Nº 54 – Septiembre
de 2012 – Año III
ISSN 2250-5385
Inscripción
gratuita como LECTOR
si escribe
a zab_he@hotmail.com
indicando nombre
y apellido, ciudad y país
(se le avisará
cada nuevo número trimestral).
Sumario:
• María del Carmen POYO MARTÍNEZ (España – Argentina)
• Jaime B. ROSA (España)
• Lidia CASTRO HERNANDO (Argentina)
• Ricardo DÍAZ (Chile –
Francia)
• Yolanda ALDÓN (España)
• Adrián Néstor ESCUDERO (Argentina)
• Cristina BERBARI (Argentina)
• Susana RODRIGUES TUEGOLS (Argentina)
• Gildardo GUTIÉRREZ ISAZA (Colombia)
• María Enriqueta ROLAND (Argentina)
MARÍA DEL CARMEN POYO MARTÍNEZ
(Alcañices, Zamora,
España). Poeta, dramaturga, narradora. Reside en San Andrés, Gran Buenos Aires,
Argentina. Coordinadora del grupo cultural Los Poetas del Encuentro. Intérprete
de poesía española. Ha publicado el libro de poemas De pie sobre las brasas (Buenos Aires, Aql, 2004). Fue convocada
como jurado en los dos certámenes internacionales “Jorge Luis Borges” de la REVISTA SESAM.
Distinciones por
diversas obras:
• Primer Premio
Nacional Subsecretaría de Cultura Municipalidad de Almirante Brown (2003).
• Primer Premio Juegos
Florales Municipalidad de Vicente López (1994).
• Primer Premio Juegos
Florales Subsecretaría de Cultura de Vicente López (1996).
• Segundo Premio
Certamen Nacional “Julio Arístides” de la Casa Universitaria
de Gral. San Martín (2006).
• Segundo Premio Juegos
Florales SADE de Tres de Febrero (1999).
• Ha sido designada
Mujer del Año en la Cultura
(2003) por la
Asociación Civil de Empresarias y Profesionales (ACEP).
CALLES
de
María del Carmen Poyo Martínez ©
No
se puede andar impróvido por las calles.
Las
ventanas procesan nuestra sombra para comérsela
en
olvidadas estaciones de trenes.
Los
grillos montan guardia detrás de los afiches
para
librar su canto en vastas ceremonias.
Las
calles, empedradas de mercaderes insomnes,
vendedores
de nigromancias y pócimas virtuales
que
levantan altares profanos.
Las
calles, que oscurecidas de voces monocordes,
no
logran escapar al hedor de las gargantas.
Las
calles, pisoteadas por el paso intransigente de las masas
(hundidas
en el sopor de palabras deleznables)
Las
calles que acceden a la sincronía del andar ciego
de
quien llegará un minuto tarde y perderá su premio.
Las
calles que confirman: la avaricia de las manos,
la
ruptura de los pétalos,
la
fe tiritando en los convidados al festín del frío de la noche.
Las
calles, cautivas de sigilos,
albergues
de extrañas coyunturas,
cómplices
definitivos en desmanes programados,
Acequias
recogiendo saliva y sangre,
sudor,
mendicidad y esclavitud.
No,
no se puede andar impróvido por las calles,
hartas
de mestizajes sin credos ni esperanza,
hartas
de savias aguadas que hallan muerte en la raíz.
No
se puede andar impróvido por las calles,
aunque
la lluvia, bautismo que celebra el cielo, las purifique.
Sé
que están alertas para tragar mis afanes,
cambiar
mis símbolos
y
ofrecer mi pensamiento al mejor postor
en
tanto asisten, flemáticas,
a
ruidos circunstanciales que intentan contaminarme.
Pienso,
pienso y pienso
mientras
escondo mi sombra detrás de alguna ocasional estatua.
FICCIONES *
de
María del Carmen Poyo Martínez ©
Antes,
cuando
dormía en la oscuridad de las ficciones,
escondida
tras las piedras redondas de los ojos de los tigres:
maduraba
cedrón entre los dientes
y
coleccionaba estaño en los agujeros de los viernes por la noche,
pregonaba
histerias, ensalzaba pudores,
pergeñaba
vuelos alrededor de mi excentrismo,
aligeraba
estrés sobre otros desamparos
y
me hundía en las comisuras de mi ceguera irreversible.
No
sabía que la aurora nace de hembras secas y dormidas
en
un callejón cualquiera, cerca de un niño abandonado.
No
sabía que nos observa antes de resolver si vuelve
del
nocturno paseo en su litera sin caballos.
No
sabía de las heridas sangrando y sangrando
para
atraer a las manadas
ni
que el semen de los dioses diminutos
podía
sepultar cadáveres.
No
sabía que las batallas libradas al costado de los monumentos, pulverizaban
jardines y mancillaban rosas.
No
veía que el sicario comulgaba
ni
que la absolución fuera cuestión de formas subjetivas.
Antes,
cuando
dormía en la oscuridad de las ficciones
y
me hundía en las comisuras de mi ceguera irreversible
veía
pasar a los hombres envasados en frascos de plástico,
a
los búhos comiendo los pezones de las parturientas
y
a los niños, encender pirotecnia en los ojos de los maestros
y
seguía escondiéndome
tras
las piedras redondas de los ojos de los tigres.
Quién
sabrá decirme cómo seré mañana, a la hora de la siesta,
cuando
la lluvia torrencial
disuelva
las piedras redondas de los ojos de los tigres.
* Este poema Ficciones
obtuvo el primer premio en el certamen Julio Arístides, San Martín (Provincia
de Buenos Aires), Argentina, en 2008.
AGOBIO
de
María del Carmen Poyo Martínez ©
¡Oh,
Dios!
Sentir
el agobio de ocultar
la
versión antigua de los signos,
de
inclinar la espalda,
de
indagar en oratorias,
de
confrontar las prédicas.
De
enmascarar hambrunas
y
perderse sin memoria en la caterva.
¡Oh,
Dios!
Alzar
la mirada desde esta inquietud
poblada
de símbolos.
Desde
este miedo que no cesa,
desde
esta historia de sicarios y de mártires,
desde
la rugosa maraña que rodea mi garganta,
desde
el agujero incognoscible donde agonizan convicciones,
desde
este calendario que sangra,
desde
el alborozo de nuestra ceguera irreversible.
Me
sudan los ojos,
víctimas
de tardes impares,
cuando
el sol conjura con un búho desertor de la noche
y
la ventisca destierra del jardín
el
ala rota de una mariposa.
No
sé en qué submundo hallaré mi próxima caricatura.
¡Oh,
Dios, estar aquí!
JAIME B.
ROSA
(Bellreguard, Valencia,
España, 1949). Su nombre completo es Jaime Benito Rosa Romero.
Licenciado en filosofía
(Valencia) y filología francesa (París IV, Sorbona). Doctor por la Sorbona (Paris IV).
Poemarios: Nubes digitales, Océano claxon, La estación
azul, Yo leopardo/I leopard, De rizo
soplo, Lugar de polen/The pasaje of polen, Mar textil fragmentado/Sea of
fragmentary textile, Elipsis, Manzanas cuadradas de sabor numérico/Savoured
numerically squared apples, Tanteando el alba.
Novelas: Arlequín en el laberinto, Las cuatro caras
de la pirámide negra, Hilo de seda/Fil de soie, Maremagno o las siete piedras,
El embalsamador.
Ensayos: Creación y destrucción en la vida y obra de
Rimbaud, Méthodes descriptives balzaciennes, matérialité et spiritualité dans
les personages du Père Gorrito de Balzac.
