lunes, 2 de marzo de 2015

SUPLEMENTO DE REALIDADES Y FICCIONES
Nº 64 – Marzo de 2015 – Año VI
ISSN 2250-5385
Inscripción gratuita como LECTOR
si escribe a  zab_he@hotmail.com
indicando nombre y apellido, ciudad y país
(se le avisará cada nuevo número trimestral).

“Alceo de Mitilene”
Mónica Villarreal (2015)
(Acrílico, tinta y carboncillo sobre papel, 26 cm x 20 cm)
Serie "Poetas Clásicos Griegos"

Sumario:
Luis BENÍTEZ (Argentina)
• Luis Gonzaga ÁLVAREZ LEÓN (Venezuela / Italia) 
• Adán ECHEVERRÍA (México)
• Beatriz Alicia GARCÍA NARANJO (Venezuela)
• Daniel CAMPODÓNICO (Uruguay)
• Gabriel Alejandro LÓPEZ (Argentina)
• Jimena ANTONIELLO LIGÜERA (Uruguay / España)
• Leonardo VINCI (Argentina)
Alí ZNAIDI (Túnez)
• Adriana ZACARÍAS (Paraguay)
• José ICARIA (España)
• Peregrina Flor (Venezuela)



LUIS BENÍTEZ

Poeta, narrador, ensayista y dramaturgo, nació en Buenos Aires el 10/11/1956. Es miembro de la Academia Iberoamericana de Poesía, Capítulo de New York, con sede en la Columbia University, de la World Poetry Society (Estados Unidos); de World Poets (Grecia) y del Advisory Board de Poetry Press (La India). Ha recibido el título de Compagnon de la Poèsie de la Association La Porte des Poètes, con sede en la Université de La Sorbonne, París, Francia. Miembro de la Asociación de Poetas Argentinos (APOA) y de Sociedad de Escritoras y Escritores de la República Argentina (SEA). Ha recibido numerosos premios nacionales e internacionales por su obra literaria, entre ellos el Primer Premio Internacional de Poesía La Porte des Poètes (París, 1991); la Mención de Honor del Concurso Municipal de Literatura (Poesía, Buenos Aires, 1991); el Segundo Premio Bienal de la Poesía Argentina (Buenos Aires, 1992); el Primer Premio Joven Literatura (Poesía) de la Fundación Amalia Lacroze de Fortabat (Buenos Aires, 1996); el Primer Premio del Concurso Internacional de Ficción (Montevideo, 1996); el Primo Premio Tuscolorum Di Poesia (Sicilia, Italia, 1996); el Tercer Premio Eduardo Mallea de Narrativa (Buenos Aires, 1995-1997); el Primer Premio de Novela Letras de Oro (Buenos Aires, 2003); el Accesit 10éme. Concours International de Poésie (París, 2003) y el Primer Premio Internacional para Obra Publicada “Macedonio Palomino” (México, 2008). Sus libros de poesía, ensayo, narrativa y teatro han sido publicados en Argentina, Chile, España, Estados Unidos, Francia, Inglaterra, Italia, México, Rumania, Suecia, Venezuela y Uruguay.

Obras publicadas: Poemas de la Tierra y la Memoria (poesía, Ed. Stephen and Bloom, Buenos Aires, 1980); Mitologías/La Balada de la Mujer Perdida (poesía, Ed. Ultimo Reino, Buenos Aires, 1983); Poesía Inédita de Hoy (Un panorama contemporáneo de la poesía inédita argentina) (introducción, notas y selección de 100 autores, Ed. NOUS, Buenos Aires, 1983); Juan L. Ortiz: El Contra-Rimbaud (ensayo, Ed. Filofalsía, Buenos Aires, 1ª ed. 1985; 2ª ed. 1986); Behering y otros poemas (poesía, 1ª ed., Ed. Filofalsía, Buenos Aires, 1985; 2ª ed. Cuadernos del Zopilote, México DF, 1993; 3ª ed. Bering Och Andra Dikter; traducción al sueco de Maria Nääs, Ed. Encuentros Imaginarios Verlag, Suecia, 2012); Guerras, Epitafios y Conversaciones (poesía, Ed. Satura, Buenos Aires, 1989); Fractal (poesía, Ed. Correo Latino, Buenos Aires, 1992); El Pasado y las Vísperas (poesía, Ed. de la Universidad de los Andes, Venezuela, 1995); El Horror en la Narrativa de Alberto Jiménez Ure (ensayo, Ed. de la Universidad de los Andes, Venezuela, 1996); Selected Poems (antología poética, selección y traducción de Verónica Miranda, Ed. Luz Bilingual Publishing, Inc. Los Angeles, 1996); La Yegua de la Noche (poesía, Ediciones Del Castillo, Santiago de Chile, 2001); Tango del Mudo (novela, Ed. de la Plaza, Montevideo, 1997; 2ª ed. Ed. Piel de Leopardo/Wordtheque, Buenos Aires, 2003; edición en e-book, Ed. Wordtheque, Bolonia, 2004, www.wordtheque.com; edición en e-book, Ed. E-Book Argentino, Buenos Aires, 2012); Zapping (cuentos en e-book, Ed. Wordtheque, Bolonia, 2004, www.wordtheque.com); Jorge Luis Borges: La tiniebla y la gloria (ensayo, Ed. Ojos de Papel/Ediciones Lea, Madrid, 2004); El venenero y otros poemas (poesía, Ed. Nueva Generación, Buenos Aires, 2005); Antología poética (antología en e-book, introducción, selección y notas de Alejandro Elissagaray, Ed. Wordtheque, Bolonia, 2005, www.wordtheque.com); La tarde del elefante y otros poemas (poesía, Ed. Ala de Cuervo, Caracas, 2006; 2ª ed., Ediciones Azafrán y Cinabrio, México, 2008; 3ª ed., La Sera dell’elefante e altre poesie, traducción al italiano de Emilio Coco, Ed. Sentieri Meridiani Edizioni, Collana “Uni-Versi”, Italia, 2012; 4ª ed., Buenos Aires Poetry, colección “Pippa Passes”, Buenos Aires, 2014); 18 Whiskies (teatro, Ed. Nueva Generación, Buenos Aires, 2006); La novelística de Teódulo López Meléndez: escribir desde la fisura (ensayo, Ed. Ala de Cuervo, Caracas, 2007); Carl Jung: un chamán del siglo XX (ensayo biográfico, Ediciones Lea, Buenos Aires, 2007); Sigmund Freud, el descubrimiento del inconsciente (ensayo biográfico, Ediciones Lea, Buenos Aires, 2008); Erich Fromm: el amor, el psicoanálisis y el hombre (ensayo biográfico, Ediciones Lea, Buenos Aires, 2008); Diccionario de Filosofía (2 tomos, Ediciones Pluma y Papel, Buenos Aires, 2008); Los cuentos de Horacio Quiroga (ensayo introductorio y selección de Luis Benítez, Editorial Díada, Buenos Aires, 2008); En el país de las maravillas… (Los mejores cuentos fantásticos) (introducción y selección de Luis Benítez, Ediciones Lea, Buenos Aires, 2009); ¡Elemental, Watson! (Los mejores cuentos policiales) (introducción y selección de Luis Benítez, Ediciones Lea, Buenos Aires, 2010); Después del crepúsculo (Los mejores cuentos de vampiros) (introducción y selección de Luis Benítez, Ediciones Lea, Buenos Aires, 2010); Gritos y susurros (Los mejores cuentos de terror) (introducción y selección de Luis Benítez, Ediciones Lea, Buenos Aires, 2010); Facundo y otros cuentos de muerte y de sangre, seguidos de Antítesis, Aventuras Grotescas y Trilogía Cristiana, de Ricardo Güiraldes (ensayo biobibliográfico y edición de Luis Benítez, Ediciones Díada, Buenos Aires, 2010); Poemas Completos (3 tomos, ensayo introductorio del Prof. Lic. Luis González Platón, de la Universidad de Madrid, Ediciones Publicatuslibros.com, Jaén, 2010, edición en e-book: www.publicatuslibros.com); Manhattan Song. Cinco Poemas Occidentales (poesía, Ediciones El Fin de la Noche, Buenos Aires, 2010. Edición en e-book: www.elfindelanoche.com.ar; 2ª edición, Manhattan Song. Cinci Poeme Occidentale, trad. al rumano de Flavia Cosma. Ars Longa Editura, Rumania, 2013); Digresiones (ensayos, Editorial Cartografías, Córdoba, Argentina, 2011); A Heron in Buenos Aires. Selected Poems (antología poética compilada y traducida por Cooper Renner, con ensayo epilogal de Carmen Vasco Fernández Moreno. Ed. Ravenna Press, Seattle, 2011); El Metro Universal (novela, Ediciones Pluma y Papel, Buenos Aires, 2012; Ed. electrónica: E-Book Argentino, Buenos Aires, 2012); Hijo de la Oscuridad (novela, E-Book Argentino, Buenos Aires, 2012); Sombras Nada Más (una novela del peronismo mágico) (novela, Ed. Doble Hache, Buenos Aires, 2012; Edición en e-book: Ed. Doble Hache, Buenos Aires, 2013; 2ª edición, traducción al italiano de Milton Fernández, Razuela Edizioni, Milán, Italia, 2014); Amores Patrios (las más conmovedoras historias de amor de la Argentina) (historia, Ed. Lea, Buenos Aires, 2012); Les Imaginations (poesía, trad. de Jean Dif. Éditions L’Harmattan, París, 2013).

