jueves, 22 de junio de 2023

SUPLEMENTO DE REALIDADES Y FICCIONES

Nº 98 – Junio de 2023 – Año XIV

ISSN 2250-5385 – Edición trimestral

 

Inscripción gratuita como LECTOR o COLABORADOR
si escribe a zab_he@hotmail.com
indicando nombre y apellido, ciudad y país
(se le avisará cada nuevo número trimestral).

“Mariposa Monarca”
Mónica Villarreal (2023)
(Pastel sobre papel, 22 cm x 34 cm)
Serie Mariposas


 Sumario


• Agustín ROMANO (Argentina)
• Abdul Karim AL-AHMAD (Siria - Alemania)
• George FRANKLIN (Estados Unidos)
• Ximena GÓMEZ (Colombia - Estados Unidos)
• Felipe ARGENTI (México)
• Yuleisy CRUZ LEZCANO (Cuba - Italia)
• Ernesto RODRÍGUEZ DEL VALLE (Cuba - Estados Unidos)
• Damián ANDREÑUK (Argentina)
• Pompeyo PÉREZ DÍAZ (España)
• Jesús QUINTANILLA OSORIO (México)
• Ángel TEBAS GARCÍA (España)
• Héctor ZABALA (Argentina)

 

 

AGUSTÍN ROMANO

Nació en San Fernando (Provincia de Buenos Aires), Argentina, en 1940, falleció en la ciudad de Buenos Aires el 16 de junio de 2023. Ensayista, narrador, estudioso del teatro, profesor en Filosofía por la Universidad de Buenos Aires. Investigador de la obra borgeana, docente filosófico y literario. Ha dictado cursos sobre Borges y Cortázar en la Escuela de Magistrados de la Nación y conferencias y seminarios en el Palacio Municipal, el Museo Rosas y la Casa Universitaria de General San Martín. En el año einsteniano (2005) disertó como panelista en la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM). Ha sido jurado junto a María Rosa Lojo y Marta Braier del Primer Certamen Nacional de Novela “Municipalidad de Gral. San Martín”. Fue coordinador en colaboración del Taller Literario Abierto SESAM, presidente de esa institución y director de su revista. Condujo programas culturales en emisoras de San Martín y de la ciudad de Buenos Aires (FM Cultura y AM Tradición).

Ha publicado La letra que faltaba en la revista Para Entender a Borges.

Otros ensayos que se fusionan con la ficción han sido publicados en Dialogantes (revista de psicoanálisis): Confesiones de un lector de Borges; Una rosa es igual a otra rosa, a otra rosa, a otra rosa...; La patria kafkiana; El tiempo cero, algo de historia y un poco de Joyce. Dejó inédita una novela.

Ha colaborado en Realidades y Ficciones - Revista Literaria en múltiples ocasiones (ver el ÍNDICE DE REVISTAS de https://revista-realidades-y-ficciones.blogspot.com/), a saber en los números: 5, 6, 7, 9, 12, 26, 34, 43, y 48.

Más sobre su trayectoria y obra en:

https://revista-realidades-y-ficciones.blogspot.com/2016/09/realidades-y-ficciones-revista.html

polis_literaria@yahoo.com.ar

 

 

ESPERANDO A NANCY

Agustín Romano ©

 

Mientras estoy al acecho a la espera de Nancy, siento que mi corazón tiene ganas de aullar. Soy previsor y desde pequeño me encantó el estudio, aunque mi padre piensa que soy un poco imbécil porque siempre estoy echado en actitud filosófica. Desde hace un año sueño con una niña tierna, dulce y de pubis angelical. La soñé una y otra vez. Así supe que se llama Nancy, que es coqueta, que le gusta vestir ropas escarlatas y estar a la moda. Por mis sueños sé que le encanta llenar su cuarto de flores.

Me enteré también de que su padre murió en una guerra contra los míos, que su madre tiene una pequeña taberna y que es creadora de manjares. Mi adorada suele ayudarla en la distribución de sus viandas. Lo que no me dijo el sueño es el nombre de su país.

Con el tiempo mi deseo de ella se va haciendo feroz. Quiero que ambos seamos uno. En mis sueños su figura está asociada a un sendero, a un pequeño puente de color gris, a un bosque. Me di a la tarea de hallarla. Estudié la moda que usa. Estudié el sendero. Estudié las variedades de plantas que hay en el bosque. De este modo pude ubicar la región en donde vive, que es ésta. Por amor a ella aprendí su idioma, que suena tan áspero en mi garganta. La ciencia de los astros me ayudó para saber la fecha y el punto exacto donde podré encontrarla.

Mi deseo de ella y sólo ella me ha transformado en una especie de chacal famélico. Supe que el día señalado es hoy. Atravesará el puente a las 16 y 35. Se maravillará al contemplar los grandes árboles. A las 16 y 40 pasará junto a la roca y —veinte metros más adelante— se detendrá a juntar unas violetas, acaso para su cuarto. Anoche llegué al bosque y encontré la roca y el puente gris. Dentro de una hora estaré gozando de sus asombros. Después morir... deliro por ella. Ya llega. Es mi amada Nancy. La reconozco porque viste, como en mis sueños, su elegante caperuza roja.

 

Nota: Esperando a Nancy fue finalista en el Certamen Internacional Contextos de Relato Breve (Buenos Aires, 2003).

 

 

 

ABDUL KARIM AL-AHMAD

Escritor nacido en Siria que reside actualmente en Alemania. Escribe poemas, cuentos y textos en blogs sociales. Ha publicado un buen número de obras en revistas literarias internacionales y sitios web. Varias traducciones de sus poemas fueron publicadas en inglés, holandés, alemán e italiano. Y ahora también algunos en español. En Italia ha ganado el Premio Internacional de Poesía “Ossi di Seppia” como el mejor autor extranjero.

abadalkrim915@gmail.com

 

 

A continuación, presentamos tres poemas de este autor.

 

LA NOVENA BOMBA

Abdul Karim Al-Ahmad ©

 

Así sin ningún preludio

La novena bomba estallará

En esta calle sin pretensiones

Estallará desde la gravedad de la depresión extrema

Como posible causa o como la única causa

Y las nubes cercanas al evento

Serán transformadas

En jirones fríos

Y los sueños que despiertan a las cuatro de la mañana morirán

Y las cuerdas del violín tocadas por el viento serán cortadas

Los transeúntes se mearán en los pantalones

Y la demanda de sangre para grupos raros aumentará

Ecuaciones cuadráticas cambiarán

Cuando la velocidad del vuelo de la muerte

Sea medida en hercios

Árboles se acostarán en el suelo

Y nunca más se levantarán

El Consejo de Seguridad llevará a cabo

Una sesión de denuncia y condena o tal vez no

Como un dios declarará luto

Por tres días

Esa bomba que respira CO2 estallará

Como mejor pueda

En un momento de locura golpeando el detonador unido a su carga de TNT

La conmoción cerebral es algo así.

Explotará con sus cuatro arterias principales

Con sus cuerdas vocales

Explotará de manera de exhibir mucho arte y mucha muerte

Como el destino

Destruyéndose a sí misma en su ocaso final.

 

 

(القنبلة التاسعة)

 

هكذا و بلا أي مقدمات

ستنفجر القنبلة التاسعة

في هذا الشارع الرقيق

ستنفجر من شدة الأكتئاب

كسبب محتمل أو كسبب وحيد

وستتحول الغيوم القريبة

من الحدث

إلى أشلاء باردة

وستموت الأحلام التي تستيقظ في الرابعة فجرًا

و ستبتر أوتار الكمان الذي تعزف عليه الريح

سيبول المارة في سراويلهم

وسيرتفع الطلب على الدم على الزمر النادرة بالتحديد

ستتغير المعادلات المتجذرة

حين تقاس سرعة الهرب من

الموت بالهرتز

ستنبطح الأشجار على الأرض ولن

يكون بوسعها النهوض مجدداً

سيعقد مجلس الأمن

جلسة أستنكار و شجب وإدانة وربما لا

كما سيعلن إله ما الحداد

لثلاثة أيام

ستنفجر تلك القنبلة التي تتنفس ثنائي أوكسيد الكربون

بأفضل ما يمكن

Tnt بلحظة جنون تضرب الصاعق المتصل بحشوة

أرتجاج في الدماغ شيء من هذا القبيل

ستنفجر بشراينها الأربعة

بحبالها الصوتية

ستنفجر بطريقة فيها الكثير من الفن والموت

كقدر محتوم

مدمرة نفسها في غروبها الأخير

 

 

DOS PÁJAROS

Abdul Karim Al-Ahmad ©

 

La distancia entre ellos es casi cero

Carrera frenética de maratones que criminalizan el dopaje

Compiten entre sí

Rompen récords

Siempre a punto de inventar algo nuevo

Una pelea tomada en serio

Motores que funcionan con diésel

Arriba la cabeza y listo

Piernas ceñidas con un cinturón de cristal

Alas siempre en el gatillo

Y los radares enviando ondas de advertencia

Pero hay dioses ocultos que marcan el ritmo

Los dos compiten por un mundo cosido con hilo y aguja

Dos pájaros, uno de Texas, el otro de Shanghai

Mirando furtivamente el futuro

Vertiendo falsedades para identificar amenazas

Dos oponentes jugando al ajedrez en las nubes

Mientras uno de ellos muestra signos de largo sufrimiento

No sé qué hacen a esa altura

¿Cómo terminaron allí?

¿Qué locura es esta?

¿Qué arte es ese?

¿Qué penuria es esta?

Uno derrocará al otro

Hacia ahí van las cosas

No sabemos cuándo ni cómo

Pero uno de ellos está a punto de caer

Y tal vez ambos

Podría decirse

Será una ruina

Sobre las brasas que crepitan en la imaginación de los árboles

Sobre los cantos que brotan de los salmos de las sirenas

Sobre los naufragios de barcos que alguna vez fueron el último refugio de los profetas

Esa caída

No tiene que significar que sea el final (al menos no siempre)

Pero lo es.

 

 

(طائران )

 

المسافة بينهما تكاد أن تكون صفر

هو

سباق محموم في المارتونات التي تجرم تعاطي المنشطات

أنهما يتبارزان

يحطمان أرقاماً قياسية

ودائما لديهما جديد على وشك البروز

نزال على محمل الجد

محركات تعمل على الديزل

الرأس في حالة تأهب

والسيقان مشدودة بحزام من الكريستال

والأجنحة دائما على الزناد

ورادارات تطلق موجات التحذير

ولكن ثمة ألهة خفية تضبط الإيقاع

أنهما يتبارزان فوق العالم المقطب بالأبرة والخيط

طائران أحدهما من تكساس والآخر من شنغهاي

نظرات تتجسس على المستقبل

و زورات تصب في خانة التهديد

خصمان يلعبان الشطرنج على ظهر الغيوم

بينما تظهر على أحدهما علامات المعاناة الطويلة

لا أعرف ماذا يفعلان في ذلك العلو

كيف انتهى بهما الأمر هناك

أي جنون هذا

أي فن ذاك

أي مشقة تلك

أحدهما سيطيح بالآخر

هكذا تقول النوايا

لا نعلم متى وكيف

ولكن أحدهما مقبل على السقوط

وربما كلاهما

ربما أقول

سيكون سقوطاً

على الجمر الذي يطقطق في مخيلة الأشجار

على الأغنيات التي تتدفق من مزامير صافرات الإنذار

على حطام السفن التي كانت يوماً ملاذ الأنبياء الأخير

وذاك السقوط

لا يعني بالضرورة أنها النهاية( ليس دائما على الاقل)

لكنه كذلك

 

 

LEJOS DEL MICROSCOPIO DE CONTROL

Abdul Karim Al-Ahmad ©

 

Lejos del azote de la censura

Explícanos cómo la determinación del hierro se derrite ante los martillazos

Y cómo el sol se protege de los infartos

Y cómo florecen las gardenias en paredes que respiran cemento triturado

Lejos de los guardianes de la virtud

Severas las palabras que cortan el cordón placentario

Despiértalos de su sueño con repelente de mosquitos o algo peor

Amásalos con la música que libere los caminos de sus tinieblas

Déjalos expulsar todos los gemidos reprimidos en su seno

Cárgalos de la libertad que sacude la firmeza de los puños de hierro

Y entrénalos

Para boxear con sacos de arena

Para triturar el hielo siberiano

Para tensar sus cuerdas vocales

Para tirar del cinturón que aprieta la cintura del viento

Aléjalos de las palabras que huelen el cadáver de la nada

Palabras que no cuentan con el apoyo de ningún dios

Y déjalos construir y destruir el mundo que no verás

Las consecuencias no serán tan grandes como imaginas

Ya no hay diferencia entre el bien y el mal…

 

 

(بعيداً عن مجهر الرقابة)

 

بعيداً عن آفة الرقابة

اشرح لنا كيف تذوب عزيمة الحديد أمام ضربات المطارق

وكيف تحمي الشمس نفسها من النوبات القلبية

وكيف تزهر الغاردينيا على الجدران التي تتنفس الإسمنت المطحون

بعيداً عن حراس الفضيلة

استنفر الكلمات التي تقطع بها حبل المشيمة

أيقظ غفوتها ببخاخ البعوض أو بما هو أقسى من ذلك

اعجنها بالموسيقا التي تحرر الدروب من عتمتها

دعها تستفرغ كل الآهات التي تكمن في باطنها

اشحنها بالحرية التي تهز ثبات القبضات الحديدية

ودربها

على ملاكمة أكياس الرمل

على طحن جليد سيبيريا

على شد حبالها الصوتية

على سحب الحزام الذي يشد خصر الريح

استنفر الكلمات التي تشم جيفة العدم

الكلمات التي لا تعول على المدد القادم من آله ما

ودعها تبني وتهدم العالم الذي لن تراه

لن تكون العواقب بالقدر الذي تتخيل

لم يعد ثمة فرق يذكر بين الخطأ والصواب...

