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"Vuela..." Mónica Villarreal (2020) (Acrílico sobre papel, 14" x 11") |
Sumario:
•
Estela BARRENECHEA (Argentina)
•
César Eugenio VÁSQUEZ LÓPEZ (Chile)
•
Amelia ARELLANO (Argentina)
•
Ainhoa BÁRCENA ESCARTI (España)
•
Matías BONORA BERENGUER (Argentina)
•
María José HERNÁNDEZ LÓPEZ (España)
•
Ricardo Antonio DÍAZ (Chile - Francia)
•
Rubén IELMINI (Argentina)
•
Francisco ATENCIA GÓMEZ (Colombia)
•
Araceli Birmania ARÉVALO CÓRDOVA (Ecuador)
•
Ezequiel SCHEPKE (Argentina)
•
Anna BANASIAK (Polonia)
ESTELA BARRENECHEA
Poeta, narradora y estudiosa de la filosofía, nació en Buenos Aires, Argentina, el 17/2/1938, ciudad en que reside.
Graduada como Contadora Pública Nacional en
Colaboradora de instituciones filosóficas, publicó
artículos en diarios y revistas de la especialidad. Como expositora presentó
distintas ponencias en jornadas de filosofía y poesía.
Además de organizadora de jornadas de filosofía, fue
expositora en el lapso 1991-2000.
Obtuvo primeros premios y otros reconocimientos de
orden literario en su país y en el exterior.
Ha publicado varios poemarios, libros de narrativa
(novela y cuentos), así como de filosofía. También participó en antologías
diversas. El listado de sus obras publicadas se encuentra en Realidades y
Ficciones – Revista Literaria Nº 42.
Más de sus obras y trayectoria en:
• Realidades y Ficciones – Revista Literaria:
https://revista-realidades-y-ficciones.blogspot.com/2015/12/
(Nº 23)
https://revista-realidades-y-ficciones.blogspot.com/2016/09/
(Nº 26)
https://revista-realidades-y-ficciones.blogspot.com/2019/03/
(Nº 37)
https://revista-realidades-y-ficciones.blogspot.com/2020/06/
(Nº 42)
• Suplemento de Realidades y Ficciones;
http://colaboraciones-literatura-y-algo-mas.blogspot.com/2015/09/
(Nº 66)
http://colaboraciones-literatura-y-algo-mas.blogspot.com/2016/09/
(Nº 70)
https://colaboraciones-literatura-y-algo-mas.blogspot.com/2019/03/ (Nº 81)
http://estelabarrenechea.blogspot.com.ar/
A
continuación, cuatro poemas de su nuevo libro Más allá y al mismo tiempo (Buenos Aires, Alción Editora, 2020):
PRELUDIO PARA UN CISNE
Estela
Barrenechea ©
Al fondo
de mí misma la música del cisne.
Allí
estaba inclinado
flotando
sobre las profundidades del lago.
Veo su
belleza que se expande y remolina ante mí.
La
sombra del ave, su espectro,
aún
navega como un mito,
hace
huella la plenitud,
la
transparencia,
como
destello de un ideal perdido.
En el
silencio de la noche,
oyendo
el maullido sin tiempo de los gatos,
me
acurruqué entre las sábanas, agitada.
Allí vi
al cuervo, abriendo su pico,
quemando
mi voz.
Un
chillido vociferando sobre mi piel.
Era el
ave majestuosa de Poe diciendo, “Nunca más”.
En mi
pesadilla, (nunca más el ideal, el amor).
Oh
sonido,
que
retumba en las paredes de mi cuarto,
que
resuena en mi interior,
y no me
deja hablar ni pensar.
Hago
sordo esos ruidos y así,
emerge
surreal otra luz,
otra
música,
otra
imagen que columpia.
La
figura grácil del cisne suspendida
en las
orillas del ojo.
CARTAGENA
Estela
Barrenechea ©
Vi un
ejército de esqueletos,
Galería de
ausentes, tertulia de sombras
Juan Manuel Roca
I
Al
fondo, muy al fondo
las
sombras de Pedro de Heredia y la voz de la conciencia.
Ocurre
que anochece en las islas.
Ocurre
que me desperezo con el tablado de la historia.
Ocurre
que quisiera cruzar el tiempo.
Ocurre
que vuelvo en mí y los fantasmas aparecen.
Me
asombro de saber que estoy aquí
y veo
aunque no quiera
jirones
de carne oscura en los danzones de la muerte.
Y veo
aunque no quiera
un
tráfico de esclavos en la cruzada del infierno.
Sangre,
azotes y lágrimas
como
excrecencias de la ambición.
De un
extremo a otro, la muralla de piedra es una dádiva de la guerra.
Hoy por
hoy el paisaje oculta la fragua del oro.
El
hechizo de la ciudad no acalla la apetencia
en el
reino de los olvidos.
Son ecos
de otro tiempo de impunidad flotando en la ciudad.
II
Los
turistas escarban los restos de una lengua inventada.
Saludan
lo antiguo sin importarles un rábano
cómo se
apilaron las piedras.
La vieja
estirpe no abre la oscura página.
Una
porción de azul agrega horror y belleza a la roca.
¿Quién
sabe dónde se ha encallado tanta intemperie?
A
Estela
Barrenechea ©
Piedra es
piedra
aleación de
soledad, espacio y tiempo
Jorge Enrique Ramponi
Figuras
de piedra
como un
oleaje del tiempo
tuercen
las palabras.
Los
puntos de luz se fijan y
el color
atrapa
la
espuma del sol.
La
cordillera iluminada extravía.
Remontar
los pedruscos
y llegar
a la cima apaga la lengua
como si
el lenguaje se hiciera añicos ante la línea del horizonte.
Sospecho
la fiesta terrible que me subyace.
Veo a
los montes como cicatrices de la eternidad.
Demasiada
escena para mí estar en la cumbre
rodeada
de puños de viento.
Una
travesía inacabable entre lo visible y lo invisible.
El
paisaje traspasa mi cuerpo.
Desconcierta
la altura y aún más la soledad.
¿Por qué
vuelan los pájaros órbitas extrañas
en ese
sitio seco del mundo?
Entre el
secreto y el desorden de la materia,
¿Seré
acaso yo piedra hecha a dentelladas, apenas una deriva
de las
cenizas de un volcán?
¿Por qué
la roca resucita comarcas de guerra?
La
tensión que produce la piedra me desmadra del tiempo.
Desde
las torres de la cordillera he visto
cómo
acechan los volcanes en el largo camino de los Andes,
su
furia, su movimiento.
¿Estará
allí el secreto de una escena muy vieja?
¿Estás
ahí adentro?
MADAME BOVARY
Estela
Barrenechea ©
Un hombre,
al menos, es libre;
puede
recorrer las pasiones y los países, atravesar los obstáculos, gustar los placeres
más lejanos. Pero a una mujer esto le está continuamente vedado.
Fuerte y
flexible a la vez, tiene en contra de sí la flojez de la carne
con las
dependencias de la ley. Su voluntad, como el velo de su sombrero sujeto por un
cordón, palpita a todos los
vientos;
siempre hay algún deseo que arrastra,
pero alguna
conveniencia social que retiene
Madame
Bovary,
Gustave Flaubert
Voces de
riesgo
en sus
sueños interminables.
Exotismo.
Pasión.
Materia
de placer.
Cuerpo
expuesto.
Trayecto
de fiebre
sostenido
en la dificultad,
en la
mentira,
en la
ingenuidad.
Hasta el
confín del riesgo
trasgrede
lo social,
desea lo
superfluo,
y se
insinúa al otro sexo.
En su
arbitrio no sostiene
el
matrimonio burgués.
Sin la
médula del amor
las
fuerzas mundanas la destrozan.