Obras sobre el autor: Sobre las poesías de Luis Benítez, de Carlos Elliff (ensayo, Ed. Metáfora, Buenos Aires, 1991); Conversaciones con el poeta Luis Benítez, de Alejandro Elissagaray y Pamela Nader (Ed. Nueva Generación, Buenos Aires, Tomo I, 1995, Tomo II, 1997); Itinerarios: Antología (selección y ensayo preliminar de Alejandro Elissagaray, 2001, Ed. Nueva Generación, Buenos Aires); Poemas Reunidos (antología en e-book, introducción, selección y notas de Elizabeth Auster, Ed. La Sombra del Membrillo, Madrid, 2006, ver al pie); Luis Benítez: Breve Antología Poética (introducción, selección y notas de Elizabeth Auster, Ed. Juglaría, Rosario, 2008; e-book: www.publicatuslibros.com, Biblioteca de Libros de Poesía, Ed. Itakkus, Jaén; 2ª ed., Luis Benítez: A short poetic anthology, trad. de Beatriz Allocati. Ed. The Littoral Press, Inglaterra, 2013; 3ª ed., Luis Benítez: Breve Anthologie Poétique, trad. de Jean Dif, Éditions La Résonance, Francia, 2014); La Poesía es como el Aroma. Poética de Luis Benítez (ensayo, por el Prof. Dr. Camilo Fernández Cozman, miembro de número de la Academia Peruana de la Lengua, 2009, Ed. Nueva Generación, Buenos Aires).


nadie sabe dónde estuvimos *
Luis Benítez ©

toda la tarde llovió
y nadie sabe dónde estuvimos
de ahora en más me quedaré en tu sombra
viviré el fin de las estaciones cuando
el insecto retorna a su estado de larva
listo para creer que cada uno que anda
por la calle es uno que yo conozco
pero yo me quedaré en mi cuarto
hecho de tu sombra
en una habitación oscura
donde la muerte es una desorientada mensajera
donde entro en esa pobre tan mínima luz
sea como eso sea


a un árbol incendiado en Ezeiza *
Luis Benítez ©

en el suelo ya flores
y hojas son los días
como el amor descuidado
por un alma salvaje

las llamas son pájaros que susurran en sus ramas
y mariposas hambrientas volando cada chispa

el mundo con ser tan grande
entero cabe en el incendio
se disuelve en el aire
se convierte en lo acre del perfume
mientras que un rostro se enciende

en lo encendido
abre sus ojos y nos mira

no entrará en la noche
sin llevarse algo de nosotros
y como en un sacrificio antiguo
el que enciende el fuego por la tarde
es lo que humea al alba todavía

qué veloz es su bala que nos atraviesa
hasta llegar a la primera juventud y sigue
para matar al niño que se nos parecía


lengua de los dioses *
“lo que sucede en la poesía, ocurre en el porvenir”
Alejandro Schmidt

yo quiero saber si hablás
o entendés la lengua de los dioses
por supuesto los dioses no existen
y toda metáfora es una traducción

yo quiero saber si al mirar el árbol
ves la semilla y también el tronco entre las llamas
si sentís en un solo segundo condensarse
el peso estupendo de los siglos
si en tu corazón los planetas y los átomos
tienen el mismo tamaño porque ésa es la clave

quiero saber si para vos las palabras
son las cosas y todavía más
mucho más y tras el mucho más
se te va la vida el paso la mano
siempre extendida hacia esa máscara

la nuestra es una conspiración sintáctica
y quien reordena las palabras
está ordenando el mundo

nacemos en córdoba en londres o en burzaco
ese muchacho que en un patio de praga
está ahora mismo fatigando el papel
no sabe todavía que está haciendo los palotes
primeros de la lengua de los dioses

el nuestro no es un solo idioma
congelado y secreto la lengua de los dioses
tiene infinitos dialectos usos regionales
localismos perfectos y todos ellos hacen
que siendo mestiza oscura impura
sea así de trasparente y clara

hablándola hablarás con los vivos y los muertos
el tiempo es mentira el espacio una ilusión
y como dijo una en su momento
leer poesía es otra forma de la telepatía

están los monederos falsos los especuladores
los traficantes de palabras los pueriles pordioseros
pero ninguno de ellos habla ni comprende lo que les dice
inquieta una y otra vez la lengua de los dioses
alguno balbucea apenas otro desfigura aquella prostituye
pero siempre la lengua queda fuera intacta ignora

los dioses no los oyen cuando hablan
sólo escuchan agitarse sus silencios
nosotros tuvimos y tenemos guerreros sacerdotes
y los mártires es nuestra tradición
saber querer osar y callar
según lo dicte la buena salud de las palabras

por eso es que yo quiero saber si vos hablás
si vos entendés la lengua de los dioses


* Los presentes poemas son todos inéditos, que el autor autorizó a publicar en este SUPLEMENTO DE REALIDADES Y FICCIONES.



LUIS GONZAGA ÁLVAREZ LEÓN

Nació en San Sebastián de los Reyes, Venezuela, en 1936. Actualmente reside en Roma, Italia. Es Maestro de Educación Primaria (Normal “Gervasio Rubio”), Seminarista en Técnicas de Investigación Social (Universidad de Harvard), Profesor de Castellano, Literatura y Latín (Cum Laude, Instituto Pedagógico de Caracas - IPC), Curso Superior de Filología Española (Universidad de Málaga), Magister en Lingüística (Universidad Pedagógica Experimental Libertador -UPEL- Caracas), Doctor en Ciencias de la Educación (Universidad Simón Rodríguez - Caracas). Ha sido Catedrático de Pre y Postgrado (IPC - UPEL), Profesor de Técnicas de Expresión Escrita en la Escuela Superior de Guerra Aérea, de la Fuerza Armada de Venezuela y Profesor de Construcción de Textos Académicos en el Doctorado en Ciencias de la Educación de la Universidad Simón Rodríguez. Ha realizado estudios de Lengua Francesa, en la Alianza Francesa de Venezuela y de Lengua Italiana en la Universidad de Siena (Italia). Profesor invitado por la Universidad de La Sapienza, de Roma (Italia).
Ensayos suyos de investigación lingüística y literaria han aparecido en las revistas Letras (IVILLAB-IPC), Investigación y Postgrado y Tópica Extensa (UPEL - Sede Rectoral), Clave (ASOVELE), Tierra Nueva (Caracas), Integración Universitaria (Instituto Universitario J.M. “Siso Martínez”), Docencia, Investigación, Extensión (IPU Monseñor Arias Blanco) en Venezuela, Quaderni di Thule (Perugia-Italia), Filología Española (Universidad de La Laguna, Tenerife), Hispanismo en Argentina (Universidad de San Juan), Nuevos caminos del hispanismo (París), Literatura cubana, América Latina (Moscú), Palabras diversas (España) y en la revista del Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Pittsburg (Estados Unidos).
Como escritor de narrativa, ha publicado cuatro libros de cuentos, con uno de los cuales obtuvo el Premio Nacional de Literatura (Mención Narrativa) del Ministerio de Educación de Venezuela. En poesía, Poemas temporoespaciales (coautor con Luis Gonzaga Álvarez Ódreman), Poemas extranjeros y Mis otros poemas extranjeros. Obtuvo la 6ª Segnalazione di Merito, en el 5º Bando Letterario Europeo, 2009 (Poesía) con el poema “Colori di un altro autunno”.


INNSBRUCK EN MI RECUERDO
Luis Gonzaga Álvarez León ©

I
Me he quedado extasiado
al contemplar tus cabellos blancos
pasajeros...
y, al fondo de tu rostro,
tus pequeños vellos marrones...
...y esperantes
de otro Estío bienamado,
 para arribar al verdor
que vendrá luego
cual vendaval ignoto
de pasos esperados.

II
Después oí el murmurar del río
que dio nombre a tu vida.
Vi también el paso
de los viejos romanos,
de las huestes del imperio austrohúngaro,
al conquistar tus sendas...
y al fin de todas estas rutas
apareció el hastío,
pero crisol de suma bienvenida,
la que formó a lo largo y a lo ancho,
tu impávida quietud...
...de oro y zafiro.

III
Yo quiero esa quietud...
ese azul de campana
y campanarios
para todos los míos,
para pasear mi vista
cansada de otros lares,
para sentir ese arrullo del río,
para columbrar los mil cabellos blancos
en las montañas mías,
que no habrán de esperar
porque ya tienen
los eternos veranos,
al bordear la otra faz cordillerana.

            Innsbruck (Austria). Primavera del año 2007.


JOINVILLE
Luis Gonzaga Álvarez León ©
Para Carla, María Fernanda y Fernando Luis.

Más allá del Jardín de Luxemburgo,
ejemplo fiel del hollar italiano,
se me presentó Joinville con sus muñecos,
alegre inspiración de aquellos otros tres
muñequitos humanos que nos acompañaban.

Yo recordé la Plaza de Beethoven
en la Mérida gentil
de mi esperanza.
Columbré también
aquel reloj de flores
que daba una hora extraña
en Los Caobos.

Después de la admiración ante lo nuevo,
agradecí la solidaridad de mis amigos.
Pero no pude detener el recuerdo.
Fue entonces, cuando sentí cercano
el líquido salado y no deseado
que se presenta, a veces,
frente a las impotencias.

