lunes, 31 de enero de 2011



HÉCTOR ÁLVAREZ CASTILLO

Nació en Buenos Aires en 1961. Entre sus principales obras se encuentran: “El faro de la tempestad y otros poemas” (poesía, 1991), “El prisionero. Historias para una puesta teatral” (teatro, 2003), “Camino a Babel. Conversaciones con Jorge Luis Borges y otros textos sobre literatura” (ensayo, 2004). También las colecciones de cuentos: “Metamorfosis” (2005), “Gerstrauss o el Amor” (2009) y “Naif. Del Juego a la literatura” (2011). Ha prologado y compilado: “Los Vampiros no nos dejan dormir” (2009) y “Cuentos de la Noche” (2009).
Colaboró con los suplementos culturales de los diarios La Prensa y La Nación, de la ciudad de Buenos Aires. Su obra “El Prisionero” recibió el Premio Bululú 2008/2009 a la mejor obra dramática.
En el año 2010 Harper’s Magazine, de Estados Unidos, http://www.harpers.org/archive/2010/01/0082775, y Cultures & Conflits, de Francia, http://conflits.revues.org/index17821.html, tradujeron, respectivamente, al inglés y al francés fragmentos de sus diálogos con Jorge Luis Borges.
Es editor y director de colecciones y sitios web, entre ellos: Asterión XXI.
Su ficción “De mamíferos voladores” pertenece a su libro “Naif. Del Juego a la Literatura”, de próxima aparición.






DE MAMÍFEROS VOLADORES
de Héctor Álvarez Castillo ©

Ayer encontré a Batman en un bar de Constitución. Estaba en pésimo estado. En otras ocasiones lo había visto mal, pero lo de anoche, sinceramente, era la peor. Ya iba por la cuarta ginebra y se notaba que no había comido nada. Cada tanto, mientras hablaba, movía las alas haciendo el ridículo y luego repetía esa parodia con las piernas, como si fuese en verdad un murciélago.
Éste no era el Batman de mi infancia. Era el Batman que en mis noches de insomnio me fui acostumbrando a encontrar en los barrios bajos, tan lejos de las principales avenidas de la ciudad como del ruido que había sabido ser su mejor escenario. No había coche, compañero ni mujeres. Solitario, con el último conjunto del disfraz que lo llevó a la fama, Batman daba tal imagen de la desolación que cualquiera de sus antiguos enemigos hubiera pagado el costo que fuese por estar presente ante esa imagen.
Ahí estaba Batman, a duras penas sentado frente a la barra, haciendo equilibrio mientras me contaba sus actuales aflicciones. Empezó con que no podía dormir, que eso lo hacía ir por las noches de bar en bar, esperando el amanecer para caer extenuado. Que huía del hotelucho porque ahí, encerrado entre esas paredes, no hallaba sosiego. Que tenía terror de que le crecieran las uñas cuando dormía y que éstas sobrepasaran el tamaño de sus alas y no le permitieran volar. Batman estaba espantado con diversos temores, inseguridades, que no le daban tregua. Pedimos otra ginebra y se decidió a contarme cómo empezó la historia.
Él no era Bruce Wayne ni Bruno Díaz. Lo aclaró de improviso y por dos tragos guardó silencio. Él era un don nadie que había ido a parar a la mansión de los Wayne sólo por fortuna, pero no como hijo adoptivo o algo semejante. Fue a vivir a la mansión en el papel de lo que era: el hijo de una sirvienta, una sirvienta más en ese hogar de ricos. Todo lo que sucedió después –y la historia que se contó una y otra vez en revistas, televisión y cine– no era más que una suma de malentendidos y errores voluntarios, refrendados por negocios que a él poco le dejaron, más allá de una efímera fama.
Me contó que los días posteriores al asesinato de los Wayne fueron terribles, pero que –ahí hizo otra pausa– alguien más había muerto esa noche. El verdadero Bruce también cayó bajo los disparos del guasón. El niño falleció de un balazo en la cabeza. Fue el último en morir, pero para la prensa, los abogados y los medios, esto nunca sucedió, porque desde ese momento –por conveniencia de Alfred– Bruce Wayne comenzó a ser él: John Brown o Fernando Vigo, como elijan llamarlo. Ahí comenzó su vicariato hasta que no pudo soportarlo más y dejó todo, con cerca de cincuenta años, agotado de representar a ese señorito atildado o al caballero negro, sin que sus piernas ni brazos dieran para más. Quería ser quien realmente era. Sin embargo a Batman no lo podía abandonar. Batman lo había tomado. Batman era él. Batman era Fernando Vigo.
Quedó para otra noche de ginebra el relato de cuando su madre, en Nueva León, cerca de las cuevas donde habitan centenares, miles de mamíferos alados, lo abandonó al dios Ah Puch para que éste lo tomara como hijo –su padre natural había huido con una india– y el dios le dejó las marcas en los brazos, la mordedura de dos colmillos en cada lado. Y las marcas aún están ahí. Quiso correr la tela y mostrármelas, pero exclamé con firmeza:
–¡Batman, ésa ya es otra historia!
Sáenz Peña (Buenos Aires, Argentina, julio de 2008.



