014), 20 Años Festival Internacional de Poesía de Rosario (Rosario, Espacio Santafesino Ediciones, 2012), Fin zona urbana (Rosario, GatoGrillé Ed., 2010), 19 de fondo. Poéticas de la construcción (Rosario, GatoGrillé Ed., 2008), Texturas. Escritores en imagen (formato cd, Área Literaria de la Secretaría de Cultura y Educación de la Municipalidad de Rosario, 2007), Otro pasto. Cinco poetas rosarinos (Rosario, Fundación Ross, 2007), Los que siguen. Veintiún poetas rosarinos (Rosario, Los lanzallamas, 2002), Mundo poético (bilingüe, Buenos Aires, Red Literaria, 1999), Poemas del sur (mención de honor, Rosario, Los Lanzallamas. Rosario, 1999), Poetas rosarinos (Universidad Nacional de Rosario, 1999).

 

orlandovaldez536@gmail.com

https://www.orlando-valdez.blogspot.com/

https://labordeeditor.com.ar/autor/orlando-valdez/ (mis libros / la descarga es gratuita)

 

 

• Del libro El hondo silencio de toda locura:

 

ELLA

Orlando Valdez ©

 

ella es la llave de la siesta

cuando la tarde se vuelve semilla

 

ella se va con el viento

por su vestido desnuda

 

ella es un río que no había

y está creciendo

 

 

EL FILO TITANIO

Orlando Valdez ©

 

el filo titanio

de la mañana

agudiza el breve

y revolucionario

espacio hiriendo

de muerte

labios distantes

en sonido dulce

en silencio viejo

buscándose

 

 

• Del libro La cobardía feroz del silencio:

 

125 SEGUNDOS

Orlando Valdez ©

 

no había claros alrededor

un anillo de nubes

gris oscuro llegando negro

tan blanca

tan niña

y sin sombrero chiquita

se le había enseñado a no llorar

que no dejara su nombre a extraños

que el mar solo tiene sombras

cerca del horizonte

y verde/azul los días de sol

 

el éxodo duró 125 segundos

 

 

MAGENTA

Orlando Valdez ©

 

no estaba yéndose

ni de la muerte

ni del amor

magenta un arco iris

en otro lado otro cielo

la maravilla que deseaba su boca

 

 

• Del libro El mezquino trazo del acto:

 

INTERVALOS

Orlando Valdez ©

 

entre concilios del rito

ofrenda costados de lunas

en intervalos

enciende velas

y asesina

al ángel de cenizas

 

cinco

 

o seis minutos antes

que la vez anterior

 

 

Y EN EL

Orlando Valdez ©

 

soy el vuelo

de siete gaviotas

al ras como arena

entre el viento

lo que queda

de la luna

con la noche

que entra de mar

y en el

aquel

que vuelve

y convierte

la sombra

que abandona

 

 

• Del libro La insólita simetría:

 

SIN VISTA AL MAR

Orlando Valdez ©

 

juró al mar

sin vista al mar

resguardar

la espuma

de su piel

sublimada

al deseo de un lunar

como si fueran dosis

espejos de las noches

el fondo

de toda profundidad

para no hacerse añicos

al vislumbrar

sus partes

al tacto

de otro escenario en trance

quedando aislado

en su desnudez

dejando

de respirar

la luz de una luna

a las tres

y cuarenta y cinco am

en que empieza

a presumir cosas

de una figura

y que tal vez hubiera

sido mejor callar

que esgrimir

solo un sonido

a ojos cerrados

y a espaldas

de esa mujer

ocurrida

de la tibieza de sus labios

 

 

• Del libro Setenta veces siete más de tres veces:

Orlando Valdez ©

 

todo terminó

con un maldito beso

y vos

no debías estar allí

eran todas macanas

que te ibas a marzo

con la seño

de matemáticas

si escribías

amor

con la mano equivocada

 

 

me han sorprendido

infraganti

y me han declarado culpable

por mi amor a las palabras

pero mi gran culpa juro

fue sonreírle

sólo una vez a la luna

y dos

a esta flor

 

 

• Del libro Zedlav:

 

EN MI LENGUA

Orlando Valdez ©

 

vos que bailás

dentro de mí

cerrando tus ojos

clavás

los tacos rojos

de tus zapatos rojos

en mi paladar

y a cada giro

algo más que

tu esmalte

de señora

tan dulce

en mi lengua

 

 

CENIZAS

Orlando Valdez ©

 

es tarde y

hay que irse

lejos de aquí

 

lejos de mí

lejos de nadie

 

sonriendo de

algún modo

 

sin piel ni

reminiscencias

 

y hacer de la nada uno

mismo

cenizas este frío

 

y yo que no sé del amor

te amaré hasta el final

de mi perra y puta vida

 

 

 

AURA BANKS

Nació en la ciudad de La Victoria, Estado Aragua, Venezuela, el 10/7/1974. Cursó estudios para Licenciatura en Educación Mención Preescolar (2009) y Mención Dificultades de Aprendizaje (2020), realizó un Magíster en Ciencias Mención Orientación de la Conducta (2012), un Diplomado en Promoción y Animación en Lectura y Escritura (UPEL Mácaro, 2010).

Colaboraciones y publicaciones: Ecos de Yagua (Guácara, Carabobo), Chamos (El Siglo, diario aragüeño, suplemento infantil), Contenido (El Periodiquito, diario aragüeño), Crisaire Nº 01 (Tríptico Fondo Editorial Alternativo), Edición “I Premio Internacional de Poesía Simón Bolívar el Libertador año 2010”, (Fondi, Lazio, Italia), Papagayo (El Periodiquito, suplemento infantil), Infantiles (El Carabobeño, suplemento infantil), Zona de Tolerancia (El Siglo, participación con poesía y fotografía), Correo del Orinoco (Suplemento Infantil, diario nacional), Lapislázuli Periódico Digital (Colombia, poesía, fotografía, periodismo escolar).

