SUPLEMENTO DE REALIDADES Y FICCIONES
Nº 85 – Marzo de 2020 – Año XI
ISSN 2250-5385
Inscripción gratuita como LECTOR
si escribe a zab_he@hotmail.com
indicando nombre y apellido,
ciudad y país
(se le avisará cada nuevo número
trimestral).
“Mariposa con abejas” Mónica Villarreal (2019) (Acrílico y óleo sobre papel, 11" x 14") Serie El efecto mariposa |
Sumario:
• Luis BENÍTEZ
(Argentina)
• Víctor Hugo
DÍAZ (Chile)
• Amelia
ARELLANO (Argentina)
• César Javier ALTAMIRANO
(Argentina)
• Fernando
NEGRETE (España)
• David GONZÁLEZ
(Argentina)
• Toni PRAT
(España)
• Lidia Alba GAVIÑA
(Argentina)
• María MORENO
QUINTANA (Argentina)
• Miguel Ángel
BALDERAS (México)
• Oscar Alberto
MARCHESIN POLINELLI (Argentina - Uruguay)
• Ransés DÍAZ
BELLIARD (República Dominicana)
LUIS BENÍTEZ
Nació en
Buenos Aires, Argentina, el 10/11/1956. Sus libros de poesía, ensayo, narrativa
y teatro han sido publicados en Argentina, Chile, España, Estados Unidos,
Francia, Inglaterra, Italia, México, Rumania, Suecia, Uruguay y Venezuela.
Es miembro, entre otras, de la Academia Iberoamericana
de Poesía, de la
International Society of Writers y de la Asociación de Poetas de
Argentina. Ha recibido el título de Compagnon de la Poésie de la Association La
Porte des Poétes, París. Ha recibido el reconocimiento de numerosos premios,
entre ellos, el Primer Premio Internacional de Poesía La Porte des Poétes (París,
1991), el Primer Premio Joven Literatura de la Fundación Fortabat
(Buenos Aires, 1996), el Primer Premio Tuscolorum di Poesia (Sicilia, 1996), el
Primer Premio de Novela Letras de Oro (Buenos Aires, 2003), el accésit 10éme.
Concours International de Poésie (París, 2003) y el Primer Premio Internacional
"Macedonio Palomino" (México, 2007).
Obras publicadas: Poemas de la Tierra y la Memoria (1980); Mitologías/La Balada de la Mujer Perdida
(poesía, 1983); Poesía Inédita de Hoy (Un
panorama de la poesía inédita argentina) (1983); Juan L. Ortiz: El Contra-Rimbaud (ensayo, 1985 y 1986); Behering y otros poemas (1985 y 1993); Bering Och Andra Dikter (trad. al sueco
de Maria Nääs, 2012); Guerras, Epitafios
y Conversaciones (poesía, 1989); Fractal
(poesía, 1992); El Pasado y las Vísperas
(poesía, 1995); El Horror en la Narrativa de Alberto
Jiménez Ure (ensayo, 1996); Selected
Poems (antología, selección y trad. de Verónica Miranda, 1996); La Yegua de la Noche (poesía, 2001); Tango del Mudo (novela, 1997 y 2003; en e-book, 2004 y 2012); Zapping
(cuentos en e-book, 2004); Jorge Luis
Borges: La tiniebla y la gloria (ensayo, 2004); El venenero y otros poemas (2005); Antología poética (en e-book, introducción, selección y notas de
Alejandro Elissagaray, 2005); La tarde
del elefante y otros poemas (2006 y 2008); La Sera dell’elefante e altre poesie (trad. al
italiano de Emilio Coco, 2012; 2014); 18
Whiskies (teatro, 2006); La novelística
de Teódulo López Meléndez: escribir desde la fisura (ensayo, 2007); Carl Jung: un chamán del siglo XX
(ensayo biográfico, 2007); Sigmund Freud,
el descubrimiento del inconsciente (ensayo biográfico, 2008); Erich Fromm: el amor, el psicoanálisis y el hombre
(ensayo biográfico, 2008); Diccionario de
Filosofía (2008); Los cuentos de
Horacio Quiroga (ensayo y selección de Luis Benítez, 2008); En el país de las maravillas… (Los mejores
cuentos fantásticos) * (2009); ¡Elemental,
Watson! (Los mejores cuentos policiales) * (2010); Después del crepúsculo (Los mejores cuentos de vampiros) * (2010); Gritos y susurros (Los mejores cuentos de
terror) * (2010); Facundo y otros
cuentos de muerte y de sangre, seguidos de Antítesis, Aventuras Grotescas y
Trilogía Cristiana, de Ricardo Güiraldes (ensayo biobibliográfico y edición
de Luis Benítez, 2010); Poemas Completos
(ensayo introductorio del prof. lic. Luis González Platón, de la Universidad de Madrid,
2010); Manhattan Song. Cinco Poemas
Occidentales (2010; en e-book: www.elfindelanoche.com.ar); Manhattan Song. Cinci Poeme Occidentale
(trad. al rumano de Flavia Cosma, 2013); Digresiones
(ensayos, 2011); A Heron in Buenos Aires.
Selected Poems (antología compilada y trad. por Cooper Renner, con ensayo
epilogal de Carmen Vasco Fernández Moreno, 2011); El Metro Universal (novela, 2012; e-book, 2012); Hijo de la Oscuridad (novela,
2012); Sombras Nada Más (una novela del
peronismo mágico) (novela, 2012; en e-book: 2013; trad. al italiano de
Milton Fernández, 2014); Amores Patrios
(las más conmovedoras historias de amor de la Argentina )
(historia, 2012); Les Imaginations
(poesía, trad. de Jean Dif, Éditions L’Harmattan, 2013); Madagascar (novela, 2017); Los
amantes de Asunción (novela histórica, 2019).
Cabe
destacar que diversas obras y ensayos se han escrito sobre la poesía y
narrativa de Luis Benítez por autores como Carlos Elliff, Alejandro
Elissagaray, Pamela Nader, Elizabeth Auster, Camilo Fernández Cozman, Luis
González Platón, Assen Kokalov, Carmen Vasco Fernández Moreno y otros.
*
Introducción y selección de Luis Benítez.
Suplemento de Realidades y Ficciones
ha publicado poemas de este autor en los siguientes números:
UNA
AVISPA CRUZÓ EL HIMEN DE LA
VENTANA
Luis Benítez ©
El astuto animal fue ingenuo dos
horas por la casa:
antes del polvo de las cosas tocó
los helechos salvajes,
los gruesos valles del jardín
diminuto,
la piedra que es llanura de lava
para su ojo infinito:
un viajero aprensivo por las
habitaciones casi desiertas
alentó inútilmente las plantas
prisioneras,
rondó la cabeza del perro
semidormido
que lo espantó como a un
remordimiento.
La antesala fue el Cañón del
Colorado:
antes sus poderosos antepasados
visitaron
otras comarcas ausentes de follaje.
Fue curiosidad: Rousseau no pensó
en la avispa negra que anida solo en
tierra
cuando labró la cara del salvaje
conveniente, bondadoso;
curiosidad de ver dónde desova su
estirpe
y cómo amasa el barro de sus
habitaciones el gran animal
blanco que le teme y espanta desde
el origen del tiempo.
Armado activista de otra casa,
antigua, abandonada,
donde fuimos el intruso, curioso,
como una avispa negra.
CARACOL
DE SUEÑO SOBRE UNA COSA QUE MATA
Luis Benítez ©
Una bestia terrible resbala sobre
todo:
terrible como decir “yo permanezco”,
de la tribu que puede cruzar sobre
una hoja de afeitar
tomándose su tiempo,
arrastrando su fuerza pausadamente
sobre el agudo diminuto abismo
que separa un lado de otro lado.
Y no puedo ver la sonrisa de esta
casi cosa
tras su hazaña que no puedo imitar,
yo, frágil materia que solo puede
aplastarla,
ella, como casi todas las cosas,
fuerte gelatina
determinada a seguir sin que yo
exista.
Para mí, la certeza es el brilloso
camino de su nunca.
SAPOS,
DUEÑOS ÚNICOS DEL ANOCHECER
Luis Benítez ©
El verdoso trombón de la charca
impetra quién sabe a qué
si a la fecundidad de su especie
afecta siempre a la lujuria verde
o al imperioso universo que nos rige
bolsa de hormonas que vive apenas
entre dos veranos en el agua inmunda
que resulta intocable: de tanta vida
la muerte que guía las ruedas de los
camiones
pasa de largo a la izquierda de sus
gargantas
y ellos siguen cantando y quizá
diciendo:
yo vi pasar la planta de los
rotundos dinosaurios
a menor distancia de donde latía
como ahora
¿qué pueden asustarme los
dinosaurios
creados por la industria del hombre
qué sus ciudades sus pedradas
ni el odio que ha sembrado por la
tierra?