Esos
patrones borran la vida y
trazan
su fracaso.
Su
rebeldía individual es vista
como
artificio,
como
huevo de serpiente,
como
burla a la moral.
Presa
del camino de la muerte,
la
pesadilla del mal
como una
aguja de acero mete la cabeza
en los
agujeros de su cuerpo.
CÉSAR
EUGENIO VÁSQUEZ LÓPEZ
Poeta, filósofo y ensayista chileno.
• Director y creador de la revista “Alas de la literatura”
(1981-1983).
• Autor del libro de poesía Las
Voces (1984).
• Publicación de artículos de literatura y filosofía en “Cultural
del diario
• Ganador de
• Publicación de ensayos de literatura y filosofía en “Cultural
del diario
Desde 1996 dicta talleres de poesía estática, además de clases de
filosofía y de lectura del tarot. Tiene publicaciones en 25 revistas
hispanoamericanas, con artículos de filosofía y poesía en distintos portales
como Astrolabio.net, Letras S.5 y El
Bolígrafo.
Más de sus obras y trayectoria en Suplemento de Realidades y
Ficciones Nº 2:
http://colaboraciones-literatura-y-algo-mas.blogspot.com/2010/10/cesar-eugenio-vasquez-lopez.html
DELIRIOS
César Vásquez López ©
Así como el estruendo
de una lluvia y su ventisca…
¿Eres el perenne clamor
que me viene de lo hondo?
¿¿Mi Ser primigenio, mi cósmica semilla?
¿En qué transfiguración
lumbre será mi espíritu?
En un sopor del pensamiento
el inmensurable vuelo.
¿Es tiempo de transformación?
El canto de mis raíces
como eternal llama,
como fugaz viento.
Adámica conciencia
empiezas a germinar en mi Yo.
Somos un todo:
Yo, relámpago y abismo;
Tú, lumínico lodazal.
En este abisal revuelo
soy manantial del Verbo.
El enigma de ser hombre,
la sombra de Satán.
Pletórico de formas
en la tierra aparezco:
como alada serpiente,
como ángel terrenal.
Mis alas cual fogaradas
del prístino caos
asemejan:
a un fantasmagórico pájaro,
a un infernal Dragón.
En un sideral silencio
alumbrada mi alma,
por la mordedura de
del Paraíso de Adán.
Adámica conciencia
soy el espíritu hacedor de símbolos.
Tal águila que con sus garfas
esboza en la terráquea cáscara,
los enigmas del rayo y la oscuridad.
En un murmullo
de mi subterráneo Ser;
se develan los misterios del hombre
trasbocado a su infinita soledad.
Mi espíritu cual silente Demiurgo…
Por
devorados el hombre y su efímera historia.
Adámica conciencia
en un temblor del alma
el origen del iluminado…
EL HOMBRE
ADÁMICO
César Vásquez López ©
Remecido por místicos vientos
silente divaga el Hombre de barro.
Tal inefable musitar:
como el alma de Adán
en su primigenio temblor.
Cual Génesis:
el insondable diluvio terrenal.
Azaroso camino de siembra:
pletórico de simbologías
toda una fértil cosecha.
Guiado por la lumbre
el enigma de la lóbrega noche.
En su mortandad:
de súbito el fantasmagórico
símbolo del mal.
Parece la vida ciclo diminuto:
arrojados a las fauces de
al martirio del Madero…
Preferible ser axioma
en el acaecer del devenir.
Peregrinando por el terrenal Paraíso
atisba el espíritu su desvelo.
Somos fugaces siluetas:
trasbocados al Árbol del cognomento,
a
Cual trémula ventisca…
Somos:
Hijos del lodo,
de un Pájaro redentor.
Ah, de todo esto
el Hombre alado, sus huesos abandona:
para retornar al prístino fuego,
a la morada de lo abisal.
(Derecho Intelectual:
108.115, Chile)
AMELIA ARELLANO
San Luis, Argentina. Escritora. Licenciada en Psicología. Psicóloga Social.
Colabora
con sus textos literarios en medios locales y en sitios web, nacionales e
internacionales. Sus producciones han sido traducidas al inglés, alemán,
italiano y catalán.
Ha
publicado narrativa, ensayo y poesía. Ha ganado premios y distinciones
nacionales, provinciales e internacionales, con jurados tales como Osvaldo
Bayer, Horacio Salas, Tununa Mercado, Jorge Brega.
Se
identifica con los movimientos de género y con los de reivindicación de las
culturas populares. Cree que el rol del escritor debe ser dinámico y
comprometido. Su tema de preocupación siempre ha sido el de
Socia
fundadora y presidente actual del Movimiento Cultural Poetas del Exilio.
Más
obras de esta poeta en Suplemento de Realidades y Ficciones Nº 85:
https://colaboraciones-literatura-y-algo-mas.blogspot.com/2020/03/
ÉXODOS
Amelia
Arellano ©
ÉXODO I
En mi
casa pueblo han hecho nido los adioses.
Aleteos
de pájaros sombríos.
El sol
es una aureola gris.
Se han
marchado todos.
Los
hombres, los pájaros, el río.
Los
árboles en desdichada sed,
con su
alma de niño,
sin
preguntas los siguen.
En mi
casa pueblo anidan los escombros.
Herencias
de ayer.
Algunas
flores quedan
sobre
las tumbas quietas,
abonadas
por el polvo de los que no se van
porque
se fueron.
En mi
casa pueblo ya no queda nadie.
Sólo las
calles, largas avenidas de lamentos.
Allá, a
lo lejos, donde acaban los sueños,
el
viento, piadoso, desliza sobre el pueblo
la señal
de la cruz.
ÉXODO II
Guarda
esa congoja, amor. La rosa está de luto.
Ellos se
han ido. Quedan sus nombres y un territorio ausente.
No hay
nada.
Ni
siquiera el miedo.
En la
pupila muerta de la tarde
no hay
ancestros ni dioses.
Sólo
adioses.
Está el
sol, siempre el mismo, pero otro sol.
Es tibia
caricia que desgrana el alba,
pero
también castigo
que
deshace la luna y la memoria.
Está el
viento, otro viento, el mismo viento.
Pero la
brújula del tiempo ha enloquecido.
Rota
gira en su círculo sin edad.
Y sopla
el viento, piadosamente sopla.
Pero es
en vano.
Para que
las sendas caminen
deben
saber al menos
adónde
van los pies.
Guarda
esa congoja, amor.
Ellos ya
no están.
Tampoco
yo.
LOS PERROS DEL MIEDO
Amelia
Arellano ©
Sin
anunciarse.
Nuevamente,
han llegado los perros del miedo.
En
sangrientas jaurías
Ya no
temo.
Son
parte de mis antiguas criptas.
Escamas
sobre escamas.
Los
conozco, los acepto.
Como los
excrementos y las moscas.
Como las
pesadillas y los piojos.
Como los
mocos y el hedor.
Huésped
de burdeles celestiales
Hambre y
uvas de amatista
Velo
blanco, país inmaculado de la misoginia.
Onan,
Don Juan, Edipo, Maquiavelo.
El niño
lleva ambos ojos vendados.
Danza de
psicotrópicos. Sodoma. Príapo.
¿Como he
de temer, entonces?
¿Cómo
temer?
¿Las
sangrientas jaurías de los miedos?
NANA DE LAS PALABRAS
Amelia
Arellano ©
“Mis
palabras suben volando,
mis
pensamientos se quedan aquí abajo;
palabras
sin pensamientos,
nunca
llegan al cielo.”
William Shakespeare
Todos
los días. Todos.
Menos
los tiempos de los errantes miedos.
Ella, encierra
todas las mujeres, todas.
Hija,
madre, esposa. Nona, hermana.
Acaso
amante desterrada.
