SUPLEMENTO DE REALIDADES Y FICCIONES
Nº 98 – Junio de 2023 – Año XIV
ISSN
2250-5385 – Edición trimestral
• Agustín ROMANO (Argentina)
• Abdul Karim AL-AHMAD (Siria - Alemania)
• George FRANKLIN (Estados Unidos)
• Ximena GÓMEZ (Colombia - Estados Unidos)
• Felipe ARGENTI (México)
• Yuleisy CRUZ LEZCANO (Cuba - Italia)
• Ernesto RODRÍGUEZ DEL VALLE (Cuba - Estados Unidos)
• Damián ANDREÑUK (Argentina)
• Pompeyo PÉREZ DÍAZ (España)
• Jesús QUINTANILLA OSORIO (México)
• Ángel TEBAS GARCÍA (España)
• Héctor ZABALA (Argentina)
AGUSTÍN ROMANO
Nació en San Fernando
(Provincia de Buenos Aires), Argentina, en 1940, falleció en la ciudad de
Buenos Aires el 16 de junio de 2023. Ensayista, narrador, estudioso del teatro,
profesor en Filosofía por
Ha publicado La letra que faltaba en la revista Para Entender a Borges.
Otros ensayos que se
fusionan con la ficción han sido publicados en Dialogantes (revista de psicoanálisis): Confesiones de un lector de Borges; Una rosa es igual a otra rosa, a otra rosa, a otra rosa...; La patria kafkiana; El tiempo cero, algo de historia y un poco de Joyce. Dejó inédita
una novela.
Ha colaborado en
Realidades y Ficciones - Revista Literaria en múltiples ocasiones (ver el
ÍNDICE DE REVISTAS de https://revista-realidades-y-ficciones.blogspot.com/),
a saber en los números: 5, 6, 7, 9, 12, 26, 34, 43, y 48.
Más sobre su
trayectoria y obra en:
https://revista-realidades-y-ficciones.blogspot.com/2016/09/realidades-y-ficciones-revista.html
ESPERANDO A NANCY
Agustín Romano ©
Mientras estoy al
acecho a la espera de Nancy, siento que mi corazón tiene ganas de aullar. Soy
previsor y desde pequeño me encantó el estudio, aunque mi padre piensa que soy
un poco imbécil porque siempre estoy echado en actitud filosófica. Desde hace un
año sueño con una niña tierna, dulce y de pubis angelical. La soñé una y otra
vez. Así supe que se llama Nancy, que es coqueta, que le gusta vestir ropas
escarlatas y estar a la moda. Por mis sueños sé que le encanta llenar su cuarto
de flores.
Me enteré también de
que su padre murió en una guerra contra los míos, que su madre tiene una
pequeña taberna y que es creadora de manjares. Mi adorada suele ayudarla en la
distribución de sus viandas. Lo que no me dijo el sueño es el nombre de su
país.
Con el tiempo mi deseo
de ella se va haciendo feroz. Quiero que ambos seamos uno. En mis sueños su
figura está asociada a un sendero, a un pequeño puente de color gris, a un
bosque. Me di a la tarea de hallarla. Estudié la moda que usa. Estudié el
sendero. Estudié las variedades de plantas que hay en el bosque. De este modo
pude ubicar la región en donde vive, que es ésta. Por amor a ella aprendí su
idioma, que suena tan áspero en mi garganta. La ciencia de los astros me ayudó
para saber la fecha y el punto exacto donde podré encontrarla.
Mi deseo de ella y sólo
ella me ha transformado en una especie de chacal famélico. Supe que el día
señalado es hoy. Atravesará el puente a las 16 y 35. Se maravillará al
contemplar los grandes árboles. A las 16 y 40 pasará junto a la roca y —veinte
metros más adelante— se detendrá a juntar unas violetas, acaso para su cuarto.
Anoche llegué al bosque y encontré la roca y el puente gris. Dentro de una hora
estaré gozando de sus asombros. Después morir... deliro por ella. Ya llega. Es
mi amada Nancy. La reconozco porque viste, como en mis sueños, su elegante
caperuza roja.
Nota: Esperando a Nancy fue finalista en el
Certamen Internacional Contextos de Relato Breve (Buenos Aires, 2003).
ABDUL KARIM AL-AHMAD
Escritor
nacido en Siria que reside actualmente en Alemania. Escribe poemas, cuentos y
textos en blogs sociales. Ha publicado un buen número de obras en revistas
literarias internacionales y sitios web. Varias traducciones de sus poemas
fueron publicadas en inglés, holandés, alemán e italiano. Y ahora también
algunos en español. En Italia ha ganado el Premio Internacional de Poesía “Ossi
di Seppia” como el mejor autor extranjero.
A
continuación, presentamos tres poemas de este autor.
Abdul
Karim Al-Ahmad ©
Así sin
ningún preludio
La novena
bomba estallará
En esta
calle sin pretensiones
Estallará
desde la gravedad de la depresión extrema
Como
posible causa o como la única causa
Y las
nubes cercanas al evento
Serán
transformadas
En jirones
fríos
Y los
sueños que despiertan a las cuatro de la mañana morirán
Y las
cuerdas del violín tocadas por el viento serán cortadas
Los
transeúntes se mearán en los pantalones
Y la
demanda de sangre para grupos raros aumentará
Ecuaciones
cuadráticas cambiarán
Cuando la
velocidad del vuelo de la muerte
Sea medida
en hercios
Árboles se
acostarán en el suelo
Y nunca
más se levantarán
El Consejo
de Seguridad llevará a cabo
Una sesión
de denuncia y condena o tal vez no
Como un
dios declarará luto
Por tres
días
Esa bomba
que respira CO2 estallará
Como mejor
pueda
En un
momento de locura golpeando el detonador unido a su carga de TNT
La
conmoción cerebral es algo así.
Explotará
con sus cuatro arterias principales
Con sus
cuerdas vocales
Explotará
de manera de exhibir mucho arte y mucha muerte
Como el
destino
Destruyéndose
a sí misma en su ocaso final.
(القنبلة التاسعة)
هكذا و بلا
أي مقدمات
ستنفجر القنبلة
التاسعة
في هذا الشارع
الرقيق
ستنفجر من شدة
الأكتئاب
كسبب محتمل
أو كسبب وحيد
وستتحول الغيوم
القريبة
من الحدث
إلى أشلاء باردة
وستموت الأحلام
التي تستيقظ في الرابعة فجرًا
و ستبتر أوتار
الكمان الذي تعزف عليه الريح
سيبول المارة
في سراويلهم
وسيرتفع الطلب
على الدم على الزمر النادرة بالتحديد
ستتغير المعادلات
المتجذرة
حين تقاس سرعة
الهرب من
الموت بالهرتز
ستنبطح الأشجار
على الأرض ولن
يكون بوسعها
النهوض مجدداً
سيعقد مجلس
الأمن
جلسة أستنكار
و شجب وإدانة وربما لا
كما
سيعلن إله ما الحداد
لثلاثة
أيام
ستنفجر
تلك القنبلة التي تتنفس ثنائي أوكسيد الكربون
بأفضل
ما يمكن
Tnt
بلحظة جنون تضرب الصاعق المتصل بحشوة
أرتجاج
في الدماغ شيء من هذا القبيل
ستنفجر
بشراينها الأربعة
بحبالها
الصوتية
ستنفجر
بطريقة فيها الكثير من الفن والموت
كقدر
محتوم
مدمرة
نفسها في غروبها الأخير
DOS PÁJAROS
Abdul
Karim Al-Ahmad ©
La
distancia entre ellos es casi cero
Carrera
frenética de maratones que criminalizan el dopaje
Compiten
entre sí
Rompen
récords
Siempre a
punto de inventar algo nuevo
Una pelea
tomada en serio
Motores
que funcionan con diésel
Arriba la
cabeza y listo
Piernas
ceñidas con un cinturón de cristal
Alas
siempre en el gatillo
Y los
radares enviando ondas de advertencia
Pero hay
dioses ocultos que marcan el ritmo
Los dos
compiten por un mundo cosido con hilo y aguja
Dos
pájaros, uno de Texas, el otro de Shanghai
Mirando
furtivamente el futuro
Vertiendo
falsedades para identificar amenazas
Dos
oponentes jugando al ajedrez en las nubes
Mientras
uno de ellos muestra signos de largo sufrimiento
No sé qué
hacen a esa altura
¿Cómo
terminaron allí?
¿Qué
locura es esta?
¿Qué arte
es ese?
¿Qué
penuria es esta?
Uno
derrocará al otro
Hacia ahí
van las cosas
No sabemos
cuándo ni cómo
Pero uno
de ellos está a punto de caer
Y tal vez
ambos
Podría
decirse
Será una
ruina
Sobre las
brasas que crepitan en la imaginación de los árboles
Sobre los
cantos que brotan de los salmos de las sirenas
Sobre los
naufragios de barcos que alguna vez fueron el último refugio de los profetas
Esa caída
No tiene
que significar que sea el final (al menos no siempre)
Pero lo
es.
(طائران )
المسافة
بينهما تكاد أن تكون صفر
هو
سباق
محموم في المارتونات التي تجرم تعاطي المنشطات
أنهما
يتبارزان
يحطمان
أرقاماً قياسية
ودائما
لديهما جديد على وشك البروز
نزال
على محمل الجد
محركات
تعمل على الديزل
الرأس
في حالة تأهب
والسيقان
مشدودة بحزام من الكريستال
والأجنحة
دائما على الزناد
ورادارات
تطلق موجات التحذير
ولكن
ثمة ألهة خفية تضبط الإيقاع
أنهما
يتبارزان فوق العالم المقطب بالأبرة والخيط
طائران
أحدهما من تكساس والآخر من شنغهاي
نظرات
تتجسس على المستقبل
و
زورات تصب في خانة التهديد
خصمان
يلعبان الشطرنج على ظهر الغيوم
بينما
تظهر على أحدهما علامات المعاناة الطويلة
لا
أعرف ماذا يفعلان في ذلك العلو
كيف
انتهى بهما الأمر هناك
أي
جنون هذا
أي
فن ذاك
أي
مشقة تلك
أحدهما
سيطيح بالآخر
هكذا
تقول النوايا
لا
نعلم متى وكيف
ولكن
أحدهما مقبل على السقوط
وربما
كلاهما
ربما
أقول
سيكون
سقوطاً
على الجمر الذي
يطقطق في مخيلة الأشجار
على الأغنيات
التي تتدفق من مزامير صافرات الإنذار
على حطام السفن
التي كانت يوماً ملاذ الأنبياء الأخير
وذاك السقوط
لا يعني بالضرورة
أنها النهاية( ليس دائما على الاقل)
لكنه كذلك
LEJOS
DEL MICROSCOPIO DE CONTROL
Abdul Karim Al-Ahmad ©
Lejos del azote de la
censura
Explícanos cómo la
determinación del hierro se derrite ante los martillazos
Y cómo el sol se
protege de los infartos
Y cómo florecen las
gardenias en paredes que respiran cemento triturado
Lejos de los guardianes
de la virtud
Severas las palabras
que cortan el cordón placentario
Despiértalos de su
sueño con repelente de mosquitos o algo peor
Amásalos con la música
que libere los caminos de sus tinieblas
Déjalos expulsar todos
los gemidos reprimidos en su seno
Cárgalos de la libertad
que sacude la firmeza de los puños de hierro
Y entrénalos
Para boxear con sacos
de arena
Para triturar el hielo
siberiano
Para tensar sus cuerdas
vocales
Para tirar del cinturón
que aprieta la cintura del viento
Aléjalos de las
palabras que huelen el cadáver de la nada
Palabras que no cuentan
con el apoyo de ningún dios
Y déjalos construir y
destruir el mundo que no verás
Las consecuencias no
serán tan grandes como imaginas
Ya no hay diferencia
entre el bien y el mal…
(بعيداً عن مجهر الرقابة)
بعيداً عن آفة
الرقابة
اشرح لنا كيف
تذوب عزيمة الحديد أمام ضربات المطارق
وكيف تحمي الشمس
نفسها من النوبات القلبية
وكيف تزهر الغاردينيا
على الجدران التي تتنفس الإسمنت المطحون
بعيداً عن حراس
الفضيلة
استنفر الكلمات
التي تقطع بها حبل المشيمة
أيقظ غفوتها
ببخاخ البعوض أو بما هو أقسى من ذلك
اعجنها بالموسيقا
التي تحرر الدروب من عتمتها
دعها تستفرغ
كل الآهات التي تكمن في باطنها
اشحنها بالحرية
التي تهز ثبات القبضات الحديدية
ودربها
على ملاكمة أكياس
الرمل
على طحن جليد
سيبيريا
على شد حبالها
الصوتية
على سحب الحزام
الذي يشد خصر الريح
استنفر الكلمات
التي تشم جيفة العدم
الكلمات التي
لا تعول على المدد القادم من آله ما
ودعها تبني وتهدم
العالم الذي لن تراه
لن تكون العواقب
بالقدر الذي تتخيل
لم يعد ثمة فرق
يذكر بين الخطأ والصواب...