  

 

GEORGE FRANKLIN

Ganador del primer premio de poesía Yeats en el año 2023. También es autor de seis poemarios: Among the Ruins/Entre las ruinas (Katakana Editores), Conversaciones sobre agua/Conversations About Water (Katakana Editores), en coautoría con la poeta colombiana Ximena Gómez, Remote Cities, Noise of the World y Traveling for No Good Reason (Sheila-Na-Gig Editions), además de una plaquette, Travels of the Angel of Sorrow (Blue Cedar Press). Sus poemas se han publicado en numerosas revistas literarias, entre ellas: Solstice, Rattle, Another Chicago Magazine, Threepenny Review, Cagibi, New York Quarterly, Tar River Poetry, The Ekphrastic Review y la antología Sharing This Delicate Bread: Selections from Sheila-Na-Gig online 2016-2021. Además, traducciones de Ximena Gómez al español han aparecido en Nagari, La libélula vaga, El Golem, La raíz invertida, Revista Abril, Revista Conexos, Álastor y Suplemento de Realidades y Ficciones. Ejerce la abogacía en Miami, imparte talleres de poesía en cárceles de Florida y es traductor adjunto, de Último día/Last Day, junto con la autora Ximena Gómez.

Más sobre su trayectoria y obras en Suplemento de Realidades y Ficciones Nº 88:

https://colaboraciones-literatura-y-algo-mas.blogspot.com/2020/12/suplemento-derealidades-y-ficciones-n.html

y en Realidades y Ficciones – Revista Literaria Nº 44:

https://revista-realidades-y-ficciones.blogspot.com/2020/12/realidades-y-ficciones-revista.html

 

https://gsfranklin.com/

franklin@gsfranklinlaw.com

 

 

CÓMO SE HACE UN GOLEM

George Franklin ©

 

Es Rosh Hashaná y no estoy

En la sinagoga. Aquí sentado, pienso

En el Golem y en Judah Loew en Praga,

Quien en su frente, escribió el nombre de Dios,

En arcilla, la misma arcilla que formó a Adán.

Ni siquiera sé qué año empieza ahora,

Cuántos ciclos hay desde la creación

Las inundaciones, el éxodo,

Ningún Golem intercedió para salvar a

Los judíos en el siglo pasado o antes de él.

¿Puede un Golem hacerse con huesos?

Estos son los días temibles, las puertas

Están abiertas las 24 horas para oír

Las oraciones, aceptar arrepentimiento.

¿Están cerradas el resto del tiempo?

En Siria necesitan un Golem, o en Nicaragua

En Ucrania, o los rohingyas en Birmania

Pueden también utilizar un Golem.

¿Hay un manual de instrucciones para

Hacer un hombre de arcilla, un monstruo

Cercano a los ángeles?

 

                                      Prepárese por dos días,

¡No se sabe cuándo se pone el sol

En Jerusalén! Luego tome los huesos

De los mártires y muélalos como trigo duro.

Mójelos con su saliva y lágrimas, para que

No los arrastre la brisa inocente

Y los mezcle con arena y nubes. Cave

La tierra del lecho del río, donde nadie

Se haya ahogado nunca al cruzarlo,

Para huir de los carros brillantes del faraón.

No trate de mezclar la pasta de hueso y la

Arcilla roja. Sólo póngalos en una urna

En una noche sin luna. Por la mañana,

Un niño saldrá gateando en silencio,

Ensangrentado. Vístalo, aliméntelo

Y en Rosh Hashaná, escriba el nombre

De Dios en su frente. Él se pondrá de pie

Y lo mirará fijamente, pero luego se irá.

Usted no es el Rabino Loew.

Praga está tan lejos como el cielo.

 

 

HOW TO MAKE A GOLEM

George Franklin ©

 

It’s Rosh Hashanah, and I’m not in

Shul. Instead, I’m sitting here thinking

About golems and Judah Loew in Prague,

Who wrote the name of God in the clay

On its forehead, the same clay that shaped

Adam. I don’t even know what year

Starts now, how many cycles since the

Creation, the flood, the exodus.

No golem intervened to save Jews

In the last century or the one

Before that. Can a golem be made

Out of bones? These are the days of awe,

The gates open 24/7

To hear prayers, accept repentance.

Are they closed then the rest of the time?

In Syria, they need a golem,

Or in Nicaragua, in Ukraine.

Or the Rohingya in Myanmar—

They could use a golem too. Is there

An instruction manual to make

A man out of clay, a monster on

The side of angels?

 

                                      Prepare yourself

For two days —who knows when the sun sets

In Jerusalem? Then, take the bones

Of martyrs and grind them like hard wheat.

Wet them with your spit, tears, so they won’t

Blow away in the innocent breeze,

Mixing with sand and clouds. Dig the clay

From a riverbed where no one has

Ever drowned crossing to escape the

Pharaoh’s bright chariots. Do not try

To stir the bone paste and the red clay.

Just put them in an urn on a night

With no moon. In the morning, a child

Will crawl out, silent, bloody. Clothe him,

Feed him, and on Rosh Hashanah

Write God’s name on his forehead. He will

Stand up and stare at you, but then he’ll

Walk away. You are not Rabbi Loew.

Prague is as distant as heaven.

 

 

GHAZAL DE PUEBLA

George Franklin ©

A Marco Antonio Cerdio Roussell

 

Es de noche y las luces de los carros pasan, centellean sobre los azulejos,

Cubren el frente de la gran casa, una reliquia colonial de azulejos ocres.

 

En cada azulejo hay una estrella de David blanca y azul. En Puebla, las oficinas

De la inquisición quedaban justo al otro lado de la calle de los azulejos.

 

Cada día, los dominicanos los miraban y maldecían, pero el dueño,

Un poderoso converso, podía permitirse tener una casa de azulejos.

 

Trancaba la pesada puerta de madera para aislarse de visitantes indeseados.

Sólo la luz de la luna entraba por las ventanas, entre estrellas y azulejos.

 

Un día vinieron por el dueño, se lo llevaron en un carro por la montaña,

Hacia la capital, para juzgarlo y quemarlo. Perdió su familia, su casa, sus azulejos.

 

Luego, los dominicanos dijeron que había una sinagoga secreta en la casa,

Pero nadie sabe si era cierto. La luz de la luna se refleja aún en los azulejos.

 

 

GHAZAL OF PUEBLA

George Franklin ©

For Marco Antonio Cerdio Roussell

 

It’s nighttime, and the lights of passing cars flash across tiles

Covering the face of a grand house, a colonial relic of ochre tiles.

 

On each tile is a blue and white Star of David. In Puebla, the offices

Of the Inquisition were just across the street from these tiles.

 

Each day, the Dominicans stared at them and cursed, but the owner,

A powerful converso, could afford a house with tiles.

 

He barred the heavy wooden door against unwelcome visitors.

Only moonlight entered through the windows, between the stars and tiles.

 

One day they came for the owner, took him in a cart over the mountains

To the capital to be tried and burned. He lost his family, his house, his tiles.

 

Later, the Dominicans claimed there was a secret synagogue in the house,

But no one knows if that was true. Moonlight still reflects off the tiles.

 

 

¿ERES JUDÍO?

George Franklin ©

 

Tres chicos Lubavitch me detienen

En Lincoln Road. —¿Eres judío? Me preguntan.

Les sonrío con amabilidad, sigo andando y les digo:

—Ahora no.

—Eres judío todo el tiempo—

Responde uno de ellos. A los chicos

Lubavitch les dan los mejores libretos.

Nunca en mi vida me he puesto filacterias,

No voy al shul, no guardo el Sabbat,

No enciendo velas, ni rechazo una langosta

De Maine. Es obvio que no soy observante.

Puedo decir la versión corta del kiddush

Antes del vino, el motzi para bendecir el pan.

Fuera de eso, soy escaso en bendiciones.

Soy exactamente la clase de judío que

Los chicos quieren llevar a su mitzvah móvil

Y enseñarle como recitar algunas oraciones

En hebreo. Pero no creo que eso me haga

Judío. Estoy muy alejado del dios al que

Le hablo cuando me afeito, del que hace

De este mundo algo tan maltrecho.

 

Leo acerca de una mujer torturada

En Siria, una artista. Veo sus dibujos

De otras mujeres que estuvieron en prisión

Con ella y fueron torturadas como ella.

Sus dibujos tienen líneas vigorosas

Y me recuerdan a Kathe Kollwitz.

El dolor no se trasmite hacia afuera

Tanto como se contrae dentro

De las figuras, un agujero negro

Tan fuerte que se chupa todas las estrellas.

En Israel,

Los rabís dicen que eres judío

Si tu madre es judía, retrocediendo

En el tiempo hasta Eva, me imagino.

Para mí es diferente. Eres judío si

Buscas a Dios en el mundo y no puedes

Encontrarlo, si miras retratos hechos

Por una mujer joven que fue torturada y

Quieres ir a un baño en algún sitio y llorar,

Si sabes que la caballería de ángeles

Llega siempre demasiado tarde.

 

La próxima semana, los chicos Lubavitch

Estarán en el mismo lugar de

Lincoln Road, bloqueando la acera,

Creyendo que el mundo será redimido

Y la ley mosaica vendrá si solo otro mal judío

Como yo se pone filacterias y ora.

 

Aunque me encantaría acompañarlos, no lo haré.

 

 

“ARE YOU JEWISH?”

George Franklin ©

 

Three Lubavitcher kids stop me on

Lincoln Rd. “Are you Jewish,” they ask.

I smile politely, keep moving and

Say, “Not now.”

“You’re Jewish all the time,”

One replies. Lubavitcher kids get

All the best lines.

I’ve never put on

Phylacteries in my life, and I

Don’t go to shul, keep the sabbath, light

Candles, or turn down a Maine lobster.

Clearly, I’m not observant. I can

Say the quick version of the kiddush

Before the wine, the motzi over

Bread. Otherwise, I’m short on blessings.

I’m exactly the kind of bad Jew

The kids want to take to their Mitzvah-

Mobile and teach how to recite some

Prayers in Hebrew. Still, I don’t think

That would make me Jewish. I’m too far

From the God I talk to when I shave,

The one who made the world so broken.

 

I read about a woman tortured

In Syria, an artist. I see

Her drawings of other women who

Were in prison with her and tortured

As she was. Her drawings have strong lines

And remind me of Kathe Kollwitz.

The pain doesn’t radiate out as

Much as it collapses into the

Figure, a black hole strong enough to

Pull all the stars inside.

                                      In Israel,

The rabbis say you’re Jewish if your

Mother was Jewish, going all the

Way back to Eve, I guess. To me, it’s

Different. You’re Jewish if you look

For God in the world and can’t find him,

If you look at portraits by a young

Woman who was tortured and you want

To go into a bathroom somewhere

And cry, if you know the angelic

Cavalry always arrives too late.

 

Next week, the Lubavitcher kids will

Stand at the same spot on Lincoln Rd.,

Blocking the sidewalk, believing that the

World will be redeemed and Moshiac

Will come if just one more bad Jew like

Me puts on phylacteries and prays.

 

Much as I’d like to join them, I won’t.