Congresos: World
Congreso of poets in Estambul, Haifa (Israel), Monterrey (México), Escritores
sefardíes (Miami, EUA), Curtea de Arges (Rumania), Semana Poética (Caracas,
Venezuela), Congreso Internacional de Escritores (Belgrado), XII Festival Poético
de la Habana
(Cuba), IV Encuentro Cataratas del Iguazú (Argentina).
Títulos honríficos:
Doctorado WAAC (California, EUA), Embajador de la Paz (Ginebra, Suiza).
ME ALEJÉ AYER
de Jaime B. Rosa ©
Me alejé ayer
De todo momento
De todo cisne sin
nosotros
De hoy y de un mañana
De puro rostro
masticado
Por sílabas que
caminan, siguiendo
Un orden peristáltico
De gaviotas perdidas en
el entonces
En el mucho de la
ceniza
Y su forma de ascender
Con la rosa.
Hoy por si acaso
Los higos de la sombra
Van para el luego
De las barcas que
madrugan
En la existencia
Y permanezco invisible
En el silencio del todo
Que es equidistancia
Voz
Soledad
O azul de alguien que
renunció a amanecer
Sumido en la peor
distancia
Como un bufón de miel
fundida
Que traza
circunferencias
En el carbón salado
En la máscara helada
De cada momento
Ya ni siquiera recuerdo
Lo que simplemente fue
O no fue
Como si lloviera
Sobre aquel rostro de
garbanzo
En el que se refleja la
eternidad
Sobre aquellos cuernos
calcinados
A un lado del camino
Entre lo oblicuo a la
deriva
Y un océano de
cadáveres
Sin profundidad
Se disipan las penumbras
Deglutidas por la nada
Que refleja mi sombra
Sin conclusión.
Otoño
Son tres sílabas
Años sin sonrisas
Otro luego que se fue.
Descifro posibilidades
engañosas
De permanencia en lo
fugaz
En el líquido metal
inconsistente
En la impredecible
persistencia
Del viento en lo
caduco.
Ahora es una esquina
Donde alguien sonríe y
llora a la vez.
Los ríos me arrastran
con las rocas
Y en los espejos
Vive una luna de
sospechas
De rosas de sombra
Adictas a la bruma
intensa.
Me acusan de llorar
inútilmente sobre la nada
Pero los sueños se
alimentan de ocurrir
En las noches vivas
De la flor de azafrán
Y crecen
Entre el limo y la
herrumbre
Del No-aquel
Del ámbar sustancial
A LA LUZ PLURAL
(de Oblicuo Aparte)
de Jaime B. Rosa ©
A la luz plural
De lo Uno que regresa
Ya nada es concluyente
Al otro lado del bronce
Por las esquinas
Se duplica el rostro
indescifrable
de ninguna parte
de una lejanía
bañada en el olvido
Con la impunidad de lo
etéreo
Descubro mi
transparencia
De cristal enterrado
Entre las piedras.
Después del viento
Llegará el fuego de lo
que no veo
Un nadie que alcanza el
pretérito
De un tiempo
inexistente
1
EN LA FRONTERA
de Jaime B. Rosa ©
En la frontera
entre la lluvia y el
alma
se extienden avenidas
muy largas,
aún no construidas,
edificios tristes con
casas
aún deshabitadas.
En esa frontera
la lengua del viento
azul como el cansancio
nos revela el color de
la lumbre
el dolor de la leña que
arde
el pudor de la tierra
podrida
que se oculta bajo la
ceniza.
Más silencio hay en la
profundidad.
Lo posible no somos
nosotros.
Sólo
de las ingles de los
dioses
brotan rosas de
escayola,
sólo
la luz asume nuestros
trazos
las palabras que nos
vacían
los lagos helados que
nos sonríen
por su lado muerto.
En la frontera
existimos porque
escapamos
entre los últimos
fulgores
de un sol partido y
devastado,
de nosotros mismos
2
SENTIMOS LA TIERRA
de Jaime B. Rosa ©
Sentimos la tierra
como una manzana
cuadrada y masticable
como una diagonal del
viento
como un sueño que suena
a oasis perdido
a sombra alargada
a sol que se apaga por
deducción extrema
a faro plural de
cambiantes facetas
que ilumina el mismo
filo de la noche.
Sentimos la tierra...
sentimos la tierra como
una flor inmensa,
vasta como el principio
de un largo camino.
Anoche y ayer
sentimos la tierra
como la sombra triste
de otros olvidos.
3
POR TU CÁLIDA SONRISA
de Jaime B. Rosa ©
Por tu cálida sonrisa
conozco
el clima de tus dedos
pero olvido
en qué calles trenzamos
nuestras vidas,
en qué sillas
nos sentamos
para frenar
el peso de la tarde
que nos vence
desde dentro
con la rotundidad
de una herida.
Entre tus tinieblas y
las mías
juntos añoramos
un destino
distinto
a la muerte
que nos penetra
paso a paso,
los nombres y las cosas
que dejaron en nosotros
su huella singular,
tantas sensaciones desconocidas
con sus sombras
ondulantes
junto al fuego
quebradas y abolidas.
Como lo oculto guardado
en un rostro que calla,
acaso el ocaso nos
aprieta
con su cimitarra lumbar
que interroga al dolor,
acaso el ocaso nos
despide
en el enclave exacto
de una tarde oscura
en que la sangre
mancha para siempre
el eterno retorno
de un lejano amanecer.
4
de Jaime B. Rosa ©
En cualquier lugar
el otoño es una
perspectiva
una orilla que a veces
nos separa de la luz.
Desde la profundidad
perfilo lo que me apura
no dar:
el trazo de una
explanada triste
el trigo que dábamos a
las palomas
el agua clara que gotea
sobre un libro abierto
un eco detenido en la
nieve.
En cualquier lugar
al otro lado de los
rostros
la arena no existe
pero el mar nos declina
de aquí a la eternidad.
5
de Jaime B. Rosa ©
Bajo la forma
un ámbar
profundo
una cítara
de plomo mate
un árbol
de cifra azul
La cadencia
del ser
y del tiempo
LIDIA BLANCA
CASTRO HERNANDO
Licenciada en
Psicología y Filosofía por la Universidad Buenos Aires (UBA). Periodista y
corresponsal desde 1975 a
1990. Escritora de cuentos cortos desde hace ocho años con asistencia a
diversos talleres. Actualmente coordina su propio taller.
Pertenece al staff
permanente de la revista “La
Avispa ” de Mar del Plata, Argentina, como correctora, y está
a cargo de la sección Rescates. También es correctora de la revista “Paradigma”
de Costa Rica.
Ha editado sus cuentos
en más de diecinueve antologías cooperativas y la Editorial Dunken
la ha honrado publicando en cuatro de sus antologías no cooperativas.
Ha recibido varias
distinciones nacionales y una internacional en España. En especial el Primer Premio
de Cuento de la
Municipalidad de General Pueyrredón, en 2007. Tiene un libro
publicado: La caja negra (2007)
Ha cursado dos años de
dramaturgia para radio y televisión en Argentores y seminarios en el Centro de
Lecto Autores.
En la actualidad está
preparando una novela. Es dramaturga teatral y actriz de teatro independiente. También,
socia permanente de la SADE
y Argentores. Hoy presentamos dos de sus trabajos registrados.
JUANITO SIN PLUMAS
de Lidia Castro Hernando
©
El cartel sobre la
avenida dice: “Las plumas son sometidas a un tratamiento antialérgico que
permite lograr edredones hipoalergénicos para ser disfrutados por todos y
durante todo el año porque el duvet mantiene nuestra temperatura corporal”.
Juanito sentado sobre
el mármol de Carrara gris y frío, con su pantalón zurcido, no entiende de
edredones ni de duvet ni de tratamientos antialérgicos. Sus zapatillas rotas
conocen el paso entre los coches detenidos por el semáforo de Figueroa Alcorta
y Pueyrredón, y sus manos sucias, las espinas de las rosas que vende a dos
pesos. Mientras cuenta las monedas que hizo, cinco palomas se acercan
cautelosas. Él sabe que no debe moverse si las quiere mirar un rato.