El hijo del chimpancé como su padre
tempranamente se extingue
es seguro
y consigo sus largas peroratas
verde marido de diez mil huevos
cada verano sabe que casi nada
permanece
gracias a su cuñada la muerte
y de qué lado de esa pariente
está lo suyo y el mundo de los
hombres
hinchado instrumento feliz
que sigue volviendo una tras otra
las hojas de la eterna partitura
viva
y que no necesita oír todo el
conjunto
para saber que los suyos siguen
inundando la sala
donde por un momento contemplamos la
orquesta.
LOS
LEOPARDOS
Luis Benítez ©
Hermanos menores de los membrudos
leones
y viejos depredadores de nuestra
especie,
los segundones de la elástica raza
no están hechos de manchas,
sino del liso amarillo
donde ocultan y esconden su cierta
identidad:
es que ellos aprovechan los mejores
matices de las sombras:
¿mejor oculto otro animal
que uno amarillo bajo la lluvia de
motas
que aparenta? Un leopardo
es una bestia que siempre está bajo
la lluvia.
En los plenos mediodías
solo exhiben las sombras
que les ha dejado por hábito
la extensa habitación de las
junglas.
Si los vemos bicolores apenas
es otra demostración de su astucia,
las apariencias son siempre
el corpóreo truco de todos los
pequeños.
Ni la soberbia del tigre que no
precisa
nuestra corta imaginación para estar
entero
en esa palabra, tigre;
ni la firme y perezosa arquitectura
que se levanta ante nosotros
demostrando
la melenuda majestad de la sabana;
los leopardos emigrados a las copas
de los árboles
son unas etéreas y fatales sombras,
el vuelo con que de amarillo
se salpican por capricho bien
fundado las selvas.
Son lo mínimo posible para el
lenguaje de la muerte
en su linaje de músculos:
llegan más cerca que los tigres
porque no son lo sentido, son un
peligro que no pesa,
el silencio, la sorpresa de un
brinco que elige antes,
una afelpada estrategia que se
desliza
mortífera y gentil, metáfora y carne
del tiempo
por los delgados corredores que
comunican
(y ello siempre ha sido sigiloso)
el mundo en calma con la alegre
nada.
VÍCTOR HUGO DÍAZ
Nació en Santiago de Chile, en 1965.
Ha publicado La comarca de senos caídos
(1987), Doble vida (1989), Lugares de uso (2000), No tocar (2003), Segundas intenciones (2007), Falta,
Cuarto propio (2007), Antología de
baja pureza (2013), Hechiza. Poemas
anticipados (2015), Lo puro
puesto
(2018).
En 1988 obtuvo la primera Beca de
Creación Taller Pablo Neruda; en 2002 la Beca de Creación del Consejo Nacional del Libro y
la Lectura ;
en 2004 ganó el Premio Pablo Neruda en su centenario, otorgado por la fundación
del mismo nombre; en 2011, 2012, 2013, 2014, 2018 y 2019 las Becas del Consejo
Nacional del Libro y la
Lectura , Proyecto Escritos de Sur a Norte, Poesía de Chile en
México, en 2015 Proyecto Fronteras sin Límites, Poesía de Chile en Perú y
Bolivia.
Está reconocido como una de las
voces poéticas vivas más importantes de Chile. Múltiples críticos han valorado
su obra en diversos ensayos y artículos.
Más de sus poemas en los siguientes
números del Suplemento de Realidades y Ficciones:
A continuación, tres poemas del
libro Antología de baja pureza
(2013).
NO TOCAR
Víctor
Hugo Díaz ©
Dime algo, empieza a hablar
qué
esconde el ciclista
que
desata la jauría y hace que lo persigan
Mira
sus pieles de reojo
mientras
corren son un solo animal
iguales
en ladrido y velocidad
cazador
solitario tras su presa.
Háblame, di algo
por
qué no jugamos a adivinar cuántos pisos
tienen
los edificios
entre
uno y otro sonríe el horizonte
la
boca abierta donde faltan dientes.
No
importa el silencio sino el vacío de la frase
el color de la fachada se ve antiguo
y el verde azulejo nunca más será
Lo
que parece piedra no envejece
pero
se marchita con la respiración.
Ella
expande la ternura de sus mandíbulas
siempre
por accidente
Adentro
es húmedo y se mueve
ahí
donde los huesos del pie plano hacen nudo
y
el zapato gasta su deformidad.
Hace
tiempo no amanece al final de las noches
Antes
hay motores
que
llegan en oleadas hasta la cama
desde
lejos
por
la calle principal.
CÓDIGO DE BARRAS
Víctor
Hugo Díaz ©
Por
fin algo pasa, una fiesta de disfraces
todos
visten como siempre y no sé quién es cuál
no
entiendo lo que hablan
Este
tipo de gente no se extingue
aunque
el moverse —estirar los dedos—
quede
fuera de competencia
Los últimos desahuciados fueron los
magos
prestidigitadores
era su cumpleaños y había un anillo
robado.
La
luz desértica del mediodía impone su temperatura
el
trabajo nunca termina, matar el tiempo
(frente
a la fachada envejecen las palmeras).
Con
el pitazo salimos al campo
—cancha
de cemento, ceremonia—
Los
nombres se escuchan de pie
girar
brusco la cabeza
un
número
en
línea recta.
Hoy
el pasillo llenó su cupo, las graderías
Más
que de huéspedes
de
esta luz artificial que hace zancadillas.
La
frazada cuelga entre dos puertas
sombra
ajena en el desierto pausa
grosería
en lugar de arena una pausa
el
miedo reemplaza al aire y hace calor.
—Algo habrá hecho— eso en el papel
El
pensamiento sigue a la cachorra imaginaria
fruta
juvenil, tela delgada (es verano)
tajo
húmedo y anónimo
belleza
vertical bajo el pantalón.
A
poco andar ganó su apodo
Hoy es temprano y partimos con
dirección
pero el sol demasiado lento hace
perder el rumbo
Siempre
los movían de un terror a otro
—así
perdió el camino de regreso—
Las
manos olvidan lo que tocan
el
viento cierra a portazo y aprieta los dedos.
LAS PAREDES NO TIENEN OÍDOS
Víctor
Hugo Díaz ©
Cómo
se habla a una pared —la estoy viendo—
es
más fácil describirla:
está
hecha de ladrillos, uno al lado del otro,
arriba
y abajo, nunca solos
Los
ladrillos se disponen como las letras en el teclado
una
junto a la otra, nunca solas, arriba y abajo
Al
digitar las teclas
la
pared se construye.
AMELIA ARELLANO
Colabora con sus textos literarios
en medios locales y en sitios web, nacionales e internacionales. Sus
producciones han sido traducidas al inglés, alemán, italiano y catalán.
Ha publicado narrativa, ensayo y
poesía. Ha ganado premios y distinciones nacionales, provinciales e
internacionales, con jurados tales como Osvaldo Bayer, Horacio Salas, Tununa
Mercado, Jorge Brega.
Se identifica con los movimientos de
género y con los de reivindicación de las culturas populares. Cree que el rol
del escritor debe ser dinámico y comprometido. Su tema de preocupación siempre
ha sido el de la Identidad.
Socia fundadora y presidente actual
del Movimiento Cultural Poetas del Exilio.
RECUÉRDAME
COMO ERA
Amelia Arellano ©
Recuérdame cómo era antes, amor.
Antes del barro compartido.
Cómo
era, lo que ya no soy.
Cómo
era lo que sigo siendo.
La
que acercaba su voz de hierba a tu silencio.
Pigmalión
no ha encontrado a Galatea.
La
estatuilla, yace fragmentada. Ya no está.
Tampoco
está el hombre de los ojos tristes.
El
amor ha pasado como pasa la infancia.
El
viento, los naufragios, el temblor de los astros.
Ha
callado el crepitar sonoro del brocal de greda.
Me
han llamado, otras voces, otros viajes.
Me
entregado y he sido prisionera.
Errante,
amante, prisionera.
He
elegido, la voz que no me llama.
Se
me ha dado lo que se me ha quitado.
Más,
lo que se me ha quitado es lo que se me ha dado.
Tierra
se me ha quitado. Tierra se me ha dado.
Y
aquí me tienes, de vuelta, amor.
Fatigado
corazón de tierra, aún palpitante.
CUADRATURA DE LA CRUCIFIXIÓN
Amelia
Arellano ©
“Te amo más que mi propia piel”
Frida Kahlo
A
esa mujer la han crucificado a besos.
La
han cubierto con la vía láctea.
Con
sagrada saliva la han ungido.
Le
han puesto alas en la cabeza.
En
la frente, un paraguas. Un pararrayos.
Han
seguido la flecha de los besos en sus pies.