 

 

XIMENA GÓMEZ 

Colombiana, poeta y traductora, es autora de los poemarios: Habitación con moscas (Madrid: Ediciones Torremozas, 2016); dos poemarios bilingües, Último día / Last Day (Katakana Editores, 2019) y Conversations about Water/ Conversaciones sobre agua, en coautoría con George Franklin, (Katakana Editores, 2022); además de, “Cuando llegue la sequía” (Madrid: Ediciones Torremozas, 2021). Sus poemas se han publicado en revistas literarias como: Álastor, Círculo de Poesía, Nueva York Poetry Review, Gulf Stream, El Golem, La raíz invertida, Baquiana, Nagari e Hypermedia, y traducidos al inglés en Cagibi, World Literature Today, Interim, Nashville Review, Sheila-Na-Gig, The Laurel Review y The Wild Word. Fue finalista al premio The Best of the Net en el 2018. Es la traductora del poemario bilingüe Among the Ruins / Entre las ruinas, de George Franklin (Katakana Editores, 2018). Tradujo al español Brown Girl Dreaming (Penguin Random House Group – Vintage Español, 2020) de Jacqueline Woodson, y Una para los Murphy (Miami: Penguin Random House Group – Vintage Español, 2022). Fue una de las traductoras al español del poemario bilingüe 32 Poems/32 Poemas, de Hyam Plutzik (Miami: Suburbano Ediciones, 2021). Reside en la actualidad en Miami, Estados Unidos.

Más sobre su trayectoria y obras en Suplemento de Realidades y Ficciones:

https://colaboraciones-literatura-y-algo-mas.blogspot.com/2020/12/suplemento-derealidades-y-ficciones-n.html (Nº 88)

https://colaboraciones-literatura-y-algo-mas.blogspot.com/2021/12/suplemento-de-realidades-y-ficciones-n.html (Nº 92)

 

ximenagomezbecquet@gmail.com

 

 

GUACHARACA

Ximena Gómez ©

 

Es de noche,

llegan vientos de un huracán de África

 

y traen ecos de pájaros extraños en un jardín.

Era el jardín de la casa de Adriana, era diciembre.

 

Amanecía, aún estaba oscuro

y el griterío de una guacharaca me despertaba,

 

parecía una pelea, o un reclamo a gritos,

pero era el comienzo de una charla entre pájaros

 

pues de un árbol vecino respondía otra guacharaca.

Debajo de una colcha de lana yo tenía calor.

 

Trataba de dormirme y en sueños las veía venir,

Entre las hojas secas y mangos caídos de los árboles,

 

hacia la entrada del cuarto donde yo dormía.

De lejos unos perros respondían a los pájaros

 

y yo oía aullidos de lobos en el bosque.

De día por la carretera iba a ver a mi madre

 

y al alba las aves volvían a avisarme a gritos

algo que yo no podía entender.

 

Yo prefería el graznido de los cuervos,

su plumaje negro y su sobrevolar,

 

porque ese grito de las guacharacas

era un augurio triste.

 

Un día no volví al jardín de Adriana,

ni a visitar a mi madre, que después murió

 

ni volví a oír la bulla de las guacharacas,

ni el aullido de perros en el vecindario.

 

Pero un pájaro raro ahora silba,

cerca de tu ventana.

 

 

ÚLTIMA COMIDA

Ximena Gómez ©

 

Sobre pastos resecos

de verano

convulso, demacrado,

los dos ojos hundidos,

está postrado un oso pardo.

 

Lo veo erguirse con esfuerzo

cabizbajo,

andar con pesadez.

la piel fofa le cuelga de las patas

delanteras, como mangas de harapo.

 

Desciende por el monte

hasta una casucha de hojalata.

Ve un bote de basura, hunde el hocico,

agarra entre los dientes un cadáver,

de ratón, de búho, o de tubérculo,

que es un trozo de espuma chamuscada.

Lo masca como goma, saliva seca y blanca

le sale entre los dientes.

El bocado de plástico parece que lo anima,

camina pocos pasos, se tropieza,

se desploma en la tierra.

 

El oso pardo me mira

y veo en su mirada a un indigente triste,

que se acuesta a morir.

 

 

NUNCA CONOCÍ LOS LOBOS

Ximena Gómez ©

 

I.

 

Nunca vi a un lobo,

andar entre los árboles,

llegar al jardín de la finca del tío

cerca de la montaña,

o a aquella casa en el campo

sin cuerdas de la luz alrededor

donde el agua la sacaban de un pozo.

Yo sólo vi a los lobos que vivían

entre las páginas de un libro,

al lobo hambriento

que se ahogó en el río,

la panza llena de piedras,

al lobo que cayó

en un caldero de agua hirviendo,

o al bulímico amigo

del zorro de piel roja…

Esos lobos de cuentos,

tal vez nacidos del terror

atávico a los depredadores,

que la gente ha cazado,

fusilado y envenenado.

 

 

II.

 

Pero yo quise un lobo afable,

un día que recorté con tijeras

la gordura del pollo.

Antes de tirarla a la basura

imaginé a un lobo gris, entre los árboles,

frente a la ventana de aquella finca,

y quise, apoyada en el alféizar,

haberle dado de comer la grasa

y haberlo visto otro día regresar,

como un cachorro manso,

que quiere otra vez grasa

y sonríe con la cola.

  

 

FELIPE ARGENTI

 

(Tlalchapa, Guerrero, México, 1956). Reside en la Ciudad de México.

De 1973 a 1975, durante su estancia en la escuela preparatoria, publicó algunos cuentos y narraciones en el diario Novedades de Acapulco.

Tiene algunas publicaciones virtuales de cuento, verso, y canciones de trova experimental, son, chilena, y otras sin género determinado todavía por los entendidos en música, en las que colaboró con el grupo musical La Parvada de la Ciudad de México.

Ha sido promotor y participante en antologías de cuento y verso: Azulejos (2004), Catador de sueños (2005), Amores de agua (2006), Más allá del final (2008) de Editorial Porrúa. Guardián del Alba (2006), Raíces al viento (2007), en Cavi&Rado Editores. Contra viento y marea (2012), Noctambulario (2013), Saudade (2015), Norteado en la ciudad (2015) en Ed. Sierpe.

Obtuvo dos premios en cuento corto, tres en poesía y algunos reconocimientos en Col-Bach de la ciudad de México. Participó en la Asociación Cultural Felipe Ángeles y en la Asociación Amigos de Iztapalapa de la misma ciudad, donde se editaron los libros de cuento y verso, y el periódico Perfil de Iztapalapa, de tipo político-cultural.

Licenciado en Filosofía y Ciencias Políticas. A la fecha, un torpe aprendiz de la vida…

Más de su obra en Suplemento de Realidades y Ficciones Nº 90:

https://colaboraciones-literatura-y-algo-mas.blogspot.com/2021/06/

 

martinezsalazarh@yahoo.com.mx

 

 

EL RELOJ EXQUISITO

(La madrugada grande en siete tiempos)

Felipe Argenti (seudónimo) ©

 

 

Primer tiempo: Aprendiendo a morir (0:0 Hrs)

Eran exactamente las doce de la noche cuando oí el primer golpe. El último segundo cayó guillotinado entre los filos de las dos manecillas del reloj. El cesto de los tiempos estaba casi lleno. Hecho trozos quedaba el pasado. El segundo inmediato aún se retorcía —como serpiente agónica partida en dos— recién cortado por la vara aún verde de la vida. ¡Cómo sigamos así muy pronto acabaremos! —pensé sin interés—. Estábamos muy ciertos que el final era cuestión de tiempo. Los últimos cinco años todo fue más aprisa: La guerra de Afganistán, Irak, El Líbano, sus muertos diarios; La amenaza a Irán, el sitio a Colombia, el saqueo argentino; las denuncias constantes de los líderes de Cuba y Venezuela contra el imperio yanqui, la amenaza constante entre Putin y Bush; la traición del foxismo mexicano al pacto de las sangres, el populismo obradorista a toda vela, con la izquierda al costado y el hijo de “Mi General Cárdenas” haciéndole cosquillas por la derecha; la nueva geopolítica que nos reubicaba las querencias; el fraude electoral, la represión al pueblo. Sí, todo iba muy deprisa. En cualquier momento estallaría la guerra y entonces, se acabó. Los diarios comentaban la existencia de un arsenal nuclear inconcebible. Solo entre los tres más grandes del planeta tenían el ochenta por ciento del plutonio y la mejor tecnología para desbaratarle los amarres al átomo. Y el hombre, este hombrecito posmoderno, acostumbrado al juego y al Big Brother, a nutrir su conciencia con los payasos de la TV, Broso y Adal Ramones, no necesitaba más para acabar. ¡Bah! —Pensé para mí mismo— nada me importa todo lo que pase. De todos modos, un día moriremos. Alguien empezará otra vez y dará vuelta a esta rueda infinita que es la vida.

Eran las doce y un minuto cuando escuché el segundo golpe. Como madera vieja azotada sobre el piso, cayó roto el segundo. No quise saber más. Me coloqué las orejeras y el antifaz de seda y eché llave a mi ser, por dentro y a dos vueltas de cerrojo. Lo que iba a suceder sucedería, lo oyera o no lo oyera, lo viera o no lo viera. Nadie podía impedirlo. Después soñé y soñé, y tuve pesadillas el resto de la noche.

 

Segundo tiempo: El comedor (01: 00 Am)

La cuchara se movía inquieta en la sala casi vacía de la olla de los frijoles. Los aprovisionamientos habían escaseado. En la vieja familia de servicios había disputas ideológicas, pues los partidos políticos habían enfrentado a padres contra hijos, a hermanos contra hermanos, tensando las relaciones en el intrincado tejido social de los utensilios. Los tenedores se habían puesto en huelga, pues con los cambios al ISSSTE, al IVA y a la Ley Laboral, la gran variedad de víveres que antes componían la despensa se habían reducido a unos cuantos: dos, a lo más tres: tortilla, frijol y de vez en cuando algún aderezo, como salsa de chile macho, un entomatado sin sal o un pedazo marchito de lechuga.

De las tazas ni hablar, hacía tiempo que no probaban el café con crema cotidiano. Por eso, sin pretender ser unas “modelos de cafetería”, poco a poco estas damas de clase media fueron adelgazando. El proceso dietético fue rápido: primero les quitaron la crema, después el azúcar y finalmente el aromático y amargo café veracruzano, quedando solamente el agua tibia, que en poco tiempo terminó siendo repudiada por nuestras famélicas amigas.

Solo a los vasos les iba bien, siempre frescos y rozagantes, porque a Dios gracias, hasta ahora el agua no había escaseado. A los inflados vasos no les cabía en la cabeza que la tercera guerra mundial fuera a ser un conflicto ocasionado por el agua. Para ellos todo era abundancia, pues nada les faltaba. Nadie quería a los vasos, por eso cuando uno de ellos se enfermó de parasitosis por la falta de cloro en sus haberes, o cuando otro se murió de cáncer por una sobredosis clorhídrica, la mayoría de los trastos de alacena no se lamentaron lo más mínimo. La única que siempre estaba triste era la caja de palillos: ¡ya no había excedentes! Y sus fauces de hiena ya no podían desgarrar las pútridas carroñas. Sus puntas hambrientas y desnudas amenazaban al mundo entero. Lo bueno era que en la cocina nadie se daba cuenta: todos andaban políticamente ocupados, peleando por la Democracia con Mayúsculas.

 

Tercer tiempo: La pesadilla (02:00 Am)

Eran dos demonios fuertes, como los luchadores de sumo. Lo despertaron de su sueño forcejeando porque, de ser tan plácido, lo convirtieron en angustiosa pesadilla. Iban duro contra de él, uno tras otro y los dos juntos. No los podía vencer, pero al menos los contuvo al despertarse antes que le descoyuntaran la existencia. Un ángel conmovido vino y movió su hombro. Se despertó angustiado y sudoroso, incrédulo de estar aún con vida.

