SUPLEMENTO DE REALIDADES Y FICCIONES
Nº 103 – Septiembre de 2024 – Año XV
ISSN
2250-5385 – Edición trimestral
"Colibrí con cielo azul" Mónica Villarreal (2024) (Grafito sobre papel, 12" x 9") |
• Luis BENÍTEZ (Argentina)
• Jorge ETCHEVERRY ARCAYA (Chile - Canadá)
• Haidé DAIBAN (Argentina)
• Luis ACEBES (España)
• Miriam GÓMEZ – Julliette (Argentina)
• Washington Daniel GOROSITO PÉREZ (Uruguay - México)
• Ana ROMANO (Argentina)
• Salomé MOLTÓ (España)
• Javier DICENZO (Argentina)
• Omar ROLDÁN RUBIO (México)
• Alicia DANESINO (Argentina)
• Gildardo GUTIÉRREZ ISAZA (Colombia)
LUIS BENÍTEZ
Es
miembro, entre otras, de la Academia Iberoamericana de Poesía, de la
International Society of Writers y de la Asociación de Poetas de Argentina. Ha
recibido el título de Compagnon de la Poésie de la Association La Porte des
Poétes, París. Ha recibido el reconocimiento de numerosos premios, entre ellos,
el Primer Premio Internacional de Poesía La Porte des Poétes (París, 1991), el
Primer Premio Joven Literatura de la Fundación Fortabat (Buenos Aires, 1996),
el Primer Premio Tuscolorum di Poesia (Sicilia, 1996), el Primer Premio de
Novela Letras de Oro (Buenos Aires, 2003), el accésit 10éme. Concours
International de Poésie (París, 2003) y el Primer Premio Internacional
"Macedonio Palomino" (México, 2007).
Obras publicadas: Poemas de la Tierra y la Memoria (1980); Mitologías/La Balada de la Mujer Perdida (poesía, 1983); Poesía Inédita de Hoy (Un panorama de la
poesía inédita argentina) (1983); Juan
L. Ortiz: El Contra-Rimbaud (ensayo, 1985 y 1986); Behering y otros poemas (1985 y 1993); Bering Och Andra Dikter (trad. al sueco de Maria Nääs, 2012); Guerras, Epitafios y Conversaciones
(poesía, 1989); Fractal (poesía,
1992); El Pasado y las Vísperas
(poesía, 1995); El Horror en la Narrativa
de Alberto Jiménez Ure (ensayo, 1996); Selected
Poems (antología, selección y trad. de Verónica Miranda, 1996); La Yegua de la Noche (poesía, 2001); Tango del Mudo (novela, 1997 y 2003; en
e-book, 2004 y 2012); Zapping (cuentos en e-book, 2004); Jorge Luis Borges: La tiniebla y la gloria
(ensayo, 2004); El venenero y otros
poemas (2005); Antología poética
(en e-book, introducción, selección y notas de Alejandro Elissagaray, 2005); La tarde del elefante y otros poemas
(2006 y 2008); La Sera dell’elefante e
altre poesie (trad. al italiano de Emilio Coco, 2012; 2014); 18 Whiskies (teatro, 2006); La novelística de Teódulo López Meléndez:
escribir desde la fisura (ensayo, 2007); Carl Jung: un chamán del siglo XX (ensayo biográfico, 2007); Sigmund Freud, el descubrimiento del
inconsciente (ensayo biográfico, 2008); Erich
Fromm: el amor, el psicoanálisis y el hombre (ensayo biográfico, 2008); Diccionario de Filosofía (2008); Los cuentos de Horacio Quiroga (ensayo y
selección de Luis Benítez, 2008); En el
país de las maravillas… (Los mejores cuentos fantásticos) * (2009); ¡Elemental, Watson! (Los mejores cuentos
policiales) * (2010); Después del
crepúsculo (Los mejores cuentos de vampiros) * (2010); Gritos y susurros (Los mejores cuentos de terror) * (2010); Facundo y otros cuentos de muerte y de
sangre, seguidos de Antítesis, Aventuras Grotescas y Trilogía Cristiana, de
Ricardo Güiraldes (ensayo biobibliográfico y edición de Luis Benítez,
2010); Poemas Completos (ensayo
introductorio del prof. lic. Luis González Platón, de la Universidad de Madrid,
2010); Manhattan Song. Cinco Poemas
Occidentales (2010; en e-book: www.elfindelanoche.com.ar); Manhattan Song. Cinci Poeme Occidentale
(trad. al rumano de Flavia Cosma, 2013); Digresiones
(ensayos, 2011); A Heron in Buenos Aires.
Selected Poems (antología compilada y trad. por Cooper Renner, con ensayo
epilogal de Carmen Vasco Fernández Moreno, 2011); El Metro Universal (novela, 2012; e-book, 2012); Hijo de la Oscuridad (novela, 2012); Sombras Nada Más (una novela del peronismo
mágico) (novela, 2012; en e-book: 2013; trad. al italiano de Milton
Fernández, 2014); Amores Patrios (las más
conmovedoras historias de amor de la Argentina) (historia, 2012); Les Imaginations (poesía, trad. de Jean
Dif, Éditions L’Harmattan, 2013); Madagascar
(novela, 2017); Los amantes de Asunción
(novela histórica, 2019).
Cabe destacar que diversas obras y ensayos se han escrito sobre la poesía
y narrativa de Luis Benítez por autores como Carlos Elliff, Alejandro
Elissagaray, Pamela Nader, Elizabeth Auster, Camilo Fernández Cozman, Luis
González Platón, Assen Kokalov, Carmen Vasco Fernández Moreno y otros.
Puede
leerse más sobre este escritor argentino en:
https://es.wikipedia.org/wiki/Luis_Benítez_(poeta)
* Introducción y selección de Luis Benítez.
LA RENGA
Luis
Benítez ©
Tan
quemada en este mundo,
como
el Amor Real en una sola
canción
de las radios populares.
Tan
odiada la esclava,
la
negra, la fregona,
que
sus patrones la desfloran
cada
noche y ella, pendiente
de
aflorar en una sílaba casual,
ella,
la pobre, que arde —ahora— solo en sombras.
Desnudo
en la cocina
él
juramenta, después de los whiskies,
que
una sola cuestión de fe
todavía
hay por la Tierra.
Tan
indefensa en sus manos de beodo
brilla
ética, por sobre todo ética,
la
inútil fragua de imágenes,
la
renga.
CATÓN, EL CENSOR
Luis
Benítez ©
"Duda
como un griego pero actúa, como un romano”,
acaba
de decir, hace un rato
perdido
entre los pliegues del pasado,
a
un niño poderoso que domina
su
suerte y la del mundo en que lo escucha.
Hace
un rato, apenas: el tiempo es el tiempo que repite
las
voces de Catón y otras maneras.
Sobre
el hueco del aplauso se ha enroscado la hiedra,
hoy
otro Mediterráneo divide la tierra de la tierra.
Pero
él sigue envolviéndose en su manto,
victorioso
sobre el emperador y los mortales,
huyendo
hacia su villa donde el ánfora
y
el pecho de dos adolescentes aún le esconden
el
peso del papel representado,
las
arduas consecuencias para otros
que
son la duda griega, quién y cuándo.
AH, PEQUEÑOS CAZADORES
DEL DÍA
Luis
Benítez ©
Los
veo en la enorme aurora
dar
caza al megaterio:
la
boca humeante bajo los ojos inocentes
implora
sobre la hierba, mientras la lanza insomne
Una
y otra vez le parte las entrañas.
Luego
los dedos pintados
se
llevan el gran hígado, pesado como un hombre.
Los
veo pintar de ocre los huesos de los muertos
que
amaron como ellos la guerra de los clanes,
los
muertos de las urnas que son el mismo vivo
que
sale de las sombras y vuelve a la llanura.
Ateos
todavía caminan sin preguntas
los
paisajes iguales de un dios desperdigado
(a
veces se condensa ante el ojo,
un
animal singular, la piedra más alta,
y
vuelve de pronto a ser el ancho mundo
sin
tiempo y sin fronteras).
Los
veo apelmazar la arcilla entre las manos fosfóricas,
quitar
de entre lo informe la vasija que sueña
guardar
con geometrías la respuesta a las cosas.
Los
veo, tatuados Colones del origen,
ahuecar
la madera con fuego para cruzar el agua,
un
suceso que alguien graba en hueso
mientras
lo verde de la idea
les
graba a todos el hecho sobre los huesos.