GEORGE FRANKLIN
Ganador del primer
premio de poesía Yeats en el año 2023. También es autor de seis poemarios: Among the Ruins/Entre las ruinas
(Katakana Editores), Conversaciones sobre
agua/Conversations About Water (Katakana Editores), en coautoría con la
poeta colombiana Ximena Gómez, Remote
Cities, Noise of the World y Traveling for No Good Reason (Sheila-Na-Gig
Editions), además de una plaquette, Travels
of the Angel of Sorrow (Blue Cedar Press). Sus
poemas se han publicado en numerosas revistas literarias, entre ellas: Solstice, Rattle, Another Chicago Magazine,
Threepenny Review, Cagibi, New York Quarterly, Tar River Poetry, The Ekphrastic
Review y la antología Sharing This
Delicate Bread: Selections from Sheila-Na-Gig online 2016-2021. Además,
traducciones de Ximena Gómez al español han aparecido en Nagari, La libélula vaga, El Golem, La raíz invertida, Revista Abril,
Revista Conexos, Álastor y Suplemento de Realidades y Ficciones. Ejerce la
abogacía en Miami, imparte talleres de poesía en cárceles de Florida y es
traductor adjunto, de Último día/Last Day,
junto con la autora Ximena Gómez.
Más sobre su
trayectoria y obras en Suplemento de Realidades y Ficciones Nº 88:
y en Realidades y
Ficciones – Revista Literaria Nº 44:
https://revista-realidades-y-ficciones.blogspot.com/2020/12/realidades-y-ficciones-revista.html
CÓMO
SE HACE UN GOLEM
George Franklin ©
Es Rosh Hashaná y no
estoy
En la sinagoga. Aquí
sentado, pienso
En el Golem y en Judah
Loew en Praga,
Quien en su frente,
escribió el nombre de Dios,
En arcilla, la misma
arcilla que formó a Adán.
Ni siquiera sé qué año
empieza ahora,
Cuántos ciclos hay
desde la creación
Las inundaciones, el
éxodo,
Ningún Golem intercedió
para salvar a
Los judíos en el siglo
pasado o antes de él.
¿Puede un Golem hacerse
con huesos?
Estos son los días
temibles, las puertas
Están abiertas las 24
horas para oír
Las oraciones, aceptar
arrepentimiento.
¿Están cerradas el
resto del tiempo?
En Siria necesitan un
Golem, o en Nicaragua
En Ucrania, o los
rohingyas en Birmania
Pueden también utilizar
un Golem.
¿Hay un manual de
instrucciones para
Hacer un hombre de
arcilla, un monstruo
Cercano a los ángeles?
Prepárese
por dos días,
¡No
se sabe cuándo se pone el sol
En
Jerusalén! Luego tome los huesos
De
los mártires y muélalos como trigo duro.
Mójelos
con su saliva y lágrimas, para que
No
los arrastre la brisa inocente
Y
los mezcle con arena y nubes. Cave
La
tierra del lecho del río, donde nadie
Se
haya ahogado nunca al cruzarlo,
Para
huir de los carros brillantes del faraón.
No
trate de mezclar la pasta de hueso y la
Arcilla
roja. Sólo póngalos en una urna
En
una noche sin luna. Por la mañana,
Un
niño saldrá gateando en silencio,
Ensangrentado.
Vístalo, aliméntelo
Y
en Rosh Hashaná, escriba el nombre
De
Dios en su frente. Él se pondrá de pie
Y
lo mirará fijamente, pero luego se irá.
Usted
no es el Rabino Loew.
Praga
está tan lejos como el cielo.
HOW TO MAKE A GOLEM
George
Franklin ©
It’s
Rosh Hashanah, and I’m not in
Shul.
Instead, I’m sitting here thinking
About
golems and Judah Loew in Prague,
Who
wrote the name of God in the clay
On
its forehead, the same clay that shaped
Adam.
I don’t even know what year
Starts
now, how many cycles since the
Creation,
the flood, the exodus.
No
golem intervened to save Jews
In
the last century or the one
Before
that. Can a golem be made
Out
of bones? These are the days of awe,
The
gates open 24/7
To
hear prayers, accept repentance.
Are
they closed then the rest of the time?
In
Syria, they need a golem,
Or
in Nicaragua, in Ukraine.
Or
the Rohingya in Myanmar—
They
could use a golem too. Is there
An
instruction manual to make
A
man out of clay, a monster on
The
side of angels?
Prepare yourself
For two days —who knows
when the sun sets
In Jerusalem? Then, take the bones
Of martyrs and grind them like hard wheat.
Wet them with your spit, tears, so they won’t
Blow away in the innocent breeze,
Mixing with sand and clouds. Dig the clay
From a riverbed where no one has
Ever drowned crossing to escape the
Pharaoh’s bright chariots. Do not try
To stir the bone paste and the red clay.
Just put them in an urn on a night
With no moon. In the morning, a child
Will crawl out, silent, bloody. Clothe him,
Feed him, and on Rosh Hashanah
Write God’s name on his forehead. He will
Stand up and stare at you, but then he’ll
Walk away. You are not Rabbi Loew.
Prague is as distant as heaven.
GHAZAL
DE PUEBLA
George Franklin ©
A
Marco Antonio Cerdio Roussell
Es de noche y las luces
de los carros pasan, centellean sobre los azulejos,
Cubren el frente de la
gran casa, una reliquia colonial de azulejos ocres.
En cada azulejo hay una
estrella de David blanca y azul. En Puebla, las oficinas
De la inquisición
quedaban justo al otro lado de la calle de los azulejos.
Cada día, los
dominicanos los miraban y maldecían, pero el dueño,
Un poderoso converso,
podía permitirse tener una casa de azulejos.
Trancaba la pesada
puerta de madera para aislarse de visitantes indeseados.
Sólo la luz de la luna
entraba por las ventanas, entre estrellas y azulejos.
Un día vinieron por el
dueño, se lo llevaron en un carro por la montaña,
Hacia la capital, para
juzgarlo y quemarlo. Perdió su familia, su casa, sus azulejos.
Luego, los dominicanos
dijeron que había una sinagoga secreta en la casa,
Pero nadie sabe si era
cierto. La luz de la luna se refleja aún en los azulejos.
GHAZAL OF PUEBLA
George
Franklin ©
For Marco Antonio Cerdio Roussell
It’s
nighttime, and the lights of passing cars flash across tiles
Covering
the face of a grand house, a colonial relic of ochre tiles.
On
each tile is a blue and white Star of David. In Puebla, the offices
Of
the Inquisition were just across the street from these tiles.
Each
day, the Dominicans stared at them and cursed, but the owner,
A
powerful converso, could afford a house with tiles.
He
barred the heavy wooden door against unwelcome visitors.
Only
moonlight entered through the windows, between the stars and tiles.
One
day they came for the owner, took him in a cart over the mountains
To
the capital to be tried and burned. He lost his family, his house, his tiles.
Later,
the Dominicans claimed there was a secret synagogue in the house,
But
no one knows if that was true. Moonlight still reflects off the tiles.
¿ERES
JUDÍO?
George Franklin ©
Tres chicos Lubavitch
me detienen
En Lincoln Road. —¿Eres
judío? Me preguntan.
Les sonrío con
amabilidad, sigo andando y les digo:
—Ahora no.
—Eres
judío todo el tiempo—
Responde uno de ellos.
A los chicos
Lubavitch les dan los
mejores libretos.
Nunca en mi vida me he
puesto filacterias,
No voy al shul, no guardo el Sabbat,
No enciendo velas, ni
rechazo una langosta
De Maine. Es obvio que
no soy observante.
Puedo decir la versión
corta del kiddush
Antes del vino, el motzi para bendecir el pan.
Fuera de eso, soy
escaso en bendiciones.
Soy exactamente la
clase de judío que
Los chicos quieren
llevar a su mitzvah móvil
Y enseñarle como
recitar algunas oraciones
En hebreo. Pero no creo
que eso me haga
Judío. Estoy muy
alejado del dios al que
Le hablo cuando me
afeito, del que hace
De este mundo algo tan
maltrecho.
Leo acerca de una mujer
torturada
En Siria, una artista.
Veo sus dibujos
De otras mujeres que
estuvieron en prisión
Con ella y fueron
torturadas como ella.
Sus dibujos tienen
líneas vigorosas
Y me recuerdan a Kathe
Kollwitz.
El dolor no se trasmite
hacia afuera
Tanto como se contrae
dentro
De las figuras, un
agujero negro
Tan fuerte que se chupa
todas las estrellas.
En Israel,
Los rabís dicen que
eres judío
Si tu madre es judía,
retrocediendo
En el tiempo hasta Eva,
me imagino.
Para mí es diferente.
Eres judío si
Buscas a Dios en el
mundo y no puedes
Encontrarlo, si miras
retratos hechos
Por una mujer joven que
fue torturada y
Quieres ir a un baño en
algún sitio y llorar,
Si sabes que la
caballería de ángeles
Llega siempre demasiado
tarde.
La próxima semana, los
chicos Lubavitch
Estarán en el mismo
lugar de
Lincoln Road,
bloqueando la acera,
Creyendo que el mundo
será redimido
Y la ley mosaica vendrá
si solo otro mal judío
Como yo se pone
filacterias y ora.
Aunque me encantaría
acompañarlos, no lo haré.
“ARE YOU JEWISH?”
George
Franklin ©
Three
Lubavitcher kids stop me on
Lincoln
Rd. “Are you Jewish,” they ask.
I
smile politely, keep moving and
Say,
“Not now.”
“You’re Jewish all the time,”
One
replies. Lubavitcher kids get
All
the best lines.
I’ve never put on
Phylacteries
in my life, and I
Don’t
go to shul, keep the sabbath, light
Candles,
or turn down a Maine lobster.
Clearly,
I’m not observant. I can
Say
the quick version of the kiddush
Before
the wine, the motzi over
Bread.
Otherwise, I’m short on blessings.
I’m
exactly the kind of bad Jew
The
kids want to take to their Mitzvah-
Mobile
and teach how to recite some
Prayers
in Hebrew. Still, I don’t think
That
would make me Jewish. I’m too far
From
the God I talk to when I shave,
The
one who made the world so broken.
I
read about a woman tortured
In
Syria, an artist. I see
Her
drawings of other women who
Were
in prison with her and tortured
As
she was. Her drawings have strong lines
And
remind me of Kathe Kollwitz.