Las que
están acá.
Las que
quedaron en la patria lejana.
Las que
se fueron en esta nueva tierra.
Guarda
sus palabras espejadas.
Ella.
Todo
sirve.
El baúl
de la abuela.
Las
cajitas de sándalo.
Un vaso
de cristal de camafeo.
Un
cántaro de barro.
Mamushkas.
Una
concha de nácar.
Una
nuez. Una almendra.
Un
poliedro de cuarzo.
Un
libro. Un corazón.
Los ojos
de un infante dormido.
Las
desbroza de penas y las guarda.
Luego
las saca, claro.
En
tiempos de sequía, en hambrunas.
En
éxodos. En destierros.
Algunas,
vuelven, en amores tardíos.
Pequeñas
rosas negras se enredan en su pelo.
Otras,
caen como cascadas de golondrinas blancas.
Salen
guaguas, con sabor a frutilla.
Buscan
la panza de los niños de barro.
Pájaros
surgen. Pañuelitos. Pétalos. Lino. Raso.
Dócilmente
calman la exaltación del hombre.
—Saben,
que el amor es ardor y ternura—
Las más
frágiles, caen en barquitos de papel, al mar.
Ella
sube, las acuna, les canta, las escucha, las piensa.
Les da
vuelo. Aova.
Deposita
nuevamente en la arena… y las nace.
En la
arena… las nace…
AINHOA BÁRCENA ESCARTI
(Cádiz, España, 1984) Reside en Madrid. Narradora. Ha sido galardonada con múltiples distinciones en certámenes literarios.
Varios
libros en e-book (Amazon): Todas las
cosas que escribí cuando ninguno de ellos miraba, Terror Express,
Descorazonados. Su obra La muchacha
de la ventana fue publicada en castellano y en gallego (A rapaza da ventá).
Asimismo,
tiene varios cuentos en antologías, así como en diversas páginas y revistas
literarias.
Más
sobre sus obras en Suplemento de Realidades y Ficciones: http://colaboraciones-literatura-y-algo-mas.blogspot.com.ar/2014/03/
(Nº 60)
http://colaboraciones-literatura-y-algo-mas.blogspot.com/2014/03/
(Nº 74)
https://colaboraciones-literatura-y-algo-mas.blogspot.com/2019/09/ (Nº 83)
http://www.redescritoresespa.com/B/barcenaE.htm
http://ornitorrincoinwonderland.blogspot.com/
http://www.toshirouniversodeainhoa.blogspot.com/
http://parquedeideas.blogspot.com/
POTENCIALIDADES Y ACTOS
Ainhoa
Bárcena Escarti ©
La noche
cedió y dejó su lugar a la mañana, apenas logró dormir algo. Durante casi toda
la noche se dedicó a pensamientos y recuerdos que sabía no llevaban a nada.
Salió a la calle como cada día. Pero aquel era un día distinto, todo le
recordaba a aquel amor, a eso que no volverá. Le buscaba entre las caras de los
conocidos y desconocidos con los que se cruzaba. Justo antes de subir al
autobús creyó ver su cara a lo lejos, en un segundo imaginó todo lo que pasaría
si se cruzaran y con ello cambiaran el final que dejaron escrito hace años. No
pensaba en aquel que ahora rellenaba su vida y su cama. Dejó que el autobús se
fuera y la cara se acercara. Ya veía su nueva y perfecta vida junto a él otra
vez. Pero no era él. La ilusión se desvaneció y recordó la realidad de esos
tiempos tormentosos, que ya tenía idealizados. Y que quizá aquel final que se
dio fue el que fue sin vuelta atrás. Subió al siguiente autobús, se sentó. Miró
por la ventanilla y se preguntó si lo suyo sería un final abierto o cerrado.
LEJANÍAS
Ainhoa
Bárcena Escarti ©
—Las peores distancias son las que te alejan
de alguien que tienes a un centímetro.
Entonces
se puso los auriculares en las orejas y miró por la ventanilla durante todo el
viaje.
EL SECUESTRO
Ainhoa
Bárcena Escarti ©
Cuando
el alcalde se acercó al cañón, supimos que deberíamos convocar a elecciones.
Aquello no acabaría bien, pronto todos estaríamos muertos en los muros de esa
habitación donde nos escondía. Aquel gesto de valor del alcalde no serviría o
solo para que al fin disparara lleno de furia. Disparó. Me quede mirando,
atado, esperando entre temblores mi próximo fin. Para mí ¿habría otra bala, o
quizás más de una repartidas por mi anatomía? Pero aquel no sería el día. Se
llevaron arrastrando el cadáver del alcalde por el suelo. Cerraron la puerta y
esta vez me encontré solo entre la espesa oscuridad esperando y esperando mi
momento. Aún se olía la sangre del alcalde en el suelo. Continué esperando lo
que fueron horas, ningún ruido se escuchaba, esperaba ansioso la sucesión de
los hechos. Pasaron más horas o lo que yo entendía por ellas. Se abre la
puerta, el hombre de la máscara entra, me golpea la cabeza y me deja
inconsciente. Despierto solo, atado en mitad de una carretera que no reconozco,
me han soltado, ya no tendrán una bala para mí.
ESCRIBIR
Ainhoa
Bárcena Escarti ©
Él le
miró con detenimiento tras leer aquel inmaculado folio realizado a mano.
Entonces antes que la pregunta obvia saliera de la boca del joven chico
asustado dijo:
—Cuando
escribes, esto debe ser una necesidad, una extensión de tu vida, si lo haces
por intentar impresionar a alguien o por algo que no seas tú mismo, olvídalo.
Si vives lo que escribes, si respiras cada palabra, entonces te digan lo que te
digan eres escritor.
El chico
recogió su folio, miró al hombre, un extraño hasta hace unos minutos, y
encontrándose a sí mismo durante unos minutos, rompió el papel. Aquella tarde
decidió comenzar a preparar unas oposiciones.
(Dedicado
a la inspiración que me lo inspiró)
Ainhoa
Bárcena Escarti ©
Él era
perfecto, el grosor de sus labios, la redondez de su pupila, el largo de sus
pestañas, la forma de su cabeza, el brillo de sus uñas y como estas encajaban
en sus dedos, su olor, la manera que tenía a veces de arrastrar las palabras
mientras hablaba, ese gesto de no entender nada un tanto patético que ponía
cuando algo le extrañaba, la forma de colgar la mochila sobre su hombro, su
torpeza, su seguridad un tanto chulesca y su íntima inseguridad, sus ojos, su
media sonrisa y su sonrisa entera, el sonido constante de sus pasos desde
lejos, el color de su pelo, la media barba que se dejaba a veces, esa peculiar
manera de estar pálido o moreno, su indiferencia, su cara de preocupación, su
enfado, su ingenio, esa habilidad que poseía de hacer ver fácil lo más
complejo, la cicatriz de su codo que se hizo de pequeño en una caída, la roída
pulsera de cuero que nunca se quitaba, su voz dirigiéndose a mí, sus ojos
mirándome, él en mis sueños y aún es perfecto en mi desconsuelo, el color de
sus labios, el rosado de su lengua, la anchura de su espalda, la caída de sus ojos,
su forma de correr, como me miraba a veces por encima de sus oscuras gafas de
sol, como sonaba mi nombre en su boca, la forma de decepcionarme sin saberlo,
la manera de sin querer absorber mi vida, el cómo me lo quito todo al
marcharse, el no enterarse de todo lo que yo pensaba, era perfecta esa manera
de ser él mismo, la anchura de sus fosas nasales, la redondez del lóbulo de sus
orejas, la oscuridad de sus ojos, su nombre, su casa, su habitación, los
recuerdos que guardo, el desaparecer de mi vida y no volver, y la certeza de su
no presencia, que jamás reaparecerá ante mis ojos. Aun así, estoy segura de
saltarme algo, ah sí, la forma que tenía de hacerme sentir especial. Él era
todo eso y más, aunque no estoy segura que lo supiera. Le amaba tanto, le amo
tanto. Ha pasado tanto tiempo y tantas cosas. Siento a veces, que él no es el
recuerdo que tengo. Siento que ya no le amo a él sino a la idea que guardo de
él.