Más sobre su trayectoria y obras literarias en Suplemento de Realidades y Ficciones Nº 57:

http://colaboraciones-literatura-y-algo-mas.blogspot.com/2013/06/proximamente-suplemento-n-57.html

Actualmente mantiene activo el blog Etéreo con poesía y artes visuales de su autoría http://aurabanksetereo.blogspot.com y el canal Aura Banks–Fotógrafa Venezolana-YouTube

acbb74@gmail.com

 

 

REFUGIO

Aura Banks ©

 

¿Cómo definir el lugar donde duermes?

¿Cómo definir el lugar donde te bañas?

¿Cómo definir el lugar donde comes?

¿Cómo definir el lugar donde están tus objetos más preciados?

Las cosas que no utilizas

Las cosas que pudieras necesitar

Las cosas de un por si acaso

La colección de zapatos

Las fotos de la vida

La vida de las fotos

El cómo fuiste en el pasado

El cómo serás en el futuro

Y un no sé

En el presente incierto

¿De cada hora, minuto o segundo?

Donde está mi cepillo de dientes

Donde está mi camiseta

Donde me escondo

Cuando no quiero que nadie me vea

De donde salgo para que me tomen en cuenta

Donde me quedo y descanso

Donde estoy enferma y nadie se entera

Donde llega un amigo y todo el mundo se da cuenta

Donde están mis mascotas y se pierden por una quincena

Donde mi tesoro más sagrado llega y hace la tarea

Duerme sueños de ángeles

Y en la mañana se despierta

Se baña, desayuna y va a la escuela

Donde con los brazos abiertos espero que vuelva

Y de la mano vamos una vida entera

Media, más o menos,

Quién puede dar la cuenta exacta

Si la vida es una quimera

Si entras o sales,

Si te escondes o descansas

Qué otro nombre puede recibir

Mi recinto sagrado

Mi santuario,

Hogar o casa

 

 

5 DE FEBRERO

Aura Banks ©

 

Día en que María cumple diez años

Nueve años hace desde aquel sábado

Cuando la autora de mi vida me acompañó

A abandonar el nido

Tomamos la autopista y en caravana llegamos

Tristes pero contentos

A un nuevo destino

Un pajarito había crecido

Estaba abriendo sus hermosas alas

En tan solo un suspiro

Corto tiempo de compañía

Día largo, atareado y tranquilo

Respiro profundo, película en la mente

Los años transcurridos,

Techo sobre mi cresta azul claro

Luz intensa y de repente un ruido

Tiempo detenido

Y supe entonces

Hace nueve años

Que tú también habías volado del nido

Te convertiste en ángel

Y no habías hecho maletas

Ni siquiera pediste permiso

Y es que tú fuiste al cielo para darle más brillo

Ahora, luego de tanto tiempo

Comprendo que era para que estuviéramos unidos

Tú siendo ángel de luz y yo, madre de un hermoso niño.

Día de felicidad, de aniversario, cumpleaños y suspiros.

 

 

¿QUIÉN SOY YO? LO DESCONOZCO

Aura Banks ©

 

¿Quién soy yo?

Lo desconozco

Sé que me creó un hombre y una mujer

Que crecí en su vientre durante ocho meses

Que fue un parto difícil, que duró ocho minutos

Que era blanca como la nieve

Que me sujetaba fuerte

Para que no me confundieran con la Luna llena

O un cuarto creciente

¿Quién soy yo?

Lo desconozco

Aprendí a leer y a escribir

A los cuatro años

Cambiaba las muñecas por los carros de mis hermanos

Siempre obtenía buenas calificaciones

En primaria y bachillerato

Practicaba boxeo y les ganaba a los muchachos

¿Quién soy yo?

Lo desconozco

Siempre dibujé, cree con mis manos

Fui al Tecnológico

Trabajé duro, cuidé de mis hermanos

Fui mano derecha de mi madre

Soy hija de padres divorciados

Tuve muchos enamorados

Pocos los amados y de corazón ninguno odiado

¿Quién soy yo?

Lo desconozco

Trabajé en distintas cosas

Niñera, doméstica, artista plástico

Ejecutiva de ventas

Y el mejor de todos

Madre de mi hijo

Y maestra de mi escuela

¿Quién soy yo?

Lo desconozco

Hace siete años empecé una nueva carrera

La más importante: Madre

Hoy, mañana y siempre

Profesión que no caduca y siempre hay que estar alerta

Y en la universidad decidí ser maestra de preescolar

Vivir entre querubines

Aunque a veces las cosas son complejas

Porque trabajar con ángeles es una agotadora faena.

¿Quién soy yo?

Lo desconozco

Con toda una vida recorrida

Registro Civil, partida de nacimiento

Cédula de identidad, tipo de sangre

Recibo de pago, cuenta en el banco y sueldo

Ahora estudio fotografía

Me dio por escribir y sigo teniendo sueños

Aunque suene incoherente

Pregunto entonces

¿Quién soy yo?

Lo desconozco

 

 

 

JESÚS QUINTANILLA OSORIO

Originario de San Cristóbal de las Casas (Chiapas), México, es un escritor profesional, autor de numerosos libros, entre los cuales se encuentran disponibles en la red, Humanos sintéticos, La educación como modelo liberador, Mujeres disolutas en la literatura, entre otros. Ha obtenido numerosos premios, entre los que destacan, Premio Internacional Ensayo Periodismo, en Limaclara, Argentina, (2012); mención honorífica internacional de la Revista Katharsis en 2008, segundo lugar nacional de escritores de teatro para adolescentes en Puebla, México (1993).