The
pain doesn’t radiate out as
Much
as it collapses into the
Figure,
a black hole strong enough to
Pull
all the stars inside.
In
Israel,
The
rabbis say you’re Jewish if your
Mother
was Jewish, going all the
Way
back to Eve, I guess. To me, it’s
Different.
You’re Jewish if you look
For
God in the world and can’t find him,
If
you look at portraits by a young
Woman
who was tortured and you want
To
go into a bathroom somewhere
And
cry, if you know the angelic
Cavalry
always arrives too late.
Next
week, the Lubavitcher kids will
Stand
at the same spot on Lincoln Rd.,
Blocking
the sidewalk, believing that the
World
will be redeemed and Moshiac
Will
come if just one more bad Jew like
Me
puts on phylacteries and prays.
Much
as I’d like to join them, I won’t.
XIMENA GÓMEZ
Colombiana, poeta y
traductora, es autora de los poemarios: Habitación
con moscas (Madrid: Ediciones Torremozas, 2016); dos poemarios bilingües, Último día / Last Day (Katakana
Editores, 2019) y Conversations about
Water/ Conversaciones sobre agua, en coautoría con George Franklin,
(Katakana Editores, 2022); además de, “Cuando
llegue la sequía” (Madrid: Ediciones Torremozas, 2021). Sus poemas se han
publicado en revistas literarias como: Álastor,
Círculo de Poesía, Nueva York Poetry Review, Gulf Stream, El Golem, La raíz
invertida, Baquiana, Nagari e Hypermedia,
y traducidos al inglés en Cagibi, World
Literature Today, Interim, Nashville Review, Sheila-Na-Gig, The Laurel Review y
The Wild Word. Fue finalista al premio The Best of the Net en el 2018. Es
la traductora del poemario bilingüe Among
the Ruins / Entre las ruinas, de George Franklin (Katakana Editores, 2018).
Tradujo al español Brown Girl Dreaming
(Penguin Random House Group – Vintage Español, 2020) de Jacqueline Woodson, y Una para los Murphy (Miami: Penguin
Random House Group – Vintage Español, 2022). Fue una de las traductoras al
español del poemario bilingüe 32 Poems/32
Poemas, de Hyam Plutzik (Miami: Suburbano Ediciones, 2021). Reside en la
actualidad en Miami, Estados Unidos.
Más sobre su
trayectoria y obras en Suplemento de Realidades y Ficciones:
GUACHARACA
Ximena Gómez ©
Es de
noche,
llegan vientos de un
huracán de África
y traen ecos de pájaros
extraños en un jardín.
Era el jardín de la
casa de Adriana, era diciembre.
Amanecía, aún estaba
oscuro
y el griterío de una
guacharaca me despertaba,
parecía una pelea, o un
reclamo a gritos,
pero era el comienzo de
una charla entre pájaros
pues de un árbol vecino
respondía otra guacharaca.
Debajo de una colcha de
lana yo tenía calor.
Trataba de dormirme y
en sueños las veía venir,
Entre las hojas secas y
mangos caídos de los árboles,
hacia la entrada del
cuarto donde yo dormía.
De lejos unos perros
respondían a los pájaros
y yo oía aullidos de
lobos en el bosque.
De día por la carretera
iba a ver a mi madre
y al alba las aves
volvían a avisarme a gritos
algo que yo no podía
entender.
Yo prefería el graznido
de los cuervos,
su plumaje negro y su
sobrevolar,
porque ese grito de las
guacharacas
era un augurio triste.
Un día no volví al
jardín de Adriana,
ni a visitar a mi
madre, que después murió
ni volví a oír la bulla
de las guacharacas,
ni el aullido de perros
en el vecindario.
Pero un pájaro raro
ahora silba,
cerca de tu ventana.
ÚLTIMA
COMIDA
Ximena Gómez ©
Sobre pastos resecos
de verano
convulso, demacrado,
los dos ojos hundidos,
está postrado un oso
pardo.
Lo veo erguirse con
esfuerzo
cabizbajo,
andar con pesadez.
la piel fofa le cuelga
de las patas
delanteras, como mangas
de harapo.
Desciende por el monte
hasta una casucha de
hojalata.
Ve un bote de basura,
hunde el hocico,
agarra entre los
dientes un cadáver,
de ratón, de búho, o de
tubérculo,
que es un trozo de
espuma chamuscada.
Lo masca como goma,
saliva seca y blanca
le sale entre los
dientes.
El bocado de plástico
parece que lo anima,
camina pocos pasos, se
tropieza,
se desploma en la
tierra.
El oso pardo me mira
y veo en su mirada a un
indigente triste,
que se acuesta a morir.
NUNCA
CONOCÍ LOS LOBOS
Ximena Gómez ©
I.
Nunca vi a un lobo,
andar entre los
árboles,
llegar al jardín de la
finca del tío
cerca de la montaña,
o a aquella casa en el
campo
sin cuerdas de la luz
alrededor
donde el agua la
sacaban de un pozo.
Yo sólo vi a los lobos
que vivían
entre las páginas de un
libro,
al lobo hambriento
que se ahogó en el río,
la panza llena de
piedras,
al lobo que cayó
en un caldero de agua
hirviendo,
o al bulímico amigo
del zorro de piel roja…
Esos lobos de cuentos,
tal vez nacidos del
terror
atávico a los
depredadores,
que la gente ha cazado,
fusilado y envenenado.
II.
Pero yo quise un lobo
afable,
un día que recorté con
tijeras
la gordura del pollo.
Antes de tirarla a la
basura
imaginé a un lobo gris,
entre los árboles,
frente a la ventana de
aquella finca,
y quise, apoyada en el
alféizar,
haberle dado de comer
la grasa
y haberlo visto otro
día regresar,
como un cachorro manso,
que quiere otra vez
grasa
y sonríe con la cola.
FELIPE ARGENTI
(Tlalchapa, Guerrero,
México, 1956). Reside en
De 1973 a 1975, durante
su estancia en la escuela preparatoria, publicó algunos cuentos y narraciones
en el diario Novedades de Acapulco.
Tiene algunas
publicaciones virtuales de cuento, verso, y canciones de trova experimental,
son, chilena, y otras sin género determinado todavía por los entendidos en
música, en las que colaboró con el grupo musical
Ha sido promotor y
participante en antologías de cuento y verso: Azulejos (2004), Catador de
sueños (2005), Amores de agua
(2006), Más allá del final (2008) de
Editorial Porrúa. Guardián del Alba
(2006), Raíces al viento (2007), en
Cavi&Rado Editores. Contra viento y
marea (2012), Noctambulario
(2013), Saudade (2015), Norteado en la ciudad (2015) en Ed.
Sierpe.
Obtuvo dos premios en
cuento corto, tres en poesía y algunos reconocimientos en Col-Bach de la ciudad
de México. Participó en
Licenciado en Filosofía
y Ciencias Políticas. A la fecha, un torpe aprendiz de la vida…
Más de su obra en
Suplemento de Realidades y Ficciones Nº 90:
• https://colaboraciones-literatura-y-algo-mas.blogspot.com/2021/06/
EL RELOJ EXQUISITO
(La
madrugada grande en siete tiempos)
Felipe
Argenti (seudónimo) ©
Primer
tiempo: Aprendiendo a morir (0:0 Hrs)
Eran exactamente las
doce de la noche cuando oí el primer golpe. El último segundo cayó guillotinado
entre los filos de las dos manecillas del reloj. El cesto de los tiempos estaba
casi lleno. Hecho trozos quedaba el pasado. El segundo inmediato aún se retorcía
—como serpiente agónica partida en dos— recién cortado por la vara aún verde de
la vida. ¡Cómo sigamos así muy pronto acabaremos! —pensé sin interés—.
Estábamos muy ciertos que el final era cuestión de tiempo. Los últimos cinco
años todo fue más aprisa: La guerra de Afganistán, Irak, El Líbano, sus muertos
diarios; La amenaza a Irán, el sitio a Colombia, el saqueo argentino; las
denuncias constantes de los líderes de Cuba y Venezuela contra el imperio yanqui,
la amenaza constante entre Putin y Bush; la traición del foxismo mexicano al
pacto de las sangres, el populismo obradorista a toda vela, con la izquierda al
costado y el hijo de “Mi General Cárdenas” haciéndole cosquillas por la
derecha; la nueva geopolítica que nos reubicaba las querencias; el fraude
electoral, la represión al pueblo. Sí, todo iba muy deprisa. En cualquier
momento estallaría la guerra y entonces, se acabó. Los diarios comentaban la
existencia de un arsenal nuclear inconcebible. Solo entre los tres más grandes
del planeta tenían el ochenta por ciento del plutonio y la mejor tecnología
para desbaratarle los amarres al átomo. Y el hombre, este hombrecito
posmoderno, acostumbrado al juego y al Big Brother, a nutrir su conciencia con
los payasos de
Eran las doce y un
minuto cuando escuché el segundo golpe. Como madera vieja azotada sobre el
piso, cayó roto el segundo. No quise saber más. Me coloqué las orejeras y el
antifaz de seda y eché llave a mi ser, por dentro y a dos vueltas de cerrojo.
Lo que iba a suceder sucedería, lo oyera o no lo oyera, lo viera o no lo viera.
Nadie podía impedirlo. Después soñé y soñé, y tuve pesadillas el resto de la
noche.
Segundo
tiempo: El comedor (01: 00 Am)
La cuchara se movía
inquieta en la sala casi vacía de la olla de los frijoles. Los
aprovisionamientos habían escaseado. En la vieja familia de servicios había
disputas ideológicas, pues los partidos políticos habían enfrentado a padres
contra hijos, a hermanos contra hermanos, tensando las relaciones en el
intrincado tejido social de los utensilios. Los tenedores se habían puesto en
huelga, pues con los cambios al ISSSTE, al IVA y a
De las tazas ni hablar,
hacía tiempo que no probaban el café con crema cotidiano. Por eso, sin
pretender ser unas “modelos de cafetería”, poco a poco estas damas de clase
media fueron adelgazando. El proceso dietético fue rápido: primero les quitaron
la crema, después el azúcar y finalmente el aromático y amargo café
veracruzano, quedando solamente el agua tibia, que en poco tiempo terminó
siendo repudiada por nuestras famélicas amigas.
Solo a los vasos les
iba bien, siempre frescos y rozagantes, porque a Dios gracias, hasta ahora el
agua no había escaseado. A los inflados vasos no les cabía en la cabeza que la
tercera guerra mundial fuera a ser un conflicto ocasionado por el agua. Para
ellos todo era abundancia, pues nada les faltaba. Nadie quería a los vasos, por
eso cuando uno de ellos se enfermó de parasitosis por la falta de cloro en sus
haberes, o cuando otro se murió de cáncer por una sobredosis clorhídrica, la
mayoría de los trastos de alacena no se lamentaron lo más mínimo. La única que
siempre estaba triste era la caja de palillos: ¡ya no había excedentes! Y sus
fauces de hiena ya no podían desgarrar las pútridas carroñas. Sus puntas
hambrientas y desnudas amenazaban al mundo entero. Lo bueno era que en la
cocina nadie se daba cuenta: todos andaban políticamente ocupados, peleando por
Tercer
tiempo: La pesadilla (02:00 Am)
Eran dos demonios
fuertes, como los luchadores de sumo. Lo despertaron de su sueño forcejeando
porque, de ser tan plácido, lo convirtieron en angustiosa pesadilla. Iban duro
contra de él, uno tras otro y los dos juntos. No los podía vencer, pero al
menos los contuvo al despertarse antes que le descoyuntaran la existencia. Un
ángel conmovido vino y movió su hombro. Se despertó angustiado y sudoroso,
incrédulo de estar aún con vida.