Los
veo fotografiar peludos rinocerontes,
el
mamut grueso y huidizo como un alud de carne,
la
gracia del bisonte que late en el becerro,
el
gran carnaval de la vida
bailando
en la caverna,
el
aplanado ciervo volando por el techo
mientras
un dedo azul, emocionado,
determina
el impulso del tigre.
Luego
del casi eterno mediodía
venía
una semana a ocupar el cuerpo de la tarde:
un
hombre sencillamente era un día, una mujer
la
diferente silueta donde reside la noche.
Los
veo sin el arco
lanzar
las azagayas,
armado
de memoria y de puntas y cuerdas,
el
animal más débil, desnudo y miserable
se
enfrenta con las cosas y vence a la mañana.
El
pequeño lancero clava su instrumento,
confusos
arpones en el costado del día,
y
no sabe qué ha volteado,
cuál
es el animal infinito
que
ha hendido en tiempo,
en
horas que ya cuenta con mojones de piedra,
en
estaciones iguales, en sucesivas lunas y soles
que
coinciden en misterio con el rito impuro,
involuntario,
femenino, de la sangre.
¿Y
el hijo, de dónde sale el hijo
y
cómo? ¿Y dónde estamos
cuando
cazamos en el nublado coto del sueño?
¿Qué
es esa pantalla de fuego
que
arde en la cabeza,
dónde
está ese país que me habita y que habito,
como
este donde los otros también caminan
y
mueren con sus países adentro?
Quién
soy, cosa que piensa
y
se piensa. Yo que he salido
de
algo y no sé dónde he entrado,
apenas
tengo una lanza para enfrentarme a mí mismo.
JORGE ETCHEVERRY ARCAYA
Más sobre sus obras y
trayectoria en Suplemento de Realidades y Ficciones Nº 96: https://colaboraciones-literatura-y-algo-mas.blogspot.com/2022/12/suplemento-de-realidades-y-ficciones-n.html
CIUDADES,
EL FUTURO
Jorge Etcheverry Arcaya
©
Pasean, la mirada
perdida, las manos en los bolsillos cálidos, o afuera, se las soban, mientras
sienten el vivificante frío que se deja caer desde las montañas. Solos,
envueltos en sus trajes azules, deambulan por plataformas y terrazas, por
veredas, puentes y azoteas. Sin evitar ya, como hace generaciones, hablar con
quienes se les cruzan. O mirarlos, agachando la cabeza, o viendo a través de
ellos, como si no existieran. Eso ya está incorporado, es un hábito, como salir
por las tardes, a sentir el frío, como por sentir algo. Un hombre acodado
contra la baranda del puente mira el río, una cinta negra, ancha, simétrica,
allá abajo, las orillas ya comienzan a mostrar la rigidez del congelamiento.
Sus ojos azules son jóvenes, inexpresivos y tranquilos, abiertos, sin sombras,
un entrecejo liso, la frente limpia también, abierta. Siente el frío punzarle
las orejas, un calor trabajarle las mejillas, sin asombro ni reflexión. Como
algo dado y habitual. Como cuando en la terraza del edificio se toma sol en
verano, los ojos solamente cubiertos por gafas negras, al lado de los
innumerables cuerpos esbeltos, bronceados y lánguidos, ofrecidos al sol,
encerrados en sí mismos. Una pequeña ansiedad o su asomo hace que levante el
hombro derecho, medio de vuelta la cabeza, como intentando escuchar algo. Pero
eso no se manifiesta en los ojos, ni en la frente lisa. Levanta el brazo en un
gesto pausado y se lo pasa por el cráneo, rapado, sintiendo con la yema de los
dedos la firmeza, la dureza del pelo naciente. Otros hombres, y mujeres, a su
izquierda y su derecha, se enderezan, echan a caminar hacia uno u otro lado,
evitando el roce con los otros cuerpos con que se topaban. Un sonido melodioso
comienza a insinuarse, una melodía atenuada, un himno, son miríadas de trinos
de pájaros, proveniente de todas partes y de ninguna. El hombre baja con
agilidad los escalones metálicos de la escalera que da a la calle, sin
sujetarse de la barandilla. Luego, ya en la calle, camina a pasos largos,
atravesando portales, esquivando a los hombres y mujeres que se encaminan
rápidamente a sus hogares. El sudor le baña el torso, la lisa frente. Se sube a
una acera movediza, que lo conduce velozmente. Registra los detalles
geométricos de los bloques de edificios, las simétricas alternancias de luz y
sombra, los iluminados cuadrados de las ventanas, las figuras verticales que,
en la calle, parecen inmóviles, a medida que pasa, contrarrestando con leves
movimientos musculares de las piernas las pérdidas de equilibrio debidas a la
velocidad. Mediante un salto cambia de cinta, toma por una perpendicular,
mientras la música es imperceptiblemente más intensa, y la claridad de las
luces de los portales, faroles y ventanas, comienza a disminuir lenta y
uniformemente.
EL
ARTE MACABRO
Jorge Etcheverry Arcaya
©
Como su colega de los
últimos días del siglo diecinueve, los presuntos Jack The Ripper contemporáneos
(así llamados por analogía, ya que nunca reclaman sus derechos de autor)
también tendrían una especialización, cuya elección queda a cargo del lector, que
para eso debe revisar las crónicas rojas —o no tan rojas— de periódicos virtuales
o en papel, dependiendo de los países y la información disponible. La
predilección del Jack The Ripper tradicional, el que todos conocemos, no es la
misma de estos nuevos asesinos, ya que sus actividades no se centran
exclusivamente en las así llamadas prostitutas, sino que abarcan de manera
progresiva a las mujeres en general. No parecen tampoco empeñados —llevados o no
por el ansia de fama— en imprimir su sello personal en el mapa enrevesado,
irregular y sangriento de los femicidios en nuestros tiempos. Cosa que es por
lo demás bastante difícil, basta ver la tele o meterse en el internet para ver
cómo se multiplican los casos. Después de las memorables y relativamente recientes
hazañas delictivas llevadas a cabo por figuras históricas que se me escapan de
la mente, repetimos que es difícil si no imposible lograr fama a través de este
tipo de crimen. En la pantalla de la computadora o tableta, y casi sin esfuerzo
y en unos segundos, aparecen las decapitaciones colectivas de los narcos
mexicanos, de los islamistas. Diversas ejecuciones, atentados y mutilaciones,
que brotan en todos los medios como praderas de flores rojas, producto de
anhelos místicos y espirituales de múltiples actores sociales y culturales —que
no voy a nombrar para evitar que le pongan precio a mi cabeza si esto alguna
vez se publica— que como decía se dedican a la crucifixión, quema, tortura,
decapitación y violación de los —y preferentemente las— infieles allí donde las
circunstancias les permiten hacerlo.
UN
LAPSO DE TIEMPO
Jorge Etcheverry Arcaya
©
Cuando llegué al
departamento de mi amigo, y luego de golpear por unos minutos, tuve que forzar
la puerta (forzar, claro una imagen. Dado mi estado físico no hubiera podido
hacerlo). En realidad, lo que hice fue romper uno de los vidrios de la mampara
con un pedazo de ladrillo o un cascote que recogí de la vereda y después metí
la mano y abrí el picaporte por dentro. Mi amigo nunca dejaba la puerta cerrada
con llave: "A quién le van a interesar las cuatro porquerías que se me han
ido juntando”, solía decir". No había nadie. Faltaban varias de las cosas
familiares de que me acordaba, sobre todo algunas piezas de amoblado. Los
cuartos estaban llenos de polvo y pude ver algunas pelotitas alargadas, negras,
inconfundibles, de excremento de ratón. La cocina, además de sucia, no parecía
haber sido usada últimamente. Me tomé la cabeza, ya que me estaba empezando de
nuevo a doler mucho. Me estaba mareando otra vez y me dirigí al baño con
intención de vomitar. Me incliné repetidas veces sobre el excusado presa de un
ataque de náuseas, sin resultado positivo, y luego abrí a todo lo que daba la
llave del lavatorio y metí la cabeza completa adentro debajo del chorro. Al
levantarla destilando, y por primera vez en bastante tiempo, me miré al espejo.