MATÍAS BONORA BERENGUER
Nació en Buenos Aires, Argentina, en 1971. Es poeta, dramaturgo y guionista. Coordina Talleres literarios de escritura creativa y brindó seminarios de guion y de adaptación en el Programa Cultural en Barrios del Gobierno de
Es autor
de dos libros de poesía, participó en diferentes antologías de editoriales de
Argentina. Colabora en revistas literarias digitales como Revista Pluma,
Tantalia, Aristos Internacional, Blog Lazos de Arte y Amistad y, desde hoy, en
Realidades y Ficciones.
En
guiones colaboró para la escritura de documentales del Canal Encuentro, para
Recibió
Premio Mención por el Concurso Micro Ficción Radial, 2018, Argentores; Mención
de Honor en XXX Concurso Internacional de Poesía, “Iluminando Continentes”,
Instituto Cultural Latinoamericano 2012 y finalista por
https://es.calameo.com/accounts/6173828
—Antología—
Matías Bonora
Berenguer ©
ELLA
—Fémina—
Con un
linaje a cuestas
Ella
avanza
con su
manantial de vida
sobre
perfumada fronda
de
hollejo, breña y lejanía.
Abrevan
de su fortaleza
la
atávica esencia que brinda
desde la
fragilidad de su encanto.
¡Y habita!
todos
los soles
que la
alumbran.
¡Y
llora!
la
soledad del ardor
en su
denuedo.
¡Y
aloja!
Maternidades
en
insomnes
puntos
suspensivos…
¡Y
abraza!
la
humanidad que renace
en cada
ofrenda
con la
gleba de su herida
que no
cesa.
La
esquina espera
sin tiempo ni edades.
Transcurre
entre latidos de urbe
en la
indiferencia de los pasos
e insomne queda,
desde
pretéritas madrugadas
de lumbre y baldosa.
Cardinal
coordenada de encuentros
y despedidas,
de beso y de muerte,
de sombra, traición
y caricia…
La
esquina es umbral.
Frontera
que no cesa
en la
quietud del mundo,
capturado
entre
horizontes de cordón,
adoquín y un cielo
que cabía en su charco.
Abrevo
en la memoria
que
grita
cuando
mi sombra de juventud
allí
respira… la persigo,
peregrino
del misterio.
Y camino
en la esquina de la infancia
y me llaman esas voces,
que allí quedaron y me esperan
sin edades
ni soles.
ASIMÉTRICOS
—a
emergidos Maestros & entrenadores de Elite—.
Con una
soberbia a cuestas
destilan
ocasos
con
mendicantes palabras
del puño
incierto
y
coagulan infancias,
ofrendadas
desde tempranos cuerpos
del
lúdico anhelo en su bostezo.
Son
mercaderes
del esfuerzo ajeno,
la
sombra de una envidia
que
depreda
la
sonrisa del músculo en su destreza,
naufraga
la plenitud en tardías pubertades
que se
ahogan en silencioso llanto,
de una
adolescencia en disciplina.
Con
cenital ineptitud para
muerden
la sangre de los sueños
y beben
el néctar
del
salario del desprecio.
Pretéritos
gritos
aturden,
todavía, las edades en equilibrio
y
desamparo.
La
soledad abraza al atleta
con su
alma esguinzada…
que
repite sus días, día tras día
y
ardiente respira,
amarrado
al color de lejano recuerdo;
entre
erguidos tendones por diques
contra
el olvido
del
crepuscular latido.
® Buenos Aires, Argentina, Julio de
2020
MARÍA JOSÉ HERNÁNDEZ LÓPEZ
(Madrid, España, 1977) Licenciada en Filología Hispánica por
ÍNFIMO
María
José Hernández López ©
A punto
de nieve, esta mañana el hielo ha congelado los cristales del salón. Los
chupones cristalizan el rocío de los helechos que se inclinan hacia el suelo
pidiendo clemencia sin que roce la tierra escarchada. Tomo algunas notas. La
necesidad de avituallamiento me exaspera y la incomunicación es un desagradable
recordatorio de no poder hacer nada al respecto. Los llantos de sonajero
interrumpen mi soliloquio. El pecho. Succiona, mi niño. Dulces golpecitos en la
espalda. Las nanas de la abuela suavizan los párpados ya soñadores. Corro la
cortina jaspeada y veo que la quitanieves está próximo y a muy pocos kilómetros
de aquí. Espero, no sé si en vano, que el puerto quede abierto en un par de
horas para poder al menos transitar y traer algo de comida. Pocos vecinos bajan
al pueblo. En la parte trasera de la cocina aún quedan algunos troncos
partidos. Enciendo el horno de leña. A mi espalda un golpe de viento abre la
verja con brusquedad. Intuyo. Mi vello se eriza mientras mi mano alcanza el
pomo de la puerta. A mis pies un reguero de sangre me conduce a la caseta del
perro. Veo cómo Charlie se lame las heridas con un gesto de dolor agudo. Me
arrodillo y le acaricio para que se tranquilice. Noto su pulso acelerado. Y el
aliento del francotirador muy cerca de mí. Me retiro instintivamente. Un
proyectil impacta en la empalizada. Me resguardo en la despensa. Cojo la
escopeta y disparo al aire sin apenas descubrirme. Otro disparo me desafía. Y
varios impactos de mi escopeta le responden, ahuyentándolo. Me asomo y veo
entre los matorrales a un hombre que levanta los brazos. Despacio, me acerco,
pero sin dejar de apuntarle. Bajo el cañón de la escopeta. Es Santi, el vecino.
Traigo algo de comida, Tere. El puerto se abrirá en una hora. Solo pude
conseguir esto. Procura pasar un buen día y cuídate de los cazadores furtivos.
Descuida, lo haré. Gracias. Entro en la casa y me cercioro de que todo está en
orden. Aún no las tengo todas conmigo: un silencio de calma chicha rodea toda
la casa. Guardo las provisiones en la despensa. Pero mi instinto no se fía.
Oigo el crujir de la madera. Y unos pasos. Tengo el gatillo preparado. Espero a
que se asome. Disparo. No lo remato, ya tiene entre ceja y ceja el tiro de
gracia. Con la culata de la escopeta empujo el cuerpo hacia la puerta lateral
del jardín. En pocos segundos, su cadáver en el suelo helado desaparece como si
nunca hubiese existido. Las huellas de sangre se quedan huérfanas. Charlie
olfatea nuevos copos de nieve y el hielo empaña de nuevo los cristales del
salón. Una ínfima nota de amor toca el timbre de la puerta, los llantos de
sonajero me sacuden el alma... Regresas.
VERANO DE BARRIO
María
José Hernández López ©
Caracolas
y rumor a mar. Unas huellas de limón derriten la arena de la playa cuando la
bola de helado se evapora en tu cucurucho. Una suave marejadilla de agua y
peces cosquillea los dedos y la planta de mis pies... ¡Qué relax! Solo quedan
dos rodajas de melón en la cocina. El ventilador remueve el aire asfixiante de
la habitación. Todavía aquí. A la espera de que la hora o el día llegue. O
simplemente que el momento quede en suspenso. Los molinillos de viento en las
terrazas son el único indicio de vida humana en el silencio de esta calle en
repechón. La ciudad, por fin, se ha quitado, el corsé de la prisa y se despoja
del stress. La tarde es infinita en el minutero de la noche. Una luna de papel
se descuelga en el cielo mientras cenamos patatas fritas y algo de comida
china. Que no se me olvide descongelar la nevera. La peli del TCM está
entretenida... es buena. El ventilador aún encendido... Voy a esperar a que
refresque un poquito. Me inunda un sopor de siestecilla olvidada. Un sueño sin
sandalias ni reloj. Me he quedado dormida.... ¿Me llevas en brazos hasta la
cama? Dentro de seis horas será temprano. Quiero ver otro cielo, otras
estrellas... pero un ataque de lucidez me hace despertar del todo. Recuerdo no
haber echado la llave del piso. Escucho ruidos en el office....