Han
penetrado por su ombligo.
Piel,
debajo de su piel.
En
su vientre un pez tornasolado nada.
Han
borrado sus huellas dactilares.
Solo
un punto. Vida. Desatino. Amor.
En
su hipocampo mar solo cabalga un nombre.
Todos
los hombres, menos uno, extintos.
Posesión.
Agujas. Lobizón. Noche de luna.
La
muerte está colgada en un tendal de seda.
Y
la tristeza y el olvido y el pan duro.
Zozobran
las ancas de un potro negro, sin domar.
Monta
en pelo y florece la rosa de los vientos.
Y
la llaman loca. Sacrílega. Impía.
Pero
le han brotado bocas en sus ojos.
En
sus riveras. En sus bordes de agua.
En
sus caderas. En sus manos, bocas.
Bocas.
Bocas. Bocas.
(Del poemario inédito Cuadratura del poema)
CUADRATURA DE LA BOCA
Amelia
Arellano ©
Antes
de la blasfemia.
Dardos.
Bifurcaciones. Cruces.
Habría
que mencionarlo, amor.
Nuestros
cuerpos desnudos rodando.
Portones
de pedregales ciegos.
Única
ley: la gravedad.
Vértigo
de los líquidos.
Líquida
rosa brotando del andamiaje fosco.
Única
barrera: el sonido.
Problema
triangular. Tierra. Luna. Sol.
Los
maderos vibran. Temblor de la botella.
Mordedoras
en la carne.
Cuadratura
de la deseante boca.
Un
rostro inserto en otro rostro.
Boca
seca. Lengua bífida.
Espejo
destellando saliva.
Hoja
de té. Vaticinios.
Polillas
en las cavilaciones de la arcilla.
Habría
que mencionarlo, amor.
Una
duda. Una voz. Un naufragio.
Un
presagio. Amor mío. Tabla agujereada.
Pechos.
Pechos. Pechos.
El
hueco. Otra vez el hueco.
Y
las manos. Tan lánguidas. Tan tenues.
Mar
patético. Oscuro. No te vayas amor.
El
puñal incrustado hasta los huesos.
Bébeme.
Devórame. Disípame.
Conchas
marinas y rechinar de dientes.
Habría
que mencionarlo, amor.
(Del poemario Cuadratura
del poema)
AMELIA
ARELLANO, UNA PASIÓN QUE NO CESA
Eduardo Dalter
CÉSAR JAVIER ALTAMIRANO
SALTA Y LA LUZ
César Javier Altamirano ©
Acusé al miedo,
aquella vez en Salta, morí de miedo
y lo llevé como un estigma sobre
toda la vida.
Los changos rodeaban la escalera.
Descalzos.
Y se inmolaban contra el agua que
caía desde las cataratas
despacio fui sintiendo los pasos
contra la vereda
que crujía de miedo contra el
cuerpo.
Descalzo.
Me arrastraba con él en mi vientre y
quería
vivir como ellos.
Disfrutar del sueño de las rocas
pegadas en el fondo del río,
tocarlas y salir despedido hacia la
superficie
despertarme y sentirme fuego.
En la cúspide de aquel palmo de
piedras,
me hundí para siempre en el
silencio,
en la cruz no develada de mis
pensamientos.
Hoy ruedo tras el estigma mágico de
aquel sitio
y recuerdo tras la ilusión
la vida de prejuicios.
Quedarán en el pasado,
cuando vierta mi luz
contra el ánima de aquel río oculto.
Aquellos changos
se batían contra la pureza de sus
cuerpos.
Quisiera volver a encontrarlos y
disfrutar como nunca
el devenir de los veranos
cubiertos de figuras olvidadas
y que se junten nuestras vidas en el
silencio
hermoso de las aguas profundas.
No tiene
título
Me inclino ante ti, molino del
viento,
que quiebras las palabras del
Quijote.
Una máquina revuelve girasoles en el
espacio,
y un pájaro ciego e inmortal
eleva a una mujer a un silencio sin
estrellas.
Vuela con sus brazos quebrantados,
y su cabello azul y ensortijado,
despeina luces.
Allá en el cerro San Javier,
los planeadores de la vida,
elevan el suelo a la esperanza.
Detrás hay historia,
la bruma del amanecer esconde
héroes, pájaros y música.
Hay rastros de espinillos,
cardones y espuma en el agua.
Desde el cerro,
bajan a las nubes
tormentas de gloria
que amasaron en tantas batallas de
paz
La mujer se resiente en el aire,
pero despega.
Son tiempos donde el aire
incandescente
de este meteoro de Dios
consagra la estirpe de los milagros.
Ya tú, Dios,
acomodarás las piezas
para que esta mujer en pena
se junte con el sol y con Güemes,
y alivien los planes
de esta ciudad,
donde cabalgarás, Juana,
con el sol.
No tiene
título
Desde la oscuridad voy buscando
cielos que me entiendan
en el espesor de árboles infinitos.
Sobre la luz de las primeras
ventanas del sol
de este suelo sembrado de hojas
crecientes.
Atento al espacio abierto de la
mañana
huelo desde la ventanilla la
planicie esmeralda de esta soledad.
Nubes desiertas arrogan ciclos de
verano,
entre fantasmas que sucumben a
suelos desbordados,
pido que la lluvia no nos entregue
lágrimas otra vez.
Siento que la voz de los árboles
va a llevar peces a mis cataratas.
En la redondez de la tierra
con muros atornillados
en esas minas violetas,
ronda un torrente de piedras
desgastadas.
En el contraluz de la cueva,
ríos de genios filtran silencios.
Cuando voy llegando
veo al Libertador enmascarar soles.
Infinitamente me entrego
a este horizonte.
Repleto de selva y ansiedad
entrego mi cuerpo a volver a sentir.
Y entonces si evoco esa media mañana
cuando solo, desde la barandilla
al final de esas pasarelas,
ruego que nunca muera Dios
en estos misterios.
Que suelte imperios de belleza.
Y me invite a soñar con ellos
para siempre.
EL SEÑOR
DE IGUAZÚ
César Javier Altamirano ©
Los dedos del señor de los cielos
están aquí.
Aunque la garganta me anuncie
que el ceño de mi cintura
se va a sumergir desde el balcón,
mi cuerpo, mi mirada
se recuestan sobre el infierno de
este sueño.
La lluvia cae.
Infinitas estocadas de duelo,
entre mis ojos y esa garganta
dicen del Diablo; digo de Dios.
Tan solo la magnificencia de Cristo
puede hacer que esos vencejos
vuelen y sobrevuelen, el puñal de
agua
que penetra esta profundidad.
Yo me agarro a la mano de una niña
que el cielo me regaló aquí, Iguazú.
En esta selva hoy torrencial
me agarro y me deslizo hacia ella,
y me elevo a esa luz tan poderosa
que es un cisma en mis pensamientos,
socava huellas de imágenes
anteriores.
Yo te siento y escucho Iguazú.
En el tren, el ciclo de los pájaros
retorna con colores incandescentes
coatíes, selva y fantasmas
sobrevuelan el carnaval de estos
rieles.
La niña, ya no lo es.
Es una diabólica mujer de ojos
azules,
piernas temblorosas y largas
y cabello del silencio.
Yo te prometo que cuando este avión
se recueste sobre la selva exterior,
los labios de estos dos estigmas
convertidos en santidad,
este tiempo,
se convertirán en señales
de un desgarro intenso.
y eterno.
El cielo firme sostiene la enorme
nervadura
de esta franca e infinita raíz,
de agua de ríos.
La noche se hace eterna y lúcida
y tus ojos no se despegan de mi
mente.
La secuela de tu luz está aquí.
Elaboro en mis pensamientos
cielos y selva.
Noches de hielo y cansancio,
lunas rodeadas de vapor.
Hay pronto en mí, imágenes
de calles zigzagueantes.
Puestos de ternura y calor
ómnibus llenos de locura,
y de nuevo cielos
llovizna, soledad, amor.
Y tal vez por todo esto
te extraño tanto.
Sí. Solo tu imagen
acerca mi distancia
a la vida.
Y cuando te veo
Dios, eres esa voz
que me eleva.
Iguazú, tú, el ave acorazada
de plumas con colores
incandescentes.
Y en tus pies
llevas a mi niña.
Hoy ya mujer
penetrante y voraz.
Ojos verdes, de rocas que penden
de un ciclo de mitos alunados.
Brillo de amatista.
Y me acompañas
hasta el final.
FERNANDO NEGRETE
Nació en 1942 en la calle
Goicoechea, hoy desaparecida, a cincuenta metros escasos de la torre vieja del
Pilar, y vivió en el otro Arrabal, donde las peleas a golpes eran harto
frecuentes, en Zaragoza, España, ciudad en que reside. Su nombre completo es
José Fernando Negrete Gaspar.