Algún culposo le había
dado un billete de cinco y subió con rapidez la ventanilla como con miedo al
contagio. Juanito se compró un alfajor y subió las escalinatas de la Facultad de Derecho. Fue
un día agotador y de saldo pobre. Le pareció que nadie tenía una novia o una
madre o siquiera un enfermo a quien regalarle una flor.
Juanito les tira a las
palomas, pedacitos de su alfajor recién abierto. Ellas se le arriman más. Y
continúa regalándoles el único alimento de su día laboral. Le gustaría ser ave
pero le asusta la idea de convertirse en comida sobre un plato. Mientras tanto,
ellas consumen hasta las últimas miguitas de lo que él ni siquiera probó.
Una se le acerca
confianzuda y se para sobre su pelo duro. Él repentinamente, se siente estatua.
Su corazón late rápido como un tren y cree que está soñando.
“Para gozar de algunos
placeres no es necesario estar siempre despierto”, dicen las últimas palabras
del cartel sobre la avenida.
Juanito estornuda y las
cinco palomas vuelan asustadas. Juanito cree que es culpa suya y llora. Lo que
él no sabe es que ellas aún no habían sido sometidas al tratamiento
hipoalérgico dinamarqués.
El sueño resultó
cortito. No comió pero una paloma le acarició la cabeza. Por hoy, está hecho.
CUESTIONES PRIVADAS
de Lidia Castro
Hernando ©
El golpeteo en el
dormitorio de arriba es horrendo. Esa gente parece no tener hora. Durante el
día se opaca detrás del ruido de las bocinas, las frenadas de los colectivos,
los silbidos, los gritos de la gente, el viento y alguna música que viene de
otros departamentos. Supongo que al menos aprovecharán los días de playa. Pero
a la noche es insufrible. Las tormentas parecen excitarlos más. Me acuesto y
cuando apago el televisor, el ritmo anuncia “DE NUEVO INSOMNIO”. Prendo la
radio y me pongo los auriculares. Me quedo dormida pero sólo por unos minutos.
Los golpes sobre mi cabeza me despiertan asustada y enojada. Me escondo debajo
de la almohada y suenan, lejanos pero suenan. Es indecente. Yo nunca fui una
pacata, pero esto es demasiado. La intimidad debe ser privada, no pública.
Además mis nervios ya son alambres electrificados y las ojeras me llegan hasta
los pies. Mañana mismo me voy a quejar al encargado. Ya pasaron dos meses y
creo que es suficiente. Se acabó la fiesta, tórtolos.
El encargado toca el
timbre en el departamento que queda justo encima de Soledad. Nadie contesta.
Usa la llave que los dueños le dejaron al terminar la temporada y entra. La
ventana del dormitorio había quedado abierta.
El viento está haciendo
el amor con las cortinas.
RICARDO DÍAZ
Mi ciudad natal Punta
Arenas, Chile, paisaje de nieve y ovejas, acompañó mis primeros estudios junto
a los marineros, a los hombres del petróleo y al ovejero “ese Rey sin trono
fijo…”
Luego atravesando el
Golfo de Penas, el Cabo de Hornos, caminando el mar y los puertos del Sur, llegué
a Valparaíso, colinas y mar. Allí, encumbrado en el cerro Playa Ancha,
república del viento, mis estudios secundarios y universitarios. Diploma de
profesor de Castellano… siempre mirando la mar desde el Pedagógico, Universidad
de Chile, nacieron sueños… utopías de un mundo mejor para todos. De pronto, un
11 de septiembre, todo eso se acaba… Recomenzar un camino, lejos, con palabras
de exilio, enterrando dolores… sueños… utopías… aquí en Burdeos, tierra roja de
vino y sangre, puerto de ayer… una maestría en literatura chilena… luego un
diploma de Educador Especializado. Mi alma, Caleuche del Sur, navegando con la
escritura… con la poesía.
RAPSODIA EN PROSA MENOR DE UNA INFANCIA QUEBRADA
de Ricardo Díaz ©
Me recuerdo... era mi segunda primavera, el osito de felpa, mi padre
Mi madre me dijo que ella partía para encontrar un Dios de amor, que ama a todos
Muchos inviernos han pasado La fuente escarlata, regulada igual que un reloj, ha dejado
de fluir para siempre
mi cuerpo me parece más pesado, más cansado
Yo espero...
Después iré, tal vez, a buscar un Dios que odie también
Yo espero...
¡Silencio! escucho a veces ruidos... pero no... no es Él.
Antes también escuchaba ruidos cuando papá salió Mi madre le dijo que tuviera cuidado
con el toque de queda. Yo pensaba, porque tocar al quedarse quizás sea un juego
Hoy día, Yo espero aún que Él vuelva, no me muevo, estoy sentada detrás de la puerta
Es necesario que Yo esté aquí
cuando Él vuelva, papá, con mi osito
Yo espero...
Me recuerdo que Él me tomaba en sus brazos para hacerme volar lejos, muy lejos (alto,
muy alto), hasta tocar el cielo Él me decía, Tú serás cantante, tu voz es el rocío
de las mañanas que riega mi corazón. Su voz, me recuerdo, era como el agua que navega en los ríos subterráneos
Yo espero...
Él me decía Tú serás piloto de avión
Yo escucho los aviones y pienso que Él está allí...
Yo espero y no acabo de convencerme
En la eternidad del tiempo
del frío
del ruido
Yo espero...
YOLANDA ALDÓN
Escritora y pintora
nacida el 14 de julio de 1973 en Barcelona, España, pero con residencia desde
su infancia en Cádiz. Defensora de los derechos humanos, emprende su
trayectoria artística como respuesta a las desigualdades de género, malos
tratos y desencanto social de la clase política. Pertenece a la llamada
corriente literaria “Voces del Extremo”.
• Cádiz y la otra orilla, a sorbos de a-mar y versos, prólogo de
Eduardo Galán. Editorial Origami, 2012 (los alumnos de master de la Universidad de
Abdelmalek Essaadi estudian su literatura). En proyecto: edición bilingüe en
árabe y español.
• Prólogo para el libro
Danzadelaire, Abderrahman El Fathi,
editorial Patio de Monipodio. Quorum editores, Sevilla 2011.
• Estudios de
literatura comparada, lo andalusí en los textos literarios egipcios, en Huellas Andalusíes en Egipto del
hispanista Gamal Abdel Rahman de la Universidad Al Azhar del Cairo.
• Antología poética Voces del extremo. Poesía y Dignidad, Logroño
diciembre de 2011.
• Exposición de Poemas
en la I Muestra
de Mártil, Tetuán, 2011.
• Redactora y Editora
de fotografía en Biografía de Juan Ramón
Jiménez por Antonio Gonzalo,
publicado por la Consejería
de Presidencia de la Junta
de Andalucía (2009).
• Jefa de Redacción en la Revista Internacional
de Interés General “Yes Magazine” (2004).
• Responsable de Plan
de Medios para la productora de cine A.G. Films para la película “Una Pasión
Singular” (2002).
• Jefa de Prensa y Comisaria
de la Exposición
de Pintura y Objetos Artísticos “La
Hora del Arte”. Centro Cultural El Palillero. Fundación
Municipal de Cultura del Ayuntamiento de Cádiz (Octubre de 2001).
• Presentación y
recital de poemarios andalusíes editado por la Asociación Cultural
“Andalucía Ahora” (2006).
• Colaboradora en la
empresa Publicaciones del Sur, Cádiz Información.