¡Yo quiero un Joiville-Bethoven,
un Luxemburgo en Los Caobos.
¿Y por qué no?
En la colina abrupta sansebastianera.

            París, verano de 1996.


MADRID SIN TI
Luis Gonzaga Álvarez León ©
Para María Pilar Uribe (En Bolivia),
 Elisabel (En Venezuela),
Mariderrochelle (En España).

"Algo se muere en el alma
cuando un amigo se va."
(Canción popular)

Madrid, ciudad de mis pasiones,
he vuelto a verte
después de pasada la noche.
Yo siempre había pensado
que un día regresaría para cantarte.
Mis mejores recuerdos tendrán que atestiguarlo.

Pero esta noche
no es ya como la noche aquella
de los cuarenta años,
cuando las panderetas llamaban a protesta.
Ahora, el Arco de Cuchilleros es más hermoso
y sus castañuelas entonan
cantos de libertad.

Ciudad de mis ensueños,
una vez me enseñaste
que era más importante el camino.
Hoy, mi camino,
redescubriendo el Jardín de Serrano,
el Faro de Moncloa,
la estatuilla de La Violetera,
allí...al alcance de tu mano...
la Zarzuela, Azorín...
y la Pepa, recordándote aquel pasado hermoso,
te mostraron que andabas
completamente solo.
Sin embargo,
habías ganado ya otros horizontes.
Por ello,
más que nunca deseaba, en aquel momento,
descubrir ante todos mi corazón extático.
Mostrarles mi silencio aprehendente
como en leve prognosis esperante,

para llevar conmigo
a Madrid, a España
y a aquella gente toda
que compartía mis sueños.

Pensaba en Francisca y en Manuela,
en Cuchilleros. En Pilar, María, Elisabel, Graciela,
por las aceras grandes de Alcalá, de la Gran Vía.
En Rosa y en Mariú, paseando sus azules ojos,
mientras bordeaban el viejo puente de Toledo
sobre el Manzanares.

O en El Prado, para luego arribar al madroño
y saciar la doble sed que él, un día, había producido.
Y yo,
más que nunca quería
portarlos a mi tierra
y mostrarles El Ávila,
con sus terrazas y sus flores pequeñas,
sus colinas, mi entorno,
su sed de agua clara y frescas hierbas.
Pero llegó Azimut y dijo: "¡Nada!
Te irás para que vuelvas otro día,
como lo hiciste en el Otoño que recuerdas.
Te irás, para que vuelvas otro día
y tornarás con ella.
Retornarás también
con tus cundiamores aragüeños".

Y yo...aunque solo, pensé:
Manuela, Graciela, Pilar, Elisabel,
Mariú, la Pepa, esperarán.
Y Sancho les dará vino y tocino,
cuando en la calle se oiga la jota aquella
y en la Plaza de España
todo sea luz.

Después...
florecerán los cundiamores aragüeños,
pero te faltarán algunas cosas en el alma.

            Madrid, verano de 1999.


QUISIERA
Luis Gonzaga Álvarez León ©
Para mis amigos:
Tulio Durán
y Andrés Rodríguez

Éxtasis ha embriagado mis venas
contemplando las colinas de San Marino,
con sus calles tranquilas
en donde no te asaltan las multas
ni vanas trapisondas,
tampoco los niños de la calle,
porque ya no existen.
No se ven favelas
ni ranchos
ni cosas similares.
La gente trabaja al compás de los días
y no quiere nada que vaya
más allá de todo
lo que tiene.

Claro...
no te entrega el primer día
su diapasón, sus cantos.
Solo cierra la boca
después de haberte contado
su historia que está llena de cosas
como la de cualquier
otro pueblo conocido.
Se diría que exigen
la evaluación primera.
Luego...
He pensado en los míos
y me doy cuenta
de que hay que continuar.
Continuar transformando
la estructura de antaño.

Yo quisiera esa paz para mi pueblo...
Yo quisiera esa paz para mi aldea.

            San Marino, septiembre de 2012.



ADÁN ECHEVERRÍA

Mérida (Yucatán), México (1975). Narrador y poeta. Integra el Centro Yucateco de Escritores. Premio Estatal de Literatura Infantil Elvia Rodríguez Cirerol (2011), Nacional de Literatura y Artes Plásticas El Búho 2008 en poesía, Nacional de Poesía Tintanueva (2008), Nacional de Poesía Rosario Castellanos (2007). Becario del FONCA, Jóvenes Creadores, en Novela (2005-2006). Ha publicado en poesía El ropero del suicida (2002), Delirios de hombre ave (2004), Xenankó (2005), La sonrisa del insecto (2008), Tremévolo (2009) y La confusión creciente de la alcantarilla (2011); el libro de cuentos Fuga de memorias (2006), y las novelas Arena (2009) y Seremos tumba (2011). Aparte de su actividad literaria, es biólogo con Maestría en Producción Animal Tropical por la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY).


PEQUEÑECES
Adán Echeverría ©

De niño me enterré un lápiz en la mano. A los dos meses aparecieron letras debajo de la piel. Las fui arrancando con la navaja de mi padre y las guardé bajo la cama.
Fue hasta la secundaria cuando lograron extirparme la punta de carbón, y se me escapó el habla. Busqué en mi escondrijo, solo hallé los restos enmohecidos de las letras. Escribo para recuperarme de esta invalidez...
               
(Extraído del libro El orgasmo de los ídolos)


LA PECERA
Adán Echeverría ©

Sofía compró los peces porque vio atrapada su angustia en esos ojos. Detrás del cristal de la pecera, esos globos saltones atrapaban las preguntas que ella acostumbraba hacer al vacío. Sintió la vista acuática recorrer su piel, los párpados caídos, las mejillas tersas, bajar por el cuello hasta entrar por el costillar, golpear el plexo para que la respiración regresara intacta y poder sentirse viva. 
La noche anterior a la compra aún tenía las marcas de insomnio en la cara por el terror a sentirse presa de un amor enfermizo que ya no compartía. Tenía razón la soledad: era prisionera y los reclamos de su esposo la iban avejentando. Le llenaban la cara de surcos que, por más cremas que utilizara, le arañaban el rostro, volviéndole una anciana treintañera.
De aquel amor inaugural que la había enfrentado a sus padres, a los compañeros de escuela, no quedaba más que la sombra de aquel “Es mi decisión” que dijo apretando puños con los ojos fijos en un futuro prometedor. Ahora los peces, que una tarde de domingo compró en un tianguis, le muestran su rostro detenido en las burbujas. Gotas de aire del universo acuático suben a la superficie y revientan liberando el grito fantasmal que Sofía siente necesario.
Aquella tarde, que hubo de transcurrir entre gritos y amenazas, fiel a la costumbre de su esposo, Sofía decidió quedarse en el parque del centro de la ciudad para ver corretear las aves tras las migas de arroz, intentar una sonrisa al mirarlas desprender sus plumas mientras levantan un tenue vuelo, huyendo de las manitas de los niños que las alimentan. Esperaba que el hombre con el que vivía se calmara y le hablara al teléfono portátil. Mientras tanto dejaría que el calor la consumiera, ofreciendo el rostro al sol. Era preferible el calor incendiario a ser consumida por la angustia de permanecer en casa.
No importa perderlo todo. Ese hogar que han adornado a su capricho, el auto deportivo, el cuerpo delgadísimo producto del gimnasio por las tardes y las clases de baile en el club social. Los múltiples regalos e incluso el trabajo en las mañanas le sirven para huir del aburrimiento. El hastío se enreda cual nauyaca entre sus piernas, apretando el corazón con las escamas del tedio.
Tampoco importó la amenaza de divorcio. Él estaría con ella siempre. Lo había dicho en la iglesia junto a las promesas mutuas. Incluso lloró al ver realizarse el sueño de tener a la niña que siempre había amado. Vivía para recordárselo. Si a eso pudiera llamarse amor.
Sofía quizá ya no lo intentaba, no quería hacerlo; no estaba segura si el sentimiento de salir del hogar paterno fue amor por este hombre o arriesgarse a una vida nueva. Cómo llamar a la relación que los mantenía juntos al borde del estallido que los conducía a los golpes. “No eres mi dueño”, solía gritarle a su esposo después de cada pleito.
Pedro estaba conforme con lo poco que ella le daba. Aquel hombre de cejas cerradas, dientes apretados y pómulos secos sólo necesitaba saber que él la amaba y eso, ni ella ni nadie podría evitarlo: “Te lo doy todo y nunca dejaré que te vayas”, decía la voz por el teléfono. Sofía se seca las lágrimas al regresar a casa, nuevamente doblegada. Intenta permanecer a salvo detrás de esa muralla de recuerdos con que aquel hombre pone candados a sus salidas.
De regreso a casa Sofía anduvo cinco cuadras para llegar al tianguis donde se exponía la venta de animales para mascotas. Miró un conejo. Sostuvo en sus manos a un curie. Se quedó atrapada en el verde plumaje de los loros, y la escandalera de los periquitos australianos le arrancó la risa casi en el olvido. Entre jaulas, ladridos y pelos de gato, escuchó la voz sobre los tímpanos. Su propia voz que había querido mantener encerrada y ahora le hablaba a través de los ojos de los peces dorados, subía con las burbujas de aire estallando como un eco sordo hasta sus tímpanos. Los peces dorados la miraban con sus ojos acuosos, en cuya oscuridad Sofía observó su alma atrapada arañando la superficie. Presa dentro de esos ojos, dentro de la pecera, en su propia casa, en el interior de su cuerpo.
A dónde huir, cómo sostenerse si él siempre se encarga de todo. El trabajo se lo había conseguido un amigo de su esposo. Pedro la llevaba y la iba a buscar sin contratiempos. Ni un minuto más en la oficina después de la jornada.
Con la pecera en el sitio que le ha escogido, cerca de la ventana del jardín, permanece horas, sentada, mirando el ondular de sus dorados cuerpos. En el fondo de los ojos mira el encuentro con su amante. Las escapadas por las tardes cuando su esposo trabaja. Invitarlo a casa y manchar las sábanas del matrimonio. Aquel amor que pronto se hartó de la indecisión y una madrugada se alejó diciendo: lo tienes todo menos aventura, eres una niña aburrida sin intención de rescatar su vida. Y después del No te vayas, recuerda la respuesta: Ya vendrá alguien más.
Tenía razón. Las imágenes se precipitan entre las burbujas: diversos rostros la hacen gritar en el espejo, pintarlo con labial, romperse las uñas para abrir las puertas del hartazgo. Las persecuciones con que sueña, amenazada: te encontraré donde vayas. Su corazón late apresurado. Le duelen las muñecas, moradas por los apretones, el maquillaje cubre los malos tratos, el labio roto, los lentes oscuros, el disfraz de femme fatal que oculta la violencia doméstica en que sobrevive.
Sofía junto a la pecera todo el día, absorta, comiendo yogurt con miel y bebiendo pequeños sorbos de té de jazmín. No piensa más que en la voluntad de sentirse viva, y el sexo no ha sido esa posibilidad. Ha paseado la casa reconstruyendo cada adorno y el momento de adquirirlo, cada historia con esos hombres que horadaron su cuerpo para rescatarla y que sólo consiguieron enterrarla mas en su mutismo, en su miseria.
Empaca sus cosas en un maletín de cuero y regresa junto a la pecera. Mira los peces ir y venir en el encierro del cristal. Su esposo llegará en cualquier momento, con su cara de felicidad por verla sobre la cama, doblegada. Durmiendo o llorosa con el insomnio de siempre. Ya no será así.
Baja de nuevo, corta una fruta y se queda mirando los peces dorados. No quiere huir a escondidas, quiere verlo de frente y decirle adiós. Ha apagado las luces de la casa para no mirar el cadáver de la tristeza que se derrama por la escalera. La puerta pronto dejará caer los cerrojos que anunciarán su llegada. Su partida.
Quita el oxígeno a la pecera y derrama en el agua dos puñados de sal. Espera mientras recorre cada espacio de lo que pudo ser su hogar, pasa los dedos por las paredes, sale al patio, mira las cerradas ventanas de su dormitorio, va hacia la cocina, abre los cajones, la alacena, se detiene frente al refrigerador y lo desconecta. El tiempo camina lentísimo y Sofía busca evitar los espejos de la sala.
Regresa junto a la pecera. Mira como la respiración de los peces empieza a atragantarse. Engulle la pulpa de la fruta. Se queda fija en la mirada de los peces y ve extinguirse la luz de esos discos jugosos donde se petrifican los colores y se abandonan los brillos. Para Sofía el pasado ha muerto con los peces. Pronto la puerta se abrirá.
Allá va. Es él, ha llegado. Gira el picaporte.
Sofía se levanta con decisión. El maletín de cuero en la mano. Su futuro relumbra en el cuchillo que ha quedado entre las cáscaras y el bagazo de la fruta, ahí, sobre la mesa.