Mucho le habían dicho
que no hiciera caso a sus pesadillas. Que los sueños eran sólo eso, sueños y
nada más. Pero él no estaba convencido que así fuera. Y cada día lo estaba
menos, pues la última vez que se soñó muerto y casi desnudo, guardando su ropa
para la siguiente encarnación, al despertar se dio cuenta que realmente estaba
sin camisa; sus brazos y su pecho congelados le dolían, como si hubiera sufrido
la mayor afrenta. El sueño se repitió dos veces, lo cual era un indicio —según
él— de su veracidad y de la redondez del tiempo. Dos veces pidió auxilio a dos
viejas amigas para que le arroparan su dolor. Las dos veces sus amigas le
fallaron: como siempre en su vida fallaron las mujeres, preocupadas y ocupadas
en sus pequeños egoísmos, lo abandonaron a su ingrata suerte. Pero eso no le
importaba, pues ya estaba acostumbrado a su abandono. Sin embargo, le
angustiaba que se fuera adelgazando la frontera entre lo real y el sueño,
reduciéndose a un fino y transparente velo. A veces desesperado y venciendo sus
miedos, apagaba la luz para dormirse, pero en sus ojos quedaban bien prendidos
los focos del insomnio. Los desvelos lo estaban acabando. Últimamente había
adelgazado algo así como seis agujeros del cinturón, los ojos se le hundían
avergonzados en unas cuencas prominentes; sus famélicos brazos daban la
impresión que con un pequeño testereón se harían astillas; muy poca era su
fuerza, quizá por eso no pudo controlar a los demonios. Pero al despertar,
sacudido por su ángel salvador, logró dejarlos fuera de su sueño. Luego cerró
la puerta y pensó ya más tranquilo: ¡Quizá no sean tan fuertes! ¡Quizá sean
vulnerables como yo! ¡Tal vez tengan insomnios como yo! ¡Y hasta puede que sean
parte de mí! ¡Seguramente también ellos tienen miedo! ¡Mucho miedo como yo!
Cuarto
tiempo: Una mala mujer (03: 00 Am)
Cuando llegó a su casa
la encontró tirada en el sofá. Como si estuviera en su propia cama. Al parecer
dormía, pero no estaba en paz. Porque sus ojos, aunque cerrados, se movían
debajo de sus párpados. Su hermoso pecho de nube acariciante, de vez en cuando
delataba algún asalto, señal inconfundible de un corazón agobiado por la
angustia. Así pasó dormida varias horas, lo cual le dio tiempo a él de
analizarla, de verla bien, de escudriñar uno a uno sus rincones. ¡Pobre mujer!
—pensaba conmovido—, cualquiera que le vea la tomará por una pordiosera o una
prostituta devaluada. Sin embargo, cuando se despertó lo hizo con autoridad y
garbo, exigiendo sus fueros como si se tratara de una dueña. ¡Decía ser su
conciencia! Él no creyó en su dicho, pero tampoco descartó la idea que así
fuera. En todo caso, para no equivocarse, procuró formarse un juicio benigno de
su huésped. Los inferiores siempre son viles y serviles con los de más
alcurnia. Y él, a pesar de ser el anfitrión, se sentía acomplejado ante la
dama. ¡Soy tu conciencia! —le dijo varias veces—, luego sin esperar respuesta,
se volvió a quedar dormida como antes. ¡Él sólo la miraba intrigado y confuso!
Ya cuando se cansó de verla, la arropó con la sábana, dejándola dormida en el
sofá. Sacó de su librero un viejo tomo de Federico Nietzsche, uno que había
leído en sus primeros años de aprendiz de filósofo, después que se casó con
Altagracia. En su boda un amigo le predijo: “Cuando un hombre se casa con una
mujer buena se hace bueno y cuando lo hace con una mala se vuelve filósofo”. Y
se volvió aprendiz de filósofo. Y en sus infortunios de pensador y amante
incomprendido, Nietzsche le confortaba. Le fascinaban las lapidarias sentencias
de aquel nazi, que ufano proclamaba: “El guerrero aún en tiempo de paz, si no
hay enemigo contra quien pelear, se precipita sobre sí mismo”. O las
baudelarianas de café, como la que decía: “Hay ciertas mujeres a las que no se
las quiere porque, como la cinta de la legión de honor, se han ensuciado con
ciertos hombres”. El dandi aquel, burgués y renegado, de ascendencia maldita
por derecho, era su confidente. Junto con Nietzsche compartían sus desdichas.
Sus almas trigemelas de infortunios siempre se comprendieron. ¡Ahora caía en la
cuenta! ¡Ahora sabía por qué aquella mujer le daba nauseas! Y aunque fuera
—como dijo ser— su conciencia, no se podría quedar a acompañarle. Tendría que
irse, un dandi como él, jamás aceptaría sus bajezas. No tomaría a una
cualquiera como amante. Ya lo había decidido: ¡la echaría a patadas tan pronto
despertara! No, no lo haría. Después de todo él era un caballero. Y aunque la
loca aquella le fastidiaba diciendo que ella era su conciencia, seguía siendo
una dama. Pero sí le diría sus verdades. Fue a buscarla a la sala. Aún seguía
tirada en el sofá. Después de varias horas no se había despertado, continuaba
dormida a pierna suelta, sosegada y segura de sí misma. ¡Quizá! —pensó
malignamente— ¡Quizá estuviera muerta! Seguramente no. ¡Eso sería demasiada
buena suerte!
Quinto
tiempo: Las palabras (04:00 Am)
Cuando las encontró
tiradas en el piso no eran muchas. Las dejó en una hoja doblada, metida entre
las páginas de un libro de Ionesco. Las guardó para usarlas después en algún
cuento. O quizá lo hizo únicamente por tener algo propio: ¡para ser propietario!
Para que al menos una vez, animados por sus propiedades le llamaran “Don”. Para
que las malas gentes no siguieran pensando que solo era un vago improductivo.
Quizá las recogió por sus prejuicios. Por eso las guardó. Pero mientras pensaba
todo lo que haría con ellas, comenzaron a irse. Salieron por el canto más
abierto del tomo II del teatro del absurdo. Salieron sin permiso una tras otra,
prófugas silenciosas, como amantes discretas, que no saben que han sido
descubiertas. Él vio cuando se fueron. Pero dejó que siguieran su camino;
pensó: tienen derecho de ser libres, a decir lo que quieran, donde quieran. Y
así se fueron yendo una a una. Al final sólo quedaron unas cuantas retrasadas,
dormidas en la hoja. Eran las más pesadas, las más flojas. Y aunque al despertarse
le suplicaron de rodillas, que las dejara ir tras de las otras, las encerró
entre líneas. ¡No las perdonaría! —se dijo convencido—. Se quedarían con él
eternamente, a cadena perpetua condenadas. Después las fue sacando una a una.
Las formó en fila india, les pidió que contaran sus desdichas. Asustadas, con
miedo confesaron sus penas: “El hombre no comprende —le dijeron—. Los únicos
empáticos son los espejos/ Pero no tienen alma/ Aunque estampan al otro en
ellos mismos/ No son capaces de sufrirlo/ ni de amarlo/ De sentir su dolor en
carne propia/ Por eso aunque lo aceptan lo rechazan/ En cambio este hombre es
opaco/ duro como la piedra/ como el granito más templado que el acero/ También
es movedizo/ Escurridizo como la serpiente/ Huye de sí arrastrando sus
vergüenzas/ No se conoce ni quiere conocerse/ Le espanta ver su rostro en el
dolor del otro/ Ver su mano en la herida/ como la propietaria del puñal/ Por
eso a solas se desespera y llora/ Y no puede escapar de su destino/ Víctima y
verdugo de sí mismo/ Fénix - Abraxas redivivo/ ¡Pobre hombre!/ Tan lejano de
Dios y tan escaso/ de buena voluntad para su prójimo/ Al que jamás entiende/ En
el que muere”. Eso dijeron, y luego se callaron para siempre.
La serpiente se deslizó
sobre la almohada, se enroscó en el cuello del durmiente, presionó más y más
hasta que abrió los ojos dando vuelta a su cara. Entonces vio en su vaho: ¡la
neblina de la madrugada cubría la ventana que daba a la conciencia de los otros!
¡Todo estaba empañado! ¡Aún no amanecía! ¡Quizá jamás amaneciera!
Sexto
tiempo: Sigue la luz (05:00 Am)
Por fin la mujer se
despertó. Siguió diciendo que era su conciencia. ¡Que ella y él eran
inseparables! Que no existió ni existiría jamás una pasión tan grande como
aquella. Que lo amaba tanto como él a ella. Él sólo la miró. No le hizo mucho
caso. Imaginó que estaba delirando, que todavía no estaba bien despierta; o de
plano que había enloquecido.
“Ella siguió diciendo:
Te soñé: Soñé que íbamos caminando por el campo. Que había maleza y muchos
árboles —¡era como en la selva!— Caminábamos juntos, de la mano. De pronto,
cuando el bosque se hizo más espeso, te adelantaste y te perdí entre la maleza.
Y corriendo hacia lo espeso me decías: ¡sígueme! ¡Ven conmigo! Pero tuve miedo
de hacerlo, aunque quería seguirte. ¡Y desapareciste! Ya solo oía tu voz.
Entonces te busqué ansiosamente, pero no te encontré. Tú me dijiste: Sigue la
luz... Y tu voz se fue haciendo más débil y lejana. Luego todo calló, quedó en
silencio. Después volví a soñar: Estabas en un bar con mucha gente, fumando y
tomando con amigos. Me acerqué a ti. Pero tú no me hablaste: ¡Como si no me
conocieras! Pensé que no eras tú. Ahí fue donde me rompiste el corazón.
Fueron sólo dos sueños;
por ellos comprendí que nos habíamos perdido el uno al otro. Al despertar pensé
que estabas en problemas. Me llegó la nostalgia y quise hablarte: ¡Quería
verte! Pero mi teléfono se perdió o se descompuso (no recuerdo) y no te hablé.
Luego me fui muy lejos”. Fue lo último que dijo y se calló. ¡Él solo la miraba!
¡La miraba! Después de aquello ya no la volvió a ver. Ni la buscó. ¿Para qué?
El pasado era pasado: ¡ya no era! La nostalgia —pensó— nos droga y nos engaña,
nos nubla la esperanza para que perdamos la ilusión. ¡Es muerte pretendiendo
ser la vida!
Séptimo
tiempo: El regreso (06:00 Am)
Antes de regresar, todo
le daba vueltas. Se despertó sobresaltado porque, pese a las orejeras, escuchó
el canto de los gallos ¡era un canto muy bello! Alguien en la ciudad había
instalado una granja en su azotea. Tal vez fueran gallos de palenque, finos y
de pelea. Quizá eran gallos aliquines. Sabe Dios lo que eran, pero lo cierto es
que cantaron, y con el canto despertó el pasado:
Bajo del antifaz abrió
los ojos sintiendo que era un niño, que aún estaba en su pueblo de hacía
cincuenta años; que había llovido y escuchaba el agua del arroyo escurriendo
por las piedras tristes después de la tormenta. Creyó que el mundo continuaba
siendo el mismo de los tiempos de “mi General Cárdenas”, que su único hijo
legítimo aún no renegaba de su casta. Que no había ruido de autos, ni de
fábricas, sino el rebuznido de mulas y de burros en el patio de su casa. Que no
existía el fastidioso checador de la oficina, ni el jefe imbécil dispuesto a
descargar sus frustraciones sobre la dignidad de sus subordinados. Es más,
creyó que él no era él; que su saco y corbata de burócrata realmente no
existían, que no los traía puestos, que eran tan solo una trágica ironía, una
camisa de fuerza colocada a un loco de alguna de sus pesadillas. No, no podían
ser verdad el traje y la corbata cotidianos que siempre le humillaron,
convirtiéndolo en algo que no era: un ridículo empleado de ciudad. Porque él —a
mucho honor— era un montañés de corazón. Le gustaban la altura y el pecho al
aire libre, el fuego de los rayos del sol sobre su piel. Siempre amó las
alturas y la luz. Pero no soportaba el precipicio de aquel gran edificio de mal
gusto. Su inmenso abismo lleno de humo, le daba vértigo. Aunque cerca del cielo
—¡en el 20avo piso!— ahí solo respiraba el humo de las fábricas y el rancio mal
humor del jefe superior. Sí, a él siempre le gustaron las alturas, pero de la
montaña, de los azules sueños —más allá de las nubes— que nunca se cumplieron.