Ha publicado en las revistas The Upper Room de Nashville (Tennessee, Estados Unidos, editada en 40 idiomas), Prisma (México, 2016), Ecos Cotidianos (México, DF), Migraciones Forzadas (España, Inglaterra, editada en cuatro idiomas), entre otras.

chusino66@hotmail.com

 

 

LLEGADA

Jesús Quintanilla Osorio ©

 

He llegado a Chetumal ya entrada la noche.

Mi padre vino conduciendo a gran velocidad desde Escárcega, porque Jorge se ha quemado la cara con el vapor del radiador del Dodge Dart.

Sinceramente, el viaje desde mi natal San Cristóbal de las Casas había sido entretenido hasta el accidente de mi hermano, pasando por la selva negra y todo ese ambiente caluroso, después de la heladez de mi ciudad, pero después de esto, la travesía de Escárcega a Chetumal parece haber sucedido en pocos segundos, dada la desesperación de mi madre al ver a Jorge con el rostro en carne viva. Yo le veía con mucha aprehensión, espantado por el pellejo y el amasijo de carne cubriendo su rostro. Temía que jamás se recuperara. He venido con el miedo corroyéndome. Al entrar a Chetumal, el sofocante calor tropical me ha aventado su bocanada a la cara.

El doctor Amaro nos ha recibido en su casa para atender a Jorge. Yo estoy, con mis otros hermanos, esperando en la sala del galeno.

Al fin, mis papás salen con un Jorge con rostro de estarse aguantando las ganas de llorar y nos encaminamos a casa de mi tía Dina.

Al acostarme, apenas puedo dormir por el calor y la lluvia de mosquitos que me cubren.

 

 

LUNA DOS

Jesús Quintanilla Osorio ©

 

Dicen las antiguas historias, antes de la Era de Elyon, de la existencia de una sola luna.

No me puedo imaginar un solo satélite girando en silencio alrededor de la Tierra. Quienes lo cuentan, nos dejan boquiabiertos con sus descripciones.

Cuando contemplo ambas lunas en una noche estrellada, sus haces de luz, convierten la noche más obscura en un día casi al amanecer. Es más, si apago las luces de mi autodeslizador en la carretera entre los suburbios y ciudad Luces, no necesito de más luz. Se ve bien claro, y la visión es mágica.

Mis abuelos conocieron el mundo cuando sólo existía Luna Uno y asegúranlo cual para mi es una fantasía- que la llegada de Luna Dos fue por el golpe de un cometa de los que orbitan fuera del cinturón de Kipper, lo cual se me antoja irremediablemente un cuento para dormir. Es más obvio pensar en la explicación científica de las órbitas impares que enseñan en la Escuela Secundaria y sobre la cual, ningún colegial de primer grado señala algo contrario. Según esta historia, Luna Dos estaba antes orbitando nuestro vecino Marte junto a Deimos y fue atraída por Luna Uno. Esto parece más verosímil para creer que las locuras de mis antepasados que nos aterraban de niños haciéndonos creer el peligro de Noctambulus, un planeta gigantesco errante acercándose a nuestro mundo para sembrar terror y muerte, y cuya principal señal de advertencia sería la presencia del segundo satélite. En lo personal, como desde niño observé las dos lunas y me parecen de lo más natural en el cielo nocturno y hasta las extraño cuando se nubla, no cuestiono para nada su existencia.

Claro, en algunos de mis vecinos mayores que aseguran que Fobos, la “fobia”, como ellos le llaman a Luna dos, ha aumentado la furia de los remolinos esos que se aparecen cada siete días, y de las torrenciales lluvias, aunque se dice de las olas gigantes que ellos llaman tsunamis, bautizadas por los tecnometeorólogos del siglo XX, que antes eran menos devastadoras, lo cual suena increíble dada la voracidad y poder destructor de los últimos tsunamis, como el que arrasó con los restos de lo que fuera Nueva York.

Lo cierto es que, con nuestra muy avanzada tecnología actual, Luna Dos es nada más un espectáculo estelar para nuestros afiebrados ojos.

Pienso en ello, mientras mi vehículo me conduce entre las interminables calles eléctricas hasta la casa de mis padres, dos dignatarios de la Federación Asiática Europea que viven en una enorme mansión cercana al río Sena Dos, primo de aquel que rodeaba París antes de la gran guerra (por cierto, en Historia Antigua nos hablan de dos guerras muy devastadoras aunque ninguna nuclear, como la última), y cuyos sirvientes, dos cyborgs de aspecto sumamente bonachón, al llegar yo, me reciben con la cortesía de siempre y recogen mi abrigo de pieles de muérdago, mientras me ponen al tanto del menú tan exótico como siempre:

“Son rebanadas de salmún de Júpiter, y una ensalada de vegetales del asteroide Ceres, y un excelente vino de la colonia externa de Marte”, me dicen entre los dos, intercalándose entre ellos para no hablar al mismo tiempo.

Sonrío ante esta escena y veo a mi madre, cuya sonrisa de siempre parece menos ancha que usualmente, lo cual enseguida le hago notar.

“¿Estás bien, madre?”

“Ay, hijo, el embajador Moses no ha traído las mejores nuevas.”

Moses es el delegado de la Federación Interplanetaria y visita a mis progenitores desde antes que yo naciera, por lo cual le tienen confianza, y si ha revelado algo que signifique problemas siendo el tan mesurado, eso sí es de preocupar.

“¿Cuáles son las nuevas?”

Al tiempo de decir esto, nos sentamos alrededor de la mesa de cochibamba que siempre huele a sándalo.

“Prefiero que tomes algo fuerte antes de saberlo, hijo.”

Y llamando a uno de los sirvientes, pido un Tenesi, una especie de licor azufrado con un dejo de guaraná muy sabroso, y que, a la vez, tiene el don de tranquilizar los ánimos del más recalcitrante.