Entonces supe con más precisión porqué me miraba tanto la gente del
restaurante. No era nada lo desarrapado y lo manchado de la ropa, que ya me
suponía. Me examiné con atención de arriba abajo. Además de la ropa sucia y
apelmazada, estaban las manchas blancas alrededor del marrueco. Volví la vista
hacia el espejo, el pelo apelmazado, largo, irregular y bastante más escaso,
ahora bastante canoso, la barba también, que me había crecido a la buena de
dios, y la pátina de grasa mugrienta que me cubría la piel no alcanzaba a
disfrazar ni una palidez cadavérica, tirando a verdosa, ni las enormes ojeras.
LA
ENTRADA DEL PROFETA
Jorge Etcheverry Arcaya
©
Entró. Midió la
habitación a largos pasos seguros y se detuvo en el centro con las manos en las
caderas. Vestía de blanco y su postura era derecha y bien plantada. La sorpresa
de un médico que había en la concurrencia no tuvo tiempo de manifestarse, subyugada
por la energía que el hombre de blanco parecía irradiar, que despaciosamente
paseó la mirada por la concurrencia, deteniéndola por breves momentos en los
ojos de cada uno. El médico sintió más que supo que era una actitud que no
escondía nada detrás. Era una presencia que se ofrecía entera, desde los ojos
hasta la postura de los pies, pasando por todo el cuerpo. No había allí un
hombre actuando, como por detrás de todo lo que hacía, observándose. Era una
pura inmediatez. Era el gesto mismo. Parecía decir de cuerpo entero “¿Qué es lo
que pasa aquí? Aquí estoy yo”. Y había algo más que no puede describirse: una
especie como de vacío, un cierto espacio, pero no la nada. Era algo que más
bien les permitía a todos y a cada uno ver allí lo más propio, lo que había
permanecido hasta ese entonces callado incluso para uno mismo, implícito,
esperando esa revelación para recién ahora ‘verse’. Esa presencia total estaba
emergiendo y descubriendo el interior hecho visible por esa misma presencia,
que lo abarcaba y lo rechazaba, conociéndolos al revés y al derecho, así les
parecía, con sólo estar allí. Entonces era que venía la vergüenza. El hombre de
blanco clavó un instante sus ojos en el inspector Llanos, que había sido
enviado para obtener información sobre este evento, y que inclinó la cabeza.
Por sus mejillas empezaron a correr algunas lágrimas silenciosas que se
mezclaban con gotas de sudor. Hacía calor allí adentro. Estaba sofocante. Esa
muchacha de piernas largas que algunos habían visto subiendo por el cerro miraba
como encandilada, encuclillada en el suelo. Una enorme mujer de delantal
floreado sostenía con ambas manos a un niñito sobre su cabeza. El niño adelantó
una manito extendida, que pedía o señalaba, con ademán imperativo.
HEMISFERIOS
Jorge Etcheverry Arcaya
©
Los humores recorren
venas y arterias, impregnan los tejidos de ese protagonista, incluso su cerebro
mismo. Su piel responde a las variaciones de la humedad ambiente y lleva ese
mensaje a las terminaciones nerviosas —ellas mismas viscosas— hasta el instante y
lugar mismo de la sinapsis con otras como ellas, donde por un instante florece
la energía eléctrica, pura y seca, luminosa, antes de perderse otra vez en esa
miasma acuosa que identificaba ese ser con la infinidad de la vida a la postre
marítima. Se trata de un científico que cuenta con todos los adelantos y
avances de la ciencia, que trabaja en un laboratorio al que no tocan las
múltiples guerras. Estas instalaciones son auspiciadas por un consorcio de las
mismas corporaciones que financian el armamento de las facciones en lucha y
que —a través de intermediarios— les venden productos de diversa sofisticación y
poder de fuego. Pero él infirió que ese momento electrónico, sináptico, era el
que señalaba el nacimiento del espíritu. En otro hemisferio del planeta un
artista urbano no concilia el sueño pese a dos masturbaciones, la lectura de
viejos comics, dos cigarrillos y unas uvas, y se plantea dos interrogantes ¿es
acaso el despeñadero de la historia contemporánea eso que aparece en las
pantallas, chicas y grandes, y se desbarranca en multitudes sin fin de
fanáticos que enceguecidos por la religión se desmiembran, crucifican y
decapitan entre sí, avizorando allá en lo alto multitudes de vírgenes, ríos de
miel y leche? ¿O pasa simplemente que él va a tener que decidir que el único
libro que lo puede entretener o divertir es ése que va a tener que escribir él
mismo, pero que nunca podrá publicar?
RELIGIÓN
Y LA FACE
Jorge Etcheverry Arcaya
©
La religión asesina la
moral. Propone un cielo, un infierno, para castigo o gratificación eternos por
el cumplimiento o no de mandatos aleatorios que, reconozcámoslo, encarnan
dicotomías morales la mayor parte de las veces, reforzando ese asesinato con el
amor a la divinidad, que viene a diluir aún más el contenido moral del mandato.
“Amo a dios y entonces cumplo el mandamiento”. Así, la religión impone el amor
a un dios, ejerce su voluntad por mandamientos. Por un lado, es entendible y
quizás necesaria, el 99% de la humanidad no tiene moral interna, a la gente hay
que mandarla y amenazarla para que se porte bien. Así es cómo la religión
atrofia el sentido moral, la capacidad de la gente de obrar bien o mal sin
coerción, entonces si hubiera algo como el alma, paradójicamente, la religión
la estaría atrofiando. Ese fue el post que él colocó en la Face y que alguien
lo hizo público. Entonces empezó a recibir amenazas de muerte, llamadas,
emails, incluso (lo que es más grave) un par de cartas por el tradicional correo
de nuestras madres y abuelas. Es decir que alguien local conocía su dirección.
Bajo llave en su departamento pensaba que la única pieza vulnerable para
disparos o un bombazo era el living, que daba a un balcón. Estaba en un segundo
piso. No podía cambiar de trabajo. No podía trabajar desde la casa por email,
como otros freelancers. Además,
estaba el problema de las compras, uno tiene que comer. Afortunadamente no
tenía parientes en la ciudad o en el país. Se hizo experto en el examen de las
pizzas y otra comida por encargo. Su gato subió un par de libras en esas
semanas, como catador obligado. Un día en sueños vio a profetas y pastores
echados al infierno por un dios sin rostro, que les enrostró su carencia de
alma, su negligencia en el desarrollo de las almas de sus rebaños.
HAIDÉ DAIBAN
Es autora de los
siguientes libros de:
• Poesía: Plegarias del Siglo XX, Con el tiempo a cuestas, Los indicios.
• Cuentos: El rabdomante y otros cuentos (Isidoro
Blaisten colaboró en la supervisión para su edición), Historias de muchos, Cuentos
con sabores, El hombre de la máscara y otros cuentos.
• Poemas lunfardos y
letras de tango: Todo tango, Tangos y
poemas del nuevo siglo, Algo más
sobre tango.
Más de sus obras en los
números 73, 75, 77, 79, 84, 86, 89 y 97 del Suplemento de Realidades y
Ficciones (ver ÍNDICE DE SUPLEMENTOS), o por su apellido en ÍNDICE DE AUTORES,
en http://colaboraciones-literatura-y-algo-mas.blogspot.com/).
CARRETAS CARGADAS
Haidé Daiban ©
De alegrías lejanas
viene el dolor
en carretas cargadas
de silencio y barro.
Paso a paso
descargan implacables
todo, sobre yuyos y espinillos
hasta el atardecer,
todo el desgarro morado,
toda la memoria renacida.
Y llegada la noche
los párpados cansados
caen sobre los sueños
y las pesadillas.
UN NIDO, NUESTRO MUNDO
Haidé Daiban ©
Entra, amor,
entra a la casa,
la puerta siempre abierta
te espera.
En la oscuridad
de este cuenco perfecto,
tus ojos y sus destellos
nos iluminarán
y el abrazo imperfecto,
hondo y protector,
sanará nuestra dolorosa soledad.
Quédate aquí,
rodeado de estos muros
que también nos abrazan,
en este hogar sin aristas,
redondo como un mundo.
NO, NO A TI *
Haidé Daiban ©
No, no a ti
padre amoroso
de hijos palpitantes.
No, no a ti
madre protectora
de dulce mirada.
No, no al obrero
de esta tierra
ayudando a un futuro
que ya no es prístino ni calmo.
No, no a ti
amigo de días felices
y cielos centellantes.