Mucho le habían dicho que no hiciera caso a sus pesadillas. Que los sueños eran sólo eso, sueños y nada más. Pero él no estaba convencido que así fuera. Y cada día lo estaba menos, pues la última vez que se soñó muerto y casi desnudo, guardando su ropa para la siguiente encarnación, al despertar se dio cuenta que realmente estaba sin camisa; sus brazos y su pecho congelados le dolían, como si hubiera sufrido la mayor afrenta. El sueño se repitió dos veces, lo cual era un indicio —según él— de su veracidad y de la redondez del tiempo. Dos veces pidió auxilio a dos viejas amigas para que le arroparan su dolor. Las dos veces sus amigas le fallaron: como siempre en su vida fallaron las mujeres, preocupadas y ocupadas en sus pequeños egoísmos, lo abandonaron a su ingrata suerte. Pero eso no le importaba, pues ya estaba acostumbrado a su abandono. Sin embargo, le angustiaba que se fuera adelgazando la frontera entre lo real y el sueño, reduciéndose a un fino y transparente velo. A veces desesperado y venciendo sus miedos, apagaba la luz para dormirse, pero en sus ojos quedaban bien prendidos los focos del insomnio. Los desvelos lo estaban acabando. Últimamente había adelgazado algo así como seis agujeros del cinturón, los ojos se le hundían avergonzados en unas cuencas prominentes; sus famélicos brazos daban la impresión que con un pequeño testereón se harían astillas; muy poca era su fuerza, quizá por eso no pudo controlar a los demonios. Pero al despertar, sacudido por su ángel salvador, logró dejarlos fuera de su sueño. Luego cerró la puerta y pensó ya más tranquilo: ¡Quizá no sean tan fuertes! ¡Quizá sean vulnerables como yo! ¡Tal vez tengan insomnios como yo! ¡Y hasta puede que sean parte de mí! ¡Seguramente también ellos tienen miedo! ¡Mucho miedo como yo!

 

Cuarto tiempo: Una mala mujer (03: 00 Am)

Cuando llegó a su casa la encontró tirada en el sofá. Como si estuviera en su propia cama. Al parecer dormía, pero no estaba en paz. Porque sus ojos, aunque cerrados, se movían debajo de sus párpados. Su hermoso pecho de nube acariciante, de vez en cuando delataba algún asalto, señal inconfundible de un corazón agobiado por la angustia. Así pasó dormida varias horas, lo cual le dio tiempo a él de analizarla, de verla bien, de escudriñar uno a uno sus rincones. ¡Pobre mujer! —pensaba conmovido—, cualquiera que le vea la tomará por una pordiosera o una prostituta devaluada. Sin embargo, cuando se despertó lo hizo con autoridad y garbo, exigiendo sus fueros como si se tratara de una dueña. ¡Decía ser su conciencia! Él no creyó en su dicho, pero tampoco descartó la idea que así fuera. En todo caso, para no equivocarse, procuró formarse un juicio benigno de su huésped. Los inferiores siempre son viles y serviles con los de más alcurnia. Y él, a pesar de ser el anfitrión, se sentía acomplejado ante la dama. ¡Soy tu conciencia! —le dijo varias veces—, luego sin esperar respuesta, se volvió a quedar dormida como antes. ¡Él sólo la miraba intrigado y confuso! Ya cuando se cansó de verla, la arropó con la sábana, dejándola dormida en el sofá. Sacó de su librero un viejo tomo de Federico Nietzsche, uno que había leído en sus primeros años de aprendiz de filósofo, después que se casó con Altagracia. En su boda un amigo le predijo: “Cuando un hombre se casa con una mujer buena se hace bueno y cuando lo hace con una mala se vuelve filósofo”. Y se volvió aprendiz de filósofo. Y en sus infortunios de pensador y amante incomprendido, Nietzsche le confortaba. Le fascinaban las lapidarias sentencias de aquel nazi, que ufano proclamaba: “El guerrero aún en tiempo de paz, si no hay enemigo contra quien pelear, se precipita sobre sí mismo”. O las baudelarianas de café, como la que decía: “Hay ciertas mujeres a las que no se las quiere porque, como la cinta de la legión de honor, se han ensuciado con ciertos hombres”. El dandi aquel, burgués y renegado, de ascendencia maldita por derecho, era su confidente. Junto con Nietzsche compartían sus desdichas. Sus almas trigemelas de infortunios siempre se comprendieron. ¡Ahora caía en la cuenta! ¡Ahora sabía por qué aquella mujer le daba nauseas! Y aunque fuera —como dijo ser— su conciencia, no se podría quedar a acompañarle. Tendría que irse, un dandi como él, jamás aceptaría sus bajezas. No tomaría a una cualquiera como amante. Ya lo había decidido: ¡la echaría a patadas tan pronto despertara! No, no lo haría. Después de todo él era un caballero. Y aunque la loca aquella le fastidiaba diciendo que ella era su conciencia, seguía siendo una dama. Pero sí le diría sus verdades. Fue a buscarla a la sala. Aún seguía tirada en el sofá. Después de varias horas no se había despertado, continuaba dormida a pierna suelta, sosegada y segura de sí misma. ¡Quizá! —pensó malignamente— ¡Quizá estuviera muerta! Seguramente no. ¡Eso sería demasiada buena suerte!

 

Quinto tiempo: Las palabras (04:00 Am)

Cuando las encontró tiradas en el piso no eran muchas. Las dejó en una hoja doblada, metida entre las páginas de un libro de Ionesco. Las guardó para usarlas después en algún cuento. O quizá lo hizo únicamente por tener algo propio: ¡para ser propietario! Para que al menos una vez, animados por sus propiedades le llamaran “Don”. Para que las malas gentes no siguieran pensando que solo era un vago improductivo. Quizá las recogió por sus prejuicios. Por eso las guardó. Pero mientras pensaba todo lo que haría con ellas, comenzaron a irse. Salieron por el canto más abierto del tomo II del teatro del absurdo. Salieron sin permiso una tras otra, prófugas silenciosas, como amantes discretas, que no saben que han sido descubiertas. Él vio cuando se fueron. Pero dejó que siguieran su camino; pensó: tienen derecho de ser libres, a decir lo que quieran, donde quieran. Y así se fueron yendo una a una. Al final sólo quedaron unas cuantas retrasadas, dormidas en la hoja. Eran las más pesadas, las más flojas. Y aunque al despertarse le suplicaron de rodillas, que las dejara ir tras de las otras, las encerró entre líneas. ¡No las perdonaría! —se dijo convencido—. Se quedarían con él eternamente, a cadena perpetua condenadas. Después las fue sacando una a una. Las formó en fila india, les pidió que contaran sus desdichas. Asustadas, con miedo confesaron sus penas: “El hombre no comprende —le dijeron—. Los únicos empáticos son los espejos/ Pero no tienen alma/ Aunque estampan al otro en ellos mismos/ No son capaces de sufrirlo/ ni de amarlo/ De sentir su dolor en carne propia/ Por eso aunque lo aceptan lo rechazan/ En cambio este hombre es opaco/ duro como la piedra/ como el granito más templado que el acero/ También es movedizo/ Escurridizo como la serpiente/ Huye de sí arrastrando sus vergüenzas/ No se conoce ni quiere conocerse/ Le espanta ver su rostro en el dolor del otro/ Ver su mano en la herida/ como la propietaria del puñal/ Por eso a solas se desespera y llora/ Y no puede escapar de su destino/ Víctima y verdugo de sí mismo/ Fénix - Abraxas redivivo/ ¡Pobre hombre!/ Tan lejano de Dios y tan escaso/ de buena voluntad para su prójimo/ Al que jamás entiende/ En el que muere”. Eso dijeron, y luego se callaron para siempre.

La serpiente se deslizó sobre la almohada, se enroscó en el cuello del durmiente, presionó más y más hasta que abrió los ojos dando vuelta a su cara. Entonces vio en su vaho: ¡la neblina de la madrugada cubría la ventana que daba a la conciencia de los otros! ¡Todo estaba empañado! ¡Aún no amanecía! ¡Quizá jamás amaneciera!

 

Sexto tiempo: Sigue la luz (05:00 Am)

Por fin la mujer se despertó. Siguió diciendo que era su conciencia. ¡Que ella y él eran inseparables! Que no existió ni existiría jamás una pasión tan grande como aquella. Que lo amaba tanto como él a ella. Él sólo la miró. No le hizo mucho caso. Imaginó que estaba delirando, que todavía no estaba bien despierta; o de plano que había enloquecido.

“Ella siguió diciendo: Te soñé: Soñé que íbamos caminando por el campo. Que había maleza y muchos árboles —¡era como en la selva!— Caminábamos juntos, de la mano. De pronto, cuando el bosque se hizo más espeso, te adelantaste y te perdí entre la maleza. Y corriendo hacia lo espeso me decías: ¡sígueme! ¡Ven conmigo! Pero tuve miedo de hacerlo, aunque quería seguirte. ¡Y desapareciste! Ya solo oía tu voz. Entonces te busqué ansiosamente, pero no te encontré. Tú me dijiste: Sigue la luz... Y tu voz se fue haciendo más débil y lejana. Luego todo calló, quedó en silencio. Después volví a soñar: Estabas en un bar con mucha gente, fumando y tomando con amigos. Me acerqué a ti. Pero tú no me hablaste: ¡Como si no me conocieras! Pensé que no eras tú. Ahí fue donde me rompiste el corazón.

Fueron sólo dos sueños; por ellos comprendí que nos habíamos perdido el uno al otro. Al despertar pensé que estabas en problemas. Me llegó la nostalgia y quise hablarte: ¡Quería verte! Pero mi teléfono se perdió o se descompuso (no recuerdo) y no te hablé. Luego me fui muy lejos”. Fue lo último que dijo y se calló. ¡Él solo la miraba! ¡La miraba! Después de aquello ya no la volvió a ver. Ni la buscó. ¿Para qué? El pasado era pasado: ¡ya no era! La nostalgia —pensó— nos droga y nos engaña, nos nubla la esperanza para que perdamos la ilusión. ¡Es muerte pretendiendo ser la vida!

 

Séptimo tiempo: El regreso (06:00 Am)

Antes de regresar, todo le daba vueltas. Se despertó sobresaltado porque, pese a las orejeras, escuchó el canto de los gallos ¡era un canto muy bello! Alguien en la ciudad había instalado una granja en su azotea. Tal vez fueran gallos de palenque, finos y de pelea. Quizá eran gallos aliquines. Sabe Dios lo que eran, pero lo cierto es que cantaron, y con el canto despertó el pasado:

Bajo del antifaz abrió los ojos sintiendo que era un niño, que aún estaba en su pueblo de hacía cincuenta años; que había llovido y escuchaba el agua del arroyo escurriendo por las piedras tristes después de la tormenta. Creyó que el mundo continuaba siendo el mismo de los tiempos de “mi General Cárdenas”, que su único hijo legítimo aún no renegaba de su casta. Que no había ruido de autos, ni de fábricas, sino el rebuznido de mulas y de burros en el patio de su casa. Que no existía el fastidioso checador de la oficina, ni el jefe imbécil dispuesto a descargar sus frustraciones sobre la dignidad de sus subordinados. Es más, creyó que él no era él; que su saco y corbata de burócrata realmente no existían, que no los traía puestos, que eran tan solo una trágica ironía, una camisa de fuerza colocada a un loco de alguna de sus pesadillas. No, no podían ser verdad el traje y la corbata cotidianos que siempre le humillaron, convirtiéndolo en algo que no era: un ridículo empleado de ciudad. Porque él —a mucho honor— era un montañés de corazón. Le gustaban la altura y el pecho al aire libre, el fuego de los rayos del sol sobre su piel. Siempre amó las alturas y la luz. Pero no soportaba el precipicio de aquel gran edificio de mal gusto. Su inmenso abismo lleno de humo, le daba vértigo. Aunque cerca del cielo —¡en el 20avo piso!— ahí solo respiraba el humo de las fábricas y el rancio mal humor del jefe superior. Sí, a él siempre le gustaron las alturas, pero de la montaña, de los azules sueños —más allá de las nubes— que nunca se cumplieron.

Le gustaba la cima de los ideales que guardaba escondidos muy adentro, porque si los veían los “superiores”, seguro lo echarían por sospechoso, por terrorista o adicto peligroso. Sí, las alturas que amaba, no eran las del puesto que seguía en el escalafón. Ni, las de una “buena posición”, que tanta suerte daba a los idiotas con las mujeres fáciles, que a él no le gustaban. Definitivamente nunca estaría de acuerdo apostado en esas cumbres.