Le gustaba la cima de
los ideales que guardaba escondidos muy adentro, porque si los veían los
“superiores”, seguro lo echarían por sospechoso, por terrorista o adicto
peligroso. Sí, las alturas que amaba, no eran las del puesto que seguía en el
escalafón. Ni, las de una “buena posición”, que tanta suerte daba a los idiotas
con las mujeres fáciles, que a él no le gustaban. Definitivamente nunca estaría
de acuerdo apostado en esas cumbres.
Ahora, ahí en su
cuarto, despierto por los gallos (ya fuera de su sueño), pensaba que no había
por qué alegrarse. Ya el pasado no era. Ya no estaba en su tierra, ni en su
infancia. Definitivamente los gallos de azotea se confundieron. Cantaban a la
aurora, pero en su vida aún era de noche. Sin embargo, el sueño se le fue con
ese canto y aún con ese frío tendría que levantarse. Siempre le fastidió seguir
echado después de despertarse. Se puso las sandalias, abrió el cajón de todos
sus delitos, tomó el sobre del polvo de los sueños y fue al baño. Con suma
precaución le cortó un borde: Una, dos, tres pasadas y ya estaba. Inhaló el
aire fresco de la dicha. Se asomó una vez más a la ventana. Se acomodó al
espejo: Atrás de su mirada de agua plata, un demonio reía malignamente. Luego,
en el otro lado de la luna, Hugo Chávez clamaba ante
Desde su cuarto oyó el
segundo canto de los gallos. Los demonios del sueño habían enflaquecido y
observaban al hombre de los polvos con temor, esperando su clemencia. La mujer
del sofá se había marchado. El espejo dejó de ser espejo: ¡Ahora era una nueva
pesadilla!, ¡el sueño de otro sueño! Volvió a cantar el gallo: ¡fue la tercera
vez! El hombre de los polvos cubrió su rostro y lloró su cobardía. Un soldado
romano azotaba en el Vaticano la espalda de su amigo que sería sacrificado por
su culpa. Del tejaban azul negro del cielo, cayó el reloj del infinito y rodó
por el suelo. Deshecho en mil pedazos, llenó con sus instantes la alfombra de
la noche.
El alba despertó.
Reptando a la salida de la casa, escapa la serpiente asustada por la luz. El
búnker de cristal, donde el hombre de los polvos se esconde de sus miedos, se
ha iluminado. La madrugada agónica ya muere.
Quedamente y sin prisa,
ante el amanecer del nuevo día me desperezo, tomo el cesto del tiempo y empiezo
a recoger cada segundo llenando los minutos y las horas. Y para que no se
pierda ni un instante, mojo una servilleta con vinagre y la adhiero a la alfombra
que esclarece. El tiempo fino se pega complacido al beso del papel humedecido.
¡Parece que tuviera la sed de muchos días!
YULEISY CRUZ
LEZCANO
Nació en Cuba el 13
marzo de 1973, vive en Marzabotto (Bolonia, Italia) desde sus 18 años. Estudió
en
En su tiempo libre se
dedica a escribir poemas, relatos, y a la pintura. Es miembro de honor del
Festival Internacional de
Fue galardonada con
numerosas distinciones literarias tanto en Italia como en otros países.
También fue designada
jurado en diversas oportunidades.
Fue organizadora del
MiniFestival de Literatura Femenino –Sala Blu– Comune di Signa, Florencia,
Italia (2018).
Colabora con diversas
revistas culturales latinoamericanas, italianas y españolas. Sus poemas en
español han sido publicados en distintas revistas literarias y antologías de
América Latina, España e Italia. Sus textos poéticos han sido traducidos al
inglés, portugués, japonés, árabe y albanés a partir de sus originales escritos
en español o italiano. También ha dictado talleres de iniciación a la poesía en
el ámbito de la educación primaria.
Publicaciones:
Demamah:
il signore del deserto / Demamah: el señor del desierto (2019), Inventario delle cose perdute (2018), Tristano e Isotta. La storia si ripete
(2018), Fotogrammi di confine (2017),
Soffio di anime errante (2017), Frammenti di sole e nebbia sull’Appennino
(2016), Credibili insértese (2016), Due amanti noi (2015), Piccoli fermioni d’amore (2015), Sensi da sfogliare (2014), Tracce di semi sonori con i colori della
vita (2014), Cuori Attorno a una
favola (2014), Vita su un ponte di
legno (2014), Diario di una ipocrita
(2014), Fra distruzione e rinascita: la
vita (2014), Pensieri trasognati per
un sogno (2013).
Más sobre
su trayectoria y obras en: Suplemento de Realidades y Ficciones Nº 93 (https://colaboraciones-literatura-y-algo-mas.blogspot.com/2022/03/)
https://www.yuleisycruz.com/chi-sono/
SI NO EXISTIERA EL
HOMBRE
Yuleisy
Cruz Lezcano ©
Si
no existiera el hombre
¿Imaginarlo?
Ojos
de pájaro que aletean marejadas
para
una isla de sueños,
cántico
que proyecta soles,
marinero
de ocaso nacido
sin
orillas y sin peso
para
caminar en el espacio surreal
que
queda afuera del cuerpo.
Si
no existiera el hombre,
al
margen del horizonte,
se
sentiría el vuelo de la piedra
que
respira abajo del mar,
se
sentiría el papel que crece
en
la soledad.
Si
no existiera el hombre
se
sentirían los hemisferios
encerrados
en el tiempo
como
si pasado y presente,
abrazados,
se hundieran
en
arenas movedizas que comparten
el
fondo frío de la ausencia.
EN
(Cien años de soledad)
Yuleisy
Cruz Lezcano ©
Está
a flor de vista
el
deslumbramiento del sol,
muerde
el llano
y
un sueño americano
suspira
de opuesta vida.
Mundo
que muere y renace
escrito
en Cien años de soledad.
Mundo
sin otredad,
vuelto
en ondas por el viento.
En
alas de sentimiento
habla
el momento
para
toda la muerte.
Las
palabras son rastro de oro
que
deja la estrella errante...
y
del mundo distante
aparece
un mundo reciente,
como
un toque vibrante
llama
en la mente
cosas
todavía sin nombres,
besos
de dos que no saben
cuando
podrán besarse
porque
son de la misma familia.
Por
el sueño que exilia
el
inquieto despertar,
un
hada se pone a cantar
la
historia de un niño
con
la cola de iguana
y
dos familias
al
dividir la misma sábana
creen
que es un mensaje del cielo,
entre
presagios y temores
lamentan
su parentesco
y
por un extraño orden caballeresco
con
una lanza escapa el muerto
que
desde el crepúsculo incierto
trae
el fantasma de ecos perdidos
que
entre vagos sonidos
inyecta
clavos de remordimiento,
cuando
con la herida al viento
cosecha
en su cráneo florecido
el
infierno vivido.
Entre
los labios el hielo desprendido
habla
de soledad como larga condena.
El
incesto es la cadena
que
une el final de las lluvias a la muerte
del
pueblo que se va vaciando, olvidando
su
misma suerte
con
el mito de la memoria
de
ojos que no pueden mirar,
de
cuentos que no conocen la historia
del
vuelo reflejado en el mar
de
una hada madrina que engaña el hombre,
anunciando
una muerte sin nombre.
EL LLANTO DEL PAYASO
Yuleisy
Cruz Lezcano ©
El
día que el payaso lloró
no
se supo el porqué,
nadie
lo vió,
todos
lo vieron riendo,
la
desesperación dentro de él
era
como una sonrisa sin dientes,
un
derrumbe sin noción del tiempo,
en
sus ojos se apretaba la noche
y
las lágrimas de estrellas
brillantes
y frías
derramaban
en su mirada
una
copa de nieblas
que
lo guiaba con lenguaje de ciegos
en
la oscuridad sorda de su interior.
El
día que el payaso lloró
su
alma se hizo pequeña
como
una gota de rocío
al
borde de un hilo
abierta
al disfraz
y
encerrada al aire.
El
día que el payaso lloró
las
lágrimas recogieron
en
todo el maquillaje
muchas
pequeñas muertes
ocultas
en la risa.
El
día que el payaso lloró
se
secó las lágrimas de prisa
pero
dejó desnudo el hombre
cansado
de todo lo que en la vida
más
se parece a la muerte
que
a la vida.
ERNESTO RODRÍGUEZ DEL VALLE
Nació en Camagüey,
Cuba, el 9 de junio de 1940. Reside en Estados Unidos. Es editor, poeta y
narrador. Docente en el área literaria y cultura, hoy jubilado. Cursó estudios
sobre docencia con el Método Makarenko en los años 1965-66 en su ciudad natal y
también seminarios sobre Jorge Luis Borges en
Su obra literaria se
haya dispersa en varios foros y revistas de internet. Tiene publicados varios
libros de poesía para niños y adultos, y ha aparecido en importantes antologías
internacionales como
Más sobre su
trayectoria y obra en Realidades y Ficciones - Revista Literaria Nº 46:
https://revista-realidades-y-ficciones.blogspot.com/2021/06/realidades-y-ficciones-revista.html
Sobre sus obras, puede
consultarse también:
https://www.escritores.org/libros/index.php/item/ernesto-r-del-valle
NUEVA ESTRUCTURA
NEOCLÁSICA MODERNA
Ernesto
Rodríguez del Valle ©
Pernestto
de rima mixta: luego de tres meses de estudios esporádicos he llegado a la
creación de esta estructura neoclásica al igual que hice con la estructura
llamada Decineto, en el año 2009.
A
diferencia de aquella estructura, el Pernestto es una figura poética,
únicamente de arte mayor desde el eneasílabo hasta el alejandrino.
ESTRUCTURA DEL
PERNESTTO DE RIMA MIXTA
El
poema estará formado por dos quintetos y dos pareados de arte mayor, como se
explicó en el párrafo anterior, estructurados de la siguiente forma.
Para
los dos quintetos la rima será la siguiente:
Primer
quinteto: AA BB A
Segundo
quinteto: CC DD C
La
rima de los dos pareados será cómo sigue:
Primer
pareado: AA
Segundo
pareado: CC
Comportamiento
de las rimas asonantes y consonantes en ambos quintetos del Pernestto de rima
mixta.
Asonantes:
versos 1º, 2º y 5º
Consonantes:
versos 3º y 4º
Pareados.
Comportamiento
de las rimas asonantes y consonantes en ambos versos pareados del Pernesto de
rima mixta.
Primer
pareado: rima asonante.
Segundo
pareado: rima consonante
Ejemplo:
LANZO A CALÍOPE
Ernesto
Rodríguez del Valle ©
Calíope
exigente me encargó un Pernestto
en
versos dodecasílabos perfectos,
y
como soy creador de esta estructura
debo
hilvanar bien el hilo a su costura.
Como
ven, ya tengo el primer quinteto hecho.
Paso
a la segunda estrofa y, adelante
qué,
el segundo verso de la mente sale
aquí están vivos, los
versos ya rimados.
Lanzo
a Calíope la suerte de mis dados
terminando
con los versos elegantes.
Este
pareado quedará satisfecho
y
tendrá Calíope listo su Pernestto.