(Extraído del libro Compañeros todos)


CIUDAD ABIERTA
Adán Echeverría ©
Nada se sabe
pero las palabras
se conjuran
hostiles
chillan y se acuchillan
saltan en el aire
Óscar Cerruto

qué decisión baldía
hacer que todo poema se levante del ruido
Francisco Matos Paoli

Tan altos son los edificios
que ya no se ve nada de mi infancia
Eugenio Montejo

hoy que la vida me ha puesto la pluma sobre el ojo
pienso y distingo
a los huracanes que surgen del Atlántico
a esas caracolas que forman las puntas del diamante
y van trepando tierra dentro
Voy con mis manos de relámpago
para nacer desde el oleaje como Venus
o quedar ciego en la corteza de los árboles
perdido en el laberinto de los versos
            (bajo subo precipito
            y sedimento en cada hoja)
                        como un presentimiento
Y esto lo pienso mientras mis manos aletean
con el nervio de una guerra que se inclina
sobre los hombros
Me sitúo en las aceras de Wall Street
y miro las pantallas
La caída de las bolsas de valores alrededor del planeta
nos reúne en este punto Ciegos por el humo del tabaco
a tientas por los callejones
Miro los relojes detenidos
en las alas abiertas de las aves que circulan cabizbajas
entre los tejados edificios chimeneas ventanas fuentes parques
blancas plumas y las nubes negras por el pensamiento
                        solo el huracán colmado de silencios
Tal vez fue la felicidad o la negritud del tiempo
o esta sobredosis de miedo que corre en los parajes
Acaso el aletazo que no quiere extinguirse
y silencioso
relampaguea al horizonte
El cielo de unicornios embravecidos
acercándose en las noches de tormenta
Tantas inundaciones y ni un solo transeúnte con la corbata adormecida
Ah mis manos de relámpago
mis manos que tiemblan
y me dictan cuando voy quedando ciego
Porque los mercados caen
los edificios desmoronan
y uno observa y mira y puede distinguir
que del grito último en que nos hemos anclado
somos la partícula suspendida en el aire
cayendo a través de las ventanas
flotando entre la lluvia
Pienso en los electrones
en el sabor de tu lengua
en la axila blanca blanquísima
de la niña que estuvo conmigo anoche
y al volver el rostro sobre las manecillas del reloj
toda ella y sus pedazos de blancura
cayeron con los edificios
Porque no estamos solos como cada noche
porque todo nos ha reunido en este punto
en la mirada del ojo que siempre precipita
Pienso en el brillo del silencio
que me remonta a la selva
en el brillo que surge cuando abres la boca
Pienso en el hueco del niño que no conoció a su padre
aquel brilloso padre tragado por la niebla
La misma niebla que nos va dejando ciegos
uno frente al otro sin poder pronunciar los apellidos
…..
…..
(Del libro de poemas Alter ereré)



BEATRIZ ALICIA GARCÍA NARANJO

(Caracas, Venezuela, 1966). Poeta, editora y docente. Licenciada en Letras y Magister en Literatura Venezolana por la Universidad Central de Venezuela. Participó en los talleres de Poesía, Ensayo y Traducción Literatura de la Fundación Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos. Ha colaborado en periódicos y revistas culturales. Ejerció la docencia en la Escuela de Comunicación Social de la Universidad Central de Venezuela entre 2006 y 2009. Profesora invitada en 2008 y Premio de Poesía Víctor Valera Mora 1990 de esa universidad. Mención de Honor Premio Municipal de Poesía 2008 por el libro Lugares olvidados. Ha participado como ponente en Congresos y Encuentros universitarios y literarios. En la actualidad se desempeña como editora y correctora free-lance y coordina talleres literarios para instituciones culturales. Sus libros de Poesía publicados son: Matarilerilerón (Editorial El Pez Soluble, Caracas, 1999), Acto de fe (Editorial La Liebre Libre, Maracay, 2000), Lugares olvidados (Monte Ávila Editores Latinoamericana, 2007), Compilaciones: Utrera, Miguel Ramón. Cartas espirituales (selección y prólogo, Maracay, Fondo Editorial de la Secretaría Sectorial de Cultura del Estado Aragua, 2003), Ossott, Hanni (selección y prólogo), Antología poética (Caracas: Monte Ávila Editores Latinoamericana, 2006). Sus versos y textos en antologías: 8º Encuentro Internacional de Escritoras (Mérida, Venezuela, Asociación de Escritores de Mérida, 2008), Antología La Mujer Rota (México, 2008), Al filo del gozo (antología de poesía erótica femenina hispanoamericana, México, Editorial Viento al Hombro, 2008), En-obra. Antología de la poesía venezolana 1983-2008 (comp. Gina Saraceni; Caracas, Equinoccio, 2008), Sensibilidades (antología poética Iberoamericana; comp. Luis Prieto, Madrid, Sensibilidades, 2003), Las Voces de la Hidra. La poesía venezolana de los años '90 (comp. Miguel Marcotrigiano; Mérida, Venezuela, Ediciones Mucuglifo, 2002. pp. 108-113), Voces nuevas 1988-1989 (Caracas, Fundación Celarg, 1990).


TEXTOS DE CIUDAD A OSCURAS, 1987-1989
Beatriz Alicia García ©

Escribo siempre
un único poema:
la puerta que ignoro

Del otro lado

vuelvo a perderte
cada vez
en tus múltiples rostros

--- § ---


Esta calle espejeante
ya vacía
guarda sus historias
llenas de lugares comunes
sábanas colectivas
un zoológico en las mesas
rostros temidos
miseria

Cuando asomen
las primeras luces
cambiarán los decorados
seré borrada de esta historia
que acepté compartir
y no va a importarme

--- § ---


Uno hace la noche
que busca
uno se pierde
irremediablemente
en ella
desnudo
temblando


ACTO DE FE
(de Acto de fe, 2000)
Beatriz Alicia García ©

Empieza el hacha
sobre la madera oscura
la madera de un árbol caído
el caído en desgracia que eres tú.
Cae el hacha implacable
cae en la noche de mi miedo
furibundo,
cae una y otra vez,
cae filosa y desnuda
como yo entre tus brazos,
cae con fuerza inaudita
sin dudar
se entierra en la superficie
de tu cuerpo
lejano.
Es el instante de la duda
La ausencia sin apuestas
El instante del hacha que empezó.
Cae su filo
sobre mi cuerpo
que te desea,
este es el momento
para un acto de fe.