RICARDO ANTONIO DÍAZ
Mi ciudad natal Punta Arenas, Chile, paisaje de nieve y ovejas, acompañó mis primeros estudios junto a los marineros, a los hombres del petróleo y al ovejero «ese Rey sin trono fijo…”. Luego atravesando el Golfo de Penas, el Cabo de Hornos, caminando el mar y los puertos del Sur, llegué a Valparaíso, colinas y mar. Allí, encumbrado en el cerro Playa Ancha, república del viento, mis estudios secundarios y universitarios. Diploma de profesor de Castellano… siempre mirando la mar desde el Pedagógico, Universidad de Chile, nacieron sueños… utopías de un mundo mejor para todos. De pronto, un 11 de septiembre, todo eso se acaba… Recomenzar un camino, lejos, con palabras de exilio, enterrando dolores… sueños… utopías… aquí en Burdeos, Francia, tierra roja de vino y sangre, puerto de ayer… una maestría en literatura chilena… luego un diploma de Educador Especializado. Mi alma, Caleuche del Sur, navegando con la escritura… con la poesía.
NIEBLA
Ricardo
Antonio Díaz ©
Desde la
ventana del tren veía pasar los árboles, las imágenes de ayer, las viñas.
Se
detuvo el tren y el mundo también. Vi que yo atravesaba la ruta, evitando los
coches, en uno de ellos iba yo. Desde el tren miré como entraba a un
supermercado para comprar salsa de tomates, en general la prefiero natural o
con albahaca. Me vi pasar por una de las cajas en la que yo trabajaba todo el
santo día clic-clac-clic-clac… pagar…cobrar, clic-clac pagar… yo pagué a mí y
salí hacia la ruta, yo pasaba en otro coche. Fui hacia el tren que se ponía en
movimiento, allí yo estaba observándome.
El tren
se alejó poco a poco, sin humo… sin ruidos. El auto también partió conmigo,
perdiéndose de mi vista en una de las tantas curvas de la autopista. Me quedé
mirándome partir… en tren … en coche… a pie…
EL CIERRE DEL TIEMPO
Ricardo
Antonio Díaz ©
Estaba
sentado o mejor dicho casi sentado, ya que el espacio donde se encontraba era
angosto como un tubo y no podía ni desplazarse ni sentarse, las piernas
dobladas.
Estaba
cansado adolorido. Sus dedos, sus manos, su cuello, su cintura, sus rodillas,
sus pies, todo le dolía. Ya no le quedaba voz para quejarse, lo único que podía
hacer era esperar… esperar, ¿pero qué?… un buen plato de comida… no, no tenía
hambre, su estómago estaba destruido por los golpes, la electricidad… no era
comer lo que quería, tal vez salir de allí, no tampoco demasiado lejano, como
la ventanilla que percibía en lo alto.
Vivir al
menos un día más…
Sí… era
eso lo que deseaba, con un poco de suerte su torturador le daría menos golpes
hoy día, o quizás habría un corte de electricidad.
Espasmos,
luego náuseas, vomitó de nuevo sangre y más sangre por su boca, por su ano, por
las narices, por su pene, por las orejas.
Trató de
respirar regularmente, pero sus pulmones secos no se lo permitieron, jadeaba
como un perro, tratando de recuperar la ínfima partícula de aire.
Sus
tímpanos infectados no le permitían escuchar si venía o no su torturador.
Parecía que el único sentido que sobrevivía en él era su vista. Sus ojos
estaban fijos, mirando hacia la puerta.
Sus
recuerdos también permanecían aún. Se acordaba claramente del placer que había
sentido ayer cuando los golpes se habían detenido y la corriente había dejado
de hablar con su cuerpo.
Si
alguien le hubiera preguntado que hacía, por qué estaba allí, no habría sabido
contestarle.
Solo se
acordaba de ayer. Su vida era la mirada clavada en la puerta y la esperanza de
vivir un ayer más.
Unos
pasos resonaban, pero él no los escuchaba.
Miraba
la puerta.
Nota: Estas obras también
se encuentran en francés y llevan por títulos, Brouillard y La clôture du
temps.
RUBÉN
IELMINI
Reside en Mar del Plata (Buenos Aires), Argentina. Nació en 1947; es técnico mecánico. Trabajó en dibujo y pintura, como letrista y en dibujo humorístico (en los ‘70 colaboró en las revistas Humor, Hortensia, Rico Tipo y el diario Tiempo Argentino).
Mención
especial en el Concurso de Poema ilustrado de
Entre
sus gustos literarios se cuentan Cristian Bach (Juan Salvador Gaviota, Ilusiones) y Eduardo Sacheri (La pregunta de sus ojos, Papeles al viento).
Frecuenta la feria anual del libro de Mar del Plata.
Más
sobre su trayectoria y obra literaria en Suplemento de Realidades y Ficciones
Nº 84:
https://colaboraciones-literatura-y-algo-mas.blogspot.com/2019/12/
REGALO PARA UN CASTILLO
Rubén
Ielmini ©
Diez de
la mañana, café “El Colonial” de Cerrito y Funes; lugar concurrido por gente de
alto nivel.
Entra
don Bruno Castillo, señor mayor de lentes, diario en mano, muy elegante, viste
un saco azul camisa al tono, corbata de seda bordó, pantalón gris perla, una
paquetería de persona; se dirige a la mesa junto a una ventana con vista a
Funes, se acerca el mozo.
—¡Buenos
días, caballero, qué le sirvo!
—Buenos
días, tráigame un café con leche, más leche que café por favor. Con dos medias
lunas dulces y una salada, tostadas bien crocantes, un platito que contenga
mermelada de durazno y zapallo, más manteca y un exprimido de naranja.
—Enseguida
se lo traigo, caballero —don Bruno responde con una inclinación de cabeza
mientras abre el diario; minutos después llega el mozo.
—Permiso
caballero, su pedido.
Mira el
café con leche espumoso, con el diseño de un corazón que parece emitir latidos,
toma una tostada la unta con manteca y agrega una capa de la mermelada, de
durazno. Luego de deleitarse con esa exquisitez, le toca el turno a la
medialuna dulce, la corta al medio, hace un mix de manteca y mermelada de
naranja. Realiza un paneo del lugar, en la barra una pareja conversa con la
compañía de un café, en una mesa dos mayores hablando de política, solucionando
los problemas del país, y en otra, el infaltable grupo mixto de incomunicados,
sentados cada uno mirando su celular.
Ante
este panorama, donde nadie pone atención en su mesa, toma la medialuna con
mermelada y la moja en el café con leche. Al dar el primer bocado, entrecierra
los párpados y viaja por ese mundo del sabor conteniendo el gusto en su
paladar; es la mayor ceremonia que la vida le regala.
Al
finalizar el deleite de esa merienda, llama al mozo.
—Sí,
caballero, usted dirá.
—Un
whisky, con poco hielo, que sea el mejor, importado por supuesto —el mozo lo
miró con sorpresa ante ese pedido.
—Ya se
lo traigo, retiro esto y…
—¡No, no
retire nada! Todavía me queda la medialuna salada y un resto de esta exquisita
mermelada de durazno. Deje todo en la mesa.