Con
este pareado no tan elegante
quedará
contenta
DAMIÁN ANDREÑUK
Nació en City Bell en
1986 y reside en Villa Elisa, ambas localidades del partido de
Más de su trayectoria y
obra en Suplemento de Realidades y Ficciones Nº 93:
https://colaboraciones-literatura-y-algo-mas.blogspot.com/2022/03/
CONFUSIÓN
DE MÁSCARAS
Damián Andreñuk ©
En esta confusión de
máscaras
escribo como quien
golpea contra lo irremediable
la fiebre más digna
la majestuosa paz del
águila
me
asisten.
No llevo en las
entrañas la avidez mercachifle.
He nacido en comunión
con un vértigo salvaje.
A pura furia y luz
atravieso este plano.
La maldad cotidiana que
nos hace sentirnos desterrados.
El odio en fogonazos.
El odio permanente como
un hongo maldito.
Los ojos muertos de la
vanidad y el egoísmo.
El pecho de la
felicidad con luciérnagas extáticas.
La diáfana sabiduría
forjada a cicatrices.
La sangre que se
fortalece cuando el amor desborda.
Damián Andreñuk ©
Entre bestias opacas
que no aman.
Entre seres con un odio
que les crece como las hogueras.
Entre monos decadentes
que no pueden trascender la genitalidad
Lara sabe que hay
pobreza en toda inconciencia.
En la supuesta lucidez
que sólo es ceguera.
En continuas carcajadas
vacías.
En quienes deciden
arrastrarse como las lombrices.
Ella prefiere la
energía de las flores
para encender su canto.
Tiene su luz, su
libertad y ciertas lealtades: eso le basta.
No hace un altar a sus
heridas.
No vive maniatada en la
domesticación.
No compite ni se
angustia por trofeos de espuma.
Damián Andreñuk ©
Su refugio es la
aventura
los colores del éxtasis
el vértigo sagrado.
Transita este mundo
como un hada a la intemperie.
Le salen de la voz
jazmines diminutos.
Volvió muy sabia y
fuerte de antiguos derrumbes.
Salvajemente huele a
paraíso.
Nos conocimos un verano
en una comunión inmediata.
Sentí la eternidad
rodeado por sus brazos.
Vi que a todo levantaba
a la altura de la magia.
Yo parecía un animal
recién salido de una cueva
—una bestia viejísima
que grita sus heridas—
Pero ella supo
despertarme la risa y colibríes.
POMPEYO PÉREZ DÍAZ
Nació en Santa Cruz de
Tenerife, España. Músico de sólida formación, es guitarrista y profesor del
área de Musicología en
Su acercamiento a la
poesía fue muy temprano. Obtuvo algunos premios que generaron publicaciones
(entre los que aprecia el Félix Francisco Casanova para jóvenes autores y el
Ciudad de
https://www.youtube.com/watch?v=NQTiTSwxcMM&t=7s
He aquí algunos poemas
de su nuevo libro Variaciones serias:
POEMA
DE
Pompeyo Pérez Díaz ©
La caja de música que
guardo
en la gaveta de un
armario
es negra y brillante
con
forma de piano (gran
cola) y
si levantas la tapa
suena
un vals en sí menor
(Chopin op. 69 nº 2)
la caja de música era
un
joyero de mi madre
ahora vacío
en un extremo erguida
la pequeña
bailarina tutú blanco
de puntillas
gira los brazos alzados
sobre
la cabeza gira sin
descanso
(no baila el vals) la
bailarina y
esa música cromática
(máscara
desconsolada y sensual)
evocan
besos fragmentados
innecesarios
versos que me empeño
(sin razón)
en desvelar la caja de
música
conserva trazas lejanas
de
perfume me gusta fingir
que
en realidad no está
vacía
adivinarle sigilos
misteriosos
(como los del vals)
destellos
que me dictan palabras
en delicado (caótico)
desorden
POEMA
DEL MOSTRADOR DE LOS DULCES
Pompeyo Pérez Díaz ©
Una pequeña cola de
espera ante la dulcería-heladería, digamos que una pequeña cola de seis, siete
personas. Se trata de una estrecha calle peatonal, no demasiado concurrida,
bien arbolada. La pequeña cola es bastante silenciosa, la mayoría intenta escudriñar
desde la distancia los mostradores, como reflexionando sobre cuáles de las
atrayentes piezas que exponen resultarán más apetecibles. Para crear el
contraste dramático, una pareja con sobrepeso y gestualidad vulgar, ajena a la
sutileza de tales elecciones, se limita a mirar sus móviles.
El espacio interior de
la dulcería-heladería es escaso, la decoración en blanco y azul, salpicada de
algún rojo tenue, uno o dos viejos carteles, remite a otra época. Sobre el
dintel de la puerta, con un tipo de letra lleno de encanto por anticuado y pretencioso,
el nombre del negocio más una advertencia: “Desde 1944”. Una vida entera desde
1944, la imagino tamizada por los olores sugerentes que escapan del obrador en
la parte de atrás. Sin duda más de una vez habrá llegado alguien, al cabo de
los años, para tranquilizar un ánimo alterado recurriendo a esos aromas
amables, memoria de momentos mejores.
Mostradores con dulces
de formas variadas, colores diversos, vistos a través de una superficie de
cristal. Digamos que ilusión de gozo inmediato, olvido transitorio de la
desdicha; abandono, íntimo y secreto, efímero, de toda represión moral; pura
percepción sensual del instante; como un dado trucado para burlar el miedo,
seamos solemnes. Se eligen unos pocos y se abandona al resto, la promesa vaga
de regresar un día. En el placer tampoco faltan las renuncias. Alguien tendría
que escribir un tratado sobre las dulcerías-heladerías como fuente de
iluminación de los seres estoicos.
Los clientes entran en
general con la gravedad que requieren los asuntos importantes. Un hombre más
bien alto y palidísimo con un tres cuartos de cuero, Dr. Martens verdes y un
estuche de guitarra colgado del hombro, elige minuciosamente entre distintos tipos
de milhojas. Una mujer joven que no se quita las gafas de sol, vaqueros, abrigo
ligero granate y unas Converse color mostaza, se interesa por las terrinas con
dos tipos de helado. Otra mujer, de bastante más edad, vestido negro y paraguas
largo con mango de madera, desea una bandeja de doce dulces todos diferentes.
Pregunta por unos que compraba años atrás, forma de maceta rellena con crema
pastelera y crema de moka, una guinda tono esmeralda. Enumera al detalle los
ingredientes de la masa que formaba la maceta: harina, levadura, mantequilla,
leche, huevo, limón, canela. Ya no se hacen, se entristece notablemente.
Debería haber una pastelería de los dulces extintos, a la que poder acudir en
busca de los sabores del pasado.
Una pequeña cola de
espera ante la dulcería-heladería, digamos que una pequeña cola de cinco, seis
personas. Se trata de una calle estrecha bien arbolada, peatonal. Desde su
interior de espacio escaso, fragmentada por las conversaciones breves, la leve
brisa externa, llega una música pasada de moda, en volumen bajo. Algunos
clientes la aprecian.
MÉDITATION SUR MA MORT
FUTURE
Pompeyo Pérez Díaz ©
1660 Johann Jakob
Froberger cuarenta y cuatro años compone Méditation
sur ma mort future edad cuarenta y cuatro años para tomar en serio en 1660
ya solo viviría otros siete Meditación
sobre mi muerte futura título sugerente inquietante quizá evocación sombría
tristeza premonitoria
Méditation
sur ma mort future (pour le clavecin) retórica de tombeau música a la memoria de alguien
fallecido Johann Jakob Froberger nacido en Sttutgart (en español Estucardia
nadie lo usa) artista un tanto afrancesado escribe en su propia memoria tal vez
en memoria de quienes han muerto quienes están muriendo quienes vamos a morir
Asunto complejo
concebir una pieza con carácter de tombeau
para uno mismo imaginar el mundo sin estar sin echar nada de menos el vértigo
la ausencia de la nostalgia elaborar el propio discurso de despedida y
preguntarse cómo será no verlo no sentirlo mientras siguen los destellos las
sombras el pulso de los relojes el tacto de una nuca perfumada y grácil es
echarse a sí mismo de menos la nostalgia de la ausencia una visión de los
adioses
No sé si contar que la
meditación sobre mi muerte futura suele ser postcoital guitarrista melancólico
(un tanto afrancesado) junto a un cuerpo inefable atendiendo de modo narcisista
algún lúgubre pensamiento acerca de cuántas veces volverá a ocurrir algo así
antes de morir el latido salvaje el vértigo la contemplación la conversación
delirante sabia absurda la risa incontenible mi agradecimiento silencioso la petite mort y la sombra postcoital de mi
futura muerte distraen la angustia el hastío del presente
Johann Jakob Froberger
1660 cuarenta y cuatro años Méditation
sur ma mort future el elocuente style
brisé y los silencios propios de cada tombeau la retórica elegante porque
una meditación sobre la propia muerte sobre quienes han muerto quienes están
muriendo quienes vamos a morir se debe hacer con elegancia sutilmente sobria
las sombras premonitorias quizá lánguidamente emotivas y así las preguntas las
nostalgias todos los adioses
POEMA
DEL UNIVERSO QUE SE EXPANDE
Pompeyo Pérez Díaz ©
En ocasiones pienso en
la expansión del
universo o
en la materia oscura
así de pronto no sin
angustia
(como Woody Allen de
niño
en Annie Hall) y puede ocurrir
(de modo absurdo)
mientras son la
sensualidad o
una energía brillante
lo que se expande por
ejemplo
cuando te quitabas la
ropa
y yo absorto callado
preguntándome
si realmente existirán
los agujeros de gusano
(o
puentes de
Einstein-Rosen) para
crear atajos en el
espacio-tiempo
maravillosa hipótesis
topológica
inoportuno motivo de
reflexión
si se podían buscar
los secretos del tiempo
del espacio con la boca
entre tus muslos y
tú la mirada serena
las respuestas certeras
de lado sobre mi cama
eras un desnudo de
Giovanni Boldini
Un
nudo seduto con le braccia sollevate
visto
di lato
pero en algún momento
de la tarde aferraste
mi cuerpo de pronto
como
si fuese a desaparecer
por un agujero de
gusano
me enseñaste los cinco
niveles
del orgasmo según
un antiquísimo libro
indio
de autor anónimo
escuchamos
el viento en mi patio
nos reímos como locos
inventado collages delirantes
con fragmentos de
refranes
bajo la manta
multicolor
y me dijiste
si
te apetece vuelvo mañana
y dudé en silencio
pensaba en mi plan de
estudiar
con el archilaúd en sol
(catorce órdenes de
cuerdas)
otra partitura francesa
del siglo XVII tombeau
lúgubre como un cuervo
revoloteando
sobre el Cementerio
Viejo
de Westminster
(Baltimore)
en otoño y también
en retomar el borrador
de unos
poemas sobre la huida
sobre
la soledad sobre el
hastío
(y el universo
expandiéndose)
así que dudé en
silencio durante
unos segundos
ahí ves lo idiota que
soy
POEMA
DE
Pompeyo Pérez Díaz ©
I
Te habrás fijado
en novelas canciones
películas en poemas
a menudo
la acción heroica exige
tomar una colina
suele ser muy
arriesgado
incluso algo tremendo
lo recuerdo ahora de
pronto
no sé el motivo
en esta cafetería donde
huele
así de bien y las
miradas se
desplazan
tan cuidadosamente
por el suelo por los
ángulos
de las paredes para
no cruzarse donde
se eligen con esmero
(incluso
reflexivamente)
un tipo de café un
sandwich
para desayunar se leen
mensajes en el móvil y
una leve sonrisa puede
ser una caricia en la
base
del cuello donde pienso
que mientras buscamos
refugio en el fondo
de una taza humeante
acaso nos gustaría
soñar que
podemos ser héroes
II
Ah, what can ail thee, wretched wight,
Alone and palely loitering;
John Keats
En las cafeterías
me agrada sentarme
solo y (no lo niego)
parecer un personaje
de John Keats
(ah
qué te aflige espíritu desdichado
solitario
y vagando pálidamente)
él con su retórica
extraordinaria yo
escribiendo estupideces
con la tablet y un capuchino
supongamos que
trabajando
(concienzudamente) en
un poema muy underground
(si lo prefieres muy punk)
sobre lágrimas amargas
sobre seres duros y
desconsolados
desconcertados
como un verso en una
garganta
(un tema ya hasta
vulgar)
en el equipo de sonido
Life
on Mars?
mientras
observo a través del
cristal
que regala
una (confortante)
pátina
de irrealidad
en la esquina un puesto
de castañas intuyo su
olor
carbón gris destellos
naranja
y rojos cucuruchos de
papel
muy grueso saludos que
son
apenas un gesto aquí
dentro
las miradas se
desplazan
por las paredes por el
suelo
para no cruzarse sobre
la barra de diseño unos
dulces
un jarroncito con
siemprevivas
is
there life on Mars?