LUZ, CÁMARA, ACCIÓN 
de Héctor Álvarez Castillo ©

Leí que los miembros de los pueblos primitivos temen que les roben el alma. Recordemos que Fausto y algunos de sus imitadores la han entregado voluntariamente; si bien, y no es dato menor, al momento de la elección gozaron de un esbozo de libertad. El inconveniente con los aborígenes de nuestra América o con los negros del África es que ellos saben que no tienen ni tendrán derecho a la elección. Están por debajo de esa consideración tan propia de las democracias. Alguien les roba el alma, la toma y se la lleva lejos, y ellos –los pueblos primitivos– jamás vuelven a saber nada acerca de su propio interior. Se quedan con lo externo, como una cáscara, y se habitúan (ellos mismos) a verse desde afuera y a deambular en el mundo como una proyección.
De ahí el temor rotundo al poder de la cámara, al clic de la fotografía. Sospechan que no sólo se captura la imagen, sino que junto a la imagen va el alma. Terror semejante los azota ante los espejos. Aunque en esas experiencias han aprendido que con un leve movimiento pueden hacerse a un lado y restarle dominio a esa magia.
Leo, leí, que nuestros suspicaces y astutos políticos-gobernantes –tanto de naciones vecinas como lejanas– también saben del poder de la cámara. Ridiculizan, mirando hacia un costado, a los primitivos, pero en la intimidad, entre sus secuaces –llámense colaboradores– reconocen el don de la imagen. Es por eso que desesperan por la obtención de una foto. Si huelen que alguien está un escalón más alto, se desesperan por una instantánea, aunque meses después es probable que deban alimentar una fogata con ese recuerdo. No interesa su prontuario, (disculpen el exabrupto), su curriculum. Son capaces de pagar por ella. Y ocultan la paga como Judas ocultó sus denarios. Y a su vez –la pirámide es de ida y vuelta– cobran cara su propia imagen cuando es a ellos a los que, otros escaladores, les ruegan el favor.
Fotos, fotos, fotografías, con éste o con aquél, concitan la gracia, alzan las encuestas y, por magia, trastornan la realidad. Pero nunca la transfiguran. El hombre –más que la mujer (ahora también la mujer)– es prisionero de la imagen. La imagen es concebida como el argumento que da consistencia al discurso vacío de sentido. La foto revelada es la verdad revelada.
No demos vueltas –ahora que lo aceptamos– nadie regala su imagen. En la foto está el alma. Y ellos lo saben, como lo intuían desde el comienzo de los tiempos nuestros humildes primitivos. En sus discursos se elevan altas creaciones de la sofística y la retórica, pero una foto abre puertas que sólo la llave del misterio conoce. Tapas de diarios, noticieros, reportajes, un huracán de posibilidades nace de una foto. Antecedentes, citas, agendas, son sólo palabras emparentadas a una oportuna fotografía. Y siempre va el alma en ellas.

Sáenz Peña (Buenos Aires, Argentina, julio de 2008. 





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SUPLEMENTO DE REALIDADES Y FICCIONES
Propietario y Director: Héctor R. Zabala
Av. Del Libertador 6039 (C1428ARD)
Ciudad de Buenos Aires, Argentina
Nº 10 – Enero de 2011 – Año II


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REVISTA: http://revista-realidades-y-ficciones.blogspot.com/



viernes, 28 de enero de 2011



LILIANA MARÍA CÉLIZ 
(Buenos Aires, Argentina).

Premios recibidos:
• Premio de la Casa de la Amistad Argentino Cubana, 1987.
• Tercer premio en el Concurso Nacional de Poesía de Emisora Lobos,1988.
• Finalista en el Concurso de editorial “Argenta Sarlep”, 1988.
• Primera mención en el Concurso Nacional de Emisora Lobos, 1989.
• Mención especial en el concurso de Emisora Lobos, 1989.