Ahora, ahí en su cuarto, despierto por los gallos (ya fuera de su sueño), pensaba que no había por qué alegrarse. Ya el pasado no era. Ya no estaba en su tierra, ni en su infancia. Definitivamente los gallos de azotea se confundieron. Cantaban a la aurora, pero en su vida aún era de noche. Sin embargo, el sueño se le fue con ese canto y aún con ese frío tendría que levantarse. Siempre le fastidió seguir echado después de despertarse. Se puso las sandalias, abrió el cajón de todos sus delitos, tomó el sobre del polvo de los sueños y fue al baño. Con suma precaución le cortó un borde: Una, dos, tres pasadas y ya estaba. Inhaló el aire fresco de la dicha. Se asomó una vez más a la ventana. Se acomodó al espejo: Atrás de su mirada de agua plata, un demonio reía malignamente. Luego, en el otro lado de la luna, Hugo Chávez clamaba ante la ONU: ¡Huele a azufre señores! ¡Huele a demonio! ¡Aquí estuvo “el amigo”...! Cubriéndose la cara con las manos, un grupo de cristianos sonreía. La asamblea concluyó, todos estaban de acuerdo con la política neoliberal; no había ningún problema entre los hombres. Globalizada la democracia americana ya era real: sin comida todos morían de hambre por igual. Sadam era ahorcado indignamente, El mundo dio otra vuelta como siempre. Encima del ovoide un dragón echaba humo por la boca complacido. Las volutas eran muy semejantes a los hongos atómicos de la segunda guerra.

Desde su cuarto oyó el segundo canto de los gallos. Los demonios del sueño habían enflaquecido y observaban al hombre de los polvos con temor, esperando su clemencia. La mujer del sofá se había marchado. El espejo dejó de ser espejo: ¡Ahora era una nueva pesadilla!, ¡el sueño de otro sueño! Volvió a cantar el gallo: ¡fue la tercera vez! El hombre de los polvos cubrió su rostro y lloró su cobardía. Un soldado romano azotaba en el Vaticano la espalda de su amigo que sería sacrificado por su culpa. Del tejaban azul negro del cielo, cayó el reloj del infinito y rodó por el suelo. Deshecho en mil pedazos, llenó con sus instantes la alfombra de la noche.

El alba despertó. Reptando a la salida de la casa, escapa la serpiente asustada por la luz. El búnker de cristal, donde el hombre de los polvos se esconde de sus miedos, se ha iluminado. La madrugada agónica ya muere.

Quedamente y sin prisa, ante el amanecer del nuevo día me desperezo, tomo el cesto del tiempo y empiezo a recoger cada segundo llenando los minutos y las horas. Y para que no se pierda ni un instante, mojo una servilleta con vinagre y la adhiero a la alfombra que esclarece. El tiempo fino se pega complacido al beso del papel humedecido. ¡Parece que tuviera la sed de muchos días!

 

 

YULEISY CRUZ LEZCANO

Nació en Cuba el 13 marzo de 1973, vive en Marzabotto (Bolonia, Italia) desde sus 18 años. Estudió en la Universidad de Bolonia y se graduó en Ciencias de la Enfermería y Obstetricia; obtuvo un segundo título en Ciencias Biológicas. Trabaja en salud pública.

En su tiempo libre se dedica a escribir poemas, relatos, y a la pintura. Es miembro de honor del Festival Internacional de la Poesía de Tozeur, Túnez.

Fue galardonada con numerosas distinciones literarias tanto en Italia como en otros países.

También fue designada jurado en diversas oportunidades.

Fue organizadora del MiniFestival de Literatura Femenino –Sala Blu– Comune di Signa, Florencia, Italia (2018).

Colabora con diversas revistas culturales latinoamericanas, italianas y españolas. Sus poemas en español han sido publicados en distintas revistas literarias y antologías de América Latina, España e Italia. Sus textos poéticos han sido traducidos al inglés, portugués, japonés, árabe y albanés a partir de sus originales escritos en español o italiano. También ha dictado talleres de iniciación a la poesía en el ámbito de la educación primaria.

 

Publicaciones:

Demamah: il signore del deserto / Demamah: el señor del desierto (2019), Inventario delle cose perdute (2018), Tristano e Isotta. La storia si ripete (2018), Fotogrammi di confine (2017), Soffio di anime errante (2017), Frammenti di sole e nebbia sull’Appennino (2016), Credibili insértese (2016), Due amanti noi (2015), Piccoli fermioni d’amore (2015), Sensi da sfogliare (2014), Tracce di semi sonori con i colori della vita (2014), Cuori Attorno a una favola (2014), Vita su un ponte di legno (2014), Diario di una ipocrita (2014), Fra distruzione e rinascita: la vita (2014), Pensieri trasognati per un sogno (2013).

 

Más sobre su trayectoria y obras en: Suplemento de Realidades y Ficciones Nº 93 (https://colaboraciones-literatura-y-algo-mas.blogspot.com/2022/03/)

 

yulicruzlezcano2@gmail.com

https://www.yuleisycruz.com/chi-sono/

 

 

SI NO EXISTIERA EL HOMBRE

Yuleisy Cruz Lezcano ©

 

Si no existiera el hombre

¿Imaginarlo?

Ojos de pájaro que aletean marejadas

para una isla de sueños,

cántico que proyecta soles,

marinero de ocaso nacido

sin orillas y sin peso

para caminar en el espacio surreal

que queda afuera del cuerpo.

Si no existiera el hombre,

al margen del horizonte,

se sentiría el vuelo de la piedra

que respira abajo del mar,

se sentiría el papel que crece

en la soledad.

Si no existiera el hombre

se sentirían los hemisferios

encerrados en el tiempo

como si pasado y presente,

abrazados, se hundieran

en arenas movedizas que comparten

el fondo frío de la ausencia.

 

 

EN LA MUERTE DE ALGUIEN

(Cien años de soledad)

Yuleisy Cruz Lezcano ©

 

Está a flor de vista

el deslumbramiento del sol,

muerde el llano

y un sueño americano

suspira de opuesta vida.

Mundo que muere y renace

escrito en Cien años de soledad.

Mundo sin otredad,

vuelto en ondas por el viento.

En alas de sentimiento

habla el momento

para toda la muerte.

Las palabras son rastro de oro

que deja la estrella errante...

y del mundo distante

aparece un mundo reciente,

como un toque vibrante

llama en la mente

cosas todavía sin nombres,

besos de dos que no saben

cuando podrán besarse

porque son de la misma familia.

Por el sueño que exilia

el inquieto despertar,

un hada se pone a cantar

la historia de un niño

con la cola de iguana

y dos familias

al dividir la misma sábana

creen que es un mensaje del cielo,

entre presagios y temores

lamentan su parentesco

y por un extraño orden caballeresco

con una lanza escapa el muerto

que desde el crepúsculo incierto

trae el fantasma de ecos perdidos

que entre vagos sonidos

inyecta clavos de remordimiento,

cuando con la herida al viento

cosecha en su cráneo florecido

el infierno vivido.

Entre los labios el hielo desprendido

habla de soledad como larga condena.

El incesto es la cadena

que une el final de las lluvias a la muerte

del pueblo que se va vaciando, olvidando

su misma suerte

con el mito de la memoria

de ojos que no pueden mirar,

de cuentos que no conocen la historia

del vuelo reflejado en el mar

de una hada madrina que engaña el hombre,

anunciando una muerte sin nombre.

 

 

EL LLANTO DEL PAYASO

Yuleisy Cruz Lezcano ©

 

El día que el payaso lloró

no se supo el porqué,

nadie lo vió,

todos lo vieron riendo,

la desesperación dentro de él

era como una sonrisa sin dientes,

un derrumbe sin noción del tiempo,

en sus ojos se apretaba la noche

y las lágrimas de estrellas

brillantes y frías

derramaban en su mirada

una copa de nieblas

que lo guiaba con lenguaje de ciegos

en la oscuridad sorda de su interior.

El día que el payaso lloró

su alma se hizo pequeña

como una gota de rocío

al borde de un hilo

abierta al disfraz

y encerrada al aire.

El día que el payaso lloró

las lágrimas recogieron

en todo el maquillaje

muchas pequeñas muertes

ocultas en la risa.

El día que el payaso lloró

se secó las lágrimas de prisa

pero dejó desnudo el hombre

cansado de todo lo que en la vida

más se parece a la muerte

que a la vida.

 

 

ERNESTO RODRÍGUEZ DEL VALLE

Nació en Camagüey, Cuba, el 9 de junio de 1940. Reside en Estados Unidos. Es editor, poeta y narrador. Docente en el área literaria y cultura, hoy jubilado. Cursó estudios sobre docencia con el Método Makarenko en los años 1965-66 en su ciudad natal y también seminarios sobre Jorge Luis Borges en la Universidad de Camagüey. Estudió Proyectos Hidrosanitarios en la CUJAE, La Habana, en 1975-76. Se desempeñó como Instructor pedagógico en el Internado Manuel Ascunce Domenech, Trabajó como técnico diseñador de proyectos hidrosanitarios. En noviembre de 1998, viajó a Santo Domingo, República Dominicana y se desempeñó como profesor de educación artística y de idioma español.

Su obra literaria se haya dispersa en varios foros y revistas de internet. Tiene publicados varios libros de poesía para niños y adultos, y ha aparecido en importantes antologías internacionales como la Poesía Cósmica Cubana, Tomo II (México, 2002) y la antología Poesía del Siglo XXI de Fernando Sabido (España). Sus poemas han sido publicados en varios países latinos, Australia e Italia. Es fundador de la revista literaria Guatiní. Ha sido galardonado con varios premios.

Más sobre su trayectoria y obra en Realidades y Ficciones - Revista Literaria Nº 46:

https://revista-realidades-y-ficciones.blogspot.com/2021/06/realidades-y-ficciones-revista.html

Sobre sus obras, puede consultarse también:

https://www.escritores.org/libros/index.php/item/ernesto-r-del-valle

 

revistaguatini@gmail.com

 

 

NUEVA ESTRUCTURA NEOCLÁSICA MODERNA

Ernesto Rodríguez del Valle ©

 

Pernestto de rima mixta: luego de tres meses de estudios esporádicos he llegado a la creación de esta estructura neoclásica al igual que hice con la estructura llamada Decineto, en el año 2009.

A diferencia de aquella estructura, el Pernestto es una figura poética, únicamente de arte mayor desde el eneasílabo hasta el alejandrino.

 

ESTRUCTURA DEL PERNESTTO DE RIMA MIXTA

El poema estará formado por dos quintetos y dos pareados de arte mayor, como se explicó en el párrafo anterior, estructurados de la siguiente forma.

 

Para los dos quintetos la rima será la siguiente:

Primer quinteto:           AA BB A

Segundo quinteto:       CC DD C

 

La rima de los dos pareados será cómo sigue:

Primer pareado:           AA

Segundo pareado:       CC

 

Comportamiento de las rimas asonantes y consonantes en ambos quintetos del Pernestto de rima mixta.

Asonantes:                   versos 1º, 2º y 5º

Consonantes:               versos 3º y 4º

 

Pareados.

Comportamiento de las rimas asonantes y consonantes en ambos versos pareados del Pernesto de rima mixta.

Primer pareado:          rima asonante.

Segundo pareado:      rima consonante

 

Ejemplo:

 

LANZO A CALÍOPE LA SUERTE DE LOS DADOS

Ernesto Rodríguez del Valle ©

 

Calíope exigente me encargó un Pernestto

en versos dodecasílabos perfectos,

y como soy creador de esta estructura

debo hilvanar bien el hilo a su costura.

Como ven, ya tengo el primer quinteto hecho.

 

Paso a la segunda estrofa y, adelante

qué, el segundo verso de la mente sale

aquí están vivos, los versos ya rimados.

Lanzo a Calíope la suerte de mis dados

terminando con los versos elegantes.

 

Este pareado quedará satisfecho

y tendrá Calíope listo su Pernestto.

 

Con este pareado no tan elegante

quedará contenta La Musa pedante.

 

 

DAMIÁN ANDREÑUK

Nació en City Bell en 1986 y reside en Villa Elisa, ambas localidades del partido de La Plata (Provincia de Buenos Aires), Argentina. Publicó diez libros, todos a través de certámenes en diferentes editoriales: Omisiones (2010), Portales al vacío (2011), Formas concretas (2013), Silencio de crisálidas (2015), Metástasis (2015), Vértigo insondable (2017), Música del polen (2021), Yamila (2021), Donde orinan los lobos (2021) y Dimensiones de lo breve (2022). Su nombre completo es Damián Jerónimo Andreñuk.

Más de su trayectoria y obra en Suplemento de Realidades y Ficciones Nº 93:

https://colaboraciones-literatura-y-algo-mas.blogspot.com/2022/03/

odesa86@hotmail.com

 

 

CONFUSIÓN DE MÁSCARAS

Damián Andreñuk ©

 

En esta confusión de máscaras

escribo como quien golpea contra lo irremediable

la fiebre más digna

la majestuosa paz del águila

me asisten.

 

No llevo en las entrañas la avidez mercachifle.

He nacido en comunión con un vértigo salvaje.

 

A pura furia y luz

atravieso este plano.

La maldad cotidiana que nos hace sentirnos desterrados.

El odio en fogonazos.

El odio permanente como un hongo maldito.