III
Parece que me empeño
en narrar escribir
sobre eso que llamo
cafeterías melancólicas
(¿es posible tal cosa?)
con sus cristales
que permiten ver
la calle acerca
de quienes leen
frente a una taza
humeante así
de absortos los que
han soñado
(la noche anterior)
con cuerpos del pasado
y
sienten digamos que
nostalgia (o
se masturbaron)
los (que parecen)
tan extraviados sobre
los colores olores
del café quienes
siempre piden tomate
en el sandwich
(necesidad
compleja) el pulso
de las canciones que
(creemos) nos hablan
de nosotros los cuellos
ruborizados tras una
sonrisa ¿acaso
es tiempo de trazar
tras este humo de
las tazas
las grandes preguntas?
(¿mejor decimos
las preguntas idiotas?)
¿alguien conoce el
plan?
¿hay un plan?
¿qué tal el sandwich y
el
café?
¿el trabajo el espejo
el miedo
tu amante la cama
vacía?
¿las siemprevivas sobre
la barra
son flores muertas?
¿debemos tomar alguna
puta colina
para ser héroes?
¿existe algún alivio?
¿puedes
sonreírme?
JESÚS QUINTANILLA OSORIO
Originario de San
Cristóbal de las Casas (Chiapas), México, es un escritor profesional, autor de
numerosos libros, entre los cuales se encuentran disponibles en la red, Humanos sintéticos, La educación como modelo
liberador, Mujeres disolutas en la literatura, entre otros. Ha obtenido
numerosos premios, entre los que destacan, Premio Internacional Ensayo
Periodismo, en Limaclara, Argentina, (2012); mención honorífica internacional
de
Ha publicado en las
revistas The Upper Room de Nashville (Tennessee, Estados Unidos, editada en 40
idiomas), Prisma (México, 2016), Ecos Cotidianos (México, DF), Migraciones
Forzadas (España, Inglaterra, editada en cuatro idiomas), entre otras.
Más de su obra en el
Suplemento de Realidades y Ficciones Nº 91:
• https://colaboraciones-literatura-y-algo-mas.blogspot.com/2021/09/
DON
AURELIANO BUENDÍA
Jesús
Quintanilla Osorio ©
“¿Es
usted Don Aureliano Buendía?”
El
hombre me voltea a ver con gesto de extrañeza.
“¿De
dónde me conoce?”
“En
los libros de Gabriel García Márquez… Él habla de usted.”
“Sí…
El buen Gabo… Me hizo protagonista de varias de sus obras…”
“Sí,
yo supe de usted por aquel coronel que no tenía quien le escriba.”
“¡Ah…!
El coronel… ¡Por su dignidad pasaba hambres…!
La
dignidad no se come, le hacía ver su esposa.”
“Sí.
Yo me preguntaba cómo habría sido Macondo”.
“Macondo
era como cualquiera de nuestros pueblos…”
Y
veo a Don Aureliano Buendía alejarse hasta sumarse a las sombras.
Jesús Quintanilla
Osorio ©
Conociendo de mi gusto
por lo extraño, y sabiendo de mi obsesión por los casos más difíciles de
resolver, Andrea y los chicos de la clase de investigación criminal, me
trajeron una memoria micro SD de 8 GB, encontrada dentro de una cámara cubierta
de algas, en las profundidades de
ÁNGEL TEBAS GARCÍA
(Murcia, España, 22 de
agosto de 1969). Militante del Movimiento Autónomo, participó en multitud de
luchas de finales de los ‘80 y de los ‘90. Influenciado por los fanzines, el
rock radikal vasco, frecuenta desde 1987 Euskal Herria hasta que en 2010 se
traslada a Getxo. Ha participado en los fanzines Guillotina,
Es autor del poemario La larga noche y del libro La herida abierta. Tiene varios libros
sin publicar.
¡MARI!
Ángel Tebas García ©
Ha salido de su casa
del Amboto
Y está volando montada
en su carroza de fuego.
Desde lo alto nos mira
y contempla nuestra ruina.
Hace ya mucho tiempo
que fue relegada a los libros de cuentos.
Hace ya mucho tiempo
que desapareció de las mentes de los mortales.
Hace ya mucho tiempo
que no habita en nuestros corazones.
El único Dios al que
llaman el verdadero se apoderó de sus fieles.
Todo lo que ella y los
demás dioses representaban fue barrido.
Entre hogueras y horcas
sus sacerdotisas aniquiladas.
La naturaleza desde
entonces ha sido sistemáticamente violada.
Los Basajaun expulsados
de los bosques que cuidaban.
Las lamias ya no se
peinan en las orillas de los rios.
Los gentiles ya no
traen regalos ni inspiran sueños.
Ni Aker, ni Sugoitz, ni
Maiatza hn vuelto a ser vistos.
Los galtzagorris ya no
tienen un hogar.
Todo ha sido arrasado y
destruido en el nombre de Dios.
Todo lo romántico, lo
onírico lo sentimental,
Ha sido sustituido por
el pragmatismo y lo material.
Todo es sencillamente
aburrido y predecible.
Todo rígido,
convencional y cuadriculado.
Todo es triste y
horriblemente estructurado.
Ya no hay lugar para la
fantasía.
Lugar para la
imaginación.
Lugar para soñar con
mundos perdidos.
Y sin embargo la vida
en el mundo se va perdiendo.
La luz que ella
despedía ahora se torna oscuridad.
La multitud de seres
ahora es una multitud de sumisos siervos.
¡En el nombre de Cristo
te juzgan!
¡En el nombre de Cristo
te condenan!
Èn el nombre de Cristo
quieren quemarte!
Mari llévame contigo en
tu carroza de fuego.
Mari sácame de este
absurdo mundo.
Mari hagamos el amor
sobre el firmamento.
Mari dame un sueño para
escapar de esta realidad.
Mari haz que de nuevo
vuelva a soñar, a imaginar.
Mari rompe esta falsa
paz que nos condena al cementerio.
Mari haz algo para
acabar con este gris, monótono tedio.
Mari alcemos el vuelo y
volemos sobre la tormenta.
CAE
EL TELÓN
Ángel Tebas García ©
Cae el telón.
Ruido de vasos.
Los oídos aún me pitan.
Se acaba la fiesta.
La noche termina.
De camino a casa, la
angustia, la soledad.
La misma película, mil
veces vista, mil veces repetida.
No cambia nada en mi
vida.
Otra vez el mismo
laberinto.
De nuevo el mismo
callejón sin salida.
No cambia nada, no cambia nada en mi vida.
La misma película mil
veces vista, mil veces repetida.
No cambia nada en mi
vida.
Otra vez el mismo
laberinto.
De nuevo el mismo
callejón sin salida.
En la cama, las sábanas
frías.
Cuando el silencio todo
lo envuelve,
cuando el sueño me
domina,
apareces en mis sueños
y al despertar las
sábanas manchadas
y tu hermoso rostro que
no se me olvida.
Qué distinto sería
todo.
Si por una vez las
cartas cambiaran.
Tener una escalera de
color
y ganar la partida.
Qué distinta sería mi
vida.
Pero no.
Yo no soy Alain Delon.
A mí no me espera una
limusina en la esquina.
A mí la desilusión y el
descontento,
salen a mi encuentro
para buscarme la ruina.
Cae el telón.
Ruido de vasos.
La música aún pita en
mis oídos.
Se acaba la fiesta.
La noche termina.
Miles y miles de
noches.
Sabor agridulce en mi
boca.
Sabor agridulce en mi
vida.
De la misma manera,
todas las noches terminan.
Cae el telón.
Cae el telón en mi
vida.
Otra vez el mismo
laberinto.
De nuevo el mismo
callejón sin salida.
Cae el telón.
No cambia nada.
No cambia nada en mi
vida.
En la cama, las sábanas
frías.
Cuando el silencio todo
lo envuelve,
cuando el sueño me
domina,
entre tantas pesadillas
apareces en mis sueños
y al despertar las
sábanas manchadas
y tu hermoso rostro que
no se me olvida.
Cae el telón.
Cae el telón en mi
vida.
De la misma manera,
todas las noches
terminan.
HÉCTOR
ZABALA
Nació en
Villa Ballester (Provincia de Buenos Aires, Argentina, 1946). Narrador,
dramaturgo y ensayista. Más de una docena de premios y distinciones en
narrativa corta, nacionales e internacionales. Contador público nacional
egresado de
Ha
publicado a través de eBook Argentino (Pampia Grupo Editorial, Buenos Aires,
abril 2016) tres libros de cuentos: El
trotalibros y algunos mitos, Unos
cuantos cuentos y Rollos sacrílegos;
también una obra teatral en colaboración con Diana Decunto y Alicia Zabala: Diván en crisis. A través de JustFiction! Edition, Riga (Letonia), agosto 2019: Pateando tableros, relatos con algo más que
ajedrez. Obras y artículos de su autoría aparecen en numerosas páginas
literarias de la web. Tiene varios libros sin publicar. Director de la revista
literaria Realidades y Ficciones y
del suplemento respectivo, desde 2010 a la fecha.
Más sobre
su trayectoria y obras en los números 56, 75 y 88 del Suplemento de Realidades y Ficciones (ver ÍNDICE DE AUTORES o DE
SUPLEMENTOS en https://colaboraciones-literatura-y-algo-mas.blogspot.com/),
así como unos 80 artículos en Realidades
y Ficciones - Revista Literaria (Ver ÍNDICE TEMÁTICO, https://revista-realidades-y-ficciones.blogspot.com/2019/03/blog-post_1.html).
https://hector-zabala.blogspot.com/
Dos relatos de un posible futuro libro (Fábulas y antifábulas):
ZEUS
Y EL MONO
Héctor Zabala ©
Son
tontos los que lo parecen,
y
la mitad de los que no lo parecen.
Gracián
Hubo un
tiempo en que Zeus tuvo debilidad por el mono. Todos sabemos que entre un
déspota y un bufón se dan esas relaciones de amor-odio, y ellos no fueron
menos.
Así,
Zeus hizo que el sol viajara durante el día para regalarle luz y que la luna
recorriera la noche para darle penumbra, porque no era bueno que el mono
permaneciera despierto a toda hora haciendo monerías.
Sin
embargo, el mono era exigente, muy exigente, y Zeus no dejaba de malcriarlo. En
verano, el mono le pedía que el sol pasara más cerca, y Zeus se lo concedía. En
invierno más lejos, y Zeus se lo concedía. Después, que solo fuera de este a
oeste, y Zeus también se lo concedía.