• Ponente en “Jornadas
sobre Educación” organizadas por la Federación
de Asociación de Padres del Cádiz Interior (FAPACI) en la Institución Provincial
“Fernando Quiñones” (1999).
NUEVA MAREJADA
de Yolanda Aldón ©
Rugiendo destapa la paz
de mi calma
su fiebre amorosa de
estirpe musulmana.
Allá donde acampan las
letras inquietas
de su puño orquestado
por su estrella y su luna.
Enfundada de colores
que animan su estado,
hoy sueño que todo se muda
de aires,
y la brisa ondulante
verdiblanca ruborizada
serpentea entre dos
mares
celebrando el proemio
de una luz naciente.
ANDALUCÍA
de Yolanda Aldón ©
Poderosa Andalucía
siento
tras la enmarcada
salada claridad.
Rayos de sol entraron
en su cuerpo,
la arena mora en su
bahía
la bajamar la despierta
de las mojadas
espaldas.
Oye el eco de un cantar
al romper las olas su
alma
sintiéndola,
apretándola en silencio
siempre en silencio
deshoja su mirada:
así engendra en sus
entrañas
su Andalucía, mora,
gaditana.
RECONQUISTA
de Yolanda Aldón ©
Musito tu nombre
con escalofríos
fervientes,
desbordados de matices
azules
y guturales sin
límites.
JALEO DE ESTRELLAS
de Yolanda Aldón ©
Me alimentaron con su
olor,
LAS ALGAS,
desprendiendo los
recuerdos
de tus suspiros y
miradas hacia el cielo
decorado de aquellas
ESTRELLAS
que suspendí en la
noche
para adornar el paisaje
figurado por nuestra
pasión.
PRESENTES
de Yolanda Aldón ©
Tiembla luz de roja
vela,
entrañas de mi quinqué,
cálida, viva de amor,
cercana acecha
luminaria de mi querer.
A MI POCO CUERDO
LEVANTE
de Yolanda Aldón ©
Esos aires suavecitos
que atraviesan sus
esquinas,
acarician sus paredes
encaladas de salero
y sus piedras
ostioneras
de señorío y marinera.
Y al cambiar mi rumbo
ahogada,
me dejó sus aires
bruscos.
Le llamaba
¡traicionero!
me sentía a disgusto.
Pero, qué haría yo sin él
sin mis aires gaditanos
que enloquecen al que
viene,
si por él mezclé sus
aires
con las brisas de otras
tierras
y la danza pasajera
se afincó en los
bloques claros,
los oscuros se quedaron
ocultos, allí… donde
no hay enamorados.
SHARBAT HAWA
(Sorbos de aire)
de Yolanda Aldón ©
El perfil de mis versos
es cortado por el aire
en cada sorbo de su
pensamiento.
NADRA AMIKA
(Mirada profunda)
de Yolanda Aldón ©
Aunque el sueño
cabalgue sobre el cuerpo,
el amor atrapa al
sueño.
BÚSQUEDA
de Yolanda Aldón ©
¡Qué ganas tengo!
¡Qué ansias tengo!
de ahogar mis palabras
sobre el reflejo de tus
pupilas.
SILENCIOS QUE LIBERAN
de Yolanda Aldón ©
Desde que abracé el
silencio
me hice esclava de él
al acariciar la
libertad.
PENSAMIENTOS
de Yolanda Aldón ©
Nací para pensar, y
pensé ¿para qué nací?
Nadie entiende como
nada,
puede acabar siendo
algo.
Una cosa es vivir del
pasado,
y otra, tener amenazas
de melancolía.
SOLA ante la inmensa
SOLEDAD,
acaricio el SILENCIO de
su compañía.
AL NIÑO DE LOS SUEÑOS
DE SESENTA CENTOLLOS
de Yolanda Aldón ©
Siente que sus días se
van,
se escapan y se
deslizan
entre los dedos de su
mano.
Su infancia, se
desperdicia
oyendo insolencias
escuchando llantos.
¡Deja que el niño
crezca!
entre rincones de
flores,
con olor a yerbabuena,
y
descubriendo colores.
RAHIIQU AL AALIHA
de Yolanda Aldón ©
El silencio, la calma y
la noche
invade el espacio.
Presuroso, el frío
aire, estrecha
los aromas que en su
ausencia
se impregnaron como
escamas
a mi cuerpo desarmado.
Así, ¡¡¡corre, vuela,
nada!!!
y esconde en las
comarcas de mi estancia
la ambrosía que levante
cada eclipse de los
versos
que mece el soplo de
esta musa alocada.
ADRIÁN
NÉSTOR ESCUDERO
Nació en Santa Fe,
Argentina, el 12 de enero de 1951. Como cuentista y narrador cultiva los
géneros del realismo mágico, lo maravilloso, lo fantástico, la ficción
científica y la ficción conjetural metafísica. Su labor literaria se destaca en
la Nueva Enciclopedia de la Provincia de Santa Fe (Tomo I. Ed.
Sudamérica. Santa Fe, 1992), así como en el Breve
Diccionario de Autores Argentinos (Ed. Atril. Buenos Aires, 1999). en las Selecciones Biográficas de Narradores
Santafesinos (Ed. Tauro. Santa Fe, 1994) y Un Siglo de Literatura Santafesina (Ed. Culturales Santafesinas,
1999). Contador Público Nacional, Magíster en Dirección de Empresas, docente
universitario.
Obras:
• Los últimos días (Ed. Colmegna. Santa Fe, 1977).
• Breve sinfonía y otros cuentos (Ed. Colmegna. Santa Fe, 1990).
• Doctor de mundos (Ed. Vinciguerra, Buenos Aires, 2000).
• Tiene además varios
libros inéditos y otros en desarrollo. Sus narraciones han sido incluidas en
numerosas publicaciones.
Galardonado en
múltiples certámenes locales, regionales, nacionales e internacionales, es
autor de prólogos y presentaciones de libros, así como de artículos de
reflexión cultural. Jurado en diversos eventos de la región noreste de
Argentina, condujo entre 1979 y 1987, junto al escritor santafesino Edgardo Pesante,
el programa radial “Acontecer Literario” (Radio Nacional - SF).
PÁJAROS
(o Parábola de héroes y
ángeles custodios)
de Adrián Néstor
Escudero ©
A los que nunca dejarán de
intentarlo…
Plano por plano. Pieza
por pieza. Piso por piso. Cueva por cueva. Nicho por nicho. Nido por nido. Y he
ahí un nuevo, flamante rompecabezas urbano recortando el tiempo y el espacio.
Oficio por oficio. Herramienta por herramienta. Eran como pájaros aquellos
seres de alas invisibles trepados solazmente a los andamios celestiales...
Y preparaban, en las
extremas nubes de argamasa, la torre de agua de otra delgada y cristalina
esfinge o templo pagano floreciendo en el vientre ciudadano de esta oxidada
Babel contemporánea: hablo de ella, de mi santafesina (argentina) ciudad de la Vera Cruz , a la sazón ya
sin fe y ya sin cruz...
Templo donde ellos no
sabían –ni querrían saber– sobre su suerte de tórtolas y pichones para el
holocausto que, ocultos sacerdotes obispales de escritorio, mitra, báculo,
casulla, manípulo, dalmática, tunicela, estola, alba y sandalias de astutos
comerciantes letrados, urdían a diario con su vidas a modo de impiadosa
ofrenda, desalmado sacrificio y rendido tributo
–a cualquier costo– en honor al más
“poderoso caballero” de este mundo: don (su dios) dinero.
A unos cincuenta metros
de mi oficina, por sobre el tráfico y la indiferencia absoluta de mis pares,
aquellos pájaros humanos construían nidos de cemento, acero y plástico
reforzado, como nidos de lujo para otros pájaros humanos... Ah, si éstos
supieran el precio al que ellos debían sujetarse para...