Formación:
• “Escritura de la novela”, curso dictado por el escritor Antonio Dal Masetto en la Biblioteca Nacional. Año 2006.
• “Literatura Argentina y Latinoamericana”, curso dictado por el profesor Carlos Dámaso Martinez en la Biblioteca Nacional. Año 2005.
• Curso de análisis de textos, dictado por el profesor Roberto Ferro. Desde 1995 a la fecha.
• Ha cursado materias específicas en el Departamento de Castellano, Literatura y Latín del Instituto Superior del Profesorado “Joaquin V. González”. Años 1995 a 2000.
• Curso de Teoría Literaria dictado por la profesora Isabel Vassallo. Años 1989 a 1991.
• Curso para coordinadores de Talleres Literarios dictado por la profesora Ana Auslender. Desde 1987 a 1990.

Publicaciones – libros:
“O elevación de vos o pensamiento”. Buenos Aires, Ediciones del Dock, 2007.
“¿De dónde vienes de mirar tus ojos padre?”. Buenos Aires, Ediciones del Dock, 2000.
“Del traje de Eva y su manzana” (poemas). Buenos Aires, Último Reino, editado con el apoyo económico de Fondo Nacional de las Artes, 1997.
“Desembocadura”. Buenos Aires, Tierra Firme, 1990. Compilación de poemas en conjunto con los poetas Gustavo Baz, Gabriel Rizzola, Carlos González y Chantal Damon. Se editó con el apoyo económico del Fondo Nacional de las Artes.
“A los que fueron pájaros”. Buenos Aires, Ediciones del Dock, 2008.
• Algunos de sus poemas fueron traducidos al italiano, portugués, catalán y gallego.

Actividad laboral:
• Coordinación de Talleres Literarios (poesía y narrativa) en forma privada, así como asesoramiento individual a escritores noveles. Desde 1992 a la fecha.
• Coordinación de Taller Literario en el Club Gimnasia y Esgrima, 1997.
• Coordinación del Café Literario “La Salita”, 2002.
• Coordinación de Talleres en “La Casa de la Cultura del Abasto”, 2001 y 2002.


lilianamariaceliz@yahoo.com.ar


LA MANO ACARICIANDO EL VIENTRE 
Liliana Céliz ©

“todo lo que de algún modo es pensable dijiste, puede ser objeto de
meditación”
la mano acariciando el vientre de la hoja en el momento en que el tallo
aún se parte y las nervaduras como sombras anotan el paso de este
tiempo, de algún tiempo que tiembla allá en la hoja, las nervaduras
mutuas de silencio en el paso de silencio roto entre las aguas, en el
verdor del agua que lleva camalotes en la arena inmiscuida en estas
hojas, como verdín y lata entonces digo: el aire cae en la noción
del día en movimiento y a un gesto hacia la piel salpico la mirada
hacia los dedos como estambres (no deja de pasar la noche)


EN LA REPRESENTACIÓN DE LA DISCORDIA 
Liliana Céliz ©

“mi madre colgada de la ventana en camisón gimiendo
y gesticulando” “mañana hermosa y fresca” clareada por el aire
en pleno hueco de discordia (mi madre bendecía el hueco de
infortunio) mientras la voz la voz en conmensura de mi madre
ardía (en lo infranqueable de las cuotas del mí mismo)
(en la representación de la discordia) –la cara concebida a un
todo en el ajuste– en la versión del gesto al infinito (aire inferior
del labio como gesto) canción que emana del sonido (mi madre
en camisón gimiendo)




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Propietario y Director: Héctor R. Zabala
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miércoles, 26 de enero de 2011