Otra
vez, que la luna marchara siempre de frente porque al mono no le gustaba la
espalda de la luna. Y en otra que la luna creciera y luego decreciera, para más
tarde volver a crecer de cuarto en cuarto.
Así,
día a día, Zeus fue soportando y halagando casi todos sus caprichos.
Y
decimos “casi” porque con lo último que pidió el mono se pasó de la raya. Quiso
que el sol y la luna viajaran muy enlazaditos todo el tiempo ya que —según el
simio— necesitaba una buena imagen de familia, prerrogativa de la psicología
moderna, por entonces tan en boga entre los monos.
Al
principio, el padre olímpico no le hizo caso porque sabía que eso no sería
bueno, así que el mono recurrió a sus morisquetas para ablandarlo. Pero al ver
que no lograba nada, procedió a lloriquear y a berrear y a patalear en el
suelo, costumbre que después fue atávica y siguió compartiendo con algunos
cachorros humanos.
Por
fin, Zeus se cansó de tanto escándalo, sobre todo por no seguir escuchando a
Hera, su mujer, que le regañaba a cada rato con aquello de “tu grave falta a
los deberes de padre”.
—Bueno,
basta —gritó—, ¿quieres que ambos astros caminen juntos, bendito mono? Está
bien, caminarán juntos.
Y
en el acto, para castigarlo, inventó el eclipse perpetuo de sol y el mundo fue
una penumbra continua, que afectó a todos, a monos y no monos.
Solo
cuando apareció el hombre, y en mérito a este nuevo malcriado, dicen que Zeus
levantó el terrible escarmiento. Y volvió a hacerse la luz y volvió a hacerse
la oscuridad, según cuentan, alrededor de un día sexto.
Y OTRA VEZ LAS RANAS
CROARON
Héctor Zabala ©
Esopo – Fábulas
(Colección
Augustana,
Hausrath 44,
Chambry 66)
Esopo había cometido un
error. El genocidio de aquellas ranas que pidieron un rey no había sido tan
completo por parte de la hidra, como nos informara el venerable fabulista.
Algunas, unas pocas, escaparon.
Con los
años, y emigrada la sierpe asesina por falta de alimento, las ranas volvieron,
¡y vaya si volvieron! Eran ya varias generaciones de ranas, pues, escondidas de
la hidra, no habían perdido tiempo en garantizarse la supervivencia como
especie. Las lluvias hicieron lo suyo, la charca era hoy una inmensa laguna.
Con las
ranas, su desgobierno había vuelto. Y vuelto también las tercas a mandar
embajadores al Olimpo.
Al
principio, Zeus no dio importancia al asunto. Seguía pensando que las
miserables no necesitaban un rey. Que croaran y croaran cuanto les viniera en
gana. Esta vez, no enviaría ni palo ni hidra con cetro alguno.
Pero las
ranas son tenaces. A sus primeros embajadores, se sumaron otros y luego otros,
hasta que las laderas del Olimpo se llenaron de ranas, ranas y más ranas.
Fue así
que los dioses tuvieron que reunirse en torno al trono.
—Esto no
puede seguir así —dijo la siempre sensata Atenea—. El Olimpo fue siempre un
lugar tranquilo, una Arcadia, padre. Ahora es un continuo batifondo. Deberías
hacer algo. Ni dormir se puede.
—Está
bien, hija, pero rey no voy a despacharles. Ya sufrí esa experiencia. Que ellas
mismas se elijan su jefe de estado. Eso va mejor con los tiempos que corren.
Hoy por hoy las monarquías, lo sabes bien, huelen a moho.
Dicho
esto, Zeus, desde el borde de la cima, mandó hacer silencio y las ranas
callaron para oír al amontonador de nubes. En palabras sencillas, les ordenó
que votaran su propio rey (o como cuernos quisieran llamarlo). Eso sí, al
estilo de la blanca y antigua ciudad de Atenas.
Ante la
rechifla de las ranas, cedió un tanto y se corrigió:
—…es
decir, elegirán democráticamente de la lista que mis parientes olímpicos y yo
mismo, Zeus, les confeccionaremos en breve.
Después,
siguió perorando sobre las virtudes del nuevo sistema: que, si pasado un
tiempo, ese rey no les gustaba, bien podrían reemplazarlo por el segundo
candidato más votado, y así hasta acabar la lista.
“A ver si
de esta forma, dejan de fastidiarme por un buen rato”, pensó.
Las ranas
se retiraron a su laguna en espera de la nómina de postulantes, mientras los
dioses olímpicos se reunían en lo más alto de su monte.
—Bien
—dijo Zeus—, empecemos a barajar nombres de posibles reyes para estas
insufribles. Yo presidiré la asamblea y de paso iré anotando.
Hefesto
adujo que andaba con mucho trabajo, necesitaba volver de inmediato a su fragua.
Ares alegó no tener tiempo para semejantes minucias porque una nueva guerra
requería sus servicios por allá lejos. No era cosa de descuidar, así como así,
sus deberes profesionales.
Al ver que
marido y amante abandonaban el Olimpo, Afrodita pretextó estar muy deprimida
como para ocuparse de unas míseras ranas. Partió tras ellos.
—Esto ya
no es un equipo olímpico —gritó Zeus, mientras miraba con cara “de aquí ningún
otro se me va, si no quiere sufrir mi rayo”.
—A ver
—bufó Hermes—. Por mi parte, me abstengo. Ya tendré bastante con llevar la
listita de candidatos a esas ranas. Me parece impropio de un dios hacer algo
más.
Dicho
esto, se sentó en su escaño y ahí se quedó con cara de nada.
—Está
bien, está bien, queridito. Si así lo quieres —dijo Hera—, propongo por reina
a…
—Propongo
que sea el Palo Borracho —gritó Dioniso a las carcajadas—. Ya que las tontas
tuvieron por rey un palo, mejor un árbol completo.
—Era un
palo especial —aclaró Zeus—, una estaca.
—Da igual,
no dejaba de ser un palo afilado. Al Palo Borracho se lo podría plantar cerca
de la laguna de las ranas. Ellas lo verán como entronizado en lo alto. Será
americano, lo sé, pero semillas se consiguen… Y al fin de cuentas, es mucho más
importante que tu mezquino palo. Las ranas no andarán trepándosele como pasó
con tu rey, tiene el tronco lleno de espinas. Lo respetarán, ya verás. Además,
su segundo nombre hace juego con mis principios.
Dicho
esto, se retiró para seguirla con sus festicholas. Su risa tardó un buen rato
en apagarse.
—Propongo
a
—Tiene
fama de cobarde —objetó Zeus—.
—Justamente
en la debilidad está su fortaleza, padre. Mi Cierva escapará al más leve
peligro. Las ranas son tantas que alguna la verá huir y dará la voz de alarma.
—Está
bien, me convenciste, sea. Ahora, otro más… mi estimada cazadora. Propone un
nombre más.
—¿Por qué?
A Dioniso y a Hera les permitiste postular solo uno, ¿por qué dos a mí?
—Dioniso
estuvo acá porque le dio la gana. No es estrictamente un olímpico. Es… ¿cómo te
diré? Un suplente. Eso, un dios suplente. Y para colmo, un irresponsable. Todos
lo sabemos. Demos gracias que tiró un solo nombre. En cuanto a Hera, en fin… se
ve que ninguno de los presentes tendrá que aguantar sus reproches si la demoro
más de la cuenta. Así que, ¡vamos, Artemisa, un nombre más y te podrás ir!
Irritada,
Artemisa se puso a pensar. Por fin, agregó como a regañadientes:
—El Zorro.
El Zorro estaría bien. Es astuto y no come ranas.
Acto
seguido, se calzó el arco en bandolera y se retiró majestuosamente indignada.
Atenea fue
contundente y rápida: el Búho y
—Quedas
tú, hijo.
Apolo fue
breve:
—Propongo
al Ruiseñor y
Zeus
escudriñó los alrededores del trono. No habían llegado. Ni Poseidón ni Hades se
habían dignado siquiera a asomarse.
“Viven
lejos —pensó—, uno en el fondo del mar, otro en el fondo de la tierra. Ya no
vendrán. En fin, siete dioses sobre doce que somos… No está nada mal: una lista
de candidatos por mayoría olímpica. Además, hubo quórum, la abstención de Hermes no deja de ser un voto. Por lo que
todo legal. Legal porque lo digo yo y basta”.
—Te toca
votar, padre —sugirió Atenea, formal y solícita cual se espera de ella.
—Ya sé,
hija, no me olvidé. Bueno, yo, Zeus, por ser líder de todos ustedes, no debo
contradecirme. Y como ya en el pasado elegí dos reyes para estas ranas,
sostendré a los mismos de entonces: el Palo y
Después de
un rato, Zeus agregó:
—Así que
contemos. Uno, dos… ¡diez postulantes a rey! Perfecto. Esto también está de
acuerdo a los tiempos que corren. Ya era hora que diéramos el ejemplo adoptando
el sistema decimal. No como otros que nunca lo hicieron… —concluyó con sorna.
Hermes
voló enseguida a la laguna de las ranas con la lista de candidatos. Una semana
más tarde volvía con el escrutinio.
—¿Para qué
me traes esta lista de nuevo? —preguntó el del rayo.
—Ahora
está completa con los votos. Las ranas piden que publiques el resultado y
declares a su nuevo monarca con todas las formalidades del caso. Puro
protocolo, ya sabes. Para que todo el mundo sepa que las ranas, por fin, tienen
rey.
Zeus leyó
con asombro:
Palo:
ningún voto.
Palo
Borracho: 14 votos.
Zorro y
Cigarra: 21 y 26 votos, respectivamente.
Búho y
Lechuza: 31 votos cada uno.
Vaca y
Cierva: 54 votos cada una.
Ruiseñor:
57 votos.
Hidra:
181713 votos.
—Ay, qué
hice. Qué hice —se lamentaba el pobre Zeus—. ¿Cómo eligen a
Zeus no
tuvo otra que anular las elecciones.
De ahí que
las ranas, aún hoy, sigan sin un rey que las gobierne.
SUPLEMENTO DE
REALIDADES Y FICCIONES
Nº 98 – Junio
de 2023 – Año XIV
ISSN 2250-5385 – Edición trimestral
EX-2022-110599445- -APN-DNDA#MJ del 18/10/2022,
incorporado a RL-2018-52427183-APN-DNDA#MJ,
Dirección Nacional del Derecho de Autor / República Argentina
Propietario y director: Héctor Zabala
Av. Del Libertador 6039 (C1428ARD)
Ciudad de Buenos Aires, Argentina
http://hector-zabala.blogspot.com/
Currículo en revista Realidades y Ficciones Nº 40:
https://revista-realidades-y-ficciones.blogspot.com/2019/12/realidades-y-ficciones-revista.html
Colaboradores
Corrección general:
Noelia Natalia Barchuk Löwer
Resistencia (Chaco), Argentina
http://noelia-barchuk-literatura.blogspot.com.ar/
Currículo en Suplemento de Realidades y Ficciones Nº 88:
Ilustración de carátula y emblema:
Mónica Villarreal
Scottsdale (Arizona), Estados Unidos
Monterrey (Nuevo León), México
@mon_villarreal
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Currículo en revista Realidades y Ficciones Nº 17:
http://revista-realidades-y-ficciones.blogspot.com.ar/2014/06/
El listado completo de colaboraciones al Suplemento de REALIDADES Y FICCIONES se encuentra a la derecha del blog bajo el acápite ÍNDICE DE AUTORES.
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“Realidades y Ficciones” Mónica Villarreal (2014) acrílico y óleo sobre papel-lienzo, 30 cm x 30 cm |
Hola, hoy ví por primera vez la revista y me interesa, voy a enviar material literiario y mis datos. Todo es muy interesante.
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