--- § ---


Te hice de silencios
noches mal dormidas
con la palabra olvido
en la punta de la lengua

mi casa de citas
postergadas

(de Mudanzas, 1993)


LE GRAND BLEU
(de Antigua herida, 1998-2000)
Beatriz Alicia García ©
Para Luis Antonio Toca

Zambullirse,
hondo,
profundo,
en el silencio
de la escafandra.

Hondo,
profundo,
sólo se oye
tu respiración.

Dejas atrás
el miedo,
bajas,
hondo,
profundo.

El mundo es sólo
agua,
regreso.


BÚSQUEDA
(inédito)
Beatriz Alicia García ©
El poema es incesante advenimiento
Alfredo Silva Estrada

Quiero volver a ese lugar
de desnuda palabra,
esa hondura esplendorosa,
sumergirme, a tientas,
indagando,
silenciosa,
humilde,
en la gracia
del Ser,
haciéndose,
gestándose,
en el pálpito,
sin más,
como viento que sopla
en la tarde,
mientras el sol cae.



DANIEL CAMPODÓNICO

Montevideo, Uruguay. Narrador (como cuentista utiliza el seudónimo DCF), guionista y dramaturgo. Premios: Paco Espínola 2008 (Uruguay), Legados 2009 (España), Argenta 2010 (Argentina), Voces 2011 (España), además de otros reconocimientos menores. Publicaciones: “Cuentos que piensan”, “Para leer en la oficina mientras tu jefe no te mira” y “Mis mejores cuentos”. Nueve participaciones en antologías y otras en revistas como La callejera, Tranvía 35, La gaceta. Hizo cursos y talleres de literatura y guión, entre otros con Alan Goldman (2010) y Fernando Schmidt (2011). Dirige su propio taller de cuentos y guiones. Actualmente es guionista de una compañía de teatro y para dos productoras de audiovisual. También sigue escribiendo cuentos.


MIS YOES
Daniel Campodónico ©

Lo estoy esperando agazapado tras este muro, porque sé que va a pasar por acá. Lo sé porque lo estuve siguiendo y allí viene: Viste como yo, camina como yo, habla como yo; pero no soy yo. Aunque nadie nos distinga, ése no soy yo y apenas pasa junto al muro me pongo de pie y lo encaro. Él no puede creer lo que ve, intenta decir algo pero no le doy tiempo, de inmediato clavo la afilada hoja en su cuello y corro asustado, ya que por un momento, creí sentir esa puñalada en mi propio cuello y mientras corro, lo espeso de la sangre baja por mi garganta; toso; y solo para cerciorarme toqué mi yugular: estoy sano. Tiro el cuchillo en un basurero y sigo a pie hasta llegar a casa. Allí entré en silencio, no quería molestarla. Fui hasta su cuarto y la vi, sentada en su silla, mirando nada; de espaldas a mí.
—¡Papi papi… volviste!
(Si yo no hablé… ¿cómo supo que era yo?, habrá sido por mi olor… el sonido de mis pasos; ¿tanto así me conoce?), y corre a abrazarme:
—¿Me trajiste los dulces que me prometiste?
—No… disculpame, en el apuro se me olvidó —le dije mientras pensaba: (ese desgraciado le prometió dulces, ¿qué más le habrá prometido?), espero que no haya sido como el otro, aquel otro, el primero que he matado de una larga lista. Aquel la lastimaba, era el peor de todos y por eso, lo arrastré con rabia hasta el bote y lo arrojé allá… en medio de aquel lago profundo; con mucho peso y aún vivo, para que sufra.
Sí, el primero fue por venganza y el resto, sólo por perfeccionamiento.    Recuerdo el sabor del agua salada entrando por mis narices, recuerdo la desesperación y todo a mi alrededor… se puso negro; casi muero en el bote aquel día, pero yo sobreviví, y él no. Al llegar a casa, mojado aún, la encontré como era habitual: escuchando la radio y al correr hacia mí, pobrecita, pechó un mueble que aquel mal hombre había dejado en el camino, yo corrí hacia ella y la tomé en brazos, la alcé, la puse contra mi pecho y mirando lo blanco de sus ojos le dije:
—Otra vez olvidé traerte los dulces, pero ya voy a buscarlos, vuelvo en seguida.
Y salgo tan rápido de casa, tan apurado voy, que no me doy cuenta de que alguien me está siguiendo; pero sí noto el plomo entrando por mis espaldas, y al escuchar el segundo disparo, caigo de rodillas y logro girar, para ver a mi asesino corriendo, dando grandes ancadas casi sin mover los brazos… tal y como lo hago yo.
(Tal vez sea mejor así), pensé, (tal vez él recuerde llevarle dulces, a mí pobre niña ciega).


BUCEO LITERARIO
Daniel Campodónico ©

Estábamos todos en silencio, yo, miraba la copa de grapamiel… y me recordaba el frío que hacía afuera; vos, tenías la vista perdida en mis ojos, dulces de licor; y sentados a una mesa tres niños pequeños devoraban muzarellas, haciendo uso de sus manos, enchastrándose el pantalón, limpiándose la boca con sus mangas y chupándose los dedos, mientras sus padres discutían afuera.
En ese momento, entró ella al bar.
Traía consigo una cartuchera de lata, con muchos lápices de colores y varios papelitos sueltos; pasó con toda su adolescencia junto a nosotros. Yo levanté la vista, vos te prendiste un cigarro; me llamó la atención esa flor roja que le prendía en el pelo a la altura de la sien y la seguí con la mirada. Vi cuando se sentó en una mesa, aislada, abrió su latita, y comenzaron a surgir palabras. Yo apuré el trago, vos fumabas, y los niños seguían a sus anchas cuando le hice la seña al mozo pa´ que me traiga otra grapa:
—¿Por qué camina usted así? —le preguntaste.
—Para no pisarlas —respondió el mozo encogiéndose de hombros y recién ahí notamos, que había palabras regadas por todo el suelo, hasta la altura del tobillo.
Observé a los padres, que seguían discutiendo afuera, mientras los niños chapoteaban en un mar de letras. Tú apagaste el cigarro, yo me agaché para tocar el agua, y allí viste por encima de mi hombro como emanaban las palabras, se escurrían por la mesa de la muchacha y ya las teníamos por la cintura cuando me terminé la grapa. Los padres, entraron con las palabras por el pecho, las iban apartando con sus manos y braceando al avanzar llegaron donde los niños; pasó una muzarella flotando; jugaban una guerrilla de agua locos de la vida. Pero a vos te molestó, porque ya no podías fumar. Claro, es que a esa altura los dos flotábamos, si yo, para terminarme la grapa, tuve que bucear. El trago se me había quedado abajo y logré sacarlo a flote mientras que el mozo, arrodillado sobre la más alta estantería, de cara contra el techo se niega a traerme la cuenta, insiste en que no las quiere pisar… y ella cierra su latita, todos caemos, dejamos de flotar, la poetisa se retira, se despalabró el bar.



GABRIEL ALEJANDRO LÓPEZ

De Chascomús, Provincia de Buenos Aires, Argentina. Dos obras publicadas: “Sensaciones” (2005), colección de cuentos, e “Hija del corazón, hija del alma” (2009), relato. Próxima aparición: “Doble mirada”, cuentos. Varios premios nacionales e internacionales en certámenes de Argentina, y varias menciones en certámenes de Uruguay, Perú y Venezuela, en narrativa y poesía. Colaborador permanente en varias revistas on-line de Argentina, España y Estados Unidos.


MICRORRELATOS
Gabriel Alejandro López ©

“¿Has sacrificado el cordero?”, preguntó el patrón. Prudencio, su peón de confianza, permaneció callado. Se dirigió con prisa al corral y escogió al más robusto; lo enlazó y sacó su cuchillo. Un haz de luz entregó su brillo a la hoja. Cerró los ojos y lo hundió en el cayado de la aorta. El hecho fue consumado. Despertó sobresaltado por la pesadilla. Se levantó al trote y, mientras pastaba, observaba de reojo la entrada al corral.

―Respondiste a mi pedido ―dijo Dios a Noé, y añadió―: el hecho sucederá pronto.
Las nubes se amontonaron y cubrieron el último haz de luz. Permaneció callado unos instantes. Las primeras gotas golpearon contra el suelo y, con su cayado, avisó a todos. Se refugiaron en el interior del arca… pero nada sucedía. Se asomó: un sol radiante dominaba el cielo. Como siempre, el pronóstico volvió a fallar.