Ha escrito una novela, Tenía que haber una explicación
(Zaragoza, Mira Editores, Sueños de tinta, 2017).
Más sobre sus obras y trayectoria en
los siguientes números del Suplemento de Realidades y Ficciones:
ELLA
NUNCA BAILÓ
Fernando Negrete ©
Nunca he necesitado álbum de fotos,
las que he considerado importantes las guardo en una caja de zapatos y hace
tiempo que no las miro, pero el otro día, haciendo limpieza general, las
encontré y en ese momento se acabó el trabajo porque comencé a mirarlas
esperando encontrar sabe Dios qué, y… allí estaba.
A los tres años me enamoré de la hermana
Javier, pero eso creo que no cuenta. Nadie me enseñó a amar, dicen que se
aprende amando, quizás es por eso por lo que nunca he estado enamorado. Sé que
mi objetivo en esta vida es encontrar el amor y hubo dos veces en las que creí
haberlo encontrado, pero al final resultó un fracaso. Había llegado a pensar
que jamás conocería el amor hasta que la vi a ella, estoy seguro de que con
ella hubiera sido diferente.
Fue hace casi un mes a mediados de agosto
en el verano de mis veintitrés años y recién terminada la maldita «mili», el
último reemplazo. Con mis amigos Javier y Willy montamos en mi viejo Simca 1000
y volamos hacia la Costa
Brava , a un pueblo del que no quiero decir el nombre,
alquilamos un apartamento con tres camas, para quince días, y así comenzó todo.
La noche de nuestra llegada nos
pusimos las mejores galas, un niki —ahora los llaman polos— y un pantalón
vaquero, nos duchamos, nos perfumamos abundantemente, y marchamos a conquistar
el mundo.
Como todavía eran las diez, fuimos a
cenar a un restaurante modesto donde comimos un pollo tomatero y una ensalada
mixta cada uno y nos sorprendió que el camarero fuera francés, esa fue la
primera sorpresa, la segunda que la ensalada mixta llevara solo lechuga y un
tomate insípido; acostumbrados al tomate de Zaragoza, aquel nos pareció
incomestible y allí quedó. La cerveza con la que regamos semejante condumio,
era una tostada que nos supo a gloria; cuando preguntamos la marca, el camarero
dijo que era artesana y que no se vendía en las tiendas porque la fabricaba el
dueño del restaurante, que era argentino, y que únicamente la hacía para el
consumo de su local, y esa fue la tercera sorpresa.
Nuestro siguiente destino era una
discoteca, situada en la carretera a la salida del pueblo, que se llamaba
Tíffanys; nos dijeron que la reconoceríamos porque era una pirámide de madera,
y allí nos dirigimos, aparcamos en la parte posterior, compramos las entradas,
que incluían una consumición gratis, y entramos. El portero nos advirtió que si
salíamos tendríamos que llevar un sello en la muñeca si queríamos volver a la
sala, tomamos buena nota y nos dirigimos a la barra a reclamar las consumiciones.
Desde allí contemplamos el panorama al son de una ruidera insoportable que
impedía oír otra cosa más que la estridente música emitida por unos altavoces
cercanos, hasta que decidimos cambiar de sitio.
De pronto todo cambió porque
pusieron una lenta. Me puse de pie y busqué entre la maraña de gente alguna
cara bonita, y, como decía Javier, si tenía pinta de extranjera mejor. Ya me
iba a sentar decepcionado cuando una morenita muy alta y delgada se acercó,
cogió mi mano y tiró de ella como invitándome a bailar. La seguí hasta la pista
de baile, me abrazó y comenzamos a bailar muy pegados, tanto que tuve una
erección espontánea. Debió darse cuenta porque su mano se metió en mi
entrepierna. Yo pensaba que se había molestado, pero en lugar de eso cogió mi
mano y se dirigió a la salida. Allí ofreció nuestras manos al portero y este
nos las selló.
Ya fuera me llevó al aparcamiento y
una vez allí preguntó:
—¿Car?
Me acerqué al Simca y lo abrí. Ella
puso cara de asco, entró e intentó, sin éxito, abatir el respaldo; cuando entré
yo, abatí los dos respaldos delanteros y mi coche se convirtió en una cama de
matrimonio; ¿Quién fue el ignorante que compuso aquello de «Qué difícil es
hacer el amor en un Simca 1000»?
Todo lo hizo ella y, al terminar, se
bajó el vestido y marchó en busca de otra presa, supongo.
Encendí un cigarrillo, recompuse los
asientos del coche y me dirigí a la discoteca en busca de los amigos. No hubo
besos ni caricias, solo sexo duro y no digo puro porque sería una gran
contradicción. Me sentía triste, deprimido, sucio, y busqué con la mirada los
aseos; allí me despojé del «niki» y me lavé a fondo, incluso el pelo. Al
terminar me sequé con el secamanos y me froté cuerpo, manos, brazos y cara con
toallitas de papel perfumado de lavanda y busqué a Javier y Willy que sonrieron
mi llegada.
—¡Qué tal? —preguntaron al unísono.
Hice un gesto de fastidio y
callaron, pero Willy no pudo contenerse y dijo:
—Has tenido suerte porque fuiste el
primero… de la noche.
—¿Qué quieres decir?, ¡habla claro!
—Ni más ni menos lo que he dicho;
esa putilla inglesa debe tener algún problema de picores o es una ninfómana
porque todos los días se lo hace con dos, y algunas noches con tres, según nos
han dicho estos.
–¡No jodas!
—Lo que oyes; han venido a
decírnoslo. Espero que te hayas puesto protección porque si no lo has hecho…
Al oír la noticia me sentí sucio
otra vez y me despedí de los amigos diciéndoles que regresaría en media hora.
Fui a casa y me duché completo haciendo hincapié en los genitales, me puse una
camisa de manga larga porque había refrescado y regresé a la discoteca; eran
casi las dos de la mañana.
Al entrar me pidieron que mostrara
la contraseña que, afortunadamente, no había borrado la ducha, y paseé la
mirada por la gente que en ese momento parecía una jauría que daba saltos y
alzaba los brazos al ritmo de una canción de moda con la música a tope, busqué
a los amigos y, al verlos trotar en el centro de la pista, me senté a la mesa
que, incomprensiblemente, seguía vacía con mi consumición prácticamente
intacta. Tomé el vaso y al levantarlo fue cuando la vi a ella, una criatura
preciosa, su cara era una medallica, que hubiera dicho mi madre, y me sentí
atraído irremediablemente hacia ella; el gentío que nos rodeaba desapareció de
repente, tuve la sensación de estar solo con ella, que el ritmo de la música se
atenuaba y evoqué el baile del gimnasio de la vieja película "West side
story" pensando que la chica se parecía mucho a Natalie Wood, la actriz
que interpreta a la protagonista. Me levanté, lentamente fui aproximándome y
cuando estuve a su lado le dije en un susurro:
—¿Bailas?
Ella siguió mirándome y únicamente
dijo cinco palabras:
—Lo siento, pero no bailo.
—¿Quieres que hablemos?
—Aquí es imposible.
—¿Salimos fuera?
—Espera un momento.
A continuación, le dijo algo a la
chica que tenía al lado que me miró y dijo algo a su oído, ella se levantó
dirigiéndose a la salida y la seguí.
—Mi nombre es Juan. ¿Cuál es el
tuyo?
—El mío es Manuela, pero todos me
dicen Nena. ¿Qué querías decirme?
—Primero, que eres lo más bonito que
he visto en mi vida, y segundo, me he pasado la vida esperándote.
—Y yo buscándote.
—Me llama mucho la atención que en
una discoteca no bailes con nadie. ¿Es una promesa?
—Aunque no lo creas ese es el
motivo, y si vengo aquí es porque si no acompaño a mi hermana Sonia, que es la
chica con la que he hablado, no nos dejan salir de noche nuestros padres. ¿Qué
te parece?
—¿Puedo saber el motivo de la
promesa, o crees que es indiscreción?
Manuela, sin dejar de mirarme,
señaló mi cabello mojado y preguntó:
—¿Era necesario?
—Sí, era muy necesario.
—Te vi salir fuera con esa inglesa
larguirucha; ¿no me digas que hicisteis el amor?
Me la quedé mirando y no mentí en la
contestación, porque follar es una cosa y hacer el amor no creo que se parezca
mucho a lo que hicimos.
—No, no hicimos el amor.
—Pero fuiste a ducharte a casa, ¿por
qué?
—Porque después de tocarla me sentía
sucio.
En ese preciso momento salió su
hermana diciendo que tenían que volver a casa, y al verme exclamó:
¡Hombre, el ganador de la noche! Claro
que de los otros largiruchos, ninguno merecía la pena, dos con cara de
retrasados y otro descuajeringado; y vámonos que es tarde.