Una vez he abrevado un poco de la fuerte bebida, el ceño fruncido de mi madre se relaja un tanto.

“Muy bien mamá… ¿de qué se trata y por qué te veo tan alarmada…? Es inusual verte así.”

“Tu padre se ha reunido con el líder hace algunas horas y están considerando declarar el estado de emergencia”.

Al oír esto, se me cae el alma a los pies.

“¿Qué es tan grave como para declarar emergencia?”

Mi mamá no es fácil de espantar. Ha sido una guerrera de tiempos más álgidos, y aún así, su rostro descompuesto,

me sobresalta.

“Tráeme uno igual”, le dice al androide barman.

“Me estas asustando mami”, digo con un hilillo de voz.

“Necesito un momento, hijo.”

Trato de recordar las veces en las cuales he visto a mi progenitora realmente asustada, y solo puedo rememorar el ataque de las arañas mutantes en el campo de Soelandia en la colonia exterior de Marte cuando yo era un infante.

Incluso cuando los cíclopes de Arcadia intentaron tomar la plaza Sintagmas de la Luna Titán, la autora de mis días no mostró más que un cierto interés por el tamaño de los invasores, restándole valor a su potencial peligro, segura de que sabríamos contenerlo, lo cual sucedió tal y como ella previó. Por eso, su visible reacción nerviosa y la inquietud que veo en su siempre tranquilo semblante me causan una desazón y un pálpito en el corazón que amenaza con derrumbarme.

Luego de apurar de un trago la bebida y pedir otra de lo mismo, comienza a tejer con palabras sus temores.

“Luna Dos es un caballo de Troya”, anuncia con un dejo de misterio tan insondable que creo haber escuchado mal.

“¿Caballo de Troya?”

“¿Recuerdas la clase de Antoine, el maestro de Historias de la Antepasada historia?”

Me viene a la mente la imagen de un neptuniano muy agradable que sabía de la Historia Antiquísima de la Tierra más que sus propios habitantes y que se bautizó el mismo con el “apodo” de Antoine, porque su largo nombre neptuniano nadie le entendía pues sonaba algo así como aarggggrerrd. Con estudios en la Academia Antropos de la Galaxia Sera, a dos años luz de Alfa Centauri, Antoine, siempre sería recordado por sus didácticas explicaciones. Cuando nos contó la historia del caballo de Troya, llevó un caballito de la isla Andrómeda que aunque parecía inanimado estaba vivo. Fue una gran diversión para los niños. Ahora que mamá me hace referencia a esa clase, recuerdo la idea.

“Es cuando meten los soldados en la panza de un caballo gigante de madera y así invaden la ciudad de Troya, ¿verdad?”

“Esa es…”

“¿Y por qué es como el caballo de Troya?”

“Porque todos hemos aceptado a Luna Dos, o como le dice la abuela, Fobos, pero nadie pensó siquiera que fuera un puesto de avanzada de Noctambulus y apenas descubrió tu padre que tenemos espías en el Consejo… Cyborgs a las órdenes de Noctambulus.”

“¡Pero si noctambulus es una fantasía de algún escritor de ficción!”

“Desafortunadamente no, hijo… Es real.”

Nos quedamos callados, y yo trato de asimilar esta extraña idea.

“Quiere decir que Noctambulus está acercándose.”

La mirada de mi madre me lo confirma y no necesita decir nada.

“¿Y qué se puede hacer?”, pregunto con cierta incertidumbre.

“Honestamente no sé”, me confiesa ella.

En eso, un cyborg nos interrumpe.

“Señora, le llaman del Consejo.”

Ella me deja pegado a mis miedos, y se va, mientras uno de los sirvientes se acerca a mí, y dice con muy educada voz.

“Joven, ¿desea que le sirva otra bebida?”

Niego enfático con la cabeza.

Me levanto y al acercarme a la ventana panorámica, veo luces en el cielo, fuera de lo común de las dos lunas, y trato de entender su origen o procedencia. Son azuladas y de magnifica vista. Sin embargo, un sentido muy agudo e imperceptible para muchos, me avisa de un peligro inminente.

El caballo de Troya tenía soldados en sus entrañas, los cuales invadieron la antiquísima ciudad troyana mientras los confiados habitantes descansaban. Aguzo mi vista, y con los prismáticos integrados a la visión nocturna del

receptáculo de mi ojo, aumento mi percepción. Dentro de las hermosas luces azules, descienden velozmente figuras humanoides no visibles a simple vista: seguramente soldados invasores.

Llamo a un androide y le pido fotografíe en su memoria la imagen y se la lleve a mi madre. El ente metálico obedece y en breve corre a llevar el mensaje.

Recibo un mensaje en mi dictáfono anexo a la oreja derecha.

“Hijo, ya los hemos visto… Escóndete, vienen a destruir a los jóvenes.”

“¿Y tú, madre?”

“Papá y yo estaremos bien, escóndete.”

Sin pensarlo, subo a mi auto deslizador, y lo programo para buscar la ruta más rápida a la ciudad subterránea. En segundos, penetro a un túnel iluminado, mientras escucho afuera explosiones diversas. Ya en el refugio, veo a través de las cámaras de visión nocturna del exterior que disfrazan su señal con pulsos electromagnéticos. Luna Dos parece más grande y se acerca peligrosamente hacia nosotros.

¿Será el fin?

Calenda, mi ex novia, piensa en los humanoides como semejantes a los reptilianos de Pegasus, pero con más aspecto humano. De cualquier manera, mientras el miedo nos rodea y se pega a nosotros como una segunda piel, hablo ante una veintena de jóvenes con rostros demudados y llenos de presagios.

“Estimados amigos… Sé que en este momento no sabemos cómo proceder y tememos por nuestros parientes en el exterior… Las fuerzas leales a nuestro imperio pelean contra los invasores, pero no sabemos a ciencia cierta qué está ocurriendo afuera”.