No, no a ti
que tanto luchaste,
tu mano extendida
en el alerta cotidiano.
No alzaré mi Arma
ni mi palabra hiriente
no destruiré tu esperanza,
solo rezaré contigo
por la Paz prometida,
por el camino justo
por un sol naciente.
* Incluido en una antología
Chileno-Argentina dedicada a Vicente Huidobro.
PREGUNTA
Haidé Daiban ©
Pregunta sin sus signos,
es pregunta?
Pregunta que no espera
la respuesta
es duda que ronda y sacude
que fabrica una urdimbre
de acero y seda.
Curiosa sentencia que perdura,
persigue, busca afuera,
carcome en los días y las noches,
hurga inconmovible,
perforante: el pecho, la cabeza…
Pregunta del buscador frustrado,
por miles de milenios, la certeza
de vida y de muerte, concebidas.
Natura sostiene su cabeza
del monstruo que tortura y tortura,
con simple preguntar
y nunca cesa.
LUIS ACEBES
Ha
publicado los libros de poesía: Música
ligera (Ed. Poesía Eres Tú, 2008), Explosiones
nucleares en una caja de zapatos (Ed. Vitruvio, 2013), Corte a sección de mi vida con un cuchillo blanco de plástico
(Ediciones En Huida, 2015), y Fatiga
terrestre (Ediciones En Huida, 2016), así como un libro de relatos
autobiográficos, Los días del mundo
(Karima Editora, 2015), El don de la
enormidad (Trea Editorial, 2019) e Instrucciones
para bailar la bamba (Trea Editorial, 2023). Colabora habitualmente con
revistas literarias de España y Latinoamérica.
Más de su
obra y trayectoria en Suplemento de Realidades y Ficciones Nº 101: https://colaboraciones-literatura-y-algo-mas.blogspot.com/2024/03/suplemento-de-realidades-y-ficciones-n.html
CUANDO
DISCUTO CONTIGO
Luis Acebes ©
Cuando discuto contigo
sé que intentas
construir una pista
para tus fuerzas aliadas.
Lo sé porque te saco
muchos años,
una ventaja que me hace
ver cosas
que no quiero. Sé lo
que significa sentirte París
la noche antes de los
alemanes y todo
lo que potencia
teatralmente
el color de las rosas.
Luego la vida
se aleja y las palabras
comienzan
a oler a medicina, a
pasillo de hospital,
como a lejía. Me dices
que no puedes
ser más fuerte y yo en
ese instante
me cubro de la
insensatez de los domadores
o del necio desapego de
un hombre-bala
que piensa: hoy es
jueves, mañana saldré
a caminar por un
bosque. Mi rabia
se queda después como
el confeti negro
de una fiesta que hice
mal en dar. Y tú
te tumbas en tu cuarto,
diezmada,
escuchando la voz de un
soldado alemán
que pasa por la calle
con un megáfono
diciendo que es mejor
colaborar.
BERLÍN
Luis Acebes ©
Bicicletas por avenidas
rectas
que parecían obedecer
un metrónomo
escondido en el centro
del mundo.
Caminar. Pastelerías.
Mi amigo
de entonces, qué fue de
él.
Estará en esas jaulas
que fabrica
el tiempo. Era verano
aunque para el cielo
no.
Luego está esa chica de
pelo corto
que nos acompañó una
noche
y juraría que me cogió
de las manos
al llegar al hotel. La
cerveza
brilla más ahora,
lejana como una ciudad
árabe
salida del túnel de un
sueño.
Digo Berlín y no siento
nada.
Estaré muerto.
Enterrado por el
camino.
Nadie es tan paciente
para relatarse
como el que olvidó casi
todo.
Las nubes eran polvo de
mármol,
un chicle dejado al sol
mil años,
un poema de Cavafis
leído
en un atasco por
alguien
que nunca nos conoció.
LOS
DOMINIOS DE LA ESPERANZA
Luis Acebes ©
Los perfumados profetas
de la autoayuda
no lo dicen, pero
después de un día malo
llega otro que resulta
peor.
Acudimos a la
astrofísica para saber
cuando saldrá el sol,
siempre mañana,
como el que mete una
moneda
en una tragaperras que
el casino
hubiese colocado en el
futuro.
Nadie tiene la culpa.
Milton está muerto.
Bastante hizo en vida
por sus paraísos.
Cuando pase, conviene
abrir
un mapa del universo
para buscarse
con el dedo. Esa mota
no eres tú,
en todo caso el sol. Ya
ves, las cosas
sobre el papel siempre
engañan,
hasta las palabras de
este poema
no tienen la suficiente
musculatura
para gatear hacia
ninguna verdad.
ZAPATOS
Luis Acebes ©
Universitarios con
trencas corrían por mi calle
mientras mi abuelo se
quitaba los zapatos muy despacio.
Julita, la viuda del
ático, decía que hablaba con la Virgen
y le contaba los ríos
de sangre que correrían de nuevo
por España. De todo ese
tiempo lo que más recuerdo
es la imagen de mi
abuelo descalzándose. El lomo negro
del cielo saliendo de
su pie. Comenzaba a ser
un trabajo forzado y
hasta podía ver la peana de hierro
que se iba formando en
la base de su vida. Los que corrían
por mi calle eran
jóvenes y no tardarían tanto en descalzarse
llegada la noche (para
ellos una lámina de oro
sobre la frente del
tiempo; para mi abuelo
el ámbar del último
semáforo).
PRECISIÓN
DEL PORVENIR
Luis Acebes ©
En el revés de un mapa
nos besamos
con la calma de
sabernos fuera del mundo.
Había algo en esos
labios, una certeza
que pendía como plomo
en una fruta,
lo llamaría precisión
del porvenir,
la punta de un diamante
amaestrado
que guiaba estricto
nuestros pasos.
El tiempo monta su
cuadriga de plata
y nos adelanta como los
coches caros
que conducen los reyes
de las sombras.
Ahora vivimos en este
suburbio
de la memoria, con sus
estatuas rotas
y los borradores
confusos que redactan
el verbo ser y sus
secuaces, gigantes
que de tanto existir
han olvidado
el eco de los besos
dados, como el sonido
de los mapas antiguos
al doblarse
MIRIAM GLADYS GÓMEZ
Publicó conjuntamente
con Andrea Recupero el libro de poesía La
hora del verdugo en 1993.
Fue seleccionada para
varias antologías poéticas. Galardonada con el primer premio por el poema
“Hilos” (Sociedad Argentina de Escritores - SADE - Zona Norte). También obtuvo
el Primer Premio en Poesía en SADE - Junín.
Participó del Concurso
de Ediciones Nubla y seleccionada para una Antología Poética en el año 1995 con
el Poema “Sobre Lunas y Fantasmas”. Intervino en el Concurso “Letras del Face”
de Editorial Dunken en el año 2015 y seleccionada para la Antología Poética del
mismo nombre. Participó del Concurso “Más Allá del Espejo” de esa misma
editorial y seleccionada para la antología homónima en 2019. Participó del
Concurso Diversidad Literaria (España), siendo su poema seleccionado para
integrar la Antología “Poetas Nocturnos” en 2020. Participó del Concurso de
Editorial Oxymoron y seleccionada para la Antología “Los Destellos del Día”.
Textos de su autoría
fueron publicados en las revistas literarias Alborismos (Venezuela), Diversidad
Literaria (España), Azahar
(España) y Extrañas Noches.
Más sobre su
trayectoria literaria y obras en los números 94, 99 y 101 del Suplemento de
Realidades y Ficciones. Ver ÍNDICE DE SUPLEMENTOS o, por su apellido, en ÍNDICE
DE AUTORES: https://colaboraciones-literatura-y-algo-mas.blogspot.com/
MUJER EN RUINAS
Miriam
Gómez ©
Pedazos
de piedras
se
clavan en mis hombros.
El
miedo
es
un sombrío bosque
en
donde mis huesos
buscan
refugio
debajo
de la tierra mojada.
Vuela
una máscara de vidrios afilados
y
la sangre de mi rostro
recorre
las raíces
de
los viejos arbustos.
Soy
arrojada
a
un río que me lleva.
El
agua tiene un olor putrefacto
acaso
sea mi sangre.
Me
dejo acariciar por la tormenta
esclava
de mis huesos enfermos
me
dejo saborear
por
los animales
que
ahora muerden mi carne.
Escucho
un lejano susurro
mientras
mi corazón se duerme.