LUCERO BALCÁZAR

México D.F. Poeta y Editora. Periodista Cultural y Pintora. Diplomada como Promotora Cultural, Ministerio de Cultura de la República de Cuba (2003-07).
• Talleres Literarios: Edmundo Valadés (1991), Alicia Trueba-Elena Poniatowska (1993-2003), Bellas Artes, Departamento de Promoción Literaria, Raúl Renán (1995-96), Casa Universitaria del Libro 1996-97).
• Periodista cultural para: la Sociedad Mexicana de Caricaturistas, revista Lapiztola y periódico Al Tiro (1994-99) Periódico Comunal, Centro Histórico (1996-2000) Periódico Novedades, donde le pagaban con poemarios, por leer y resumir el libro.
• Coordinadora de Cultura, Delegación Cuajimalpa de Morelos (1998-99).
• Editora: Editora y Editorialista del suplemento Cultural La Pared, Delegación Cuajimalpa (1997-98). Editora de Vientos Alisios, publicación del taller Alicia Trueba-Elena Poniatowska, (1998-2001). • Editora de Ediciones Clandestinas y del Cartel Huevo de Poesía.
• Coordinadora y chicotito del Taller Alicia Trueba-Elena Poniatowska, (2002-03)
• Ejecutiva V -VE y lee poesía al Antonio Bravo Correoso, VE y presenta tu obra de teatro en el Macuba, VE a esa gala al Teatro Cabildo, VE y sonríe al Director Provincial de Cultura, VE y da tu conferencia de Rulfo a la Frank País García, VE y trae, otra vez, ropa y zapatos para los del proyecto..."Chica, no te quejes, ya la Revolución te hará justicia, cojones...tú eres poeta...hazlo por San Lorca..." Proyecto Federico García Lorca en Santiago de Cuba (2003-05).
• Directora de la Casa del Poeta Enrique González Rojo Arthur.
• Becaria del FOCAEM (Programa para la Cultura y las Artes del Estado de México, programa 2009, Letras).
• Teatro, monólogo, Caja de ReZonancias: Foro Luces de Bohemía, Ciclo Nuevos Dramaturgos en México, actriz: Claudia de la Cabada (1997). Casa del Lago, Universidad Nacional Autónoma de México, Foro La Pérgola, actriz: Claudia Patricia (2002). Teatro Macuba, Artes Escénicas, Dirección Provincial de Cultura de Santiago de Cuba, actriz: Ana Gloria Buduen (2003). Gran Teatro de La Habana Cuba, Mayo Teatral, Sala Antonin Artaud, actriz: Ana Gloria Buduen (2004).
• Libros publicados: María Luciérnaga (Editorial Alas de Libro, México, 1997), Semillas para la Ciudad (Editorial Alas de Libro, México, 1997), Piel de Poema (Letras Lúdicas, México D.F., 2002), Amores Carniceros (Ediciones Clandestinas, Estado de México, 2003), Mi Caníbal Poeta (Metáforas Prohibidas, Estado de México, 2004), Fauno Negro (La Huella de Lorca en Santiago, Santiago de Cuba, 2005), El Loco (Editorial Fridaura, México D.F., 2006), Cuenticos para Poetas (EdiSon Montuno-Casa de la Cultura Rita Montaner, La Habana, Cuba, 2007), reimpresión bajo el título de Cuentos Coítos (Editorial Vientos Alisios, Estado de México, 2008), Hotel Nagualtepec (Ediciones Candestinas-Editorial Eterno Femenino, México D.F., 2010). Su décimo poemario está por publicarse en la Editorial Verso Destierro.


http://lucerobalcazarpoeta.blogspot.com/
lucerobalcazar@hotmail.com
.
.
DEDOS DE DOS 
de Lucero Balcázar ©

Shhhhh, que nadie se entere, Poeta
Ni tú mismo
Que al comerte con mis bembos más íntimos
Ya te esperaba
Con mis brazos inferiores abiertos
Que caminan
Y te en caminan a mi casa
Mi casa roja
“La casa de la Roja”
Como dices algunos me llaman
Es desde aquella madrugada tu casa
La Casa de tu boca
La boca de tu Casa
Que le dice poemas
Intríngulis
A mi triangulo de tus bermudas
.
Shhhh, te dije, que no se entere el que me ama
Y de mi boca bebiste Garañona
Mientras intercambiábamos
Metáforas
Crasis
.
E Inicio el verdadero poema
Y los calambures
Empezaron a hormiguearme
Entre las piernas
.
Estreno tu cuerpo
¿Es tren o tu cuerpo?
.
Quiero abrir los ojos
Pero estás así mejor amigo
Dentro de mí
.
Si yo viera
Si lloviera
.
Y sigue lloviendo poesía de tu boca
Tu boca que al principio
Renegó y hasta habló mal de mí
Si la misma que me dijo lo más hermoso
Que ningún amante me ha gritado
.
Nuestro juego de palabras
Apenas empieza
Tú sabes que nos hacen falta
Tantas figuras por practicar…
.
Prepárate amante
Compañero poeta
Largos trotes
Encabalgamientos
Retruécanos nos esperan
.
Pero
Por ahora disimula:
Antes y después poetas
Ahora sólo prosopopeyas
.
Prepárate compañero
Pobresor-poeta
.
Aunque ante la propuesta de ser tu querida
Te dije:
No
Porque no quiero tener amante
Ni celular que me ladre…
Esa propuesta tan roja
Es más seria que el matrimonio…
No me la hagas compañero
No me la hagas…
.
Y temblé en tus brazos
.
No me sueltes querido
Que apenas
Acá vamos
Acabamos
.
.