“Sin embargo, debemos conservar la calma. Turnémonos para observar en el sensor de exteriores y por cualquier cosa, tengamos una guardia permanente mientras los demás descansan.

Dado que somos 24, propongo 6 grupos de 4 integrantes para los turnos… Yo tomaré la primera guardia, por si alguien desea sumarse.”

Tres de mis amigos, entre ellos mi ex, se juntaron conmigo. Fue una larga noche. 

El sensor solo muestra escenas crudas al caer los invasores en hogares indefensos y cómo las fuerzas terrícolas logran victorias o son derrotados alternándose una y otra situación a lo largo de la velada.

Cuando amanece, Ciudad Luces está ocupada por los poderes invasores, e imagino a mis padres siendo ultrajados o algo peor.

Al caer la tarde, aquellos entes, que a la luz del día evidencian su fealdad y el parecido que Calenda les concedió a los reptilianos, emiten una señal de audio, y aunque al principio parece ininteligible, logramos entender lo siguiente. Está en idioma klingsor.

“Terrícolas, somos la primera partida de soldados de Noctambulus… Les ofrecemos una muerte digna a los jóvenes que se presenten antes de la medianoche en el cuartel, ubicado en la antigua sede de su gobierno anterior”.

Todos nos vemos con estupefacción.

“A quienes no decidan rendirse, les esperan los dolores más atroces por parte de los escuadrones de élite, nuestros Cuasiescorpions” (muestran la imagen de un extraño ente con forma simiesca y cola de escorpión que ruge ferozmente).

“No tendrán compasión ni existe negociación alguna.”

Y las imágenes subsecuentes, muestran la ferocidad de esos monstruos que avasallan familias enteras, despedazándolos.

Muchos en la sala, lloran. La desesperanza se lee en los rostros.

“¿Qué dices a esto, líder?”, me increpa un joven con rostro lloroso y macilento.

“Es hora de ser fuertes, amigo”

“Tú no eres mi amigo, no evitaste que mataran a los míos”, casi escupe las palabras.

“No he podido hacer nada, como tú tampoco. Mis padres no sé que suerte han corrido, no eres el único que sufre”.

Y el muchacho baja la mirada.

Los demás se internan en sí mismos, y solo Calenda me ve con ojos de bondad.

“No le hagas caso, es su dolor el que habla”, me consuela.

“Lo sé, corazón, y me siento impotente.”

“Luna dos siempre fue algo extraña… No sabía que escondía la muerte”, sentencia ella con voz lúgubre.

El tiempo transcurre. Casi ha dado la medianoche. Un temor avieso se ha apoderado de casi todos nosotros, y la única que permanece incólume es mi ex, Calenda.

Me acerco a ella, un poco confuso por su fortaleza.

“¿No te atemoriza todo esto, los invasores, nuestro futuro?”

“No, porque sé que saldremos adelante.”

Su seguridad me sorprende sobremanera.

“¿Cómo estás tan segura?”

“Es algo que no te puedo explicar, sinceramente, pero estoy segura”.

En ese momento, se oye un fuerte sonido en la pared norte y algunos de los adormilados, se despiertan espantados.

“Parece que el combate está muy cercano a nosotros.”

Y en ese instante, una especie de escarabajo metálico penetra las paredes.

Calenda sonríe.

“Nuestros refuerzos”, dice con aplomo.

Extrañado, pienso en sus palabras.

“¿Nos traicionará?”

“¡No lo sé!”

Del aparato, al abrirse la especie de mandíbulas, descienden dos jóvenes bien parecidos.

“Ellos son mis hermanos, de Octania, la Luna de Prometeo”, me los presenta.

“¿No eres terrícola?”, pregunto con asombro.

“Yo sí. Naci en una expedición a este mundo y me quedé… Ellos son de Prometeo, y son mis mejores amigos”, me anuncia.

“Tenemos muchas fuerzas con nosotros… Nosotros apenas somos la avanzada… La Tierra es el hogar de nuestra hermana y no permitiremos a estos noctambulenses que se apoderen de su mundo”, me dice uno de ellos, el más extrovertido.

Esto me ha dejado asombrado en extremo. Calenda siempre me pareció muy especial. Algo de su belleza, me mostraba que no era completamente terrícola, y una bondad innata en ella que no supe valorar.

Al cabo de unas horas, cuando ya ha anochecido, Calenda me muestra la gran actividad que sus amigos ya tienen en un punto cercano a la ciudad, donde se han reunido las fuerzas leales a nuestro mundo, provenientes de Prometeo. Los invasores han aumentado su actividad durante la noche y están patrullando la ciudad y ahora se aventuran hasta en la parte boscosa, pensando que quizá pueden sorprendernos en alguno de sus recorridos.

Calenda y sus amigos prometeanos, tienen instalados sensores en drones que orbitan cerca de nuestros linderos y nos avisan cualquier intrusión. Son nuestros mejores vigilantes.

En el segundo día, cuando pareciera que ya estamos vencidos, y los invasores cantan sus loas de victoria, de pronto una enorme cámara donde se han reunido ellos, estalla espectacularmente y veo la expresión de triunfo de Calenda.

“Gracias a Dios los terrícolas son nuevamente dueños de su mundo”, y sin pensarlo, me da un intenso beso en la boca, al cual respondo con intensidad.

“Nena, nunca debí haber terminado contigo”, le digo en medio de un sofocante beso.

Ella sonríe.

“¿Y cuándo terminamos que no supe?”, y con coqueta sonrisa, entiendo que me he anotado dos triunfos de una vez: Ver mi mundo libre de los malos y volver con el amor de mi vida.