WASHINGTON DANIEL GOROSITO PÉREZ
Poeta, narrador,
ensayista. Catedrático universitario, periodista, conferencista e investigador.
Ha sido galardonado con
premios de periodismo, ensayo, cuento y poesía en Uruguay, México, Brasil,
Argentina, España, Estados Unidos, Alemania y Francia. Ha integrado unas
treinta antologías literarias en Uruguay, México, Argentina, España, Italia y
Estados Unidos.
Ha publicado en
diversos medios literarios de Brasil, Ecuador, Suiza, Italia, Holanda, México,
Argentina, Uruguay, Colombia, Estados Unidos, Chile, Cuba, España, Rusia,
Israel y Paraguay, tanto poesía, haikus, poemínimos como microcuentos.
Más sobre su
trayectoria literaria y obras en los números 74, 79, 90, 95 y 101 del
Suplemento de Realidades y Ficciones. Ver ÍNDICE DE SUPLEMENTOS o, por su
apellido, en ÍNDICE DE AUTORES: https://colaboraciones-literatura-y-algo-mas.blogspot.com/
Hoy presentamos un
cuento de su autoría. El poeta del jazmín
en la solapa, que obtuvo el primer premio en el 45º Concurso Literario “Dr.
Alberto Manini Ríos” (Asociación de Escritores del Interior - A.E.D.I.,
Montevideo, Uruguay, el 18 de marzo de 2024.
EL
POETA DEL JAZMÍN EN LA SOLAPA
Washington Daniel
Gorosito Pérez ©
Aquella tarde, al igual
que otras, don Giusseppe cargaba su canasta de jazmines en el brazo izquierdo.
La rambla montevideana se extendía hasta perder su serpentear en el horizonte.
Era domingo, ese día tan especial añorado durante toda la semana. No con el
objetivo de las parejitas jóvenes que veía pasear alegremente de la mano y
lanzarse miraditas provocativas y susurros al oído. Pero, ¿qué hacía él ahí?
Su pregón
con acento siciliano, “jazmine, jazmine, jazmine, jazmine”; no sonaba extraño
en un joven país que había abierto de par en par sus puertas a la inmigración.
Por momentos, la ciudad se comparaba con la Torre de Babel. Chispazos llegaban
a su mente de la pobre infancia insular, una adolescencia en los olivares
trabajando a brazo partido. Luego, la gran decisión: ir a hacer “la América”.
Los comentarios vertidos en las cartas por los ya idos, se hacían gigantes en
las repeticiones de las madres del pueblo.
Al ver
esas parejas de jóvenes no se le despertaba envidia; era un hombre bueno; pero
el pensamiento era “que no fueran a sufrir como él”. El domingo significaba
buenas ventas y el recuerdo de las caminatas por la rambla con Antonieta. Sin
importar clases sociales, la sociedad montevideana se encontraba allí en pleno
las tardes de domingo. Los galanes obsequiaban blancos jazmines a sus amores.
Había
decidido cambiar de sitio; la inauguración de la mole blanca, bautizada con el
nombre de “Parque Hotel”, llamaba a los curiosos hasta formar multitudes que
observaban el coloso de color blanco. Pasaban dos paseantes a su lado y
comentaban lo maravilloso de la obra, oyó decir a uno de ellos: “que era de
estilo ecléctico y afrancesado”.
Corría el
mes de abril de 1919, en Uruguay se vivían años de bonanza, exportando materias
primas al viejo continente. La clase alta a través de frecuentes viajes a
Europa, adquiría un modelo de vida, a imagen y semejanza del parisino de la
época, conocido como “Belle Époque”. Montevideo, su capital, se erguía junto a
su hermana Buenos Aires de allende el Plata, en centro económico y cultural del
momento. Y Giusseppe aportaba jazmines…
Una
tardecita otoñal, vio llegar a un hombre delgado, enjuto, de ojos tristes,
calva pronunciada sobre la frente; traje gris impecable, y un caminar lento,
pausado.
Este, se
inclinó sobre la canasta, le entregó un peso oro, tomó un jazmín y lo colocó en
la solapa derecha del saco.
Giusseppe
al querer darle su cambio, recibe como respuesta un leve ademán con la mano
derecha y la palabra “gracias”. El caballero se retiró lentamente, cruzó la
avenida seguido por la mirada del vendedor. Su pago correspondía a la venta de
media canasta; sólo tomó una para colocarla en el ojal del saco.
Y entró en el Parque
Hotel.
Giusseppe
sonrió, tomó su canasta; la llegada del misterioso cliente coincidía con las
últimas luces del día; un sol carmesí, moribundo, se reflejaba en el agua del
Río de la Plata. Se fue caminando lentamente con el peso de los años a cuestas.
Al día siguiente, decidió caminar por la rambla, la brisa se sentía fría,
pronóstico de un invierno crudo y tempranero. Esta era la peor época del año
para las ventas.
Su amigo
Mario, el florista, después del accidente lo había metido en el negocio “Venda
jazmines, es como la flor nacional, a todos les encanta”. Había tomado la
canasta que estaba arrumbada en un rincón del dormitorio; bueno, era un decir,
era la única habitación multifuncional, exceptuando el baño.
Esa
canasta era la que Antonia usaba para vender “pannetone” casero, que amasaba
con sus propias manos. ¡Cómo extrañaba aquellos olores! Con esos recuerdos en
su mente y sin darse cuenta llegó frente al Parque Hotel. Se sentó en el muro
de cemento frío, la canasta a su lado parecía estar rebosante de copos de
nieve.
A lo lejos
se divisaba la Isla de las Flores. Según le contaron, llevaba el nombre por un
expresidente que hizo construir una cárcel en la misma para sus opositores. El
vuelo de una gaviota, casi suspendida en el aire, parecía marcar el sendero por
el que venía aquel hombre caminando.
Se le veía
encorvado, con su mirada en el suelo. Al llegar donde Giusseppe, metió su mano
en un bolsillo del saco, extrajo un peso de oro y tomó el jazmín; repitiendo el
ademán de días anteriores, lo llevó hacia la solapa, colocando la flor. Con voz
varonil agradeció y cruzó lentamente la calle, luego de dejar pasar un Ford T
con su acostumbrado ruido, y se metió en el Parque Hotel. Don Giusseppe apenas
alcanzó a contestar el saludo; nuevamente el caballero declinó recibir su
cambio cortésmente. Al extraer la flor de la canasta; el amable caballero fue
observado minuciosamente por el vendedor.
Este miró
atentamente una bandera en la solapa izquierda del saco del hombre. Tenía los
mismos colores que los de su lejana Italia, se diferenciaban por lo que parecía
ser un águila en el centro.
No se
atrevió a preguntar.
Mueren los
días, la brisa se convierte en frío, la acompañan lloviznas. El agua corre
raudamente por los cristales de la ventana.
Giusseppe
decide visitar a Gianni, un paisano que vende periódicos. Con él practica el
trueque. Después de platicar sobre sueños no realizados y la muy lejana Italia,
le deja un ramo de jazmines para su esposa y trae periódicos viejos con los que
envolverá su mercancía.
Amado Nervo |
Ha pasado el mediodía, sube al tranvía y regresa a casa. No ha parado de llover, otro día perdido. Deja los periódicos sobre la mesa, se prepara un té y se sienta a ojearlos. Toma al azar un ejemplar del diario “El Día”, el del Partido Colorado. Al ver la primera página, sus brazos se ponen tensos, la respiración se entrecorta, aprieta el periódico.
Ve la foto
del hombre de mirada triste, el caballero misterioso; el titular a varias
columnas rezaba: “Al amanecer de este día, los médicos rodeaban su lecho”.
Entre ellos no había consuelo: lo inevitable era inminente. La dolorosa noticia
circuló inmediatamente por toda la ciudad de Montevideo, el poeta Amado Nervo
había fallecido en Uruguay. Se conoció la triste noticia en su patria lejana,
el hermoso México y en el mundo.
Nubes
oscuras epilogaban la jornada. Continúa lloviendo muy penosamente. Levantó los
ojos del periódico en los que tenía lágrimas de verdad. Era él. El poeta del
jazmín en la solapa.
ANA ROMANO
Poemarios publicados: De los insolentes fantasmas (Ediciones
Vela al Viento, 2010), Expiación del
antifaz (Ediciones La Luna Que, 2014), y Zumbido de guirnaldas (Ediciones La Luna Que, 2016).