Yo los miraba, absorto
y demudado, admirándolos en sus vuelos de correas endebles y gastadas, en su
pura valentía de equilibristas del aire con urgido ánimo de supervivencia –“porque
de algo hay que vivir, y no le tengo asco a las alturas”–, y me preguntaba,
cuánto alpiste comerían por su trabajo de navegantes aéreos. De controladores
aéreos. De cosmonautas vernáculos sin escafandra... Cuánto alpiste alcanzarían
sus dueños –aquellos avaros y engordados (para el Apocalipsis) patrones de las
bellas arquitecturas que sólo “ellos” moldeaban y modelaban con la sencilla
sabiduría del oficio idóneo– a esas bocas hambrientas y chillonas... Cuánto
alpiste darían –aquellos avaros propietarios de la empresa inmobiliaria que
administraría las rentas del futuro edificio en torre “Campanario 100”–, a esas
bocas cantoras y desdentadas por el viento y el sol, como efímero premio a la
audacia y pericia de su cabalgadura a destajo por sobre las riesgosas rutinas
de intemperie en las que moraban como
horneros deportados, pero siempre llenos de orgullo, sin embargo, como pájaros,
porque lo importante era ser “eso”, pájaro, y volar, saber volar y vol...
De pronto, el chirrido
de los frenos de un automóvil, justo en la esquina donde emergía el gigante
constructivo, me desvió la mirada. Pero no más para volver a levantarla y
presenciar, yo también, lo que sería el último vuelo, absurdo y desaforado, de
uno de aquellos precoces –casi un niño por lo joven que parecía– pájaros sin
módulo espacial, obnubilados por la falta de oxígeno, o el exceso de confianza
en su pericia, o el fallo de un material de seguridad, o el pensamiento
extraviado en las paredes a medio levantar de su casulla del Barrio La Lona –porque hoy es día de
cobro de quincena–, y el descuido fatal o el golpe artero y sin aviso de una
polea tonta y torpe en la cabeza vanamente enroscada ahora en un cuello roto,
giratorio y mortalmente desgajado de aquel cuerpecito histriónico aunque
inanimado...
Entonces, sucedió. Y
niego que todo fuera producto de la imaginación; de mi imaginación o, mejor, de
la indignación que había venido acumulando mientras comparaba la
responsabilidad y destreza que ameritaba semejante oficio con el de otras
profesiones quizás –como la mía– más cómodas, burocráticas, aclimatizadas y un
tanto vanas –por la corrupción institucionalizada–, y la miserable ración de
alpiste con la que esos pobres pájaros eran motivados a jugarse la vida en cada
asiento de ladrillo que plantaban sobre aquel muro voraz que crecía y crecía,
veloz, sin detenerse jamás...
Niego eso y afirmo con
certeza que, por un lado, una lustrosa bandada de golondrinas turistas –abanicando el verano que ya se
despedía de la ciudad–, y, por otro, una bandada de chijíes de pechos fundidos
como en oro y plata, antes de que el plumaje pálido de su congénere fuera parte
del sangriento guiñapo de un títere aplastado contra el insensible pavimento de
concreto asfáltico –como una granada de carne y huesos–, lo alzó en precipitado
auxilio, elevándolo hacia el más allá de los allá, sin relieves ni repliegues,
sin molduras ni arabescos, sin pórticos ni galerías, sin impostas ni rosetones,
sin pilares ni contrafuertes, sin columnas ni parapetos, sin escaleras ni
ascensores, sin bóvedas ni subsuelos, sin puertas ni candados, sin ventanas ni
antepechos, sin cañerías ni conductos, sin puentes ni cables, sin techos ni
alfombras, sin tejas ni chimeneas, sin terrazas ni baldosas, sin aleros ni
cobertizos, sin rejas ni barrotes, sin celosías ni listones, sin claraboyas ni
buhardillas, en un abierto, rasante y plano y recto cortejo de ángeles
luminosos que se fundieron en el crepúsculo de aquel atardecer inolvidable...
Plano por plano. Pieza
por pieza. Piso por piso. Cueva por cueva. Nicho por nicho. Nido por nido. Oficio
por oficio. Herramientas por herramienta. Fue así, créame. Ninguno de los otros
encontró sus plumas derrapadas, ni en la vereda ni en la calle contigua donde
yo lo viera flotar y volar, como un pájaro con otros pájaros en un vuelo de
especie que se perdió, como pájaro, hacia el reino de los pájaros... Justo el
día en que debía recibir su apretada ración de alpiste.
CRISTINA BERBARI
Nació en Buenos Aires,
Argentina, el 18 de octubre de 1943. Su primer poemario Penúltimo portal es de 1983; le siguieron: Los lagos y la tortura, Incandescencia (tríptico), ¡Oh, la Omega !,
Doloras de la piedra negra y voces invitadas a perseguir nubes, y las
plaquettes: La
Señora Bovary a dos voces y Salmodias del no.
En 2007 publica Una extraña necesidad de canto. Traducidos al catalán
por el Lic. Pere Bessó aparecen en edición bilingüe: Rosas en vuelo (Roses en vol) y Sudario profano (Sudari Profá).
Mantiene inéditos: Sonido
al Este, latido del Oeste (haikus) también traducido al catalán por el prof.
Pere Bessó; el poemario La estirpe salvaje y un libro Ensayos.
Sus trabajos participan
en antologías, publicaciones, sitios de internet y son leídos en diversos
espacios literarios.
Desde marzo de 2000 hasta 2009, dirige la revista de poesía “Fijando Vértigos”, edición en papel y con soporte electrónico en los sitios:
Coordina los siguientes
blogs:
DOLORAS DE LA PIEDRA NEGRA
Y VOCES INVITADAS A
PERSEGUIR NUBES
de Cristina Berbari ©
XI
Tras la balaustrada
vértigos
ante un cielo
invertido.
Ella se pliega en
abanico.
Algo la retiene
en este lado:
¿terror al vacío?
la lobelia,
el intensísimo azul
picante
de sus flores pequeñas.
ROSAS EN VUELO
de Cristina Berbari ©
Casi gotas de rocío
tiemblan
(acaso
se evocan
se invocan)
balbuceos
como si quisieran
pronunciar
lo inefable.
El Santo Oficio y la Hechicera
(Poema barroco)
Oculta tras biombo de
la paradoja
Eco de aliteración me
persigue;
Navego en imágenes,
Metáfora me sueño,
Desde cacofonías
brillo.
Me atan los heptasílabos.
Me encarcelan
paréntesis.
Me clavan con
asteriscos.
Sobre andamio en
balancín
Ante el juicio verbal
bebo, bebo,
Bebo el brebaje de
amargas vocales
(Anáfora, anáfora)
Ah, ah, ay, juanas,
teresas,
Claman en claroscuro
cielo e infierno,
Sentimiento y razón,
espíritu y
Materia, hasta el
éxtasis.
Danza inmóvil de la
bruja santa
En helada pira ardiente
del oxímoron
(Oxímoron, oxímoron)
Papel cantante
retorciendo llamas
Dorado platino
incandescente.
Ya ceniza de
resurrección, desasida,
Libre por el templo del
cuerpo del poema.
En el cáliz me espero
en la palabra
Para ejercer y celebrar
El santo oficio de
hechicera.
SUSANA
RODRIGUES TUEGOLS
(Avellaneda,
Provincia de Buenos Aires, Argentina, 27 de abril de 1951) Polifacética: poeta,
narradora y artista plástica. Decoradora graduada en Barcelona. Trasmite en su
obra un mundo refrescante y talentoso.
Sus pinturas
ejercen una sensación con el poder de atracción de una marea suave y
acariciadora: “Poeta de las formas”. Ejerció la enseñanza. Expone en: Argentina,
Italia, España, Portugal, Ecuador, Perú.