 

 

 

NECHI DORADO

Nació en Buenos Aires, Argentina, un 30 de enero. Periodista —prensa alternativa—, narradora y poeta. Escribe cuentos, relatos y esboza poemas que son difundidos por varias revistas literarias virtuales y escritas.

Colaboradora en las ediciones literarias de Argenpress Cultural, Arena y Cal, Revista Literarte, Gaceta Virtual, Revista Narrativas, Calameo - Biblioteca de las Grandes Naciones, Realidades y Ficciones, Isla Bahía, Avatares Centro de Narrativa y Poesía, Del Tuyú Noticias, y otras.

Autora del libro de cuentos y relatos Destapando el silencio (2010, edición agotada) y Con sustancia dxs (2016, ilustraciones Beatriz Palmieri), ambos de Ediciones Amaru. Ha sido incluida también en diversas antologías.

Más sobre sus obras y trayectoria en los números 66, 75, 77, 80 y 82 del Suplemento de Realidades y Ficciones (ver ÍNDICE DE SUPLEMENTOS, o por su apellido en ÍNDICE DE AUTORES, en https://colaboraciones-literatura-y-algo-mas.blogspot.com/).

 

nechi.dorado@yahoo.com.ar

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https://textosnechidorado.blogspot.com/

 

 

ELLA CREE Y NO CREE

Nechi Dorado ©

 

Ella va por la vida con paso cansado arrastrando penas y alegrías, portando como autodefensa permanente una sola arma bien cargada, prolijamente controlada como para que nunca falle si hace falta: su sonrisa. Ella cree que hay castigos y no juicios, pero no cree en dioses ni en demonios aunque crea que algo, más allá de lo tangible, puede andar circundando cada momento que transcurre mientras el tren de la vida tritura guijarros con dirección efectiva entre las vías. Ella sabe que hay gente que se viste con piel de cordero, pero es lobo feroz. Y sabe que existen flores y también, plantas carnívoras, pero no cree que devoren hombres, sino insectos. Cree en entelequias, pero no cree en perfecciones aunque jamás profundizó en esquemas filosóficos.

Ella cree que hay noche y que hay día, que hay luna, hay sol y que hay estrellas. Que hay amor y que hay odio, que hay bien y hay mal. Que hay sinceridad e hipocresía. Ella no cree que lo blanco siempre es bueno o que lo negro, indefectiblemente, es malo; ella no cree en estigmatizaciones, aunque sabe muy bien que sí, existen. Ella anda sola, aunque a su lado caminen montones de personas, siendo esa soledad su amiga inseparable por esas cosas tan extrañas de los andares. No acostumbra pedir, rogar y mucho menos suplicar, trata de ser racionalmente irracional, o quizás, irracionalmente racional, aunque en realidad cree que no lo ha logrado, todavía.

Podrá parecer extraña, misteriosa, trashumante, pero yo miro sus ojos y leo en ellos como quien dirige su mirada a un libro abierto. Y conozco su pena, la última, la más desgarradora entre otras no menos desgarrantes. La que le permitió deducir, sin tanto esfuerzo, que una gran pena arruina, muchas veces, a la más bella alegría. Lo aprendió como quien asimila una lección dictada a cachetazos un día en que frente al mar se le ocurrió contarme que ella cree y no cree cuando se trata de diferenciar a la vida de la muerte. Me contó que hubo una vez en la que un pequeño colibrí le susurró al oído antes de emprender un viaje hacia la nada.

—Mi pequeño colibrí, me dijo ella: —Fue una mañana de aquellas que uno no quisiera sufrir de ningún modo. Quedó como tatuada a fuego sobre los jirones de un alma incinerada, que era mía. —Fue una mañana de esas en las que como frente al golpe artero de un hachazo, se derrumbaron esperanzas amasadas. —Mi pequeño colibrí alzó su vuelo incierto, no sé, rumbo a cualquier estrella de fuego. Voló con la fuerza de un águila imparable rumbo a algún pozo insondable que no estaba abierto, en mis sueños. —Ni imaginado siquiera.

Y siguió contándome: —Mi pequeño colibrí alzó su vuelo confundido entre nunca de olvidos y siempre de recuerdos. Y ya no pude verlo, ¡tan alto que voló y yo lo esperaba con mis brazos abiertos, ensayando caricias para darle, ni bien llegara a este mundo tan complejo! —No me dejó mecerlo. Tampoco pude cantarle alguna nana tal como hiciera mi abuela cuando me acunaba entre sus brazos tiernos. —Mi pequeño colibrí alzó algún vuelo dislocado, errante, abandonado de mi mano, en la que hoy falta la suya. —Y yo, ¡tan fuerte yo, según me creen!, no fui capaz de seguir ese vuelo, tan solo quedé observándolo de lejos, paralizada, inmóvil, enredada en una nube de pánico asfixiante. —Y él, tan pequeño, indefenso, solitario, pudo cargar en su piquito de oro un trozo del alma rota, que era mía. —¡Tan solo estaba mi pequeño colibrí! ¡Tan solo estaba!, que alzó su vuelo eterno sin darme tiempo, siquiera, para entregarle un beso. Apenas pude bañarlo con mi llanto.

—Se alejó dejándome los ojos oxidados, el corazón sangrando casi yermo y esta tristeza infinita que no cesa, anclada en mis sentidos. —Por eso creo y no creo, dijo ella, porque no encuentro explicación cuando de los ojos brotan lágrimas y alguien dice que apenas si son pruebas a las que debés aceptar, ser sometido. —Es entonces, amiga mía, continuó diciendo, cuando tu alter ego se formula mil preguntas que nadie habrá de poder responder de ningún modo. Sin embargo, pese a todo, sigo creyendo que es ilusorio que los conejos vivan en el estómago de las galeras. Pero no creo que el sol pretenda clandestinizar a gritos a la luna.