Si no fuera por el pelo y las
pinturas de guerra que lucía, hubiera dicho que eran gemelas, pero me vino muy
bien porque me había metido en un jardín y no quería profundizar, en lugar de
eso pregunté:
—¿Vendréis mañana? ¿Iréis a la
playa?
—Lo de la playa no es seguro, quizás
tarde, porque tenemos que ir de compras, pero por la noche, si Dios quiere,
vendremos aquí.
—Pues hasta mañana, allí estaré y te
buscaré.
Dijeron adiós con la mano y
marcharon.
Aquella noche apenas dormí pensando
en su cara de ángel, y a la mañana marché pronto a la playa para tomar el sol,
no quería que viera mi cuerpo crudo y lechoso. Como había pasado la noche en
vela, nada más cerrar los ojos me quedé dormido. Afortunadamente Javier y Willy
me despertaron una hora después rojo como un cangrejo.
—¿Querías moreno? Pues ponte bien de
crema si no quieres que te salgan ampollas.
Willy tenía razón y me apliqué al
cuento, extendí crema por la cara, brazos y pecho, luego me puse la camiseta y
caminamos por la playa hasta un extremo esperando ver su hermoso rostro, luego
volvimos en dirección contraria llegando a una enorme roca alta como un menhir
que se adentraba en el agua y de él arrancaba una valla de piedra hasta cerca
de una boya situada a unos cien metros de la arena, que nos separaba de una
playa nudista privada.
—Terreno prohibido, si no eres socio
o vas acompañado de uno de ellos y no te importa enseñar el trasero, no te
dejan entrar.
Estaba desesperado y estallé en un
grito:
—¡Manuela!
Lo repetí varias veces gritando tan
fuerte que mis amigos se echaron sobre mí y me taparon la boca. Al pronto creí
escuchar mi nombre:
—¿Juan?
La voz venía del otro lado de la
roca.
—¿Nena?
—Sí, soy yo, ¿qué haces ahí?
—Como todos, tomar el sol; estoy con
mis padres y mi hermana, es nuestra costumbre desde hace muchos años. Si
quieres paso a tu lado bordeando la valla, pero antes debo ponerme el bañador
—¡Claro que quiero, si he venido es
únicamente por verte!
Viendo el cariz que tomaban las
cosas, Javier y Willy me abandonaron en la búsqueda incansable de la sueca que
consiguiera levantar algo más que su ánimo y me dejaron solo. A los cinco
minutos la vi, había superado la boya y se dirigía hacia mí nadando como una
sirena; yo la estaba esperando con una toalla de baño en las manos, pero ella
hizo caso omiso y se abalanzó sobre mí abrazándome y besando mi cara.
Mi sorpresa fue tan mayúscula que no
supe que hacer; nunca había pensado en aquello, aunque lo había soñado
despierto. Al notar mi estúpida reacción, ella se apartó de mí y se quedó
mirándome diciendo al cabo:
—Perdona Juan, no sé por qué llegué
a pensar que sentías lo mismo que yo. Lo siento.
La miré y la vi a punto de llorar; a
la luz del día su cara era aún más hermosa, recorrí con la mirada su cuerpo
perfecto y al ver una mancha rojiza sobre su hombro derecho dije:
—¿Te has herido con la tapia?
Ella tapó la mancha con la mano
diciendo:
—No es nada.
Le aparté la mano y dije:
—Déjame ver.
Miré la supuesta herida observando
que no era tal, porque la mancha roja era un pequeño corazón y dentro de él
había una letra «J», aquello conmovió todo mi ser comprendiendo al fin que ella
dijo la verdad la noche anterior. Le tomé la cara con ambas manos y la besé
dulcemente en la frente apretando después su cabeza contra mi pecho; luego nos
quedamos mirando, acercamos nuestros labios y nos besamos dulce y largamente,
aunque ella me introdujo la lengua hasta el garganchón dejándome casi sin
aliento.
—¡Ya está bien, chicos! Estáis dando
un espectáculo.
La voz de mi amigo Javier me
despertó y volví a la realidad. Nos separamos y nos sentamos en la arena. Para
romper el hielo dije;
—¿Por qué el hombro derecho?
—Es lo más lógico ya que soy zurda y
eso podría incomodarme durante unos días en el hombro izquierdo.
—Ya, pero en el izquierdo tenemos el
corazón y el corazón no piensa, o eso creo. ¡Bah, déjalo! Hablando de otra
cosa, nadas como un delfín. ¿Dónde aprendiste a nadar?
—En el colegio, mi hermana y yo
fuimos al mismo y claro como vinimos a un tiempo, porque somos gemelas, mis
padres nos llevaron a las «francesas», ya sabes un colegio muy caro, por eso
una de nosotras tenía que ir de gratuita ya que los ingresos de mi padre no
daban para más. Lo mejor venía en el cumpleaños de la Madre Superiora, y no es
broma, nos formaban en el patio en dos filas una de gratuitas y la otra de pago
con un regalo en las manos, y no te lo vas a creer; las de pago, a una palmada
de la Superiora, entregaban su regalo a las gratuitas y estas tenían que decir
muy alto: “¡Gracias señorita!” Nosotras no pasábamos vergüenza, pero las otras
se ponían muy coloradas. ¿Te imaginas?
—Incluso tengo vergüenza ajena al
imaginar semejante escena, pero… ¿has dicho que tu hermana y tú sois gemelas?
—Sí, aunque como ella se pinta en
exceso y yo apenas, no lo parece. Además, se coloca esa peluca rubia postiza
porque padre no la deja teñirse.
—Otra cosa, ayer dijiste que habías
prometido no bailar, ¿puedo saber por qué y hasta cuándo?
—Claro, verás, hace dos años mis
padres tuvieron un accidente de coche y casi se matan, a madre le tuvieron que
hacer varias operaciones y padre quedó en coma; entonces prometí no bailar
hasta cumplir los veinte años si se recuperaban, y lo hicieron.
—¿Y cuando los cumples?
—Mañana, si Dios quiere.
—Mañana es la Asunción , la Virgen de Agosto. Ya puedes
ensayar por la mañana porque por la noche vamos a bailar hasta caer rendidos.
Por cierto, ¿te apetece que vayamos esta tarde a algún sitio?
—Lo siento, hemos quedado con mis
padres para ir a Palamós a ver a unos amigos, pero esta noche estaremos en
Tíffanys.
¡Qué largo se me hizo el día!
Intenté convencer a los amigos de marchar a Palamós, pero no les hizo ninguna
gracia y nos quedamos en el apartamento jugando al «rabino». A la noche nos
fuimos a la discoteca, yo a esperar a Manuela y mis amigos a ver si alguna
sueca ligera de cascos caía en sus redes. A las once, apurando mi segundo
«cubata», se me acercó la putilla inglesa y le hice el gesto de que estaba
esperando compañía; no le debió sentar bien porque me hizo una peineta y a
continuación, señalándome y mostrándoselo a todo el mundo, puso su pulgar e
índice como explicando que la tenía pequeña. A las doce aparecieron las gemelas
y Manuela me abrazó besándome muy dulcemente, como me gusta besar. En ese
momento el fotógrafo de la sala nos hizo una foto, supongo que para que pudiera
presumir del hecho con los amigos. Esa era la instantánea que había encontrado
en la caja de zapatos y que recogí al día siguiente.
—Lo siento, Juan, mis padres nos
están esperando fuera y no podemos quedarnos.
Diciendo esto marcharon dejándome
aturdido y desconsolado. Llamó mucho mi atención que la hermana de Manuela no
llevara peluca ni se había pintarrajeado la cara con lo cual era misión
imposible distinguirlas. Marché a casa para intentar dormir, pero no pude. Me
levanté de la cama, me vestí y fui a la playa a la que la luna llena vestía con
reflejos plateados haciendo un hermoso conjunto con los brillos móviles del agua
que dulcemente mecía el viento, y allí sentado, contemplando el espléndido
espectáculo que la naturaleza me ofrecía, permanecí hasta el amanecer. El cielo
rojo no presagiaba nada bueno, sentí frío y marché a casa.
A pesar de que el tiempo no
acompañaba, porque las nubes y el viento prometían una mañana incómoda,
desayunamos, nos disfrazamos de playa y hacia allí nos dirigimos solo Willy y
yo, ya que Javier había ligado con una jamona holandesa, según dijo Willy,
dispuestos a lo que fuera porque teníamos que aprovechar los pocos días de
vacaciones.