Más sobre su
trayectoria literaria y obras en los números 28, 83, 93, 95, 97 y 100 del
Suplemento de Realidades y Ficciones. Ver ÍNDICE DE SUPLEMENTOS o, por su
apellido, en ÍNDICE DE AUTORES: https://colaboraciones-literatura-y-algo-mas.blogspot.com/
ACOTA
Ana
Romano ©
La
voz
desarticulada
acota
Ronda
la
resignación
y
se escabulle.
JUANA
Ana
Romano ©
Pernoctan
en la pared
renacuajos
La
humedad se desdibuja
en
la escarcha
Se
alinean en el jardín
las
macetas vacías
Unas
ventanas
se
agitan
Se
acomodan
un
perro y su esqueleto
Juana
hilvana
miserias
con
ojos cansados.
EN EL HUECO
Ana
Romano ©
En
el hueco del insomnio
desabrocho
tu cuerpo
con
escamas
y
heridas
Aliso
el sueño
en
el ombligo
abarrotado.
LAS GARDENIAS
Ana
Romano ©
Las
gardenias
se
alojan en el abanico
de
quien escudriña
silencios
que retuercen
confrontaciones.
ROSARIO
Ana
Romano ©
Abrojos
en las hombreras
en
la ahuesada figura
en
la mirada
Y
en el sombrero
rizos
La
ira silba
En
cuclillas
Rosario
balbucea
Merodea
el sol
en
los claveles de los maceteros.
SALOMÉ MOLTÓ
Ha colaborado en la
revista Evocación de París, Cenit de Francia, Orto de Barcelona, Tierra y
Libertad de Madrid, esporádicamente en el periódico local El Nostre-Ciudad, Polémica también de Barcelona, Canfali
de Benidorm, y forma parte del equipo de la revista Siembra.
Sus trabajos van
dirigidos a fomentar la toma de conciencia y posible denuncia de los problemas
que atañen a nuestra sociedad.
Ha estudiado Sociología
hasta cuarto año, que no pude terminar por atender a su padre enfermo, a través
de la UNED en asignaturas independientes.
Más sobre su
trayectoria y obras en Suplemento de Realidades y Ficciones Nº 102: https://colaboraciones-literatura-y-algo-mas.blogspot.com/2024/06/suplemento-de-realidades-y-ficciones-n.html
UNA
PERLA ENTRE LAS PERLAS
Salomé Moltó ©
Rosa entró en la tienda
y alargando la mano le mostró al dueño de la joyería una perla que brillaba en
sus dedos.
—¡Vaya, qué
preciosidad! Supongo que viene a venderla o…
—No, quiero saber qué
me puede dar por ella y también del resto del collar. Son diecisiete perlas de
diferentes tamaños.
—Pues no sé, las
tendría que analizar y…
—Vale, volveré, ¿pero
aproximadamente…?
Rosa salio de la tienda
sin ninguna respuesta cierta. El joyero continuó su tarea de cada día, pues se
ceñía a la elaboración y reparación de todo tipo de joyas que las personas le
traían. Algunas quedaban muy hermosas y las señoras podían lucirlas en acontecimientos
sociales.
Aquella semana había
atendido a una chica joven, preguntando por una sortija, muy hermosa que su
abuela, que acababa de fallecer, le había dejado como herencia y cuánto le
podrían dar por ella. Cuando don Genaro, el joyero le dijo lo que estaba
dispuesto a pagarle por la joya, la muchacha le lanzó una cruda mirada y se fue
a toda prisa. Cuántos desencantos y sutilezas contiene este duro trabajo, los
que van con las joyas quieren obtener la cantidad de dinero lo más elevada
posible, el joyero conseguir el mayor beneficio y ahí se entra en un tira y
afloja entre una parte y la otra.
—Yo tengo que pagar de
inmediato y es posible que la perla se quede en la estantería durante mucho
tiempo, ¿qué beneficio obtengo yo?
—Bueno, a la postre,
aunque un poco tarde, usted es siempre el beneficiado, esas personas las
guardarían para siempre porque la mayor de las veces son recuerdos de momentos
de sus vidas... ¿no?
—Bueno, eso si, pero la
moza que usted vio ayer, se las había robado a su abuela.
—¿No me dijo que las
había heredado pues su abuela había muerto? Que descanse, buenas noches.
La vecina salió a la
calle y anduvo un poco, hasta el tercer edificio que era donde vivía. Unas
semanas después oyó la sirena de la ambulancia pasar a toda prisa. Una banda de
ladrones había asaltado la tienda y atacado al joyero. La vecina fue a visitarlo
al hospital.
—Esta vez ha sido un
verdadero drama y según me han dicho usted les hizo frente sin ningún miedo.
¡Hay que ser valiente y total por unas “piedras”, bueno, joyas.
—Tiene usted razón,
cuando me reponga cierro la tienda y me voy a disfrutar de la vida, a viajar, a
comprarme lo que me guste.
—Sí, goce de la vida
tanto como pueda y deje de ser tan rácano. Al fin y al cabo, podrá tener muchas
joyas, pero vida sólo una…
JAVIER DICENZO
• Libros publicados por
Editorial Tierra: Detrás de los espejos
del tiempo (poesía, 2002), Destello
de los pájaros perpetuos (poesía, 2008), Detrás del horizonte (narrativa, 2013).
• Libros publicados por
Ediciones El Escriba: La ciudad de hierro
(novela, 2017), El novelista de la
isla (novela, 2018), Los ríos
interiores (relatos, 2019), Ficciones
y poemas junto al río mítico (poesía y narrativa, 2020), El guerrero salvaje (novela, 2020), Relatos y poemas bajo el signo de Tauro
(poesía y narrativa, 2020), El
ajedrecista de la ciudad fantasma (novela, 2021), Historias y poemas míticos (2021), El escritor y el viaje (relato, 2021), El corsario de la isla de los pájaros y otros relatos (2022), El oro (relato, 2022), El novelista del bosque rojo (novela,
2023), Relatos de las libertades (Otro
rostro/allá) (2023), La ciudad de las
arañas y otros relatos (2024).
Más sobre sus obras y
trayectoria en Suplemento de Realidades y Ficciones Nº 78: https://colaboraciones-literatura-y-algo-mas.blogspot.com/2018/09/suplemento-de-realidades-y-ficciones-n.html
EL
ESCRITOR DEL BOSQUE Y EL LIBRO MÁGICO
Javier Dicenzo ©
A Ramón Ataz
Ramón, un poeta, llegó
a un lugar mágico, tomó un libro y decidió internarse en un bosque. En ese
bosque vio un gran perro, lo siguió, lejanamente… Se metió por un lugar
profundo, y vio a la distancia un gran mago:
—¿Quién eres? —preguntó
Ramón.
—Soy el mago de este
bosque.
—Llevarás un libro azul
para el ritual del infinito.
El poeta tomó el libro
y por indicación del mago se internó en medio de un laberinto, con una gran
cruz afilada. Luego de unas horas, vio como un castillo se le presentaba, a la
distancia. Entró en ese castillo con el libro mágico, quería llegar a un portal
estelar, para entregar sus poemas. Con ilusión tomó el libro y vio como una luz
enorme bajaba del cielo a un lugar del castillo, allí bajó un gran ser, con una
serpiente en la mano. Luego Ramón, tiró el libro y ese ser lo tomó, y el ritual
duró un largo rato, hasta que finalmente, pasaron unos fantasmas.
Dice la leyenda que a
veces por España aparece un ser enorme, como una sombra infinita y penetrante,
que pasa un libro volando y que unas arañas enormes toman el libro azul en
medio de un castillo medieval…
EN
LAS ENTRAÑAS
Javier Dicenzo ©
En las entrañas de la
tierra, están esos seres, los fantasmas que acusan,
Dentro de la isla
existe un dinosaurio, un dragón, y mientras la leyenda ruge, mientras los
precipicios de la vida y la muerte surgen, surge el animal.
Cuentan que cada día
come un niño o niña, y que su fuego se esparce en la maldad.
Cae un fuego, un fuego,
en esa costa de la isla maldita, los nombres y la esencia.
Se tuercen las cruces
apócrifas, se mecen los rostros.
Una mariposa sangrienta
de rojo fuego surge y vivencia la palabra, los mundos.
Atrás, allá en medio de
la soledad absoluta, cae el rayo cruel.