Cuando su
pincel se tornó pluma, logró plasmar con palabras imágenes sensoriales de
difícil realización. En su libro Eróticamente
Pura, presentado en SADE Nacional, se notan imágenes bellas que no se
encuentran habitualmente. Autora e ilustradora de Cuentos de Color y Fe. Participó en Arte Euroamericano IV, en la
32ª y 33ª Feria del Libro en Buenos Aires. Ilustró, prologó y editó libros de
poetas del mundo e historiadores y periódicos. Antologías: Sueños Compartidos, en Arizona, Estados Unidos, etc. Dirige la Galería Ecofusión
en la ciudad de Wilde, Provincia de Buenos Aires.
HUMANOIDE
de Susana
Rodrigues Tuegols ©
Estaba
preocupada, ahora sí que lo estaba…
De niña le
había restado importancia al asunto, por vivirlo como algo natural.
Creía que le pasaba a todos.
Los brillos de
los rocíos eran más brillantes, los amaneceres la conmovían hasta las lágrimas,
veía reverdecer las ramas otoñales con extrema rapidez, las casas entreabrían las puertas a su paso,
dejando entrever todos los tiempos futuros, y cómo la transfiguración de los
colores con delirante estruendo refulgían y armaban constelaciones inéditas
formando cuerpos.
Cataratas de
recuerdos, a modo de detectores de que algo andaba mal, la invadían.
Al leer
cuentos… los personajes cobraban vida. Había elegido a un príncipe de tantos… que
la visitaba en sueños, hasta que un buen día encaramado en la copa de un árbol,
se le corporizó y vio cómo le sostenía la mirada. Entre el viento y la
curiosidad se arrojó a sus brazos con impulso. Cuando se dio cuenta estaba
plantada en tierra con una caricia de polvo en las narices.
De esa forma
descubrió que era algo peligroso.
Éste había sido
el comienzo de una búsqueda insaciable de ideas que cobraban volumen, airosas y
dominantes.
Hacía muy poco
había visto una película sobre viajes espaciales y quedó prendada de una
especie de humanoide, que ni siquiera protagonizaba el film. Se habían visto
mil veces pero se observaban en una especie de silencio enemigo y un parpadeo
incómodo.
Por otra parte,
la aceleración del movimiento estaba contenida, pero se notaba que en cualquier
momento se saldría de los límites.
Decidió
dirigirse a su novio: –Tendré que hablar con Igor, no queda otra alternativa,
lo haré sentar y le expondré absolutamente todo. Ruego que pueda comprender y
sobre todo ayudar…
Sus ojos
azulados resplandecían impactados contra los de su pareja.
Había llegado
el momento de aclarar la trama que provocaba su desvelo.
–Igor: yo
corporizo objetos invisibles y también seres.
–¿Cómo que
corporizas?
–Sí, desde un
pensamiento o de la visión de una imagen desato una fuerza incontrolable que da
por resultado…
–¿Qué da por
resultado?, dijo Igor muy inquieto.
–Qué ese ser…
empiece a existir entre nosotros.
El asombro se
sembró en el aire y la incredulidad le siguió.
–Quiere decir
que si deseas crear a Caperucita…
Iris no le
respondió y agachó la cabeza.
–Bueno está
bien, supongamos que es cierto, ¿cuál es el problema?
–¿No te das
cuenta amor?, si mi mente crea algo peligroso estará cerca nuestro.
–¿Y desde
cuándo te pasa esto?
–Desde pequeña.
–Estás exagerando…
–No Igor… –dijo
con extrema seriedad–, puedo pasar de lo agradable a lo desagradable con mucha
facilidad. Por ejemplo ahora tengo un recuerdo a diario de la imagen de un
humanoide que vi en una película.
–¿Un humanoide?,
¿qué es eso?
–Un hombre espacial,
que usa una especie de casco, con mangueras adosadas a un tanque de oxígeno y
un arma.
–¡Ah bueno! ¿un
arma?, sólo eso nos faltaba.
–Es un secreto
que va contra las leyes del mismo Universo, compréndeme.
–¿Podemos
hablar de realidades, Iris? Ya deja la fantasía por favor…
Dichas
estas palabras sintieron un sacudón y se oyó el silbido de un
proyectil como una fuerza de choque.
La pareja
perdió la compostura y se juntaron en un abrazo ante la presencia tácita de un
espíritu sólido.
–¡Esto está en
la escala de lo cósmico! –exclamó Igor encandilado– Demuestra que existen
mundos paralelos o sea que estamos coexistiendo con otros universos, por
supuesto… hay más realidades de las que perciben nuestros limitados sentidos.
PROTESTA POPULAR
(mixta -collage s/papel)
de Susana Rodrigues Puegols
|
Y en ese mismo
momento de pánico, comenzó a recortarse en la pared una sombra gris gigantesca
que los hacía sentir inclinados hacia un abismo.
Palpitantes por
ese efecto sorprendente y antes que los envolviera, ya que cada vez se hacía
más enorme, huyeron de la casa a velocidad, con tremenda agitación.
De común
acuerdo decidieron refugiarse en una iglesia, para poder pensar mejor sobre la
causa que lo había producido, y la causa… estaba en Iris
–No estamos en
el espacio… no hay invasión extraterrestre, tu mente no lo genera… Es tu
espíritu que aloja algo no deseado, supongo que desde muy niña.
Pasaron cinco
meses de esa fatídica noche, y en los rostros de los jóvenes por fin se veía la
felicidad y la paz.
Ya estaba todo
sepultado desde el momento en que resolvieron consultar en ese mismo templo por
el caso puntual, y el tratamiento… fue
muy liberador.
GILDARDO
GUTIÉRREZ ISAZA
Su biografía se
encuentra en Suplemento de Realidades y Ficciones Nº 25, de marzo de 2011.
VESTIDA DE LLUVIA
de Gildardo Gutiérrez
Isaza ©
Savia de nuestras
estaciones
tierra magra, abierta y
lacerada.
Deforestación,
anegamiento de tus candiles tristes,
derrumbe y hecatombe de
tu epicentro.
Como una lápida
marcamos la memoria, pastoreando la voluntad del olvido.
Te hemos talado,
rompiendo la virginidad de tus bosques.
Como fiera herida
ruges, extiendes tu grito de angustia
dejando tras de ti un
vestigio de árboles caídos,
ramas y animales
muertos.
Tierra, bella, salvaje
en el fuero de tus selvas.
Dispersados dentro del
sueño futuro hilando la amargura,
indómita y voraz, te
hemos afrentado
con las huellas de la
sierra; como depredadores,
como bárbaros salvajes
violentamos el territorio del silencio
y desviamos tus cauces
de años ancestrales forjados
en tu sabia decisión
para la conservación y vida de todas tus especies.
Señales en el cielo, en
la noche del mismo sueño;
Sagaces, creyéndonos
más sabios irrumpimos
transgrediendo
territorios indígenas,
cuna de la sabiduría
eterna.
Vestida de lluvia todo
tu cuerpo refleja la crudeza del invierno
Burladores del pasado y
del presente marcamos el futuro del cataclismo
en los rostros de
nuestros hijos.
Lianas y hojas,
profunda, estallidos y garras exaltada en el horizonte versátil
que destruye tu belleza
cuando el hombre irrumpe.
Somos la perpetuidad
del ocaso, la bifurcación del desprecio,
la constelación de la
muerte que gravita en cada rincón del universo.
Basura, destrucción...
Usurpación del liquen y
de la oruga, del delfín rosado, de la débil mariposa.
Erigidos como dioses
catapultamos la primavera,
encadenamos el verano.
Matorral ardiente, todo
en ti misma es equilibrio,
es un renacer glorioso
en la estrella que asalta la mañana
y se teje de luna en el
tesoro de tus entrañas.