JIMENA ANTONIELLO LIGÜERA

Nació en Montevideo, Uruguay, en 1978. Es guionista de cine y televisión, narradora y poeta. Se encuentra radicada en Madrid desde 2003, aunque pasa algunos meses del año en Los Angeles, Estados Unidos. Estudió Letras en la Facultad de Humanidades de Montevideo y en la Universidad Complutense de Madrid, donde posteriormente obtuvo el doctorado en Estudios Avanzados en Cristianismo Antiguo; también estudió Periodismo, Comunicación y Marketing, y realizó una especialización (maestría) para guión en la Escuela de Imagen y Sonido CES de Madrid. Estudió Cinematografía en NYFA (New York Film Academy) de Los Angeles. Colaboró como redactora para revistas de cine y fotografía y trabajó en el sector privado en el área de comunicación y marketing.
Algunos de sus trabajos: “Entropía del alma“, Melón Editora, Argentina, 2012; “Relatos de la Creación en el Cristianismo Antiguo: El papel asignado a la mujer“, Colección Avances de Investigación FHCE, Montevideo, 2011. Participó en la antología “22 mujeres“, Irrupciones Grupo Editor, Montevideo, 2012 (bestseller en Uruguay en 2013).
Varios de sus cuentos y poemas fueron publicados en revistas de su país y del extranjero, como: Revista Aldaba, Palabras Diversas, Alvaeno, Suplemento cultural El Derecho Digital, Letralia, Verbalina / A Contrapalabra, MiNatura, Otro Cielo. También en la radio (Radio Sarandí, Montevideo 2013), donde concedió una entrevista.
En poesía fue galardonada con el Premio Félix Francisco Casanova (España, 1999) y en narrativa con el IV Certamen de Relatos Hiperbreves de la Editorial Acuman (España, 2003).


DESLIZ
Jimena Antoniello ©

¿Desatino?
Ofrecerte
sin receta,
la concavidad de mi sexo
y las desgarradoras
ganas
de impregnar mis átomos,
con el sudor de tu cuerpo.

Me conformo con un instante
fugaz
de tu intromisión
feroz, balanceante y con estruendo
hasta que arranques
la obsesión
con que te pido a gritos.
Pervierte mis jadeos,
mientras juegas con mi alma.


MEMORIAS
Jimena Antoniello ©

Recuerdo el parpadeo amarillo,
casi pelirrojo,
de las fronteras
a sus ojos azules.
Sus dedos afilados, ásperos,
su piel porosa, tintada
con la frase que
besé tantas noches.

Recuerdo la voz grave,
seductora,
de las montañas del norte
con sus lagos todos.
Me adueñé de los
minutos efímeros
que colorearon de vida
las comisuras de
mi boca.

El alcohol, la guerra,
el debate condicionado
por los botones de
mi blusa
la madrugada helada
en que renací
de amor.

Y la melodía
itinerante, ácida,
melancólica
con que te supliqué
la clemencia
que no volviste
a esgrimir.


CRIMEN PERFECTO
Jimena Antoniello ©

Me retiré del mundo
un ratito
para pensarme sin vos
sin tus locuras
sin tus lirios azules.
Me acurruqué en un rincón
con el miedo en el cuerpo
de no saber bien
qué hacer
con tanto recuerdo
precioso
donde existimos juntos.
Se me llenaron las manos
de lágrimas
mientras exudaba mi piel
aquellas caricias contigo.
No puedo arrancarte
tan rápido
ni sé
dónde almacenar tus sonrisas.
Fueron mis noches
felices
esperando los susurros graves
de tu convexidad
sobre los rinconcitos de piel
cóncavos que me rozó
el azar.
¡A saber! Cuánto más van a
desearte mis huesos
mientas acribillo fantasías
porfiadas y melancólicas
con cada letra del alfabeto.
Quereme un poquito
aunque sea
una última vez
como aquella noche gélida
en que me asesinaste de amor.


MAGIA
Jimena Antoniello ©

La magia se reaviva
en los grafemas de mi
figura,
cuando evitando
explicar toda intención,
tu cuerpo responde
con perfecta caligrafía
sin dejar
renglón por medio.


CIUDAD DE DOS
Jimena Antoniello ©

Detrás de tus pupilas
el beso de una flor.
Con mi noche
tu sueño.
Con
mi día tu vida y
a volver a empezar.
Te acuesto en el
recuerdo
finito de una voz
profunda, masculina
como la piel gruesa
de tus músculos.
Y la fuerza de una
frase
que besé mil noches;
la última
con los ojos cerrados
de pasión
hambrienta.
Hombre mío,
solo mío
aunque la milla
te esconda.
La ciudad nos pertenece.
Prendedor nostálgico
que adornó
nuestro pecho.
No hay, no habrá.
Olvido.



LEONARDO VINCI

Seudónimo de un escritor argentino de la ciudad de Buenos Aires.
• Seleccionado para integrar dos antologías de la editorial Dunken en Argentina: el libro Señales, poesía, en el año 2011, en el que quedó finalista del premio a la publicación del libro individual propio; y Selección de las provincias, narrativa, en el año 2012.
• Tercer Premio de poesía, en el concurso "Per amor a l'Art", de “Litteratura”, de la asociación cultural de la lotería, en 2013: http://litteraturalalotteria.blogspot.com.ar/2013/07/poesialeonardo-vinci.html
• Seleccionado para integrar dos antologías, narrativa y poesía respectivamente, por la editorial “Red literaria” —ediciones alternativas— de La Plata, Buenos Aires, en 2013.


AHORA
Leonardo Vinci ©

Ahora dormís. No voy a mentir, no recorren elfos abstraídos tu figura quieta, ni te andan ángeles encima ni nada. Hay como una bolsa de profundo silencio y nosotros dentro. Hay un dulce olor a cuerpo de mujer dormido gravitando en el frío estático. A contraluz, sos un recuerdo de Alhambra, una maja de espaldas desnuda y oscura, un alcázar inconquistable. Dormís como un garabato, como un pichón negro caído entre varas de grafito que se dieron muerte sobre una tela nocturna. Es cierto, hay tanto silencio y tanto frío que no me dejan recordar. Entonces escribo, sobre tu hombro redondo y quieto, como un satélite escribo: Era una mujer temblando bajo el tendón del amor. Una mujer reverberando su dimensión en lo oscuro, horadando el propio cadmio de su rostro hasta la luz. Sus ojos apretados encarnaban dos líneas en el vacío, dos látigos mágicos en las estepas, dos cicatrices imborrables. Era una mujer que amamantaba en la penumbra, o trocaba en incandescencia el frío de la noche, o enlazaba las infancias o giraba los halos que las precedían, daba igual. Sobre tu hombro quieto escribo, sobre tu hombro que duerme como probablemente ahora lo haga, escribo, no en un papel sino en la memoria. Y entonces ocurrís al descuido, como un disparate a sucintos trazos en un girar de cabeza o estornudo. Y siempre me pasa que cuando te inscribo en la memoria no puedo saber después de qué lado estás; podría invocar al Olimpo entero y de nada serviría, cómo saber si fuiste o no. Y me digo, esto que te dormís, que te me dormís en las manos, en cualquier parte y momento como el cacharro que se enfría lento en la cocina a oscuras. Entonces imagino la enjuta mirada de dios, no sé, sólo la imagino; sus ojos sobre la enjundiosa muerte de un guerrero cayendo a tierra de cualquier manera menos de rodillas. Y me digo, vos que te dormís en la cornisa negruzca de la luna y en el pretil de la ventana como frío, te dormís extendida sin embargo, a lo largo de la insobornable sombra que proyecta el lápiz inerte sobre la mesa.


SUSPIRO
Leonardo Vinci ©

Un suspiro. Un pequeño suspiro con que ha sido capaz de manifestarse toda, la timidez. Un suspiro, que desplegado cuidadosamente se engloba como la vela de un sueño en altamar. Así de chiquito ese instante sonoro ha reverberado en todas las habitaciones de la casa grande y sola, y en sus pasillos y en los cuadros sobre sus paredes, con colores atiborrados de ecos. Sé que los espejos no son simples reflejos, que sus imágenes no describen siempre la verdad; ni que los lagos incurren en falacias al devolver la turbulencia de los rostros. Un pétalo prendido en tu boca te hace saber a rosa, y mi mano en tu cintura tibia me hace sentir hombre. Y el mate, a la mañana el mate todo verde y suave y caliente, trepa y se escabulle cariñoso por esa hendija carnosa bajo tus ojos pegados todavía. Y el silencio se va tornando quebradizo, crujen como secas las ramitas tímidas pintadas en las sábanas. Y está ese momento raro en el que pareciera que ni vos ni yo quisiéramos ser; y se va enhebrando ese pétalo como un hilo por el ojo del latido que necesitamos que se imponga, y que perfuma tu beso, y que ha dormido durante la noche en el acuoso porvenir encerrado tras tus labios mudos. Y los breves minutos se agolpan unos contra otros, se empujan como chicos jugando, y son un sucederse de palabras baldías bajando como pueden por pirámides, resbalando grises, remotas, reminiscentes y agradecidas.


HOY
Leonardo Vinci ©

Otros hombres tendrán sed mañana, y yo seré entonces la piedra del camino primero de borde agudo y después romo. Bajo la rueda de quien invente la rueda, el fango que no tiene tiempo me cubrirá en lo profundo después de las lluvias. Sol, agua y ciclos con la pura tristeza de un devenir, no habrá puentes que acorten distancias, ni lacayos de color sepia y obsecuentes. Será la extraña sensación de sentirse humano en el recuerdo y en los tendones doblegados; de alojar, en cada recodo de la historia y el cuerpo, un llamador de puerta de bronce timpánico con forma de puño que golpea. Quizás nadie barrerá el polvo ni recopilará letras cargadas como armas; muchos acariciarán con ternura el olvido; y los días se sucederán como amapolas que florecen sin memoria. Queda el hoy y la antigua invención de la ballesta con el deber de su tirantez, sus flechas de dos puntas son el carbón que traza líneas en el cielo, y escribe un nombre, un insulto, una dedicatoria, un canto breve de un pájaro llamando a otro pájaro con su lenguaje indescifrable.