Vuelve
el mozo con el pedido, un importado de un color bordó transparente. Apenas
asoma una minúscula cantidad de hielo, lo deja en un costado de la mesa junto a
la taza vacía y antes de que el camarero se retire, la voz de Bruno:
—¡Un
momento por favor! —toma la copa de whisky, mira el color, huele su aroma, bebe
una pequeña cantidad, mueve el liquido dentro de su boca inspira y exhala, mira
al camarero —¡Está perfecto, se puede retirar, gracias!— Termina su whisky y
llama al camarero.
—Mozo,
deseo felicitarlo. Muy bueno, todo de primer nivel y muy buen servicio.
—Muchas
gracias, para eso estamos. ¿Desea algo más?
—No,
gracias, esto es para usted, por su amable atención —le entrega un billete de
cien, el camarero sorprendido.
— ¡Pero
muchas gracias, caballero! No era para tanto. Bueno, gracias nuevamente… ¿le
traigo la cuenta?
—No, no
es necesario, porque no pienso pagar, es decir, pagué por su buen servicio,
porque usted es un empleado y nada tiene que ver.
—Disculpe
pero no entiendo, ¿me da una propina y no va a pagar la consumición?
—¡Exactamente,
no voy pagar ni un centavo!
—Me va a
disculpar, pero voy a tener que llamar al dueño.
—Pero
sí, hombre, haga lo que tenga que hacer, llámelo —aparece el dueño, detrás el
mozo.
—Buenas
tardes, señor, soy el dueño del bar. Me dice el camarero que no piensa pagar lo
que ha consumido.
—¡Afirmativo!
—¿Algún
problema de dinero? Si no le alcanza, puede hacerlo con tarjeta de crédito o
débito.
—No se
trata de falta de dinero, solo que no pienso pagar.
—Señor,
me está obligando a tener que llamar a un patrullero.
—¡Sí,
cómo no, llámelo! ¿Quiere hacerlo desde mi celular? Se lo presto, aquí tiene
—saca el celular de su saco y lo entrega. El dueño del bar viendo que la
situación se torna áspera, insiste.
—¿Me
puede explicar su comportamiento? Usted es un señor mayor, bien vestido,
educado, y me hace una escena infantil, por favor.
Don
Bruno prende el celular, va a la galería de fotos, abre un archivo y le muestra
la foto de un joven de veinte años.
—¿Lo conoce?
—el dueño mira la foto.
— No, no
sé quien es.
—Se
llama Agustín Castillo, es mi nieto, hace un mes estuvo en este boliche…
—Caballero,
modere su lenguaje, esto no es un boliche, es un lugar de categoría, donde la
empresa se reserva el derecho de admisión.
—¡Ah, no
me diga! Entonces usted compórtese como el dueño de todo eso que dice porque la
realidad es otra. Mi nieto estuvo aquí por un aviso que pedía un mozo, y usted
lo tuvo desde las cuatro de la tarde hasta la medianoche; ocho horas haciéndolo
lavar copas, limpiando mesas y barriendo el local, y en ningún momento le dio
la oportunidad de agarrar la bandeja, después le dijo que lo iba a llamar para
pagarle el día y contratarlo en caso de que quedara elegido.
—Usted
lo acaba de decir, si no lo llamé, es porque no fue elegido.
—Pero,
además de no llamarlo, usted se hizo bien el pelotudo y nunca le pagó, vino
tres veces a reclamarle y nada… se cansó de venir, hasta sentía vergüenza
ajena. ¿Y me dice que esto es un lugar de categoría? ¡Usted es un caradura
chanta y chamuyero!
—Señor,
por favor, le ruego por favor, baje la voz…
—¡No
bajo un carajo! Y llame a la policía, así se entera que este lugar de categoría
está regenteado por un negrero como usted.
Pasaron
diez minutos, don Bruno Castillo sale del bar, hace una llamada y espera en la
esquina la llegada de un remise, sube y le dice al chofer.
—Cómo
andás, nene, llevame a casa.
—¿Abuelo,
qué estás haciendo acá?
—Cobrando
deudas, che, y me fue pluscuamperfecto, tomá esto es tuyo —le alcanza un par de
billetes.
—¿Pero
qué es esta plata? No entiendo.
—Es el
pago por tu día de trabajo en ese boliche de mierda.
—Abuelo,
¿qué hiciste, estás loco? Para que te habré contado eso que me pasó en el bar.
—¡No
señor, hiciste bien en decírmelo, un Castillo es un Castillo y a mi nieto de
apellido Castillo ningún sorete lo negrea!
—¿Y si
te metían en cana? Linda joda, justo hoy que es tu cumpleaños.
—Y… me
traían la torta con las velitas al calabozo, como al ingeniero bombita de Relatos Salvajes, ¡je, je! Tranquilo que
no pasa nada, cuando el dueño se vio apretado, curiosamente se acordó de vos,
me pidió muy amablemente que lo acompañe a la caja, sacó plata, me pagó y me
dijo que la consumición era una gentileza del local. Ese en su puta vida
contrata gente en negro —mira su reloj.
—A la
pelota, las once, la vieja se va a preocupar y quiero ayudarla a preparar las
cosas para esta noche, tus padres vienen temprano, me dijeron. ¿Venís con tu
novia, no?
—Sí,
corto a las doce, como algo, voy a una clase en la facu y a la noche vamos, no
me voy a perder las empanadas y los pollos al horno de la abuela.
—Ah,
venís solo por la comida, qué hijo de puta.
—No,
abu, por vos también, si sabés que te quiero, gracias por todo y feliz
cumpleaños, Castillo.
—Gracias
a vos… la verdad que este fue el mejor regalo de cumpleaños para un Castillo.
(ISBN 978-987-3657-22-1)
FRANCISCO ATENCIA GÓMEZ
Narrador y poeta colombiano nacido en Santiago de Tolú, Colombia. Su nombre completo es Francisco Tomás Atencia Gómez.
En su
ciudad natal, fue cofundador de los grupos literarios: Atij-Urica y Palanmgresueños,
de la revista Umbrales. Cofundador y
director del periódico de arte y literatura Tolukalit.
En Sincelejo hizo parte del periódico de arte y literatura Mexión, columnista del periódico Costa Alternativa.
Sus
escritos han a aparecido en varios periódicos de
Más de
su biografía y obras en Suplemento de Realidades y Ficciones Nº 58:
http://colaboraciones-literatura-y-algo-mas.blogspot.com/2013/09/
ALLÍ VA EL POETA
Francisco
Atencia Gómez ©
Allí va
el poeta
deslizándose
en el tiempo
Refleja
en su rostro
la
nostalgia
y en sus
ojos
el dolor
de muchos años
Anda
pasilento
Pero
canta...
Señora
el poeta
canta todavía
no lo
perturba el mal tiempo
ni las
cosas adversas
de este
mundo
Por
eso...
Si
tropieza con él
en su
devenir errante
no lo
perturbe
súbase al
andén y diga
como
dicen los demás:
Allí va
el poeta
deslizándose
en el tiempo
Francisco
Atencia Gómez ©
Qué
importa
si no me
sientan
en la
mesa principal
Qué
importa
si
hombres y mujeres elegantes
pasan
cerca y no me miran
Somos
diferentes:
Yo
me
siento frente al mar
platico
con las olas
y
presagio el tiempo en mi memoria
Ellos...
pasan
siempre presurosos
en busca
de ganancias
Yo
camino
lento y me preocupa
la
infelicidad del hombre
Ellos...
descifran
números y jeroglíficos
en la
pantalla del computador
Yo
soy
soñador
puedo
descifrar los mensajes
de los
dioses tutelares
en la
pantalla del crepúsculo
¿Para
qué
quiero
estar sentado
en la
mesa principal?