Eres la vigía eterna de
un renacer que se derrumba
como una flama de
muerte sobre tu piel explotada
sobre la vertiente de
la huella que el hombre ha delimitado
con su crueldad y
desprecio.
MUERTE
de Gildardo Gutiérrez
Isaza ©
Hilo invisible, delgado
y fugaz,
Donde crepita como leña
herida la vida.
Un abismal sendero nos
separa, nos aleja
De aquella bagatela de
sueños y utopías
Cuando ese delgado hilo
se rompe y en segundos
La muerte acecha.
Límite insondable,
profundo y eterno,
No presentido siquiera…
Augurio que nadie teje,
Madeja de luz tendida
en el horizonte de la tierra,
Despertar, soñar y
morir.
Cerca del mundo, de la
nada, de la oscuridad total.
Firmamento de la
conciencia que anuda
dejando tras de si una
larga red de dolor.
Recodos, laberintos,
paradigmas y misterios
que como telarañas
rondan en sus lentos
y densos jardines de
locura y desvarío.
La muerte ronda con su
tic-tac imparable
Lento y constante,
péndulo sin fin que pende
sobre nuestras vidas
haciendo endeble el carruaje del destino.
Hilo delgado, invisible
y efímero que se rompe
ante los ojos
incrédulos en un sordo estertor
que arrebata los más
encumbrados o sencillos sueños.
Silencio impaciente,
horas dilatadas,
embriaguez de los
sentidos, amargura del amanecer.
Entrecortado por los
susurros el féretro se dibuja siniestro
sobre la alfombra roja.
Vista velada, crepúsculo
sin presagio
caminos que se bifurca
para nunca más volver.
Hilo que cruje cuando
al final se desdibuja la noche
en aquel eterno olvido
que seremos:
El recuerdo.
UNA LEYENDA VIAJA POR
MI PIEL
de Gildardo Gutiérrez
Isaza ©
Incapaz de compartir mi
silencio,
multiplicando y
exhalando mis angustias,
devorando palmo a palmo
la realidad que me circunda;
buscando el último
testigo, la última quimera,
solo de soledad me
encuentro...
Solo ante la eternidad,
nada que ampare mi
escritura
que me hable del tiempo
venidero.
Montaña y valle de
miserias invisibles,
como el desamparo
propio de la tierra,
como la vergüenza del
viajero,
como la inundación del
océano
o la muerte final...
Una leyenda viaja por
mi piel
haciendo estragos.
Pensando, dilucidando
y sin poder contener la
hecatombe,
la circunnavegación del
pensamiento.
me sumerjo en el río de
la noche,
contemplo las estrellas
y sueño.
Como una ola, quizás
como un cometa
mis manos se deslizan
paulatinamente
a través del tiempo.
Devoro la eternidad del
viento y escucho uno a uno
los sonidos del
silencio;
lo deseo compartir,
hablarle al hombre de la guerra,
de la barbarie, de su
crueldad.
Mutismo, esa es la
realidad que no logro comprender;
muros altos, elevados,
gigantes se erigen ante mí.
¿Otro idioma?
Es la barbarie, la
crueldad que se ampara en el silencio.
Del cielo descienden
los morteros, las bombas;
el grito de muerte
acecha, se expande.
Mutilación quimérica
que nos invade cuando en la calle
se escucha el último
lamento.
EXPECTANTE
de Gildardo Gutiérrez
Isaza ©
Basta un solo grito del
ayer que nunca miente,
en la roca del viento,
testimonio mío.
Inefable, traslúcida es
la esencia,
la melodía de tu voz,
tu sonrisa.
Entre todas las cosas,
el girasol, la estepa
tendida sobre tus
labios
haciendo eco en la
memoria.
Tormenta y rayo,
ventana de fuego,
coalición profunda.
Elegía de mi resguardo,
de tu voz débil;
huracán que se
acrecienta subterráneo,
humanidad que chasquea
sobre el verano de tu piel.
Te amo, es un eco
sordo,
una estampida de besos,
es lanzar dardos al
viento,
dejar que la vegetación
de tus poros me invada;
ramillete que se pierde
cansado y herido en la
altivez de tus senos.
Ángel contenido,
corazón de hielo,
iceberg que navega
solitario en el ancho mar...
desnuda te vez
incitante, desnuda te ves indefensa;
quiero ser lobo, reptar
sobre tus poros,
marcar una senda con
mis dedos,
para encontrarte, para
saberte mía.
Turbión que regresa en
la entrega solitaria del deseo…
El imperio del grito
acecha cuando tus labios se abren
y con mis besos te lleno.
Aturdido, expectante se
ensancha en viento
anclado como un viejo
velero sobre tu cuerpo.
Quiero romper el grito,
desatar el turbión,
dejar que el hilo del
agua, el eco palpitante,
todo se expanda, ahora
como ayer,
ahora como nunca,
tú y yo ante el ayer
que nunca miente.
MARÍA ENRIQUETA ROLAND
Narradora y poeta
argentina. Nació en la ciudad de Buenos Aires pero desde hace años reside en
Mar del Plata. Ha obtenido varios premios literarios y algunos de sus cuentos
se encuentran en la red virtual. Asegura escribir por impulso sin tener en
cuenta regla alguna, salvo las ortográficas.
Y EL TREN PASÓ
de
María Enriqueta Roland ©
No crean que es fácil
asumirlo. Los años me han convertido en alguien diferente pero, aunque quisiera
ponerlo en práctica, ya el físico no me responde.
¡Tarde para todo!
Si es en estudios,
ahora si no te vas del país para hacer un “master”, por más que te revientes
exhibiendo tu “curriculum vitae” (¿Porqué no llamarlo de forma mucho más
comprensiva y clara “antecedentes personales?) donde se notaba que si habías
sido profesional con un promedio alto, digamos de 8 para arriba, era porque
habías estudiado profundamente y asimilado tu elección de carrera.
Ahora, aunque hayas reprobado
asignaturas con un promedio final apenas para conseguir el título, pero tu papá
tiene el dinero suficiente para bancarte el estar un corto tiempo vagando por
algún lugar (USA es casi siempre el elegido), volvés con un master en algo y
ganás a muerte.
No te creas que estarás
mucho tiempo metido en clases, ni que las pruebas serán muy complicadas. Eso
sí, sólo podés enfrentarlo si conocés bien el idioma, pero para eso fuiste a un
colegio inglés, que también pagó tu papi.
Los “multiple choice”
(elección múltiple) sólo requerirán un tilde en una casilla que será la
respuesta correcta y que nunca errarás porque de lo contrario se termina el
negocio de los que cobran el curso de master.
Nada de largas
explicaciones orales sobre puntos intrincados de lo que has elegido, ni citar
artículos de códigos de ningún tipo, ni hacer los cómputos de una estructura
edilicia de más de dos pisos, ni resolver ecuaciones intrincadas que nadie sabe
para qué te servirán, ya que siempre si estudiaste para ser Licenciado en
Ciencias Económicas o Contador Público, terminarás ubicado como un “Manager Consultor
en Relaciones Públicas” de un personaje que tenía mucha visión para contratar a
los que saben hacer aquello que ni él tenía la más remota idea de que sería un
exitazo y se llenaría de dinero.
¡Vos “diste con el
target”. Una frasecita que me tienen que aclarar.
Creo que es una
combinación de una presencia de galán de fotonovela, vestido con la ropa de la
firma que está de onda, que puede ser un saco de altísimo precio, con
pantalones deshilachados pero de la mejor marca, usando zapatillas sin medias y
el pelo que te cubre la mitad de la cara sin poder saber a ciencia cierta si
sos varón o mujer. Eso hasta que te acepten. Luego cambiarás a un traje completo,
camisa blanca y corbata al último color de moda, corte de pelo de onda, un
infaltable portafolio y en la mano, el más caro de los celulares que utilizarás
para tus comunicaciones con colegas, siempre disputando entre sí por quién
lleva el mejor y con más tecnología.