Una enorme resaca había conseguido
impedir que nadie se metiera en el agua, incluso en la orilla la fuerza de la
resaca conseguía llevarte hacia dentro irremediablemente, jamás he visto nada
parecido incluso en el Atlántico o en el Cantábrico, y me hizo temer que
Manuela viniera como el día anterior. Así estaba rumiando mi preocupación
cuando la vi doblar la boya; quise advertirle haciendo aspavientos con las
manos y gritando desaforadamente, pero era inútil porque la ruidera del mar
embravecido lo impedía.
Ella avanzaba poco a poco, pero
cuando levantó la cabeza y vio que yo me lanzaba al agua para ayudarla, redobló
sus esfuerzos. En aquellos momentos era mayor mi ansiedad que mis fuerzas; un
golpe de mar me lanzó contra la valla rocosa y sentí como me hundía
irremediablemente.
No recuerdo nada más, solo unos
labios que me soplaban en la boca hasta que una bocanada de agua avisó a quien
fuera el besucón que había tenido éxito y me volvió de lado. Cuando recobré el sentido
pregunté por Manuela a mis amigos y estos, para mi desesperación, dijeron que
había desaparecido después de sacarme del agua, y que nadie sabía dónde estaba.
La busqué incansable durante el
resto de nuestras vacaciones y regresamos a Zaragoza con una gran sensación de
vacío en el corazón porque nunca más volví a verla.
La realidad se impuso, tenía la
fotografía en la mano cuando de pronto advertí algo que hasta entonces me había
pasado desapercibido. Cogí una lupa y ¡allí estaba, el corazón con mi nombre
completo, “Juan”, ¡estaba en su hombro izquierdo! Como un idiota llegué a
pensar que en las fotografías todo salía al revés. Fui a un espejo y puse la
foto frente a él hasta que me convencí que aquello era una estupidez. Entonces…
¿Quién me había besado en la playa? ¿Quién me besó en la discoteca? ¿Qué juego
se traían las gemelas? Tal vez nunca lo sabré.
DAVID GONZÁLEZ
Realiza el taller literario Rayuela
con Lidia Ravonne de Huniken en 1989. Entre los años 1996 y 2000 asistió al
taller literario El Dinosaurio Dormido con Ana María Destefanis. Desde 2018
integra Paralelo 40, un colectivo literario y cultural de la comarca Viedma /
Carmen de Patagones.
Participa en diversos eventos
culturales de Argentina como ser Fiesta de la Palabra Bariloche ,
Feria del Libro Viedma, Feria Internacional del Libro de Comodoro Rivadavia,
lectura de poesía en teatros, bares, marchas, escuelas, entre otros.
Paralelamente ha desarrollado
actividad como actor (La
Rebelión de los Iconoclastas, La Espera Trágica ,
Locro y Ensalada, etc.), productor y prensa de diferentes festivales
(Estepario, Río Abajo, etc.) y obras teatrales en Viedma.
Ha conformado el espectáculo
performático 11 +4 de fusión entre música, teatro, poesía y cine (con Manuel
Espinos, Sebastián Labaronne, Gastón Larreguy y Ramón Espinosa) con amplia
rotación en circuitos culturales durante el año 2017.
Publica textos y poesía en revistas
literarias, suplementos culturales y páginas webs culturales y poéticas de Latinoamérica
y España. Ha participado en diversas antologías de Argentina. En 2016 publicó
la plaquette de poesía 11 (Ediciones
de La Mariposa
y La Iguana ).
Acaba de publicar 40º 63º, un
poemario editado por Vela al Viento. También sube material de su autoría a los
sitios web citados al pie.
la voz
abre los fuegos
de la materia
habla en mí
no alcanza el tacto
para trascenderla.
no ser nada
de la piel para adentro
fiable prudencia
los pájaros rebotan
entre
la pelvis
y el habla.
las ceremonias creativas
son un huevo de serpiente
sostenido por dos palos
ambas manos entrelazadas
tornan en espiral la sombra
cierran el occidente
que habito y me habita.
nazca
reciba los nutrientes necesarios
para desarrollar su cerebro
siéntase el perro de Pávlov antes de
saber que existe algo llamado así
tenga una familia disfuncional
lea siempre cualquier cosa que caiga
en sus manos
lea poesía
lea poesía desordenadamente
lea poesía hasta pensar que no hay
más nada nuevo por decir
piense en no volver a escribir
sienta la poesía rondar en la nuca
conozca la incineración
use las palabras como bayonetas
tenga amigos y piérdalos
sea genital
invéntese una moral o un dios
regocíjese en el barro y la altura
indague en la intensidad
inmólese
siéntase morir
resucite
entiéndase uno más
descifre el run run del viento.
Patria o
Muerte
en la pared
palabras estalactitas
incrustándose
en dudar
solo 2 habitantes por km2
algunos
(los menos)
entienden los vientos…
huesos del esqueleto social
erguidos de ausentes
bailan la música del polvo
descartes de la memoria
enterrados en descampados
el miedo gotea y calla
quedan en fotos los muertos.
TONI PRAT
Poeta visual. Su nombre completo es
Antoni Prat Oriols (Vic, Barcelona, 1952). Cursó estudios de Ingeniería
Mecánica, Escultura y Fotografía.
Ha realizado múltiples exposiciones
y presentaciones de sus poesías visuales y ha editado libros sobre la
especialidad.
Más información sobre sus obras y
trayectoria en Suplemento de Realidades y Ficciones:
Le publicaron tres libros en Dexeo,
Londres y Madrid: “Canciones para
resistir”, “Canciones para poder vivir y resistir”, “Prosas erradas y otros versos”.
Muchísimo más sobre su biografía
en:
@lidia-la escriba/
PRISIÓN
Lidia Gaviña ©
Una ilusión de momentos
hechos para el amor
digamos
el amor preconcebido.
He nacido como referente
de un vientre insensible,
con insensibles afectos.
Mis miedos —son muchos—
vienen de adentro
y un día se presentan innobles
tal vez lastimando a otros.
Pero yo no conozco
ni siquiera el camino
que me conduce
a lo duradero.
No conozco los bienes duraderos.
Solo los pasatiempos
rotos
en espejos ajenos.
En labios, manos, gustos
y olores ajenos.
La sepultura misma
de la verdad.
La libertad íntegra.
El silencio absurdo,
los millones de momentos no propios.
La soledad. Sí.
La soledad.
Algo también es mío
y no tiene destinatario.
No entiendo el pedacito
de espacio que utilizo.
Al último rincón
en el que juego
mi juego macabro!
Esta es la prisión
donde el castigo es la suerte.
ENTRE LA CALMA Y LA DESESPERACIÓN
Lidia Gaviña ©
Esperar a que
Me digas,
La verdad;
Hay falsarios
Que insultan,
A poetas,
Que les molesta
Lo que escribo,
Y cómo lo hago;
No me importa,
Si es prosa,
Verso,
Catarata,
Luna cielo,
Ceguera,
Insulto,
Aprendizaje,
Mezquindad,
Amor o pleitesía,
No me importa,
Solo me desespera
Tener que padecer
A esos bichos raros,
Que horadan y horadan,
Comen basura,
Carroña y dejan
En el púlpito,
Sus quejas,
De mierda,
Ya ha leído demasiado,
Eso estimo,
Y yo seguiré
Por estos lados,
Dejando huella,
Con mis libros,
Publicados,
En la herencia de la vida,
Existencia pura,
Sin mayores dardos,
¡Que ni valen la pena!
-------------------------------------
precisamente nunca,
somos ecos
distintos,
de las
Américas,
ciudades,
de las penínsulas,
magnificas
de Marte, Urano,
el zarcillo perezoso
del príncipe,
y el poeta,
precisamente,
nunca, de a poco,
lentamente,
¡vamos espaciando verdades
y las verdades
son cuentos,
que inventan
niños grandes!
¡oh, mi dios,
si tú existes,
nos has dado los dones
de la voz,
nunca precisamente,
las usamos,
oh campesinos,
de tierras rojas,
espectaculares,
lejanas, del
aquí y el ahora,
precisamente...
nunca hablamos,
de nuestros
propios terruños,
objetivamos,
poemas de amores,
lanzamos indignados
del mundo entero,
pocas voces,
poder,
que manejáis,
la mayor vez,
el pensamiento,
vete!
¡oh, precisamente nunca,
hablemos,
no dejemos caer
la gota derramada,
de las sonatas,
conclusas,
de las demoliciones
imperantes,
de conceptos...
¡oh, a ti, que no
sé quien eres, si a ti,
háblame por favor
de lo que sientes,
oh, por favor,
precisamente...
es necesario
que hablemos, de
la verdad cruda,
de nuestros propios
asilos, ayúdame,
precisamente,
a que
nunca guardemos
el silencio del misterio,
que pesa sobre nuestras voces
exclamadas!