Un día pasa un mono y
toma una piedra, la leyenda dice que el dragón cae.
(Un día es un año luz
en la eternidad donde los seres se transforman en Wowulf y el dragón muere en
el foso oscuro, la fuerza del mal)
OMAR ROLDÁN RUBIO
Ha publicado cuentos,
relatos, ensayos y poesías en diversas revistas. Es autor de varios poemarios
en papel. En Amazon.com tiene editados e-books que comprenden poemarios,
cuentos, relatos y ensayos.
Más sobre su
trayectoria literaria y obras en los números 91 y 94 del Suplemento de
Realidades y Ficciones. Ver ÍNDICE DE SUPLEMENTOS o, por su apellido, en ÍNDICE
DE AUTORES: https://colaboraciones-literatura-y-algo-mas.blogspot.com/
y en Realidades y
Ficciones – Revista Literaria:
• https://revista-realidades-y-ficciones.blogspot.com/2021/12/
(Nº 48)
• https://revista-realidades-y-ficciones.blogspot.com/2022/03/
(Nº 49)
MI
ÚLTIMO DESEO
Omar Roldán Rubio ©
Las imágenes de aquel
primer encuentro son, en su mayoría, nebulosas. Sin embargo, algunos aspectos
como los altos y entonces jóvenes fresnos sobre las orillas de la espléndida
calzada —antes llamada De las Hortalizas, y después, seguramente en honor a la
batalla sostenida contra los franceses, Cinco de Mayo—, han quedado claros en
mi memoria; nítidos como la estación del ferrocarril ubicada en la colonia
Mimila, o la figura de mi madre en aquella fría mañana. La calidez de su mano
apretando la mía mientras caminábamos a prisa sobre la calzada para llegar a
tiempo de tomar el tren con rumbo a Ciudad X.
Del viaje recojo el
inmarcesible traqueteo del tren, los bucólicos vapores entrando por los
resquicios de las ventanillas y de los muros del vagón, los olores a dulces,
café, atole y tamales que subían en cada poblado con los vendedores. Pero sobre
todo recuerdo el tono manso y profundo de aquella voz contándome de hechiceros
y faunos y bosques de extraños árboles habitados por hadas. De remotas batallas
entre guerreros inefables y viajes en tren hacia lugares lejanos e inauditos; y
luego esa tonadilla que silbaba en los intersticios de sus relatos y que,
durante los lapsos en que me dormía, atravesaba mi descanso invadiendo mis
sueños. Sonido que se escondería en el desván de mi memoria y que, años más
tarde, me asaltaría en otras circunstancias.
Cansados del largo
recorrido, aún somnolientos, mi madre y yo escuchamos el agudo grito de la
locomotora anunciando su pronto arribo a la Estación Central. Bajamos pronto
del vagón y recorrimos el andén hacia la salida. Mi madre presionó mi mano y me
enfrentó al espanto de una ciudad plena de gente y extremadamente ruidosa para
mis provincianos tímpanos. Por instinto cerré los ojos al tiempo que tapaba mis
oídos. Entonces comencé a tararear la tonadilla escuchada en el tren. Mi madre
me tranquilizó y me ordenó callarme. Lo logró a medias porque seguí, ¿por
cuánto tiempo?, siseando el ritmo aprendido. Corría un mes de octubre.
Diez años después, otra
tarde de otoño en que sufría mi primer desamor, eché a caminar hacia ninguna
parte y entré, sin proponérmelo, a la Calzada Cinco de Mayo por su lado sur. En
otro escenario hubiese disfrutado la lobreguez de los fresnos, la frescura del
espacio, el aroma a siempre viento nuevo, la danza de los pájaros al canto del
cenzontle, la crujiente arenga de las hojas bajo mis pies; pero esta vez solo
atiné a sentarme bajo uno de los guardianes del tiempo y de la vacuidad.
Recargué mi espalda contra su corteza y metí la cabeza entre mis rodillas.
Justo entonces escuché claramente cómo se iba acercando un armónico sonido que
reconocí de inmediato. Sin levantar el rostro percibí una cálida energía junto
a mí. La voz sonó extraña, como si germinara de algún lugar remoto. Me confortó
diciendo que mi malestar pasaría pronto, que no valía la pena sufrir por nada y
que, en recompensa a este tipo de pasajes, más tarde o más temprano, siempre
habría dejos felices.
Luego de una larga
pausa comenzó a contarme parte de su vida. Era huérfano y andaba, desde hacía
algún tiempo, hurtando las ocasiones para que coincidiéramos. Su madre, a causa
de una enfermedad irreparable, había muerto joven, por lo que él quedó al cuidado
de su padre —quien pertenecía al grupo que plantaron los árboles bajo los
cuales estábamos—, un buen hombre dedicado al trabajo y que lo educó con esmero
enseñándole, entre otras cosas, a amar esta tierra donde nació.
Al igual que él, su
progenitor fue hijo único, y su abuelo, hortelano y guardagujas, también había
participado en la construcción de la antigua Calzada de las Hortalizas. Su
demás ascendencia, paterna y materna, se perdía en dos vertientes: una
occidental y otra surgida en el sureste, cuya ramificación se había asentado en
esta parte de la región desde antes de ser fundada como Tulancingo.
Respecto a la tonada me
contestó que era tan antigua como la creación del universo, inherente a lo
humano en los tres tiempos, surgida desde los cuatro puntos e inmersa en las
cinco realidades del hombre para retumbar seis truenos en su gran vacío; por tanto,
línea en el tiempo, destino.
Por todo eso sostuvo
que nuestro encuentro no era fortuito. Dijo también que, más adelante, cuando
todo estuviera dispuesto, nos encontraríamos una tercera vez y que entonces me
indicaría lo que debía hacer. Luego de un gran silencio escuché la tonada abismándose
en algún punto inexacto.
Veinte años después nos
reencontramos en el mismo punto. Era una tarde calurosa y nos resguardamos del
azote del sol bajo el frescor de los fresnos. La Calzada entonces comenzaba a
ser ruidosa por la invasión de automotores y la cada vez mayor presencia de
personas deambulando por ese espacio antes sosegado que, sin embargo, aún
conservaba su talante natural.
En eso pensaba y de
pronto el tiempo se detuvo, el barullo se apagó y me pidió que escuchara
atentamente. Luego de agradecer mi disposición para llevar a cabo su deseo me
explicó a detalle lo que quería. Por último, al igual que las veces anteriores,
se fue, aunque yo tuve la percepción de que no se iba, sino que regresaba de
algún punto indefinido.
Cumplí su encomienda
tal cual la indicó, y fue entonces cuando decidí propiciar esta línea contigo.
Ahora comprenderás claramente todo: nuestros anteriores encuentros, el sentido
de la tonada, la conexión que nos une. Así que, agradeciendo tu aceptación te
pido que… En el silencio de la tarde, a lo lejos se oyó claramente el
característico canto del cenzontle y luego una parvada de pájaros cruzó La
Calzada seguidos de un viento suave que hizo crujir las hojas sobre el camino…
Sé que mañana, cuando deje de ser presencia, cumplirás lo prometido, y sé
también que iniciarás la búsqueda de alguien a quien le pedirás lo propio.
Todo está dispuesto:
ordenarás cremar mi cuerpo y recogerás las cenizas para diseminarlas, como yo
lo hice con aquel que a su vez lo hizo con otro y este con otro y aquel con
alguien más, entre los troncos de los fresnos guardianes de La Calzada, para seguir
siendo polvo de esta tierra; hojarasca, alimento y canto de las aves, aroma a
viento siempre nuevo.
ALICIA DANESINO
Ha publicado doce
títulos en el mercado cultural, entre ellos Labio
de sombra, Perfume para la mano izquierda, Palabras para una ausencia,
Aventuras de rosales sin pimpollo.
Más sobre su
trayectoria literaria y obras en el número 99 y 101 del Suplemento de
Realidades y Ficciones. Ver ÍNDICE DE SUPLEMENTOS o, por su apellido, en ÍNDICE
DE AUTORES: https://colaboraciones-literatura-y-algo-mas.blogspot.com/
UN
VIEJO EN UNA PATINETA
Alicia Danesino ©
Era un hombre oscuro, toda su vida lo había sido.