Los ojos muertos de la vanidad y el egoísmo.

El pecho de la felicidad con luciérnagas extáticas.

La diáfana sabiduría forjada a cicatrices.

La sangre que se fortalece cuando el amor desborda.

 

 

LA MUJER MÁGICA

Damián Andreñuk ©

 

Entre bestias opacas que no aman.

Entre seres con un odio que les crece como las hogueras.

Entre monos decadentes que no pueden trascender la genitalidad

Lara sabe que hay pobreza en toda inconciencia.

En la supuesta lucidez que sólo es ceguera.

En continuas carcajadas vacías.

En quienes deciden arrastrarse como las lombrices.

 

Ella prefiere la energía de las flores

para encender su canto.

Tiene su luz, su libertad y ciertas lealtades: eso le basta.

No hace un altar a sus heridas.

No vive maniatada en la domesticación.

No compite ni se angustia por trofeos de espuma.

 

 

LA CONSAGRACIÓN DEL VERANO

Damián Andreñuk ©

 

Su refugio es la aventura

los colores del éxtasis

el vértigo sagrado.

 

Transita este mundo como un hada a la intemperie.

Le salen de la voz jazmines diminutos.

Volvió muy sabia y fuerte de antiguos derrumbes.

Salvajemente huele a paraíso.

 

Nos conocimos un verano en una comunión inmediata.

Sentí la eternidad rodeado por sus brazos.

Vi que a todo levantaba a la altura de la magia.

Yo parecía un animal recién salido de una cueva

—una bestia viejísima que grita sus heridas—

Pero ella supo despertarme la risa y colibríes.

 

 

POMPEYO PÉREZ DÍAZ

Nació en Santa Cruz de Tenerife, España. Músico de sólida formación, es guitarrista y profesor del área de Musicología en la Universidad de La Laguna. Como intérprete se especializa tanto en música contemporánea, habiendo estrenado obras que le han sido dedicadas por varios autores, como en repertorio del siglo XIX interpretado con instrumentos históricos. Años atrás tocó el bajo en un grupo pospunk. Ha publicado libros, artículos de investigación y ensayos de marco académico. En dicho ámbito obtuvo el Premio Nacional de Investigación y Estudios Musicológicos de la Sociedad Española de Musicología con Dionisio Aguado y la guitarra clásico-romántica, libro basado en su tesis doctoral. También es Licenciado en Psicología, con un máster en Terapia de Conducta.

Su acercamiento a la poesía fue muy temprano. Obtuvo algunos premios que generaron publicaciones (entre los que aprecia el Félix Francisco Casanova para jóvenes autores y el Ciudad de La Laguna), y asimismo colaboró con pequeñas revistas literarias y fanzines de corte underground. De cualquier modo, prefiere olvidar esa producción poética juvenil y remitirse únicamente a la versión revisada de Terciopelo y Fascinación (Libros del Luthier, Madrid, 2014) y a Las Presencias (Hontanar, León, 2017). Es autor de relatos y guiones de cortometrajes, así como de decenas de textos culturales en prensa, firmados con su nombre o con el de alguno de sus tres heterónimos. Aunque continúa escribiendo poesía, actualmente se propone un cultivo más sistemático de la prosa.

pompeyoperezdiaz@gmail.com

https://www.youtube.com/watch?v=NQTiTSwxcMM&t=7s

 

 

He aquí algunos poemas de su nuevo libro Variaciones serias:

 

POEMA DE LA CAJA DE MÚSICA

Pompeyo Pérez Díaz ©

 

La caja de música que guardo

en la gaveta de un armario

es negra y brillante con

forma de piano (gran cola) y

si levantas la tapa suena

un vals en sí menor

(Chopin op. 69 nº 2)

la caja de música era un

joyero de mi madre ahora vacío

en un extremo erguida la pequeña

bailarina tutú blanco de puntillas

gira los brazos alzados sobre

la cabeza gira sin descanso

(no baila el vals) la bailarina y

esa música cromática (máscara

desconsolada y sensual) evocan

besos fragmentados innecesarios

versos que me empeño (sin razón)

en desvelar la caja de música

conserva trazas lejanas de

perfume me gusta fingir que

en realidad no está vacía

adivinarle sigilos misteriosos

(como los del vals) destellos

que me dictan palabras

en delicado (caótico)

desorden

 

 

POEMA DEL MOSTRADOR DE LOS DULCES

Pompeyo Pérez Díaz ©

 

Una pequeña cola de espera ante la dulcería-heladería, digamos que una pequeña cola de seis, siete personas. Se trata de una estrecha calle peatonal, no demasiado concurrida, bien arbolada. La pequeña cola es bastante silenciosa, la mayoría intenta escudriñar desde la distancia los mostradores, como reflexionando sobre cuáles de las atrayentes piezas que exponen resultarán más apetecibles. Para crear el contraste dramático, una pareja con sobrepeso y gestualidad vulgar, ajena a la sutileza de tales elecciones, se limita a mirar sus móviles.

 

El espacio interior de la dulcería-heladería es escaso, la decoración en blanco y azul, salpicada de algún rojo tenue, uno o dos viejos carteles, remite a otra época. Sobre el dintel de la puerta, con un tipo de letra lleno de encanto por anticuado y pretencioso, el nombre del negocio más una advertencia: “Desde 1944”. Una vida entera desde 1944, la imagino tamizada por los olores sugerentes que escapan del obrador en la parte de atrás. Sin duda más de una vez habrá llegado alguien, al cabo de los años, para tranquilizar un ánimo alterado recurriendo a esos aromas amables, memoria de momentos mejores.

 

Mostradores con dulces de formas variadas, colores diversos, vistos a través de una superficie de cristal. Digamos que ilusión de gozo inmediato, olvido transitorio de la desdicha; abandono, íntimo y secreto, efímero, de toda represión moral; pura percepción sensual del instante; como un dado trucado para burlar el miedo, seamos solemnes. Se eligen unos pocos y se abandona al resto, la promesa vaga de regresar un día. En el placer tampoco faltan las renuncias. Alguien tendría que escribir un tratado sobre las dulcerías-heladerías como fuente de iluminación de los seres estoicos.

 

Los clientes entran en general con la gravedad que requieren los asuntos importantes. Un hombre más bien alto y palidísimo con un tres cuartos de cuero, Dr. Martens verdes y un estuche de guitarra colgado del hombro, elige minuciosamente entre distintos tipos de milhojas. Una mujer joven que no se quita las gafas de sol, vaqueros, abrigo ligero granate y unas Converse color mostaza, se interesa por las terrinas con dos tipos de helado. Otra mujer, de bastante más edad, vestido negro y paraguas largo con mango de madera, desea una bandeja de doce dulces todos diferentes. Pregunta por unos que compraba años atrás, forma de maceta rellena con crema pastelera y crema de moka, una guinda tono esmeralda. Enumera al detalle los ingredientes de la masa que formaba la maceta: harina, levadura, mantequilla, leche, huevo, limón, canela. Ya no se hacen, se entristece notablemente. Debería haber una pastelería de los dulces extintos, a la que poder acudir en busca de los sabores del pasado.

 

Una pequeña cola de espera ante la dulcería-heladería, digamos que una pequeña cola de cinco, seis personas. Se trata de una calle estrecha bien arbolada, peatonal. Desde su interior de espacio escaso, fragmentada por las conversaciones breves, la leve brisa externa, llega una música pasada de moda, en volumen bajo. Algunos clientes la aprecian.

 

 

MÉDITATION SUR MA MORT FUTURE

Pompeyo Pérez Díaz ©

 

1660 Johann Jakob Froberger cuarenta y cuatro años compone Méditation sur ma mort future edad cuarenta y cuatro años para tomar en serio en 1660 ya solo viviría otros siete Meditación sobre mi muerte futura título sugerente inquietante quizá evocación sombría tristeza premonitoria

 

Méditation sur ma mort future (pour le clavecin) retórica de tombeau música a la memoria de alguien fallecido Johann Jakob Froberger nacido en Sttutgart (en español Estucardia nadie lo usa) artista un tanto afrancesado escribe en su propia memoria tal vez en memoria de quienes han muerto quienes están muriendo quienes vamos a morir

 

Asunto complejo concebir una pieza con carácter de tombeau para uno mismo imaginar el mundo sin estar sin echar nada de menos el vértigo la ausencia de la nostalgia elaborar el propio discurso de despedida y preguntarse cómo será no verlo no sentirlo mientras siguen los destellos las sombras el pulso de los relojes el tacto de una nuca perfumada y grácil es echarse a sí mismo de menos la nostalgia de la ausencia una visión de los adioses

 

No sé si contar que la meditación sobre mi muerte futura suele ser postcoital guitarrista melancólico (un tanto afrancesado) junto a un cuerpo inefable atendiendo de modo narcisista algún lúgubre pensamiento acerca de cuántas veces volverá a ocurrir algo así antes de morir el latido salvaje el vértigo la contemplación la conversación delirante sabia absurda la risa incontenible mi agradecimiento silencioso la petite mort y la sombra postcoital de mi futura muerte distraen la angustia el hastío del presente

 

Johann Jakob Froberger 1660 cuarenta y cuatro años Méditation sur ma mort future el elocuente style brisé y los silencios propios de cada tombeau la retórica elegante porque una meditación sobre la propia muerte sobre quienes han muerto quienes están muriendo quienes vamos a morir se debe hacer con elegancia sutilmente sobria las sombras premonitorias quizá lánguidamente emotivas y así las preguntas las nostalgias todos los adioses

 

 

POEMA DEL UNIVERSO QUE SE EXPANDE

Pompeyo Pérez Díaz ©

 

En ocasiones pienso en

la expansión del universo o

en la materia oscura

así de pronto no sin angustia

(como Woody Allen de niño

en Annie Hall) y puede ocurrir

(de modo absurdo)

mientras son la sensualidad o

una energía brillante

lo que se expande por ejemplo

cuando te quitabas la ropa

y yo absorto callado

preguntándome

si realmente existirán

los agujeros de gusano (o

puentes de Einstein-Rosen) para

crear atajos en el espacio-tiempo

maravillosa hipótesis topológica

inoportuno motivo de reflexión

si se podían buscar

los secretos del tiempo

del espacio con la boca

entre tus muslos y

tú la mirada serena

las respuestas certeras

de lado sobre mi cama

eras un desnudo de Giovanni Boldini

Un nudo seduto con le braccia sollevate

visto di lato

pero en algún momento

de la tarde aferraste

mi cuerpo de pronto como

si fuese a desaparecer

por un agujero de gusano

me enseñaste los cinco niveles

del orgasmo según

un antiquísimo libro indio

de autor anónimo escuchamos

el viento en mi patio

nos reímos como locos

inventado collages delirantes

con fragmentos de refranes

bajo la manta multicolor

y me dijiste

si te apetece vuelvo mañana

y dudé en silencio

pensaba en mi plan de estudiar

con el archilaúd en sol

(catorce órdenes de cuerdas)

otra partitura francesa

del siglo XVII tombeau

lúgubre como un cuervo

revoloteando

sobre el Cementerio Viejo

de Westminster (Baltimore)

en otoño y también

en retomar el borrador de unos

poemas sobre la huida sobre

la soledad sobre el hastío

(y el universo expandiéndose)

así que dudé en silencio durante

unos segundos

ahí ves lo idiota que soy

 

 

POEMA DE LA CAFETERÍA Y LOS HÉROES

Pompeyo Pérez Díaz ©

 

I

 

Te habrás fijado

en novelas canciones

películas en poemas

a menudo

la acción heroica exige

tomar una colina

suele ser muy arriesgado

incluso algo tremendo

lo recuerdo ahora de pronto

no sé el motivo

en esta cafetería donde huele

así de bien y las miradas se

desplazan

tan cuidadosamente

por el suelo por los ángulos

de las paredes para

no cruzarse donde

se eligen con esmero

(incluso reflexivamente)

un tipo de café un sandwich

para desayunar se leen

mensajes en el móvil y

una leve sonrisa puede

ser una caricia en la base

del cuello donde pienso

que mientras buscamos

refugio en el fondo

de una taza humeante

acaso nos gustaría

soñar que

podemos ser héroes

 

 

II

Ah, what can ail thee, wretched wight,

Alone and palely loitering;

John Keats

 

En las cafeterías

me agrada sentarme

solo y (no lo niego)

parecer un personaje

de John Keats

(ah qué te aflige espíritu desdichado

solitario y vagando pálidamente)

él con su retórica

extraordinaria yo

escribiendo estupideces

con la tablet y un capuchino

supongamos que trabajando

(concienzudamente) en

un poema muy underground

(si lo prefieres muy punk)

sobre lágrimas amargas

sobre seres duros y desconsolados

desconcertados

como un verso en una garganta

(un tema ya hasta vulgar)

en el equipo de sonido

Life on Mars? mientras

observo a través del cristal

que regala

una (confortante) pátina

de irrealidad

en la esquina un puesto

de castañas intuyo su olor

carbón gris destellos naranja

y rojos cucuruchos de papel

muy grueso saludos que son

apenas un gesto aquí dentro

las miradas se desplazan

por las paredes por el suelo

para no cruzarse sobre

la barra de diseño unos dulces

un jarroncito con

siemprevivas

is there life on Mars?