 

 

 

MIGUEL ARENAS MARTÍN

Escritor nacido en 1959 en Madrid, España. Tras una larga carrera profesional en el mundo de las nuevas tecnologías decide empezar a escribir.

En 2019 publica Doble Vida en el Laberinto (Ediciones Alféizar). Una novela que usa a un androide como gancho futurista para armar la historia. La obra analiza las consecuencias de las decisiones que tomamos y cómo afectan a las personas que amamos. Busca demostrar que, pese a todo, siempre hay una puerta abierta para recuperar el amor.

En 2020 publica La Realidad que el Espejo Esconde (Neverland Ediciones). En esta novela, el protagonista empieza a repasar lo que ha sido su vida. Es como si se colocase delante de la soledad de un espejo para repasar su pasado y su presente e imaginar el futuro que le gustaría. En esa reflexión, íntima y personal, descubre a otros personajes que se miran en los mismos espejos y surgen las inevitables comparaciones.

En febrero de 2021 autopublica 2039 Mis Sueños Ficción. Es un conjunto de ocho relatos, bajo el recurso literario de fingir que sueña el mundo del 2039. Nos cuenta como cree que serán, en ese año, algunas de nuestras facetas de la vida: el ocio, el sexo, la educación, etc.

Escritor tardío y amante de la vida, escribe sobre temas que hagan pensar y a la vez diviertan. Busca enganchar al que lea sus obras. Habla de la vida que conoce y de la que imagina o sueña. Sus obras nos llevan a escenarios imprevistos, pero siempre dejan un saldo positivo y de confianza en el ser humano.

miguelarenasmartin.mam@gmail.com

 

 

EL PLACER EN MIS SENTIDOS

Miguel Arenas Martín ©

 

De pie, inmóvil, pienso

en el muro infinito

que sepultó mi cuerpo.

Me convenzo de que necesito,

sin miedo, vencerlo.

Hacia él me aproximo

con paso incierto.

Busco en mis bolsillos

la llave que tembloroso encuentro.

Tras intentarlo, la cerradura atino.

y consigo dubitativo el acierto.

La bisagra y el pernio, un molesto chirrido

con placer percibo y oigo contento,

En mi rostro, hasta mí se vino,

el suave frescor del viento.

Oigo graznidos, veo el colorido

y huelo el aroma que siento

de flores y campos florecidos.

Naturaleza de Primavera que presiento,

libertad en mi cuerpo que adivino.

Los ojos fuertemente cierro,

imaginar ansío mi nuevo camino.

En mi mente reposar los sonidos dejo.

Lleno los pulmones del aire que respiro.

Paso a paso, con gozo bendito, recupero,

el placer completo en todos mis sentidos.

 

 

EN LA CUNA HABÍA UN NIÑO

Miguel Arenas Martín ©

 

En la cuna había un niño,

a su lado su madre llegaba.

Con esmero lo cogía

y en sus manos lo levantaba.

 

La madre, con sus dos lunas brillantes,

proyectaba la mirada

sobre el minúsculo e indefenso

producto de sus entrañas.

 

Al olor de la madre

el niño se desperezaba,

a la visión de su madre,

el hambre se le despertaba.

 

Llanto de niño que empieza lento

hasta romper la calma.

La madre que sabe porqué

los pechos se desnudaba.

 

Al olor de la madre leche,

la cara del niño se iluminaba,

los ojos, de par en par, se le abrían,

y de llorar cesaba.

 

La madre, sus dos nubes de algodón

blanco, al niño las acercaba

y con dos cálidos grifos, el manantial

de sus senos, al niño alimentaba.

 

Al sabor de la comida,

como si fuera maná

caído del cielo, rápido

su sed y hambre se calmaba.

 

Así, madre e hijo, el uno al otro

la vida se brindaban.

Hasta que ya no era necesario

más leche amamantada.

 

La madre, en la cuna ponía al niño.

Con una sábana blanca

lo cubría con cariño

y a su lado se quedaba.

 

Sus labios, dos rubíes tallados,

con ternura lo besaban

y generaban una suave voz

que el viento tornaba en nana.

 

Sus brazos, dos velas desplegadas,

la cuna con mimo balanceaban

hasta lograr que el niño

con placidez descansara.

 

El niño, con rostro complacido,

en sueños inhalaba

el perfume del amor

de la madre que lo cuidaba.

 

En la cuna había un niño,

a su lado su madre quedaba,

hasta que estaba segura

de que su niño no la necesitaba.

 

 

 

NURIA DE ESPINOSA

Escritora autodidacta, nacida en Rubí (Barcelona), España. Fundadora de Mujeres Creativas del Valles.

Ha publicado los poemarios Mis poemas y relatos cortos, Sentimientos vitales, Momentos, A corazón abierto, El silencio de la luna. Y las novelas No estoy sola, Luces y sombras de un pasado y La catástrofe que marcó un pueblo.

Ha participado en más de treinta antologías de narrativa y poesía. Y participa en diversas revistas digitales y en papel, así como en varios clubes de escritores y webs de literatura.

Colaboradora habitual de Realidades y Ficciones, Armando Cuentos, Sociedad de Escritores, Revista Pceudocuentos, Club36, Retos en Femenino, Letrarium, Ópera Prima, Cyrano, VadeReto y Grupo literario Literpo.

Tiene en su haber diversos premios de narrativa y poesía. Ha sido homenajeada en varias webs literarias y su poesía ha sido recitada en variedad de emisoras de radio. Entrevistada por distintos programas radiofónicos, Tv3, y TvOnaSans.