Primero, porque sus padres lo fueron. Segundo, se había casado con una mujer
oscura y vieja. Tercero, habían vivido en una casa oscura, sin risas. Así,
caminando su vida, su alma se había vuelto oscura, su cara sin sonrisas parecía
la carátula de la desgracia, sus manos y pies: sin alas.
Hasta que quedó viudo. Le costó mucho tomar la decisión
de vender la casa oscura, bien o mal, lo había cobijado siempre.
Cuando compró un departamento en un piso doce, no se
percató hasta después de un tiempo de la luz que entraba a raudales.
Al ir subiendo y bajando a diario por el ascensor, cierto
día, al mirarse en el espejo del mismo se vio sonreír. Al salir a la calle se
dio cuenta cómo se divertían con sus patinetas la pandilla de
chiquilines que paraba en la esquina de su casa. Volvió a sonreír.
Fue un viernes, día de brujas. Salía del edificio y en
vez de pisar la vereda se encontró sobre una patineta voladora.
—¡Coño! —dijo— ¡si hasta me están saliendo alas en los
pies!
ESTÁ AULLANDO EL
UNIVERSO
Alicia Danesino ©
Hilandera,
tejedora de colores en la telaraña del tiempo,
en
los espacios vacíos cuelgo mis palabras,
las
mudanzas del alma
mis
reliquias de hechicera eterna.
El
grito del viento perfora mis oídos con maldad,
se
aseguró de cortar mis pensamientos.
Pobra
alma mía,
no
puede sanar,
se
deshizo en pedazos y
marchó
con mis utópicas ilusiones.
Cuando
el temporal atravesó las paredes
las
palabras salieron infectadas,
horribles,
mortales flechas.
Entonces…
arrastré mi soledad por la playa
repleta
de hondonadas,
castigo
del feroz oleaje.
Allí
mudé
mi alma
y
mis
sagradas reliquias:
“alma
de hada bailando entre helechos dormidos
en
un bosque con aroma a incienso y sombra,
con
perfume resinoso, entre flores que abren sus corolas
solo
para noctámbulos”. (AD)
Fue
la contracara del vendaval
el
otro lado del viento que me obligó a esa danza
con
ritmo marcado por los pasos del tiempo,
por
el viento que latía en gemidos, entre lluvias y nubes sin paz.
Vendaval,
canta y grita cantos de guerra en tiempos de vida.
Nuevamente,
del otro lado del viento:
“el
infierno
zona
oscura de los humanos,
también
mía.” (AD)
Así
emerjo
desde la furia de la tormenta
entre
sombras y despojos,
lanzo
un grito de paz a todas las conciencias:
“ESTÁ
AULLANDO EL UNIVERSO”
Caigo…
exhausta
en
esa grieta profunda donde duele la vida.
Quiero
que vuelva con mi grito la paciencia del Universo,
ha
huido observando tanto mal.
Y
sigo tejiendo mis palabras
como
el pan nuestro de cada día.
Igual
al grito del viento empujando al mar.
Sé
que
el mal corre por el mundo y su veneno mata.
Ahora
si
acallas tu ego
y
dejas que el sol camine por tu cuerpo,
la
luna se descuelgue de tu mirada,
que
tus manos vuelen como la brisa,
y
enciendas el fuego del amor,
verás
que
tus zonas oscuras
se
convierten en alas.
GILDARDO GUTIÉRREZ ISAZA
Escribe
desde los once años géneros como novelas, cuentos y poesía. En la actualidad, es
parte de algunas redes de escritores como: Poetas del Mundo, Crónica Literaria,
Sociedad Venezolana de Arte Internacional - SVAL, Fundación Literaria Argentina
Internacional - FLAI, Unión Hispano Mundial de Escritores - UHE (Perú),
Sociedad de Escritores Latinoamericanos y Europeos - SELAE, Red de Editores y
Proyectos Alternativos - RIEPA (México), Poesía Pura (España), entre otras.
Tiene
en su haber la publicación de su primera novela, Los Ángeles de la Muerte, y la selección de uno de sus cuentos para
la Antología Relata 2014 y de uno de sus
poemas para el Taller de Creación
Literaria: Muestras de trabajos.
Más sobre su
trayectoria literaria y obras en los números 25, 54 y 80 del Suplemento de
Realidades y Ficciones. Ver ÍNDICE DE SUPLEMENTOS o, por su apellido, en ÍNDICE
DE AUTORES: https://colaboraciones-literatura-y-algo-mas.blogspot.com/
COMO
LA MIEL
Gildardo Gutiérrez Isaza ©
Vuelo de estrellas, fugaz aparición,
Como el canto de la cigarra buscando protección
Ahí donde la noche se hace eterna;
Un nuevo descubrimiento:
¡Tu voz que todo lo ilumina!,
Irradiación, melodía y verdad,
Profunda como la nieve, infinita como el sol.
Continuamente aprendemos a morir y a vivir,
A ser uno siendo dos.
A través de la puerta del aire
El pensamiento que vuela.
¿Dónde se ha ido la lagrima?
Abanico de apariciones celestes.
Como la miel que absorbe el rocío
Mis manos te buscan para absorber la paz de tu
espíritu.
Mi amor que fluyó en el tiempo del martirio,
Decantando tu espíritu en ecos sordos.
Como la crisálida sometida al encierro,
¡Libérame, permíteme volar!,
Abrir mis alas.
Esperaré en el silencio
Viviendo la resurrección,
Sabiéndote mía, sin serlo,
Sintiéndome tuyo sin serlo,
Sabiendo que vivo y muero en cada encuentro.
Gildardo
Gutiérrez Isaza ©
El
mismo silencio es cómplice de las palabras,
Partícipe
de las locuras;
Atavío
de un paraje desolado
Donde
confluyen todas las emociones.
Como
la palma enmarañada del viento
Envuelve
y surca tu cuerpo desnudo,
Mis palabras se detienen por segundos
En
el borde de tus labios,
Apacientan
el beso convertido en trigo;
El
sortilegio de la caricia y mueren
En
la penumbra de tu lengua.
Desde
lo alto, la majestad de los sueños,
La
enredadera de los tuyos,
La
evocación de los míos y,
El
mismo silencio cómplice de las palabras.
La
gloria nocturna de ser grande en tus brazos
Se
propaga día a día en aquella sobria
Majestad
del resplandor desconocido.
Siento
de repente, en la complicidad del silencio
Lo
sublime del tiempo,
Que
se acorta, que se diluye,
Que
se escapa de las manos.
Anónimo
recurro a los versos buscando retenerte,
Hacerte
entender cuanto te amo.
SUPLEMENTO DE REALIDADES Y FICCIONES
Nº 103 – Septiembre de 2024 – Año XV
ISSN 2250-5385 – Edición trimestral
EX-2023-122916689-APN-DNDA#MJ del 17/10/2023, incorporado a RL-2018-52427183-APN-DNDA#MJ, Dirección Nacional del Derecho de Autor / República Argentina
Propietario y director: Héctor Zabala
Av. Del Libertador 6039 (C1428ARD)
Ciudad de Buenos Aires, Argentina
zab_he@hotmail.com
http://hector-zabala.blogspot.com/
Currículo en revista Realidades y Ficciones Nº 40:
https://revista-realidades-y-ficciones.blogspot.com/2019/12/realidades-y-ficciones-revista.html
Colaboradores
Corrección general:
Noelia Natalia Barchuk Löwer
Resistencia (Chaco), Argentina
alfana79@hotmail.com
http://noelia-barchuk-literatura.blogspot.com.ar/
Currículo en Suplemento de Realidades y Ficciones Nº 88:
https://colaboraciones-literatura-y-algo-mas.blogspot.com/2020/12/suplemento-derealidades-y-ficciones-n.html
Ilustración de carátula y emblema:
Mónica Villarreal
Scottsdale (Arizona), Estados Unidos
Monterrey (Nuevo León), México
monvillarreal@hotmail.com
@mon_villarreal
https://www.facebook.com/monvillarreal22
Currículo en revista Realidades y Ficciones Nº 17:
http://revista-realidades-y-ficciones.blogspot.com.ar/2014/06/
El listado completo de colaboraciones al Suplemento de REALIDADES Y FICCIONES se encuentra a la derecha del blog bajo el acápite ÍNDICE DE AUTORES. Hasta el momento, 395 colaboradores en total.
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“Realidades y Ficciones” Mónica Villarreal (2014) acrílico y óleo sobre papel-lienzo, 30 cm x 30 cm |