 

 

III

 

Parece que me empeño

en narrar escribir

sobre eso que llamo

cafeterías melancólicas

(¿es posible tal cosa?)

con sus cristales

que permiten ver

la calle acerca

de quienes leen

frente a una taza

humeante así

de absortos los que

han soñado

(la noche anterior)

con cuerpos del pasado y

sienten digamos que

nostalgia (o

se masturbaron)

los (que parecen)

tan extraviados sobre

los colores olores

del café quienes

siempre piden tomate

en el sandwich (necesidad

compleja) el pulso

de las canciones que

(creemos) nos hablan

de nosotros los cuellos

ruborizados tras una

sonrisa ¿acaso

es tiempo de trazar

tras este humo de

las tazas

las grandes preguntas?

(¿mejor decimos

las preguntas idiotas?)

¿alguien conoce el plan?

¿hay un plan?

¿qué tal el sandwich y el

café?

¿el trabajo el espejo el miedo

tu amante la cama

vacía?

¿las siemprevivas sobre la barra

son flores muertas?

¿debemos tomar alguna puta colina

para ser héroes?

¿existe algún alivio? ¿puedes

sonreírme?

 

 

JESÚS QUINTANILLA OSORIO

Originario de San Cristóbal de las Casas (Chiapas), México, es un escritor profesional, autor de numerosos libros, entre los cuales se encuentran disponibles en la red, Humanos sintéticos, La educación como modelo liberador, Mujeres disolutas en la literatura, entre otros. Ha obtenido numerosos premios, entre los que destacan, Premio Internacional Ensayo Periodismo, en Limaclara, Argentina, (2012); mención honorífica internacional de la Revista Katharsis en 2008, segundo lugar nacional de escritores de teatro para adolescentes en Puebla, México (1993).

Ha publicado en las revistas The Upper Room de Nashville (Tennessee, Estados Unidos, editada en 40 idiomas), Prisma (México, 2016), Ecos Cotidianos (México, DF), Migraciones Forzadas (España, Inglaterra, editada en cuatro idiomas), entre otras.

Más de su obra en el Suplemento de Realidades y Ficciones Nº 91:

https://colaboraciones-literatura-y-algo-mas.blogspot.com/2021/09/

chusino66@hotmail.com

 

 

DON AURELIANO BUENDÍA

Jesús Quintanilla Osorio ©

 

“¿Es usted Don Aureliano Buendía?”

El hombre me voltea a ver con gesto de extrañeza.

“¿De dónde me conoce?”

“En los libros de Gabriel García Márquez… Él habla de usted.”

“Sí… El buen Gabo… Me hizo protagonista de varias de sus obras…”

“Sí, yo supe de usted por aquel coronel que no tenía quien le escriba.”

“¡Ah…! El coronel… ¡Por su dignidad pasaba hambres…!

La dignidad no se come, le hacía ver su esposa.”

“Sí. Yo me preguntaba cómo habría sido Macondo”.

“Macondo era como cualquiera de nuestros pueblos…”

Y veo a Don Aureliano Buendía alejarse hasta sumarse a las sombras.

 

 

LA CÁMARA EN EL FONDO DEL MAR

Jesús Quintanilla Osorio ©

 

Conociendo de mi gusto por lo extraño, y sabiendo de mi obsesión por los casos más difíciles de resolver, Andrea y los chicos de la clase de investigación criminal, me trajeron una memoria micro SD de 8 GB, encontrada dentro de una cámara cubierta de algas, en las profundidades de la Isla Bikini. Con mucha delicadeza y limpiando el dispositivo SD, logré abrir un archivo de imágenes y las fotos me revelaron un interesante caso: Tomadas por un profesional, las fotografías revelaban las pruebas de un asesinato político, y las abominables intenciones de culpar a un inocente, encerrado en la cárcel de Dünst en espera de sentencia de muerte. Con estas pruebas, he logrado la libertad del abusado, y además, gané $600 euros.

 

 

ÁNGEL TEBAS GARCÍA

(Murcia, España, 22 de agosto de 1969). Militante del Movimiento Autónomo, participó en multitud de luchas de finales de los ‘80 y de los ‘90. Influenciado por los fanzines, el rock radikal vasco, frecuenta desde 1987 Euskal Herria hasta que en 2010 se traslada a Getxo. Ha participado en los fanzines Guillotina, La Termita, Blood on the terraces. Ha tocado en cinco grupos de música "Guillotina", "Highlanders", Calle 77", "Devorados por el odio", "Kalekoi". Con el grupo "Devorados por el odio" grabó disco con la Distribuidora PotenciAL Hardcore.

Es autor del poemario La larga noche y del libro La herida abierta. Tiene varios libros sin publicar.

 

angelberriro@gmail.com

 

 

¡MARI!

Ángel Tebas García ©

 

Ha salido de su casa del Amboto

Y está volando montada en su carroza de fuego.

Desde lo alto nos mira y contempla nuestra ruina.

 

Hace ya mucho tiempo que fue relegada a los libros de cuentos.

Hace ya mucho tiempo que desapareció de las mentes de los mortales.

Hace ya mucho tiempo que no habita en nuestros corazones.

 

El único Dios al que llaman el verdadero se apoderó de sus fieles.

Todo lo que ella y los demás dioses representaban fue barrido.

Entre hogueras y horcas sus sacerdotisas aniquiladas.

 

La naturaleza desde entonces ha sido sistemáticamente violada.

Los Basajaun expulsados de los bosques que cuidaban.

Las lamias ya no se peinan en las orillas de los rios.

 

Los gentiles ya no traen regalos ni inspiran sueños.

Ni Aker, ni Sugoitz, ni Maiatza hn vuelto a ser vistos.

Los galtzagorris ya no tienen un hogar.

 

Todo ha sido arrasado y destruido en el nombre de Dios.

Todo lo romántico, lo onírico lo sentimental,

Ha sido sustituido por el pragmatismo y lo material.

 

Todo es sencillamente aburrido y predecible.

Todo rígido, convencional y cuadriculado.

Todo es triste y horriblemente estructurado.

 

Ya no hay lugar para la fantasía.

Lugar para la imaginación.

Lugar para soñar con mundos perdidos.

 

Y sin embargo la vida en el mundo se va perdiendo.

La luz que ella despedía ahora se torna oscuridad.

La multitud de seres ahora es una multitud de sumisos siervos.

 

¡En el nombre de Cristo te juzgan!

¡En el nombre de Cristo te condenan!

 

Èn el nombre de Cristo quieren quemarte!

 

Mari llévame contigo en tu carroza de fuego.

Mari sácame de este absurdo mundo.

Mari hagamos el amor sobre el firmamento.

 

Mari dame un sueño para escapar de esta realidad.

Mari haz que de nuevo vuelva a soñar, a imaginar.

Mari rompe esta falsa paz que nos condena al cementerio.

Mari haz algo para acabar con este gris, monótono tedio.

Mari alcemos el vuelo y volemos sobre la tormenta. 

 

 

CAE EL TELÓN

Ángel Tebas García ©

 

Cae el telón.

Ruido de vasos.

Los oídos aún me pitan.

Se acaba la fiesta.

La noche termina.

 

De camino a casa, la angustia, la soledad.

La misma película, mil veces vista, mil veces repetida.

No cambia nada en mi vida.

Otra vez el mismo laberinto.

De nuevo el mismo callejón sin salida.

 

No  cambia nada, no cambia nada en mi vida.

La misma película mil veces vista, mil veces repetida.

No cambia nada en mi vida.

Otra vez el mismo laberinto.

De nuevo el mismo callejón sin salida.

 

En la cama, las sábanas frías.

Cuando el silencio todo lo envuelve,

cuando el sueño me domina,

apareces en mis sueños

y al despertar las sábanas manchadas

y tu hermoso rostro que no se me olvida.

 

Qué distinto sería todo.

Si por una vez las cartas cambiaran.

Tener una escalera de color

y ganar la partida.

Qué distinta sería mi vida.

 

Pero no.

Yo no soy Alain Delon.

A mí no me espera una limusina en la esquina.

A mí la desilusión y el descontento,

salen a mi encuentro para buscarme la ruina.

 

Cae el telón.

Ruido de vasos.

La música aún pita en mis oídos.

Se acaba la fiesta.

La noche termina.

Miles y miles de noches.

Sabor agridulce en mi boca.

Sabor agridulce en mi vida.

De la misma manera, todas las noches terminan.

 

Cae el telón.

Cae el telón en mi vida.

Otra vez el mismo laberinto.

De nuevo el mismo callejón sin salida.

 

Cae el telón. 

No cambia nada.

No cambia nada en mi vida.

 

En la cama, las sábanas frías.

Cuando el silencio todo lo envuelve,

cuando el sueño me domina,

entre tantas pesadillas

apareces en mis sueños

y al despertar las sábanas manchadas

y tu hermoso rostro que no se me olvida.

 

Cae el telón.

Cae el telón en mi vida.

De la misma manera,

todas las noches terminan.

 

 

 

HÉCTOR ZABALA

 

Nació en Villa Ballester (Provincia de Buenos Aires, Argentina, 1946). Narrador, dramaturgo y ensayista. Más de una docena de premios y distinciones en narrativa corta, nacionales e internacionales. Contador público nacional egresado de la Universidad de Buenos Aires, reside en la ciudad de Buenos Aires.

Ha publicado a través de eBook Argentino (Pampia Grupo Editorial, Buenos Aires, abril 2016) tres libros de cuentos: El trotalibros y algunos mitos, Unos cuantos cuentos y Rollos sacrílegos; también una obra teatral en colaboración con Diana Decunto y Alicia Zabala: Diván en crisis. A través de JustFiction! Edition, Riga (Letonia), agosto 2019: Pateando tableros, relatos con algo más que ajedrez. Obras y artículos de su autoría aparecen en numerosas páginas literarias de la web. Tiene varios libros sin publicar. Director de la revista literaria Realidades y Ficciones y del suplemento respectivo, desde 2010 a la fecha.

Más sobre su trayectoria y obras en los números 56, 75 y 88 del Suplemento de Realidades y Ficciones (ver ÍNDICE DE AUTORES o DE SUPLEMENTOS en https://colaboraciones-literatura-y-algo-mas.blogspot.com/), así como unos 80 artículos en Realidades y Ficciones - Revista Literaria (Ver ÍNDICE TEMÁTICO, https://revista-realidades-y-ficciones.blogspot.com/2019/03/blog-post_1.html).

 

zab_he@hotmail.com

https://hector-zabala.blogspot.com/

 

Dos relatos de un posible futuro libro (Fábulas y antifábulas):

 

ZEUS Y EL MONO

Héctor Zabala ©

Son tontos los que lo parecen,

y la mitad de los que no lo parecen.

Gracián

 

Hubo un tiempo en que Zeus tuvo debilidad por el mono. Todos sabemos que entre un déspota y un bufón se dan esas relaciones de amor-odio, y ellos no fueron menos.

Así, Zeus hizo que el sol viajara durante el día para regalarle luz y que la luna recorriera la noche para darle penumbra, porque no era bueno que el mono permaneciera despierto a toda hora haciendo monerías.

Sin embargo, el mono era exigente, muy exigente, y Zeus no dejaba de malcriarlo. En verano, el mono le pedía que el sol pasara más cerca, y Zeus se lo concedía. En invierno más lejos, y Zeus se lo concedía. Después, que solo fuera de este a oeste, y Zeus también se lo concedía.

Otra vez, que la luna marchara siempre de frente porque al mono no le gustaba la espalda de la luna. Y en otra que la luna creciera y luego decreciera, para más tarde volver a crecer de cuarto en cuarto.

Así, día a día, Zeus fue soportando y halagando casi todos sus caprichos.

Y decimos “casi” porque con lo último que pidió el mono se pasó de la raya. Quiso que el sol y la luna viajaran muy enlazaditos todo el tiempo ya que —según el simio— necesitaba una buena imagen de familia, prerrogativa de la psicología moderna, por entonces tan en boga entre los monos.