CRISTO GUERRILLERO
de Lucero Balcázar ©
.
Cristo de América
Tu cruz hecha de fusiles
Nos retumban hasta hoy en las sienes
.
Che, vives sobre el pecho
De la Revolución, de la libertad
.
Llegaste a México para entrar al sueño
De cabalgar en la alborada hacía la Sierra Maestra
Y acribillar con una tormenta de plomo
Las mansiones de Batista
Y aterrizar tu sueño en la Plaza de la Habana
.
Así siguiendo tu rastro, soñador, fue que entré
A la isla que tiene forma de caimán
Y me quedé allí, entrando y saliendo de la caimana
Por tres años
Para entender tu frenesí
Tu respirar, no asmático
Sino de tumbadora
.
Cristo de nosotros los rebeldes
Te oímos, ¿nos oyes?
Tam tam tam tam tam tam
.
.

OREANDO LUJURIAS 
de Lucero Balcázar ©
.
En alguna azotea de la Ciudad de México
Está ondeando tu ropa
Oreando lujurias
Sola
Seduciendo al viento
Que pasa de largo
Sin detenerse en el sudor y el semen
Que lleva tatuados
Oreando lujurias
Tu ropa se ha deshecho de ti
Y es que eres insoportablemente
Rígido
No sabes
No quieres volar
Lo gritan las mangas de tu camisa
Que se agitan
Danzan
Acarician
Pelean
Se vencen
Se proclaman
Dirigen a una orquesta
O a un orgasmo
.
Mientras tus pantalones
Bailan un son chilango
Te maldigo
Por ser tan imbécil y politizado
Te maldigo
Y como tus pantalones
Abro las piernas al viento
Para que se lleve el corazón
Que me dejaste adentro
.
.

EROSTRATA
de Lucero Balcázar ©
.
Tomaré las calles
E iré gritando poesía
.
Ser poeta es ser Cinquera
Con leones dentro del estómago
Rugiendo
Y cascos de caballos
En el cerebro
Y elefantes en la piel
Y focas-musas
Aplaudientes
A nuestro oficio de fuego
.
Aún así
Planeo escaparme de mí
Y de tanto disfraz de snosb
.
Y ya libre
Sin lona ni aserrín
Me iré gritando
Mi oficio de pastora
Del fuego
.

.

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martes, 25 de enero de 2011



ELVIS HERRADA
(Surquillo, Lima, Perú)
A mediados del 1996, un adolescente escribe su primer poemario titulado Charcutería Empoemada (homologando al ser humano) que distribuyó en plaquetas escolares y fanzines universitarios.
Al año siguiente haría periodismo escrito y de esa barbarie de noticias aglutinadas en su cerebro salió otra producción literaria denominada: Cartas desde Ciudad Serpiente, microcuentos de horror que fueron publicados en páginas web dedicadas a la literatura. (http://holismoplanetario.wordpress.com/2010/04/23/cartas-de-ciudad-serpiente-de-elvis-herrada-erquiaga/).
En el año 2000 funda junto a un grupo de poetas la asociación Harawi Lima; y a través de la Dirección de Cultura de la Municipalidad de Lima realizan “Poesía en el centro”, espectáculo cultural que reunía a las mejores voces de la poesía peruana y diversas expresiones artísticas.
Su tercera producción, El Imaginero, fue publicada en el 2009 gracias al Fondo Editorial de Cultura Peruana y presentada al público el 28 de junio en el centro cultural Cafae-se (http://www.elimaginero.blogspot.com/).
Elvis es periodista y después de pasar por distintos medios de comunicación (como Diario Liberación, Diario Expreso, Revista Gente, Revista Caretas y actualmente Revista Magaly Te Ve), alterna con sus escritos sobre microcuentos y novela corta, género que lo identifica.

Para descargar el libro El Imaginero en versión web: 
Video de la última presentación de microcuentos en Brisas del Titicaca, Perú: 

GUNNAR
(de El imaginero)
de Elvis Herrada  ©

¿Dónde están los duendes? Ayer me comentó un animal que los vio irse en varios grupos junto a mis juguetes preferidos. Antes asaltaron la ciudad llevándose consigo a todos los primogénitos recién nacidos. Gunnar está ahí, con su botella de amoniaco por la mitad y disparando bossa-novas al espectro lunar, cargando en su espalda esa tranquilidad de extremidades menudas que también quiere escapar. ¿A dónde van? Dicen que las aves lloran
estiércol frente a la vieja cabaña de madera ubicada entre las Torres que no cesan de quemar. Allí matarán gigantes increíbles con sus piedras carmesí, para ofrecerlos como trofeos a su venerada esfinge violácea, la que sólo aparece en horario crepuscular. ¿Estaré ahí?