Más sobre sus obras y trayectoria en los números 51, 68 y 73 del Suplemento de Realidades y Ficciones (ver ÍNDICE DE SUPLEMENTOS, o por su apellido en ÍNDICE DE AUTORES, en https://colaboraciones-literatura-y-algo-mas.blogspot.com/).

nuriaescritora@gmail.com

nuria.escritora@gmail.com

https://escritoranuriadeespinosa.blogspot.com/

 

 

EL INTERROGATORIO

Nuria de Espinosa ©

 

No podía posponerlo por más tiempo. Llevaba toda la noche sin dormir y estaba agotada. Suspiró y entró de nuevo en la sala de interrogatorios.

—Espero que haya recapacitado y esté dispuesto a confesar. Si coopera se ahorrará tres o cuatro años de cárcel.

El detenido guardó silencio.

—¡Maldita sea! Le caerán de diez a quince años por asesinato —amenazó Emma, teniente de homicidios.

—¡Cojonudo! —dijo su abogado, que acababa de entrar en la sala— intimidación y retención ilegal, ya que no tiene ni una sola prueba contra mi defendido; va a tener que dar muchas explicaciones, teniente.

—Su defendido fue detenido en la escena del crimen, abogado de pacotilla —replicó Emma a la vez que lo fulminaba con la mirada.

—¿Y eso le convierte en culpable, detective?, ¿tiene pruebas o el arma homicida? Estoy seguro que no, o en tal caso ya estaría en el calabozo. ¿Me equivoco? Si no deja inmediatamente en libertad a mi cliente, se pasará el resto del año rellenando papeles.

Se produjo un inquieto silencio. El aire de la sala estaba cada vez más enrarecido, y el olor a sudor del detenido comenzaba a ser nauseabundo. Emma se dio cuenta de que al detenido le temblaban las manos y avanzó medio paso hacia él en actitud furiosa.

—¡No saldrás tan fácilmente de esta, capullo! —le gritó.

—Está usted amenazando a mi cliente, detective. La demandará por amenazas y no volverá a trabajar nunca más.

El detenido miraba a Emma con expresión angustiosa, parecía acobardado. Por un segundo le pareció que iba a empezar a hablar, pero agachó la cabeza y permaneció en silencio.

—Espere un momento, abogado. Quizás consiga sorprenderle, empiezo a cansarme de usted y de su cliente —dijo mientras salía de la sala dando un portazo.

Al cabo de unos minutos, entró de nuevo.

—Bien, abogado Fints, su cliente queda detenido por asesinato con agravante y alevosía.

—¿De qué está hablando, teniente? ¿Es otra de sus tretas? —contestó furioso el abogado—. No tiene pruebas de nada. Le reitero que deje a mi cliente en libertad de inmediato.

—Tenemos un testigo que vio como asesinaba al vigilante del muelle 32, incluso el lugar donde tiró el arma. Es más, el testigo asegura que lo vio rondar por el puerto durante varias noches.

El abogado se quedó petrificado. Miró a su cliente con rabia. Durante unos minutos guardó silencio pensando cómo se lo tomaría su padre, el alcalde de la ciudad, que llevaba meses intentando que su hijo dejase las drogas.

—Por lo visto, su cliente era asiduo en los muelles, donde adquiría la cocaína, aunque esta vez no quería pagar, estaba a punto de dejar la ciudad cuando fue detenido —añadió la teniente.

—No hagas ninguna declaración, sino es en mi presencia —advirtió el abogado a su cliente—. Detective, nos veremos en los tribunales, buenas noches.

Emma ni se molestó en contestar.

El joven pidió un poco de agua. Se la trajeron y mientras bebía, la detective y el policía de la sala comentaban las horas tan duras que habían transcurrido hasta encontrar un testigo. De pronto el detenido comenzó a echar espuma por la boca, se había tomado una píldora tóxica que ocultaba tras el ojal de uno de los botones de su camisa. Lo irónico fueron las noticias que aparecieron al día siguiente en los diarios.

“El hijo del alcalde de la ciudad, fallece tras un infarto, a causa de una enfermedad cardiaca”

—Políticos de mierda —murmuró Emma, tras leer los titulares y tirar con rabia el periódico a la papelera.

 

 

 

SUPLEMENTO DE REALIDADES Y FICCIONES
Nº 91 – Septiembre de 2021 – Año XII
ISSN 2250-5385 – Edición trimestral
Exp. RE-2021-05113952-APN-DNDA#MJ del 19/1/2021, Dirección Nacional del Derecho de Autor / República Argentina.

Propietario y director: Héctor Zabala
Av. Del Libertador 6039 (C1428ARD)
Ciudad de Buenos Aires, Argentina
zab_he@hotmail.com
http://hector-zabala.blogspot.com/
Currículo en revista Realidades y Ficciones Nº 40:
https://revista-realidades-y-ficciones.blogspot.com/2019/12/realidades-y-ficciones-revista.html

 

Colaboradores

Corrección general:
Noelia Natalia Barchuk Löwer
Resistencia (Chaco), Argentina
alfana79@hotmail.com
http://noelia-barchuk-literatura.blogspot.com.ar/
Currículo en Suplemento de Realidades y Ficciones Nº 88:
https://colaboraciones-literatura-y-algo-mas.blogspot.com/2020/12/suplemento-derealidades-y-ficciones-n.html



Ilustración de carátula y emblema:
Mónica Villarreal
Scottsdale (Arizona), Estados Unidos
Monterrey (Nuevo León), México
monvillarreal@hotmail.com
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Currículo en revista Realidades y Ficciones Nº 17:
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Las opiniones vertidas en los artículos de esta publicación son de exclusiva responsabilidad del autor pertinente.

 

“Realidades y Ficciones”
Mónica Villarreal (2014)
acrílico y óleo sobre
papel-lienzo, 30 cm x 30 cm

 


2 comentarios:

  1. Me encanta. Es una belleza. Un honor participar. Abrazos

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  2. Excelente. Saludos cordiales a todos los participantes. Gracias muchas Gracias por el espacio dado.

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