¡oh, dioses del Olimpo,
antiguos poetas,
que ya todo han dicho,
mujeres espaciales,
varones de los reinos,
oh, ayudame,
simplemente
contando
como es tu
aldea,
y que perfume
emana, de aquel rincón
de la infancia,
al aromo perpetuo
de las flores,
¡de tu jardín de niños!
¡precisamente, nunca!
MARÍA MORENO QUINTANA
Poeta nacida el 10 de enero de 1969
en Buenos Aires, Argentina, ciudad donde reside. Publicó: Y?, La importancia del bidet, Dopamina, A mis ángeles, Los secretos de
las piedras, Caída libre, Golondrinas en cruz, Donde nada se sostiene, La vida
dulce, Y ahora al mundo, La lluvia negra, Sombra, Los hijos del sol, Barfly,
Por este dios verde.
Tiene pendientes de publicación: La revolución de las plantas, Late la nube
vieja. Participó en dos antologías de poesía latinoamericana. Tiene tres
hijas, es profesora de yoga, estudia Filosofía en la Universidad de Buenos
Aires.
BARFLY
María Moreno Quintana ©
si vemos encharcar la nube baja que
asoma
por tus piernas y nos refrescamos
con el sol nuevo
es que todo volvió a suceder
si fuimos como pequeños duendes a
colgarnos
de la estrella esa
que viste aquella noche
y paseamos sombras por un parque
viejo
de estatuas que bailaron
para nosotros que comían que crecían
y vomitaban el corazón entre soles
con la cadena rota y oxidada
y pude abrir como nunca
la flor amarilla que gira por vos
entonces por qué
sería mentira
cada bocado de aire
cada música
el brillo del sol
en mis manos
y vinieron buenos tiempos
el bajo subió con la espuma
y trepamos por las cuerdas
de árboles encantados
por huellas de piedras
que roían orillas
entre los pastos verdes
con sonido de antorchas
que bajan de noche
en la nieve que se va
yendo por el hielo
descontrolado
hamacando la velocidad
en paredes a pique
que ahondan el abismo
para llegar a la base
neutra
de la nada misma
• Un poema inédito de
María Moreno Quintana ©
la
memoria como ese nido
firme
como
la canción más solitaria
o
esa plegaria muda del sol
y
si el mundo
eso
desea
piedras
no
le daremos el gusto
y
nos lloveremos
hasta
disolvernos
en
fuego
que
la lluvia me apague
me
silencie
me
nutra
hasta
algún posible sol
fui
bajando
nubes
como escalones
entre
claros cielos
intermitentes
• Un poema del libro Barfly
María Moreno Quintana ©
sube o baja la vara
de acuerdo a la altura de nuestro
eje
en lo más profundo del silencio
(palabra ambivalente)
más allá del esfuerzo nos
humanizamos
el bien y el mal como voces
relativas
y nuestra historia
para nunca traicionarnos
seguimos al instinto
independientes únicos irrepetibles
para traspasar con nitidez
un espejo y adentrarnos
en la libertad inconmensurable
con su grito pampa
vemos
a la manipulación
como un signo de debilidad
con sus códigos y leyes
sin horizonte
y al poder su gran invento
el miedo
estos animales en estado puro
que resisten sin ego
dan batalla con sueños
bienintencionados
para evitar la vergüenza
para que el mundo tome un rumbo
de dioses demonios monstruos y
santos
para trascender
al éxtasis y su muerte
alternando como el clima
bordeamos fluimos en la eternidad
hacia todos los mundos posibles
y quién fracasa
el que humilla o el humillado
o el falso poder de esta realidad
paralela
o las palabras dignas palabras
como un campo de posibilidades
entre el cielo y el subsuelo
pierden peso y presencia
en la tierra que nos habita
y sus paraísos existenciales
de amor bastardeado
de ideas vertiginosas donde todo
cabe
más allá de los códigos de la noche
tras los dientes
en su propia aura
a través de la línea
como un filamento que arrasa con las
penas
y nadie supo jamás nada
en su canto desesperado
alguien nos cobija en su pecho
y se desangran los ríos
que palpitan esta marginalia
que nos abarca y nos funde
en impulsos
que desembocan en el aire
MIGUEL ÁNGEL BALDERAS
RAMÍREZ
Nació en la ciudad de México el 2 de
agosto de 1964, desde pequeño mostró interés por las letras y la investigación
periodística. Ha colaborado en programas televisivos, radiofónicos e impresos.
Viene escribiendo desde su juventud, sin dejar que su pluma quedara atrapada en
un libro. Ha escrito más de cien poemas inéditos y prepara su primera novela.
Colaboró con dos poemas en el libro Cantera poética (versos del alma),
antología de la editorial la
Hormiga Roja , primera edición (2018), y con tres poemas en la
antología bilingüe Un sueño de amor
(“En kärleksdröm”), obra literaria en español y sueco editada recientemente en
Estocolmo, por Cándida Pedersen.
Es autor de guiones escénicos: Por si otra vez el Quijote (fundación
MacArthur), La creación y Dónde está la juventud (MEXFAM), Buenas noches, vengo vendiendo su muerte.
Actualmente conduce el programa de
radio por internet: Tú ¿cómo lo dirías?,
que se transmite los jueves de 11:00 a 12 horas por calderoradio.com y colabora para las revistas digitales: Reino de
Valencia (información general), dirigida por José Miguel Orts Timoner
(Valencia, España), Realidades y Ficciones (literaria) dirigida por Héctor
Zabala (Buenos Aires, Argentina) y Revista Hilal, dirigida por Kate Ares
(Puebla, México).
SOLO
BEBÍA CAFÉ
Miguel Ángel Balderas Ramírez ©
oye, solo bebía café, era eso,
quería mitigar el dolor del adiós materno, cierto, me quedaba tu abrazo, tus
besos y regazo, pero cada sorbo me recordaba que ella se fue y nunca más...
...luego, tú ya no estabas, solo
quedaron mis demonios, esos que no duermen, haya luz o reine la oscuridad, que
llenan mi ansiedad, que avivan mi soledad.
solo bebía café, quería ahogar la
ausencia de tus labios, tu calor, piel y sabor; pero conocí la envidia del
dios, quien nos trepó en ramas tan distintas hasta volvernos distantes...
..."ora" se fue ella,
horadando la tierra, "ora" te fuiste tú, trepaste hasta lo infinito
de esa rama, haciendo ambas, finita mi nostalgia.
solo bebía café, y sorbo a sorbo te
dibujé, en grandes lienzos tu recuerdo plasmé, sigues ocupando el espacio todo,
sigues siendo motivo del por qué lloro, conformas mi cielo estrellado, mi
universo, mi todo...
...eres mañana y presente, amor que
pervive, que vence distancias y de pronto, despierta enredado en tu cintura, a
flor de labios silenciando mis ansias.
……………..
quise desnudar tu alma e insistías
en quitar tu ropa, quise aprender tu piel, así sin calza, pero desviaste mi
andar, quise ser tu eterno ángel, y mis demonios nos distanciaron, ahora, doblo
mi corazón, guardo mis labios, recojo las letras, me trepo a la nube y me uno
al viento.
OSCAR ALBERTO MARCHESIN POLINELLI
Poeta y narrador nacido en Buenos
Aires, Argentina. Vive en Montevideo desde 1998. Filósofo y Licenciado en
letras (Universidad de Buenos Aires. Colaborador de revistas literarias en
América, España y Holanda. Cofundador de varias revistas literarias.
Colaborador en SADE en talleres literarios y presentaciones. Ha trabajado
también con publicaciones que intentan hacer conocer los genocidios
encubiertos. Dice que publicó algunos libros en alguna época. Más de sus obras
en Suplemento Nº 27:
HOMBRE
NUEVO
Oscar Alberto Marchesin Polinelli ©
Yo no te pido hombre
que me acerques otros mundos
solo llena de esperanzas
los huecos que dentro de mi cuerpo
ocupa la tenue luz
La luz que penetra mis ojos
siempre abiertos
yo no te pido que arrolles
horizontes
de oro, ni fronteras ya eliminadas
para mis ofrendas
Hombre riega el camino
y la piedra florecerá en rosas rojas
y hasta crearás cuerpos con formas
nuevas
con tu sola propuesta cuerpos
redondos
Yo no te pido recorrer el cielo
ni sembrar girasoles en el sol
yo como Inquisidor creador
solo te exijo remiendes mi alma
tan errada tan incrédula
dibujada por una mujer arquitecta de
la vida
la creadora de todo
Yo no te pido que no erres en tú
palabra
que no escupas el piso, ni hacia
arriba
que no orines los altares de cada
secta
y humilles los yesos de sus
fantasmas
estatuas con rostros lamentables
asquerosos
No me busques ni juzgues en los
detalles
nunca los tuve ni tendré
me hallarás donde se detiene el
camino
termina el tiempo
allí te aguardaré los siglos
hombre nuevo
GALLO O GALLARETA
Oscar Alberto Marchesin Polinelli ©
Nunca
supe cantar, soy un gallo desafinado
le
contaba eso al mar en mi vergüenza
de
no poder musicar a algo tan hermoso, el mar y sus olas
Pero
amando como amo todos los animales
¿qué
opinarían las sirenas en particular
escuchando
algo tan terrible?