FIEBRE
(de El imaginero)
de Elvis Herrada  ©


Seguro que lavaste de tus dientes antes del desayuno. Mamá no te regañará esta vez porque dejaste el baño sucio. Siempre olvidas bajar la palanca o enjuagar el lavamanos después del aseo matutino. Suerte que hoy estás enfermo. Bebes esencia de café negro con una onza de agua hervida para digerir el ibuprofeno 800 que te calmará la fiebre. Eres alérgico a la ampicilina, pero no tienes otra opción. Sabes que luego tu cuerpo enronchará, sudarás y no podrás ver más allá de los elefantes rosas que obstruyen tu camino hacia la salud. Gritas un gracias al silencio y ríes escandalosamente del ave que se atoró con la migaja de pan. Pateas el cuadro de paisaje costumbrista, y le envías un beso aéreo a mamá. Te quiero, murmuras entre tus dientes negros. Buscas la salida por la puerta trasera, pero un Minotauro te obliga a retroceder. Caes sobre lodo limpio y ensucias los zapatos oxidados. Nadas sobre el charco frío que inmediatamente hierve a 40°. Exhausto, miras los ladrillos caravista de tu techo, soñando en la suave espuma de tu convulsión. Ella vendrá.



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sábado, 15 de enero de 2011

PATRICIA O.
(Patokata) 

Nacida en Montevideo, Uruguay. Casada, dos hijos, se desempeña en el área administrativa.
Además de publicar en las páginas literarias que administra, colabora en varios blogs y redes participativos. También se han publicado textos de su autoría en varias revistas literarias de la red como: Revista Literaria Rosa Arte, Revista Literaria Molinos de Letras, Boletín Sociedad Uruguaya, Revista Poética Estacional Poe+, Revista Literaria “Pluma y Tintero”, Revista Literaria Literarte Digital 2010, Revista Literaria Editorial Letras Nuevas, Revista Literaria-Editorial Narradores, Ágora-Revista de Arte Gramático.
• Su poema “Blancas palomas” participó en el Récord de poesía virtual 2010 "Algo por Colombia".
• Participó con dos poesías en la  II Convocatoria de "Poesía y Naturaleza" Ecoloquia 2010: "Flor de loto" (que fue seleccionado, elogiado, distinguido y galardonado) y "Lenguaje sagrado" (que fue seleccionado y elogiado).
• Miembro de: REMES, Red mundial Poetas del Mundo, Mujeres Poetas Internacional, Comunidad de Escritores y Poetas, entre otros.
Aún no tiene libros publicados.




LUNA LLENA
de Patricia O. (Patokata)  ©
He visto a la luna llena
asomando en mi ventana.
La he visto jugar coqueta
reflejándose en el agua.

Suave murmullo en el aire
de la onda iluminada,
ola que besa la orilla
de sal y espuma plateada.

He visto el rayo plateado
correr entre la alborada
pintando las hojas verdes
y ramas de luz y plata.

La brisa suave en la noche
de perfumes llena al alba,
perfume de oro y estrellas
impregnando en luz el alma.

He visto a la luna llena
paseando en la madrugada,
juguetona recorriendo
el camino en lontananza.

La he visto sobre el papel
del poeta que la aguarda
para inspirar en sus letras
su esencia siempre sagrada.

Vi su brillo en la sonrisa
del amante que resguarda
su amor prohibido en las sombras,
ocultándolo a las miradas.

La he visto nacer en los ojos
del enamorado cuya lágrima
se ha deslizado en silencio
por un amor sin mañana.

He visto a la luna llena
pintada en altas murallas,
diosa de luz y de plata
junto al Dios sol adorada.

Imágenes de otros tiempos,
secretas voces de otras razas
que siendo una con el universo
a la naturaleza adoraban.

Disco de luz que las sombras
ilumina a la distancia,
luz de perlas y luciérnagas
que custodia la palabra. 
La palabra alfa y omega
de todo lo que respira
bajo esta bóveda animada.

He visto a la luna llena
escaparle a la mañana,
alejándose muy de a poco de mi ventana.

Misteriosa forma de ocultar
su luz de diosa y de maga,
sigilosa se escabulle
del astro rey que la aguarda,
dejándole sólo llegar
su reflejo a la distancia...