ALÍ ZNAIDI

Vive en Redeyef, Túnez. En 2002 se graduó con una licenciatura en estudios angloamericanos. Imparte clases de inglés en escuelas secundarias tunecinas, escribe poesía, se interesa por la literatura, los idiomas, las traducciones literarias y en otras culturas. Su obra literaria ha aparecido aquí y allá, y se apresta a aparecer en cualquier otro lugar. En momentos de inspiración fuma y bebe té verde con menta, y medita.


GUSANO EN LA LIBRERÍA
Ali Znaidi ©
(después de "La bruja en el supermercado" de Angela Topping)

Hay un gusano allí en la librería.
Está subiendo por los libros buscando una guarida.
Gusta de esconderse, pues como cebo no apetece ser usado.
Siempre está escondido. Es su inevitable hado.

Hay un gusano en la librería, en la calle.
Cauteloso en evitar ser pisoteado por los pies de los clientes.
Está subiendo, buscando un refugio en los estantes.
Y muy asombrado con todos esos libros, pequeños y grandes.

Hay un gusano en la librería, al lado del bar.
Buscando en los libros algo para una comida repleta.
Buscando néctar para su sed calmar
porque su sapiencia siempre está primera.

Narrativas irán a perecer con el viento,
si no escriben escritores y no publican editores.
Los libros combaten el olvido, el moho del tiempo,
viven en manos de un lector o enterrados en un estante polvoriento.

Hay un gusano en la librería, en el centro de la ciudad.
Se esconde del alumbrado público, de los ojos del cazador.
Hay un gusano en la librería. ¡Miren! Está devorando un libro
porque gusta que le consideren un enojado intelectual.


DESIERTO TUNECINO
Ali Znaidi ©

Arena empapada
en satén elegante.
Tocarla
se asemeja a
besar
la suave
mejilla
de una rubia.
Besar esta,
un paraíso
desenredado,
Satanás
expulsado.



ADRIANA ZACARÍAS

Asunción, Paraguay. Licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Nacional de Asunción. Amante de la estética narrativa y las historias fabulosas. Militante del periodismo. Tesis acabada sobre Periodismo Literario. Aficionada a la fotografía.


EL AMOR DE LOS NUEVOS TIEMPOS
Adriana Zacarías ©

Ciertamente las casualidades inducen a pensar en causalidades, no obstante lo que hacen es dirigir el universo al mismo sitio y a ningún lado.
¿Qué es el amor de los nuevos tiempos?
Es entregarse y chocar contra una pared, y luego superar la caída como todo soldado valiente y corajudo que pierde una batalla, sin embargo no muere.
Ante esta confusión permítanme vacilar y me sobran razones para mi bendito escepticismo.
Tengamos en cuenta casos reales:
Toda mujer sueña con lo que le venden de niña, “al príncipe azul”. Tal asociación quimera-realidad termina siendo un fracaso y una decepción para cientos de miles de personas que naufragan sin rumbo tomando un riesgo incierto, inseguro.
La única seguridad que tienes es de quererte a ti mismo y sólo tú puedes salvarte, con autosuperación, templanza, prudencia.
Al margen de que nos guste exacerbar el temperamento lo que logramos es autoflagelarnos más aún. Pese a la catarsis necesaria, el heroísmo infundado es como la palabra hablada: se la lleva el viento.
Seguimos creyendo en el amor eterno y es que es tan genuino y sublime imaginar una vida feliz con finales felices que terminamos no viendo, no sintiendo y conformándonos con que sí lo somos porque la mentira duele menos.
El mundo está cada vez más inundado de avaricia, que puede enajenar al ser menos pensado. Toda la sociedad está movida por intereses. Hay que rescatar lo positivo para no angustiarse.
La justicia es relativa. El poder económico es el maestro irrefutable y dominante de estos tiempos, de ese poder nacen otros poderes que, dependiendo del caso, ejercen preponderancia. Por lo tanto no hay opción, hegemonía económica o nada es la nueva tendencia, (advierto que no estoy absolutamente de acuerdo), pero soy un ser humano más que lucha por sobrevivir. “En este mundo de plástico y ruido prefiero ser de barro y silencio”, Eduardo Galeano. Así la soledad podría declararse una gran virtud en estos tiempos.
El verdadero amor pasa por hacer el bien sin pedir nada a cambio, sin exigir recompensa, más que la conciencia de permanecer preparado ante la tempestad y esto se logra con los pies sobre la Tierra y una gran fuerza espiritual con Dios que nos guía donde debemos ir bajo la luz del cielo con esperanzas de reivindicar lo verdadero, lo puro, lo que emana del corazón. “Te necesito porque te amo”, Erich Fromm.
Pues bien, la realidad no es motivo para claudicar, sino tomar precauciones y adaptarse. “Las cosas son como son, no como debieran ser”, Nicolás Maquiavelo.


CANTO A LA LOCURA
Adriana Zacarías ©

Conocí tu risa alienable
tu virtud permeable
tu camino inafrontable
Absurda vanidad…

Ceguera de mi ser
de mi oculto resplandecer
Delgada línea roja de hecatombes
sin socorrer…

Elixir de mi obsesión
no me lleves contigo,
apriétame despacio
suelta tu hilo conjuntivo…

Mi aversión no es cobardía
ya no me insulta, no me duelen
los reproches de exigua picardía
puesto aquí mi inexorable desdén
A quien fuiste un día.


CAFÉ
Adriana Zacarías ©
“Delicioso, bien batido, espumoso,
con granos sin diluir
que flotan en la superficie”.

No encuentro momento en estos días nublados,
donde no te necesite,
arranca mis suspiros de atardecer a tu lado
mi cuerpo te siente somático,
no encuentro momento donde no te pida,
donde no te prepare,
recorriendo tu son, cada sorbo lo disfruto,
caliente, húmedo, sensitivo,
contigo todo se hace ameno,
tan solo por matar esas ansias de tenerte,
sentir que estás cerca,
irrumpiendo mis labios,
ajenos a cualquier otro que ni seas tú,
tú, aroma envolvente, pacífico,
cómplice de mis andanzas,
sentirte y a la vez tenerte, esa es mi misión,
oscura apariencia, amor tu nombre,
elíxir de salvación,
el sabor inviolable,
pausa incondicional,
auténtico de tu aroma,
mi eterna sensación de efímera dicha,
suave, delicado, tenue,
dueño de mi boca,
despertador de mi olfato,
luz de mis ojos.



JOSÉ ICARIA

Poeta y performer, nació en Almería, España, en mayo de 1968. Vive en Barcelona. Estudió filosofía en la Universidad de Barcelona y ha trabajado de periodista (en las prensas), de cartero, etc. Ha formado parte del Grup Aude (2007), con el que llevó a cabo un espectáculo conceptual sobre las implicaciones del miedo en la sociedad y en la persona, además de intervenciones en espacios públicos. El grupo fundó su propio sello editorial. Actualmente es parte integrante de Los Bio-Lentos, grupo con el que realiza actuaciones en espacios reivindicativos, además de intervenciones sobre la realidad, o campañas poéticas, como la realizada en soporte de los mineros. El grupo autoedita sus trabajos y autogestiona sus actividades. Publicó a principios del año 2009 “Malestar en el Paraíso” y “La Rima de Riesgo” en abril de 2013, ambas obras se pueden leer en los respectivos blog detallados al pie. En cola hay otros tres libros de poesía gestados entre los años 2003-2013; no tiene prisa en publicar.


LLANTO POR FÉLIX, DE RIBARROJA
(Un hombre se quema a lo bonzo tras perder su empleo)
José Icaria ©

Cayó como una estrella fugaz,
ardiendo de rabia e impotencia.
Dejó un rastro en el cielo de incandescentes
lágrimas rojas, y la lluvia ardía
en las pupilas de cientos de miles de estrellas,
mientras sus cenizas descendían
como sutiles copos de nieve.

Quiso el sol frenar la noche:
dictó un decreto, reformas, recortes.
Pero la noche avanzaba…

Quiso el sol frenar la noche:
compró a los jueces, se vendió a los bancos.
Pero la noche avanzaba…

Quiso el sol frenar la noche:
mostró sus porras, vertió sus gases.
Pero la noche avanzaba…

La noche avanzaba y caía
—como una garra— sobre el cuello
de las doncellas adineradas…

La noche avanzaba, ¡LA NOCHE AVANZABA!
y el sol retrocedía sin carbón para sus lámparas.


ERGUIDOS EN LA FUGA
José Icaria ©

Erguidos en la fuga,
nos alzamos —la silueta
del grupo se recortó un momento
sobre el perfil de la montaña,
en el fondo oscuro de la
noche— y, esgrimiendo
nuestros sueños,
apuntamos al vacío,
y los fantasmas, súbitamente
perfilados, se rendían
con los brazos en alto,

y una llave negra a la fuerza
abría la puerta transparente,
que daba al otro lado:
…la clara luz del día
se derramaba
en un torrente de aguas chispeante
donde —ahora sí— nadábamos,
libres, al fin. Oh jazz.