De
todas sus playas, me ocupé de contar las rocas
que
besaban sus aguas y las nubes del cielo...
negras,
rojas, claras, y los rayos del sol ficticio
Mi
cerebro intentó contar las estrellas, cosa ridícula
mis
dedos contaban todo, mis manos etiquetaban una y otra vez
la
marcha continuada, de la perfección callada
La
última gota de lluvia
lavó
mi ojo único, rompió mis dedos y se
abrieron mis palmas
se
unieron como uno más , al resto de los elementos
Ya
no cuento, ni sumo, ni resto
todo
esta en libertad, callado en libertad absoluta
el
cementerio es silencio...
TRANS-PASOS A SEGUIR
Oscar Alberto Marchesin Polinelli ©
Nunca
transmutaré
las
estrellas por agujeros sinfín
ni
mis pantalones vaqueros
por
los afiligranados duqueses
el
vino tinto por la mejor champaña
o
Mercede Sosa por Frank Sinatra
Transfigurado
todo eso y mucho más
el
aire solo sería monóxido
y
la música simple redoble
de
tambores emparchados
Pugliese
nunca por Beethoven
ni
mi ser por cualquier otro ser
simplemente
ni Einstein
Se
secarían las manzanas
y
los pequeños interiores
serían
amplios salones
solemnes
insolentes
Charly
García se confundiría
con
algún yanqui reventado
y
el Abuelo nunca volvería
No
transfiguraría tantas almas
a
espíritus siniestros
al
peor de los encierros
transportadas
a la muerte eterna
Y
Neruda no disculparía
tal
sustancial aberración
insigne
negligencia
TRANSFIGURACIÓN REVERTIDA...
Oscar Alberto Marchesin Polinelli ©
Las
estrellas explotan generando
millones
de puntos inertes, ellos transfiguran
en
todos los elementos, renacer como planetas
Ya
no existe la energía con el sol seco
la
luz estelar aún refleja indicios
de
soles muertos regados desde muy elevados picos
La
sombra del infinito invadió los ojos
cuando
ya no habitamos esta masa de estiércol
pasamos
por la transformación
Dejando
el tren averiado en la estación
será
desechado, reformado en nuevas formas desconocidas
renacerá
en millones de años
Pero,
¿qué hay de la vida que se va?
¿adónde
fue esa energía?
me
agradaría saberlo
No
se puede ganar, eso está claro, por supuesto
¿lo
veremos en una nueva vida aquí, o en la fuerza de la vida?
¿es
la energía que da vida, nuestra fuente?
RANSÉS DÍAZ BELLIARD
Poeta nacido en Puerto Plata,
República Dominicana. Vive en Santo Domingo. Doctor en leyes, egresado de la Universidad Autónoma
de Santo Domingo (UASD) en 1988.
NO SÉ SI
POR SU BRILLO
Ransés Díaz Belliard ©
No sé si por su brillo
No podemos ver su diminuta opacidad
O si las puertas de nuestro castillo
Les cierran a esos pequeños, todo
tipo de oportunidad
Lo cierto es que el oficio de amasar
y resguardar nuestro oro
No nos da tiempo de mirar detrás
Y sin vergüenza y sin decoro
frente a ellos, actuamos como todos
los demás
Niños de la calle, palomos
revestidos
de una gris y triste orfandad
por el mundo pervertidos
con el silencio cómplice de la
autoridad
Las banquetas del malecón o el suelo
tienen por cama
Y la fría noche por manto
Pordioseros el mundo les llama
A quines más que niños parecen
espanto
La gente cuando les ve voltea la
cara
Les acosa o les entran a pedradas
o les utilizan para
saciar sus lujurias desenfrenadas
Niños de la calle, palomos
revestidos
de una triste y gris orfandad
por el mundo pervertidos
con el silencio cómplice de la
autoridad
Con los pies descalzos
recorren de punta a punta la ciudad
sorteando miles de cadalsos
con que perderlos quiere nuestra
sociedad
En las drogas y el pegamento
sumergidos
Mientras a las gentes pidiendo van
O por los escuadrones de la muerte
perseguidos
Para librar con un legrado a la
ciudad de los pobres de Adán
Niños de la calle, palomos
revestidos
de una triste y gris orfandad
por el mundo pervertidos
con el silencio cómplice de la
autoridad
Inocencias violadas en la calle
No habrá para ellos una palabra en
el sermón
Pero sí quienes les ametralle
Tampoco las beatas elevarán a Dios
por ellos una oración
No existen seres tan sufridos
Ni en Brasil, ni en Santo Domingo,
ni en Panamá
Como estos niños y niñas
desatendidos
Que nunca han escuchado las palabras
papá y mamá
A ellos les negó la suerte
La escuela, el techo, el pan y
cualquier atisbo de paternidad
Tal vez, un encuentro con la muerte
Les libere de tan terrible
infelicidad
Niños de la calle, palomos
revestidos
de una triste y gris orfandad
por el mundo pervertidos
con el silencio cómplice de la
autoridad.
POR TI
CAMINARÉ LAS PAMPAS ARGENTINAS
Ransés Díaz Belliard ©
Por ti caminaré las pampas
argentinas
en su extensión profunda
y para que nada me confunda
llevaré tu sonrisa en mis retinas.
Junto al huinca aullaré por ti mi
amor.
A la yarará le pediré con ruegos
para que en tu corazón sientas mis
fuegos
y en tu piel florezca el rubor.
A los tehuelches y araucanos pediré
permiso
y de antiguos mitos
evocaré viejos ritos
para el purrüm choique danzar en tus
rizos.
A cada gaucho que vea le llamaré
hermano
y en una noche sin estrellas
en poncho, cantaremos canciones
bellas
con el alma herida y guitarra en
mano.
Junto a ellos, facón atravesando el
capón
alrededor de un matí,
lágrimas derramaré por ti
tendido en el jarillal de la emoción.
Para encontrarte, evocaré una triste
melodía
cabalgando por la ruta de Martín
Fierro
mano en mi fierro
en medio de la noche oscura vida
mía.
Andaré sus andanzas
y en un duelo con la muerte
daré mi vida por verte
Jugándome la suerte y sus mudanzas.
Haré con mis propias manos un rancho
de chorizos y paja quinchada
cuando en la mensajería vengas
flechada
por el amor que florecerá a lo
ancho.
Bajo la sombra de un bosquecillo
que con chañar de brea, el pequeño
alpataco y caldén,
plantaré por ti cual Edén
y te arrullaré con el canto de los
pajarillos.
En el Ribereño de Sauces al pie de
la serranía
traicioneras y margaritas amarillas
en El Valle del Río plantaré en las
orillas
para ti dueña del alma mía.
Si no te encuentro, me internaré por
tierras australes
Junto los tsonek y arahuacos
marcharé
y junto al lago Carilauquén contra
el español me batiré
rememorando sus antiguas glorias
ancestrales
Y en la plaza de mayo plantaré una
flor
por cada lágrima y gota de sangre
derramada
por cada madre maltratada
por la injusticia y el dolor.
Gritaré tu nombre al mundo entero
y todos sabrán mujer
porque así lo he de hacer
lo mucho que te quiero.
SUPLEMENTO DE REALIDADES Y
FICCIONES
Nº 85 – Marzo de 2020 –
Año XI
ISSN 2250-5385
Exp. RE-2019-93065686-APN-DNDA#MJ del 15/10/2019,
Dirección Nacional del Derecho de Autor / República Argentina.
Av. Del Libertador 6039 (C1428ARD)
Ciudad de Buenos Aires, Argentina
Currículo en Suplemento de Realidades y Ficciones Nº 75:
Colaboradores
Noelia Natalia Barchuk Löwer
Resistencia (Chaco), Argentina
Currículo en Suplemento de Realidades y Ficciones Nº 78:
Mónica Villarreal
Scottsdale (Arizona), Estados Unidos
Monterrey (Nuevo León), México
@mon_villarreal
Currículo en revista Realidades y Ficciones Nº 17:
El listado completo de colaboraciones al Suplemento de REALIDADES Y FICCIONES se encuentra a la derecha del blog bajo el acápite AUTORES.
@RyFRevLiteraria
@RyF_Supl_Letras
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Hola!
ResponderEliminarRecomiendo un blog de poesía visual (fotográfica) que en muchos casos trata precisamente de ficciones (similar a vuestro nombre)
Gracias :)
Ah! el blog es: blog.contenidosweb.net
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