ARACELI BIRMANIA ARÉVALO CÓRDOVA
Nació en la ciudad de Machala, Ecuador, el 15/5/1978, como la sexta de diez hermanos. Desde niña las artes le llamaron la atención, aunque en sus primeros años de colegio no le gustaba literatura. Fue a los trece años que, en un concurso de declamación, encontró en Dolores Ventimilla de Galindo y su poema Quejas el amor por la poesía. Desde entonces compone para expresarse y aliviar el alma. En ella encuentra una amiga confidente, cada línea es un abrazo en el silencio y la palmadita que dice “no te preocupes, mañana será otro día”.
Ha
publicado algunos de sus poemas en redes sociales, hoy en el Suplemento de
Realidades y Ficciones.
Licenciada
en Artes Plásticas y Visuales por
ÁNGELES ETERNOS
Araceli
Birmania Arévalo Córdova ©
Aunque
tu corazón este roto,
ten
calma… que su mirada te protege,
su
voz es el latido de tu corazón,
diciendo
ama de nuevo.
Aunque
la agonía parezca ilimitada,
ten
calma… su luz te protege en este instante,
lo
hizo antes… lo hará ahora y siempre.
Aunque
no lo reconozcas está ahí
en
la mirada de todos,
dentro
de tu corazón,
eterno…
cual ángel para salvarte de la tristeza.
UN MUNDO PERFECTO
Araceli
Birmania Arévalo Córdova ©
En
el abismo del querer,
miro
a mis adentros… este querer perpetuo,
y
un deseo invade mi alma,
un
lugar donde reine la paz.
Mi
esperanza pinta mil colores,
aunque
todo parece estar lleno de oscuridad,
y
la crueldad sea el orden del día,
no,
no desespero… el sol brilla hoy.
En
mi memoria un recuerdo es latente,
mi
anhelo desde niña es ver,
ver…
un mundo perfecto,
mundo
donde la maldad sea expulsada.
EZEQUIEL SEBASTIÁN SCHEPKE
(Ciudad de Buenos Aires, Argentina, 1993). Está cursando el seminario Guion en el último año de la carrera de Licenciatura en Comunicación Audiovisual de
https://www.linkedin.com/in/ezequiel-schepke-85868328/
BAJO PERFIL
Ezequiel
Schepke ©
Tarde
típica de otoño. Alex partió de su departamento hacia el garaje de la vuelta.
Se vistió con la ropa lavada de cuando llegó la otra semana al barrio, misma
camisa, mismo pantalón, mismos zapatos. Todo el mundo lo miraba con cara de
póker; muy desaparecido, no se destacaba para nada de los demás.
Era
consciente de lo que debía lograr al final del día. Caminando, saludó al
portero, al policía, a los vecinos, también al diariero. Al entrar al garaje,
se dirigió al Ford K que había alquilado. Revisó el baúl, el pequeño bolso
estaba bien asegurado. Partió. Mientras manejaba, iba escuchando las noticias,
a la vez que tarareaba la cortina musical del informativo. Se sabía el viaje de
memoria: agarró primero por avenida Nazca, después por Rivadavia. Estacionó en
el otro garaje, el de la vuelta.
Ingresó
al banco donde había entrado como guardia de seguridad también la otra semana.
Llevaba el pequeño bolso. Sus compañeros le habían dejado facturas. Recién ahí
se fue a su puesto de trabajo. Miró el celular para saber la hora. Eran las 18,
estaba oscuro ya. Cuando percibió todo en absoluto silencio, agarró el bolso y
se metió en la sala de informática. No le importó las cámaras: total, quién iba
a sospechar. Bien podía decir que notó algo raro en la pantalla o que oyó un
ruido. Dejó el bolso debajo de los servidores, cuidando de ocultar sus
movimientos a la cámara. Después fue al baño. Por fin volvió a su puesto para
seguir con lo suyo.
Miró de
vuelta la pantalla que mostraban las cámaras, todo seguía tranquilo. Se hizo
otro café, se sirvió una medialuna de las que sobraron y esperó a terminar su
turno. Cuando se pudrió de la radio, prendió un cigarrillo y se quedó pensando
con el seño fruncido más de una hora. Con el último faso, volvió donde los
servidores, metió otro celular en un rincón, donde no lo detectarían tampoco las
cámaras.
Después
atendió los rutinarios llamados de control por si todo estaba en orden. Cuando
colgó, se fijó en la grabación, tanto de la primera como de la última vez que
había entrado. No había necesidad de borrar la grabación, era el nuevo, podía decir
perfectamente que a esa hora andaba inspeccionando de vuelta todas las áreas.
Ahora sabía que solo debía esperar.
Alex
nunca levantaría sospecha, había pensado todo al mínimo detalle. Calculado
todo. Aunque también sabía que la decisión era arriesgada, aun así no le
importó. Todo iba va a terminar bien, se dijo. Solo debía esperar e irse.
Ya en la
calle, llamó a su amigo Luis, hablaron brevemente. Manejó el Ford K hasta
Avellaneda. Llegó, tocó el timbre. Luis le abrió. Se pusieron a tomar unas
cervezas. Luis no advirtió que su amigo estuviera un poco más atento al celular
de lo normal. Cuando estuvo lista la carne al horno con papas, se pusieron a
ver el partido de Racing e Independiente.
Racing
ganó dos a cero, Alex lo cargó a Luis. Enseguida lo saludó y volvió al auto.
Encendió la radio y de paso otro cigarrillo. Llegó a su departamento muy tarde.
Cambió el uniforme de seguridad por ropa cómoda, se sirvió un whisky con hielo.
En el living, prendió la compu, vio que todo salía perfecto y después de cinco
minutos, programando un código, con un simple clic logró completar el trabajo.
Antes de irse a dormir, abrió su cuenta bancaria: pudo ver en la pantalla que
había logrado robarse la recaudación del banco. Al acostarse, recibió una
llamada anónima, la atendió:
—¿Ya
está todo listo para financiar la nueva cepa del virus? —dijo una voz con
filtro grave.
—Sí, ya
me encargué, no se preocupen, el plan sigue en marcha, esto recién empieza
—contestó antes de colgar.
Luego,
rompió el celular. Ya no quedaría prueba alguna. Millonario y en paz, se durmió
tranquilo.
Todo el
mundo —individuos, gobiernos, fuerzas armadas, servicios secretos— tardó en
reaccionar ante la amenaza mundial e invisible. Pero Alex quedaba al margen, en
el anonimato. Después, los medios de comunicación terminarían diciendo que todo
había empezado con un contagio en China por causa de un mercado, manera
elegante de encubrir información oficial a los organismos mundiales y a la
gente.
Alex
estaba en una isla, panza arriba disfrutando del sol de
EL GOLPE
Ezequiel
Sebastián Schepke ©
Están
todos en clase desde temprano, no faltó nadie, ni siquiera Carolina, que muchas
veces llega más tarde de gimnasia. El profe nunca toma lista, ella lo sabe muy
bien. Con los pibes pensamos que viene siempre tarde a la clase, porque a la
salida lo va a ver al petiso Tomás, entonces siempre llega muy tarde a su casa.
Mientras el profe nos manda a correr por diez minutos seguidos para entrar en
calor, se escucha de fondo el tema “De música ligera” de Soda Stereo en la
radio. Cuando terminamos de correr, hacemos abdominales, estiramientos. El
profesor es muy estricto con las cantidades de cada serie. Si uno no hace esa
cantidad, él no continúa con la clase hasta que todos terminan, por eso Luis se
ganó el odio de la clase, ya que por ser el más gordo es una tortura china para
el resto de nosotros. Mientras esperamos que termine, nuestra atención se
desvía hacia lo que escuchamos por la radio.