Entonces ya estás
dentro de la “organización” (jamás digas empresa) y te darán un “despacho” bien
vidriado (antes oficina) en los pisos más altos. ¿Por qué será que siempre a
más altura edilicia equivale a un mayor rango ejecutivo?
De ahí en más tendrás que
cuidar ese lugar contra todo y todos, porque la movida de piso será tremenda.
Por lo general, a esta
altura, ya estarás divorciado una o varias veces, cosa sin mayor importancia,
aunque luego te avisen que tu hija, la de tu primer matrimonio, es anoréxica o
bulímica y que tu pibe de dieciséis, del segundo intento, ya se está falopeando
y debe ser internado para recuperarse.
Pero vos sin inmutarte,
porque el “doc” (ya no se dice más doctor) te ha recomendado no hacerte mala
sangre para evitar el “stress”, otra palabrita que no se puede traducir sin
emplear por lo menos diez palabras comunes que lo expliquen, puede causarte un
desequilibrio psíquico, un infarto o lo más actual y “fashion” (estoy realmente
actualizado), un ataque de pánico.
Por eso a mí me va como
me va.
Un pobre tipo que tiene
un departamento justito para que viva una familia “tipo” (traducido, madre,
padre y dos hijos), que pago expensas carísimas, viajo en subte (si es un día
sin problemas sindicales), que tengo una Obra Social que no cubre nada más que
lo mínimo indispensable y salgo de vacaciones en verano (nada de sky en pistas
nevadas en invierno).
No puedo salir a comer
con mi familia más allá de una vez por mes, en algún restaurante donde se come
de todo por una suma accesible y donde siempre los ojos rasgados son los dueños.
Les aclaro que soy
médico. Trabajo nueve horas diarias en el sanatorio de una “prepaga” (otro
nuevo invento de la ciencia) donde me pagan un honorario fijo que no se ha
movido desde hace meses, a pesar de los reajustes que hacen a los afiliados,
los que son Manager Consultors como ya les conté antes y que ganan sumas
altísimas.
Y el tren pasó.
Yo no supe subirme a
tiempo. Ya es tarde.
Tengo cuarenta años. Mi
futuro es más negro cada día.
Sufro más porque pienso
cuál será el tren bala que perderán mis hijos.
Un gran salto... pero
ya ni el físico me ayuda ahora.
Los dejo pensando a ver
si ustedes se avivan a tiempo y se suben cuando pasa “el tren de la buena
vida”.
OTRA VEZ SERÁ...
de
María Enriqueta Roland ©
Lo sabía desde que lo
pensé.
Tenía la certeza de que
no podía salir de mi condición de pobre.
¿Cómo decía la abuela?
“Pobre de solemnidad”. ¿Cómo serán los pobres que no son solemnes?
Me pasé horas vigilando
el banco, aguantando fríos y calores porque pensé que iba a dar la solución a
mi vida.
Seguía los movimientos
de los posibles candidatos. Anotaba horarios, rutas de ida y venida, su rutina,
esa que todos queremos romper pero no podemos salir de ella.
Me deleitaba soñando
con lujos, placeres, viajes, todo cinco estrellas. ¡Lo más!
¡Pobre el vejestorio!
Ése si que se salvó de no ser la víctima propicia.
Cuando me di cuenta que
lo que retiraba no podía cubrir mis quimeras de estrella del jet-set, lo taché
de mi lista.
Pero, apareció el pibe.
Era justito lo que yo pretendía.
Seguro que lo habían
elegido por su cara de “estúpido recibido”. Pasaba desapercibido, y eso era lo
que lo hacía el blanco perfecto.
Siempre llevaba un gran
sobre de papel madera, puntualmente todos los viernes, con la recaudación de la
semana de una firma muy importante y en dólares. ¡Buena plata!
¡Pero que bajón! ¡Perdí
como en la guerra! Para ser ladrón quería serlo a lo grande. Toda la honestidad
de una familia tirada por la borda, pero por algo que lo justificara. ¡Qué
fracaso! ¡Total!
Tengo los astros en
contra. Perdedor nato, eso es lo que soy.
No lo lastimé cuando le
arranqué el abultado sobre, aunque cayó al suelo. Tampoco me vio.
En la policía declaró
que lo que llevaba ese día era la devolución del almuerzo del contador y otros
empleados, que no era lo que habían pedido.
Abrí el paquete, vi los
seis pebetes de jamón y queso.
¡Para morirse!
¡Bueno, otra vez
será...!
Y bueno, otra vez
será...
LOS ZAPATOS
de
María Enriqueta Roland ©
–¡Ven
acá, Miguel!
¿No
sabes que leo
con
sólo mirarte
tus
preocupaciones?
No
bajes los ojos.
ni
sientas reparo
porque
soy tu madre
y
todo lo tuyo
es
también mi parte.
El
llanto del niño
comenzó
al instante.
–Se
ríen, se burlan
y
hasta hacen muecas
cuando
entro en clase.
–¿Qué
dices?
–¿Y
no hay allí nadie
que
pueda ayudarte?
–¿No
está tu maestro
para
poner orden
e
imponer respeto?
–No
vale lo que él haga,
esperan
el momento
y
cuando estoy solo
vuelven
a mofarse.
–Dime
ya el motivo
que
causa tanta gracia.
El
niño se seca
un
poco la cara
y
con voz muy baja,
casi
con vergüenza
contesta
muy serio.
–Mis
zapatos, madre...
Se
burlan de ellos porque
de
gastados se me ven los dedos.
Un
golpe en el pecho
de
esa mujer pobre que lucha,
trabaja,
y que nunca alcanza.
–Pero...
–¿No
eres tú el que ha llevado,
como
abanderado,
en
todos los actos
a
nuestra bandera,
por
ser lo que eres,
el
mejor del grado?
–¿
No fuiste elegido
mejor
compañero
el
año pasado?
–Nada
de eso importa.
Ellos
lo olvidaron,
pero
cada día
cuando
estoy llegando
me
miran los pies
y
ven mis zapatos.
–Está
bien, Miguel,
vete
a hacer lo tuyo,
esto
no es problema,
verás
que se arregla
muy
pronto este asunto.
El
niño sonreía.
–¿Podrás
tú hacerlo?
–Vete
ya, mi cielo,
que
acá está tu madre
para
que no vuelvas
a
pasar vergüenza
mostrando
tus dedos.
Ambos
se rieron...
Por
la tardecita
volvió
ella del pueblo
con
un gran paquete
y
llamó a su hijo.
–¡Miguel,
Miguelito!!
–Ven
acá, ángel mío.
–Mira
lo que traje
para
que esos guasos
no
puedan reírse
ya
de tus zapatos.
Los
ojos del hijo
veían
asombrados
lo
que había comprado
esa
pobre madre.
Y
fue para ella
la
gran alegría
que
tuvo ese día.
Eran
los más caros,
los
que ninguno
de
aquellos gandules
podría
haber comprado.
No
había sido fácil
el
poder pagarlos,
pero
en la mañana,
entrando
en la escuela,
nadie
se reiría.
Miguel
llevaría
sus
nuevos zapatos.
SUPLEMENTO
DE REALIDADES Y FICCIONES
Nº 54 –
Septiembre de 2012 – Año III
ISSN 2250-5385
Exp. 967627, Dirección Nacional del Derecho de
Autor.
Propietario y Director: Héctor R. Zabala
Av. Del Libertador 6039 (C1428ARD)
Ciudad de Buenos Aires, Argentina
Corrección general: Prof. Liliana Lapadula