PEREGRINA FLOR

Peregrina Aurora Varela Rodríguez nació en Caracas, Venezuela, en 1970. Estudió el doctorado de Ciencias de la Comunicación en España, año 1998. Publicó varios libros de poesías y novelas en Internet, como: “Los sueños de una mujer”, “Amaneciendo”, “Zafiro de Noite”, “Alejandra Alejandra, mujer donde las haya; sí señor”.
Trabaja en medios de comunicación, principalmente televisivos, desde octubre de 1990, en el área de Realización de Informativos. Vegetariana, dice sentirse muy bien ayudando a los animales sin hogar.


LA FELICIDAD DE ENMA MURILLO RENOIR
Peregrina Flor ©

No era de familia adinerada, por eso no creció ni se convirtió en una tonta de tantas, pero llevó golpes, más que si tuviera la cartera bien llena. Uno a uno fue recibiendo cada puñetazo en sus mejillas, que dejaron de ser rosadas y se fueron llenando de lágrimas. Se llamaba Marie Enma. Fue alegre, sus padres la quisieron mucho, fue a buenos colegios, fue buena estudiante y mejor trabajadora, pero no se sintió recompensada por haber sido una buena persona, sino todo lo contrario.
Yo era su amiga, sólo eso, y una vez le saqué el novio y me siento culpable, pues tampoco ha sido mío su amor para siempre. También recibí mi lección de abandono, aunque sabía que era encantadora y guapa. Al menos eso me decían.
Ahora me veo como ella, en el charco y con pocas alternativas de supervivencia. Sola y con un futuro incierto al que enfrentarme. No quería pensar en las enfermedades, ¿quién me curaría o quién se ocuparía de mí?
Marie Enma era profesora de geografía e historia, lo pasaba bien con los alumnos, les enseñaba como nadie los ríos, montañas, playas, volcanes, desiertos y demás partes de este paraíso terrenal. De sus alumnos recibió alegrías… pero nunca tuvo a su niño porque no encontró marido, sino oportunistas. Nunca la quisieron de veras.
Por eso decidió dejarlo todo y emprendió aquel viaje. Decían que en Cuba era fácil encontrar pareja, que si eras extranjera te llovían las ofertas. Había que intentarlo, antes que encerrarse en un apartamento con los malos recuerdos y quizás tener que tomar pastillas para los nervios.
Por eso…
Marie Enma se fue a Cuba, Marie Enma yo no sé, Marie Enma quiso irse, no sé si la volveré a ver. Quizás allí encuentre algo, el amor de un cubanito, quizás allí llegue a ser libre y no esclava en otro país.
Enma se va contenta, va cantando y no llorando. Enma va en rumbo seguro para alcanzar su meta, pues allí encontrará la paz, la amistad, su hombre, su media naranja exacta, la suya y no la de nadie.
Por eso Enma se va, para llegar muy, muy lejos, y la cabeza ¿la lleva?... No, creo que la deja, no le sirvió para nada y ella ya no se fía de ella.
Se ha comprado un portátil, la cámara digital, ya nadie podrá impedir la felicidad que le espera al otro lado del mar.
Te quiero Enma Murillo, mi amiga, te quiero y estoy alegre, te quiero porque te quiero y me contenta pensar que por fin vas a sonreír viviendo en aquella isla con gente de otra cultura, que te aceptarán como eres, así como tú vas, también vas a verlos con los brazos abiertos.
Sé feliz y nunca vuelvas la mirada atrás, ni aún extrañándome a mí que soy parte, ¿quizás?, de tu mal. Vuela lejos y no regreses, encuentra en los ojos negros de ese caballero del Caribe la alegría del vivir y sé “una mujer alegre, abierta y sana mentalmente”. Olvida la depresión, los sinsabores y… los comentarios.
Enma viaja lejos, vuela.
En Cuba encontrará el amor, de manos de un morenazo, no sé si se lo traerá o si vivirá con él en aquel paraíso salvaje, pero lo cierto es que con el nuevo viaje la realización personal de Enma va a llegar.
Ya suena mi celular, se encuentra en el avión, a punto de despegar para alcanzar su destino final, que no es otro, que “el de la ansiada felicidad”.
Cuando iba a Madrid, para hacer escala en el aeropuerto, detrás en el avión iba la rosa de España, Rosa López, de Operación Triunfo, pero ya con rumbo a Cuba no sé con quién se pudo codear en las sillas de esa ave voladora que es el vuelo IB0365. Sé que no ha hablado con ella, pero pudo escuchar su voz.
Y yo aquí con mis gatos, viéndoles tomar el sol y estirarse como nadie; si señor. Que para eso son flexibles, grandes deportistas y con un cuerpo especial. Yo tengo la suerte de poder verles jugar, correr y saltar y también subir muy alto, a lo más alto del mueble de la sala, para luego decir “miau” ya que no saben bajar y yo, que soy su hermanita voy corriendo a ayudarles para que no se caigan y se hagan mal.
Veo a Coqueta que se lame su negro pelo de seda y sus ojos me observan riendo y diciendo… que me quieren.
Soy afortunada entonces, pues aunque sean mi pequeña compañía, no me aburro y también con ellos experimento nuevas alegrías que nadie sobre la faz terrestre me podrá sacar, pues me quieren… de verdad.
Y Enma, ¿qué pasará?, ¿regresará?... el tiempo dará respuesta a mi pregunta…
Ahora recuerdo a mi padre, muy feliz en aquel viaje, en que nos venía a ver. Venía con su maleta y su traje beige tan elegante, las patillas recortadas y en los labios un pincel con el que pintar “te quiero” en cualquier pobre pared.
Fue la última vez que le he visto llegar, y que jamás olvidaré pues se clavó como una espada en mi corazón que era tan joven. Aquella sala del aeropuerto con sus vigilantes uniformados, con él…
También recuerdo que como venía de lejos le hicieron abrir la maleta… pero si es ciudadano español, ¿por qué no confiaban en él, en su templanza, su dignidad, su educación y bondad? Quería a su país, no venía hacer mal.
—Señores agentes: mi padre no probaba marihuana, no traficaba con drogas, no robaba, no mataba, simplemente nos visitaba, simplemente nos quería abrazar y hacer planes de futuro con nosotras desde aquí, desde su España.
Y ahora, Enma se va de viaje muy lejos y tan ilusionada, busca un hombre que la ame, pero, ¿por qué la querrá?, ¿por dinero?, no, no hay tanto… Pero ella podría mentirles y decirles que tiene mucho dinerito, que tiene poder, convirtiéndose esa acción en el preludio de un fracaso, pues es falso.
Lo cierto es que Enma ha gastado sus ahorros en ese último viaje rumbo… a la codiciada felicidad. La suya y no la de nadie.
Enma, Enma ya lo sé… vas a vida o muerte, a suerte o fracaso, sabiendo lo que puede esperarte, pero ya no puedes más, quieres a tu otra mitad, que puede que llegue a aparecer para quererte de veras. No te rindas, busca hasta el final que algo encontrarás que te llene de dicha a tu edad madura, en tu plena cordura, en aquella que te ha hecho coger el avión rumbo a Cuba.
Así es, así lo cuento, no os miento.
¿La atacará?... Sí, mi gatito blanco a mi Coquetita negrita, es su juego, son cual niños de un colegio que se persiguen, se amenazan, se esconden, saltan y gritan:
—Déjame en paz o llamaré a mi hermanita, que soy yo.
Ahora veo esos ojos azul cielo de mi Tobías que se posan en ella queriéndola hacer su presa. No se lo permitiré, no más sustos y menos a mi negrita que lleva horas en el sofá dormidita como una santita ignorando el ataque por la espalda, el mordisco, la osadía de un macho que quiere intimidarla, puede que porque sea su juego, puede que hasta la muerte y es que no se llevan bien… por eso debo vigilarles, por eso tengo la misión de separarles, aunque en la hazaña, también pueda resultar levemente herida.
No me gusta la incomprensión, los ataques entre mis animales, no porque ellos son ejemplo de tolerancia, de amor, son el mejor calmante de mis nervios y el alivio de mi enfermedad. Llamémosla; tristeza, engaño, impotencia o incomprensión.
Aunque tenga que hacerme vieja para poder verlo Tobías y Coqueta se llevarán bien algún día.
Son las cuatro de la mañana, Enma ya está en Cuba… quizás yo también tome ese rumbo con mis gatos, con mi pasado, pero también… con la esperanza.



SUPLEMENTO DE REALIDADES Y FICCIONES
Nº 64 – Marzo de 2015 – Año VI
ISSN 2250-5385
Exp. 5199589 del 21/10/2014, Dirección Nacional del Derecho de Autor

Propietario y Director: Héctor R. Zabala
Av. Del Libertador 6039 (C1428ARD)
Ciudad de Buenos Aires, Argentina
(currículo en Suplemento Nº 56)


Corrección general:
Noelia Natalia Barchuk Löwer
Resistencia (Chaco), Argentina
(currículo en revista Realidades y Ficciones Nº 13)





Ilustración de carátula y emblema:
Mónica Villarreal
Scottsdale (Arizona), Estados Unidos
Monterrey (Nuevo León), México
 @mon_villarreal
(currículo en revista Realidades y Ficciones Nº 17)





"Realidades y Ficciones"
Mónica Villarreal (2014)
acrílico y óleo sobre
papel-lienzo, 30 cm x 30 cm