Al principio, el padre olímpico no le hizo caso porque sabía que eso no sería bueno, así que el mono recurrió a sus morisquetas para ablandarlo. Pero al ver que no lograba nada, procedió a lloriquear y a berrear y a patalear en el suelo, costumbre que después fue atávica y siguió compartiendo con algunos cachorros humanos.

Por fin, Zeus se cansó de tanto escándalo, sobre todo por no seguir escuchando a Hera, su mujer, que le regañaba a cada rato con aquello de “tu grave falta a los deberes de padre”.

—Bueno, basta —gritó—, ¿quieres que ambos astros caminen juntos, bendito mono? Está bien, caminarán juntos.

Y en el acto, para castigarlo, inventó el eclipse perpetuo de sol y el mundo fue una penumbra continua, que afectó a todos, a monos y no monos.

Solo cuando apareció el hombre, y en mérito a este nuevo malcriado, dicen que Zeus levantó el terrible escarmiento. Y volvió a hacerse la luz y volvió a hacerse la oscuridad, según cuentan, alrededor de un día sexto.

 

 

Y OTRA VEZ LAS RANAS CROARON

Héctor Zabala ©

 

Esopo – Fábulas

(Colección Augustana,

Hausrath 44, Chambry 66)

 

Esopo había cometido un error. El genocidio de aquellas ranas que pidieron un rey no había sido tan completo por parte de la hidra, como nos informara el venerable fabulista. Algunas, unas pocas, escaparon.

Con los años, y emigrada la sierpe asesina por falta de alimento, las ranas volvieron, ¡y vaya si volvieron! Eran ya varias generaciones de ranas, pues, escondidas de la hidra, no habían perdido tiempo en garantizarse la supervivencia como especie. Las lluvias hicieron lo suyo, la charca era hoy una inmensa laguna.

Con las ranas, su desgobierno había vuelto. Y vuelto también las tercas a mandar embajadores al Olimpo.

Al principio, Zeus no dio importancia al asunto. Seguía pensando que las miserables no necesitaban un rey. Que croaran y croaran cuanto les viniera en gana. Esta vez, no enviaría ni palo ni hidra con cetro alguno.

Pero las ranas son tenaces. A sus primeros embajadores, se sumaron otros y luego otros, hasta que las laderas del Olimpo se llenaron de ranas, ranas y más ranas.

Fue así que los dioses tuvieron que reunirse en torno al trono.

 

—Esto no puede seguir así —dijo la siempre sensata Atenea—. El Olimpo fue siempre un lugar tranquilo, una Arcadia, padre. Ahora es un continuo batifondo. Deberías hacer algo. Ni dormir se puede.

—Está bien, hija, pero rey no voy a despacharles. Ya sufrí esa experiencia. Que ellas mismas se elijan su jefe de estado. Eso va mejor con los tiempos que corren. Hoy por hoy las monarquías, lo sabes bien, huelen a moho.

 

Dicho esto, Zeus, desde el borde de la cima, mandó hacer silencio y las ranas callaron para oír al amontonador de nubes. En palabras sencillas, les ordenó que votaran su propio rey (o como cuernos quisieran llamarlo). Eso sí, al estilo de la blanca y antigua ciudad de Atenas.

Ante la rechifla de las ranas, cedió un tanto y se corrigió:

—…es decir, elegirán democráticamente de la lista que mis parientes olímpicos y yo mismo, Zeus, les confeccionaremos en breve.

Después, siguió perorando sobre las virtudes del nuevo sistema: que, si pasado un tiempo, ese rey no les gustaba, bien podrían reemplazarlo por el segundo candidato más votado, y así hasta acabar la lista.

“A ver si de esta forma, dejan de fastidiarme por un buen rato”, pensó. 

Las ranas se retiraron a su laguna en espera de la nómina de postulantes, mientras los dioses olímpicos se reunían en lo más alto de su monte.

 

—Bien —dijo Zeus—, empecemos a barajar nombres de posibles reyes para estas insufribles. Yo presidiré la asamblea y de paso iré anotando.

Hefesto adujo que andaba con mucho trabajo, necesitaba volver de inmediato a su fragua. Ares alegó no tener tiempo para semejantes minucias porque una nueva guerra requería sus servicios por allá lejos. No era cosa de descuidar, así como así, sus deberes profesionales.

Al ver que marido y amante abandonaban el Olimpo, Afrodita pretextó estar muy deprimida como para ocuparse de unas míseras ranas. Partió tras ellos.

 

—Esto ya no es un equipo olímpico —gritó Zeus, mientras miraba con cara “de aquí ningún otro se me va, si no quiere sufrir mi rayo”.

—A ver —bufó Hermes—. Por mi parte, me abstengo. Ya tendré bastante con llevar la listita de candidatos a esas ranas. Me parece impropio de un dios hacer algo más.

Dicho esto, se sentó en su escaño y ahí se quedó con cara de nada.

 

—Está bien, está bien, queridito. Si así lo quieres —dijo Hera—, propongo por reina a… la Vaca. Digo, porque siendo ranas, suena a femenino, ¿no? Hay demasiados jefes de estado en el mundo. Bien vendría alguna que otra jefecita por ahí, ya que lo del cupo femenino está de moda, ¿viste? ¿Qué mejor entonces que la Vaca, con sus ojos igualitos a los míos? —y dicho esto se retiró a dar órdenes a la servidumbre de palacio.

—Propongo que sea el Palo Borracho —gritó Dioniso a las carcajadas—. Ya que las tontas tuvieron por rey un palo, mejor un árbol completo.

—Era un palo especial —aclaró Zeus—, una estaca.

—Da igual, no dejaba de ser un palo afilado. Al Palo Borracho se lo podría plantar cerca de la laguna de las ranas. Ellas lo verán como entronizado en lo alto. Será americano, lo sé, pero semillas se consiguen… Y al fin de cuentas, es mucho más importante que tu mezquino palo. Las ranas no andarán trepándosele como pasó con tu rey, tiene el tronco lleno de espinas. Lo respetarán, ya verás. Además, su segundo nombre hace juego con mis principios.

Dicho esto, se retiró para seguirla con sus festicholas. Su risa tardó un buen rato en apagarse.

 

—Propongo a la Cierva. Es mi preferida y pariente de la Vaca. Y hasta quizá más razonable y pacífica —argumentó Artemisa, remedando en algo el feminismo de Hera.

—Tiene fama de cobarde —objetó Zeus—. La Vaca al menos muge y puede avisarles de algún enemigo.

—Justamente en la debilidad está su fortaleza, padre. Mi Cierva escapará al más leve peligro. Las ranas son tantas que alguna la verá huir y dará la voz de alarma.

—Está bien, me convenciste, sea. Ahora, otro más… mi estimada cazadora. Propone un nombre más.

—¿Por qué? A Dioniso y a Hera les permitiste postular solo uno, ¿por qué dos a mí?

—Dioniso estuvo acá porque le dio la gana. No es estrictamente un olímpico. Es… ¿cómo te diré? Un suplente. Eso, un dios suplente. Y para colmo, un irresponsable. Todos lo sabemos. Demos gracias que tiró un solo nombre. En cuanto a Hera, en fin… se ve que ninguno de los presentes tendrá que aguantar sus reproches si la demoro más de la cuenta. Así que, ¡vamos, Artemisa, un nombre más y te podrás ir!

Irritada, Artemisa se puso a pensar. Por fin, agregó como a regañadientes:

—El Zorro. El Zorro estaría bien. Es astuto y no come ranas.

Acto seguido, se calzó el arco en bandolera y se retiró majestuosamente indignada.

 

Atenea fue contundente y rápida: el Búho y la Lechuza. Eran sus aves predilectas. Sagaces, inteligentes, podrían avistar desde el aire cualquier peligro para las ranas. Como no era muy feminista, optó por el equilibrio: un nombre masculino, otro del género opuesto. 

—Quedas tú, hijo.

Apolo fue breve:

—Propongo al Ruiseñor y la Cigarra. Adoro la música, soy su protector. Me parecen adecuados.

Zeus escudriñó los alrededores del trono. No habían llegado. Ni Poseidón ni Hades se habían dignado siquiera a asomarse.

“Viven lejos —pensó—, uno en el fondo del mar, otro en el fondo de la tierra. Ya no vendrán. En fin, siete dioses sobre doce que somos… No está nada mal: una lista de candidatos por mayoría olímpica. Además, hubo quórum, la abstención de Hermes no deja de ser un voto. Por lo que todo legal. Legal porque lo digo yo y basta”.

 

—Te toca votar, padre —sugirió Atenea, formal y solícita cual se espera de ella.

—Ya sé, hija, no me olvidé. Bueno, yo, Zeus, por ser líder de todos ustedes, no debo contradecirme. Y como ya en el pasado elegí dos reyes para estas ranas, sostendré a los mismos de entonces: el Palo y la Hidra —declaró, aunque disimulando una sonrisita ladina, con cara de prócer mirando al horizonte. Caía el carro de Helios hacia occidente, y ese horizonte ya se veía rayado de rojo y blanco, sobre su cabeza pendían aún falanges de estrellas en un azul desvaído.

Después de un rato, Zeus agregó:

—Así que contemos. Uno, dos… ¡diez postulantes a rey! Perfecto. Esto también está de acuerdo a los tiempos que corren. Ya era hora que diéramos el ejemplo adoptando el sistema decimal. No como otros que nunca lo hicieron… —concluyó con sorna.

 

Hermes voló enseguida a la laguna de las ranas con la lista de candidatos. Una semana más tarde volvía con el escrutinio.

—¿Para qué me traes esta lista de nuevo? —preguntó el del rayo.

—Ahora está completa con los votos. Las ranas piden que publiques el resultado y declares a su nuevo monarca con todas las formalidades del caso. Puro protocolo, ya sabes. Para que todo el mundo sepa que las ranas, por fin, tienen rey.

 

Zeus leyó con asombro:

Palo: ningún voto.

Palo Borracho: 14 votos.

Zorro y Cigarra: 21 y 26 votos, respectivamente.

Búho y Lechuza: 31 votos cada uno.

Vaca y Cierva: 54 votos cada una.

Ruiseñor: 57 votos.

Hidra: 181713 votos.

 

—Ay, qué hice. Qué hice —se lamentaba el pobre Zeus—. ¿Cómo eligen a la Hidra? ¡Y por 181 mil…, a ver 18…17…13 sufragios! Pero si les asesinó a toda una generación de ranas. Pero ahora, resulta que ¿ni los mismísimos dioses nos podemos gastar una simple bromita?

Zeus no tuvo otra que anular las elecciones.

De ahí que las ranas, aún hoy, sigan sin un rey que las gobierne.

 

 

SUPLEMENTO DE REALIDADES Y FICCIONES

Nº 98 – Junio de 2023 – Año XIV

ISSN 2250-5385 – Edición trimestral

EX-2022-110599445- -APN-DNDA#MJ del 18/10/2022, incorporado a RL-2018-52427183-APN-DNDA#MJ, Dirección Nacional del Derecho de Autor / República Argentina

 

Propietario y director: Héctor Zabala

Av. Del Libertador 6039 (C1428ARD)

Ciudad de Buenos Aires, Argentina

zab_he@hotmail.com

http://hector-zabala.blogspot.com/

Currículo en revista Realidades y Ficciones Nº 40:

https://revista-realidades-y-ficciones.blogspot.com/2019/12/realidades-y-ficciones-revista.html

 

 

Colaboradores

 

Corrección general:

Noelia Natalia Barchuk Löwer

Resistencia (Chaco), Argentina

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Currículo en Suplemento de Realidades y Ficciones Nº 88:

https://colaboraciones-literatura-y-algo-mas.blogspot.com/2020/12/suplemento-derealidades-y-ficciones-n.html

 

 

Ilustración de carátula y emblema:

Mónica Villarreal

Scottsdale (Arizona), Estados Unidos

Monterrey (Nuevo León), México

monvillarreal@hotmail.com

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Currículo en revista Realidades y Ficciones Nº 17:

http://revista-realidades-y-ficciones.blogspot.com.ar/2014/06/

 

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Las opiniones vertidas en los artículos de esta publicación son de exclusiva responsabilidad del autor pertinente.


“Realidades y Ficciones”
Mónica Villarreal (2014)
acrílico y óleo sobre
papel-lienzo, 30 cm x 30 cm

1 comentario:

  1. Hola, hoy ví por primera vez la revista y me interesa, voy a enviar material literiario y mis datos. Todo es muy interesante.

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