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viernes, 14 de enero de 2011


ANA MARÍA MANCEDA

Nace en Tucumán, Argentina. Hace treinta y cuatro años vive en la Patagonia Argentina (San Martín de los Andes, Provincia del Neuquén). Docente. Escritora.  Coautora del “Libro de los cien años”. En octubre de 2008 recibe el Primer Premio en el Certamen Internacional “Artes y Letras 2008” por su obra en narrativa “Derrumbe”, Editorial Novelarte, Córdoba, Argentina.
Integrante de REMES (Red Mundial de Escritores en Español), de SEA (Sociedad de Escritoras y Escritores de la Argentina), de Poetas del Mundo y de World Poets Society. Jurado del CEM (Centro Editorial Municipal de San Martín de Los Andes), fue seleccionada en varias antologías nacionales e internacionales y participa en diversas revistas literarias por Internet.
Nos dice que es imposible nombrar a todos los escritores que la han marcado. Sólo nombra algunos. En Neuquén, al Dr. Gregorio Álvarez; en San Martín de Los Andes, el poeta Miguel A. Camino. Todos los narradores del “boom” Latinoamericano (Carlos Fuentes, Vargas Llosa, Donoso, García Márquez, Cortázar, etc.), Galeano, Sábato, Abelardo Castillo, Saer, Piglia, Osvaldo Bayer, Borges, Murakami, Rulfo, Kundera, Gógol, Nadine Gordimer, etc. Poetas: Octavio Paz, Mario Benedetti, García Lorca, Neruda, Jacques Prévert, Paul Eluard, H. Hikmet, Bertolt Brecht, Walt Whitman, Martí, Nicolás Guillén, Miguel Hernández, Antonio Machado, etc., etc.

.