Al
terminar va Luis a atajar, como siempre, nunca pasa de defensor, pero no logra
concentrarse bien, ya que al lado están las chicas jugando al vóley. “Hacelo
mas disimulado, gordo” y otros insultos más que le dicen, hace que no pueda
concentrarse y ese terrible pelotazo le pega justo en plena cara.
“¿Dónde
estaba ahora?” “¿Por qué Luis no pudo concentrarse, fue por las chicas o por la
noticia que escuchó mientras ejercitaba?”
Luis
solo podía ver una sala de terapia intensiva donde lo internaron de chico a
causa de un problema de salud, cuando casi muere en esa operación. Siempre
estuvo ahí su pequeña familia sobre todo su madre, ella nunca se fue de su
lado. Por eso odia cualquier cosa relacionada con los hospitales, ninguno de
los que creía sus verdaderos amigos se interesó en verlo. No pudo entender por
qué sufrió un derrame cerebral. También se dio cuenta, que ya no volvería a
mover el lado izquierdo del cuerpo como lo hacía antes. Luis, por ese trauma,
se aisló del resto del mundo, empezó a comer mal al extremo de engordar veinte
kilos y no volvió a clase durante un año. Pasó por todos los estados, desde el
enojo, la negación, la angustia, la soledad y la depresión. Por eso solía
soportar las burlas y maltratos de muchos de sus compañeros.
Al
levantarse escucha “¡La próxima vez andá de réferi al vóley!” Ahí nomás, Luis
toma valor, se dice así mismo “basta”. Se acerca a Tomás y le da una terrible
trompada en la cara. Ni sabe de dónde sacó semejante fuerza. Años de bronca
acumulada, quizá. Su cara de asombro y las del resto de la clase eran como las
del público de un cine, si nos diéramos vuelta justo en el momento más
sangriento de una peli de terror.
Una cosa
es segura, a Luis no lo volvieron a molestar nunca más.
ANNA BANASIAK
Nació en Zgierz, Polonia, en 1986. Secretaria, traductora, profesora. Estudió letras polacas en
Nominada
al Premio “Cameleon” (Polonia), ha obtenido menciones especiales en el Concurso
Internacional de Poesía “Latin Heritage Foundation” (Estados Unidos, 2011) y en
el Concurso Literario “Sólo Voces” (Tilcara, Argentina). Algunos de sus poemas
fueron transmitidos por el programa Calidoscopio, de Radio Raíces, Argentina.
Más
obras de esta escritora en Suplemento de Realidades y Ficciones:
http://colaboraciones-literatura-y-algo-mas.blogspot.com/2013/06/
(Nº 57)
https://colaboraciones-literatura-y-algo-mas.blogspot.com/2019/01/
(Nº 80)
https://colaboraciones-literatura-y-algo-mas.blogspot.com/2019/09/
(Nº 83)
MARAVILLA
Anna
Banasiak ©
Para
contemplar el momento
más
bello en toda la eternidad,
primero
hay que conocer el dolor de la herida
sumergida
en la esperanza que nunca llegará.
Lo
más bello,
cualquiera
sea su precio,
hay
que pagarlo por cada momento
de
su duración ante nuestros ojos.
Hace
algunos años,
ni
siquiera recuerdo una hora,
logré
escalar la cima.
Todavía
era joven y tenía muchos sueños.
Con
el paso del tiempo
dejé
de soñar, respirar y contemplar.
La
vista de la montaña me abrió a la eternidad,
que
es como la bolsa llena de arena
donde
esperamos lo bello,
tan
idílico que ni siquiera se puede visualizar.
***
Cuando
dos personas deciden
a
cambiar sus vidas para siempre,
los
demás lo ven como una locura.
Todo
lo que ocurre cada día,
el
aire o el pan comido para el desayuno,
las
lágrimas en la almohada,
los
libros en la estantería,
también
están asombrados.
Pero
el tempo sigue corriendo,
y
los enamorados pierden el coraje
de
poner en riesgo lo seguro.
HUÉRFANA
Anna
Banasiak ©
Alguien
algún día nació en el país que dejó de existir.
Ella
sigue viviendo,
respirando,
y tratando de olvidar lo que la dio a luz.
No
es fácil ser una huérfana.
El
sentido de la perdida debe ser tremendo
cuando
se ve la agonía del mundo.
La
mujer avanza en su flojedad,
con
cada día parece más pequeña, casi invisible.
Su
voz sigue produciendo el sonido que se puede escuchar.
Pronto
toda su faceta desaparecerá sin quedar siquiera
una
sombra que pueda cambiar lo que ya está hecho.
***
Los
recuerdos de los antepasados,
todo
lo que nos dejaron,
son
las facetas de una idea visible en el tiempo de hoy.
Es
la cuna de las palabras donde nacemos cada día.
Allí
todo empieza y acaba.
Somos
reflejos,
Las
facetas en el espejo de la historia
que
nosotros mismos creamos
en
busca de los sueños.
***
En
los tiempos pasados
los
poetas eran malditos.
Crearon
las estructuras tan peligrosas
que
había que eliminar el riesgo.
La
gente a veces
piensa,
analiza y percibe la verdad.
En
general, es la masa débil,
sin
poder para influir a tiempo.
Pero
en ese mundo todo es
posible,
probable y disponible.
Incluso
una masa,
un
montón de insectos,
una
vez en la eternidad,
llega
al entendimiento con su subconciencia.
***
Cuando
era una niña
me
enseñaron que creyera en Díos
y
ayudara a la gente.
Algunos
años más tarde
me
sentí traicionada.
Casi
madura,
lo
bastante como para ver el mundo
tal
como es realmente.
Me
tenía miedo.
Por
primera vez sentí la necesidad
de
destruir lo que me había creado.
***
Seguimos
teniendo bastante tiempo
para
que toques mi piel diciendo:
‘No
digas nada’.
El
tiempo puede correr
pero
no para nosotros
quienes
vivimos en zona sin mortalidad.
Estaremos
aquí para siempre,
tan
materiales, inmortales,
o
mejor decir, deshumanizados,
como
un gato que ahora está mirándome.
SUPLEMENTO
DE REALIDADES Y FICCIONES
Nº
87 – Septiembre de 2020 – Año XI
ISSN 2250-5385
Exp. RE-2019-93065686-APN-DNDA#MJ del 15/10/2019, Dirección Nacional del Derecho de Autor / República Argentina.
Propietario y director: Héctor Zabala
Av. Del Libertador 6039
(C1428ARD)
Ciudad de Buenos Aires,
Argentina
http://hector-zabala.blogspot.com/
Currículo
en revista Realidades y Ficciones Nº 40:
https://revista-realidades-y-ficciones.blogspot.com/2019/12/realidades-y-ficciones-revista.html
Colaboradores
Corrección general:
Noelia
Natalia Barchuk Löwer
Resistencia
(Chaco), Argentina
http://noelia-barchuk-literatura.blogspot.com.ar/
Currículo
en Suplemento de Realidades y Ficciones Nº 78:
Ilustración
de carátula y emblema:
Mónica Villarreal
Scottsdale
(Arizona), Estados Unidos
Monterrey
(Nuevo León), México
@mon_villarreal
https://www.facebook.com/monvillarreal22
Currículo
en revista Realidades y Ficciones Nº 17:
http://revista-realidades-y-ficciones.blogspot.com.ar/2014/06/
El listado completo de
colaboraciones al Suplemento de REALIDADES Y FICCIONES se encuentra a la
derecha del blog bajo el acápite AUTORES.
REVISTA:
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“Realidades y Ficciones” Mónica Villarreal (2014) acrílico y óleo sobre papel-lienzo, 30 cm x 30 cm |
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