LA CIUDAD DEL TAC…TAC…TAC… 
de Ana María Manceda ©
.
Segundo premio en narrativa en Certamen Internacional y editado en la antología “Pinturas Literarias” de editorial Novelarte, Córdoba, Argentina 2006.
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Comenzó a escucharse el ruido una noche de primavera. ¡Bah! Es una manera de decir, en realidad era una noche helada. Se percibía que esa temporada había llegado por los cantos de algunos pájaros audaces y los brotes de las plantas, un hecho casi milagroso esto de los vegetales, de alguna manera mostraban la fortaleza de su reino. Hasta hace muy poco habían soportado grandes nevadas y ahora las heladas, pero ellos estaban ahí, triunfantes, mostrando sus retoños. 
El viejo Ariel vive en las márgenes de la ciudad, su cabaña está situada en una zona más alta que el centro, justo donde comienza la formación boscosa. Debido al intenso frío, ese atardecer entró temprano a su casa, al calor de la cocina a leña, tomaba mate y leía novelas de aventuras; al lado su perro Don Quijote, pero su gran pasión era la pintura, pasaba meses hasta terminar un cuadro, siempre eran paisajes que él observaba en sus paseos y los retenía en su memoria. La radio era otra compañera, escuchaba todo tipo de música. Cada tanto se paraba, estiraba su cuerpo, el perro lo imitaba, los dos, flacos y altos se acercaban a la ventana. Don Ariel observaba el cielo con el ardiente deseo de descubrir algún suceso extraordinario en el cosmos. Durante el día paseaba con su bastón y su perro por el centro y los alrededores de la ciudad. Hablaba poco con los vecinos, tenía una intuición fuera de lo común, no se le escapaba nada de lo que éstos hacían o pensaban, pero su boca estaba sellada. Todo quedaba en su cerebro y en algunos casos en su corazón. Esa noche, cerca del amanecer, sintió un ruido chispeante, corto y repetitivo: tac...tac...tac. Se levantó a espiar, los vidrios de la ventana estaban opacados por la helada, la abrió, una brisa fría chocó con el calor de la cabaña. No vio nada. Don Quijote tenía las orejas paradas y movía la cola. El tac...tac siguió escuchándose cada vez más alejado, como si bajara hacia el centro del pueblo.
Al otro día, en conversaciones familiares, en el club, en los cafés, comentaban el persistente ruido que los despertó. En su diaria caminata, el viejo Ariel charló con los vecinos, debió admitir qué él también lo había escuchado.
El ruido nunca más paró. Lo que al principio fue un raro acontecimiento, comenzó a preocupar a los vecinos. Se especulaba que quizás se estuvieran produciendo temblores de tierra, cosa normal en esa geografía, que provocaran desprendimientos de rocas y éstas se deslizaran desde los cerros circundantes hacia el valle donde se encuentra la ciudad. ¡Pero entonces debería escucharse una lluvia de tac...tac! Y no era así, el ruido provenía de un solo objeto que recorría a su antojo la ciudad y todos sus recovecos.
Algunos grupos de pobladores se organizaron para recorrer la ciudad a la hora en que se producía el molesto sonido. Nada vieron, pero comenzaron a percibir olores en los alrededores de donde provenía el ruido. La ciudad se convirtió en una Torre de Babel, su estructura no era de diferentes lenguas sino de distintos olores. Los sentían agradables o nauseabundos con todas sus variedades. A Don Ariel se le ocurrió hacer una estadística y, como si tal cosa, indagaba a los vecinos qué tipo de olor había percibido, luego se iba a la cabaña y anotaba los datos que recordaba. Así todos los días. Con el tiempo acumuló gran cantidad de opiniones, las cuales analizaba y clasificaba. Le llamó la atención la variedad de olores.
El pánico se fue apoderando de la ciudad. En la intimidad de sus hogares, los habitantes sentían como si el ruido recorriera sus conciencias. La primavera pasó y el verano se adueñó glamoroso entre los turistas y los aterrorizados pobladores. Lo extraordinario era que los visitantes no oían el tac...tac...tac, ni olían más que las hermosas flores de los jardines y las plazas.
Recién entrado el otoño, cuando el bosque explotaba de colorido, el clima equilibrado en días más soleados, como cediendo una pequeña tregua antes que avasallara con sus lluvias y nevadas, el viejo Ariel tomó una decisión, acompañado de Don Quijote se levantaría a la hora del ruido y se juró no descansar hasta descubrir qué o quién lo producía. Ayudado por las deducciones obtenidas con su estadística casera, arribó a características personales de grupos que sintieron olores similares. Como toda población humana, la ciudad del ruido tenía sus bondades y pecados; amores secretos, crímenes misteriosos, crueldades, envidias, algún alarido de solidaridad, odios, rencores, heroísmo.
El viejo y el perro volvían al amanecer, agotados, sin descubrir nada. En ese tiempo no salía por las mañanas en su cotidiano paseo. Los vecinos le preguntaban por su ausencia, pero nada dijo de lo que hacía por la noche. A fines de otoño, en la rutina de su búsqueda, se sentó en una inmensa piedra cercana a su casa, ésta estaba partida por un añoso árbol que surgía entre las mitades. Se recostó cansado, don Quijote apoyó su cabeza en las rodillas del viejo. El frío de la noche no le permitía dormirse, su cuerpo estaba aletargado, sentía una profunda paz. De pronto lo vio, la luz de la luna iluminaba una pequeña cosa que de manera suave y saltarina bajaba hacia el centro del pueblo: ¡tac...tac...tac! Se quedó quieto, la mano sobre la cabeza de Don Quijote, como suplicándole que no se moviera. Hombre y perro eran estatuas bajo el árbol de la piedra partida. Sólo los ojos seguían alucinados al extraño objeto, hasta que lo enfocó. Era un nudo, opaco, apretado. Desprendía un olor intenso, a vida, a mucha vida. Intuyó que el material del que estaba hecho era una trama de disímiles sentimientos y acontecimientos que se enredaban de tal manera que sería imposible deshacerlo. Todo el nudo era un símbolo, una síntesis, era la suma entretejida del “Todo” lo que allí habitaba. Regresó a la casa junto a Don Quijote, en un silencio abismal, sólo se escuchaba en la lejanía el tac...tac...tac… Nunca más salió a caminar. Los vecinos decían que se había vuelto loco.
Ocurrieron eclipses, el paso de cometas, lluvias de estrellas, como provocando la mirada del viejo, pero éste había perdido el interés de mirar el universo por la ventana. Ahora indagaba con su mirada ese enigmático nudo y trataba de plasmarlo en la tela, pintaba y pintaba. Con los meses terminó el cuadro, estaba contento pero no dejaba de correrle un escalofrío cuando lo observaba, era tan cerrado, inexpugnable.
Una noche, mientras realizaba quehaceres atrasados debido a su obsesión por la pintura, sintió sirenas. Salió de la casa, se sorprendió al ver el bosque incendiado, los árboles de los cerros parecían envueltos en llamaradas rojas, como si provinieran del centro de la tierra. Un olor a incienso impregnaba el aire; se asustó, por el camino iban veloces los coches de los vecinos para ayudar a combatir el fuego. Luego de unas horas de espera se acercó al camino, los vecinos regresaban.
–No sabemos qué sucede Don Ariel, no fue un incendio, es un reflejo rojo que sale de la tierra.
No pudo dormir, miró el cuadro y sintió la necesidad de pintar de fondo el bosque en llamas, luego se le ocurrió que el nudo no podía quedar tan cerrado en ese paisaje dantesco, como si emanara un calor que provocara la apertura del tejido apretado, y lo abrió. Quedó como una inerte y opaca flor semiabierta. No lo pudo colgar como sus otras obras, lo envolvió con mucho papel y por último en una bolsa de tela oscura. Lo guardó en el sótano, entre las cosas menos deseables. Su rostro expresaba cierta irónica perversidad, era una ceremonia secreta, sólo Don Quijote era testigo.
Misteriosamente, luego de esa noche, nunca más se escuchó por la ciudad y sus alrededores el escalofriante tac...tac...tac…
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Nº 5 – Enero de 2011 – Año II


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